
Aroma
Como todos los días, Severus se despertó temprano, se dio un baño y luego de vestirse empezó a buscar algo que ingerir. Ese día tenía que repartir clases a los alumnos de Gryffindor y Slytherin, era su segunda semana como profesor sustituto y estaba empezando a tomar el ritmo de darle clases a unas 100 personas a la vez.
Mientras Severus observaba su libreta, tomaba un poco de café y comía algo de fruta, sintió un pequeño toque en su hombro, al girarse se encontró cara a cara con Minerva McGonagall, quien le brindo una suave sonrisa y se sentó a su lado.
- ¿Cómo estas, Severus? ¿algún alumno te ha dado problemas? – Pregunto la animaga mientas se servía un poco de té y tomaba en un plato un poco de pan, tocino y dos huevos.
- No… - dijo con suavidad el ex Slytherin – ninguno hasta el momento me ha sacado de las casillas.
- Ya veo, eso es bueno. – dijo ella mientras tomaba un sorbo del té – Me preocupaba que alguno llegara a ser irrespetuoso contigo, pero veo que no es así.
- Tengo mi reputación Minnie… - dijo mientas rememoraba su primera clase, aquella vez les estaba enseñando a chicos que eran tan solo unos años menores que él, aquellos que fueron en algún tiempo sus compañeros de casa hasta que se graduó. – Les deje en claro que no soy el indicado para gastar bromas… ya no más. – susurro lo último, pero tal parece ser que ella aun así lo escucho, por la mueca que hizo.
- Comprendo.
Un silencio se hizo presente en ese momento, pero para Severus era preferible eso a seguir conversando con ella.
No lo malinterpreten, no la odia ni nada por el estilo, solo que a veces suele ser difícil para él conversar con ella o con Dumbledore, aquellos que algunas fueron sus superiores, que conocieron lo que paso con él en sus años de estudiante y aun así no hicieron mucho para ayudarlo… Así que puede que él guarde algo de rencor por eso.
Pasaron unos minutos más y, cuando parecía ser que Minerva diría algo, las puertas se abrieron para dejar ver al profesor sustituto de vuelo, James Potter.
- Buenos días, Minnie. – dijo el alfa con una gran sonrisa en sus labios, mientras veía a la beta con cariño para después posar su vista en Severus – buenos días, profesor Snape.
Severus agarro con fuerza su taza, tratando, (y fallando en el intento), de no perder la calma por la manera tan despectiva en la que el contrario decía su apellido. – Buenos días, Potter.
Tras decir eso Severus se levantó con calma y se despidió de ambos, uno de manera más amistosa que con el otro y se dirigió hacia el salón donde le tocaría repartir su clase.
Durante su recorrido no pudo evitar recordar cosas del pasado… cosas que creía ya haber superado, como esos horribles sentimientos hacia ese estúpido y despreciable alfa. Siempre supo que era diferente al resto de los omegas, nada delicado ni frágil, también sabía que su gusto por las artes oscuras lo había alejado aún más de quien consideraba su “enamorado”, y ni hablemos de la diferencia de casas, que solo había servido para alejarlo aún más de él.
Justo cuando estaba llegando al salón, fue que se dio cuenta de que había olvidado su libreta, libreta en la cual tenía anotadas todas las pociones en las que la mayoría de alumnos se equivocaban y las cuales emplearía ese día como un repaso.
Maldiciendo su equivocación, se dio la vuelta para emprender el viaje de regreso al comedor cuando a lo lejos logro ver al idiota de Potter correr hacia su dirección con su libreta en mano. Su primera reacción fue tensarse, pero se relajó rápidamente al recordar de que ya no estaban en su época de estudios y que, hasta el momento, el alfa se había comportado levemente educado y respetuoso con él.
- Menos mal te alcance a tiempo. – Dijo James mientras le extendía la libreta y le daba una sonrisa. – Lo dejaste y Minnie dijo que era importante para ti, así que vine tan rápido como pude.
- … tiene razón. – Dijo Severus mientras extendía su mano para tomar la libreta – La necesito para repartir mis clases…
Un breve silencio se hizo presente entre ambos, ocasionalmente interrumpidos por pequeños balbuceos de James, quien aún intentaba armar una conversación con Severus.
- … Gracias. – Dijo el omega después de un rato, con las mejillas levemente sonrojadas por la vergüenza – Por venir hasta aquí a dejarme mi libreta.
- S-si... No fue nada, - el alfa se veía ligeramente nervioso, como si quisiera decir más – bueno, ya me voy. Tenemos clases que dar, ¿no?
El ex Slytherin solo asintió con ligereza, para después darse la vuelta e ingresar al salón de clases correspondiente de ese día. Con calma, se dirigió hacia su escritorio y empezó a repartir lo que harían ese día.
No hubo nada fuera de lo normal, una pequeña explosión por ahí, algunos ingredientes mal mezclados por allá, se podría decir que todo fue relativamente bien.
Durante el resto del día, siguió encontrándose “casualmente” con el alfa, lo que nuevamente lo llevo a sus años de estudiante, donde solía ser bastante frecuente encontrarse con el ex Gryffindor y que este empezara a molestarlo. La diferencia aquí es que el hombre solo le daba un ligero saludo y luego seguía con su camino, sin darse cuenta del ligero rastro de feromonas que dejaba al caminar y que, sin que Severus se diera cuenta, se empezaron a impregnar en su ropa.
Solo fue en la noche, cuando ya se encontraba en la seguridad de su habitación y estaba dispuesto a despojarse de sus prendas y darse un ligero baño es que se dio cuenta. Pues solo después de haberse desabrochado la túnica es pudo sentir el ligero aroma de las feromonas del alfa, pero eso no podía ser cierto, Severus dudaba que el alfa fuera descuidado, (se sabe que lo es, pero Severus no imagino que fuera tan descuidado), como para andar liberando feromonas en la escuela, donde podía llegar a afectar a los y las estudiantes omegas, (eso y que Severus se negaba a siquiera pensar en el hecho de que el alfa podría haber estado marcándolo sutilmente con su aroma).
Sin querer pensar más en eso tomo la túnica y la dejo en el cesto de la ropa sucia, después, tomo su pijama y se apresuró a entrar en el baño, donde dejo la ropa a un lado y empezó a llenar la tina. Con tranquilidad amarro su cabello en un moño y se terminó de desvestir.
Una vez desnudo y con la tina ya llena, cerro el grifo y se adentró al agua, dejando salir un pequeño gemido de satisfacción al sentir el agua caliente tomar su piel. Se quedó un rato en la tina, únicamente sentado hasta que sintió que su cuerpo estaba lo suficientemente relajado y entonces empezó a pasar por sus brazos y piernas una esponja con jabón neutro, pues los otros jabones que eran irritantes para su piel y la dejaban reseca. Paso la esponja hasta quedar satisfecho y empezó a enjuagarse el cuerpo, buscando eliminar el jabón de él, una vez limpio Severus dejo ir el agua sucia por el desagüe, después, volvió a llenar la tina para así poder terminar de limpiar su cuerpo.
Pasados unos minutos Severus salió de la tina, tomo la toalla que había preparado con anterioridad y seco muy bien su cuerpo, para después pasar una crema hidratante por su piel y una vez termino, se puso el pijama. Para cuando salió del baño, su cuerpo se sentía agradablemente pesado y él se sentía algo somnoliento, lo que aprovecho pues a él le costaba conciliar el sueño.
Con calma se metió a su cama y se arropo, apago las velas y se dispuso a dormir... y lo habría logrado de no ser por la incómoda sensación de vacío que crecía en su interior. Al principio quiso ignorar la sensación, creyendo que no era nada y que rápidamente desaparecía.
No fue así... La sensación empezó a crecer por su cuerpo, dejando el sentimiento de vacío más un creciente sentimiento de inseguridad.
Durante un momento se quedó ahí en su cama, tratando de procesar lo que le sucedía, pero cuando la sensación se volvió mil veces más intensa fue que decidió hacer algo. Su primer instinto fue crear un nido, lo cual hizo en su cama, tendiendo sobre está unas sabanas con el olor de su madre y padre, así como algunas que contenían el olor de Regulus y Orión, así como algunas almohadas y parte de su ropa sucia.
Después de armarlo se le quedo viendo durante un rato, sintiendo que su nido estaba incompleto y por consecuencia haciéndolo sentir mal. Reorganizo su nido alrededor de 6 veces antes de ser capaz de sentir las lágrimas caer por sus mejillas, en su desespero por “arreglar” su nido, tomo su túnica, (aquella que tenía el olor de James), y la coloco sobre su nido. Durante unos segundos observo a la dichosa prenda, pues sin importar donde buscara ponerla, sentía que no era ese el lugar de dicha prenda.
Por lo que al final, en un arrebato emocional, se desprendió de su pijama y se colocó la túnica, acerco una de las mangas a su rostro y, al olfatear las feromonas del contrario, no pudo evitar que un ronroneo empezara a retumbar en su pecho y garganta, así mismo, fue ese maravilloso aroma el que lo arrullo hasta el mundo de los sueños.
*
Al día siguiente Severus se despertó sintiéndose renovado y muy bien descansado, cosa que le extraño hasta que a su cerebro se le dio por reproducir lo sucedido en la noche, lo que lo llevo a tener un gran sonrojo en sus mejillas y a levantarse apresuradamente de la cómoda y cálida cama hasta llegar a su calendario, calendario que le confirmo su miedo.
Su celo estaba espantosamente cerca y él no había avisado con anticipación, aparte de eso, su cuerpo estaba reaccionando a las feromonas del alfa, lo que probablemente podría terminar muy mal, debido a que, si llegaba a cometer un solo error, podría llevarlo a entrar en celo frente a ese alfa. Y eso era lo que menos quería Severus...
- Estoy jodido... – Fue lo que pensó el omega mientras pasaba su mano por su cara.
Noa Castro.