The moon and the stars

Harry Potter - J. K. Rowling
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The moon and the stars
Summary
Remus ha pasado años ocultando su amor por su mejor amigo, Sirius Black.Regulus, lucha por reprimir sus propios sentimientos por James Potter.Atrapados en la maraña de emociones no correspondidas, Remus y Regulus comienzan a pasar tiempo juntos y deciden intentar ayudarse dejar atrás esos amores imposibles.Pero la guerra contra Voldemort se avecina, y ambos se verán arrastrados a un conflicto que podría cambiarlo todo. Con el destino del mundo mágico en juego, Remus y Regulus, se dan cuenta de que solo trabajando juntos podrán inclinar la balanza en la batalla final. Mientras la guerra se intensifica, ambos descubrirán que, en medio de la oscuridad, el amor y la amistad podría ser la clave para la esperanza y la victoria.Enfrentados al pasado, a sus sentimientos y al poder destructivo de Voldemort, Remus y Regulus tendrán que decidir si pueden encontrar algo más que amistad en medio de la batalla por sus vidas.
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Chapter 4

Al paso de los días, Remus comenzó a notar algo distinto en la manera en la que sus amigos más cercanos, especialmente James y Sirius, lo trataban. Se sentía constantemente observado, como si ambos estuvieran pendientes de cada movimiento que hacía, como si no quisieran dejarlo solo ni un momento. Y aunque en un principio le resultaba algo confuso, pronto empezó a captar el trasfondo, era como si James y Sirius intentaran compensarlo por su reciente falta de atención. Había algo casi insistente en su presencia, un intento por estar siempre ahí, recordándole que, a pesar de los altibajos, ellos eran sus amigos incondicionales, su familia.

Cada vez que Remus lograba escabullirse a la biblioteca para pasar un rato tranquilo o estudiar con Regulus, uno de ellos siempre terminaba apareciendo. A veces solo era Sirius, que llegaba con cualquier excusa, o ambos, sentándose a su lado y distrayéndolo entre bromas o largas conversaciones. Y entonces, sin previo aviso, traían a colación el tema de su piercing. Como si fuera una broma privada, Sirius y James insistían en que se lo mostrara. Remus, sonrojado pero firme, siempre se negaba con una sonrisa incómoda, intentando no dejarse afectar por sus miradas curiosas y llenas de picardía.

Pero no todo el tiempo estaba bajo la atenta mirada de sus compañeros de Gryffindor. A veces conseguía escabullirse y pasar momentos más relajados con Barty y Evan. Aunque nada había vuelto a suceder entre ellos, la compañía de ambos se sentía refrescante, diferente. Podía dejar de lado las tensiones y simplemente disfrutar de la conversación sin preocuparse de ser interrumpido. Con ellos, Remus encontraba una especie de alivio y comodidad que le resultaba sorprendente, una pausa en medio de la intensidad de su vida habitual en Gryffindor.

Y así, los días pasaron entre encuentros en la biblioteca, conversaciones en los pasillos y una inusual vigilancia de James y Sirius que parecía no tener fin. Hasta que, una tarde tranquila, todos los Gryffindors se reunieron en su sala común, estaban las chicas y los merodeadores, todos sentados en su puesto habitual junto a la chimenea. El ambiente era cálido, relajado. Estaban esparcidos en los sofás, en el suelo o apoyados en los sillones, cada uno con una taza de té o una bebida en las manos mientras charlaban animadamente.

—¿Y entonces? —rió Marlene, lanzándole una mirada divertida a Lily—, ¿qué pasó con el Hufflepuff de tercero que te estuvo mirando toda la semana? ¿Lograste que por fin se atreviera a hablarte?

Lily soltó una risa despreocupada y negó con la cabeza.

—Lo único que pasó fue que huyó en cuanto me acerqué a pedirle el libro que necesitaba. Creo que le doy más miedo de lo que pensaba.

Todos rieron ante la confesión, y Mary intervino, echándose hacia adelante para susurrar en tono cómplice.

—Bueno, Lily, quizás intimidarlo un poco no es tan malo, así se queda cerca y lo tienes bajo control.

James soltó una carcajada, relajándose en su asiento mientras fingía ofenderse.

—¿Qué? ¿Y desde cuándo los Hufflepuffs necesitan "control"? Lily aquí es la que intimida a cualquiera.

Lily le dio un ligero empujón, rodando los ojos, aunque claramente divertida.

—Oh, cállate, Potter, que si de intimidación hablamos, tú eres el que persigue a los jugadores de Quidditch como si fueran a huir.

La conversación continuó en tono relajado, y como siempre, algún comentario terminó llevando la charla al año anterior, cuando James aún estaba convencido de que algún día conquistaría a Lily. Mary, con una sonrisa traviesa, fue la primera en mencionar la situación.

—¿Recuerdan cuando James no dejaba de seguir a Lily por todo el castillo? —dijo, echando una mirada divertida a Lily—. Pobrecillo, estabas como un cachorro perdido detrás de ella.

James se llevó una mano a la frente, riéndose y negando con la cabeza.

—¿De verdad tenemos que hablar de eso? Fue hace años, y quiero aclarar que no fue tan intenso como lo recuerdan.

Lily soltó una risa suave, divertida al recordar esa época.

—Oh, no fue intenso, claro, por eso estabas casi en cada esquina cuando me giraba. Prácticamente aparecías hasta cuando iba a la biblioteca en el tiempo libre.

Remus y Sirius intercambiaron miradas cómplices. Aquello era una de sus historias favoritas y, por supuesto, no podían resistirse a retomar las bromas de entonces.

—Creo que lo mejor de todo fue cuando por fin decidieron intentarlo, ¿no? —dijo Remus, intentando ocultar una sonrisa—. Aún recuerdo que no pasó ni una semana cuando James empezó a quejarse de que "algo no estaba funcionando".

James dejó escapar una carcajada, resignado.

—Sí, bueno, eso tampoco fue mi culpa. Lily y yo nos dimos cuenta de que... simplemente no era lo que pensábamos. Creo que llevábamos tanto tiempo peleando que, cuando finalmente intentamos estar juntos, nos dimos cuenta de que teníamos más química como rivales.

—Más bien como mejores amigos —lo corrigió Lily, dándole una palmada en el brazo con cariño—. Fue divertido mientras duró, pero admito que duramos menos de lo que pensábamos. En cuanto intentamos una cita seria, todo se volvió... extraño.

Sirius soltó una risa burlona.

—Y, claro, como los buenos amigos que somos, Remus y yo no perdimos oportunidad de recordarle a James lo “romántico” que había sido ese intento fallido.

Remus asintió, fingiendo solemnidad.

—¿Cómo olvidarlo? Hasta nos preparamos para darle consejos, pero resulta que en menos de un mes ya estaban volviendo a pelear.

James sacudió la cabeza, entre risas, mientras Lily también reía. Todos recordaban las interminables discusiones entre ellos, sus intercambios sarcásticos y los momentos en que parecía que eran polos opuestos, solo para que, finalmente, comprendieran que su amistad era mucho más sólida y duradera que cualquier intento de romance.

Las risas continuaron, y entre comentarios y anécdotas, el ambiente se volvió aún más relajado. Marlene, que había estado observando la escena con una sonrisa, se unió a la conversación.

—¿Y ahora, quién será el próximo en confundir amistad con amor? —preguntó, alzando las cejas en un tono cómplice—. Parece ser un patrón por aquí.

Todos soltaron carcajadas, y James fingió estar ofendido, poniéndose una mano en el pecho.

—Ey, ey, yo al menos tuve las agallas de intentarlo —replicó, dándole un guiño a Lily—. Y, honestamente, todos sabíamos que esto iba a pasar en algún momento.

Lily le devolvió la mirada, rodando los ojos con una sonrisa.

—Sí, James, claro. Todos estábamos esperando ver cómo te caías de bruces al intentar coquetear conmigo en cada pasillo.

Sirius no pudo evitar lanzar una carcajada.

—¡Ah, y las cartas de amor! ¿Recuerdan las cartas? Aún me acuerdo de esa primera que le enviaste... ¿Cómo era, "con los ojos tan verdes como una rana peluda”? —imitó, haciendo una mueca exagerada.

Todos se echaron a reír, mientras James se tapaba la cara.

—¡Ey, tenía trece años! No tenía ni idea de cómo escribir algo romántico.

Mary sonrió, observando a James con un gesto burlón. —Aún no tienes idea de cómo escribir algo romántico, Potter.

Sirius se echó hacia atrás en el sillón, mirando a James con una expresión de falsa compasión.

—Pobre Prongs, la verdad. Intentándolo tanto, solo para que Remus y yo termináramos por burlarnos de cada intento.

Remus rió entre dientes, asintiendo.

—Nunca te libraste de nosotros, ¿eh? Al menos, entre bromas, intentamos darte algunos consejos.

James se cruzó de brazos, sonriendo de lado.

—Sí, claro, consejos de los dos que nunca me escuchaban ni entendían un ápice del arte de la conquista.

—¿Ah, sí? —dijo Sirius, alzando las cejas. —Bueno, al menos nosotros no terminamos con una carta romántica en el tablón de anuncios de Slytherin, ¿recuerdas?

James se quedó en silencio un momento, claramente recordando el incidente, y todos empezaron a reír de nuevo, especialmente Remus, que miraba a Sirius con complicidad.

—A ver, a ver, Potter, ¿por qué estás tan callado? —bromeó Marlene, con una sonrisa divertida—. Todos sabemos que Lily ha sido tu única "cita" oficial.

James sonrió, encogiéndose de hombros.

—Bueno, es verdad, Evans fue la única. Aunque fue una “cita” corta —admitió, mirando a Lily con una mezcla de nostalgia y humor—. No duramos ni un mes, y Remus y Sirius se encargaron de que jamás olvidara aquel desastre.

Lily sonrió, divertida.

—Bueno, y aún con ese desastre, te tengo en alta estima, Potter.

Peter, que había estado en silencio, decidió intervenir.

—Bueno, yo al menos intenté con algunas chicas de Ravenclaw y Hufflepuff... ninguna funcionó, pero al menos lo intenté.

Las chicas empezaron a reír, y Marlene continuó.

—¡Ay, Pete! Todas hemos tenido nuestros intentos fallidos. Yo salí con un chico de Slytherin una vez… creo que fue un reto más que una cita, para ser honesta.

—Yo tuve citas con varios chicos, de casi todas las casas —confesó Mary, dándole un toque de coquetería a su voz—. Pero ninguno me convenció del todo.

Sirius miró a todos con una sonrisa arrogante.

—Bueno, entonces, parece que yo soy el verdadero campeón de citas aquí. Creo que fui el primero en perder la virginidad entre todos los merodeadores —dijo, levantando la barbilla con orgullo.

—Segundo después de mí, Sirius —intervino Mary, alzando una ceja y sonriendo con orgullo.

—Oh, por supuesto, ¿cómo olvidarlo? —dijo Sirius, riendo y haciendo una pequeña reverencia hacia Mary.

Pero entonces, Lily intervino, mirándolo con una sonrisa astuta.

—Aunque... no sé si deberías estar tan seguro de ese título de "campeón", Black. Dicen los rumores que el verdadero Casanova de Gryffindor Tower es, en realidad, Remus.

Remus levantó una ceja, divertido pero visiblemente incómodo.

—Oh, vamos, ¿ahora están creyendo en rumores?

Marlene se echó a reír, y Mary se unió a ella.

—¿Por qué no creer en rumores, Lupin? He escuchado cosas de ti... historias de algunas chicas de Hufflepuff que no podían dejar de hablar sobre lo “dulce y atento” que eras.

—Y no olvidemos a los chicos —agregó Lily, con una sonrisa pícara—. Hubo un Ravenclaw de sexto año el año pasado que se pasó meses suspirando por ti.

Remus se sonrojó, y al ver su incomodidad, intentó cambiar el tema.

—Oh, bueno, quién sabe de dónde sacan esas ideas. Además, ustedes exageran.

—¿Exageramos? —dijo Marlene, divertida—. Incluso nosotras tres tuvimos un pequeño crush por ti en algún momento. ¿O acaso no te acuerdas de aquel año en el que Mary te pedía ayuda con Pociones cada semana?

—Eso era… ¡por puro interés académico! —respondió Mary, riendo—. Aunque, admito que no le decía que no a las tutorías extras con Lupin.

Remus se echó a reír, a pesar de que su sonrojo no disminuía, mirando a sus amigas con una mezcla de incredulidad y diversión. La conversación continuó con más bromas y comentarios, y aunque él intentaba no tomarlo en serio, no podía evitar sonreír al darse cuenta de lo bien que todos lo conocían y lo cómodos que estaban a su alrededor.

La conversación no hizo más que intensificarse, y Remus, todavía con las mejillas encendidas, se vio rodeado por las risas de sus amigos, que parecían disfrutar cada momento de su incomodidad.

—Oh, vamos, Remus —dijo Marlene con una sonrisa pícara—. Nos hemos enterado de un par de historias por ahí que no puedes negar. Dicen que una chica de Slytherin te persiguió durante semanas en cuarto año. Aunque, claro, tú eras muy bueno en esquivarla.

Remus se rió y negó con la cabeza.

—¡Eso no es cierto! Bueno… más o menos —admitió, recordando aquella época con una sonrisa entre divertida y nostálgica—. Pero no fue exactamente así. Sólo que… ella era muy insistente y no sabía cómo decirle que no.

—Oh, qué considerado, Lupin —comentó Sirius, dándole una palmada en el hombro y con una sonrisa divertida—. Debe ser agotador ser tan irresistible.

—Es cierto, ¿cómo lo haces? —agregó James con tono burlón, cruzándose de brazos y fingiendo estar pensativo—. Tal vez necesitemos algunas clases.

—No es para tanto… —dijo Remus, riéndose—. Si ustedes escucharan las cosas que dicen por ahí sobre ustedes… entonces no me molestaría con este tema en lo absoluto.

—¿Qué cosas? —preguntó Peter con interés.

Remus se encogió de hombros.

—Oh, sólo que Sirius aquí tiene fama de romper corazones por donde pasa —dijo, girándose hacia él con una ceja alzada—. Aunque sospecho que ya lo sabe muy bien.

Sirius sonrió, claramente disfrutando la dirección que había tomado la conversación.

—Bueno, no puedo negar la verdad. Pero hay que aclarar que nunca fue mi intención. Simplemente… bueno, la gente se enamora con facilidad, y no puedo hacer nada al respecto, ¿verdad?

—Es que “la gente” también tiene buen gusto —intervino Mary con una risa divertida—. Al menos Sirius fue honesto con todos. Pero, ¿qué hay de ti, James? Aparte de Lily, ¿alguna otra historia de romance? Quizá alguna que no nos hayas contado.

James, sonrojándose un poco, se encogió de hombros y lanzó una mirada a Lily antes de responder.

—No, bueno… para ser honestos, ella fue mi único interés real durante todos estos años. Lo que ven, es lo que hay.

Lily se rió y asintió, aún mirándolo con cariño.

—No voy a mentir, Potter. No sabía si estabas enamorado o simplemente obsesionado. Pero, bueno, supongo que resultó ser lo primero.

James le sonrió con un brillo especial en los ojos, y Sirius rodó los ojos con una sonrisa burlona.

—Bueno, entonces está claro que yo sigo siendo el más… eh, aventurero de este grupo. Después de todo, fui el primero en vivir el romance adolescente de la manera “tradicional”.

—Técnicamente fui yo —interrumpió Mary, mirándolo con una sonrisa retadora—. Pero sí, eres bastante aventurero, Sirius. No vamos a negarlo.

—Ah, pero según los rumores, todos estamos equivocados —intervino Marlene, lanzando una mirada traviesa hacia Remus—. Porque si nos guiamos por lo que se dice en otras casas, el verdadero galán es nada menos que nuestro Lupin. He oído cosas muy interesantes últimamente… de gente de Ravenclaw, de Hufflepuff… e incluso de Slytherin.

Remus suspiró, sonrojado, pero una risa escapó de sus labios.

—¡Oh, basta ya! Estoy seguro de que están exagerando.

—¿Exagerando? —repitió Lily con una sonrisa pícara—. A ver, ¿y quién te escribe notas anónimas en clases? Yo he visto al menos tres en tus libros.

—Y vamos, Lupin, no te hagas el modesto —añadió Marlene, divertida—. Te recuerdo que una vez recibiste un ramo de flores y bombones en la Sala Común. Y eso fue antes de San Valentín.

Remus intentó esconder la cara entre sus manos, pero el coro de risas lo rodeó.

—Sí, bueno… esas cosas… a veces pasan. Pero no tiene nada que ver con eso. No es como si yo…

—No es como si tú, ¿qué? —preguntó Mary, levantando una ceja con picardía.

—No es como si yo fuera… ese tipo de chico. Ya sabes, el que va detrás de todos —murmuró Remus, todavía riéndose pero tratando de defenderse.

—¡Oh, claro! Porque todo el mundo va detrás de ti —bromeó James, cruzando los brazos mientras fingía estar celoso—. Lo que me pregunto es, ¿por qué no nos habías contado sobre ese "pequeño detalle" del piercing en la lengua, Remus?

Las risas se intensificaron, y Remus intentó ocultar su sonrojo. Sabía que ese tema no se les olvidaría pronto, y mientras todos bromeaban y reían, él se sintió en paz, rodeado de sus amigos que parecían disfrutar cada momento de la conversación tanto como él.

—Vamos, Remus, muéstranoslo —dijo Marlene con tono sugerente, claramente refiriéndose al piercing pero burlándose del sonrojo de Remus al decir esas palabras con doble significado.

Remus miró a sus amigos, ya resignado al inevitable momento que le esperaban. Sabía que no lo dejarían en paz hasta que les mostrara el famoso piercing. Suspiró, y tras una pausa, sacó la lengua solo lo suficiente para que vieran el pequeño adorno metálico que brillaba en la punta. Enseguida, se escuchó un coro de reacciones sorprendidas.

Todos lo miraban con una mezcla de asombro y curiosidad, pero la reacción de Sirius era distinta, su mirada estaba fija en la boca de Remus, como si algo en su expresión hubiera quedado atrapado en el destello de metal, y aún después de que Remus volvió a cerrar la boca, Sirius no apartó la vista.

—Wow… definitivamente nunca me hubiera imaginado que el calladito de Lupin sería quien se hiciera un piercing como este —murmuró Marlene, cruzando los brazos y sonriendo con admiración.

—Ni yo —agregó Mary, mirándolo con una mezcla de sorpresa y entusiasmo—. La verdad es que… bueno, ¡es intrigante! Ninguno de los chicos con los que he salido tenía un piercing en la lengua. En la ceja o la nariz, claro, pero esto… —se acercó un poco a Remus, los ojos brillando de emoción—. Sabes, Lupin, sería interesante probarlo, ¿no crees?

Remus abrió la boca para responder, aún un poco confundido y sin saber cómo manejar tanta atención.

—Sí, Remus, ¿no te gustaría compartir el talento? —añadió Marlene con una risa, lanzándole una mirada pícara.

Todos empezaron a animar a Remus, sus voces se mezclaban en el ambiente de la sala común. Lily se rió mientras Peter hacía un gesto de aprobación con el pulgar, disfrutando la reacción avergonzada de su amigo.

Mary, decidida a averiguar por sí misma cómo se sentía un beso con alguien que tenía un piercing en la lengua, se acercó con una sonrisa tentadora y audaz.

—¿Qué dices, Lupin? Prometo que seré cuidadosa —dijo, entre risas, mientras alargaba la mano hacia él.

Remus, entre sorprendido y nervioso, estaba a punto de decir algo, cuando Sirius pareció sacudirse del trance en el que había estado. Con rapidez, se acercó y rodeó a Remus con un brazo en un gesto despreocupado, pero posesivo.

—Hey, hey, Mary, dale un respiro a nuestro Remus —interrumpió Sirius con una sonrisa amplia, aunque había algo en su tono que no pasaba desapercibido—. No queremos que se nos desmaye por exceso de emociones, ¿no?

Mary levantó las manos en señal de rendición, riendo junto al resto.

—Está bien, está bien, Sirius, pero ya sabes… no digo que sea hoy. Pero en algún momento... —bromeó, lanzándole un guiño a Remus, quien solo pudo reírse, sintiéndose aún algo abrumado por toda la situación.

La conversación pronto siguió su curso, aunque las sonrisas y miradas cómplices no desaparecieron del todo. Remus notó que el brazo de Sirius no se movía de su hombro, pero por alguna razón, eso le hizo sentir más cómodo. Mientras todos hablaban, él lanzó una rápida mirada hacia Sirius, sorprendido de encontrarlo ya mirándolo, con una expresión que sólo él parecía notar en medio del bullicio.

La risa se apaciguó poco a poco, pero el ambiente seguía siendo igual de animado, y el tema del piercing de Remus no parecía dispuesto a desaparecer tan pronto.

—Bueno, ahora el tranquilo Lupin resulta ser un rebelde —murmuró Marlene con una sonrisa divertida—. ¿Hay algo más que no sepamos de ti, Remus?

Remus rodó los ojos, pero se le escapó una risa.

—No es para tanto. Es solo un piercing —dijo, encogiéndose de hombros.

—Oh, claro, claro, Remus —replicó Lily, cruzando los brazos y mirándolo con una ceja alzada—. Dicen por ahí que los tímidos siempre guardan las sorpresas más interesantes. Y bueno, si ese piercing no prueba el rumor, entonces no sé qué lo hará.

Peter se unió a la conversación, sacudiendo la cabeza en tono divertido.

—¿Alguien aquí se acuerda del Remus de primero? Porque si le digo a mi yo de esa época que este Remus se haría un piercing en la lengua… —dejó la frase en el aire, mientras todos reían.

—¡Lo sabemos, Peter! —dijo James, dándole una palmada en la espalda—. Creo que ninguno se lo habría imaginado. Remus era tan… bueno, ya saben, “libros primero, aventura después”.

—Y míralo ahora, entre rumores y misterios, es el Casanova de la Torre de Gryffindor —agregó Mary con una risa, y lanzó otra mirada divertida hacia Remus.

Remus se sonrojó un poco y agitó las manos, intentando restarle importancia al asunto.

—Ya, ya, exageran. Los rumores siempre terminan siendo… bueno, rumores. Ya saben cómo es en Hogwarts: alguien ve algo o escucha un comentario y pronto ya es noticia.

—Ah, ¿entonces no es cierto? —preguntó Marlene, acercándose un poco más, su sonrisa llena de curiosidad—. ¿No tienes a toda Hogwarts hablando de ti a cada paso?

—Tal vez los Slytherins tengan más de qué hablar, ¿eh? —comentó Sirius con una sonrisa provocadora, pero había un matiz en su tono que era difícil de ignorar. Su brazo seguía cómodamente rodeando el hombro de Remus, como si intentara marcar su territorio en medio de las bromas y comentarios.

—Ay, vamos, Sirius, no seas celoso —dijo Marlene, riendo y lanzándole un guiño—. Aunque… hablando de rumores, dicen que de los merodeadores, tú eres el que tiene más… “experiencia” en estas cosas.

—¿Que yo? —respondió Sirius con una sonrisa amplia y un brillo en los ojos—. Bueno, no diré que no. Soy el único de nosotros que tiene una reputación que mantener. Aunque claro, después de Mary, fui el segundo en aventurarme en estos temas.

Mary asintió con orgullo, chocando los cinco con Sirius.

—Bueno, alguien tenía que dar el primer paso. Aunque nunca imaginé que tú serías el segundo. Pensé que Remus iba a ganarnos a todos —comentó, lanzando una mirada hacia él.

Lily y Marlene compartieron una sonrisa traviesa y decidieron tomar el tema de los rumores de Remus un poco más en serio.

—¿Saben que hasta yo tuve un “crush” con Remus en cuarto año? —confesó Lily, mirando a Remus con una sonrisa cómplice—. Y no fui la única. ¿No es así, Mary?

—¡Sí! Claro que sí —agregó Mary, y lanzó una carcajada—. Creo que hasta Marlene cayó en su encanto alguna vez.

—Bueno, lo admito, Lupin tiene su encanto reservado —concedió Marlene, sin quitarle la mirada. Remus intentó cambiar de tema, pero Lily no iba a dejarlo escapar tan fácilmente.

—Sí, ese encanto que no necesita gritarlo, pero está ahí. Y parece que no somos las únicas que se dieron cuenta —murmuró, mirando a Sirius con una sonrisa de medio lado, notando su expresión, que era entre divertida y algo… posesiva.

—Deberías presumirnos el piercing más seguido, Remus —dijo James, todavía entre risas, aunque sus ojos se desviaron sutilmente hacia Sirius, como si quisiera leer su reacción. —Podrías convertirte en una leyenda aún mayor.

Remus soltó una risa y negó con la cabeza, claramente incómodo con tanto alboroto.

—Lo que no entiendo —interrumpió Mary, en un tono más serio, aunque con una sonrisa traviesa— es cómo el gran Casanova de Gryffindor no nos dejó descubrir esa “curiosidad” antes.

Remus, a pesar de la incomodidad, sonrió y se encogió de hombros.

—Oh, ya saben, algunas cosas es mejor dejarlas a la imaginación.

La risa se apaciguó mientras los comentarios se iban suavizando y la conversación giraba hacia otros temas, pero Remus sentía aún el brazo de Sirius sobre sus hombros y notaba las miradas que aún tenía de sus amigos, especialmente de Sirius, que no había dejado de mirarlo.

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