Karma

Harry Potter - J. K. Rowling
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Karma

Sirius suelta un suspiro de puro gozo mientras se deja caer en el colchón, toda la cama rebota ante su peso y él disfruta la suavidad de las mantas y almohadas que lo rodean. No abre los ojos cuando el mismo colchón se hunde a su derecha, una sonrisa en su rostro cuando siente como Remus se acurruca con él, su cabeza en su pecho y aferrando a su cintura. Las cobijas alrededor cubren su desnudez, pero no otorgan ningún calor, pero esta bien, pues la pasión recién compartida hizo suficiente trabajo en dejarlos con una cálida satisfacción. Por la ventana pueden ver la fría noche de invierno, la nieve cae, pero ellos se mantienen tibios y cómodos en los brazos del otro.

Las suaves y perezosas caricias abundan entre ambos, un momento de intimidad más fuerte que el del clímax pasional.

—¿Severus no va a sospechar si no regresas esta noche? —farfulla Remus, regresando el peso de la realidad a sus acciones, temeroso y culpable, pero egoísta por la forma en la que sostiene con más fuerza al hombre bajo suyo.

A como toda respuesta, Sirius resopla y niega, viendo el reloj en la mesita de noche.

—Cree que estoy con Regulus para resolver lo de la empresa. Sabe de los problemas y no se sorprendería que me quedara a dormir para arreglarlos. No sospecha nada.

—Mhm. —No hay respuesta con más palabras, porque si dice más, la amarga culpa y ácida realidad arruinaran el dulce momento de mentiras e ilusiones que han construido entre ellos.

Y es que lo sabe, Remus sabe que está mal, que es inmoral, cruel y mezquino lo que están haciendo. Snape nunca hizo nada para merecer esta traición, sí, nunca fueron amigos, pero jamás sufrió a cuenta suya, teniendo los secretos sobre él como para arruinar su vida y en vez quedarse callado, Snape cerro la boca al respecto, no amenazó con decir nada, no chantajeo ni busco nada a cambio, tampoco lo vio con malos ojos. ¿Y que hace Remus para pagarle? Duerme con su prometido.

Sí, ninguno lo quería al inicio. Después de años de tira y afloja, ellos dos habían llegado a esa extraña relación, donde tendrían encuentros de pasión, dulces intercambios y amorosas palabras intercambiadas, pero mantendrían una silenciosa distancia estando a ojo público, frente a James y Peter, solo serían los mejores amigos con tendencia al contacto físico. Y Remus estaba bien con eso, o al menos eso pensaba, hasta que sucedió. Cuando Regulus introdujo a Snape como socio de la compañía, Sirius había hecho un escándalo, acusándolo de mil y un cosas de las cuales la mitad eran mera especulación y chismes de secundaria. Snape se mantuvo tranquilo, pero no pasivo.

Extrañamente, James no tuvo problemas con él, tampoco Peter. James acepto su incorporación sin pestañear ni gritar, le dio la razón a Regulus y le dio la bienvenida a Snape, saltando directamente a la negociación de un contrato. No entendió de dónde venía la buena voluntad al muchacho que James molestaba por diversión, hasta que una tarde James se lo confeso mientras compartían un vaso de Whiskey.

—Algunos nos damos cuenta cuando nos equivocamos, pedí su perdón hace mucho tiempo, acepte sus insultos y valide su dolor como real, no pague por el daño que le hice, pero al menos intente ayudar a sanar.

Y Perter, bueno, él nunca fue directo participe dentro de las burlas y bromas, podría decirse que, de todos, él llevaba mejor relación con el azabache. Sirius por otro lado....Tomó varias sesiones, juntas y resultados para que la tensión entre los dos se aminorara lo suficiente para que pudieran estar en el mismo espacio sin insultarse mutuamente. Iluso de su parte el confiarse al respecto.

La tensión que alguna vez fue mala sangre, se volvió un extraño coqueteo entre ambos. Nadie parecía sorprendido por cómo se iban doblando las cosas y Remus tuvo que quedarse en un doloroso silencio. Cada coqueteo era como una aguja, cada roce un corte y cada encuentro un falso consuelo. El día que anunciaron su relación, Remus sintió los fragmentos de su corazón clavarse en su pecho, horribles celos sangran de esas heridas y se cierran en cicatrices de envidia. Envidia de que Snape puede tener a Sirius abiertamente y él no, que puede tratarlo como una pareja y él no, que él es el secreto de Sirius mientras Snape es la pareja oficial que todos reconocen y tratan.

Y sabe que está mal, que no debería sentirse así, pero no es útil saberlo cuando no puede sentirlo. Pensó que no lo harían más, rechazo a Sirius las primeras veces, pero después ya no pudo hacerlo, deseoso de tener al menos una parte de él para si mismo.

—Relájate, —le pide Sirius mientras acaricia su cabello, —ha estado muy ocupado con las negociaciones, ahora ya esta debe estar dormido.

Snape no solo aportaba talento y orden, aportó algo que solo Regulus menciono antes: conexiones.

Incluso si los dos hermanos Black eran de cuna alta, Sirius se había hecho de varios enemigos y muchos más problemas con las familias poderosas y empresas, apenas la influencia de Regulus y James eran suficiente para alivianar las tensiones del pasado. La misma fama interna fue suficiente para que contratos de renta de oficinas fueran rechazados, encontrar proveedores fuera complicado, les habría ido mejor encontrando agua en un desierto que inversionistas y ni hablar de voluntarios a ser asociados. Con lagrimas de sangre y sudor pudieron conseguir a Valkyria Enterprises, dirigida por Lily Evans, Marlene McKinnon y Dorcas Moedawes, pero el tamaño de Valkyria y Marauders juntos era apenas suficiente para subsistir entre la marea del mundo empresarial.

Desde la escuela, Snape se había hecho una bolita de amigos de alto poder, nunca entendieron como y en su momento dio pie a crueles rumores y palabras, pero esas amistades y conexiones habían prevalecido, y ahora, como adultos, resultaban realmente útiles. Lograron abrir más sucursales y oficinas gracias a que Snape tenía tratos con los Avery, conseguir mejores y más escasos artículos por como los Rosier cedieron, y ni hablar del fondo de inversión que tienen porque Malfoy cedió de una vez. Incluso lograron hacer despegar un nuevo proyecto gracias a la incorporación de los Mulciber al grupo de asociados, tan misteriosos como ellos mismos, no usaron intermediarios y atendió la reunión su único heredero.

Klaus Mulciber resultó ser tan aterrador como Lucius Malfoy cuando se trata de negocios. La única diferencia es como se acerca, como una serpiente que tiene los colmillos ocultos, ese Mulciber sonríe y sigue platicas banales, pero cada palabra viene con una gota de veneno que lentamente va haciendo la platica tensa. Con falsa gentilidad remarca los errores que ve, los detalles que no le gustan serán señalados casi con mofa y es tan, pero tan impredecible. Un misterio andante que espera a que des un paso en falso para atacar.

Los modales de Regulus lo aburrieron, la objetividad de Remus lo irrito, el carisma de James lo harto, la serenidad de Peter lo canso y la audacia de Sirius lo molesto, nadie pudo sacar nada más que palabras venenosas y sutiles humillaciones de ese hombre. Nadie supo cómo tratarlo...excepto Snape, que parecía conocer sus mañas, gustos y patrones. El rostro de Mulciber cambio por completo cuando Snape tomó control de la conversación. Sabe que fue un golpe al orgullo de Sirius como Mulciber apretó la mano de Snape y no la suya, una forma de decir que tenía trato con Snape, no con la compañía en general.

Y desde ahí las cosas fueron en una montaña rusa que tienen a un Remus abatido, cansado, culpable y egoísta.

Porque después de aquella reunión, los Mulciber dieron el visto bueno y de repente Mulciber estaba alrededor mucho más de lo que le gustaría. Un ojo alerta que nota cualquier pequeño detalle, y era tan molesto, porque Mulciber miraba hacia abajo a todos los que le hablan, los manda a volar, finge escuchar con una sonrisa para después olvidar cualquier cosa dicha, solo cede cuando es Snape quien habla con él o el tema es serio.

Porque cada vez que Mulciber mirara abajo a Sirius pero arriba a Snape, Sirius se frustraría, pelearían e iría con Remus por consuelo, como si necesitara que alguien más le afirmara que es bueno, que es bueno en los negocios y solo es que Mulciber es un cretino y Snape un cínico. Y Remus, contra su buen juicio, estaba ahí, con él, abrazándolo y asegurando que no había nadie equivocado en la situación y solo fue un choque de ideas.

Lento, la envidia que sentía se metió de nuevo en el camino de su vida.

Envidia de que él no era como Snape.

Iniciaron igual y aun así tenían mundos aparte.

Ambos iniciaron desde abajo, con una familia pobre que luchaba por sobrevivir cada día de sus existencias, su educación a manos de todos los planes y becas que el estado tuviera para ofrecer, a la merced de que tan buenos eran sus promedios. Sin apoyo, porque a nadie le importan dos niños pobres que quieren un futuro. Sí, Snape viene de una familia mucho más violenta, lo más agresivo que Remus vio entre sus padres fue una discusión sobre las tuberías y no paso de un par de gritos. Snape se quedo sin madre a los 15 y sin padre a los 16. Remus se pego a sus amigos ya hechos, Snape escogió más, Snape comercializo con su talento, se hizo un nombre entre personas importantes a las que Remus normalmente evitaba para no tener problemas o ratos incomodos.

Snape fue capaz de tragarse la rabia de ver la diferencia de vida y usarla como impulso para continuar. Años después ahí están, con Remus siendo parte de la empresa que con tanto esfuerzo formaron los cuatro, Regulus uniéndose después con su compañía individual, pero Snape tenía las conexiones. ¿Era por esas conexiones que Sirius no temía decir que estaban en una relación, como con él? ¿Era porque Walburga Black acepto mucho más grácilmente a Snape como yerno que a Remus como invitado? ¿Qué tenía Snape que Remus no? ¿Por qué Sirius estaba dispuesto a salir con el públicamente, pero con él no?

Esa fea envidia comenzó a hacerlo pecar, a hacerlo odioso y algo más, porque cada pequeño error que Sirius cometiera alrededor de Mulciber guiaría a una pelea con Snape y eso terminaría con Sirius y Remus abrazados en la cama. Como el sucio secreto que era su amorío, sucio y cruel, porque Remus sabe que, al menos un 80% de las veces, Snape tiene razón, pero no tiene el valor para decírselo a Sirius y no tiene la fuerza para controlarse a si mismo de causarlo. Él quedaba como intermediario entre los cinco, entre James, Peter, Sirius, Severus y Mulciber, los papeles que manejaba siempre tenían conexión directa con alguno y era tan sencillo solo...confundir un poco las cosas para tener a Snape irritado, a Mulciber hastiado y Sirius enojado con ambos.

La asquerosa satisfacción que sintió cuando, durante una junta de equipo, se pelearon a gritos con Mulciber de por medio. Porque Sirius, queriendo probarse, como siempre, quiso tomar decisiones sin consultar a nadie, teniendo como resultado a los Mulciber indignados y Avery enojado por ser dejado entre las dos empresas, sin una respuesta clara y usado como peón. Se controlo durante una junta, donde Snape llamó Sirius un idiota inmaduro y volátil, lo era, pero no había razón para decirlo en frente de todos, menos frente a Avery y Mulciber, los cuales no hicieron más que estar de acuerdo.

Sirius tiende a olvidar sus privilegios, tiende a ignorar como hay prejuicios en su actuar o hablar, todo porque nunca le trajeron consecuencias, hasta ahora. Y es que ahora, las tensiones estaban más fuertes que nunca por la misma ceguera de Sirius.

Los Mulciber estaban irritados, la alianza estaba menguando, y para intentar mediar las aguas, Peter ofreció una cena, donde toda la familia Mulciber sería invitada, una disculpa y una tregua. Snape accedió y solo porque él se lo pidió es que Klaus Mulciber acepto ir.

La cena salió mal y lo que sigue.

La pareja era más intimidante que su hijo, con una alta y elegante mujer con un gesto serio e inamovible, y un hombre tan fornido como un atleta, los dos con un aire de misterio y una sonrisa que pretende ser amable pero solo logra parecer una amenaza, no hay necesidad de una prueba para saber que Klaus Mulciber es su hijo, con solo pararse entre los dos es suficiente para dejar en evidencia la perfecta mezcla de rasgos entre sus dos padres, con la imponencia de su madre y la intimidación de su padre. Saludaron educados a cada uno con un apretón de manos y un asentimiento, pero fue obvio como el saludo hacia Snape fue mucho más... gentil y familiar, menos diplomático. La forma en la que el señor Mulciber lo abrazo y la señora Mulciber acaricio su brazo no pasaron desapercibidas por nadie.

Ni por Sirius.

Y claro que Sirius tuvo que comentar como las brillantes ropas de la pareja no eran tan elegantes, y de haber sabido, se habría traído una camiseta. Si se callo es porque James llego con su colorido kurta y le piso el pie con suficiente fuerza para romper una mesa, casi con los ojos haciéndole un hoyo en la cabeza.

Snape prometió Iyan para la señora Mulciber, un platillo típico de sus raíces y un gesto de empatía, el mismo platillo que Remus, presa de sus peores instintos, dejo que se arruinara, horrorizado de lo que hizo, se fue antes de tener que enfrentar lo que hizo, encontró a Sirius y fingio que no venía de la cocina. Su sangre se enfrio cuando Regulus hablo y comento el accidente con el platillo, diciendo que Snape necesitaba un poco de ayuda, y Sirius, indiferente Sirius, le quito importancia a eso.  Esa noche, el azabache tuvo que improvisar junto con Klaus Mulciber un Obe Egusi en disculpa. Y cuando la señora Mulciber, confundida de porque el cambio de platillo, pregunto la razón, Sirius no tuvo mejor idea que decir:

—No era muy francés.

Incluso Regulus tosió sorprendido, teniendo que ser socorrido por James para no ahogarse con el bocado, la mirada que Snape le lanzó desde el otro lado de la mesa podría haberlo matado en ese mismo instante, la sonrisa de Klaus Mulciber se apretó casi en un gruñido y el señor Mulciber bajo su copa; los dos hombres Mulciber juzgando su respuesta, pero entonces Euphemia Potter tosió.

—Chistoso, nunca te preocupo que tan francés eran los platos que te serví cuando estabas en la preparatoria, ¿No?

Tal vez olvidó la vena hindú que domina en los Potter, como los Potter lo acogieron y alimentaron cunado su propia familia lo rechazo y echo por una pelea, como llego hambriento y practico aspiro la comida que fue puesta enfrente suya, una comida que de ningún modo era inglesa. La señora Mulciber resopló ante eso, entonces se giró a Snape y dejo una suave caricia en su mejilla, una amable sonrisa mientras dice:

—Sé lo del accidente con elIyan, te agradezco el gesto, querido.

Snape casi se desmaya del alivio de no haberla hecho enojar. La conversación se va con los Potter, ellos tan grácilmente hablan, su charla es suficiente para relajar a los Mulciber, la comida es deliciosa y variada, cocinada perfectamente y llena la sala con un delicioso aroma, pero Remus no puede evitar comer solo unos pocos bocados por la culpa que ata su estómago.

Y claro, al día siguiente recibieron la carta de como los Mulciber se retiran de la mitad de los proyectos, o, más específicamente, los proyectos que estén relacionados con los Black. Fue una explosión de pelea, Sirius gritando por ser una exageración, Regulus hecho una furia por lo que eso significa para él y Peter avergonzado por como eso paso durante la cena a la que él los invito, solo se detuvo cuando el mismo James le dio la razón a los Mulciber, señalando todas las faltas de respeto que han sufrido.

—¡Te burlaste de su ropa, comida y acento! ¡¿Qué esperabas?!

—¡Que se rieran!

—¡Esas bromas les cuestan la vida, Sirius!

De repente un libro de historia es aventado en la mesa por Snape, llamando la atención de todos. Sirius lo ve, esperando una explicación que consigue.

—¿Por qué no lo abres, lees como tus dos razas jodieron su vida y existencia, y después me dices cuantas razones tendrían para querer ser franceses, eh? Puto mimado. —Y de repente la mirada negra fue hacia Remus, el peso de la culpa lo hizo hundirse en la silla ante la obvia acusación— Y tú, puedo perdonar tu incompetencia con los papeles de contaduría, pero la próxima vez que tu puta estupidez te haga olvidar que, sin mi silencio a tus sucios secretitos, no estarías aquí, me encargare de regresarte al oscuro agujero de donde salimos— amenazo en un siseo, el veneno goteando de cada palabra con una verdad implicada.

Una verdad que solo Snape puede saber, por lo que Sirius se fue directo en su contra.

—¡No culpes a Remus de tus errores con el fuego! ¡Tu olvidaste apagar la estufa!

Incluso James se quedo callado ante la mirada de Snape hacia Sirius. Claro, porque era muy creíble que un bioquímico que tiene licencia para manejo y experimentación con materiales de alta volatilidad y con varios títulos, premios, diplomas y reconocimientos ganados a base de su carrera olvidaría apagar la estufa y dejaría que su platillo se quemara. Y ese asfixiante silencio duro hasta que Snape se enderezo y se giro hacia Regulus.

—Los Mulciber están dispuestos a trabajar contigo una alternativa, —y después miro a Sirius antes de completar— pero solo contigo.

Y esa tarde, Sirius llego a buscar consuelo con Remus.

Tan desesperado como siempre, espero a que Snape saliera a atender asuntos con Malfoy para tener cancha libre. Fue asaltado durante su trayecto de regreso a su escritorio, encerrado en un closet de escobas con fuertes brazos a su alrededor y labios demandantes sobre los suyos. Y Remus, como siempre, cedió, porque no podía evitar amarlo, incluso con esos prejuicios y fallas, eran las fallas de Sirius y eso era suficiente para dejarlas pasar y perdonarlas, porque, sin ellas, Sirius no sería Sirius.

Pero claro que las cosas no podían quedarse así.

Remus jamás olvidara la mirada de Mulciber. Cuando minutos después salieron por separado y el giro el pasillo, solo para encontrarse con un sonriente Mulciber, recargado sobre una puerta, tan campante como si no hubiera salido de la maldita nada, y que lo cuestiona sobre donde anduvo.

—No pensé que te importaría un carajo donde estuviera— le dice, intentando esconder sus nervios, pero Mulciber ladea su cabeza y lo ve como si fuera la cosa más divertida en el planeta.

—No me importa, pero entiendo a que ti tampoco— y Remus se apresura a irse.

Y desde ese día, todo cambia.

Las peleas que tiene Sirius con Snape se vuelven peores, y odia verlos reconciliarse, Mulciber ronda alrededor mucho más que antes, una maldición y bendición al mismo tiempo. Porque con él cerca, Sirius no se tarda en explotar en ira ante cualquier cosa, pero también es bueno porque la preferencia de Mulciber hacia Snape, hace que este mucho más ocupado que de costumbre, pueden pasar días sin ver ni un pelo de Snape alrededor y días enteros encerrado en la oficina de Mulciber para resolver y negociar otras cosas.

Como ahora.

Las tensiones en el aire están más fuertes que nunca. Las negociaciones con los Mulciber se han complicado, las demás empresas, inversionista y asociados cuestionan si vale la pena seguir en más proyecto con Marauder, viendo como un importante miembro se retiro de muchos sin más explicación, no quieren apostar dinero a un juego perdido y tampoco quieren quedar en medio de una pelea más grande, y quieren hablar con los Mulciber y con ellos, pero los Mulciber (O, más bien, Klaus Mulciber) solo aceptan ir a esas reuniones si es Snape quien las dirige. Los asociados, inversionistas y proveedores buscan respuestas y aclaraciones, garantías y renovaciones de contrato ante las nuevas posibilidades de riesgo, la inestabilidad es peligrosa en ese mundo. Han pasado noches enteras juntos porque la constante exigencia a la presencia del azabache les da libertad para encontrarse muchas más veces, más fácil y con menos estrés, con la mitad del cuidado. Y esa estúpida mentira le hace sentir que no esta pasando nada, que tienen una relación normal, se permite hundirse en esa fantasía por el tiempo que pueda.

—Lo llamare.

—No vamos a hacer una llamada erótica— advierte, a lo que Sirius se rie, un sonido tan lindo, pero tan pesado si se piensa en porque sale.

—Sigo pensando que valdría la pena, un poco de adrenalina no lastima a nadie— le quita importancia mientras alcanza su teléfono y lo desbloquea, pasando entre los contactos.

Y Remus cierra la boca cuando el timbre suena, porque hablar es hacerlo real.

—Hey, Sev— saluda Sirius con ese tono empalagoso, uno que también usa con Remus. —¿Cómo van las cosas por allá? ¿Sigues en el edificio del norte? Es un poco tarde, supongo que te quedaste en el hotel— afirma, puede escuchar la respuesta del otro a través del teléfono, puede escuchar su optimismo sobre una resolución con los Mulciber.—Oh, ¿Estas de buen humor? —Y escucha una ligera risita, y una afirmación.

Eso es extraño, normalmente Snape se molesta cuando tiene que quedarse en un hotel para pasar la noche en vez de regresar a su casa. Llega insultándolos y acusándolos de que su torpeza le cuesta a él horas de preciado sueño, que es ridículo como él tiene que arreglar los desastres de hombres adultos que juegan con numeritos.

De repente la mano que acaricia su cabeza se detiene de golpe y el cuerpo bajo suya se tensa. Confundido y algo alarmado, mira arriba, el ceño de Sirius esta algo fruncido mientras intenta escuchar con atención al otro lado de la línea.

—¿Qué es...? ¿Estás con alguien? ¿Qué es ese sonido? ¡Severus!

 

 

 

 

 

 

 

Ha tenido esa sospecha desde hace mucho tiempo. Más del necesario.

La rara relación entre Black y Lupin era obvia para cualquiera que tuviera dos ojos en la cara, incluso un ciego como Potter podía ver que había cierta tensión entre sus dos amigos, tal vez prefiriendo ignorarlo que mencionarlo y destrozar la unión que tenían.

Como circulaban uno alrededor del otro, idiotas con cabezas duras y cobardes ante lo que significa.

Al salir de la universidad, pudo haber ido con cualquiera, podría haber ido con los gemelos Carrow a su industria farmacéutica, podría haber ido con los Bulstrode, interesados en el desarrollo de prendas, o incluso con los Rosier. Con cualquiera, pero cedió a los bonitos ojos grises de Regulus cuando este pidió su ayuda.

Cuando llegó a la empresa pensó muchas cosas, tal vez que por fin habían cogido durante alguna borrachera y se habían liberado finalmente o quizás que se habían rendido. El tiempo y madurez les había sentado bien, a todos los merodeadores de esa mesa, se atreve a decir que a Pettegrew y Potter les fue mejor en el ámbito de madurar, ambos siendo capaces de pararse frente suya y reconocer todo el daño y dolor que infligieron. Tomaría mil y una vidas que él pueda perdonarlos, pero al menos esa disculpa servía como una garantía de que, en realidad, estaba lidiando con adultos y no con niños gigantes. Los vio trabajar y vio la eficiencia y profesionalismo, era un buen trato el que ofrecían.

No sabía que se metió en sí, la tensión que había con Black era tan extraña. Era rudo durante sus juntas, todo el primer semestre de estar trabajando para esa empresa se paso en peleas verbales, estúpidas bromas e infantiles provocaciones. Ni él mismo tiene claro cuando comenzó todo ese rollo romántico con Black, solo que, de un momento a otro, el espacio entre ambos era apenas suficiente para sostener un alfiler y el calor compartido podría haber quemado a ambos. No sabe si fue que, a diferencia de sus años escolares, ahora si parecía un rival de verdad, no sabe si le emocionaba la adrenalina de una pelea que de hecho puede ganar o la satisfacción de ver el rostro de Black ante su derrota.

Porque ese es otro detalle: Black ama competir, pero odia perder.

Tal vez por eso es por lo que fue Black quien lo beso primero, deseoso de ser el primero en romper ese extraño círculos en el que se habían metido. Y él odia quedarse atrás, así que lo siguió.

Y de repente la tensión que tenían tomo un giro que no espero, la competencia eterna se tornó...intima, como si necesitaran que uno presionara los botones del otro para dar lo mejor de sí y después regodearse del resultado, porque, en esa especifica situación, los dos estaban del mismo lado, una victoria para uno era una victoria para los dos.

Después de un reto ganado por él, Black los proclamo en una relación, y Severus no sería el primero en echarse para atrás, aferrado como un koala a la promesa de emoción, estabilidad y respaldo, porque eso necesitaba en la vida y eso era algo que Black podía darlo, aunque fuera a su rara manera.

Y claro que lo notó.

Primero se limito a sutiles gestos, a desviar la mirada u ocuparse en otra cosa, pero cuando Black lo halagaba, le sonreía, tomaba su mano, le daba un pequeño beso en la mejilla o peinaba su cabello, los ojos de Lupin se oscurecerían con otro de sus miles de secretos. Secretos que no es bueno manteniendo en primer lugar.

Secretos que pudieron haberlo matado en su momento, pero decidió cerrar la boca, ¿Por qué? Porque el mismo Severus tenía secretos que podrían hundirlo aun más abajo, un niño sin hogar, sin padres y valiéndose por si solo hace cosas desesperadas por sobrevivir. Por mero valor moral se calló, no queriendo ser él quien destruya su oportunidad de vivir, ambos provenían del mismo vacío y ambos podrían recaer en él en cualquier momento.

Se oscurecían de una forma que Severus reconocía, porque él ya había portado esa mirada hacia años atrás.

Veía su mueca casi adolorida con cada interacción, veía el deseo y las ilusiones ser rotas, y cualquier cosa que pasara entre ellos, se volvió más turbia con la situación amorosa.

Él lo sabía, carajo, lo sabía.

Esos dos se creían los más listos, pero no era ningún maldito idiota, él vio la forma en la que se daban miradas, los celos en los ojos de Lupin y la picardía en los de Black. Pero jamás quiso mirar en esa dirección, la negación corriendo fuerte por sus venas.

No podría perder dos veces en ese juego del amor, ¿Verdad? Eran solo imaginaciones a bases de recuerdos, nada más que su confianza menguar ante un patrón ligeramente conocido. No era nada, solo eran Lupin encaprichado por nunca haber sido valiente y la naturaleza irritante de Black al notar que tiene la carta ganadora en algo, sin importar si son sentimientos o viles juegos.

Se perdió en eso, fingía ignorar las excusas, finge no ver como Lupin se volvía cada vez más temeroso de verlo a los ojos, pero mezquino al revolver papeles y equivocarse en trámites, todo para ponerle piedras en el camino y causar peleas con Black. Tal vez por eso comenzó a hacer los tratos en persona e inicio una silenciosa competencia (O un método de auto consuelo, porque si eres útil pueden amarte), donde el más eficiente para la empresa gana.

Convencer a Edmund de que rentarles oficinas valdría la pena fue lo primero, con ayuda de Pandora logro que Evan accediera, y bueno, Lucius era feroz en el mundo de los negocios, no por nada Malfoy era una de las familias más millonarias de toda Inglanterra, no mentiría y negaría que se aprovechó de su amistad de años para hacerlo ceder.

Mulciber, por otro lado...

—Te esta engañando con ese secretario.

Fueron las amables palabras que le soltó Klaus cuando salieron de la primera junta, donde Klaus acepto ser parte de la junta de asociados. Su conversación salvaguardada del oído publico por el bajo volumen y el movimiento que pretendía ser un abrazo.

Severus cerro los ojos para darse paciencia, se alejo del abrazo y siguió la conversación como si no hubiera escuchado esas horrendas palabras que hacen su corazón hundirse.

—Fue bueno verte otra vez, Klaus, espero que puedas saludar a tu madre de mi parte.

Klaus ladea su cabeza y sonríe, acercándose al lujoso carro negro que se estaciono justo enfrente. Lo ve abrir la puerta, espera a que entre, pero Klaus se voltea sobre sus pies y mantiene la puerta abierta mientras señala con su mentón adentro, su otra mano extendida en su dirección a modo de invitación.

Como lo hacia hace años.

—No hemos hablado en años, ¿Por qué no tomas un café conmigo y podemos hablar de las relaciones entre socios? ¿Mhm? Estoy seguro de que mi madre amaría un saludo en persona en vez de un teléfono descompuesto— sonríe de nuevo.

—Es amable de tu parte, Klaus, pero debo—

—Na-ah, acabas de cerrar un gran trato para ellos, te ganaste un descanso.

Y sin esperar respuesta, Klaus toma su muñeca y lo jala dentro del auto. El agarre no era férreo, sin verdadera fuerza, apenas sus dedos sobre él, sería muy fácil liberarse solo quedándose parado, pero hay cosas que no cambia, y él nunca había sido capaz de negarse a Klaus. Simplemente se deja arrastrar al carro y ser llevado por él. No sabe a donde van y el choffer conduce en silencio, el único sonido es el suave ronroneo del motor. Eso al menos hasta que Klaus le indique que se estacione en un café de cadena, uno lleno de gente y una larga fila.

El choffer los dejo en soledad cuando Klaus le pidió ir por dos cafés, el hombre no se negó ni tampoco dijo nada al respecto, tal vez consiente de que, sea lo que sea que va a pasar en ese carro, no es de incumbencia. Severus ve al choffer entrar a la cafetería. De nuevo el silencio, frio y pesado silencio que se vuelve una tortura por el mismo hecho de estar solos.

—Sabes, cuando mi padre dijo que Potter intentó de nuevo una alianza, venía con ganas de reírme un rato. —Comienza a hablar Klaus. Severus lo mira, pero la atención de Klaus esta en la calle. —Jugar con su ego, es un buen negociador y da buenas ofertas, pero peca de soñador, incluso considere joderle un trato para asegurarme de que tuviera un mal rato con los demás, parecía lo único justo...hasta que te vi, sentado junto a Black.

Y Severus desvía la mirada, sudando frio ante el cambio de su voz, queriendo huir de su mirada, del peso de sus acciones. Casi puede sentir como los ojos de Klaus se fijan en él, su intensidad cava un imaginario hoyo en su cabeza.

—Años, Severus, han pasado años desde la ultima vez que hablamos, ¿Y cuando te veo de nuevo estás en esa mesa, con la gente te arruino, lastimo e hizo llorar, asegurando su éxito y de la mano con Black? —reclama, su voz gruesa hace que su tono severo se siente como un regaño directo al alma, ni siquiera esta gritando o furioso, pero la sensación de decepción e irritación es palpable. —No te juzgaría si te hubieras vuelto algo de Malfoy, Edmund, Evan, Barty, incluso con Burbage, ¡Pero de toda la gente con la que pudiste enrollarte, elegiste a Black!

—Fallo en entender que tiene que ver nada de esto con saludar a tu madre— sisea de regreso, cada vello de su cuerpo erizado, cual fuera un gato, desesperado por defenderse, protegerse ante la verdad ser aventada a él por la persona a la que jamás podría dañar.

Y Klaus se ríe sin humor ante su respuesta, ahora peinando sus trenzas hacia atrás, se permite verlas. Le gusta la forma en la que enmarcan el rostro de Klaus, como le dan un aire más maduro, estable y sólido, diferentes a los salvajes rizos de su adolescencia.

—Olvide lo terco que eres— termino por decir.

—Olvide lo imprudente que eres— le respondió.

Klaus respiro profundo unas cuantas veces, las necesarias para que la tensión en su cuerpo deje de ser dolorosa y sus pensamientos una bola de nieve sin sentido ni razón. Y Severus espera, espera sin decir nada.

—¿Lo perdonaste? ¿Perdonaste a Black? —Rompe el silencio Klaus, su vista a la nada.

—No, no perdone a ninguno.

—¿Entonces como puedes salir con él?

—No lo se. —de todas las personas a las que puede mentirles sin parpadear y hasta usar el nombre de su madre, Klaus no es una.

Klaus asiente a lo dicho, sus hombros por fin se relajan y el hombre se gira lo suficiente en el asiento para encararlo, Severus haciendo el mismo movimiento. Hay algo en la mirada de Klaus que Severus se niega a reconocer, se niega a ello y se obliga a confundirlo con confusión.

—Dime una cosa. Después de años de acoso, de burlas y chismes, crueles bromas, hoy en día puedes estar con ellos e incluso salir con uno, ¿Eso significa que puedes perdonarme a mí?

Su estomago es de piedra a este punto, el pasado es amargo cuando lo único bueno que tuvo se acabo, trato de enterrarlo y hacer las pases con ello, pero siempre encuentra fracaso al intentar olvidar. Y recuerda esa noche, recuerda las palabras dichas, lo recuerda tan vívidamente que duele como esa vez.

Y duele más que Klaus busque un perdón que no le corresponde, porque él no tuvo la culpa de nada.

—Klaus.... No tengo nada que perdonarte. Es-Esto fue un error, debo regresar, yo—intenta huir de nuevo, un patético intento. Él nunca ha sido bueno alejándose y dando la espalda a las personas que quiere, ya lo hizo una vez y tomó tanto de si, que no cree ser capaz de hacerlo otra vez.

Apenas alcanza la maneta de la puerta cuando una mano más grande cae sobre la suya. No quiere voltear, no debe, por el reflejo del cristal delante suya puede ver el rostro de Klaus, su mentón sobre su hombro y casi encima suya. Es tan cálido como recuerda, más fuerte y grande de lo que fue cuando tenían apenas quince años, y lo único que es capaz de hacer es congelarse.

—No te vayas, no de nuevo— casi ruega en un susurro—, si puedes olvidar las crueldades de ellos, entonces olvida, por favor, olvida la crueldad de esa noche. Olvida lo que sucedió y déjame estar cerca también.

—Klaus...

—No pediré nada más. Hare un buen trabajo como socio y me encargare de que los proyectos salgan bien, tolerare a esa banda de tarados. Solo déjame estar cerca.

Nunca fue bueno negándose a Klaus.

Y Klaus nunca fue bueno siendo sutil.

Porque de repente estaba en todos lados, siempre, si voltea, ahí esta. Fiel a su palabra, solo pide estar cerca suya y es todo lo que hace. Claro que no intuyo el costo de eso, y es que Klaus era tan malditamente obvio. Ignora a los demás de la empresa, a todos, no se reúne con Valkyria y casi se duerme durante las juntas, pero aun así es hábil, tiene la facilidad para los negocios y la demuestra. No tiene reparo en llamar inútil a Lupin o a Black cuando ve errores básicos, no se muerde la lengua ante las torpezas. Muchas veces no se mueve de su escritorio si no es Severus quien lo va a buscar y no cede a hacer algunas tareas si él no va a pedírselo o promete quedarse un rato, ya sea a ayudarlo a completarla o simplemente cerca.

Tanta atención puede con Severus, que hace tripas corazón y cede a los caprichos de Klaus, claro, porque son solo suyos, porque el no busca la menor provocación para ir.

Pero estar con alguien que no podría ignorar una mosca a 15 kilometros no ayuda a su propia conciencia, porque Klaus odia a Black más que a nadie, lo detesta con cada fibra de su cuerpo y sabe como molestarlo, sabe clavar sus uñas en ese enorme ego de un modo que lo hace sangrar, y Black regresa, siempre regresa con una patada.

—Puta madre, ¡Lo hizo a apropósito, carajo! —reclama Klaus una vez salen de la junta, Severus no se espanta por su furia, demasiado metida en la propia, ambos en la sala vacía, Edmund se fue soltando maldiciones, pero cedió a las explicaciones y pedidos para continuar, no sin antes advertir que, un error más así, y pedirían sus propiedades de regreso.

—¡Ya lo sé, mierda! ¡Lo sé!

—¡¿Qué se cree ese tarado?! ¡Es por nosotros que puede ordenar! ¡¿Y cree que tiene el derecho a interrumpir así?! ¡¿A tomar esas decisiones sin hablar con nadie?! ¡Ya sabía que no tenía respeto, pero su puta audacia es sorprendente! ¡Aunque es obvio que no va a respetar ningún compromiso por—

—¡Klaus! —ladra en advertencia.

Klaus le mantiene la mirada antes de alcanzar un folder y sacar un papel de ahí.

—De nuevo, otro maldito error de ese cabrón— le dice Mulciber mientras le entrega la hoja, una que Severus lee por encima, el error saltando a sus ojos. Y suspira, porque lo sabe, sabe que Lupin ama poner piedras en su camino, especialmente los días en que los ve llegar juntos. Al parecer decidió usar a Klaus como medio de conflictos entre ambos, usa que es honesto, directo y tan fuerte como para aguantar las consecuencias para meterlo entre él y Black, como una pala.

Klaus no volvió a mencionar sus sospechas, pero no era necesario, las miradas que le mandaba eran acusaciones silenciosas. Como ahora, brillan de ira y aun más de odio ante la situación, del descaro y desprecio.

—¡Uno jode todo por lo que trabajaste y el otro te sabotea desde adentro! ¡Entre los dos juegan contigo y me harto de verlo y no decir nada!

—¡No te corresponde decir nada!

—¡Me corresponde porque parece ser que soy el único leal a ti!

—¡Cállate! —el grito escapa de su garganta antes de poderlo frenar.

Un silencio espectral llena la sala, la amargura de sus situaciones flota entre ellos mientras el dolor apuñala a Severus. No puede ser otra vez, no quiere sentirlo otra vez, no puede ser cierto. No es justo que Klaus lo diga, porque entonces es cierto.

Klaus entonces suspira, acercándose a donde él, una de sus manos se extiende para alcanzarlo, tocar su brazo.

—Verus, yo—

—Solo...déjalo así. Yo me encargo. —promete mientras se aleja.

Y la única solución que encontró fue una cena que Pettegrew organizó.

Otra ola de pánico.

Porque tendría que enfrentarse al matrimonio Mulciber.

Esa noche ve las fotos de su celular, fotos que llevaba años intentando borrar, pero nunca tuvo la fuerza para hacerlo. De cuando cumplió 16 y su vida se fue a la mierda, puso una cara valiente en la escuela para evitarse problemas, nadie podría saber que estaba en lo más bajo si quería sobrevivir. Incluso cuando Klaus insistió en que algo andaba mal, él lo hizo desistir, decidido a llevar esa miseria solo porque era lo único razonable y real, cuando estuvo tan desesperado por comida y dinero que cometió los peores errores de su vida, mendigo alrededor y lo único que salvo de cometer algo peor fue ese matrimonio.

Cuando Folami Mulciber lo encontró afuera de un centro comercial, buscando por algo de comer y sin haber dormido en un par de días.

La mujer se paró frente a él, alzo una ceja ante el pan duro de su mano y sin decir nada, tomo su brazo y lo llevo a su auto, él fue sin decir palabra tampoco. La ayudo a bajar sus compras y acomodarlas, hizo lo que ella le pedía en la cocina: recoger, cortar, echar al sartén, revolver, freír, limpiar o esperar, horas con ella hasta que la comida estaba lista. La verdad no sabía que estaba esperando, pero no su bondad. Esperaba monedas tal vez, pero no dulce bondad en un plato con calidez humeante. La vio, confundido y herido, pero ella se agacho a su altura y acaricio su mejilla.

—Come, el mundo es menos sombrío con una comida caliente.

Ella no menciono nada cuando lloró. Meses de desolación y después eso.

Y de repente tenía un lugar dentro de la familia Mulciber. Cuando Klaus llegó esa tarde de su practica de americano, salto en su lugar al ver a su amigo en la mesa con su madre, jugando una partida de ajedrez, extasiado pero confundido. No se salvó del regaño por quedarse callado sobre su situación, pero los dos le ofrecieron quedarse en el cuarto trasero de la casa, un cuarto de servicio en realidad. Sonaría ofensivo, pero con tres semanas de dormir en bancas, cartones y suéteres, estaba dispuesto a aceptar un maldito tapete, (sin mencionar el detalle de que el cuarto era mucho más grande que su antigua casa y gratis). Y si Titilayo Mulciber no dijo nada y lo acepto en un parpadear es porque negarle algo a su esposa e hijo resultaba imposible para el hombre.

Días después descubrió el nombre de ese plato que calentó un poco su abandonado corazón; Iyan. Una comida familiar Yoruba, se entero que la madre de Klaus estaba fuertemente metida en sus raíces, mientras su padre apenas tenía algunos ascendentes Yoruba, él respetaba esa herencia pero prefería mantenerla en donde sería respetada.

Lo aceptaron y se volvió su labor ayudar a la señora Folami a cocinar comida y cena, una tarea que realmente disfruto y lo hizo cercano a la mujer, que, aun con apariencia dura, esconde un dulce y bondadoso corazón.

La traición que cometió esa noche, el abandono, no solo fue a Klaus, si no a Folami y Titilayo Mulciber también.

Y esa cena sería la primera vez que los vería después de años.

Pensó en mil y un cosas para preparar, y decidió que lo mejor sería preparar para ella la comida que ella preparó para él hace años, una forma de demostrar que los recuerda con cariño y con cuidado. Lo comentó con Klaus, que sonrió ante la idea de comer otra vez comida preparada por él, pero cuando menciono el arreglo de cocina, se tensó.

—No te diré lo que no quieres escuchar, pero van a arruinarlo Verus, si significa joderte y lastimarte, lo van a hacer.

Y cuanta razón tuvo Klaus.

Porque esa maldita cena fue tan mala como pudo haber sido.

Se distrajo un segundo, lo suficiente para ir a recibir a Regulus y Pettegrew que traían los últimos ingredientes entre manos, y por los nervios olvido que su enemigo estaba mucho más cerca qué nunca, era una tarea fácil: "Apaga el fuego después de tres minutos", simple, no tenía que hacer nada más, era tan fácil.

Y aun así cuando regreso, se encontró con todo quemado. Pettegrew disperso el humo mientras Regulus intentaba ayudar diciendo que podrían comprar algo, aterrado cuando intento llamar a Sirius y este solo dijo que no era importante si el plato estaba o no. Pero Severus no los estaba escuchando, sus ojos puestos en la estufa, en la llama del sartén. El Iyan necesita flama media para cocerse y que el sabor de la salsa invada todo, aprendió cada truco de temperatura y tiempo de Folami Mulciber.

Él jamás había puesto la flama a fuego alto. Lupin no estaba en ningún lado.

La decepción lo moja entero, la ira lo hace arder, la frustración hace que se cierre su garganta y su lengua sabe a amarga tristeza. Cada pedazo de carbón en el sartén es una piedra más a su montaña de emociones, ¿Eso cuenta como traición? ¿De quien venía? ¿Valia la pena? ¿Por qué fue traicionado? No se le escapa la ironía sobre como ese dolor toma la forma de la comida que alguna vez le trajo el mayor consuelo, uno que quería ofrecer de regreso y ahora no puede.

No tiene tiempo para lamentarse ahora, incluso si lo que más desea es ir por Lupin y darle un puñetazo, no tiene el lujo de dejar las cosas así, si bien, Pettegrew se encargo de que hubiera comida para todos, la promesa de su cocina ya había sido comunicada y no tenía intención de quedar en más vergüenza de la que ya estaba.

—Reg— interrumpe su catedra, Regulus se endereza ante ese tono de voz, ese que usa cada vez que tiene un plan B en marcha— llama a Klaus, que venga aquí ahora mismo, solo a él. Me encargare de este desastre.

Y en menos de quince minutos, Klaus llego, casi tirando la puerta de la cocina en el proceso. Una mirada al sartén calcinado y no necesito más explicación.

—¿Qué estamos haciendo? —pregunta mientras se quita el saco y dobla sus mangas.

—Egusi.

—Bien.

Con la ayuda de Klaus, fue mucho más sencillo, familiar con lo que estaban preparando y maestro en no joder nada, el plato salió bien sin más percances, aun lamenta un poco no poder servir el Iyan, pero al menos esta siendo honesto.

No espero los nervios de ver a la pareja otra vez. No espero la forma en la que su corazón latió con más fuerza, la melancolía y nostalgia que guardaba y encerraba ne lo más profundo de si regreso como una ola en el mar, arrasando con su temple, hundiéndolo más en ansiedad.

¿Estarían enojados? ¿Ofendidos?

Pero, de nuevo, no fue así. Los dos Mulciber sonrieron al verlo, se sorprendió cuando Titilayo lo abrazo y su piel se erizo cuando Folami acaricio su brazo del mismo modo que hacia cuando preparaban la comida juntos, no espero ser bienvenido en sus vidas de nuevo.

Pero claro, Black tenía que arruinarlo con sus erróneos comentarios hacia su ropa, él veía preciosos los patrones de la tela y el color que dan, mucho más vivido y propio, hipnotico pero casual, mucho más que un simple vestido y un traje. No mencionaría como de repente Potter no parecía tan malo después de pisar a Black así de fuerte.

Dejar el plato frente a la mujer fue una experiencia cardiaca, incluso si Klaus le aseguro que estaría bien, que ella, al igual que él, estaría extasiada de volver a compartir el calor de una comida con él, pero de todos modos no podía sacudirse el sentimiento de expectativa.

Y cuando ella pregunto porque el cambio de platillo, sin pizca de malicia, Sirius volvió a crispar sus nervios. Ese maldito comentario pudo con él.

¿Frances? ¿Es en serio? Sí, los Black tienen ascendencia francesa/inglesa, genial, dos colonizadores, mientras que los Mulciber eran de ascendencia Yoruba nigeriana/ghanesa, ¿Y se le ocurre decir algo así? ¿No tiene sensibilidad alguna sobre la herida histórica? ¿No entiende que significa la influencia francesa, europea en general, en el continente africano? ¿Por qué siempre tiene que esperar a que sea importante para él para hacer eso?

Entonces Euphemia Potter hablo y Black callo.

Se sobresalto al sentir una cálida mano en su mejilla, Folami Mulciber lo ve con esa sonrisa, con un brillo de ternura y entendimiento en sus ojos, como si entendiera que estaba enrollado en eso contra su voluntad, como si supiera las explicaciones que todavía no le da. Igual que la primera vez que compartieron un plato de comida.

—Sé lo del accidente con elIyan, te agradezco el gesto, querido.

Y Severus podría caer de rodillas ante el alivio, alivio de verla contenta, de recibir su cariño otra vez o de haber logrado demostrar que no lo ha olvidado, no lo sabe, pero siente su mundo volver a la normalidad. Aunque claro, le mando una mirada inquisidora a Klaus, este finge inocencia, claro que él el dijo a su madre lo que paso.

Y eso lo confirmo cuando al día siguiente llegó la carta a la empresa. Eso ponía más trabas, con proyectos conjuntos que ahora se veían cuarteados, pues Malfoy se sorprendió al ver como Mulciber se retira de un cuarto de los proyectos que tenían juntos, y eso levanta dudas, y con Malfoy, inversionista principal, marcando una duda, los demás lo siguen de cerca. Esta enojado, furioso de hecho, y no necesariamente con los Mulciber, no, porque ellos estaban en todo su maldito derecho de querer evitar a Sirius y sus malditos comentarios y faltas de respeto, no solo hacia su presencia empresarial, si no a ellos como personas y cultura, tenían el derecho de marcar un limite y lo hicieron. Estaba enojado con Sirius, porque nada de eso estaría pasando si se hubiera callado, si en vez de estar atrapado en su propio ego, hubiera intentado apoyarlo en vez de sabotearlo.

Salió de su oficina con el libro de historia, una llamada con Malfoy recién terminada, y llego a la sala de juntas, justo con Potter actúa con sentido en entender la ofensa de los Mulciber. Lupin está ahí, fingiendo demencia, fingiendo que él no es culpable de su fiasco. Tan leal a si mismo, porque Lupin jamás lo insulto ni burlo de él, pero siempre encuentra una forma de joderlo bajo la mesa y esconde la mano. Verlo ahí y saber lo que hizo, que no tuvo ni siquiera el valor para verlo mientras lo hace, solo la relación entre él y Black prenden una nueva ira en él. Y lo arroja sobre la mesa.

—¿Por qué no lo abres, lees como tus dos razas jodieron su vida y existencia, y después me dices cuantas razones tendrían para querer ser franceses, eh? Puto mimado. —Lo ve, tan cobarde como siempre, baja la mirada en vez de plantarse a lo que hizo, se esconde detrás de su timidez para ser un hijo de puta— Y tú, puedo perdonar tu incompetencia con los papeles de contaduría, pero la próxima vez que tu puta estupidez te haga olvidar que, sin mi silencio a tus sucios secretitos, no estarías aquí, me encargare de regresarte al oscuro agujero de donde salimos— amenazo en un siseo, el veneno goteando de cada palabra con una verdad implicada.

Ambos vienen del mismo basurero y ambos pueden jugar a ser unos hijos de puta con él otro, tiene suficientes pruebas para arrastrarlo abajo consigo. Pero claro, Black tiene que entrometerse.

—¡No culpes a Remus de tus errores con el fuego! ¡Tu olvidaste apagar la estufa!

¿Por qué lo elije sobre él? ¿No se supone que tendría que estar de su lado? ¿No se supone que los momentos que compartieron juntos significan que son leales el uno al otro? ¿Por qué defiende el obvio culpable de su dolor y enojo? ¿Por qué no lo elige? ¿Por qué no acudió cuando llamo por ayuda? Cuando Regulus llamo y dijo lo que paso, fue ignorado, pero cuando confronta a Lupin, está ahí, dispuesto a pelear con tan de defender.

Y un amargo sabor de boca se instala, porque duele y pone en evidencia lo ciego que ha estado por tanto tiempo. No puede mantenerlo por más tiempo, por lo que se gira a Regulus, puede ver su frustración, su ira y sentimiento compartido de traición.

—Los Mulciber están dispuestos a trabajar en una alternativa contigo— y mira a Sirius, decidiendo atacar lo único que sabe que siempre lo hará reaccionar; su ego— pero solo contigo.

Lo vio por primera vez. El descaro, el puto descaro.

Iba de salida, Lucius al teléfono, mientras escucha la voz de su amigo explicarle que tendrán que posponer la reunión, los ve, apenas listo para dar la vuelta al pasillo y escondido por las hojas de las plantas que está ahí: Lupin yendo en dirección de su escritorio y a Black interceptarlo con un beso exigente, brazos alrededor de su cintura, los ve entrar al cuarto de escobar y su mundo se cae en pedazos cuando el seguro de la puerta es puesto.

Con la mente en blanco pasa por el pasillo, una tortura infligida en si mismo, cruza el mismo pasillo y se detiene enfrente de la puerta, de la misma puerta y se queda callado. Un segundo, dos, tres y de repente lo escucha. Y ese sonido es peor para sí, porque entonces cualquier esperanza esta perdida y la verdad lo apuñala en las tripas.

Esta ofendido, furioso e indignado. Después de todo lo que ha hecho, después de arreglar sus desastres, trabajar para que esa empresa tenga éxito pese al poco control de Black y todos los errores de Lupin, después de noches en vela, intentando arreglarlo, intentando demostrar que vale la pena amarlo, demostrar que puede ayudar y ser una buena pareja. Lo ha intentado tanto.

Entonces una mano cae sobre su hombro, salta sobre si, confundido y herido.

Klaus.

Klaus lo mira con tanta preocupación que no ayuda a su doliente corazón. Lo mira y después a la puerta, no lo vio, pero por la forma en la que sus cejas se fruncen en irritación parece que sí, antes de volver a él. Klaus siempre tuvo razón, desde ese primer día, cuando le dijo sobre el amorío, pero él decidió desestimar esa verdad, tenía razón en cada palabra que dijo, cada vez que menciono como era un juguete nada más, una carcaza y una herramienta que usar, cada falta, cada herida. Había comenzado como su juguete para desaburrirse en la escuela y así se había quedado, siendo una eterna burla.

Klaus ve el túmulo de emociones salvajes que corren por esos ojos negros en un torbellino, más están por escapar, y Severus no puede controlarlas mucho tiempo más.

—Ven. —Le pide, pasando su brazo por sus hombros y lo guía para seguir caminando y entrar a la primera puerta, a la vuelta del pasillo. Una bodega, amplia y con varios estantes de papeles y más papeles, pero unas sillas enfrente, puesta para que cualquiera que tuviera que sumergirse en esos antecedentes pudiera investigar tranquilo. Se separa de Klaus mientras lo escucha cerrar la puerta, da unos pasos dentro, viendo entre los estantes metálicos y numerosas cajas organizadas por fecho y sección.

Él mismo hizo trabajo en esa bodega cuando estaba buscando comprobantes y documentos que comprobaran su éxito para poder convencer a otros de unirse y ayudar aun más, más trabajo que ofreció porque quería demostrar que de hecho tenía algo que ofrecer.

Nada de eso sirve, porque para Black, es solo otra jodida broma cruel.

Es solo una broma cruel.

La realización de eso hace que su visión se vuelva borrosa, sus ojos cristalinos por las lágrimas que no sabe contener mientras ve a la nada, a la puerta que protege un secreto mal guardado. Uno que sabia desde hace tiempo pero que tuvo que enfrentar hasta ahora, duele porque ha dado de sí, y esto es lo que recibe, ¿Por qué mantenerlo cerca si es obvio que el amor y la lealtad no eran más que palabras bonitas? ¿Por qué no solo dejarlo e ir con quien de verdad quiere? ¿Por qué ser tan cruel?

Su hombro se recarga en el metal mientras piensa en las razones por qué.

Y la primera lagrima cae. Derrotado por fin.

Dolido por lo que acaba de ver, por la traición. Supone que ya ni siquiera puede llamarlo traición; "El que avisa no es traidor" decía su madre, y todas las señales que recibió le avisaron de lo que pasarían, carajo, incluso fue advertido con palabras, y aun así se siente agredido.

De repente Klaus se acerca a él, limpia sus lágrimas con sus dedos antes de suspirar y atraerlo a él. Si no estuviera tan desesperado por algo a lo que aferrarse, se habría avergonzado de la forma en la que se acurruco en su pecho, como prácticamente se desplomo contra Klaus y se derritió entre sus brazos, y se siente tan bien, porque Klaus no lo aleja, no lo hiere ni tampoco es cruel ahora, es dulce, es cuidadoso y gentil, se siente como un pequeño refugio, tiene esa calidez que aleja el frio dolor y tristeza. Llora sin emitir ruido y Klaus deja suaves caricias en su espalda y cabeza, un silencioso consuelo para un callado llanto.

—Tenías razón...sobre todo.

—Desearía no tenerla. —le susurra de regreso, su abrazo siendo más fuerte.

—Merezco esto, ¿No es cierto? —se burla de si mismo, pero Klaus niega.

—No, no lo mereces.

Entonces se separa un poco, Klaus lo permite, pero no lo suelta, apenas lo suficiente para verse frente a frente. Sus ojos dorados son tan llamativos, como dos fogatas que lo llaman, pero manda fuera ese pensamiento, no tiene derecho. No después de lo que le hizo. Klaus deja a Severus sentado, con su cabeza llena de gritos y emociones, no hace más que obedecer el movimiento, Klaus sale un momento del cuarto con la promesa de ir a buscar agua, pero puede escuchar lo que pasa después.

Puede ver la sombra de los pies de Klaus cuando este se recarga en la puerta, casi cubriéndola, escondiéndolo, y por el silencio que lo rodea, puede escuchar fácilmente el intercambio.

—No pensé que te importaría un carajo donde estuviera— es la voz de Lupin, al parecer termino de ser un mustio y vuelve a su actitud.

—No me importa, pero entiendo a qué ti tampoco— es lo que responde Klaus, casi puede escuchar la sonrisa cruel en su rostro. Y después de que Lupin se pierde entre los pasillos, Klaus vuelve a entrar, ofreciéndole la botella de agua, una que acepta.

Klaus se sienta a su lado, paciente y como una presencia reconfortante.

—De acuerdo, esto es incómodo— suspira Severus, peinando su cabello para atrás y limpiando los últimos rastros de lagrimas secas, pero Klaus niega.

—Te dije desde el primer día.

—Lo hiciste.

—Ya te habías dado cuenta antes— exclama sin una pizca de duda y Severus ya esta demasiado cansado de negar las cosas, por lo que asiente. —¿Por qué continuaste?

—Quería creer que sería diferente esta vez, que podría encontrar seguridad dentro de la relación, que alguien podría amarme....

—Black no puede amar nada más que a si mismo, pero ¿Tu de verdad lo amaste?

—Pensé que lo hacía, es solo que... esa extraña competencia, esa necesidad de molestarnos para sacar lo mejor del otro, y cuando él hablaba tan dulcemente, de verdad pensé que era amor.

—¿Qué vas a hacer ahora? —pregunta, la conversación llevando otro tono— ¿Vas a dejarlo? ¿Confrontarlo? Porque si quieres matarlo, conozco un gran lugar para abandonar cuerpos.

Esa es una buena pregunta, ¿Qué va a hacer ahora? Seguir la relación es inútil, es ridículo, pero terminarla pondría las tensiones aún más altas, con el mismo equipo interno quebrandose por tomar lados, pero quedarse pasivo ante eso...es algo que no planea, ya no más, dio suficiente tiempo para que Black tomara la decisión correcta y no lo hizo.

—Yo...no lo sé, pero no quiero que esto se resbale como todo los demás.

Entonces Klaus sonríe, un brillo travieso en sus ojos mientras se acerca aun más.

—Sabes, mi madre tiene un dicho: En el amor, el que la hace riendo, llorando la paga. —Comenta casual, mirando a Severus de arriba abajo. Un escrutinio al que Severus no es inmune ni arrogante, ese conocido sentimiento comienza a presionar por salir.

—No puedo joderlo sin joder la empresa y mi reputación, Klaus, si lo digo, tarde o temprano, de un modo u otro, tendría que irme de aquí, y si se hace un escándalo, nadie va a aceptarme— se hace el menso, es más fácil, pero no con él, no, porque Klaus lo conoce demasiado bien.

—Sabes, Verus, solo porque Black cree que todos son tan idiotas como él, no significa que yo caiga por lo mismo. —entonces los dedos de Klaus toman su mentón y giran su rostro hacia el suyo, frente a frente— Sabes perfecto que siento hacia ti, solo eres ciego cuando quieres, y si Black tiene la libertad de meter el pene donde quiere, ¿Por qué no te das la misma libertad? Hay que pagar con la misma moneda. Es perfecto para vengarte, búrlate de él como él se burló de ti en lo que las cosas se calman y puedas irte.

Y sería una gran idea, pero hay una parte que no termina de convencerlo.

—Klaus...te estaría usando, no quiero herirte solo por esto.

Klaus toma una de sus manos entre las dos suyas.

—Si usarme significa que te tendré, úsame hasta que me caiga a pedazos, Verus.

—¿Por qué dirías eso cuando yo traicioné tu confianza? —y la culpa de esa noche regresa a él, pero Klaus niega con una sonrisa triste.

—No traicionaste mi confianza, la protegiste.

—¿Qué? ¿A qué te...? —Klaus se vuelve acercar, lo suficiente para susurrar en su oído.

—Recuerdo lo que paso esa noche.

Y la sangre se congela en sus venas, piensa en huir, pero es imposible porque Klaus no lo deja, sino que lo aprieta contra sí. Lo abraza con más fuerza y con un tinte de desesperación, como si temiera que hiciera lo mismo que ante: huir sin dejar rastros. Lo cual estaba muy cerca de hacer.

Esa noche, hace años.

La noche que él y Klaus se acostaron durante la fiesta de graduación. En la mansión Mulciber, el mismo lugar que le dio cobijo y respeto. La fiesta se alargó y los sentimientos que tenía hacia Klaus erupcionaron, los celos pudieron con él, y cuando voto la bebida que unas chicas le ofrecían, al instante noto los restos de pastillas en el fondo. Saco a Klaus del patio con una mala excusa, pero a la mitad del camino, su propia determinación se perdió entre besos, con el alcohol en la vena y marihuana en el aire, cedieron a los sentimientos no dichos y se acostaron. Severus no pudo con la vergüenza de enfrentar a Folami después de lo que paso, después de como prácticamente se tiro a su hijo, como un patético caza fortunas, a Titilayo, que le ofreció comida y techo sin costo, y ahí va él, a traicionar esa confianza, y huyo, huyo avergonzado por las burlas que derramo sobre Klaus, como prácticamente lo arrastro fuera del closet y dejo en evidencia. Porque claro que, esa mañana, al despertar y revisar las redes, no había post que no hablara sobre como Klaus se llevo a la cama a un feo pobretón. Huyo esa mañana.

Lucius lo acogió, y mintió descaradamente en su nombre, ocultándolo de los Mulciber. Sobra decir que no estuvo contento de enterarse que su primera vez fue alcoholizado y con Klaus, que podría haber arruinado su vida, la vida de ambos.

—La primera vez te pedí olvidar, ahora parece una buena oportunidad para pedirte recordar. ¿Recuerdas esa noche? —eran meros susurros, pero su aliento contra su oreja, sus cuerpos juntos y atrapado como estaba, esas palabras llevaban la fuerza de un yunke atrás— Éramos estúpidos e inexpertos, un poco de wiski en la arteria es todo lo que tomó para que sucediera. Me avergüenzo de mis habilidades en ese entonces, pero...si permites que el recuerdo vuelva, puedo demostrarte cuanto he mejorado.

No era correcto, no por Black, si no por el historial que tenían juntos. Pero si ese historial no es pesado de cargar para Klaus, si él no está enojado, si no que esta dispuesto y anhelante, ¿Es realmente malo? ¿Es realmente malo ceder a ese anhelo, deseo y afecto que guardo en su corazón hacia años? Porque parecía que no había pasado ni un día desde la última vez que estuvieron así de cerca.

—Vamos Verus, déjame sentirte y abrazarte, quiero verte como éramos antes.

Viendo esos ojos dorados, a centímetros de los suyos, esa chispa ahora convertida en un incendio que lo llama y consume por completo, como una polilla atraída hacia la luz, cedió por completo. Los labios del otro sobre los suyos se sentían mejor de lo que recordaba, mejor que los de Black, su tamaño, su calor y sabor eran mejores, suave, gentil y sediento, no era un juego, no era una broma ni tampoco había mentiras de por medio, y eso era mil veces mejor. ¿Está mal?

No lo fue.

Resulta que usar a Klaus fue la mejor idea.

Porque Klaus tenía una larga lista de cosas por las que vengarse de Black y Lupin, y entre los dos, podrían ser detestables. Dejo a Klaus divertirse como no lo dejo antes, lo vio hacer caos con su nombre y entre los demás, vio como jodió como no pudo antes el rendimiento de Black como negociador y a Lupin como contador de confianza, aunque mantuvo la boca cerrada sobre el secreto de ambos, no se mordió la lengua cuando, en las juntas, arrojó la culpa hacia esos dos.

Las dudas a esos dos dentro de los círculos se extendieron como fuego con pólvora, Lily Evans dejó de confiar en los reportes de cuentas que Lupin le presentaba, una duda que llevo de curva a ambos, Potter confundido y ahora más crítico. Más las noticias de las palabras y acciones de Black, tanto Avery, Malfoy y Rosier querían hablar con Mulciber, querían saber que tan posible era que se retirar de otros proyectos y de cuales no se separaría. Y claro que...Klaus uso esa excusa a su favor, porque si Black no pudo respetar el trabajo que puso Severus en esa empresa, entonces a él tampoco le iba a importar su sueño guajiro.

Y era tan divertido.

Black pensaría que de verdad estaba trabajando en la oficina de Klaus mientras este se encarga de demostrar cuanto mejoro desde la ultima vez que estuvieron juntos, su escritorio como cama improvisada, Klaus sostendría su mano o su pierna bajo la mesa durante las juntas. Las peleas que tenía con Black eran mera diversión ahora, mero teatro para que Black huyera como perro pateado en busca de cariño y el pudiera disfrutar el calor de Klaus, que se burlaría de Black aún más. Cada beso demandante, caricia ardiente y encuentro candente, Severus veía más el gusto de su pequeña aventura, porque Klaus de hecho es mejor que Black en muchas cosas, y es mucho mejor amante que él. Porque Klaus limpia su nombre, apoya sus palabras entre juntas y lo señala como el más capacitado.

Y mientras se divierten, lentamente encuentran la forma de vengarse de Black y Lupin, de junta en junta, entre palabras y otras, joden su presencia empresarial como ellos jodieron la suya. Ver a Severus hablar tan seguro de que podría pasar si siguen confiando en las palabras de Black y en los números de Lupin caerían a la quiebra, con Klaus atrás dándole la razón y explicando cuantas veces estuvieron por fracasar, podía llamar la atención de los demás. Luicus fue el más fácil, aunque lo vio con una ceja alzada en cuanto notó la cercanía entre él y Klaus, proclamo en la junta como estaría dispuesto de hacer trato con Marauder SOLO SI era James Potter y no uno de esos dos. Edmund ya tenía una posición clara desde el accidente pasado, por lo que no fue sorpresa cuando también comenzó a rechazar cualquier intento de mediación o negociación por parte Black o Lupin. Mientras que Evan Rosier simplemente se cruzo de brazos y miro a su hermana; Pandora Rosier dijo que se atendría a Valkyria, y solo se mantendría si Valkyria estaba en el proyecto.

James Potter estaba ahogándose con exigencias y demandas.

¿Y Black y Lupin? Ignorantes a la bola de desastre que les espera.

Entonces Klaus se volvió más exigente. Cuando pretendía arreglarse con Black, Klaus exigiría su atención y borraría cualquier rastro de Black, enojado pero paciente a que solo sería temporal. E idea que las juntas se hicieran en el edificio central de los Mulciber, lejos de Marauders Enterprices y así arrastrar a Severus lejos de ellos por días enteros. Nadie pestañea porque siempre fue obvia la preferencia de los Mulciber y Malfoy y Potter estaba tan atareado que aceptaba ello sin segundos pensamientos.

Si supiera que había mucho más. Detalles como que el penthouse de Klaus estaba justo enfrente del edifico y que el trafico no era tan malo cuando los lleva una camioneta de lujo con suficiente espacio para siete personas.

Severus suspira, acurrucado contra el pecho de Klaus, sintiendo esas suaves caricias recorrer su espalda en un suave vaivén, a cambio Severus dibuja invisibles patrones el en pecho moreno. La noche nevada de verdad se ve mágica en los grandes ventanales del lugar, con las luces de la ciudad iluminando el cuarto oscuro con una cómoda penumbra, cálida e íntima. Disfrutando el silencio de que esa sería la ultima vez que se encontrarían en secreto.

Entonces un sonido interrumpe la paz del lugar, sacándolo de su estado adormilado, Severus reconoce su teléfono, sobre la mesita de noche.

—¿Es importante? —pregunta sin moverse, a lo que Klaus extiende el brazo y toma al aparato, pero una sonrisa burlona le gana mientras muestra la pantalla a Severus, —Con un carajo, ¿No debería estarse follando a Lupin?

—Tal vez quiere una llamada erótica, sería divertido devolvérsela— comenta Klaus, recibiendo un golpecito sin fuerza en el pecho mientras Severus se endereza. Intenta alcanzar su celular, pero Klaus lo aleja, con una ceja alzada lo intenta de nuevo; mismo resultado.

—¿Qué-? ¡Klaus! —se queja mientras intenta alcanzar el celular, es empujado desde atrás para ayudarlo a levantarse, no es hasta que logra atrapar su celular que nota que esta sentado sobre el regazo de Klaus y este sonríe, con sus perfectos dientes blancos y labios gruesos, demasiado orgulloso de si mismo.

—Contesta, Verus~

Y rodando sus ojos ante sus tácticas, lo hace.

—Black, hola. —saluda al otro lado de la línea, ignrando el tono excesivamente coqueto, como si no estuviera en cama con Lupin, igual a como el esta con Klaus. Ladea su cabeza ante la siguiente pregunta. —Sí, hay un gran hotel que me gusta— responde, dándole una descarada mirada a Klaus y a su pecho desnudo, y Klaus sonríe, sus manos en su cintura se aprietan en un juguetón regaño— Vendré un par de veces después, pues parece que las cosas finalmente se están aclarando, los Mulciber— acaricia el brazo de Klaus mientras lo dice— están mucho más tranquilos y encontré como satisfacerlos.

Demasiada provocación para la débil mente de Klaus, sube sus manos hacia las costillas de Verus, haciendo ligeras cosquillas. Al instante Verus salta y ahoga una risa mientras intenta alejar sus manos con la única libre que tiene, olvidando la llamada que sigue. Klaus puede escuchar a Black preguntar por su humor.

—Sí, de hecho, estoy bastante contento.

¿Cómo no iba estarlo cuando Klaus acaba de atenderlo? ¿De brindarle el mayor placer que un hombre puede conocer en la cama? ¿De beber sus gemidos y adornar su piel con marcas? Black lo hacía dormido, y Verus estaba ahí, en su cama, entregándose al placer y él no sabía anda. Bellos chupetones y mordidas que recorren ese cuello y hombros, las más sutiles y apasionadas a lo largo de las piernas que ahora lo rodean. No sería capaz de ocultarlas mañana y por eso era la última noche secreta. Un pensamiento que le arranco una risita a Klaus; mañana el mismo infierno se derramara sobre Black.

Al parecer no fue tan silencioso, porque Black entonces demanda saber que fue ese sonido. Verus le dedica una mirada de falso regaño y Klaus le quita el teléfono, una sonrisa mientras lo pega a su oreja y las manos de Verus acarician su mandíbula y hombros.

—Oye, Black, aquí un poco de sabiduría entre caballeros: No compitas si odias perder. Aww, no te enojes, solo hicimos justicia, como sabes, en el amor el que la hace, la paga.

Y sin esperar a que Black termine de gritar al otro lado de la línea, Klaus cuelga la llamada y silencio el celular, solo para dejarlo en la mesa y cortar la distancia entre los labios de Verus y los suyos, aventándose sobre el otro y volteando las posiciones. Arrebatando un gritillo sorprendido y divertido de Verus.

Mañana Malfoy retiraría fondos de Marauder, pondría las pobres cuentas de Lupin ante la mesa, Avery anularía los contratos con la firma de Black por las mentiras dichas y Rosier se lavaría las manos de ambas para concentrarse en Valkyia, mañana se haría publica los fallos, errores y faltas de Black y Lupin, no solo ante el circulo interno de Marauder, si no que para toda la sociedad empresarial. Y después verán que tan bien les va siendo unos tramposos mezquinos.

Y Verus, oh, su precioso Verus, presentaría su carta de renuncia y sería absorbido por Mulciber Internacional Ligues para comenzar como directivo en desarrollo. A su lado para siempre, mañana sería divertido, muy divertido, pero el ahora es delicioso, muy delicioso.