
HUYENDO Y GRITANDO.
Su huida del número 4 Privet Drive estaba borrosa para Harry.
Trabajo siguiendo las instrucciones de Tuch en piloto automático, el dinero que habían ido ahorrando (y robando) metódicamente y sus diarios de sueños fueron guardados en una de las viejas mochilas de Dudley que había terminado en la basura cuando comenzó a desgastarse, también guardo dos mudas de ropa y espero a que el alboroto de la sala de estar se terminara para poder salir de su armario.
La sala estaba lo más desordenada que Harry la había visto en su vida con solo una mancha gigante de sangre en la alfombra.
¿Cómo iba a quitar Tía Petunia esa mancha? Bueno, ese ya no sería su problema.
Tuch se deslizo a su lado y esquivo muebles hasta llegar a la puerta.
“Vamos Harry, no huelo a nadie en la casa.” Harry la siguió.
No estaba muy seguro sobre irse, ¿A dónde irían?
Y recordaba vagamente algo llamado protecciones de sangre que se supone que rodeaban la casa, esa era la razón por la que había regresado todos los veranos en el otro mundo.
“Mejor muertos fuera que vivos dentro.” Había dicho Tuch cuando lo menciono casi temblando de rabia. “Si regresan y seguimos aquí quien sabe lo que nos harán.”
Y eso había sido todo. Ambos atravesaron la puerta de la casa número 4 de Privet Drive sin mirar atrás, sin saber que en alguna parte del norte de escocia en una de las oficinas de un enorme castillo una alarma había comenzado a sonar avisando que las protecciones de sangre alrededor de la casa de Harry Potter habían caído.
Habían decidido ir a Londres, Harry había caminado hasta la parada de autobús que estaba a dos cuadras y en menos de media hora estaba en el metro. Tuch estaba escondida bajo su ropa enrollando su esbelto cuerpo en su cintura.
Tuvieron un momento de pánico cuando vieron a un señor pelirrojo con una extraña mezcla de pantalones de vestir grises combinados con una chaqueta de punto de un color rojo intenso que chocaba con su cabello de otro tono de rojo. Lo que llamo más su atención era el ave que revoloteaba a su alrededor ganándose miradas extrañas de las personas que corrían apresuradas para tomar el metro, por lo que podía ver el ave era igual de colorida con su cabeza roja con blanco alrededor de sus mejillas, las plumas de su pecho eran amarillas y desde la distancia alcanzaba a distinguir un toque de azul en sus alas.
“¿Puedes verlo Jibe?” Escucho la voz del hombre.
Harry no tenía ninguna duda de que Jibe era la extraña ave, pero no se quedó a descubrirlo se adentró en el mar de gente esperando perderse de la vista de aquel desconocido (tenía un ligero dolor de cabeza que indicaba que en realidad había conocido al hombre en el otro mundo) lo que él creía que era su magia lo rodeaba como una manta y contrario a lo que uno pensaría se sentía fría. Como si la manta hubiera estado frente a una corriente de aire helado.
Solo se detuvo cuando encontró un mapa del metro y para entonces ya no escuchaba ni veía al extraño hombre y su ave.
“¿Sabes cómo llegar a la casa segura que mencionaste antes?” La pequeña cabeza de Tuch descansaba detrás de su oreja. Harry estaba inmensamente agradecido por su cabello largo ya que era lo único que impedía que otras personas pudieran verla.
No quería ni imaginar el caos que se crearía si un niño con una serpiente probablemente mortal entrara al metro, bastaba ver la reacción de las personas a una simple ave para saber que no sería una buena idea.
Harry estudio el mapa frente a él tratando de ver que rutas lo dejarían más cerca de su destino. El primer plan de Harry había sido quedarse en el Callejón Diagon, había soñado lo suficiente con el como para saber que lugares evitar y como encontrar algunos buenos puestos escondidos, pero Tuch rápidamente desestimo la idea.
“Si en el otro mundo te reconocían es probable que en este también.” Había dicho.
Al final habían decidido que era más seguro si se quedaban en Grimmauld Place al menos por esta noche, Harry no estaba particularmente emocionado con toda la situación, pero incluso él podía ver los méritos de este nuevo plan.
Pasó todo el camino preocupado ¿Qué iba a pasar si lo encontraban antes de que llegara al lugar? ¿Qué iban a hacer después de caminar tanto tiempo si ni siquiera podían ver la casa? ¿Podría entrar?
Sus temores no se hicieron realidad, llego a salvo y podía ver la casa por lo que ahora estaban frente a una pesada puerta negra que definitivamente había visto días (o siglos) mejores.
“¿Estamos seguros de esto?” Rompió el silencio. “Me parece recordar que esta familia en específico era muy paranoica.”
“Sirius era tu padrino, ¿no?” Tuch le recordó, Harry hizo una mueca.
A pesar de que en teoría Harry aún no conocía al hombre y de que estaban en un mundo completamente diferente (probablemente, Harry no estaba seguro de lo que había pasado) el tema de Sirius seguía siendo delicado, había soñado con el hombre y había sentido la desesperación del otro Harry cuando lo había perdido. Harry no quería pensar en esa teoría pero de estar en un mundo diferente significaba que Sirius estaba vivo, sí.
Pero seguía en Azkaban.
Y Harry no tenía idea de si podría hacer algo para sacarlo de ahí. Probablemente no.
“Concéntrate Harry.” La voz de Tuch lo saco de sus pensamientos y Harry frunció el ceño.
“Que haya sido mi padrino en el primer mundo no significa que lo sea en este.”
Tuch ni siquiera se dignó a responderle.
“Solo abre la puerta Harry.”
Harry abrió la dichosa puerta.
Y no murió.
Dio un paso tentativo e incluso Tuch aguanto la respiración, la puerta se cerró de golpe detrás de ellos y se vieron sumidos en la oscuridad y el silencio.
“¡Kreacher! ¡Kreacher!” Una voz aguda resonó por el pasillo, Harry salto en su lugar. “Alguien acaba de entrar ve a ver quién es.”
Con un pop apareció una criatura grisácea llena de arrugas con las orejas puntiagudas muy largas y ojos azules del tamaño de pelotas de golf.
“¿Quién se atreve a entrar en la magnífica casa de los Black?” El elfo lo miró fijamente. “No es el maestro, no lo es.”
“Hola Kreacher.” Harry respondió.
El elfo lo miro sin parpadear ni moverse.
“El intruso le ha hablado a Kreacher” La criatura miro nerviosamente sobre su hombro “¿Qué debería hacer el pobre de Kreacher?”
“¿QUIEN ES? TRAELO AQUÍ.” La voz resurgió y era tan fuerte que hacía temblar las paredes.
“El intruso debe seguir a Kreacher.” Un murmuro más bajo le siguió. “Intrusos apestosos ensuciando la fina casa de mi Ama con su presencia.” Dio media vuelta y se adentró en la oscuridad.
Tuch le dio un apretón y a regañadientes Harry se adentró en la oscuridad.
Con un chasquido del elfo se encendieron los candelabros que iluminaban el corredor proyectando grandes sombras por todos lados, avanzaron penosamente, Tuch se apretaba y removía debajo de su ropa haciéndole cosquillas.
Finalmente, el extraño grupo de un elfo, un niño y una serpiente se detuvo frente a un retrato.
Hasta parecían el inicio de un mal chiste.
La mujer en el retrato podría considerarse hermosa con su piel pálida, pómulos altos y labios rojos que destacaban sus ojos grises si no fuera por la mueca de desprecio que desfiguraba sus delicados rasgos.
“¿Quién eres y que estás haciendo aquí?” Grito exigente.
Harry se estremeció por el tono utilizado y deseo que Tuch hablara en su lugar, pero no quería poner en peligro a su amiga.
“El intruso debe contestarle a la ama o lo encerrare en las mazmorras.”
Harry trago saliva, tenía el vago recuerdo de la mujer frente a él gritándole insultos.
“Soy Harry Potter y vine a pasar la noche, me iré por la mañana.” Dijo apresuradamente cuando vio la mueca de la mujer hacerse más pronunciada.
Los ojos de la pintura se entrecerraron peligrosamente y Harry fue tomado por sorpresa cuando la mujer se acercó para verlo mejor, había un animal en el retrato y parecía ser un oso del tamaño de un zorro que se movía en el fondo para poder mirarlo mejor.
“¿Y por qué estaría Harry Potter en la casa de la más Antigua y Noble casa de los Black?” Cuestionó.
Harry se removió en su lugar y decidió decir la verdad, por ahora.
“Estoy huyendo de mis familiares y era el único lugar seguro que conocía.” Se aseguro de no mencionar como conocía el lugar en primer lugar. Los ojos entrecerrados de la mujer le indicaron que se había dado cuenta de este hecho.
“El intruso dice ser Harry Potter, pero no tiene Daimonion como los magos lo hacen.” El elfo se burló.
“¿Daimonion?” Preguntó.
“¡Tu alma! ¿Dónde está tu alma?” La mujer volvió a gritarle.
Harry estaba tremendamente confundido sin entender nada de lo que estaba sucediendo, los gritos fueron aumentando de nivel y muy pronto el elfo se unió a la letanía.
“¡Escoria ha entrado en la casa de mis padres!”
“¡Pobre de mí ama sufriendo por culpa de la inmundicia!”
“¡Basura repugnante! ¡Cerdos! ¡Fenómenos!” Ella continuo.
Harry sintió que su sangre se helaba al escucharla, los recuerdos de dos vidas lo inundaron con la delicadeza de un troll. Dos infancias arruinadas se hicieron presentes duplicando la cantidad de sufrimiento.
“¡Cállate bruja!” La voz de Tuch resonó con fuerza deteniendo los gritos con efectividad.
La serpiente encabritada había salido de su escondite y ahora miraba fijamente a la pintura que tenía delante como si con el poder de su mirada la pudiera hacer arder, Harry no lo sabía tal vez ella podía hacer eso.
La mujer en la pintura (la madre de Sirius recordó e hizo una mueca) estaba demasiado estupefacta como para hablar mirando fijamente a Tuch y poniendo incomodo a Harry.
“Una serpiente!” Ella chillo con alegría. “El gran Harry Potter tiene una serpiente.”
“Inesperado.” Dijo el animal en el fondo.
“Quiero ver la reacción de Dumbledore cuando lo vea.”
“¿La ama acepta al intruso? Kreacher no lo sabe.” El elfo interrumpió mirándolo intrigado.
“¿Qué tipo de serpiente es?¿Es venenosa?”
Tuch se giró para mirarlo sin saber cómo actuar frente a una circunstancia tan extraña.
“Creo que soy venenosa, mordía a alguien y le dolió.” Ella respondió.
“Había mucha sangre.” Estuvo de acuerdo Harry.
“¿Esa persona murió?” Había un brillo peligroso en los ojos de la mujer.
“Nos fuimos antes de saberlo.”
Después de eso hubo un pesado silencio, Harry no sabía que hacer, pero no quería que los gritos comenzaran de nuevo, al final fue Tuch quien después de terminar con la batalla de miradas que tenía con el extraño animal rompió el silencio.
“¿Nos podemos quedar entonces?” Tuch estaba enredada en su cuello y la parte superior de su cuerpo se elevaba de tal manera que quedaba frente a su rostro. “Planeamos ir a Gringotts por la mañana.”
El retrato los miro en silencio por unos segundos luego les dio la espalda y pareció hablar con su compañero en furiosos susurros, una vez que parecieron llegar a un acuerdo ella se giró.
“Pueden quedarse el tiempo que necesiten” Comenzó el animal, la extraña sonrisa de la mujer le provocaba mala espina, pero no tenían ningún otro lugar al que ir.
“Kreacher limpia una habitación para nuestro invitado.” Ordeno la madre de Sirius.
“Como ordene, Ama.” El elfo hizo una reverencia tan inclinada que su nariz toco el suelo.