
Prologo
Te nombre como lo que me mantuvo estable
Walburga se mordió la lengua en todo momento, evitando gritar, no iba a darle esa satisfacción a Orión, no importaba que ella sintiese que cada parte de su cuerpo estaba siendo triturada. Similar a lo que solía sentir con la maldición cruciatus.
Por otro lado, ella se mantuvo observando el techo de su habitación, una perfecta simulación del cielo estrellado del gran comedor en Hogwarts. Ella se mantuvo atenta a la estrella más brillante que pudo encontrar y ella por supuesto sabía que esa era Sirius.
Sus piernas estaban derrotadas y mientras más gritaba internamente y se ahogaba con sus propios gritos, Druella y Lucretia murmuraban que era un monstruo.
No importaba, ella sería un monstruo. ella podría serlo si todos quisieran.
Pero ella era libre. Druella con sus tres bellas hijas y Lucretia esperando ser casada, ellas no eran mínimamente libres, pero ella tenía un niño, un precioso niño que significaba nunca volver a ser tocada.
Cuando tuvo a Sirius en sus manos, ella no lo vio a los ojos.
Walburga vio al cielo.