The moon and the stars

Harry Potter - J. K. Rowling
F/F
M/M
G
The moon and the stars
Summary
Remus ha pasado años ocultando su amor por su mejor amigo, Sirius Black.Regulus, lucha por reprimir sus propios sentimientos por James Potter.Atrapados en la maraña de emociones no correspondidas, Remus y Regulus comienzan a pasar tiempo juntos y deciden intentar ayudarse dejar atrás esos amores imposibles.Pero la guerra contra Voldemort se avecina, y ambos se verán arrastrados a un conflicto que podría cambiarlo todo. Con el destino del mundo mágico en juego, Remus y Regulus, se dan cuenta de que solo trabajando juntos podrán inclinar la balanza en la batalla final. Mientras la guerra se intensifica, ambos descubrirán que, en medio de la oscuridad, el amor y la amistad podría ser la clave para la esperanza y la victoria.Enfrentados al pasado, a sus sentimientos y al poder destructivo de Voldemort, Remus y Regulus tendrán que decidir si pueden encontrar algo más que amistad en medio de la batalla por sus vidas.
All Chapters

Chapter 5

La luz en la sala de música era tenue, apenas iluminada por algunas velas flotantes que creaban un ambiente acogedor y privado. Remus había encontrado un rincón agradable en una de las bancas, con Barty y Evan a su lado, quienes estaban en su estado habitual: relajados, bromistas y con una chispa traviesa en sus miradas. Remus, aunque algo acostumbrado ya a su compañía, seguía encontrándose a veces desconcertado ante la facilidad con la que Barty y Evan lograban romper cualquier barrera personal.

—¿Y entonces, Remus? —preguntó Evan, levantando una ceja mientras le lanzaba una sonrisa torcida—. ¿No te cansas de pasar el rato en la biblioteca o en la sala común de Gryffindor? Podrías unirte a nosotros más seguido. No mordemos… a menos que nos lo pidas.

Remus soltó una carcajada nerviosa, tratando de no sonrojarse. Barty, sin perder oportunidad, le dio una palmadita en la rodilla.

—Sí, Remus, escucha a Evan —dijo, sus ojos brillando con malicia—. No es que nosotros necesitemos tener siempre una excusa para pasar el rato contigo, ¿no?

Remus les dirigió una mirada entre divertida y escéptica. —Siempre tienen una excusa, ¿verdad?

—¡Oh, por supuesto! —replicó Barty, fingiendo indignación—. Nos gusta disfrutar de la buena compañía, las conversaciones profundas, y… —hizo una pausa, su tono volviéndose más suave—. Los amigos especiales, ya sabes.

Evan rió suavemente, asintiendo. —Exacto. No todos pueden presumir de pasar el rato con el mejor "profesor" de Hogwarts.

Remus rodó los ojos, aunque no pudo evitar una sonrisa. —¿Profesor? Sí, claro. Y supongo que doy clases de… ¿cómo coquetear sutilmente?

—Eso y mucho más —respondió Barty, guiñándole un ojo—. Aunque, la verdad, creo que tienes potencial para mucho más que eso.

La conversación continuó entre risas, bromas y miradas insinuantes, hasta que Barty cambió de tema.

—Por cierto, ¿te he dicho que habrá una fiesta en Slytherin después del partido de Quidditch? —le preguntó con tono casual, como si realmente estuviera hablando de algo sin importancia.

Remus lo miró con escepticismo. —Ni siquiera han jugado el partido, Barty. ¿No es un poco prematuro?

Barty sonrió, sin perder su compostura. —Querido Remus, los ganadores siempre saben que van a ganar. Solo estamos… adelantándonos a los hechos. Además, ¿quién necesita una razón para hacer una fiesta?

Remus suspiró, dudando un poco. Sabía que las fiestas en la sala común de Slytherin podían ser algo intensas, y estar allí significaría estar rodeado de caras que, en su mayoría, no serían precisamente amistosas.

—No sé, Barty… —empezó a decir, pero Evan lo interrumpió.

—Vamos, Remus, no te preocupes. Estarás con nosotros, y serás nuestro invitado especial —dijo Evan, apoyando una mano en su hombro y mirándolo con una sonrisa persuasiva—. No dejaríamos que nada malo te pase. Además, te divertirás.

—¿Invitado especial? —Remus arqueó una ceja, sin poder evitar sentirse halagado—. Suena tentador, pero… no creo que todos los de Slytherin compartan tu entusiasmo por verme allí.

—Por eso estaremos nosotros —replicó Barty, dándole un pequeño empujón amistoso—. ¿O acaso no confías en nuestra capacidad de mantenerte seguro y entretenido?

Remus sonrió, rendido.

—Está bien, está bien. Iré, pero solo porque ustedes dos no me van a dejar en paz hasta que acepte.

Evan y Barty intercambiaron una mirada triunfal y, antes de que Remus pudiera reaccionar, ambos alzaron sus manos para hacer un pequeño brindis imaginario en su honor.

—¡A la mejor decisión que has tomado! —exclamó Evan, alzando su mano como si sostuviera una copa.

Remus no pudo evitar fruncir el ceño al escuchar los planes de Barty y Evan. La idea de asistir a una fiesta en Slytherin lo ponía nervioso, pero la perspectiva de no tener compañía lo hacía sentir aún más incómodo.

—¿Puedo llevar a mis amigos? —preguntó, sintiéndose un poco tonto al plantear la pregunta.

Barty se rió, sacudiendo la cabeza. —Lo siento, Remus, pero esta fiesta es un poco… exclusiva. Solo puedes llevar a un acompañante, no a un grupo. Se supone que es para mantener un ambiente más íntimo.

Evan se encogió de hombros, sonriendo con picardía. —Y ya tengo mi acompañante. Pandora será la vida de la fiesta. Por cierto, seguro que a Dorcas le gustaría llevar a Marlene, así que ellas irán juntas. Y, por si no lo sabías, Regulus también llevará a Lily. Así que… —hizo una pausa, dejándolo en suspenso—. Eso significa que tú eres el afortunado que se unirá a Barty.

Remus sintió que el color se le subía a las mejillas.

—¿Yo? ¿Como tu acompañante? —preguntó, intentando ocultar su sorpresa.

—Claro, sería genial —respondió Barty, su expresión alegre y confiada—. Además, ya tengo en mente un par de juegos y actividades. Nadie se va a aburrir. Y, quién sabe, tal vez esa sea tu oportunidad para brillar.

—Oh, genial —murmuró Remus, sintiendo una mezcla de emoción y un leve temor. Lo último que quería era ser el foco de atención, pero la idea de pasar la noche con Barty lo intrigaba y estaba seguro que estar con Barty significaba estar también con Evan.

—Vamos, no será tan malo —dijo Evan, dándole un ligero empujón—. Además, te prometo que no te dejaré solo en ningún momento. Todos se estarán divirtiendo, y tú no serás la excepción.

Remus se rascó la nuca, sintiéndose un poco más a gusto con la idea.

—Está bien, supongo que puedo intentarlo. Pero si las cosas se ponen raras, me escaparé.

—No lo harás —afirmó Barty, con confianza—. Estaré justo a tu lado para evitar que eso suceda. Y si en algún momento te sientes incómodo, solo dímelo. No tienes que preocuparte.

Remus sonrió, sintiendo que, a pesar de su nerviosismo, había algo de tranquilidad en la confianza de Barty. La tarde continuó con charlas animadas y más bromas, mientras Remus trataba de convencerse de que la fiesta podría no ser tan aterradora después de todo, especialmente con la compañía de sus nuevos amigos.

Mientras se preparaban para salir de la sala de música, Barty le lanzó una mirada traviesa.

—Y no olvides, Remus, ¡espero que estés listo para una noche inolvidable!

Remus tomó aire, tratando de calmar los nervios que empezaban a acumularse en su estómago. Era cierto que lo intrigaba lo que podría suceder en esa fiesta. Pero sobre todo, se preguntaba cómo sería realmente pasar la noche con Barty y Evan.

 

•••

 

Varias horas después, Remus se encontraba en la mesa de Gryffindor, rodeado de sus amigos James, Sirius y Peter. La cena estaba en pleno apogeo, y el ambiente era bullicioso mientras los estudiantes comentaban sobre el próximo partido de Quidditch entre Slytherin y Ravenclaw.

—No puedo creer que Slytherin ya haya convocado a una fiesta antes de jugar —comentó Peter, mirando su plato con preocupación—. ¿Quién hace eso? ¡Es como si estuvieran seguros de ganar!

—Es Slytherin, ¿qué esperabas? —respondió Sirius, llenándose un vaso de zumo—. Siempre tienen que hacer algo extravagante para demostrar que son los mejores.

James, que estaba sentado al lado de Sirius, asintió.

—Y lo que es peor, se creen mejores que todos nosotros solo porque tienen un par de buenos jugadores. Me pregunto cómo se sentirán cuando los derrotemos.

Remus, que escuchaba la conversación con una sonrisa, decidió intervenir.

—¿Qué tal si en vez de pensar en la victoria de un partido que ni siquiera es el de ustedes, piensen en cómo hacer que el equipo de Slytherin no se sienta tan confiado? —dijo, burlándose.

—Sí, como si eso fuera posible —replicó Peter, riendo.— Aunque, sinceramente, el equipo de Ravenclaw tampoco es muy bueno. No veo que tengan muchas oportunidades contra ellos.

Sirius hizo una mueca.

—A mí no me gustaría ver a Ravenclaw ganar. Prefiero mil veces que lo hagan esos egocéntricos de Slytherin, aunque eso signifique tener que soportar sus celebraciones.

—La verdad es que si Slytherin gana, seguro que van a hacer una fiesta aún más grande que la que tienen planeada.

—¡Eso no lo permitiré! —exclamó James, su voz llena de determinación—. Nosotros somos los reyes de las fiestas, ellos no nos pueden ganar.

Mientras tanto, el tema de conversación se desvió hacia las tácticas del equipo de Gryffindor, y Remus escuchaba atentamente mientras sus amigos discutían sobre las jugadas. Sin embargo, no pudo evitar sentir que, en medio de su animada charla, su mente divagaba hacia la fiesta que Evan y Barty habían mencionado, y cómo, sin darse cuenta, había comenzado a involucrarse más con el grupo de Slytherin.

Fue entonces cuando Lily, Marlene y Mary se acercaron a la mesa, interrumpiendo la conversación.

—¿De qué hablan? —preguntó Lily, mirando a cada uno de ellos.

—Del partido de Quidditch, por supuesto —respondió James, su entusiasmo renovado—. Slytherin contra Ravenclaw. No podemos permitir que esos Slytherins se sientan demasiado cómodos.

—¿Y qué hay de la fiesta? —preguntó Mary, con un brillo en los ojos—. Escuché que Barty está organizando algo grande.

—Sí, eso parece —dijo Remus, tratando de sonar despreocupado. En el fondo, sabía que estaba más interesado en la fiesta de lo que quería admitir.

Sirius, que seguía escuchando atentamente, miró a Remus con una mezcla de curiosidad y preocupación.

—¿Vas a ir, Remus? —preguntó James, con una mezcla de curiosidad y ligera preocupación en su tono.

—No estoy seguro, todavía lo estoy pensando. Barty y Evan me invitaron esta mañana —respondió Remus, sintiendo la presión de la mirada de Sirius en su espalda—. Pero podría ser divertido, supongo.

—¿Por qué no llevas a tus amigos? —sugirió Mary, sonriendo de manera traviesa—. Sería una forma de unir las casas. Ustedes son como los embajadores de Gryffindor, después de todo.

James se cruzó de brazos, frunciendo el ceño de manera exagerada. —No sé si deberíamos mezclar cosas con Slytherin. Recuerden lo que pasó la última vez que hicimos eso.

Peter asintió, claramente de acuerdo. —Sí, y no olvidemos las bromas pesadas que siempre nos hacen. No quiero acabar en un caldero de pociones o algo así.

Remus se encogió de hombros, sintiendo que la conversación se tornaba más seria de lo que esperaba. —Tal vez este sea un buen momento para dejar atrás los rencores. Pero creo que será en otra ocasión; la fiesta es exclusiva y solo podrán ir quienes tengan invitación. Cada miembro de Slytherin solo puede invitar a una sola persona de otra casa.

—¿Y no podrías hablar con ellos para que nos inviten a todos? —preguntó Mary, animada por la idea.

—Habla por ti, yo ya estoy invitada —interrumpió Marlene con una sonrisa traviesa en sus labios.

—Yo igual —dijo Lily tímidamente, jugando con su tenedor mientras una leve sonrisa se asomaba en su rostro.

—¡¿Qué?! —gritaron Sirius, James y Mary al unísono, dejando a Remus sorprendido.

—¿Quién las invitó? —preguntó Peter, intrigado.

—Dorcas —respondió Marlene, mirando al vacío con una expresión soñadora. Era evidente que la idea de la fiesta la emocionaba.

—Regulus —dijo Lily con un tono casual, como si no importara en absoluto.

—¿Regulus? —Sirius abrió los ojos, sorprendido—. ¿Mi hermano Regulus?

—¿Es que hay otro chico en Slytherin que se llame Regulus? —dijo Lily, poniendo los ojos en blanco—. Sí, Sirius, tu hermano Regulus.

—Vaya, no me acostumbro a que ustedes sean tan amigos de ellos —murmuró James, mirando su plato como si hubiera encontrado algo fascinante en él. La idea de sus amigos llevando una relación cercana con los Slytherins lo desconcertaba.

Sirius, por su parte, frunció levemente el ceño, pero una pequeña sonrisa comenzó a asomar en sus labios. —Me parece extraño que mi hermano esté invitando a personas de Gryffindor. Normalmente, no le interesa tener mucho trato con nosotros.

—Tal vez Regulus esté intentando cambiar las cosas —sugirió Remus, sintiéndose un poco más esperanzado ante la idea de que hubiera una oportunidad de unir las casas. —Además, ¿no se supone que la rivalidad entre Slytherin y Gryffindor es algo del pasado?

—Sí, pero sigue siendo mi hermano, y aún tengo que ver cómo se lleva con ustedes —respondió Sirius, aún con una expresión curiosa en su rostro.

—Lo que quiero saber es si habrá comida buena en esa fiesta —interrumpió Peter, siempre práctico. —Porque, seamos sinceros, las fiestas de Slytherin pueden ser lujosas, pero he escuchado que a veces la comida es un desastre.

—No te preocupes, Peter, estoy seguro de que si hay una fiesta, la comida no fallará —aseguró Marlene, todavía sonriendo—. A fin de cuentas, son Slytherins. Siempre saben cómo impresionar.

La conversación continuó animada, con bromas y comentarios sobre las fiestas de Slytherin y las citas pasadas de cada uno. Mientras el Gran Comedor se iba llenando de otros estudiantes, el ambiente entre los Gryffindor se volvió cada vez más distendido. Finalmente, el reloj dio la señal de que faltaban pocos minutos para que comenzara el partido de Quidditch entre Slytherin y Ravenclaw.

—Bueno, ¿vamos? —preguntó James, poniéndose de pie con entusiasmo. Era un ferviente amante del Quidditch, y aunque no simpatizara del todo con los jugadores de Slytherin, jamás se perdería un partido.

—Sí, claro, aunque no entiendo por qué siempre tienes que actuar como si tú también jugaras —bromeó Sirius, poniéndose de pie mientras Peter y Remus hacían lo mismo.

—Lo siento, pero no puedo evitar sentirme parte del equipo, aunque hoy solo sea un espectador —replicó James con una sonrisa. —Además, si voy a ser auror, tengo que practicar mis habilidades de observación, ¿no?

—Sí, porque observar a los Slytherin volar en escobas definitivamente es el mejor entrenamiento para atrapar magos oscuros —se burló Peter, haciéndolos reír.

Salieron del Gran Comedor en medio de charlas y bromas, dirigiéndose al estadio de Quidditch junto con el resto de los estudiantes que se desplazaban en grupos emocionados. El aire fresco del exterior les despertó un poco más, y el ambiente vibraba con la energía de todos los que se dirigían a apoyar a su equipo.

En el camino, mientras cruzaban uno de los jardines, notaron a un pequeño grupo de estudiantes acercándose desde el lado opuesto. Eran Regulus, Dorcas, y Pandora, quienes hablaban animadamente entre ellos.

—Vaya, miren a quién tenemos aquí —dijo Sirius en tono jocoso al ver a su hermano. Aunque había cierta tensión entre ellos, su tono no era desagradable, y más bien sonaba divertido.

Regulus levantó una ceja, notando la presencia de su hermano y sus amigos.

—Sirius, Remus, Potter… y compañía —saludó con un tono que parecía neutral, aunque esbozó una pequeña sonrisa para Remus. —¿Van al partido, supongo?

—Por supuesto —dijo James, cruzando los brazos—. Aunque no esperamos una gran competencia, si soy sincero.

Dorcas sonrió, cruzando una mirada de complicidad con Marlene.

—Claro, porque no es Gryffindor quien juega, ¿no?

—Lo veremos en el campo cuando nos toque contra ustedes —replicó James, lanzándole una mirada retadora. —Aunque tampoco me sorprende que los de Slytherin ya estuvieran celebrando sin siquiera haber ganado.

Pandora, quien siempre se mantenía un poco más al margen de las provocaciones, sonrió amablemente.

—Bueno, cada equipo tiene sus propias formas de ver las cosas, ¿no creen? Además, es solo un juego. Lo importante es divertirse.

—Cierto, Pandora. Es solo un juego —coincidió Remus, mirando a todos a su alrededor para bajar la tensión antes de que las bromas se transformaran en un intercambio más ácido.

Dorcas y Marlene intercambiaron miradas significativas, casi desafiantes, mientras Mary observaba el intercambio con una sonrisa divertida.

—Bueno, en ese caso, nos veremos en las gradas —dijo Regulus, mirando a Remus antes de volver la vista a su hermano. —Espero que disfruten el espectáculo, Gryffindors.

—Oh, lo haremos —respondió Sirius con una sonrisa desafiante.

Cuando los dos grupos finalmente se separaron, James y Sirius no pudieron evitar lanzarse comentarios de que, esta vez, los Slytherin parecían más relajados de lo habitual, lo que, según ellos, solo podía significar que estaban confiados.

Remus, mientras caminaban, no podía evitar pensar en la invitación de Barty y Evan a la fiesta y lo peculiar que había sido ver a Regulus acercándose a su grupo. Aunque sus amigos lo habían tomado como una pequeña provocación, él se sentía algo intrigado.

Sign in to leave a review.