The moon and the stars

Harry Potter - J. K. Rowling
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The moon and the stars
Summary
Remus ha pasado años ocultando su amor por su mejor amigo, Sirius Black.Regulus, lucha por reprimir sus propios sentimientos por James Potter.Atrapados en la maraña de emociones no correspondidas, Remus y Regulus comienzan a pasar tiempo juntos y deciden intentar ayudarse dejar atrás esos amores imposibles.Pero la guerra contra Voldemort se avecina, y ambos se verán arrastrados a un conflicto que podría cambiarlo todo. Con el destino del mundo mágico en juego, Remus y Regulus, se dan cuenta de que solo trabajando juntos podrán inclinar la balanza en la batalla final. Mientras la guerra se intensifica, ambos descubrirán que, en medio de la oscuridad, el amor y la amistad podría ser la clave para la esperanza y la victoria.Enfrentados al pasado, a sus sentimientos y al poder destructivo de Voldemort, Remus y Regulus tendrán que decidir si pueden encontrar algo más que amistad en medio de la batalla por sus vidas.
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Chapter 1

01

La música estridente resonaba en las paredes de la sala común de Gryffindor mientras Remus daba un largo sorbo a su whiskey de fuego. Su mirada recorría la multitud, buscando instintivamente a un chico de cabello oscuro como el plumaje de un cuervo y unos ojos grises que le costaba sacar de su cabeza.

Finalmente, lo encontró cerca de la pista de baile, moviéndose de manera despreocupada junto a un chico de Ravenclaw cuyo nombre Remus no lograba recordar, tal vez por los efectos del alcohol o simplemente porque su mente estaba más nublada de lo que le gustaría admitir. Sintió una punzada de algo caliente recorriéndole la espina dorsal cuando vio a Sirius Black, su mejor amigo, acercarse al chico y, sin más preámbulos, comenzar a besarlo. El aire se le atascó en la garganta, pero en lugar de quedarse allí, se terminó la bebida de un solo trago y se levantó del sillón, buscando alejarse de la escena lo más rápido posible.

Se acercó a una de las ventanas de la sala común, donde el ruido de la fiesta quedaba amortiguado por la distancia. Sacó un cigarrillo de su bolsillo y, con un chasquido de dedos, encendió la punta, inhalando profundamente mientras sus ojos se clavaban en el cielo estrellado más allá del vidrio.

Esa noche, la sala común de Gryffindor estaba más llena de lo habitual, con estudiantes de varias casas que se habían colado para celebrar la victoria de Gryffindor contra Hufflepuff. Era el primer partido de la temporada desde que habían comenzado su sexto año, y con James Potter como nuevo capitán del equipo de Quidditch, la fiesta era prácticamente obligatoria. Cualquier excusa era válida para los Merodeadores a la hora de organizar una celebración, pero esta en particular tenía un toque especial por ser el debut de James como capitán.

Desde hacía un tiempo, la rivalidad entre Gryffindor y Slytherin había comenzado a suavizarse, en parte gracias a la reciente mejora en la relación entre Sirius y su hermano menor, Regulus Black. Aunque aún quedaban algunos estudiantes de Slytherin, como Snape y Mulciber, que no perdían la oportunidad de lanzar maldiciones o insultos a cualquiera que se les cruzara, la tensión general se había relajado. Tal vez era la amenaza de la guerra inminente lo que hacía que muchos en Hogwarts trataran de mantenerse unidos, conscientes de que lo que les aguardaba fuera del castillo sería mucho peor.

Remus, sin embargo, no podía deshacerse de la opresión que sentía en el pecho, esa mezcla de frustración y deseo que lo asfixiaba cada vez que veía a Sirius con alguien más. Sabía que no debía sentir lo que sentía, pero esos pensamientos eran cada vez más difíciles de ignorar.

Sumido en sus pensamientos, no notó la presencia que se acercaba hasta que una mano apareció de repente y le arrebató el cigarrillo de entre los dedos, lanzándolo por la ventana abierta. Remus giró, irritado, listo para soltar un comentario mordaz, pero se encontró cara a cara con Regulus Black. El Slytherin lo miraba con una expresión que, como siempre, era difícil de leer.

—¿Sabes, Lupin? Tu actitud de perrito apaleado empieza a dar lástima —comentó Regulus con su habitual tono sarcástico. Remus lo observó unos segundos, luego simplemente rodó los ojos, sacando otro cigarrillo de la cajetilla sin molestarse en responder. En lugar de enfadarse, le mostró el dedo medio a Regulus, provocando una pequeña sonrisa en el rostro del Slytherin.

Desde el primer año de Regulus y el segundo de Remus, ambos habían coincidido muchas veces en la biblioteca, aunque nunca intercambiaron palabras. Todo cambió el año anterior, cuando Sirius huyó de la casa Black. Regulus se acercó a Remus, dubitativo, buscando información sobre su hermano. El chico parecía demacrado y ansioso así que Remus respondió con sinceridad, y desde entonces comenzaron a hablar con más frecuencia. Con el tiempo, sus encuentros en la biblioteca se hicieron más recurrentes, y descubrieron que compartían muchos gustos, lo que los llevó a una extraña amistad. Regulus, por ejemplo, sorprendió a Remus al confesarle que disfrutaba leyendo autores muggles, algo que no encajaba con la imagen que tenía de él.

Fue, en gran parte, gracias a Remus que los dos hermanos Black volvieron a hablar, aunque Sirius no tenía ni idea de que Remus estaba involucrado. De hecho, ninguno de los Merodeadores sabía sobre la amistad que había surgido entre Remus y Regulus, aunque no porque quisieran esconderlo. Simplemente no había surgido la ocasión de mencionarlo. Inclyso las chicas—Lily, Mary, Marlene y hasta Dorcas—, solían unirse a ellos en sus sesiones de estudio en la biblioteca.

Regulus echó un vistazo por encima del hombro de Remus, notando cómo Evan y Barty le hacían gestos, incitándolo a que cumpliera lo que les había prometido. Desde que se enteraron, por boca de Dorcas, de que Regulus pasaba tiempo con Remus, ambos chicos no habían dejado de presionarlo para que los presentara. Al parecer, tanto Evan como Barty tenían una atracción más que evidente hacia el castaño, algo que Regulus, por alguna razón, nunca había notado hasta ese momento.

Con un suspiro, Regulus volvió a mirar a Remus, quien seguía con la vista fija en el cielo nocturno. Notó cómo un músculo de su mandíbula se tensaba, delineando aún más su perfil. Desde que sus amigos le confesaron su atracción por Remus, Regulus había empezado a observarlo de forma distinta. Nunca antes lo había visto de esa manera, pero ahora se encontraba notando detalles que antes le habían pasado desapercibidos: las pecas que resaltaban en su piel tostada, las cicatrices que le daban un aire misterioso y peligroso, los labios carnosos que ocultaban un piercing en la lengua—un detalle que nadie más conocía excepto las conquistas de Remus y, por supuesto, Regulus, que se había enterado por una de las cartas de Remus de aquel verano. También estaban esos ojos color ámbar con destellos verdosos que lo hacían parecer aún más enigmático. Remus no era el chico más guapo de Hogwarts, pero había algo en él que lo hacía atractivo de una forma singular. Tal vez por eso le llamaban el "Casanova de Gryffindor Tower". Y, según lo que Regulus había escuchado de boca del propio Remus, ese título no era solo una exageración..

—Vamos, Lupin —dijo Regulus, rompiendo el silencio—. Deja de babear por mi hermano y ven. Hay cosas más interesantes que hacer que sentarte a fumar para olvidar tu miseria.

Antes de que Remus pudiera protestar, Regulus lo tomó del codo y lo arrastró hacia el otro extremo de la sala, donde Evan y Barty los esperaban con claras intenciones. Remus trató de aferrarse a su cigarrillo, pero este cayó al suelo mientras Regulus lo empujaba con decisión.

Cuando atravesaron la fiesta, Dorcas y Pandora ya estaban al lado de Evan y Barty. Remus les dirigió una sonrisa breve. Aunque estaba acostumbrado a la indiferencia de Regulus y al coqueteo de Dorcas, estar rodeado de Slytherins lo ponía nervioso. Desde su llegada a Hogwarts, había mantenido una enemistad con ellos, en gran parte por culpa de Snape y también por su condición de mestizo, que según los estándares de muchos Slytherins lo hacía indigno.

Nunca había pasado tiempo con los amigos de Regulus, salvo por Dorcas y ocasionalmente Pandora, la única Hufflepuff del grupo. Pero Barty y Evan tenían fama de ser problemáticos, conocidos por sus bromas pesadas, solo superadas por las de los Merodeadores. Remus había tenido que castigarlos en más de una ocasión por lanzar maldiciones sin preocuparse por la casa de sus víctimas. Ni siquiera los de Slytherin estaban a salvo.

—Hola, Lupin —saludó Barty, relamiéndose los labios mientras lo observaba con una mirada larga y calculada. Remus alzó una ceja, devolviéndole la mirada.

—Crouch —respondió, pasando de Barty a Evan, que lo miraba sin pestañear. Una sonrisa apareció en los labios de Remus cuando notó el sonrojo subiendo por las mejillas de Evan. Quizá estaba demasiado borracho para procesar todo, pero sabía que dos chicos guapos lo estaban mirando con atención, y no pensaba echarse atrás—. Regulus me dijo que querían conocerme. ¿Alguna razón en especial?

—Oh, nada en particular —dijo Barty con una sonrisa traviesa—. Solo queríamos conocerte más a fondo.habían dirigido la palabra, hasta que el año anterior, después de que Sirius huyera de Grimmauld place, Regulus de acercó a él dudoso, preguntando por su hermano. Se le veía demacrado y preocupado así que Remus sintió lástima, desde entonces Regulus se sentaba junto a su mesa cada par de semanas preguntando por Sirius y Remus siempre le respondía con la verdad, con el tiempo se fueron haciendo cercanos ya que tenían muchos gustos en común, cosa que sorprendió a Remus ya que pensaba que este solo leería libros del mundo mágico, en cambio le contó que había días en las que se escabullía y encontraba libros de autores muggles y que disfrutaba mucho de ese tipo de lecturas, así que sus reuniones a la biblioteca se hacían cada vez más y más recurrentes, de hecho, fue gracias a Remus que Sirius y Regulus volvieron a hablar, aunque claro, Sirius no sabía este detalle. Ninguno de los merodeadores sabían de la amistad que había empezado a surgir entre los dos chicos, pero no porque tuvieran miedo de decirlo, de hecho no lo ocultaban, las chicas, Lily, Mary, Marlene, e incluso, Dorcas, se reunían con ellos a hacer sus tareas, simplemente nunca se había presentado la oportunidad de contarlo.

Regulus miró sobre su hombre y observó cómo Evan y Barty le hacían caras para que le preguntara al castaño. Cuando Evan y Barty se dieron cuenta que Regulus estaba pasando tiempo con Remus, de boca de Dorcas, no de él, se pasaron semanas acosándolo para que los presentara, al parecer ambos tenían un crush gigante por el castaño y Regulus no lo había notado.

Con un suspiró se volvió hasta el mayor, quien no apartaba la vista de la ventana, Regulus pudo ver como un músculo de su mandíbula se tensaba, haciéndola ver más perfilada. Desde que sus amigos le dijeron que les gustaba Remus, la forma en la que lo veía cambió, Regulus nunca lo había visto de esa forma, pero últimamente había estado detallando más sus rasgos, viendo cómo las pecas relucían en su piel tostada, cómo tenía unos rasgos delicados pero cada vez más masculinos conforme pasaba el tiempo, sus cicatrices que lo hacían ver misterioso y peligroso a la vez, sus labios rosados y carnoso que escondían un piercing en la lengua que Regulus sabía que se había hecho el verano anterior pero que nadie salvo él, y sus conquistas, conocían. Sus ojos color ámbar con destellos verdosos y ese pelo color de la arena que siempre se encontraba desordenado. Remus no era el chico más guapo de Hogwarts pero tenía que admitir que tenía su atractivo, por algo lo llamaban el Casanova de Gryffindor Tower, y Regulus sabía de primera mano que no era solo un título, Cuando se emborrachaba, Remus tenía la lengua floja y siempre le contaba sus encuentros tanto con chicas como con chicos.

—Vamos, Lupin, deja de babear por mi hermano y ven, que hay cosas más interesantes que hacer que sentarse a fumar para aplacar tus penas —Sin dejarlo responder lo tomó del codo y lo llevó hacía la otra punta de la sala, donde un tímido Evan y un Barty con sonrisa maniaca los esperaban.

—¿Qué? —pregunto confundido mientras intentaba agarrar el cigarrillo y que éste no cayera de su boca.

—Ya va siendo hora de que conozcas al resto de mis amigos, literalmente estuvieron semanas pidiéndome que te presentara.

Antes de que Remus pudiera protestar, Regulus lo tomó del codo y lo arrastró hacia el otro extremo de la sala, donde Evan y Barty los esperaban con claras intenciones. Remus trató de aferrarse a su cigarrillo, pero este cayó al suelo mientras Regulus lo empujaba con decisión.

—¿Qué? —preguntó Remus, desconcertado, mientras trataba de procesar lo que estaba sucediendo.

Cuando finalmente atravesaron la fiesta, Dorcas y Pandora ya estaban junto a los otros dos chicos. Al llegar, les lanzó una sonrisa breve, aunque su incomodidad creció al verse rodeado por un grupo de Slytherins. Desde que había puesto un pie en Hogwarts, siempre había sentido una enemistad implícita con los de esa casa, especialmente por su complicada relación con Snape y la constante presión de los estándares de pureza de sangre que ellos tanto valoraban. Siendo mestizo, nunca había encajado en su mundo.

Regulus lo había arrastrado a este grupo sin previo aviso, y Remus sentía cómo la tensión crecía en sus hombros. Solo conocía bien a Dorcas y, se había cruzado de vez en cuando a Pandora, la única Hufflepuff del grupo, pero los otros dos chicos, Barty Crouch Jr y Evan Rosier, tenían una reputación de ser problemáticos. Además de pertenecer a familias influyentes en el mundo mágico, eran conocidos por ser casi tan traviesos como los Merodeadores, con una tendencia a lanzar maldiciones sin discriminar. Había tenido que castigarlos varias veces en el pasado, por lo que no esperaba que fueran muy amables con él ahora.

Barty Crouch fue el primero en hablar, su tono tan descarado como siempre.

—Hola, Lupin —dijo, relamiéndose los labios mientras lo miraba con una intensidad casi provocadora.

Remus arqueó una ceja, devolviéndole la mirada sin inmutarse.

—Crouch —respondió secamente, haciendo un recorrido visual desde Barty hasta Evan, ambos mirándolo con el mismo interés no disimulado. Había algo en su comportamiento que parecía diferente a la hostilidad habitual. El rostro de Evan, en particular, estaba ligeramente sonrojado, lo que a Remus le arrancó una pequeña sonrisa burlona. Podía estar borracho, sí, pero no lo suficiente como para ignorar lo evidente.

—Regulus me comentó que querían conocerme —añadió, entrecerrando los ojos mientras encendía otro cigarrillo—. ¿Alguna razón en especial?

Evan, normalmente reservado, intentó contener una sonrisa pero falló, mientras que Barty, con su habitual aire de confianza, dio un paso más cerca, observando a Remus de arriba a abajo sin ningún disimulo.

—Oh, nada en particular —respondió Barty, su voz goteando ironía—. Solo queríamos conocerte... más a fondo.

Remus soltó una pequeña carcajada, soplando el humo del cigarrillo por un lado mientras observaba la dinámica. Parecía que los dos Slytherins estaban intentando coquetear con él, lo que no dejaba de parecerle entretenido, sobre todo porque no se lo esperaba de ellos.

—¿Es eso lo que se dice ahora? —preguntó, alzando una ceja con una sonrisa desafiante mientras daba una calada más. La tensión entre ellos se había convertido en algo más cargado, pero no de hostilidad.

Barty se acercó más, ahora casi invadiendo su espacio personal.

—Llámalo como quieras, Lupin. Solo te digo que hemos oído historias... —susurró con una sonrisa traviesa, sus ojos brillando con algo más que simple interés.

Remus entrecerró los ojos, divertido por el descaro de Barty. Sabía muy bien a qué historias se refería; su reputación como Casanova en Hogwarts no era un secreto, y las noches en las que se encontraba borracho solían ser más que movidas. Pero encontrarse en el centro de atención de estos dos chicos no era algo que hubiera previsto.

—Historias, ¿eh? —repitió con una risa baja—. No crean todo lo que oyen.

Evan, más tímido que su amigo, dio un paso adelante, aunque su nerviosismo era evidente. Sus mejillas seguían encendidas mientras evitaba la mirada directa de Remus.

—Bueno, tal vez prefiramos comprobar si son ciertas... —dijo en voz baja, sus palabras apenas un murmullo.

Remus se quedó observando a los dos con una mezcla de incredulidad y diversión. No podía negar que eran atractivos, cada uno a su manera: Barty, con su energía caótica y sonrisa siempre al borde de la locura, y Evan, más reservado pero no menos intrigante. Normalmente, habría esquivado la situación, pero la idea de jugarles un poco seguía resultándole tentadora.

—Vaya, qué oferta tan tentadora —dijo Remus, sonriendo de lado mientras apagaba el cigarrillo en la pared—. Supongo que tendré que considerar su propuesta.

Los ojos de Barty brillaron con picardía, mientras Evan, aunque visiblemente más nervioso, no apartaba la mirada de Remus. Regulus, que había estado observando la escena desde un poco más atrás, cruzó los brazos y sacudió la cabeza con una mezcla de incredulidad y diversión.

—¿De verdad? —intervino Regulus, mirando a sus amigos con una expresión de burla—. No pierden el tiempo, ¿eh?

Barty le lanzó una sonrisa pícara, sin apartar la mirada de Remus.

—No lo haría de otra manera —respondió, con esa chispa de desafío que siempre lo caracterizaba.

Remus soltó una pequeña carcajada, sintiendo cómo la atmósfera se volvía más ligera, aunque cargada de cierta tensión divertida. Entre el coqueteo descarado de Barty y la mirada tímida pero persistente de Evan, el Gryffindor estaba comenzando a disfrutar del momento. Regulus, por su parte, parecía medio divertido, medio exasperado con sus amigos, pero no hacía ningún esfuerzo real por detenerlos.

Barty, que siempre había sido más directo que cualquiera, hizo una pausa para mirarlo de nuevo, como si estuviera calculando su próximo movimiento. Finalmente, rompió el silencio.

—¿Sabes qué, Lupin? Creo que esta fiesta de Gryffindor está sobrevalorada. ¿Qué te parece si vamos a un lugar un poco más... íntimo? —propuso, ladeando la cabeza en dirección a la puerta—. Podríamos ir a la sala común de Slytherin. Seguro que es un ambiente más... interesante.

Remus entrecerró los ojos, evaluando la propuesta. No era que tuviera algo en contra de explorar la sala común de Slytherin, pero siempre había sido un territorio desconocido y, a decir verdad, no exactamente acogedor para alguien como él. Sin embargo, la idea de hacer algo impredecible, fuera de su zona de confort, era extrañamente atractiva.

—¡Vamos, Remus! Será divertido. Además, quiero ver cómo te desenvuelves entre las serpientes. —Pandora le guiñó un ojo mientras se acomodaba entre él y Regulus, que solo se limitó a rodar los ojos ante su comentario.

—No te preocupes, Lupin. Estarás bien con nosotros —intervino Evan, su voz suave pero cargada de sinceridad. Aunque siempre parecía tímido, algo en la forma en que le miraba ahora tenía un toque de curiosidad, muy diferente a lo que veía en los pasillos.

Dorcas, se acercó con una sonrisa cómplice. Ella era la conexión que unía ambos grupos, siempre a medio camino entre los Slytherin y los Gryffindor. Siendo una Slytherin pero estando en el curso de Remus, habían quedado para varios trabajos juntos muy seguido y entre ellos había un entendimiento mutuo, Remus sabía su interés tanto por chicas como chicas y fue la primera persona a la que le dijo que era bisexual ya que ella misma lo era abiertamente.

—Remus, no seas aguafiestas. —Le dio un leve empujón en el brazo—. Además, tengo curiosidad por ver cómo manejas a estos dos. —Su dedo señalaba a Barty y Evan, que compartieron una sonrisa cómplice.

Finalmente, Regulus se inclinó hacia él, su tono más serio pero con un leve tinte de ironía.

—Vamos, Lupin, será mejor que vengas. Necesitas una distracción y algo de diversión —susurró—. Además, podemos aprovechar para hablar de cosas más importantes... ya sabes, sobre dejar de lado ciertos sentimientos.

La referencia no pasó desapercibida. Remus sabía exactamente de qué hablaba. Ambos llevaban meses luchando con amores imposibles. Él con Sirius, y Regulus con James. Era una conversación que habían evitado por mucho tiempo, pero quizás esa noche, con el ambiente adecuado, podrían finalmente ser honestos con lo que sentían.

—Está bien —aceptó Remus, exhalando profundamente—. Vamos a ver si su sala común es tan impresionante como dicen.

•••

La sala común de Slytherin era más de lo que Remus había esperado. Oscura y antigua, sí, pero con un toque de elegancia gótica que no podía negar. Las paredes de piedra parecían esconder secretos, y el ambiente era mucho más acogedor de lo que había imaginado, especialmente con la chimenea crepitando en el fondo.

Pandora y Dorcas fueron las primeras en acomodarse en los sillones de cuero negro, riendo mientras intercambiaban miradas cómplices. Regulus y Evan se sentaron más apartados, mientras que Barty se acomodó descaradamente junto a Remus, con su sonrisa maniática, rozando sus piernas contra las de él.

—Entonces, ¿qué hacemos aquí? —preguntó Remus, sintiéndose relajado pero intrigado por la situación.

Barty no tardó en responder, inclinándose hacia él.

—Lo primero es relajarse. —Su tono era suave, pero lleno de insinuaciones—. Después, ya veremos.

Pandora observaba con ojos curiosos, mientras se echaba hacia atrás en su asiento, disfrutando de la tensión en el aire.

—Sabes, Remus, no sueles dejar que las cosas te afecten... —comentó con un brillo juguetón en sus ojos—. Pero creo que te vendría bien soltarte un poco más. ¿O me equivoco, Regulus?

Regulus, que estaba más calmado pero con su típica ironía, asintió.
—No te equivocas, Pandora. Creo que Lupin necesita despejarse de... ciertas obsesiones.
Remus entendió de inmediato a qué se refería. No era la primera vez que hablaban de Sirius y James, aunque nunca con tanta franqueza. Regulus y él compartían un lazo silencioso, uno que implicaba sentimientos que ambos sabían que eran imposibles de alcanzar.
—¿Hablas de James y Sirius, no? —preguntó Remus, encendiendo otro cigarrillo mientras observaba a Regulus directamente.
—Exactamente —contestó Regulus sin dudar, su tono firme—. Ambos sabemos que es una pérdida de tiempo seguir enganchados a ellos.
Barty, nunca uno para quedarse callado, sonrió más ampliamente.
—¿Por qué no se olvidan de ellos y buscan algo mejor? —dijo, mientras deslizaba una mano por el brazo de Remus de manera descarada—. Aquí tienes opciones mucho más interesantes. —Evan, sentado cerca, se ruborizó pero asintió en silencio, sus ojos evitando el contacto visual prolongado.
Dorcas y Pandora intercambiaron una mirada divertida, disfrutando del espectáculo.
—Tienen razón, Remus —dijo Dorcas, inclinándose hacia adelante—. Te pasas la vida persiguiendo a alguien que no te corresponde. ¿No crees que ya es hora de cambiar de objetivo?
Remus se quedó en silencio un momento, sopesando la propuesta. Sabía que dejar a Sirius atrás no sería fácil, pero quizás era hora de intentarlo, al igual que Regulus tendría que hacer lo mismo con James. Tal vez, en este grupo de Slytherins, podría encontrar una distracción, o incluso algo más.
—Está bien —dijo finalmente, mirando a Regulus—. Tal vez sea hora de que ambos dejemos de obsesionarnos con personas que no nos ven.
Regulus asintió lentamente, una sonrisa sincera asomándose en su rostro.
—Por primera vez, Lupin, estamos de acuerdo.
Evan y Barty, sintiendo que la tensión se había roto, se acercaron un poco más, mientras Dorcas y Pandora reían suavemente desde sus asientos.
—¿Entonces? —preguntó Barty, su tono lleno de promesas—. ¿Por dónde empezamos?
Remus se acomodó en el sofá, dejando que la tensión se disipara mientras pensaba en lo que vendría a continuación. Conforme la noche avanzaba Remus no apartaba la vista de Evan y Barty, notando la cercanía evidente entre ambos. Sin poder evitarlo, las palabras salieron de su boca antes de que pudiera detenerse.
—¿No están ustedes dos juntos? —preguntó, arqueando una ceja mientras los miraba. Se rumoreaba por los pasillos de Hogwarts, y aunque Remus no era del tipo de creer en chismes, era difícil ignorar la energía que había entre ambos chicos.
Barty soltó una risa suave y pícara, mientras Evan le lanzaba una mirada rápida, sus mejillas adquiriendo un leve tono rosado. Barty, siempre el más audaz de los dos, fue el primero en responder.
—¿Juntos? —repitió, jugueteando con un mechón suelto de su cabello—. Eso dicen los rumores, ¿no? Pero... —se inclinó hacia Remus, acortando la distancia entre ellos—, no siempre es tan simple como parece. A veces, hay espacio para algo más, o alguien más.
Remus tragó saliva, sintiendo el peso de la insinuación. No era ajeno a estas situaciones; había tenido sus propios encuentros y coqueteos a lo largo de los años, pero algo en la forma en que ambos Slytherins lo miraban lo hizo cuestionar si estaba entrando en territorio desconocido.
Evan finalmente habló, su voz más baja, pero firme.
—No somos exclusivos, si es eso lo que preguntas, Lupin. —Sus ojos brillaron con una intensidad que hizo que Remus sintiera un ligero escalofrío—. Siempre estamos abiertos a... nuevas experiencias.
Remus se mordió el labio inferior, considerando sus palabras. Había una atracción palpable entre los tres, una tensión que flotaba en el aire. Durante un momento, el ruido de la fiesta a su alrededor se desvaneció, dejando solo el suave sonido de las respiraciones compartidas entre ellos. Regulus observaba la escena de lejos, con una sonrisa apenas visible, como si supiera exactamente lo que estaba sucediendo.
—Así que, ¿qué dices, Lupin? —dijo Barty en un tono que era todo menos inocente—. ¿Te animas a conocernos un poco más a fondo?
Remus no respondió de inmediato, pero había una chispa de curiosidad en sus ojos que los otros dos no se perdieron.

•••

Horas más tarde, la sala común de Slytherin estaba vacía y en silencio, con solo la luz tenue de la chimenea iluminando el ambiente. Evan, Barty y Remus estaban sentados juntos en uno de los sofás grandes de cuero verde oscuro. El coqueteo y las bromas entre ellos habían evolucionado en una conversación más íntima, dejando de lado las tensiones iniciales.
—Es raro estar aquí, en la sala común de Slytherin —admitió Remus, sintiéndose extrañamente relajado a pesar del entorno.

—Bueno, todo el mundo tiene prejuicios —dijo Evan, con una sonrisa—. Pero, al final del día, somos personas como cualquier otro en Hogwarts.

—Aunque, claro, —interrumpió Barty con su típica sonrisa traviesa—, las mejores personas están aquí.

Los tres rieron suavemente, la atmósfera más cómoda y cercana que en la fiesta anterior. Remus dejó que su mente divagara por un momento, pensando en lo lejos que había llegado esa noche, desde su frustración inicial al ver a Sirius, hasta este inesperado encuentro en la sala común de Slytherin. Había algo liberador en dejarse llevar, en dejar de lado sus preocupaciones por Sirius, aunque fuera solo por una noche.

—Supongo que todos estamos aquí intentando olvidar algo, ¿no? —dijo Remus en voz baja, mirando a Evan y Barty—. Yo, a Sirius. Ustedes... a saber.

Evan asintió, sus ojos encontrando los de Remus.

—Sí, todos intentamos olvidar algo o a alguien —dijo suavemente—. Pero también estamos abiertos a descubrir cosas nuevas.

Remus no respondió de inmediato, pero asintió, sintiendo que, por esa noche, tal vez estaba bien dejar de lado sus enredos emocionales con Sirius. A veces, descubrir cosas nuevas no era tan malo.

Regulus y las chicas habían desaparecido en algún punto de la noche, dejando a Remus en compañía de Evan y Barty, quienes seguían intercambiando miradas cómplices, su atención completamente centrada en él. Remus sintió la tentación de dejarse llevar, de experimentar algo diferente. El peso de los últimos meses, de sus emociones no correspondidas, pareció desvanecerse un poco en esa noche silenciosa en las mazmorras de Hogwarts.

A medida que las horas pasaban, la conversación se volvía más fluida, más íntima, y los tres comenzaron a relajarse por completo en la compañía del otro, permitiéndose olvidar el mundo exterior por un tiempo. Remus no sabía qué esperar de esa noche, pero estaba dispuesto a descubrirlo, con la certeza de que, al menos por un rato, había dejado sus preocupaciones atrás.

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