Error 404: Harry Potter is not found. Try again.

Harry Potter - J. K. Rowling
G
Error 404: Harry Potter is not found. Try again.
Summary
Voldemort has won the Second Wizarding War.Harry Potter is dead. Right? Yes, yes, he... he is dead.But if he is dead, why is he working in a muggle Coffee Shop, and apparently, without remeber anything?OrWhere Draco Malfoy sees Harry Potter in a Coffee Shop by accident, and knows that the world will shake again. Because yes. Even if everyone hates him now, he is going to tell to Granger and Weasley. And if the Dark Lord gets to know? Well. He already has an obssesion with Harry, so actually... nothing is gonna change. Right?Where Voldemort won because he truly is a mastermind of evil.______________________If you wanted an story like this, that makes sense, is well written, and you LAUGH; welcome.
Note
I HOPE YOU LOVE THIS.I'LL BE POSTING A LOT. OR I'LL TRY.NOT AN ABANDON STORY.
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The date.

La pluma seguía en su mano, él sentado en la silla y el pergamino en blanco extendido sobre la mesa. ¿Qué iba a planear, si ni siquiera sabía los horarios del chico? O aún peor. Cuando Snape le dejara sin un buen motivo por el que salir del castillo, ¿cómo iría a largarse? ¿Quién iría a ayudarlo en su lucha solitaria contra el Señor Oscuro? Analizándolo bien, tenía tres cartas por usar: un amnésico Harry, una muy inteligente Granger, y... un Weasley. Contra, bueno... ¿todos los mortífagos del mundo, contando al mismísimo Señor Oscuro? Soltó aire, molesto, y apoyando la espalda en el respaldo de la silla. 

Una excusa. Solo tenía que buscar la excusa perfecta, y Draco podría entonces fugarse durante unas horas. ¿Ahora bien, de dónde sacaba tal cosa? Por un momento se arrepintió de haberse saltado herbología, y... si no llevaba mal la cuenta, media clase de transfiguración. ¿Qué estaría haciendo Potter ahora? ¿O dónde estaría? Malfoy recordó que su casa no estaba muy lejos de la cafetería, por eso el chico se permitía ir andando a esas horas de la noche; y más que una casa, era un apartamento. ¿Eso no funcionaba con números? Retiró la idea de su cabeza enseguida. Aunque supiera el sitio exacto en el que vivía, no sería buena idea estar pululando por los alrededores de su casa.

Un par de veces acercó la pluma al pergamino, necesitando escribir algo, lo que fuese; y nada salió. Mal. Mal. Muy mal. Enrolló el pergamino, guardándolo con el resto de utensilios. Se levantó de la silla, y con su bolsa colgada del hombro, salió de ahí. No llegó a alejarse demasiado cuando frenó de golpe. ¿De verdad iba a abandonar? Aquella era su oportunidad. Su oportunidad de dejar las cosas bien hechas para poder decirle a Weasley y Granger lo que estaba pasando. Tarde o temprano, el Señor Oscuro iba a saber del camarero de la esquina del bar de Tom; y por una vez, Malfoy podía escoger. Escoger lo correcto. 

El pensamiento se clavó en su mente, frío y afilado: ¿merecería la pena? ¿Otra guerra, más muertes, más sufrimiento, más inseguridad...? Se obligó a justificar el repentino vacío en el pecho, el repentino dolor que atosigaba su mente: si Harry Potter estaba vivo, si la última esperanza que el Mundo Mágico tenía vivía, entonces sí. Sí que merecía la pena. Lo merecía todo.

Los pasillos, sumergidos en un profundo silencio, parecían querer azuzar la conciencia del chico. No podía abandonar. Él ya sabía demasiado cómo para dejar las cosas así, sin más, sin intentarlo lo suficiente. Si Potter lo intentó todo, hasta el final, entonces Draco también lo haría. También tenía que hacerlo.

Bien. Ya podía aferrarse a algo seguro: no iba a rendirse. Pero no rendirse no significaba pasar una hora y media en la biblioteca sin ninguna idea en mente. No. Eso no. Tenía que... bueno, ya pensaría algo. De momento, aunque Draco estuviera decidido a colaborar para eliminar al Señor Oscuro, seguía siendo un estudiante de Hogwarts. Un prefecto. El heredero de los Malfoy que al menos en la teoría, aspiraba a ser el mejor de los mortífagos. Tenía un papel que cumplir, y si lo analizaba bien: mientras su faceta de estudiante no levantara sospechas, más posibilidades tendría de hacer visitas nocturnas a la cafetería muggle.

Con paso firme, se dirigió al aula de H...Oh. ¿En serio? ¿Ahora? ¿Justamente ahora? Un triste y sufrido suspiro se le escapó de los labios, maldiciendo su suerte. Ahí estaba el profesor Binns, con su maravillosa asignatura siempre que cualquiera la necesitara. ¡¿Cómo existía aún esa asignatura?! ¿O por qué estaba permitido que fuera Binns quién la enseñara? Negó con la cabeza. Una y otra vez. Justo ahora. Cuando más necesitaba distraerse, prestar atención a cualquier otra cosa que no tuviera que ver con Potter el camarero, airear las ideas y esperar a que algo le viniera a la cabeza; tendría que sentarse a escuchar al voz de ultratumba de Binns.

 


 

No tardó mucho en distinguir dos siluetas similares entre tantos slytherin: Pansy y Nott estaban ahí, y algo más alejado de ellos, hablando con un chico de cabello oscuro, estaba Goyle. Draco caminó hacia su dúo de slyhterins favoritos, notando la repentina sonrisilla de Pansy y el silencio de Nott.

— ¿Qué? — Draco miró a la chica, sin atisbo de paciencia. Pansy casi parecía emocionada. — No me digas que sigas pensando que le gustas a...

— Cállate — musitó. Draco casi consiguió quitarle la estúpida sonrisa de la cara —. Y no es eso. Podrías limitarte a solo preguntar la próxima vez, ¿sabes? 

— ¿Vas a decírmelo o no?

El rubio la miró sin ánimo. Pansy cogió aire por la nariz, emocionada, y lo soltó orgullosamente:

— El próximo mes — comenzó ella —, El Señor Oscuro hará su primera aparición en público — la emoción solo incrementaba, y en algún momento, Draco llegó a sentirse incómodo —. Habrá un velada, que por supuesto, será privada. Y adivina dónde se hará — su voz orgullosa, cómo si aquello fuera motivo de... ¿Draco estaba teniendo una pesadilla o Pansy era muy buena actriz? ¿Tal vez le había sentido mal el desayuno? —. Bueno, aún no se sabe exactamente, pero lo organizarán mis padres. Mis padres. El mayor evento del año atribuido a los Parkinson.

Y él...él... Se quedó en completo silencio. La incomodidad desapareció, siendo remplazada por... asco. Asco e impotencia. ¿De eso estaba orgullosa? ¿De qué sus padres fueran a prepararle un evento a un maníaco? ¿A un psicópata? ¿A un asesino, a un monstruo? El coraje se apoderó de él, de todos y cada uno de sus pensamientos: ¿qué había de todos los que habían muerto por su culpa? ¿de todos los que había matado, directa o indirectamente? ¿o de poco que a ese monstruo le importaban las vidas humanas? Y, y... ¿nadie se acordaba de Potter? Nadie, ni un slytheirn, le tenía al menos un atisbo de aprecio, o sentía un remordimiento de culpa por que estuviera muerto.

Bueno... no muerto muerto, más bien muerto. Porque aunque para el mundo mágico estuviera enterrado, para la cafetería de la esquina muggle estaba bien vivo. La idea cruzó su cabeza tan rápido como se fue: ¿cómo un chico amnésico, solo, en el mundo mugge, se las había arreglado para conseguir trabajo?... tal vez, tal vez Draco estaba viviendo en una dimensión paralela; dónde los padres de Pansy estaban ocupados preparándole una fiesta a un terrorista internacional y el héroe del Mundo Mágico trabajaba de camarero en el mundo muggle. O tal vez él que tenía un problema en la cabeza era él mismo, y se estaba volviendo loco sin darse cuenta.

Vale, a ver, Pansy no estaba obligada a sentirse mal por Potter, pero... ¿de eso a... a... admirar al Señor Oscuro? Malfoy fue a dar paso adelante, sin impotarle mucho lo que pasaría si alguien más lo escuchara, y muy seguro de lo que iba a soltar por la boca. Fue Nott, quién pudo sentir perfectamente la rabia del rubio, que acabó siendo el que avanzó un paso y rompió abruptamente el silencio:

—¿Y eso? ¿Cómo que aún no se sabe dónde será?

—Mis padres habían pensado en hacerlo en casa — explicó ella —, pero ahora están pensando en hacerlo en una nueva propiedad que hemos comprado. Creo que estaba en una villa, a las afueras. Aunque realmente no me preocupa, sé que elegirán el sitio perfecto.

Nott continuó sacándole conversación, lo justo y suficiente para que Pansy se enredara en su propia ilusión y no se fijara en la incomodidad de Draco. Malfoy pestañeó, miró al suelo, y de nuevo al dúo que caminaba hacia la clase. Pansy y Nott se sentarían juntos en Historia, estaba claro; y Draco no podía estar más agradecido. Entró en el aula, con Zabini y Goyle tras él. Ni siquiera se dio cuenta de que Goyle esperaba a sentarse con él, o de la cara de confusión de Zabini al ver al rubio sentado sin nadie al lado.

— Alomejor Pansy tiene razón — le susurró Zabini —. ¿No notas a Draco... raro?

Goyle asintió.

— Nunca lo había visto solo en clase — admitió el robusto chico —, y menos por elección propia. 

Ambos se giraron, prestando atención a la cabellera rubia que ocupaba una de las últimas mesas de la clase. Tenía un pergamino abierto sobre la mesa,  volcándose completamente en la tarea de intentar rellenarlo. Con la cabeza gacha, prestando total atención a la hoja en blanco.

— Oye — Zabini miró a Goyle —.... va a tomar... ¿apuntes? ¿En historia? ¿Con Binns?

Goyle quedó en silencio, aún con una mueca extraña. 

— Parece... parece que sí. ¿Verdad?

Se miraron, lenta y detenidamente. ¿Habían visto bien o...? Giraron levemente el cuello, lo justo y necesario para ver a Malfoy con ambas manos sujetándose la frente, inmerso en el pergamino sobre la mesa. El rubio levantó la cabeza de golpe, topándose con el par de miradas curiosas que lo acechaban unas mesas más adelante; y Malfoy los miró, con una mezcla de molestia y confusión, y luego volvió al pergamino. Cuando la pluma tocó el papel, Zabini y Goye decidieron que ya habían visto suficiente.

— Vaya — susurró Zabini —. Si que lo ha cambiado la guerra.

Para cuando el Profesor Binns entró en clase, Draco ya tenía la primera frase escrita. El título. Plan para ser su amigo.

El fantasma de Binns se adelantó hasta el principio de la clase, dándole a Draco la privacidad para poder pensar su siguiente paso. Analizándolo desde fuera, cualquier intento de acercamiento que Draco hiciera en las próximas horas, por muy bien que escondiera los nervios o practicara el diálogo; se vería antinatural. Absoluta y totalmente acosador. Debería... agh, maldita sea, para parecer alguien normal que coincide con otra persona en múltiples ocasiones, debería dejar un margen de tiempo prudente antes de la siguiente interacción. A menos que...

Oh.

OH.

¡OH!

Ir a aquella cafetería, solo, no sería algo bien visto, ni espontáneo, sino más bien aterrador y obsesivo. Pero. Si llevaba a alguien con él, si tan solo consiguiera llevar a alguien que no conociera al camarero, ¿alguno de los slytherin más jóvenes? ¿tal vez Draco pudiera hacer pasar a alguno como su hermano pequeño? Estaba seguro de que no todos habrían visto en persona a Potter, y si no lo habían hecho mientras él chico estaba vivo tampoco lo harían ahora. No era... no era una mala idea, pero, aunque consiguiera que alguno de los nuevos lo siguiera y guardara silencio a cambio de dos galeones, ¿cómo iban los mortífagos a dejar que Draco saliera acompañado? O, bueno, acompañado de un niño.

No, no, la figura de un niño solo empeoraría las cosas. Lo que Draco necesitaba era a alguien... ¿qué confiara en él?, ¿qué cuándo viera a Potter vestido de camarero no se desmayara? Lo pensó, solo durante un momento, para darse cuenta después de que no existía nadie así. Eso era mucho pedir. Lo que Malfoy necesitaba era alguien discreto, que guardara silencio y que estuviera dispuesto a seguirlo hasta el mundo muggle. 

Soltó un suspiró, corto y cansado, silencioso y abrumador, y hundió el rostro en el pergamino sobre la mesa. 

Maldita sea.

La idea no era tan mala, no era mala. Era complicada y casi imposible, pero podría dar resultado. Solo tendría que fingir que estaba allí, con alguien, con, con un amigo, eso bastaría. Tendría que hacer parecer la situación como normal, esperar que Potter lo reconociera y no dudara en atender su mesa y... aprovechar cada pequeño detalle al máximo. Si... si tan solo encontraba a alguien dispuesto, alguien normal con quién Draco no se sintiera incómodo. Granger. Granger sería una opción perfecta. Pero se pasaba el día pegada a Weasley, y ninguno de los dos iba a ser capaz de mantener la calma ni de dejar que Draco hiciera presentaciones absurdas. 

Esa era la mejor idea a la que podía aspirar por el momento. Tal vez, si supiera que más sitios había por la zona, o el horario semanal de Potter, podría elaborar una mejor estrategia. Él mismo lo había dicho: vivía cerca de la cafetería. O no muy lejos, al menos. Draco tendría que ser más cuidadoso la próxima vez. Tendría que esperar al viernes, dos días, para volver a tener una carta de Snape que le permitiera salir del castillo. Iría a por los ingredientes, cómo de costumbre, y cuando los tuviera a buen recaudo tendría que actuar: hacer un breve recorrido por las calles céntricas, las próximas a la cafetería, y empezar a clasificar algunas tiendas como puntos seguros de encuentro. En el castillo, la comida ya venía servida por los elfos, pero en el mundo muggle, ni existía la magia ni existían los elfos domésticos. Así que a Potter no le quedaría más remedio que preparar él mismo su comida, tendría que hacer una compra considerable para poder subsistir sin magia. Los supermercados cercanos serían los primeros puntos fijos de encuentro.

Malfoy levantó la pluma, firme, comenzando a llenar el pergamino: Primer punto: analizar supermercados. 

Y por supuesto, aunque se tratara de algo más difícil pero no menos importante, Draco tendría que arreglárselas para comenzar a tener una idea del horario de Potter. ¿Tendría más de un trabajo? ¿Qué días tenía libres? ¿Solo trabajaba por las noches? ¿Siempre eran los mismos camareros? El rubio deseó con todas sus fuerzas que aquello último no fuera así. ¿Lo echarían nada más poner un pie dentro si lo reconocían? De nuevo, la pluma tocó el espacio en blanco: Segundo punto: horario semanal de Potter. Y casi a prisa y corriendo, debajo, añadió: Tercer punto: saber si tiene más trabajos.

Una amplia sonrisa se formó en el rostro del joven. Perfecto. Había hecho un trabajo perfecto. 

Draco se pasó una mano por su cabello platino. Lo que había apuntado en el pergamino era algo fácil de hacer, tampoco le llevaría mucho tiempo y lo cierto era que no le serviría de nada si no se encargaba de hacer el resto de averiguaciones. ¿Qué más daba saber del supermercado más cerca de la zona si no sabía cuándo podría ir Potter? Necesitaba acercarse. Draco necesitaba que para el vienes, alguien digno de su compañía estuviera dispuesto a acompañarlo hasta el mundo muggle. Estuvo apunto de escribir cuándo decidió que aquella vez haría una excepción, le valdría cualquier persona que supiera quedarse callada. O que estuviera dispuesta a acompañarlo. Ya podría encargarse él más tarde de borrarle los recuerdos llegado el caso. Así que acercó la pluma al papel, escribiendo con suma firmeza: IMPRESCINDIBLE: encontrar una cita para el viernes. Estuvo apunto de enrollar el pergamino, convencido de que aquel era su principal y único objetivo por el momento, cuando decidió que la frase quedaba incompleta. Así que justo debajo, escribió: La desesperación es extrema. Cualquiera sujeto discreto valdrá.

Cuando Binns se calló por fin, Draco aún continuaba con la vista centrada en el documento sobre su mesa, revisando lo que había escrito. Se dio cuenta de que la clase había acabado cuando la gente comenzó a levantarse y a amontonarse en la salida. Comenzó a enrollar su pergamino, sintiéndose orgulloso de su avance. Nott fue el primero en acercársele.

— ¿Estarás de broma, no? — miró el papiro enrollado. — Corrígeme si me equivoco, pero si no voy mal — Nott se acercó al pupitre, mirando de reojo a Malfoy, que acababa de girarse para coger su mochila —, esta es la primera vez que te veo tomar apuntes con Binns. ¿Es que tú también eres un fantasma ahora? 

Su sonrisa divertida se hizo un poco más amplia, pareciendo que en cualquier momento podría escapársele algo parecido a una risa. Estiró el brazo, rozando el amarillento documento. Antes de que pudiera cogerlo, Malfoy reaccionó de inmediato, arrebatándole el pergamino con una mano. 

— ¡No lo toques!

Su semblante no era divertido, sino firme. Completamente serio: cómo si el gesto de Nott hubiera supuesto una ofensa.

— Tranquilo, fiera — Pansy lo observó con recelo, con cautela, pero sin molestia —. Nadie va a robarte tus preciados apuntes.

Pansy no dijo nada más. Fingió no percatarse de la mueca molesta de Nott, y continuó camino a la puerta. Zabini y Goyle iban tras ella. Draco se levantó del pupitre, metió el pergamino en su bolsa y salió de la clase, tratando de no sentirse culpable por la molestia perfectamente palpable en Theo. Malfoy lo hacía por su bien: ninguno de ellos, por más amigos suyos que fueran, podían saber nada. Absolutamente nada. Mucho menos después del toque de atención de Snape, que ya sospechaba que Malfoy había desarrollado una especie de melancolía por el fantasma de Harry Potter. Draco negó con la cabeza. Si tan solo supieran del camarero de la cafetería muggle.

 


 

Para Draco se sentó en la mesa del Gran Comedor, sintió que Nott parecía haber olvidado lo ocurrido en Historia. Goyle hablaba animadamente con el chico, y Pansy seguía presumiendo de la velada que iban a organizar sus padres en favor del Señor Oscuro. Para la mala suerte de Draco, Zabini parecía estar casi más entusiasmado que la propia Pansy.

Tras Historia, Draco tuvo que admitir que Defensa resultó casi un regalo. No hubo profesor, y según lo que le había dicho su tía, la persona que fuera a llegar tardaría algún algunas semanas. Fue un buen momento para ponerse al día con los deberes de pociones, y también con los de Historia. Debía entregar dos ensayos para la semana próxima, así que si quería tener tiempo para su próximo encuentro con el enemigo número uno del Señor Oscuro, Malfoy tendría que aprovechar bien la tarde.

— No, no, no — Pansy pareció reñir a Zabini, cómo si este fuera un crío a su lado —. No será un simple encuentro, Nott. Será la mayor velada del año. 

— Ya, claro — Theo observó la repentina arrogancia de su amiga —. ¿Por eso ni siquiera sabes dónde va a ser? Si realmente quieres que alguien se presente, no tendrías que tardar en enviar las invitaciones. Y nunca he visto una invitación sin...

— ¿Tú escuchas o solo finges hacerlo? — la chica comenzó a enfadarse, y lejos de temerla, Theo estuvo al borde de la risa. — Debido a la magnitud del asunto, mis padres no pueden decidir por sí solos el sitio. Eso dependerá del Señor Oscuro.

La risa que Nott estaba apunto de dejar salir, desapareció. La tranquila conversación entre Zabini y Goyle cesó, y Malfoy pudo sentir un molesto escalofrío recorrerle la espalda. La tontería de "Pansy y su fiesta" se rompió en mil pedazos. A ella no le emocionaba la fiesta, ni el lugar, ni los invitados. No. Le emocionaba que él fuera el anfitrión. Que él fuera su anfitrión. Cómo si... cómo si esa basura no se mereciera morir. ¿Desde cuándo Pansy sentía admiración por semejante criatura? 

Draco se limitó a mirar los dos filetes de carne que se había puesto en el plato. Aún estaban intactos, y el mero hecho de tener comida en el plato en aquel momento lo hizo sentir incómodo. Malfoy estaba planeando cómo hacerse amigo de Harry Potter mientras sus amigos, tarde o temprano, acabarían venerando al Señor Oscuro. Ojalá, ojalá poder llevar a Nott, o a Zabini, o a Goyle a aquella estúpida cafetería. Solo tenían que sentarse y fingir que habían ido a tomar un café, cómo si fuera algo cotidiano. Ojalá Draco pudiera confiarles lo que sabía. Pero no podía. No podía porque eso significaría entregar a Harry Potter al Señor Oscuro. A Malfoy no le cabía duda: aunque consiguiera llevar a alguno de ellos a su misión del viernes, sería imposible pedir que no se asustaran. Ninguno de ellos quería muerto a Potter, Draco lo sabía muy bien: porque ni siquiera él mismo lo hacía. Pero... ¿estar dispuesto a arriesgar la propia vida por Potter? No. Draco no podía pedir semejante cosa a ninguno de ellos.

— Me voy — el rubio se levantó del banco —. Quiero aprovechar para terminar los deberes de Historia.

— Siéntate — Pansy lo miró de reojo —. No has comido nada.

— No tengo hambre.

Draco se colgó su bolsa. Dedicó un leve asentimiento de cabeza al grupo, y salió del comedor. Realmente, si se miraba correctamente, no era una mentira. Malfoy intentaría dejar acabado la dichosa redacción de Historia, y luego irían con pociones. Más le valía esforzarse en pociones si no quería que Snape volviera a meterse en sus asuntos. De entre todas las cosas que podía haber escrito en el pergamino, tenía que haber hecho dibujitos de lo que recordaba de Potter. Y por si fuera poco, Snape había tenido ver el dichoso pergamino y... No. Eso no pasaría otra vez. Draco haría el esfuerzo. Acabaría los deberes de Historia y se desharía del ensayo de pociones, y luego, solo luego, podría comenzar a seleccionar quién sería su acompañante para el viernes. 

Algo era seguro: para dentro de dos días, Draco tendría a alguien, y para cuando saliera del castillo, no lo haría solo.

 

 

 

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