
Nuevo año
Salió corriendo realizando el mismo recorrido que por la tarde había hecho con Charlie y Visarr, fue a toda velocidad, entre la discusión, su madre y recolectar sus cosas había pasado un buen rato y los Weasley estaban prácticamente al otro lado del campo. Sentía la adrenalina correr por su cuerpo, nunca había hecho algo así. Una cosa era discutir con su padre y otra era ir directamente contra sus instrucciones incluso abandonar a su madre.
Pero se sentía libre y mientras corría una sonrisa se dibujaba en su cara, era libre corriendo hacia Visarr.
Draco llegó a la tienda de los Weasley sin aliento, con el corazón golpeando con fuerza en su pecho y la adrenalina aún vibrando en sus venas. Apenas había tenido tiempo de pensar en lo que haría una vez que llegara, pero eso no importaba ahora. Solo sabía que tenía que ver a Visarr.
Apenas cruzó el umbral, la conversación dentro de la tienda se detuvo.
Y, para su absoluta mala suerte, los únicos en la sala eran el Trío de idiotas.
¿Por qué siempre ellos?
Hermione Granger lo miraba con una mezcla de sorpresa y sospecha, mientras Ronald Weasley (como era de esperarse) ya estaba frunciendo el ceño, preparándose para soltar alguna estupidez.
–¡¿Qué haces aquí, Malfoy?! –explotó Ron de inmediato, levantándose como si quisiera sacarlo a patadas de la tienda.
Draco puso los ojos en blanco. Claro, porque obviamente lo único que quería en la vida era aparecer en la maldita tienda de los Weasley por diversión.
Antes de que pudiera soltar una respuesta sarcástica, Potter habló.
–Déjalo, Ron. –La voz de Potter no tenía la hostilidad que Draco esperaba de él. Ni sarcasmo, ni veneno. Sonaba… genuinamente curioso. Y lo miraba con el ceño fruncido, pero no con desprecio, sino con algo que casi parecía… bien no sabía solo estaba siendo más raro de lo que usualmente Potter era.
¿Qué carajo estaba pasando?
–¿Qué haces aquí, Malfoy? –preguntó Potter otra vez, esta vez más despacio, como si realmente quisiera saber la respuesta.
Draco vaciló un segundo, lo suficiente para que su mente racional gritara que lo mejor era largarse. Pero, ¿qué sentido tenía ahora? Ya estaba aquí.
–Estoy buscando a Visarr –
Potter lo observó en silencio por un momento, luego asintió y sin decir más, señaló hacia la parte trasera de la tienda.
Granger miró entre Draco y Ron, luego rodó los ojos y tiró del pelirrojo de la manga.
–Vamos, Ron. No es nuestro asunto.–
–¡¿Qué?! ¡Pero Hermione!– el pelirrojo se trató de detener ante el empuje de la bruja.
–Nada de peros, ven. –
Draco observó con satisfacción cómo Granger sacaba arrastrando a Weasley, quien no dejaba de farfullar insultos por lo bajo mientras salían.
–Por aquí –dijo Potter, llamando su atención nuevamente.
Draco lo siguió, aún desconcertado por la extraña actitud del chico. Cuando llegaron al otro extremo de la tienda, Potter se detuvo y lo miró otra vez con esa misma mirada intensa de antes.
–Nos vemos. –
No fue un adiós cortante. No fue una burla. Fue solo… un simple “nos vemos”. Y Potter lo miró con algo que Draco no pudo descifrar antes de girarse y desaparecer entre la gente.
Mierda. ¿Qué fue eso?
Sacudiendo la cabeza, decidió no pensar en Potter y centrarse en su verdadera razón para estar ahí.
Entró en la parte trasera de la tienda y encontró a Visarr sentado en un sofá de aspecto cómodo, con Charlie a su lado. Ambos estaban revisando lo que parecían entradas de apuestas del partido.
Cuando Draco entró, Visarr alzó la vista con una sonrisa, pero en cuanto vio que se trataba de su sobrino, su ceño se frunció.
–¿Draco? –
Charlie también dejó de revisar las apuestas y lo miró con atención.–¿Qué pasa? –
Draco sintió el nudo de furia y frustración volver a apretarse en su pecho.
–Lucius –escupió el nombre como si le quemara la boca– Me prohibió verte. Para siempre. –
Visarr se quedó en silencio un par de segundos. Su rostro se oscureció.
–Ese maldito hijo de… –se interrumpió y respiró hondo, frotándose la sien con los dedos. –Espera ¿Dónde está ahora? ¿y Narcisa? –
Charlie miró a Visarr con una expresión tensa.
Oh… su madre, aun sentía un poco de culpa por dejarla.
–Bueno… digamos que tuvimos una muy mala discusión en la que madre intervino… luego se suponía que yo tenía que volver sin retorno junto a ella a la mansión, mientras mi padre hacia quien sabe que mierda… – el rubio cruzó de brazos.
–Y…– Charlie lo animó a continuar.
–Y… solté a mi madre en el último momento para venir corriendo hasta acá– Draco mostró una orgullosa sonrisa.
Lo mayores suspiraron pesadamente.
–¿Y ahora qué hacemos? No podemos dejarlo solo. Lucius va a estar furioso cuando se dé cuenta de que no se fue con su madre – Charlie preguntaba a Visarr casi olvidando que estaba ahí.
Draco cruzó los brazos, no necesitaba que lo cuidaran.
Visarr le lanzó una mirada. –Debes estar pensando que no necesitas que te cuiden ¿no? Pero tampoco te vamos a dejar sin un plan, para que te enteres –
Charlie asintió. –Se queda con nosotros. –
Draco parpadeó.
–¿Qué?
Visarr se encogió de hombros como si fuera lo más obvio del mundo.
–¿Dónde más? Aquí es donde me estoy quedando. – respaldando al pelirrojo.
Draco miró alrededor, examinando el espacio con más atención.
Vale, no era una cueva oscura y sucia, pero tampoco era el tipo de lugar en el que imaginó quedarse. No era la mansión Malfoy, ni siquiera la tienda de su familia. Era…
–No lo pensaste bien cuando huiste, ¿verdad? –Visarr lo miró con burla, cruzándose de brazos.
Draco frunció el ceño y puso mala cara, pero no tenía nada para responder. Claro que no lo pensó bien. Su única prioridad era salir de ahí y ver a su tío.
Pero ahora que estaba aquí…
–Tch… Solo dime dónde voy a dormir –se rindió soltando la tensión de su cuerpo.
Visarr sonrió y lo guio hacia la habitación en la parte trasera de la tienda.
–Bienvenido a casa, Drekki. –
Draco lo siguió con un suspiro.
Sí, definitivamente no lo había pensado bien. Pero, joder, al menos estaba con las personas correctas…¿no?
Se detuvo en seco cortando el hilo de su pensamiento para girar hacia su tío –Podrías… ¿decirle a madre que estoy contigo? no es que me importe… ya sabes, pero debe estar al borde de un aneurisma–
–Dalo por hecho– el Malfoy solo palmeó sus hombros asintiendo.
Draco no estaba seguro de cuánto tiempo había dormido, pero definitivamente no fue suficiente.
El sonido que lo despertó fue ensordecedor. Un estallido que sacudió la tienda, seguido de gritos y caos.
Su primer instinto fue sacar su daga y ponerse en guardia. No tenía idea de qué estaba pasando, pero algo en su instinto le gritaba que no era nada bueno. Antes de que pudiera procesarlo, Visarr entró a su habitación con una expresión seria y lo jaló del brazo.
¿No estaba él durmiendo a su lado hace un rato?
– ¡Levántate! ¡Nos vamos! – ordenó.
Draco apenas tuvo tiempo de meter los pies en sus zapatos antes de que su tío prácticamente lo arrastrará fuera de la tienda.
El exterior era un maldito infierno.
Las tiendas estaban en llamas. Personas corrían en todas direcciones, gritos de pánico llenaban el aire y el cielo nocturno estaba iluminado por destellos de magia.
Draco sintió cómo la sangre se le helaba al ver a figuras encapuchadas avanzando entre la multitud, lanzando hechizos y causando estragos. Todos enmascarados y vestidos de negro, no sabia quienes eran pero…a quien engañaba. Draco sabía perfectamente quienes eran o mejor dicho, lo que eran.
Mortífagos.
Un grupo de ellos flotaba a unos metros, riendo mientras hacían levitar a un grupo de muggles, girándose en el aire como si fueran marionetas rotas.
La imagen lo golpeó con una sensación extraña en el pecho, un retorcijón de algo que no quería llamar miedo, pero que definitivamente era algo parecido y repugnante.
Visarr lo empujó hacia Charlie, quien ya estaba organizando a los más jóvenes. – Tú, con ellos. Váyanse al bosque y manténganse fuera de la pelea. –
Draco parpadeó, aturdido.
– ¡¿Qué?! ¡No me voy a ir como un maldito niño asustado! – miró directamente a los ojos de Visarr.
– No es opcional, Draco. – La voz de su tío era firme, más de lo que estaba acostumbrado a oír– . No puedes estar aquí cuando esto se ponga peor–
Charlie asintió con su rostro grave mientras le indicaba a los gemelos que se llevaran y cuidaran a la menor de los hermanos, que miraba la escena con los ojos abiertos como platos.
– Vamos, Malfoy. – La voz de Granger se hizo presente con el trío de idiotas, en lo que se giró a verlos Charlie y Visarr ya no estaban en el lugar, tampoco los gemelos con la niña.
Draco apretó los dientes, pero antes de poder moverse, algo entre el caos captó su atención. Muggles y mestizos estaban siendo los principales objetivos. Su mente, aún nublada por el sueño y la confusión, tardó un segundo en atar los hilos.
Alphonse.
El terror lo golpeó como un maldito tren.
Si estaban atacando a mestizos… Alphonse estaba en peligro.
Sin pensarlo dos veces, giró sobre sus talones y salió corriendo en dirección opuesta.
– ¡Malfoy! – escuchó que alguien lo llamaba, pero no se detuvo.
Corrió con todo lo que tenía, empujando a la gente que huía, esquivando los escombros que caían y las maldiciones que volaban en todas direcciones. Cada músculo de su cuerpo ardía, pero no le importaba, no hasta que llegó a la tienda de Alphonse.
Y lo que vio hizo que su estómago cayera en picada.
Los padres de Alphonse estaban flotando en el aire, girando sin control, mientras un grupo de Mortífagos reía cruelmente, quien mierda podía realmente disfrutar eso. Esas personas que había conocido hacía unas horas, que habían sido amables y educados ahora estaban siendo la fuente de diversión de enfermos maniacos.
Pero eso no fue lo peor.
Lo peor fue ver a Alphonse.
Estaba suspendido en el aire, boca abajo, con un remolino de viento girando a su alrededor. Draco pudo ver su rostro, la desesperación en sus ojos mientras intentaba respirar y fallaba, los malditos lo estaban asfixiando. Su atacante parecía haber recibido una maldición que le voló las protecciones de los brazos por lo que en lo que manipulaba su varita se veía claramente una marca de serpientes y calavera en su brazo izquierdo.
–Descendiente de muggles y squib ¿Cómo eso es mejor que un sangre sucia? es prácticamente lo mismo o peor – gritaba un encapuchado con asco para luego intensificar el remolino y reír ante las reacciones que tenía el chico al ser asfixiado.
Todo fue volvió negro para Draco.
– ¡HLÍF! – gritó con toda la rabia acumulada en su cuerpo.
Una enorme barrera se extendió desde el cuerpo colgante de su amigo, expulsando con gran fuerza a sus atacantes dejándolos inconscientes por el golpe que sufrieron contra las estructuras cercanas, repitió la acción con el Sr. y Sra. Dogaru antes de correr a verificar como se encontraba su amigo.
Alphonse estaba rojo y jadeando en busca del aire que se le estaba siendo privado por sus atacantes, todo su cuerpo temblaba y sus ojos llorosos mostraban una mezcla de angustia y terror al mismo tiempo. El Sr. y la Sra. Dogaru se acercaron lo suficiente para pedirle a Draco que sacará a Alphonse del lugar rápido mientras ellos se terminaban de recomponer para escapar, Draco no los quería dejar pero entendía las súplicas de los padres para que sacara a su hijo del peligro y así lo hizo. Como pudo llevó a su amigo en un dirección segura mientras encapuchados atacaban a diestra y siniestra, era el único lo suficientemente bien para usar una varita por lo que como podía enviaba escudos y hechizos de desarme para protegerlos a ambos.
Habían avanzado un gran tramo del campo pero aún no salían del peligro, lo positivo es que Alphonse estaba más compuesto y podía caminar por sí mismo.
–PROTEGO – Alphosen lo jaló a Draco hacia atrás, un escudo se formó sobre ambos lanzando lejos una maldición que venía directo a ellos.
Bien, lo positivo es que Alphonse ya podía usar una varita. Se batieron a duelo con dos mortífagos que estaban en el campo.
–¡Detente ¿No es ese el niño Malfoy? – escuchó de uno de los enmascarados.
En ese momento hubo dudas y fue todo lo que necesitaron, Alphonse los mandó a volar, nunca lo había visto ser tan agresivo. Siguieron corriendo, esta vez con ambos protegiéndose el uno al otro cada vez había menos gente a su alrededor, se dirigieron a un claro que parecía seguro y casi vacío si no fuera por un único ser, que a pesar de la cercanía no podía identificar bien por el humo, polvo y oscuridad, sin embargo, cuando se encontraban a unos 10 metros, apuntó una varita al cielo y luego correr.
Había invocado la marca tenebrosa.
Alphonse que hasta hace un momento podría haber hecho volar a quien se le cruzara, palideció comenzando a temblar nuevamente, no porque supiera con anterioridad que significaba o a quién pertenecía la marca… probablemente se debía a que le recordaba cuando estaba siendo asfixiado.
–Alphonse, está bien. Estás conmigo, nadie te dañara –trataba de hacer entrar en razón a su amigo, pero este tenía los ojos fijos en esa maldita marca.
Su temblor era cada vez más fuerte y a pesar de que nadie los estaba atacando le faltaba el aire, Alphonse estaba teniendo una especie de ataque por mirar esa maldita cosa en el cielo que parecía burlarse de todos y nunca irse. No sabía cómo ayudarlo, no podía hacer nada, estaba impotente mientras cada segundo que pasaba Alphonse estaba peor.
En un ataque de desesperación un destello apareció en su mente “es solo una marca en el cielo” si desaparece ayudaría a su amigo. Con un brazo acercó al chico francés de forma protectora y con el otro alzó su varita al cielo con la seguridad, convicción y enojo que nunca antes había experimentado.
-LJÓSTA AF ELDRI!- gritó con fuerza.
Con un rugido el imponente dragón de lo que parecía un fuego turquesa se alzó en el cielo destruyendo la marca e iluminando el claro donde se encontraban, ya no había rastro de la maldita figura anterior y si bien no había curado el ataque de su amigo, logró notar que se encontraba un poco mejor, por lo menos ahora podía respirar.
Pero claro, las cosas no podían ser fáciles ¿No?
Apenas desapareció su dragón un montón de hechizos les sobre volaron la cabeza y se vieron obligados a tirarse al suelo para protegerse pues lo ataque venían de todos lados.
–¡SUELTEN LAS VARITAS! –
–MANO EN ALTO –
–LOS TENEMOS–
Un grupo de personas los rodearon
¿Qué mierda estaba pasando?
–¡RINDANSE! – Un señor apareció entre las brujas y magos que los apuntaban con sus varitas –¡Já! ¿Por qué no me sorprende ver a un Malfoy en todo esto? ¡Vamos ya! arréstenlos a ambos – indicó el hombre que a lo ahora entendía debían ser aurores.
¿Arrestar? pero ellos no habían hecho nada, incluso había estado corriendo por sus vidas
Miro a Alphonse que aún tiritaba –No hemos hecho nada, no nos pueden arrestar– aferró con fuerza a su amigo contra su cuerpo.
–Qué insolencia tratar de mentirnos en la cara ¡Todos lo vimos! la marca tenebrosa estaba en el cielo y tú con la varita en el aire– hizo un gesto desaprobatorio con la mano –Rápido arréstenlos–
Los aurores se acercaron con sus varita apuntándolos
–¡No es así! no invoque la marca ¡invoque al dragón que la destruyó! – gritó con impotencia sin ser escuchado por nadie.
Estaban jodidos, los arrestaron e irían azkaban. Maldita sea solo tenía 14 años y Alphonse 16, este último aún estaba un poco afectado pero entendía lo que estaba pasando.
Mierda. Mierda. Mierda. Mierda. Mierda.
¿Qué iba a hacer?
Estaba apunto de darle un ataque de algo cuando una fuerza invisible alejó a los aurores y una esbelta figura se posicionó en frente de ellos.
–No se atreven a tocarle un solo cabello a mi hijo– dijo la bruja que ahora está apuntando su varita contra los magos que los acechaban.
–¿Madre? – preguntó incrédulo de lo que veía.
Su madre estaba ahí, levantando la varita a un montón de aurores que los tenían rodeados.
–Sra. Malfoy, estamos tratando de hacer justicia, si no se mueve la llevaremos también– el hombre respiró fuerte en lo que parecía darse ánimos –¡Su hijo es un mortífago! ha invocado la marca–
Narcissa Malfoy sin bajar su varita formó una cruel sonrisa en su rostro –Oh, claro. Porque usted sabe mucho sobre hijos mortífagos ¿No es así Sr. Crouch?– dijo con tono condescendiente.
El hombre rojo de molestia hizo un gesto para que sus fuerzas avanzaran.
La bruja con un rápido movimiento de varita los alejó –¡No se acerquen imbéciles! –
Ok. Esto era considerablemente más increíble que lo anterior, no creía que nadie antes hubiese escuchado a Narcissa Malfoy insultar tan directamente a alguien, menos a autoridades y definitivamente jamás en un espacio tan público.
Antes que los presentes se recuperaran de shock otras dos figuras pasaron posicionándose a cada lado de su madre para protegerlos, eran Charlie y Visarr.
–Atrás infelices– gruñó Visarr
–Suficiente arrestarlos a todos ¡Son Malfoys! es obvio que ellos fueron–
Tomó conciencia de su entorno y se dio cuenta que había mucha más gente que antes, la familia Weasley había llegado y el patriarca ahora intentaba hacer entender al Sr. Crouch que se estaba equivocando, también estaba el trío de idiotas con Potter, como siempre, frunciendo el ceño.
Vaya, si sigue así le saldrán arrugas demasiado jóvenes. Que desperdicio.
–¡Sr. Crouch! encontramos la varita que invocó la marca y al culpable– dijo un joven mago que carga una varita y…¿un elfo?
Luego de eso todo parecía ir muy rápido, Potter reclamó su varita trataron de arrestarlo a él como cómplice, lo que por cierto era estúpido. Su madre los abrazó hasta asfixiarlos, un equipo médico revisó a Alphonse, Visarr discutió e insultó a los aurores llamándolos “imbéciles” y al Sr. Crouch de “inepto”, el señor Weasley llevándose a Potter, Charlie calmando a Visarr y cuando todo parecía ya calmar, apareció.
Lucius Malfoy.
–¿Qué es todo este circo? – dijo altivamente –y qué haces tú cerca de mi hijo– miró con asco a Visarr.
Su tío que está al costado de donde se encontraban, se giró para quedar enfrente de forma protectora. Aún estaba con el calor de las discusiones con los aurores y rojo de furia parecía un dragón a punto de quemar un pueblo solo por enojo. No obstante todo ese enojo fue opacado por una furia aún mayor que se presentó en medio de ambos hombres sobre zapatos de taco alto.
–¿Qué hace él? pues protege a nuestro hijo. La verdadera pregunta es ¿Dónde estaba tu? Cuanto TU hijo estaba corriendo por su vida. Cuanto TU hijo estaba siendo atacado. Cuando TU hijo estuvo apunto de ser arrestado.– Narcisa Malfoy no gritó en ningún momento, pero el silencio alrededor hizo eco de sus palabras.
Lucius pareció haber sido golpeado por algo invisible pero luego se recompuso –Sabes donde estaba y era importante –
–Nada es más importante que nuestro hijo– la bruja le dio la espalda a su marido para caminar hasta Draco y tomarle el brazo.
Alphonse había sido llevado por el equipo médico con sus padres, por lo que ante el empuje de su madre solamente siguió en la dirección que ella indicaba mientras que los magos a su alrededor seguían quietos.
–¿A dónde crees que vas? – preguntó su padre con la mandíbula apretada.
La miró sobre el hombro –A algún lugar seguro para mi hijo–
Siguieron caminando siendo seguidos por Charlie y Visarr.
Su padre no dijo nada y tampoco los siguió.
Las últimas semanas antes de comenzar el 4to año en Hogwarts Draco y su madre lo pasaron en Rumania junto a Visarr y algunas visitas de Charlie. Por petición de su madre no habló con ninguno de sus amigos durante este tiempo, le dijo que esperara a que entraran a clases nuevamente, con el único que intercambió cartas fue con Alphonse, quien se encontraba en Francia sano junto a sus padres iniciando su año escolar.
En distintas ocasiones durante ese tiempo Draco sintió la necesidad de disculparse por dejarla sola en el regreso a la mansión pero nunca encontraba el momento indicado hasta que finalmente nunca lo hizo.
Consiguieron todas las cosas por búho y una vez que las vacaciones acabaron se fueron directamente de Rumania a la plataforma 9 ¾ de la estación King 's Cross.
–¿Estarás bien? – preguntó a su madre, pues luego de dejarlo en la estación, volvería a la mansión.
–Si cariño, intercambie cartas con tu padre. Hablaremos y la cosas mejoraran. Lo prometo – la bruja sonrió con ternura mientras acariciaba el cabello de su hijo.
Draco suspiró poco convencido, no quería que su madre lo pasara mal. Sintió uno de los silbatos de aviso del tren, que indicaba que el tiempo se le estaba acabando, por lo que se giró para despedirse de su madre.
–Madre, ya tengo que ir. Nos vemos en vacaciones…–Draco dudó un poco lo que iba a decir– yo… lo siento… por no haberme ido contigo en el traslador y lamento haber tardado en decirlo –
La bruja lo miró con unos ojos que no expresan otra cosa que amor –Mi pequeño, eso ya pasó y lo que importa es que este bien– hizo una pausa –pero si vuelves a hacer lo mismo estarás castigado hasta tu mayoría de edad– terminó con una inocente sonrisa que le dio escalofrío.
–Si madre– asintió mientras para su sorpresa era abrazado por la bruja.
Ya habiéndose despedido de su madre y agradecido a Olaf por cargar su equipaje se subió al tren en busca de alguno de sus amigos.
Draco avanzó por los pasillos del tren, evitando cuidadosamente a los estudiantes de primer año que se movían en grupos desordenados y parloteaban sin cesar.
Tenía que encontrar un compartimento con sus amigos, y rápido. No quería pasar más tiempo del necesario deambulando por ahí y arriesgarse a toparse con alguien indeseado.
Y por supuesto, justo cuando pensó eso, chocó con alguien.
– ¡Oh! Lo siento– dijo una voz calmada y amable mientras unas manos firmes lo agarraban por los brazos para evitar que cayera de espaldas.
Draco parpadeó y se encontró con la sonrisa relajada de Cedric Diggory.
Genial.
– Malfoy, qué sorpresa verte así de distraído– comentó el chico de Hufflepuff con una ligera risa, soltándolo una vez que estuvo seguro de que Draco no se iba a estrellar contra el suelo.
Draco se acomodó la túnica con un bufido, tratando de recuperar su dignidad. Alzó la vista para soltar un comentario sarcástico pero se detuvo apreciando como el mayor le sonreía.
Oh el idiota era atractivo y ahora si lo podía admitir. Maldito tejón. Sacudió su cabeza para ordenar las ideas.
– No es sorpresa. Hay demasiados idiotas en este tren y no me interesa estrellarme con ellos –
Cedric solo inclinó la cabeza con esa estúpida y atractiva sonrisa de buen tipo.
– Bueno, entonces ten cuidado en el camino. Que tengas un buen viaje. – Y sin más, Diggory siguió su camino como si nada.
Draco lo miró alejarse con el ceño fruncido.
¿Qué demonios le pasaba a ese tipo? ¿Por qué nunca se molestaba con nada?
Rodó los ojos y siguió caminando, hasta que finalmente encontró un compartimento que no era completamente insoportable.
Dentro estaban Theo y Blaise sentados juntos, y frente a ellos Luna al lado de Pansy.
Antes de que pudiera hacer o decir nada, Pansy lo vio y, con una rapidez alarmante, lo jaló del brazo dentro del compartimento con una fuerza que lo hizo tambalear.
– ¡Por Merlín, Draco!– exclamó con una mezcla de irritación y alivio– ¿¡Dónde demonios estuviste!? ¡Llevamos semanas sin saber nada de ti! –
Draco apenas tuvo tiempo de cerrar la puerta antes de que Pansy le propinara un golpe en el brazo.
– ¡Auch!– protestó, frotándose el lugar donde lo golpeó– ¡¿Qué mierda te pasa, Parkinson?!
– ¿Ahora es Parkinson?¡Lo que me pasa es que desapareciste como un maldito fantasma!– lo fulminó con la mirada– Tú estabas en el Mundial. Tú estabas en el lugar del ataque. ¿Y ni una maldita carta? ¡¿Ni una mísera lechuza para decirnos que no estabas muerto?! –
Draco sintió una punzada de culpa. Pero, por supuesto, no lo iba a admitir.
– No fue mi culpa– respondió de mal humor– . Madre me pidió que no me contactara con nadie hasta volver a Hogwarts. –
Pansy cruzó los brazos, mirándolo con desaprobación. – ¿Y qué? ¿Desde cuándo haces todo lo que te dicen? –
Draco le lanzó una mirada molesta, pero antes de que pudiera responder, Theo habló, con una voz más baja, casi incómoda.
– Tal vez…– murmuró– tal vez no era seguro que nos enviara cartas.
Todos lo miraron con curiosidad.
Theo tragó saliva, evitando las miradas.
– Sabemos que muchas familias…– hizo una pausa incómoda– muchas de nuestras familias estuvieron involucradas con los Mortífagos en la primera guerra.
El compartimento se quedó en silencio.
Pansy y Blaise intercambiaron miradas tensas.
Draco sintió algo en su pecho, un peso que no quería nombrar.
Claro, tenía sentido. El ataque en el Mundial fue de Mortífagos y aunque la prensa lo desmintió y muchos lo creyeron, ellos sabían la verdad… por sus familias.
–Y no podemos asegurar que no estuvieran involucradas ¿No? es decir, solo a Draco le dieron permiso para ir, a ninguno de nosotros se le permitió ¿Por qué habrá sido? – siguió Theo en la línea de pensamiento.
–Y mi padre quería que madre y yo nos fuéramos luego del juego… antes del ataque– dijo Draco en voz baja.
Durante su tiempo en Rumania no quiso pensar mucho en el ataque y su familia lo ayudó a pensar en otras cosas, pero en retrospectiva, era obvio… Era estúpidamente obvio que sus padres estaban involucrados. Si alguien enviaba cartas, si alguien mencionaba las cosas equivocadas… podría ser peligroso.
Para todos ellos.
Para sus familias.
Draco apartó la mirada, sintiendo cómo su mandíbula se apretaba.
El silencio que quedó fue incómodo, hasta que Luna, que había estado observando la conversación como si fuera una espectadora ajena a todo, decidió intervenir.
– Lo importante es que ahora estás aquí, ¿no? – dijo con tranquilidad.
Todos la miraron.
Luna solo sonrió, con esa expresión serena que hacía que Draco se sintiera aliviado solo con su presencia, como si solo su mera existencia les trajera sosiego a todos.
Draco suspiró, dejándose caer en su asiento.
– Sí, bueno– murmuró– . Estoy aquí.
Y aunque aún sentía la presión en su pecho, todavía tenía demasiadas teorías y pocas certezas… había algo reconfortante en volver a sentarse con sus amigos.
A pesar de todo, estaba de vuelta en Hogwarts.
–Bien, hablemos de otra cosa ¿No piensan que Digory es más atractivo este año? – dijo Pansy con una malvada sonrisa.
Blaise hizo una mueca, Theo rodó los ojos, Luna rio y Draco… lo consideró.
Recordó su sonrisa y sus ojos analizando cada detalle como al chocar con él había sentido los músculos de su cuerpo y… oh mierda sentía el calor subirse por las mejillas.
–¿Por qué estás rojo Draco? ¿Tienes fiebre? –preguntó Luna.
Todos en la cabina lo miraron y en una fracción de segundo Pansy abrió unos enormes ojos
–¡NO PUEDE SER! – dijo la pelinegra para luego soltar un chillido y –¡Encuentras atractivo al tejón! –
Estaba paralizado. Oh mierda, era su fin.
–¡No dije eso! – levantó su mentón intentando recuperar la compostura.
–Dile eso a tu cara ¿Qué pasó? ¿Imaginaste a Diggory en bañador o algo? – dijo Blaise con tono burlón mientras se cruzaba de brazo.
MALDITA SEA… EL Y SU MENTE.
Ahora seguramente estaba tan rojo como un tomate por lo que hizo lo único que podía hacer en esa situación. Se cubrió la cara, solo para sentir la risa de todos sus amigos alrededor.
La tanga de Merlin, este año seria una tortura.