
MI MAESTRA ES UN RETRATO.
Los días en Grimmauld Place pasaban lentamente, al principio había sido incómodo para Harry tener compañía que no lo odiaba abiertamente. Kreacher todavía lo llamaba un intruso asqueroso y la señora Black todavía lo miraba con desprecio cada que actuaba como “Un muggle sin clase” pero ahora estaba aprendiendo.
Tenía una biblioteca entera a su disposición y no era el mismo niño sin conocimientos que había sido en el mundo alfa. Harry había leído sobre los Daemonions interesado en saber todo sobre el tema, el mundo alfa no había tenido Daemonions por lo que estaba intrigado.
Se creía que eran un regalo de la magia misma destinados a ayudar a los magos y brujas dándoles consejo, protegiéndolos y alejándolos de caminos peligrosos. Eran un reflejo del alma de cada persona por lo que eran considerados sagrados por lo magos, cualquiera que se atreviera a dañar un Daemonion merecía la pena de muerte. También habían sido un problema durante la caza de brujas ya que los cazadores notaron que Wendelin la hechicera hablaba con un gato negro su Daemonion por lo que cualquiera que hablara con un animal era acusado de brujería, de ahí se creó la superstición muggle de que los gatos negros traen mala suerte.
El libro también hablaba de la etiqueta adecuada de los Daemonions.
Harry resoplo. “Por supuesto que en el mundo mágico le pondrían etiqueta hasta a sus almas.”
Al parecer era considerado de mala educación tocar al Daemonion de otra persona sin su consentimiento, solo estaba permitido si era tu pareja, pero aun así no era común, de igual forma era mal visto mantener una conversación humano-daemonion con un Daemonion ajeno si no estaban relacionados ya sea por sangre o por matrimonio. En situaciones formales el Daemonion siempre iba al lado o por delante de su humano para poder protegerlo en caso de peligro. Los Daemonions podían ordenar a los elfos domésticos y estos tenían la obligación de obedecerles. Nunca se debe dar el nombre completo de un Daemonion a la ligera ya que en su nombre se esconden las virtudes de su humano.
Harry leyó esa parte rápidamente y se detuvo en lo que había captado su atención desde el principio, la razón por la que había comprado el libro.
“Las formas más comunes de Daemonions y su significado.” Murmuro Harry entre dientes. Tuch escalo por su cuerpo hasta acomodarse en su cuello. “Antes de establecerse (alrededor de los 11 años) los Daemonions toman la forma que mejor refleje el estado de ánimo o las emociones de su humano, una vez establecidos se cree que reflejan su alma.”
Harry hizo una pausa y miro a Tuch. ¿Qué decía de él que su alma tomara la forma de la serpiente más venenosa en el mundo?
Después de su visita al banco lo había investigado, Tuch había estado obviamente complacida.
Volvió su atención al libro y paso rápidamente las páginas donde se mencionaban distintos tipos de animales.
Anfibios, Aves, Mamíferos, Reptiles.
Busco rápidamente hasta encontrar la sección de serpientes buscando la mamba negra.
“Mamba negra, sabiduría espiritual y resiliencia.” Comenzó. “La mamba negra es un recordatorio de determinación y coraje, le recuerda a su humano que es más fuerte que la adversidad, también se cree que son símbolo de transformación y curación.”
Tuch y él se miraron por unos minutos y Harry cerro el libro de golpe sin terminar de leer.
“Mucha lectura por hoy.”
Tuch lo dejo distraerse, lo dejo acomodarla en una suave almohada de seda y sentarse detrás de un escritorio que había en la biblioteca Black, lo dejo escribir una carta a su gerente de cuentas preguntando por un desajuste que había en las cuentas y por las propiedades a su nombre, lo dejo hasta que ya no tuvo nada que lo distrajera de la verdad que gritaba su alma.
Cuando Harry se quedó completamente quieto Tuch se deslizo por las pesadas alfombras toda gracia y agilidad, subió por la silla y se acomodó en el escritorio justo al lado de su desechada carta mirándolo fijamente con sus pequeños ojitos brillando, saco su lengua para probar el aire y dijo.
“No eres solo un superviviente del abuso Harry, eres mucho más que eso y te lo recordare todas las veces que sea necesario.”
ºxº
Con menos de un mes para hacer su debut en el mundo mágico la señora Black había creado un estricto régimen de estudio y pociones el cual era estrechamente vigilado por Kreacher.
Todo comenzó cuando le pidió al elfo el favor de entregarle a su gerente de cuentas Gripook una carta ya que había olvidado comprar una lechuza, el elfo había visto su desastrosa letra y lo había acusado con la señora Black.
“Ningún futuro heredero de la casa Black entrara al mundo mágico con una letra atroz.” Había dicho.
Harry se arrepintió de mostrarle los resultados de su prueba de herencia ya que ahora tenía que hacer planas y ejemplos de cartas formales a Damas y Lores que eran los aliados de sus casas en el pasado, dichas cartas nunca se enviaron, pero la señora Black insistía en que Harry aprendiera a redactar correctamente y solía hacer que Kreacher las leyera para juzgar cada una de ellas.
Después de sus planas tenía un periodo de una hora de autoestudio de su elección, actualmente se encontraba leyendo Las Casas y sus regalos mágicos; la recopilación, le causaba curiosidad la única casa que no reconocía de su prueba de herencia, la casa Draiocht. Hasta ahora había descubierto que los Abbot eran siempre rubios y su magia estaba inclinada a la sanación, pero nada interesante, aun así, planeaba terminar el libro para tener un mejor entendimiento del mundo mágico.
Después del almuerzo la señora Black le daba clases de etiqueta, para su horror.
La mujer era una maestra despiadada y Kreacher mantenía un ojo de águila acusándolo ante cualquier error o distracción. Tuch lo observaba sufrir desde un banco que el elfo colocaba especialmente para ella.
Había un descanso de media hora donde Harry podía refrescarse y tomar un refrigerio y después le tocaba sufrir tratando de memorizar las largas líneas de familias mágicas. Siempre terminaba con dolor de cabeza después de pasar horas enteras descifrando quien estaba relacionado con quien.
“Sería más acertado decir con quien no.” Tuch se burló.
Después de su primera semana de sufrimiento en la oscura casa Harry noto algo diferente, en todas sus comidas aparecían pociones diferentes. Al principio había sospechado de ellas.
“El intruso debe tomarlas si quiere crecer.” Harry no dudo después de eso.
Cuando la señora Black a regañadientes acepto su letra Harry fue libre de enviar su carta a su gerente de cuentas y de visitar el Callejón Diagon para recoger su varita.
Ollivander ya lo estaba esperando y por si fuera poco su cabello estaba más despeinado de lo normal, había pequeñas cicatrices en la punta de sus dedos parecida a la que Harry tenía en la frente, su daemonion lo miraba con cautela como si le fuera a caer un rayo en cualquier momento.
“Ah señor Potter debo agradecerle por permitirme crear esta varita, fue todo un desafío. “ De una pequeña caja saco una varita de un café oscuro la cual tenía pequeñas grietas que se extendían desde la punta parecía… como si le hubiera caído un rayo.
El Daemonion del señor Ollivander chillo al verla y se escondió entre las túnicas del hombre.
“No te preocupes por Ecce, tiene miedo de que le de una descarga eléctrica." Harry lo miro fijamente esperando que dijera que era una broma. "28 cm ligeramente rígida madera de acebo con núcleo de pluma de fénix unido con sangre de serpiente cornuda y pelos de cola de thestral ambos dados de forma voluntaria.” Le ofreció la varita. Harry la tomó mirando la punta de los dedos del mago con aprensión. “Agítela un poco, no muerde.”
Harry no lo creía, pero obedeció, el frio de su magia lo rodeo nuevamente centrándose y fusionándose en la varita, de la punta de esta aparecieron pequeños rayos y chispas de un color plateado.
“Curioso muy curioso.” Harry tuvo una sensación de Déjà vu. “El fénix que dono la pluma de tu varita dio solo dos de ellas, la otra está en la varita responsable de tu cicatriz." Miro su frente fijamente y después la punta de sus dedos y sonrió. “también se cree que la sangre de serpiente cornuda era un ingrediente fundamental para la invocación de tormentas.”
Pagó por su varita, así como por una funda ya que la señora Black se lo había ordenado y Harry no quería escucharla gritar nuevamente, los recuerdos de un hombre aterrador regañándolo por guardar su varita en los bolsillos de su pantalón lo ayudo a estar de acuerdo más rápido. Finalmente se dirigió a Emporio de la Lechuza para poder comprar su propia lechuza, lamentablemente no había ninguna lechuza nival en la tienda, pero apresurado por los nervios de Tuch se decidió por una hermosa ave de cuerpo negro, pecho blanco y ojos amarillos, tenía una especie de antifaz blanco que la hacía parecer culta.
No tuvo que preocuparse por que su nueva lechuza se aburriera ya que una semana después llego la dichosa carta de Hogwarts.
Sr. Harry Potter.
La primer habitación del primer piso.
Londres.
Estimado Sr. Potter:
Nos complace informarle que usted ha sido aceptado en Hogwarts, Colegio de Magia y Hechicería.
Adjunto a esta carta, encontrara una lista con todos los libros y el material necesario.
El curso empieza el 1 de septiembre. Estaremos esperando por su lechuza a más tardar el 31 de julio.
Suya sinceramente
Minerva McGonagall.
Directora adjunta.
COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA Y HECHICERÍA
Director: Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore.
(Orden de Merlín, Primer Clase, Gran Hechicero, Jefe de Magos, Jefe Supremo, Confederación Internacional de Magos.)
Harry miro extrañado la dirección, recordaba que en el mundo alfa había sido extrañamente específico sobre su vivienda. Incluso había mencionado el armario.
Termino de comer y se armó de valor para preguntarle a la señora Black quien lo alentaba a hacer preguntas y se enojaba si por no preguntar cometía un error.
“Señora Black, ¿Cómo llego la carta si no está bien escrita la dirección?” La mujer sonrió con altivez.
“Las lechuzas saben a dónde ir, pero solo aquellos que pertenecen a la casa Black pueden ver las propiedades.”
Harry asintió pensando que tal vez Sirius al ser el Señor de la Casa Black podía dar acceso a otras personas.
Envió su respuesta aceptando su plaza en Hogwarts con su lechuza que según Kreacher resulto ser macho y a quien llamo Heka en honor al dios egipcio de la magia y la fuerza del universo. Tuch no estaba muy emocionada con la nueva incorporación, pero estaba tratando de ser amigable y hasta ahora Heka no la había asustado ni atacado por lo que Harry esperaba que se llevaran bien.
Se decidió que iría al día siguiente a comprar sus útiles escolares. Harry aprovecho para hacer una lista de todo lo que necesitaría comprar para su día a día, cosas simples como comida, platos, sartenes, cuencos, un fogón, vasos, copas, frutas, carne, verduras, ropa de cama, almohadas. Lentamente su lista se fue llenando, Tuch estaba en su elemento mencionando todo lo que veía alrededor de la casa y que pensaba que debían tener.
“Un sofá que escupa veneno, velas de cera venenosa...”
Harry decidió ignorarla. “¡Podemos comprar una cama maldita!”
ºxº
Todas las personas en Hogwarts (o al menos las que sabían que Harry Potter, el salvador del mundo mágico estaba desaparecido) se decepcionaron profundamente al ver que su sobre no tenía escrita la dirección.
De la carta que había traído un hermoso lechuzón de anteojos no se pudo rastrear la firma mágica ni poner un hechizo de rastreo ya que al igual que la carta solo indicaba que el sujeto se encontraba en algún lugar de Londres. La preocupación del director del prestigioso colegio aumento ante eso, ¿Tenían al chico en contra de su voluntad? ¿Estaba al cuidado de una familia oscura? Era lo más probable y lo que más le preocupaba ¿estaba Harry Potter perdido en la oscuridad?
Albus Dumbledore había esperado poder visitar discretamente el nuevo domicilio del joven para controlarlo y asegurarse de que estuviera a salvo. Si pudiera convencer a sus nuevos guardianes de que el chico estaría a salvo en la casa de sus parientes sería formidable.
Había ido a visitar a los Dursley un día después de que las barreras de sangre cayeran y lo que encontró lo lleno de temor. Petunia le había gritado en cuanto lo vio en la puerta de su casa sin importarle si los vecinos la oían.
“Todo esto es culpa tuya.” La mujer se había elevado en toda su altura. “Nos dijiste que estaríamos protegidos, pero ¿Quién iba a protegernos de ese monstruo?”
Sin tiempo para charlas Dumbledore ataco los recuerdos de la mujer ignorando el pánico, la desesperación y la ansiedad hasta que encontró lo que buscaba. Podía ver al niño pequeño para su edad parado detrás de una puerta, estaba extremadamente quieto y no se veía a su Daemonion por ningún lado. Pudo ver el momento exacto en el que el gran hombre que gritaba lo noto ya que el chico se había puesto pálido con una rapidez impresionante.
Y ahí estaba, el Daemonion del chico había tomado forma de serpiente para defenderlo.
Albus frunció el ceño, había esperado que el Daemonion del chico fuera algo feroz, sí. Pero más noble. Hubiera sido perfecto si el salvador del mundo mágico tuviera de Daemonion un guepardo como su padre o incluso un zorro como su padrino quien a pesar de su traición había sido un hombre valiente.
Trato de no pensar en la última persona que tuvo a una serpiente como Daemon y en su lugar se permitió tener esperanza. Todavía faltaban dos semanas para el cumpleaños del niño, quedaba tiempo para que se estableciera.
Su Daemonion con forma de Búho resoplo, pero no dijo nada.
Vernon Dursley había muerto víctima de la picadura de una serpiente extremadamente venenosa, los médicos no habían podido encontrar un antídoto que funcionara a tiempo. Sus últimos minutos habían estado llenos de un dolor agonizante.
Salió de la mente de la mujer sin poder soportar el dolor de los recuerdos, había lágrimas en sus mejillas. Albus levanto su varita.
“Obliviate.” Susurro llevándose los recuerdos de su visita, así como los recuerdos del Daemonion de Harry. Para ella el muchacho había aprovechado su duelo para huir, pero una vez que se recuperara lo buscaría, era el hijo de su hermana después de todo. Eran familia.
Puede que las protecciones de sangre ya no estén activas, pero nunca fueron tan importantes en primer lugar. Si sus sospechas eran correctas Albus necesitaba que el niño diera su vida con gusto por los demás. Necesitaba que viera al mundo mágico como un lugar increíble al que necesitaba proteger y para eso necesitaba que creciera alejado de toda la magia.
Tal vez hablaría con él una vez que llegara a Hogwarts y trataría de convencerlo de la importancia de regresar a la casa de su tía.
Sonaba como un buen plan.