
El amor de una madre
Euphemia Potter sabia que algo habia pasado con su hijo, y no hablaba de James, sino de Sirius.
La ultima visita de su hijo solo sirvió para confirmar sus sospechas. Nada se le pasaba a Euphemia y era obvio que James habia hecho algo, que motivo a Sirius a refugiarse en otro lado.
Euphemia, no era ciega, ella veia como Sirius miraba a su hijo James con los mismos ojos anhelantes que Fleamont la miraba cuando aun eran jóvenes y enamorados, Fleamont no se animaba a confesarse pero Euphemia siendo más perspicaz que su hijo James supo que estaba enamorada de Fleamont y si no hacia nada su obtuso esposo se quedaría siempre viéndola con ojos de amor.
Su hijo, no captaba las señales tan bien como ella. Euphemia solo podía esperar que su hijo no permaneciera ciejo toda su vida y en algún momento abriera los ojos.
Ella esperaba sinceramente que sus dos hijos pudieran unirse, claro que sería todo un reto, una relación alfa-alfa no era nada fácil. Los instintitos lo complicaban, perono era imposible.
Después de casi medio año sin noticias de su hijo en todo menos en sangre, estaba más que preocupada. Fleamont trataba de calmarla diciendo que le dieran a Sirius tiempo. Tal vez estaba tratando de olvidar sus sentimientos por James y por eso necesitaba mantenerse alejado un tiempo.
A Euphemia le dolió el corazón que Sirius se alejara de ellos también, entendía que estar con los padres del chico que tratabas de olvidar no era lo ideal. Pero deseaba poder estar ahí para apoyarlo.
No obstante, su corazón le decía crudamente que algo había cambiado para siempre. Para contratacar los susurros crueles de su corazón, se refugiaba pensando que incluso si Sirius dejaba de lado los sentimientos por James, ella siempre seria su madre, eso no cambiaria nunca.
Lamentablemente, la bomba cayo y no fue nadie más que por la simplona de Catherine, quien siempre tan indiscreta, dejó caer la noticia como si no acabara de destrozar el corazón de Euphemia.
Euphemia se encontró con Catherine en medio de sus compras y como chiche la mujer rubia se pegó a su lado, comenzando su interminable platica. En una parte de esta, casi tropezó de la sorpresa al enterarse que Sirius no solo había olvidado a James, lo había superado por completo.
Su hijo ahora estaba casado y si podía leer entre las líneas de Catherine, aparentemente, esperando un hijo.
Enterarse que Sirius no era un alfa, había sido duro. Pensaba que Sirius se había abierto por completo a ellos, como familia.. Pero al parecer no tenia la confianza suficiente para revelar su designación
No podía creer que su hijo no la hubiera invitado a su boda, la única razón que se le ocurría a Euphemia era que Sirius ya no quería tener contacto con ellos y su falta de invitación significaba que cortaba lazos. Ese pensamiento la hizo llorar por horas.
No obstante, a pesar de sus dudas le escribió a Sirius, su cachorro, había dado un paso enorme sin ellos.
Estaba triste por no haber estado presente cuando su cachorro se volvió a enamorar, pero sintió orgullo, Sirius merecía la felicidad absoluta, y si con ello, Euphemia y Fleamont ya no eran bienvenidos ni considerados familia que así fuera.
Si su hijo era más feliz sin ella, ella lo aceptaría y aunque le destrozara no estar en su vida. Euphemia siempre tendría los brazos abiertos para ayudarlo siempre que lo necesitara.
Aunque sabia que era probable que su carta no fuera contestada. Decidió que intentarlo. No podía permitir que talvez por nunca intentarlo, perdiera la oportunidad de estar con su cachorro.
"Mi querido Sirius,
He escuchado noticias maravillosas sobre ti, y no sabes cuánto me alegra que estés bien.
Pero también me duele no saber de ti en tanto tiempo. Nos preocupamos por ti, como siempre.
Me gustaría verte, hablar, compartir una comida contigo. Aquí, en nuestra casa, cuando tú desees.
Con todo mi amor, Euphemia (la madre que sigue queriéndote, aunque ya no lleves el apellido Potter)."
Justo antes de firmar, Euphemia recordó con un nudo en el corazón que Sirius ya no era un Potter. Era un Mordred. Sus manos temblaron un instante antes de escribir el nombre correcto.
Habían adoptado a Sirius como parte de su familia, y pensar que su hijo ya no tenía algún lazo con ellos, la rompía.
Cuando Sirius recibió la carta, su corazón dio un vuelco. La carta lo alegro, entre todo el ajetreo se había olvidado de que Euphemia y Fleumont estaban vivos. En el pasado habían muerto por la viruela de dragón después de la boda de James.
Ahora que está de regreso no pudo evitar entristecerse al pensar que morirán otra vez, pero despejándose de esos pensamientos tristes va a buscar a Vivy para avisarle que saldrá.
Al recibir la respuesta de que Sirius vendría a cenar, Euphemia se emociono. Tal vez su cachorro la seguía viendo como su madre. Pero su corazón traicionero susurró que tal vez Sirius solo venia a declarar en persona que no quería nada que ver con ellos.
Quiso dejar esos pensamientos deprimentes, pero la verdad era que la atormentaban.
Cuando la figura alta y elegante de Sirius cruzó la entrada, Euphemia sintió que su corazón se detenía. Al ver esas ondas negras y pulcras de Sirius quiso acercarse a abrazarlo, pero se resistió la tentación.
Tan solo necesito unos segundos para que todas sus dudas infundadas desaparecieran.
Sirius, se arrogo a sus brazos llorando tal cual como el cachorro que hacía tantos años había escapado a su casa en busca de consuelo.
Euphemia lo acomodo sus brazos, Sirius era un hombre grande que la sobrepasaba en gran medida. Euphemia siempre había sido una omega muy menuda y pequeña, a su lado Sirius parecía un gigante. Pero no dejo que eso la detuviera.
Con todas sus fuerzas los acomodo en el sofá y le empezó a arrullar.
Mientras acariciaba su cabello, vio como habia cambiado su hijo. Su olor era el mismo solo tenia ahora el toque de embarazo, Euphemia se recrimino por pensar alguna vez que el olor de Sirius era un aroma alfa. Ahora claramente veía los toques dulces y azucarados que revelaban su verdadera designación.
-Mi corazón, que pasa?- le pregunto Euphemia en voz calmada y apaciguadora
Sirius no se movió, ni le respondió, pero sus sollozos se calmaron.
Viendo que tal vez debería ir a un enfoque más alegre, le pregunto de su bebé con una sonrisa -No me vas a presentar a tu cachorro, corazón?-
Claramente ese fue el movimiento correcto, Sirius se desenredo de sus brazos y le empezó a contar emocionado de su cachorro.
Euphemia no esperaba esta efusividad de Sirius. La efusividad con la que hablaba de su embarazo era contagiosa.
—¡Es tan pequeño! Pero puedo sentirlo. —Sirius acariciaba su vientre con ternura mientras los ojos le brillaban de orgullo—. Es como si pudiera sentir sus latidos.
Euphemia sonrió.
—¿Y ya tienes un nombre para tu cachorro?
—Harry. —Sirius dijo el nombre con tanta emoción que Euphemia sintió un calor reconfortante en el pecho.
Ella lo escuchó mientras Sirius hablaba sin parar de lo grandioso que era su cachorro -Sirius, insistió con gran certeza que su cachorro tendria unos ojos verdes hermosos- Euphemia sabia que no había forma de saber eso, pero ver como su hijo describía a su cachorro con tanta emoción la llenaba de felicidad.
Sirius continuo por casi dos horas platicando de lo maravilloso que sería su cachorro y Euphemia no podía evitar sonreír.
Había creído que Sirius sería reservado y declararía que no quería volver a verla, pero en lugar de eso, parecía era un libro abierto y cuando hablaba hijo prácticamente brillaba.
Sonrió amorosamente al ver al otro más calmado, y le pregunto preguntó con una mezcla de curiosidad y picardía
—Y dime, corazón, ¿cómo logró Mordred conquistarte hasta el punto de casarte con el y tener a su cachorro?
La pregunta parecía inocente, esperaba provocar una risa de su hijo, pero la reacción de Sirius no fue la que esperaba.
Euphemia vio horrorizada como los ojos se Sirius se opacaban y comenzaron a brillar con una humedad contenida, reflejando un sufrimiento tan crudo que Euphemia lo sintió palpable.
La voz de Sirius temblaba y estaba cargada de una vulnerabilidad que nunca había visto antes.
Le contó, con voz entrecortada y pausas dolorosas cómo había estado perdido, encerrado en un pozo negruzco del que no podía salir por más que lo intentará y solo podía observar impotente la vida como un mero espectador.
Le platico como ese pequeño túnel por el que veía la vida, se oscureció cuando la luz que lo mantenía cuerdo murió.
Le explico como Mordred le devolvió la luz, la razón de su existencia.
Con una sonrisa melancólica le platico como volvió a estar vivo, el embarazo aunque inesperado, trajo devuelta la luz que había pensado que se había extinguido
Pero la felicidad del relato se opacó al contar la desesperación que se apodero de él, al perderlo.
Euphemia, en esa parte, dejo de respirar, completamente adolorida. Su hijo había perdido a su cachorro antes de este. Ella estaba apunto de dar sus condolencias cuando Sirius continuo y corrigió su malentendido.
-Mi cachorro, mi pobre cachorro lucho por su vida con ferocidad- Entre jadeos y Lagrimas Sirius continuaba- Pensé que lo perdí. Pero Mordred lo salvo-
Euphemia no necesito detalles adicionales. Mordred quien no se veia como tal, resulto ser un sanador y uno con una habilidad extraordinaria. Salvo al cachorro de las garras de la muerte.
Ella comprendió el dolor de Sirius, lo había sentido incontables veces, la angustia desgarradora de perder a un cachorro. Euphemia había perdido tantos cachorros antes de que James llegara. Su hijo era un milagro tras años de lucha y desolación.
Cada palabra de Sirius reavivo en ella las cicatrices de esos momentos y sin embargo, también la lleno de admiración por el amor y la fuerza que lo había mantenido de pie.
Cuando Sirius termino de hablar, el silencio entre ellos estaba cargado de penuria. Euphemia alazo su mano temblorosa y la posó sobre la de su hijo.
No había palabras que pudieran consolar completamente lo que había vivido su hijo, pero esperaba que con ese contacto expresara toda la empatía y el consuelo que quería transmitirle.
Ambos se quedaron allí, dos almas marcadas por la perdida, pero también unidas por la fuerza que solo el amor hacia un hijo podía provocar.