
Chapter 3
Varias horas después de la comida, Remus caminaba hacia la biblioteca con una pila de pergaminos bajo el brazo. Había decidido que un poco de estudio y tranquilidad le vendrían bien después de la extraña mañana que había tenido. No podía dejar de pensar en la conversación con los merodeadores y cómo Sirius había reaccionado ante su pregunta. Sabía que había algo más detrás de su incomodidad, pero prefirió no darle demasiadas vueltas. Al menos, eso era lo que intentaba hacer.
Al entrar en la biblioteca, el familiar olor a papel viejo y tinta lo envolvió, Hizo su recorrido usual hacia la mesa de siempre esperando ver a Regulus, al divisar la mesa se detuvo en seco y ladeó la cabeza sorprendido, junto a Regulus se encontraban Evan y Barty, cosa para nada normal en ellos. Remus se detuvo a pensar por un momento antes de acercarse más a la mesa, todavía un poco desconcertado por la inesperada presencia de Barty y Evan en la biblioteca. No era un lugar en el que los dos solían pasar su tiempo, y mucho menos acompañando a Regulus, a quien Remus veía con bastante frecuencia allí. Sin embargo, la mesa, normalmente tranquila con Regulus a solas, estaba ahora animada por las sonrisas burlonas y las miradas chispeantes de los dos Slytherins.
Cuando finalmente se acercó lo suficiente, Remus se inclinó ligeramente sobre la mesa y lanzó una sonrisa inquisitiva.
—¿Y bien? ¿Qué hacen ustedes dos por aquí? —preguntó, mirando directamente a Barty y Evan—. No suelo verlos en la biblioteca. ¿Han decidido finalmente que es hora de concentrarse en sus estudios o hay algo más detrás de tan pronto interés?
Barty se rió entre dientes y dejó caer el libro que fingía leer, mirándolo directamente a los ojos.
—¿Estudios? Vamos, Remus. No soy yo el que tiene esa reputación de buen chico. Nosotros no necesitamos excusas para estar aquí —dijo con un guiño descarado—. Pero, si quieres saber la verdad, digamos que vinimos a... observar una de nuestras materias favoritas.
Evan asintió, sonriendo de manera traviesa mientras entrecerraba los ojos hacia Remus.
—Exacto, Remus. Hemos oído rumores de que eres un profesor bastante... atento —dijo con un tono juguetón, enfatizando la palabra "profesor" de una manera que hizo que Remus levantara una ceja con curiosidad—. Y nos dijimos, ¿por qué no ver al maestro en acción?
Remus rodó los ojos, aunque no pudo evitar reírse un poco ante los comentarios coquetos. Estaba acostumbrado a la manera provocativa en la que Barty y Evan solían interactuar con él, pero esa referencia a los rumores sobre su "capacidad para enseñar" le llamó la atención.
—¿Rumores, eh? Me atrevería a preguntar qué clase de rumores, pero algo me dice que no voy a obtener una respuesta seria.
—Oh, no necesitas una respuesta seria para saber a qué nos referimos —dijo Barty, inclinándose un poco hacia él, mirándolo con esa chispa burlona en los ojos—. Se dice por ahí que Lupin es un excelente... tutor. Muy cuidadoso con sus alumnos, si sabes a lo que me refiero.
—¿Cuidado con sus alumnos? —Remus sonrió, negando con la cabeza—. Debería haberlo sabido. Están aquí solo para molestarme.
—¿Molestarte? —Evan fingió una expresión de inocencia, llevándose una mano al pecho como si estuviera ofendido—. Nosotros no molestamos, Lupin. Solo hacemos observaciones basadas en hechos. O al menos en lo que hemos oído. Aunque, por supuesto, estamos abiertos a... más evidencia.
Remus se dejó caer en una de las sillas vacías junto a ellos, fingiendo estar exasperado pero disfrutando de la ligera tensión que había en el aire. Había algo curioso en cómo, desde la noche anterior, la relación entre ellos había cambiado de una forma que no podía explicar del todo. Aunque Barty y Evan siempre habían sido coquetos, parecía que ahora había menos filtros, como si la barrera entre ellos se hubiera difuminado de alguna manera.
—Bueno, si están esperando una lección, lamento decepcionarlos, pero me temo que hoy no tengo planes de enseñar nada —dijo con tono ligero, tratando de seguir el juego.
—Eso dices ahora —respondió Barty, encogiéndose de hombros—, pero nunca se sabe. Los estudiantes aplicados siempre encuentran una forma de aprender algo, ¿no es así, Evan?
Evan asintió, apoyando la barbilla en una mano mientras miraba a Remus con una expresión casi calculadora.
—Oh, definitivamente. Y hoy estamos particularmente... aplicados.
Remus rió, sacudiendo la cabeza con resignación. A pesar del descaro evidente en sus palabras, había algo en el ambiente que lo hacía sentir cómodo, como si estuviera en una especie de tregua no oficial con ellos. De alguna manera, las tensiones y las diferencias que había sentido antes de la fiesta habían comenzado a disiparse.
Conforme el tiempo pasaba, la conversación fluyó con una facilidad sorprendente. Hablaron de clases, de las travesuras que algunos estudiantes de primer año habían estado haciendo, y hasta se rieron de los profesores más estrictos. Sin embargo, tras un rato de charlas triviales, Evan decidió lanzar un comentario que volvió a elevar la intensidad de la conversación.
—Por cierto —empezó Evan, con una mirada de complicidad hacia Barty—, hoy en la comida me pareció que Sirius estaba... un poco tenso, ¿no creen? Y ni hablar de James, que no pudo dejar de mirar a Regulus desde su mesa. Fue bastante obvio.
El comentario hizo que Remus levantara la mirada, intrigado. Podía entender que Sirius estuviera algo raro después de la noche anterior, pero lo de James...
—¿James? —Repitió Remus, mirando a Regulus con curiosidad—. No me di cuenta de eso.
Regulus frunció el ceño ligeramente, claramente sorprendido por la observación.
—Yo tampoco. ¿James mirándome? No creo... —dijo, pero parecía pensativo.
Evan se encogió de hombros y continuó.
—Te aseguro que lo estaba. No te quitaba los ojos de encima. Y Sirius, bueno, me pregunto si no estaba un poco... celoso. O, al menos, molesto. Lo vi mirando a Remus todo el tiempo, y no de la manera habitual.
Barty se inclinó hacia delante, con esa sonrisa traviesa que solía tener cuando las cosas se ponían interesantes.
—Oh, estoy seguro de que Sirius estaba celoso. No es tan bueno escondiendo sus emociones como cree. Y lo de James... bueno, no es algo nuevo. Todos sabemos que siempre ha tenido un interés por la gente que no puede tener.
Remus sonrió, intentando quitarle peso al comentario, aunque no pudo evitar sentir un leve pinchazo en su pecho. Pensaba que lo de Sirius era simplemente preocupación, no celos, pero después de las palabras de Evan y Barty, no podía evitar pensar en ello un poco más.
—Quizás están leyendo demasiado en las cosas. Sirius y James son complicados, pero no creo que haya algo tan profundo detrás de todo esto.
—¿Seguro? —preguntó Evan, arqueando una ceja mientras lo miraba—. Parecía algo más que simple preocupación, Remus. Y no puedes negar que James tenía los ojos puestos en Regulus más de lo habitual. A menos que sea otra cosa...
Regulus suspiró, claramente incómodo con la conversación, pero intentando mantenerse calmado.
—James ya no me interesa de esa manera y a Remus tampoco debería importarle, además ayer acordamos pasar página, y si estaba mirando, seguro fue por cualquier otra razón. Y con Sirius... bueno, nunca se ha llevado bien con nosotros, puede que entre él y yo las cosas no estén tan mal como antes pero la situación con él sigue siendo algo incomoda. Pero es solo eso, estoy seguro.
Remus trató de ignorar la pequeña duda que comenzaba a surgir en su cabeza. La noche anterior habían decidido que no querían enredarse más con los sentimientos complicados que James y Sirius despertaban en ellos. Pero las palabras de Evan y Barty resonaban, y aunque se decía a sí mismo que no importaba, una parte pequeña de su corazón no podía evitar pensar en la posibilidad de que hubiera algo más.
—Quizás solo están un poco celosos de que seamos amigos, aunque la amistad entre Regulus y yo no sea reciente ellos no tenían ni idea de lo cercanos que nos hemos vuelto —dijo finalmente, intentando cerrar el tema con una sonrisa.
La conversación pronto cambió de tema, pero las palabras de Evan seguían rondando en la mente de Remus mientras el grupo continuaba charlando y riendo en la biblioteca. Aunque trataba de dejar todo atrás, sabía que ese pequeño pensamiento quedaría rondando en su mente más tiempo del que le gustaría. Pero por el momento, decidió disfrutar de la compañía.
•••
El ambiente en la biblioteca se había vuelto más distendido de lo que Remus jamás habría esperado. Lo que al principio había sido una conversación ligera, con comentarios sobre las clases y las bromas de Barty y Evan, se había transformado en un intercambio más fluido, casi íntimo, lleno de insinuaciones veladas y coqueteos descarados. Remus, relajado en la silla, comenzó a soltarse más, participando en el juego con respuestas ingeniosas y una sonrisa que crecía con cada comentario.
Regulus, quien solía mantenerse al margen en estas situaciones, no pudo evitar añadir su propio toque a la conversación.
—Vaya, Lupin, parece que has desarrollado una habilidad para atraer la atención, ¿eh? —dijo con una ceja arqueada, una sonrisa ladeada en los labios—. Primero mis amigos, luego la mitad de los Gryffindors... Quizás deberías dar una clase sobre ese tipo de carisma.
—Oh, estoy seguro de que sería una clase muy concurrida —añadió Evan con picardía—. Especialmente si se incluye una sesión práctica. Ya sabes, para asegurarse de que todos aprendan bien.
Barty soltó una risa mientras se inclinaba más cerca de Remus, su mirada chispeante.
—De hecho, me apunto desde ya. Dicen que eres muy buen profesor, después de todo. Aunque, claro, estoy dispuesto a hacer algo de estudio extra si es necesario —añadió con un guiño descarado.
Remus no pudo evitar soltar una risa, relajándose aún más a medida que los comentarios coquetos seguían fluyendo. Al principio, había intentado mantenerse algo más reservado, pero el ambiente era tan natural, tan fácil, que pronto se encontró respondiendo en el mismo tono.
—¿Estudio extra? —replicó, cruzando los brazos con una sonrisa juguetona—. Me temo que mis clases no incluyen sesiones fuera de horario. Pero, si insisten tanto, tal vez pueda hacer una excepción... por buenos alumnos, claro.
—Oh, somos muy aplicados cuando queremos serlo —contestó Barty, fingiendo seriedad—. Y estoy seguro de que podemos convencerte de darnos una lección o dos adicionales. ¿Verdad, Evan?
—Por supuesto —respondió Evan con una mirada profunda hacia Remus, sus labios curvándose en una sonrisa provocadora—. Después de todo, un buen profesor siempre tiene tiempo para los estudiantes que lo merecen.
Remus estaba tan inmerso en la dinámica juguetona y relajada que apenas notó el sonido de pasos acercándose a su mesa, hasta que un leve carraspeo rompió la burbuja en la que se encontraba. Se giró, algo confundido, para ver a James y Sirius de pie junto a la mesa. Sirius parecía imperturbable, con los brazos cruzados y una expresión segura, mientras que James, aunque sonreía, tenía un aire más incómodo, como si no supiera del todo qué hacer con la situación.
—Vaya, qué grupo tan interesante tenemos aquí —dijo Sirius con una voz tranquila pero cargada de un trasfondo que Remus no pudo descifrar del todo—. ¿Interrumpimos algo?
James miró a Regulus de reojo antes de dirigirse a Remus, intentando mantener la compostura pero con cierta incomodidad.
—Solo... nos preguntábamos qué hacías, Remus. Hace un rato que no te veíamos.
Regulus levantó una ceja al ver a su hermano, una sonrisa sutil jugando en sus labios.
—¿Tanto te preocupa lo que hacemos? No me digas que ahora también te interesa la biblioteca, Sirius. Nunca te vi por aquí.
Sirius le lanzó una mirada mordaz, aunque había un matiz de preocupación en sus ojos que solo Remus notó.
—No te creas tan importante, Regulus. Simplemente estábamos buscando a Remus. No es usual que se pierda así, ¿verdad, James?
James, sin dejar de mirar a Regulus, forzó una sonrisa antes de responder.
—Claro, claro. Sólo estábamos… preocupados. Ya sabes, después de anoche...
Evan, quien había estado observando en silencio, decidió intervenir con su característico tono sarcástico.
—¿Preocupados, eh? Qué considerados. Aunque, si me permiten decirlo, parece que aquí no hay mucho de qué preocuparse. A menos, claro, que el hecho de que Remus esté pasando un buen rato les cause algún tipo de... incomodidad.
Barty soltó una risa baja, mirando de reojo a Sirius y James.
—Sí, parece que la preocupación de repente está muy presente. Aunque, por lo que he visto, Remus no necesitaba rescatarlo.
Remus, consciente del creciente malestar, intentó suavizar la situación, aunque en el fondo disfrutaba un poco del espectáculo.
—Está todo bien. Sólo estábamos charlando. No hay necesidad de preocuparse —dijo con una sonrisa, mirando directamente a Sirius para intentar calmarlo.
Sirius, sin embargo, parecía más molesto de lo que quería admitir. Miró a Barty y Evan con una mezcla de desconfianza y algo más que Remus no pudo identificar del todo.
—Sólo queríamos asegurarnos de que estuvieras bien —dijo, su tono más duro de lo necesario.
James, por su parte, seguía lanzando miradas rápidas hacia Regulus, como si no pudiera evitarlo. Su incomodidad era palpable, y cada vez que sus ojos se cruzaban con los de Regulus, apartaba la mirada rápidamente. Remus notó esto y tuvo que esforzarse por no reírse, dándose cuenta de que algo más estaba ocurriendo con su amigo.
Finalmente, Regulus rompió el silencio con una voz tranquila pero mordaz.
—¿Y? Ahora que han comprobado que Remus está perfectamente bien, ¿pueden dejarnos continuar nuestra conversación, o es que piensan quedarse a observar?
Sirius frunció el ceño, pero no pudo encontrar una respuesta rápida, y James, incómodo, se limitó a encogerse de hombros.
—No hay afán, además tenemos que adelantar unos trabajos de adivinación y astronomía.
Sin decir una palabra, ambos tomaron asiento junto a Remus, casi sincronizados, cada uno ocupando un lado. Sirius, con una calma fingida, pasó un brazo alrededor de los hombros de Remus en un gesto aparentemente casual, pero que resultaba imposible de ignorar. Había algo de posesivo en el modo en que lo hacía, y aunque Sirius intentaba disimular, las sonrisas y miradas de los Slytherins decían lo contrario. Barty y Evan se miraron entre ellos, disfrutando de la escena con expresiones divertidas. La única persona que no parecía captar lo que estaba ocurriendo era Remus, quien se mantuvo un poco confundido por la repentina cercanía de sus amigos.
Regulus, por su parte, observaba a James de reojo con una expresión indescifrable. La tensión entre ellos no había pasado desapercibida para nadie en la mesa, y aunque James intentaba iniciar una conversación, sus intentos eran recibidos con indiferencia por parte de Regulus, quien se dedicaba a fingir estar más interesado en el libro que tenía frente a él.
—Entonces, ¿qué están estudiando aquí, eh? —preguntó Sirius, tratando de sonar casual mientras mantenía a Remus firmemente a su lado.
—Oh, ya sabes... —dijo Evan con una sonrisa traviesa—. Estábamos simplemente pasando el rato. No es usual que la biblioteca sea tan... interesante. Aunque, claro, algunos profesores tienen esa habilidad de hacer todo más entretenido. —Miró directamente a Remus con una expresión sugerente.
Remus sonrió, algo incómodo pero todavía ajeno al subtexto que flotaba entre sus amigos.
—Sí, claro. Aunque no estoy seguro de qué tan interesante pueda ser estar aquí horas estudiando pociones —respondió en un intento de desviar la conversación.
Barty, que había estado observando con diversión, intentó acercarse más a Remus, pero antes de que pudiera lograrlo, Sirius cambió de postura, bloqueando su avance y apretando ligeramente su brazo alrededor de Remus.
—Bueno, seguro que podemos encontrar una forma de hacer las cosas más entretenidas, ¿verdad, Remus? —Sirius lo miró de reojo, con una sonrisa que Remus no supo cómo interpretar.
Evan se rió suavemente al notar el claro intento de Sirius de interrumpir cualquier acercamiento.
—Parece que tienes guardaespaldas, Remus. ¿Quién lo hubiera dicho? —comentó, lanzando una mirada desafiante a Sirius.
Sirius se encogió de hombros, sin perder su sonrisa tranquila.
—Sólo cuido de mis amigos. No tiene nada de malo, ¿no?
Barty intercambió una mirada con Evan, ambos claramente disfrutando de cómo Sirius evitaba que se acercaran a Remus. Aun así, no se dieron por vencidos.
—Bueno, es bueno saber que Remus está tan bien protegido —dijo Barty con una risa contenida—. Aunque no estoy seguro de que lo necesite.
Remus, algo confundido por la atención, no pudo evitar notar lo relajado que se sentía al estar tan cerca de Sirius, aunque no podía explicarlo del todo. Al principio, el brazo alrededor de sus hombros le había parecido extraño, pero ahora lo encontraba reconfortante. Incluso su incomodidad inicial comenzaba a desvanecerse, y se sentía cada vez más tranquilo, casi aliviado de tener a Sirius cerca.
Mientras tanto, James seguía intentando iniciar una conversación con Regulus, pero el menor de los Black lo ignoraba deliberadamente, enfocándose en su libro o dirigiendo sus comentarios a Evan o Barty. La indiferencia de Regulus empezaba a frustrar a James, que se removía incómodo en su asiento cada vez que el otro lo ignoraba por completo.
—¿Y qué hay de ti, Regulus? —intentó James de nuevo, con una sonrisa que parecía algo forzada—. ¿Qué tal tus estudios?
Regulus levantó la vista brevemente, como si apenas hubiese notado la presencia de James, y luego volvió a bajar la mirada hacia el libro, ignorándolo nuevamente. James apretó los labios, claramente molesto por la falta de atención.
—Vaya, parece que alguien no está interesado en charlar —murmuró Sirius con una risa ligera, observando la frustración de James.
—No me sorprende —añadió Evan con una sonrisa burlona, mirándolos a ambos—. A veces, algunos Gryffindors se esfuerzan demasiado en llamar la atención.
Regulus no dijo nada, pero una pequeña sonrisa se formó en sus labios, como si estuviera disfrutando de ver a James tan incómodo. Esto sólo intensificó la frustración de James, quien no podía entender por qué Regulus lo estaba ignorando de esa manera. Normalmente, James estaba acostumbrado a ser el centro de atención, especialmente con Sirius a su lado. Pero Regulus no parecía impresionado, y eso lo estaba sacando de quicio.
Mientras tanto, cada vez que Barty o Evan intentaban coquetear con Remus o acercarse de alguna manera, Sirius encontraba una forma de interrumpir, ya fuera hablando más fuerte, cambiando de posición o simplemente interfiriendo en la conversación. Remus, aunque algo perplejo, comenzó a relajarse aún más, sintiendo que la presencia de Sirius a su lado le brindaba una especie de tranquilidad. No podía explicar por qué, pero tener a Sirius tan cerca le hacía sentir que todo estaba bien, que no había nada de qué preocuparse.
Barty, sin embargo, no se daba por vencido.
—Bueno, Remus, si alguna vez te cansas de estudiar con estos dos... ya sabes dónde encontrarnos. Estoy seguro de que podríamos enseñarte algunas cosas que tus amigos aún no te han mostrado —dijo, lanzándole una mirada significativa.
Remus sonrió, sin saber cómo interpretar ese comentario. Antes de que pudiera responder, Sirius habló por él.
—No te preocupes, Barty. Creo que Remus está más que bien con lo que tiene —dijo con una sonrisa tranquila pero cargada de significado, apretando ligeramente su brazo alrededor de los hombros de Remus una vez más.
La conversación continuó de esa manera, con coqueteos de un lado, interrupciones del otro, y Remus cada vez más cómodo con la presencia de Sirius, aunque no del todo consciente de las dinámicas que se desarrollaban a su alrededor. James, por su parte, finalmente se dio por vencido en intentar hablar con Regulus, optando por simplemente fingir que estaba estudiando, aunque la frustración era evidente en su rostro.
El tiempo pasó lentamente, con la tensión siempre presente, pero a medida que las horas avanzaban, Remus se encontró cada vez más sumergido en esa extraña pero confortable compañía.
La conversación fluía con relativa calma, con Sirius todavía aferrado a Remus, mientras James intentaba mantener la compostura, aunque cada vez más frustrado por la falta de atención de Regulus. Los Slytherins seguían coqueteando abiertamente, pero había un aire de camaradería entre todos, no se sentía forzado y cada vez se hacía menos incómodo.
Fue en medio de una discusión ligera sobre las últimas bromas en el castillo cuando Regulus, casi sin pensar, mencionó algo que hizo que la atmósfera cambiara de repente.
—Bueno, hablando de cosas que no sabíamos —comentó con una sonrisa traviesa, sabiendo con seguridad que lo que iba a decir a continuación iba dejar huella—, ¿cuándo piensan que Remus les va a contar sobre su piercing en la lengua?
Hubo un momento de silencio en la mesa. Los ojos de todos se movieron automáticamente hacia Remus, quien sintió cómo su rostro se calentaba de golpe. Sus mejillas se tornaron de un rojo intenso, y sus amigos lo miraban con una mezcla de sorpresa y curiosidad.
—¿Qué? —Sirius levantó una ceja, sus ojos brillando con una mezcla de sorpresa y algo más. Miró a Remus con un interés renovado—. ¿Piercing en la lengua? ¿Desde cuándo? ¿Cómo es que nunca nos lo dijiste?
Remus se removió incómodo en su asiento, todavía sonrojado, y apartó la mirada.
—Me lo hice este verano —dijo, casi en un murmullo.
James, que aún no se había recuperado del shock, frunció el ceño, claramente confuso.
—¿Y cómo es que Regulus lo sabe y nosotros no?
Remus abrió la boca para responder, pero fue Regulus quien habló primero, con una sonrisa maliciosa.
—Lo mencionó en una de sus cartas. Hemos intercambiado algunas desde el año pasado. —Su tono era casual, pero no pudo ocultar la diversión en su voz.
James, Sirius y Remus se quedaron callados por un momento. La idea de que Regulus, de todas las personas, estuviera más al tanto de las decisiones personales de Remus que ellos mismos les resultaba desconcertante. James se revolvió en su asiento, claramente incómodo, mientras Sirius miraba a Remus con una intensidad que hacía que el aire entre ellos se cargara aún más.
—¿Cartas? —preguntó James, casi en un susurro, todavía incrédulo.
Remus, sintiéndose más nervioso que nunca, asintió.
—Sí, hemos estado hablando por cartas desde hace un tiempo. Es solo... amistad.
Antes de que Sirius o James pudieran reaccionar más, Barty, que había estado observando todo con una sonrisa astuta, decidió intervenir.
—Bueno, bueno... eso explica por qué estás tan callado últimamente, Remus. Pero, sinceramente, lo que más me interesa es ese piercing —dijo, su tono insinuante—. Me pregunto cómo se sentirá besarte con eso.
Evan, siguiendo el ejemplo de Barty, se inclinó un poco más hacia Remus, con una sonrisa pícara en los labios.
—Sí, debe ser toda una experiencia. Seguro que hace que los besos sean mucho más interesantes.
Remus, aún sonrojado, no sabía cómo reaccionar ante los comentarios. Ya que aunque la noche anterior habían pasado por algunos momentos más interesantes, no se habían besado. Intentó sonreír para quitarle peso al asunto, pero antes de que pudiera decir algo, Sirius intervino.
—¿Un piercing en la lengua? —repitió Sirius, su tono un poco más bajo, pero cargado de interés. Miraba a Remus de una forma que mezclaba diversión y algo más profundo. Sus ojos brillaban con una intensidad que Remus no supo cómo interpretar del todo—. Me sorprende que no lo hayamos notado antes. Deberías habernos mostrado.
Remus no pudo evitar reírse, a pesar de lo incómodo que se sentía.
—No es algo que vaya mostrando por ahí, Sirius.
—¿Y por qué no? —preguntó Evan, claramente disfrutando la situación—. Me parece que deberías. Creo que sería... educativo para todos.
Barty asintió, añadiendo a la conversación con un tono pícaro.
—Definitivamente educativo. Solo por pura curiosidad, claro.
Remus se llevó una mano a la frente, todavía tratando de procesar cómo habían llegado a ese tema tan rápido, y sintiendo el peso de las miradas de todos los presentes. Sirius seguía manteniendo su brazo alrededor de él, y aunque no decía mucho más, la forma en que lo miraba lo hacía sentirse más expuesto de lo que había anticipado.
—Bueno, ¿y? —preguntó finalmente Sirius, su voz baja y expectante, con un brillo curioso en los ojos—. ¿Qué se siente tener ese piercing? No es algo que muchos tengan... y mucho menos en la lengua.
Remus se encogió de hombros, tratando de mantener la compostura, aunque claramente incómodo por la atención repentina.
—Es... raro al principio —dijo, su tono casual mientras evitaba las miradas directas—. Pero te acostumbras. Solo lo hice por curiosidad, nada más. De hecho, puede que estuviera algo borracho en ese momento. —Sirius alzó una ceja, intrigado, y James frunció el ceño, confuso. Remus suspiró antes de continuar, resignado a dar más detalles. —Estaba en una fiesta universitaria Muggle este verano, ya sabes, algo... diferente. Comenzamos a beber, la música sonaba muy alto, y en un momento terminamos jugando a "verdad o reto". En medio del juego, alguien me preguntó si alguna vez había considerado hacerme un piercing... y bueno, después de algunas rondas de cerveza, respondí que siempre me había dado curiosidad el piercing en la lengua porque... —hizo una pausa, tragando saliva nerviosamente— porque besar a alguien con uno es, como dijo Barty, interesante.
Sirius y James lo miraron con los ojos bien abiertos, sorprendidos por la confesión. Regulus, por su parte, dejó escapar una sonrisa maliciosa, disfrutando del momento mientras Barty y Evan intercambiaban miradas cómplices.
—Así que es interesante besar a alguien con uno, ¿eh? —murmuró Barty, sus ojos brillando con picardía mientras miraba a Remus con una expresión que dejó clara su intención.
Evan rió suavemente, inclinándose sobre la mesa con una sonrisa astuta en los labios.
—Eso suena a una invitación para probarlo de primera mano, ¿no creen? —susurró, con la mirada fija en los labios de Remus.
Barty asintió, claramente disfrutando del rubor que empezaba a teñir las mejillas de Remus.
—Estoy seguro de que podríamos ofrecer algo de práctica... si te sientes interesado.
Antes de que Remus pudiera siquiera pensar en responder, sintió el brazo de Sirius apretando sus hombros con más firmeza, una clara señal de territorialidad. Sirius se inclinó hacia él, su rostro peligrosamente cerca, su sonrisa medio juguetona, medio posesiva.
—No creo que necesite ninguna "práctica" —intervino Sirius, su voz baja pero cargada de confianza—. ¿O sí, Remus?
Remus soltó una risa nerviosa, tratando de mantenerse relajado, aunque el calor en su rostro lo traicionaba. El contacto constante de Sirius, aunque inesperado, tenía un efecto calmante, y a la vez lo hacía sentir vulnerable bajo tantas miradas atentas.
Mientras tanto, James, que había estado observando la interacción en silencio, se removía inquieto en su asiento. Sus ojos se desviaban ocasionalmente hacia Regulus, con una mezcla de frustración y celos mal disimulados. No le pasaba desapercibido que Regulus y Remus habían compartido mucho entre ellos, y esa cercanía lo incomodaba más de lo que estaba dispuesto a admitir.
—Cartas... —murmuró James para sí mismo, claramente todavía sorprendido por la revelación, aunque en su tono había una ligera punzada de celos que no pudo ocultar del todo.
Mientras James trataba de procesar la información, Sirius continuaba pegado a Remus, haciendo sentir su presencia como una barrera física entre él y los Slytherins. Cada vez que Barty o Evan intentaban acercarse más o lanzaban alguna insinuación, Sirius encontraba una manera de intervenir, ya fuera cambiando de tema o desplazándose sutilmente, como si quisiera recordarles que Remus no estaba disponible.
—Así que... —Evan no podía dejar de sonreír— ¿Cómo se siente entonces? —preguntó con tono suave, sus ojos brillando con picardía mientras observaba a Remus—. Ya sabes, besar a alguien con un piercing en la lengua. Quizás deberíamos comprobarlo.
Remus, sintiendo que la tensión en la mesa estaba a punto de explotar, se removió incómodo. A pesar de lo incómodo de la situación, algo en la cercanía de Sirius y en la actitud despreocupada de los Slytherins comenzaba a hacer que se relajara más de lo que esperaba. Quizás, solo quizás, podría disfrutar el juego en lugar de resistirse a él.
Sirius, por su parte, lo miró de reojo, con una sonrisa traviesa que decía más de lo que sus palabras dejaban ver.
—No creo que sea necesario probar nada, ¿verdad, Remus? —le susurró, casi como un reto. Remus, atrapado entre la broma y la realidad, no pudo evitar reírse, aunque su rostro aún estaba teñido de un ligero sonrojo.
Los Slytherins sonrieron con astucia, claramente disfrutando el juego de insinuaciones, mientras Remus intentaba calmar su corazón acelerado. En el fondo, todos sabían que, aunque la conversación había empezado de forma ligera, las palabras y miradas intercambiadas ese día quedarían marcadas en la memoria de todos.