La aventura de Sirius Black

Harry Potter - J. K. Rowling
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La aventura de Sirius Black
Summary
Sirius siempre ha visto la vida como una gran aventura, James fue quien le mostro las maravillas de la vida. Y es Harry por el que su vida tiene sentido. Cuando a Sirius se le presenta la oportunidad de salvar a su querido niño, no duda y la toma.
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El caos del Terror viviente

Sirius se enteró, gracias a un pajarito muy bien informado (también conocida como Catherine), que El Profeta planeaba lanzar una primicia sobre él. Al parecer, ni siquiera en el pasado podía deshacerse de la molesta Rita Skeeter. Pero no primor, en esta vida no.

En esta vida, Sirius Black tenía la misión de blindar su privacidad y evitar que Harry creciera bajo el escrutinio de una prensa intrusiva y venenosa.

 

 

Sirius es un hombre con una misión y por lo tanto tiene que vestirse para la ocasión.

Esta vez en lugar de usar una tunica que ocultara su figura, uso una tunica especialmente fabricada para omegas embarazadas. Una túnica de terciopelo negro con bordados dorados que simulaban constelaciones brillando bajo la luz. El tejido, delicado pero opulento, se ceñía sutilmente alrededor de su vientre, destacando su estado de manera casi ceremonial. Un cinturón de seda color carmesí se cruzaba bajo su abdomen, acentuando su estado.

 

 

Entró en las oficinas de El Profeta como si fuera el dueño del lugar. Los empleados se detenían a su paso, algunos reconociéndolo, otros simplemente curiosos por los asuntos que tenia una omega embarazada ahí.

 

 

Al llegar al escritorio, se encontró cara a cara con el secretario que tenia facciones toscas y una cara de pocos amigos, Sirius adoptó su tono más meloso

—Estoy aquí para ver al dueño.

El secretario, sin molestarse en mirarlo, respondió con voz cortante

—No atendemos molestias.

Sirius arqueó una ceja, manteniendo su sonrisa dulce.

Antes de que pudiera decir algo, una pequeña placa metálica que estaba en el escritorio salió volando y pasó rozando la mejilla del secretario, dejando un corte delgado pero sangrante en su mejilla.

El hombre, conmocionado, se llevó una mano al rostro.

—¡Esta loco! —exclamó, recuperando su compostura con dificultad mientras se levantaba de su asiento—. Voy a llamar a los aurores.

Pero su amenaza murió en el aire al ver la sonrisa peligrosa de Sirius, que acariciaba distraídamente su vientre.

—Oh, deberías perdonarme, ¿no te lo mencioné? —dijo Sirius con dulzura venenosa—. Estoy embarazado, y ya sabes cómo son los accidentes mágicos con un embarazo. Una magia tan... volátil.

 

 

Antes de que el secretario pudiera replicar, otro objeto, esta vez una pluma, salió disparada y se incrustó en su mano, haciéndolo ahogar un grito de dolor.

—¡Maldita sea! —balbuceó, sujetándose la mano herida.

—¿Ves? —continuó Sirius, fingiendo una expresión de preocupación—. Simplemente incontrolable. Y bueno, la ley es muy comprensiva con los accidentes mágicos de los embarazadas. No querrías causarme más estrés, ¿verdad?

Con un movimiento tembloroso, el secretario se hizo a un lado, señalando la puerta hacia la oficina del dueño.

—P-pase, señor.

—Muchas gracias —respondió Sirius con una sonrisa radiante, pasando al despacho como si estuviera caminando por los jardines de su casa.

 

 

Al entrar en la oficina, Rosier, sentado cómodamente en su escritorio, revisaba con una sonrisa satisfecha las últimas "exclusivas" que Rita Skeeter había encontrado. Su regocijo se desvaneció en el momento en que la puerta se abrió de golpe y Sirius Black entró, irradiando amenaza.

El impacto de la entrada fue suficiente para hacer que Rosier casi rompiera su compostura. Pero se recupero y con altivez le declaro

-No tengo asientos, tendrá que disculparme- Lo que sucedió después lo hizo tragar saliva.

Ante él, el omega embarazado más imponente que había visto en su vida se dejó caer en la mesa de su escritorio con una facilidad casi insultante.

—Tendrás que perdonarme, pero como no tienes sillas adecuadas —comentó Blak, mientras apoyaba un brazo sobre su vientre prominente y lo acariciaba lentamente. Luego, alzando la mirada, añadió con una sonrisa irónica—: Y, como ves, necesito sentarme.

Rosier tragó saliva, sintiendo cómo el aire se volvía pesado.

—Se-Señor Black, qué sorpresa verlo por aquí.

—Oh, ¿sorpresa? —replicó Sirius, inclinándose ligeramente hacia adelante, sus ojos grises brillando con intensidad —No debería serlo, considerando que tu periódico está tan interesado en mi vida personal. Pensé que sería de buena educación venir a charlar directamente con el dueño-.

—Yo... no sé de qué me hablas —balbuceó Rosier, aunque sabía que mentir era inútil.

—Vamos, Rosier, no me hagas perder el tiempo. ¿Crees que no sé de dónde vienen los rumores? Pero ya que insistes, hablemos sobre ética periodística... o la falta de ella.

Mientras Sirius hablaba con una voz goteando amenaza velada, varios objetos en el despacho comenzaron a moverse, como si la magia volátil de su "estado" estuviera tomando el control. Una lámpara cayó al suelo, un pergamino se incendió espontáneamente, y el tintero derramó su contenido negro sobre el escritorio de Rosier.

El hombre observaba horrorizado cómo su oficina se transformaba en un caos. Sirius simplemente sonreía, tranquilo, mientras terminaba su discurso.

Rosier, trato de amenazar al otro, usando su estatus como señor sangre pura y alfa. Pero no esperaba la astucia de Black, al señalar.

-En ese caso tendré que llamar a mi esposo, y sabes Rosier, mi esposo no es un hombre paciente o amable. Quieres tener a la más grande de las familias sangre pura en tu contra-.

Sabiendo que su familia no podría soportar la marginación social que seria estar en contra de los Mordred, Rosier se mordió la lengua. Pero eso no lo detuvo de mover de su varita en secreto para maldecir al otro, con un hechizo.

La voz ronca y burlona de Black lo detuvo, -Deberías reconsiderar Rosier, amenazar a una omega embarazada es una sentencia directa a Azkaban-. Rosier no pudo evitar palidecer con la amenazá y tosió para disimular su enojo.-Debe estar viendo cosas con el embarazo, no querrá una taza de té- dijo con una sonrisa tensa y falsa 

Black sonrió con condescendencia y negó —No será necesario, espero que no tenga que hacer otra visita —concluyó Sirius, poniéndose de pie con elegancia y ajustando su túnica.

Con un último vistazo a Rosier, añadió con tono despreocupado—: Ah, y recuerda, las noticias falsas suelen tener consecuencias.

Con eso, Sirius salió de la oficina, dejando a un Rosier petrificado en su asiento, contemplando el desastre a su alrededor.

 

 

 

Rosier traga saliva, pero la amenaza se le pasa rápido al recordar la premisa que va usar para derribar el ego de Black

 

 

 

 

 

 

Sirius sabía que su amenaza a Rosier no sería suficiente para detenerlo. Las ratas, después de todo, siempre encontraban un hueco por el que escapar y se revelaban a la mínima oportunidad.

Si quería proteger su paz y la de Harry, tendría que ir directo al origen del problema. Con una sonrisa de pura malicia, se sentó junto a Vivy y trazaron un plan.

 

 

Sirius rio diabólicamente mientras Vivy le ayudaba a filtrar la información cuidadosamente seleccionada a los oídos entrometidos de cierta periodista.

—Listo, Vivy. Asegúrate de que llegue a los oídos de nuestra querida Rita. —Sirius se reclinó en su sillón mientras la elfa desaparecía con un chasquido. Luego se rio, un sonido bajo y diabólico que habría hecho temblar hasta a un dementor.

Rita Skeeter, por su parte, estaba en su elemento. Desde que había comenzado a trabajar en El Profeta, había subido como la espuma gracias a sus exclusivas aunque eran de dudosa veracidad al publico le encantaban.

Así que, cuando un informante anónimo le sopló que Lord Mordred y su enigmático cónyuge tendrían una cena romántica en L’Opulence Éternelle, un exclusivo restaurante francés mágico en el Callejón Nocturno, Rita supo que tenía el titular perfecto.

—¡Esto será épico! —exclamó, saltando de su silla mientras agarraba su cámara. Ya podía imaginarlo: "Amor o ambición: La verdad detrás del matrimonio Mordred". Solo necesitaba una foto para sellar la jugada.

 

 

 

 

Aquella noche, se infiltró en el restaurante, escondiéndose en una esquina oscura mientras preparaba su transformación. Sacó su cámara trasfigurada y empezó a cambiar de forma, confiada en que nadie la notaría. Pero justo cuando se dispuso a cambiar de forma se dio cuenta del rayo brillante que se dirigía en su dirección.

En medio de su transformación y sin forma de esquivar el hechizo. El hechizo la golpeo de lleno.

Al abrir los ojos observo consternada que una de sus manos era una pata de escarabajo mientras que la otra era humana, y al tratar de levantarse un caparazón enorme no la dejo. Humillada se quedo parada en cuatro patas.

En pánico analizo como salir de esta situación cuando el grito escandalizado de una mujer la paralizo.

—¡Por las barbas de Merlín! ¡¿Qué clase de monstruosidad es esa?! —gritó una mujer, señalándola con horror.

En cuestión de segundos, flashes y cámaras la rodearon. Las luces la cegaban mientras trataba de cubrirse con su caparazón.

 

 

Con uno de sus ojos de escarabajo vio en su periferia como Sirius Black se tapaba la boca horrorizado mientras abraza a Lord Mordred en búsqueda de consuelo. Pero Rita noto con su ojo experto la sonrisa traviesa escondida detrás de la mano de Sirius y como sus ojos brillaban de deleite.

Antes de que pudiera abalanzarse sobre él, un grupo de Aurores apareció, rodeándola y apuntándola con sus varitas.

—¡No soy un monstruo! ¡Soy Rita Skeeter! ¡Esto es un malentendido! —chilló, pero su voz era un híbrido espeluznante entre humano e insecto, lo que solo aumentó el pánico de los presentes.

Los aurores la inmovilizaron con un hechizo y la levantaron del suelo. Mientras la arrastraban fuera del restaurante, Sirius hizo un gran espectáculo de aferrarse al brazo de Mordred.

—¡Qué susto tan horrible! —exclamó, con un tono melodramático que no convenció a nadie—. Pensé que era una cucaracha gigante escapada de la cocina. ¡Gracias a Merlín que la atraparon!

Los murmullos de los presentes estallaron en carcajadas contenidas, pero Mordred solo sonrió con un destello peligroso en los ojos, como si estuviera completamente al tanto de la travesura de su esposo.

 

 

 

 

 

 

 

 

El juicio de Rita fue rápido. Encontrada culpable de ser un animago ilegal, de acechar en secreto a magos y brujas, y de causar una escena pública, fue sentenciada a Azkaban. Peor aún, nadie se molestó en regresarla a su forma humana, dejándola atrapada como una grotesca mezcla de escarabajo y humano.

En su celda, con el viento helado del mar soplando a través de las paredes de piedra, Rita se acurrucó, humillada y furiosa. El rostro sonriente de Sirius Black estaba grabado en su memoria, y el eco de su risa seguía atormentándola.

 

 

 

 

 

 

 

 

Mientras tanto, en su oficina, Rosier leyó los titulares sobre el destino de Rita. Su rostro palideció más que antes, y su mano tembló mientras dejaba caer el periódico.

—Nunca, jamás, volveré a meterme con Sirius Black —murmuró para sí mismo, su resolución tan firme como su miedo, juro mantenerse del lado bueno de Black y llamo presa del pánico a su asistente para que borre toda premisa y noticia de Sirius Black-Mordred.

 

 

 

 

 

 

 

Sirius, por su parte, estaba en casa, disfrutando de un pastel de chocolate que la Muerte le había traído para celebrar.

—¿Ves? —dijo Sirius con una sonrisa—. No hay problema en esta vida que no pueda solucionarse con un poquito de planificación... y caos.

 

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