
¿Alphonse?
No habría quidditch, maldita basura de año sería . No, en cambio había un maldito tornero del cual más de la mitad de su casa sabía pero él no estaba enterado. Le atribuye eso a que estuvo en Rumania sin contacto básicamente con su padre y como si no fueran suficientes malas noticias, apenas se enteró que vendrían otras escuelas le escribió a Alphonse que ¡Sorpresa! no vendría en la comisión con su escuela.
Era una real mierda.
Solo habían pasado tres días desde el comienzo de clases y no podía sentirse más contrariado con este año, Pansy lo había llamado “Drama Queen”, que solo porque él no se hubiese enterado antes sobre el torneo no sería el fin del mundo. Pero no se trataba de eso, insistía mentalmente era todo lo que lo había estado rodeando desde que volvió a la mansión antes del mundial de Quidditch, lo que sucedió en el mundial… ¡Demonios! tal vez si Alphonse estuviese un poco más cerca no estaría tan… ¿Preocupado?.
¿Quién lo diría, no? si hace dos años le hubiesen dicho que él Draco Malfoy estaría tan preocupado por el hijo de un muggle y un squid habría reído y escupido en la cara del interlocutor por las estupideces dichas. Pero no eran estupideces, no en realidad. Actualmente tendría los cojones para ir y decirle a ese Draco de hace dos años que está equivocado… qué padre está equivocado y que Alphonse es digno de ser su amigo.
Un amigo que Draco no verá en un año porque el idiota no esta en la comisión que representará a su escuela en el torneo de los tres magos.
Estúpido niño francés, que no se inscribió antes.
Estúpido torneo de los tres magos que no lo dejara jugar quidditch.
Estúpido Potter, porque de alguna forma es culpa de él.
No tiene pruebas pero tampoco dudas.
–¿Quieres parar? –
Draco dejó en la mesa su delicioso té mañanero Lady Grey. Merlín quien haya inventado esta variación del té Earl Grey es un puto genio, desde que probo por primera vez esta variante se convirtió automáticamente en el té favorito de Draco.
Se aclaró la garganta –¿A qué te refieres Pans? – miró de reojo mientras se cruzaba de brazos.
–Oh por favor. Podrías asesinar a alguien con tu mirada en este mismo instante– la bruja miró el resto del comedor –mira, me importa una mierda el resto de la escuela pero con nosotros deberías cambiar tu cara de culo y de paso no ser un maldito grano en el culo–
No tuvo tiempo de responder, ya que aunque se hubiese ofendido tremendamente, en ese instante apareció Blaise llevándolos de forma pasiva-agresiva a la primera clase del día, DCAO. Aparentemente Theo y Blaise llegaron a la sala cuando se dieron cuenta que Draco y Pansy faltaban por lo que el moreno fue rápidamente sin perder la compostura a buscarlos, ya que por lo que habían notado el nuevo maestro era algo… extraño.
Draco llegó al aula de Defensa Contra las Artes Oscuras de muy mala gana. No porque la materia le disgustara, sino porque el desayuno ya se había arruinado por culpa de Pansy y ahora, por culpa de Blaise, había perdido la oportunidad de caminar a su clase en paz.
–Deberías agradecerme– murmuró Blaise cuando tomaron asiento en la parte trasera de la clase.
–¿Agradecerte qué, Zabini?– espetó Draco mientras se acomodaba en su lugar con un bufido.
–Que no llegamos tarde– respondió Blaise con su acostumbrado tono relajado–. Dudo mucho que este nuevo profesor sea indulgente con los retrasos.
Draco le lanzó una mirada escéptica y se acomodó, observando a los demás estudiantes llegar. En las primeras filas estaban el trío de idiotas, con Granger parloteando algo con Weasley y Potter. Un poco más atrás, Longbottom y otros que no sabía el nombre ¿Thomas? o algo así, en realidad no le importaba.
Theo se sentó al lado de Blaise, con una cuidadosa expresión en blanco que lo hacía parecer más un maldito mueble que un estudiante. Pansy, por otro lado, se dejó caer en su asiento al lado de Draco, cruzando las piernas con dramatismo y echando un vistazo a la pizarra vacía.
–¿Dónde mierda está el profesor?– preguntó en voz baja.
–Quién sabe– murmuró Draco–. Pero más vale ser mejor que el último imbécil.
Bien tal vez era un poco injusto, Lupin no fue precisamente un mal profesor pero restó una considerable cantidad de puntos cuando se enteró que en efecto había sido el hombre lobo con el que se había encontrado el año pasado en el bosque.
Justo entonces, la puerta se abrió de golpe.
Draco se enderezó automáticamente cuando un hombre de aspecto imponente, entró cojeando en el aula con un golpe seco de su bastón. “Ojo Loco Moody”.
Bien, esto ya le daba mala espina.
El hombre avanzó sin decir palabra, dejando un rastro de tensión con cada paso, hasta que llegó al escritorio y se giró abruptamente para escanearlos con su ojo mágico, que giraba de forma completamente antinatural.
–Soy el profesor Moody– dijo con voz rasposa, como si escupiera piedras al hablar–. Y este año no voy a llenar sus cabezas con basura inútil de teoría. Voy a enseñarles a pelear.
Draco arqueó una ceja. Vale, eso sonaba interesante, le gustaba pelear y había estado entrenando en el verano, tal vez tendría la oportunidad de patear el trasero de Potter. Sonrió para si mismo.
–Vamos a empezar fuerte– continuó el profesor, apoyándose en su escritorio con una mano–. Maldiciones Imperdonables.
Un murmullo recorrió el aula.
Draco se inclinó un poco hacia Pansy, sin dejar de mirar al profesor.
–Esto se pondrá jodidamente bueno– murmuró.
Pansy le lanzó una mirada de advertencia.
–O jodidamente peligroso –
Moody golpeó la pizarra con su bastón y la clase quedó en silencio.
–Primero, Imperius– dijo, con un tono que Draco no supo identificar. Era burla, desprecio… ¿o algo más?–. Un hechizo que te toma completamente y te obliga a hacer lo que sea. Saltar de una torre, entregar información, actuar como un maldito títere –
El ojo de Moody se fijó en Draco.
–Algunos en esta sala deben estar familiarizados con eso, ¿no es cierto Sr. Malfoy? –
Hubo un silencio mortal.
Draco sintió que su piel ardía. Pansy se tensó a su lado, y Blaise hizo una mueca, pero no dijo nada. Theo ni siquiera parpadeó. Draco entrecerró los ojos.
¿Acaba de insinuar lo que creía que insinuó?
El bastardo apenas llevaba cinco minutos en la clase y ya estaba dejando caer comentarios venenosos sobre su padre… bueno los padres de varios en la sala. Si bien no estaba en buenos términos con su progenitor ¿Quién mierda se creía el tuerto para hacer esos comentarios en frente de todos?
Draco se obligó a no reaccionar. Solo se reclinó en su asiento con falsa indiferencia, mientras Pansy le agarraba la manga de la túnica bajo la mesa, en lo que seguramente era su intento de decirle que no hiciera nasa estúpido.
Moody conjuró una araña y demostró la maldición en ella. Draco observó a la pequeña criatura moverse como si fuera un juguete encantado. No estaba impresionado.
Pero entonces llegó la siguiente.
–Bien, ya vimos la primera. ¿Qué otra maldición imperdonable existe? –
El ambiente estaba tensó, aún así Granger no se quedó callada y respondió. “La medición Crusiatus” la maldición de la tortura, como no.
Moody levantó su varita –Cruciatus.– dijo con voz rasposa, y su varita giró hacia otra araña.
Draco sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
La araña se retorció. Se dobló sobre sí misma de una manera imposible, sus patas crispadas, como si intentara huir de su propio cuerpo. El sonido de sus movimientos rechinaron en la sala y un chillido de sufrimiento salía de la criatura.
–¡Basta!– la voz de Longbottom resonó en la sala.
Draco giró la cabeza y lo vio con el rostro pálido, con las manos cerradas en puños sobre la mesa.
Hubo un silencio pesado.
Moody soltó la maldición y la araña quedó inmóvil, temblorosa.
Longbottom respiraba agitado, con el rostro tenso.
Draco entendió al instante.
Mierda.
No era un secreto para él que los padres del inútil Longbottom fueron torturados con Cruciatus.
Draco desvió la mirada hacia Pansy, que también lo había notado.
–Joder– murmuró ella, cruzándose de brazos con incomodidad–. ¿Era necesario?
–No.– respondió Blaise con una mueca.
Draco sintió una incomodidad extraña en su pecho. No tenía ninguna simpatía por Longbottom, pero joder, incluso él tenía límites. Longbottom estaba visiblemente afectado. Granger le había tomado la mano, Potter lo miraba con una mezcla de preocupación y furia contenida.
Moody, en cambio, no parecía darle importancia.
–Bien, eso fue Cruciatus. Ahora la última– dijo con total naturalidad–. Avada Kedavra.
El aula se sintió más fría.
Draco no apartó la mirada cuando la araña se desplomó sin hacer un solo sonido. Sin dolor. Sin marca. Sin nada. Solo muerte.
El aula quedó en completo silencio.
Moody recorrió la sala con su ojo giratorio.
–Bienvenidos a mi clase– dijo con una sonrisa torcida–. Si creen que esto fue duro, esperen a ver lo que tengo preparado. Callen y anoten el programa de este trimestre.
Longbottom salió junto a Granger, nadie se lo impidió. Todos estupefactos y dando miradas al profesor al frente de la clase.
Draco no dijo nada.
No podía decir nada.
Porque por primera vez en mucho tiempo… se sentía asqueado.
La semana había sido una locura, particularmente por esa terrible clase de defensa, no mentiría diciendo que no le había afectado, particularmente Theo parecía un poco perdido desde entonces. Sin embargo ya era sábado y Draco podría descansar tranquilamente, o eso pensaba. Desde que desayunaba en el gran salón se sentía observado, pero cada vez que se giraba a buscar de donde lo miraban, no encontraba a nadie. Cuando caminaba por el castillo, cuando pasó por la biblioteca ¡Hasta en el maldito baño! se giraba bruscamente para sorprender a su acosador pero nunca encontraba a alguien. Le comentó a sus amigos pero solo lo llamaron exagerado, así es como se encontraba estirado mirando el cielo atardeciendo sobre él en las cercanías del lago, había invitado a Luna cuando la encontró en la biblioteca pero esta solo le dio una extraña mirada luego de una amable sonrisa junto a un educado rechazo de su invitación.
Estaba solo en el césped, bueno no solo precisamente, aun sentía que lo observaban así que eran él y su acosador.
Pasaron unos minutos hasta que una sombra se posó sobre él, tardó unos segundos al notar el inconfundible nido de pájaros con lentes y cicatriz.
Potter.
Por supuesto que él sería su acosador.
–¿Por qué no me sorprende que seas mi acosador? – cerró los ojos mientras seguía recostado.
El moreno frunció el ceño –No te estoy acosando.–
Abrió un ojo para mirar al otro mago expectante–¿No? ¿No me has seguido acaso todo el maldito día? –
–No se de que hablas Malfoy– Potter se cruzó de brazos y le quitó la mirada sonrojándose levemente.
Bien lo negaba pero por lo menos tenía la decencia de sentirse avergonzado por seguirlo todo un maldito día dejándolo como loco frente a sus amigos. ¿Cómo demonios lo hacía para no verlo cada vez que buscaba a su acosador? aparentemente nunca lo sabría.
–Entonces ¿Qué quieres? – suspiro con derrota.
Potter volvió a mirarlo fijamente –Pues yo… veras… era para coordinar los horarios ya sabes y que días serian, estamos empezando el año y no habrá práctica de quidditch eso significa mas tarde disponibles y bueno sería más cómodo en algunos casos. Pero no se si tienes algo que hacer, es decir no habrá quidditch entonces no tienes mucho qué hacer. Es decir, no quiero decir que tu no hagas nada es solo que pienso…–
–Potter– Draco levantó su mano ante el desvarío del león –No sé de qué mierda estás hablando ¿horarios de qué? ¿Por qué tendría que coordinar alguna mierda contigo? – para este momento ya se estaba levantando, quedando sentado y no acostado.
Potter se movió incómodo en su lugar pasando segundo sin que nadie hablara, hasta que finalmente suspiró y se rascó la cabeza en un gesto un tanto inseguro.
–Hablo de ir a limpiar los establos. Vamos sabes de lo que hablo –
–No, de hecho no sé de lo que hablas. No tengo porqué limpiar los establos contigo– le miró fijamente – Ya no tenemos ningún trato–
–¿No? – el de lentes se cruzó los brazos –pues entonces no te importará que todos sepan que eres amable con los hipogrifos y amas limpiar establos – dijo sarcásticamente.
Draco no dejaba de mirarlo, ya estaba de pie. ¿Potter lo estaba intentando de chantajear? el noble y recto Gryffindor ejemplar lo estaba intentando chantajear… de nuevo, pensó.
Pensó un poco más y se dio cuenta, que de hecho, no le importaba si el mundo sabía, es más tal vez sería interesante que todos se enteraran y la noticia llegara a su padre ¿no?.
Draco levantó el mentón y dejó ver una sonrisa de mierda –De hecho Potter, no. No me importa, ve y díselo a tu séquito de idiotas. Es más, me haría un favor– dijo acercándose al otro chico presente.
Potter abrió los ojos cómicamente pero no movió ningún otro músculo, Draco por su parte lo miró con un ceja enarcada y ante la falta de respuesta se giró sobre sus talones para marcharse. No obstante, no alcanzó a avanzar tres pasos antes de ser detenido.
–¡Espera! – Potter le detuvo afirmando la capa de abrigo que llevabas puesta –Bien lo siento. Pero es necesario, es nuestro trabajo, ¿Quién más lo hará si no? –
Lo miró extrañado ¿Era idiota?
–De hecho Potter, no. No es nuestro trabajo. Le pagan a alguien por hacerlo y es tu amigo – Draco se estaba exasperando por la actitud del chico y posó las manos en sus caderas en señal de su molestia.
–Si, pero no es lo mismo. ¿De verdad dejarás a esos pequeños hipogrifos solos? además como dices Hagrid es mi amigo. Cuando limpiamos los establos estamos más tiempo que cuando te escabulles con tus amigos– Potter extendió el brazo explicando como si fuera lo más obvio del mundo.
Bien, tenía un punto. Cuando iba con Potter podía pasar más tiempo en los establos que cuando se escapaba con Theo, Blaise o Luna. También…
Un momento.
–¿Cómo demonios sabes que me escapo con mis amigos? – dijo en tono molesto.
–Oh vamos Malfoy. Ese no es el punto aquí– el idiota tuvo el descaro de rodar los ojo como si la pregunta de Draco fuera estúpida.
¡No era estúpida! el idiota lo había estado siguiendo durante más tiempo del que se había imaginado.
–Oooh Potter claro que lo es ¡Maldito acosador! – bien a este punto ya estaba gritando, este chico siempre lo sacaba de sus casillas.
Potter dejó salir un grito de frustración mientras se frotaba la cara.
–¿Aceptas o no? Bien puedo decirle a Hagrid que le ponga seguro a los establos para que nadie entre– el león se cruzó de brazos.
¿Lo estaba amenazando?
Si, era claramente una amenaza pequeño punk hijo de…
–No te atreverías…–escupió Draco con la mandíbula apretada.
El Gryffindor no dijo nada. Solo se cruzó de brazos con el ceño fruncido y una ceja enarcada como si el maldito estuviese diciendo “Pruébame”.
–Bien– Draco aceptó mientras apretaba tan fuerte sus puños que llegaban a estar blancos de la fuerza ejercida..
–Bien– respondió el león para luego mirar un viejo reloj de muñeca –coordinamos más tarde, ahora debo encontrarme con Ron y Mione –
Y como si no hubiesen estado gritando, le dio una sonrisa de triunfo y satisfacción para luego irse, dejando a Draco solo y de pie en medio de la hierba.
¿Ese era el chico de oro?
Gryffindor ejemplar mis bolas. El imbécil lo acababa de chantajear y amenazar.
Lo mataría. Algún día de estos de verdad lo mataría.
A pesar de su extraño encuentro con Potter, este no lo volvió a molestar habían pasado dos semanas y la verdad no había sido mejor que la primera, las clases de DCAO el maldito loco había usado imperio en estudiantes ¡Estudiantes! Draco no podía creerlo, no entendía como el director permitía todas esas mierdas. El tuerto había usado la maldición en Potter y como San Potter es el mayor idiota pensó que se dejaría manipular fácilmente, pero no, resulta que puede liberarse de la maldición aunque no es el común de la gente.
¿Qué tipo de profesor hace eso con sus estudiantes? Retiraba lo dicho, periferia al hombre lobo que cuando no quería asesinarlo por lo menos era agradable a la vista.
Pansy se sentía asqueada al igual que Blaise, curiosamente Theo no expresaba mucho su opinión ni física ni verbalmente, lo cual más que extraño, se sentía mal.
Iban los cuatro caminando por el pasillo hacia uno de los jardines interiores cuando fueron interceptados por Potter.
Maldita sea. Draco no quería lidiar con cualquier mierda que Potter quisiera ahora.
–Malfoy– se paró en frente con una extraña expresión muy similar a la que lo miraba en el mundial de quidditch – ¿Te parece esta noche? –cambió su expresión dándole una sonrisa.
Bien, eso JAMÁS había sucedido.
Tal fue el shock de Draco que no pudo hablar antes que Pansy soltó su mierda.
–¿Qué sucede Drekki ? ¿Tienes una cita con Potter? – dijo en tono burlón mientras aparecía detrás de Draco.
–¿Drekki? – preguntó el león inclinando la cabeza.
Oh mierda, no.
Vió como se ensanchaba la sonrisa de Pansy, parecía una expresión maliciosa en la cara de Blaise y Theo solo rodaba los ojos. Por lo que Draco tenía que actuar rápido si no quería que sus serpientes soltaran cosas que no les correspondía.
–Si – dijo rápidamente –Pero no me podre quedar mucho tiempo, es Mabon y siempre lo paso con los míos –
Potter asintió con la cabeza sin entender aparentemente de que estaba hablando o tratando de recordar alguna cosas en ese momento. Estaba listo para marchar, pero Blaise se lo impidió.
–Oh Drekki , no te preocupes por nosotros – dijo de manera sobreactuada –puedes pasar Mabon con Potter podrían aprovechar de conocerse– una amplia sonrisa estaba en la cara de Blaise.
Las serpientes estallaron en risas, incluso Theo rio un poco más disimulado y en un tono sarcástico, Potter por su lado no entendía y Draco probablemente estaba rojo como tomate.
Draco se acercó rápida y agresivamente a Potter –¡Esto es tu culpa! – dijo y dejó de hablar. No porque no quisiera, de hecho quería decirle muchas cosas.
Sin embargo perdió de un momento a otro la capacidad de hacerlo y no solo eso, también el mundo se había vuelto enorme y para su terror estaba siendo agitado de arriba abajo, no entendía qué mierda estaba pasando, estaba aterrado. Sus entrañas ardían con el movimiento y sentía una intensas náuseas. Para Cuando todo pareció volver a la normalidad, estaba en el suelo siendo sostenido por Theo, quien lo abrazaba protectoramente, Pansy estaba gritando a lo que parecía ser el profesor tuerto, Blaise y Potter se veían molestos hablando con McGonagall y en algún momento había llegado Luna que se le acercó tocándole la mejilla diciéndole que todo estaba bien.
Lo habían convertido en un hurón.
La peor humillación que había tenido en su vida, está demás decir que no se juntó con Potter y pasó Mabon con sus serpientes y la pequeña Luna.
Comenzó la época de evitar a Potter, al igual que el año anterior, Potter parecía querer acercarse y Draco lo evitaba. No era tan difícil pues no tenían tantas clases juntas, el idiota aun no le decia a su amigo que le pusiera seguro al establo por lo que se habia escapado un par de veces a visitar a los pequeño hipogrifos que ya no estaban tan pequeños, esta vez, Pansy lo acompañaría.
Así pasaron los días.
El rumor corrió por todo el castillo antes del desayuno, las otras escuelas llegaron ese día y como era de esperarse, el Gran Comedor hirvió de emoción ante la noticia y chismes al respecto, todos estaban extasiados con la noticias, bueno todos menos Draco.
¿Le emocionaba ver a los de Durmstrang? No.
¿Le emocionaba ver a los de Beauxbatons? Tampoco.
¿Le emocionaba la posibilidad de que cualquiera de esas malditas escuelas tuvieran estudiantes más competentes que los de Hogwarts? Sí, pero no lo admitiría en voz alta.
Blaise y Pansy, en cambio, no podían estar más entusiasmados.
–Los de Durmstrang deben estar buenísimos –dijo Pansy, mientras terminaba su tostada con mermelada–. Todos altos, fuertes, con esos uniformes ajustado y esa actitud de chico rudo y misterioso. Merlin, necesito verlos. –
–¿Y qué me dices de las chicas de Beauxbatons?– comentó Blaise con una sonrisa de satisfacción–. Las francesas tienen ese encanto natural que las hace irresistibles –
Draco los miraba con un poco de vergüenza ajena, luego miraba a Theo que estaba notablemente amargado pero en lugar de decir algo solo se encogió de hombros.
–Pff– bufó Draco luego de un momento, apoyando la cabeza en su mano–. Encanto natural de mis bolas.
Blaise entrecerró los ojos para luego intercambiar una mirada con Pansy. No era primera vez que les lanzaban un comentario amargo.
–Tú lo dices porque eres un amargado– replicó Blaise.
–Y porque tal vés no sea “chicas” lo que busca– añadió Pansy con una sonrisa burlona.
Bien, estos idiotas se estaban pasando. Les lanzó una mirada de mierda mientras les levantaba el dedo del medio. Blaise se rió y Theo, quien hasta ahora había estado en silencio, hizo una mueca de fastidio.
–¿Y a ti qué te pasa?– preguntó Pansy, girándose hacia Theo.
–Nada– respondió el chico con voz monótona, jugando con su tenedor sin levantar la mirada–. Solo que estoy harto de escuchar a Blaise hablar sobre lo lindas que serán las francesas.
–¿Por qué?– preguntó Blaise, divertido–. ¿Acaso te preocupa la competencia?
Theo se tensó, pero no respondió.
Draco lo observó de reojo.
Oh.
–No te preocupes Theo ninguna chica se llevará la atención de mi antiguo amigo– Blaise abrazó a Theo por los hombros.
Auch, eso debió doler. Por otro lado Theo estaba a punto de apuñalar a alguien con el tenedor en su mano, no estaba seguro si la víctima sería Blaise o alguna chica francesa de las que llegarán. A veces Blaise podía ser muy denso...
–¡Ya llegan!– gritó alguien en el comedor, interrumpiendo sus pensamientos.
Hubo un movimiento masivo de cuerpos y pasos apresurados cuando los estudiantes comenzaron a correr como manada de hipogrifos descontrolados para tener la mejor vista de los visitantes, esto sería un puto circo.
El cielo se tornó oscuro con una tormenta mágica y, de repente, una gigantesca embarcación emergió de las profundidades del lago negro que traia a los estudiantes de Durmstrang, apenas terminaron el barco ancló, la atención se desvió al cielo. Un carruaje enorme, tirado por majestuosos abraxan, descendió con una gracia casi sobrenatural.
Todos los estudiantes fueron llamados nuevamente al gran comedor para dar la bienvenida a los visitantes. Los primeros en ingresar fueron los jóvenes magos de Durmtrang con superioridad y elegancia oscura, todos los estudiantes enormes, tanto hombre como mujeres, con capas gruesas y caminaban con la confianza de alguien que podría matarte con una sola mirada. Entraron imponentemente al Gran comedor Draco tenía que admitirlo, impresionaba.
–Mierda– murmuró Blaise, apreciando la escena–. Quiero ser uno de ellos. –
Draco bufó, desde la mesa de Slytherin.
–Por supuesto que quieres, Blaise–
Apenas llegaron al frente de la mesa de profesores donde los directores se saludaban, las puertas reciben a más jóvenes brujas y magos de gran gracias y hermosura sutil, eran los estudiantes de Beauxbaton que entraban y atravesaban los pasillos del gran comedor.
Draco ya estaba aburrido del circo que estaba ocurriendo, pero ahí fue cuando vio algo que lo dejó estupefacto.
Entre la formación perfectamente alineada, una cabeza castaña y familiar se giró ligeramente.
Alphonse.
El mundo pareció detenerse por un segundo. Primero, Draco se congeló en shock pero luego se sintió molesto y estúpidamente traicionado ¿QUÉ MIERDA HACÍA ALPHONSE AHÍ? Es decir, el imbécil le dijo que NO vendría, el imbécil le dijo que no estaba en la comisión, el imbécil MINTIÓ.
Draco iba a asesinarlo. Se tensó listo para armar una escena, pero antes de que pudiera abrir la boca…Alphonse se salió de la formación.
No, espera. No solo se salió de la formación.
Corrió.
CORRIÓ.
Hacia él.
Oh, mierda.
Draco no tuvo tiempo de reaccionar antes de que su amigo francés lo agarrara por los brazos y lo levantara del suelo como si fuera una jodida niña en una película cursi como las que le había mostrado en sus tardes de cine en Rumania. Como cuando “el príncipe” encontraba a su “princesa” oooh si, este francés era un francés frito.
–¡DREKKI!– gritó feliz, girándose en el aire como. Draco sentía que quería morirse.
–¡SUÉLTAME, IDIOTA!– exigió, pataleando inútilmente.
Pero Alphonse no lo soltó. No, claro que no, el muy cabrón siguió girando ante los ojos de todo el castillo, frente a tres malditas escuelas.
Oh, jodida mierda.
Cuando finalmente lo bajó, Draco apenas podía mantenerse en pie del mareo y su cara quemaba de la humillación, podía sentir las miradas de todos sobre ellos sin necesidad de mirar hacia arriba. Pansy estaba a punto de explotar de risa, Blaise tenía una sonrisa burlona del tamaño del Lago Negro, Theo apesar de su amargura anterior tenia una sonrisa igual o peor a la de Blaise. Por otro lado estaban los Gryffindor estaban en shock y Potter lo miraba con una extraña mueca.
Draco quería que la tierra lo tragara al contrario de Alphonse que sonreía radiante.
–¡Te extrañé tanto! – dijo el chico francés abrazando nuevamente a Draco.
Draco lo fulminó con la mirada –TÚ. ME. MENTISTE. –
El francés pestañeó inocentemente.
–¿Qué? Oh, eso…– se rascó la nuca–. Bueno, sí, pero quería que fuera una sorpresa. –
Draco sintió cómo le hervía la sangre. Draco cerró los ojos y respiró hondo.–Bien esto es definitivo–
–¿Qué cosa? – Alphonse inclinó la cabeza en forma de pregunta.
–Voy a matarte.–
Alphonse se rio–Si lo intentas, te haré girar de nuevo –dijo estirando los brazos.
Draco se quedó en silencio porque sabía que era perfectamente capaz de hacerlo.
Draco lo miró fijamente, luego miró a su alrededor donde todos seguían mirando porque claramente la escena había sido ridícula.
Era oficial.
Su año sería una mierda.
POV HARRY
–Lo odio –murmuró Harry, recostado boca arriba en su cama, con los brazos cruzados detrás de la cabeza y el ceño fruncido.
Ron, quien estaba sentado en su propia cama con un pedazo de tarta de melaza en la mano, levantó una ceja sin demasiado interés.
–¿A quién? –preguntó antes de darle un mordisco.
–Dogaru. Alphonse Dogaru –
Ron lo miró fijamente por un par de segundos frunciendo el ceño tratando de entender de quien rayos estaba hablando, finalmente, con toda la falta de seriedad del mundo, se rió.
–¿Ese francés de Beauxbatons? –murmuró entre carcajadas–. ¿Qué te hizo? ¿Se atrevió a ser más guapo que tú?
Harry se enderezó de golpe en su cama, fulminando con la mirada. –¡No! –bufó–. No es eso. Es solo que... me da mala espina.
Trato de no mirar a Ron, no era muy bueno mintiendo, por lo menos Ron y Miones siempre se daban cuenta cuando mentía.
Ron dejó escapar un bufido de incredulidad –¿Mala espina? –repitió con una mueca–. Es literalmente el chico más agradable que ha pisado este castillo.
Y claro que lo era, de hecho. Era encantador, simpático y educado. Todos los profesores ya estaban encariñados con él, los alumnos de todas las casas lo adoraban e incluso Hagrid se veía fascinado con la forma en que el tipo hablaba sobre criaturas mágicas con respeto y entusiasmo.
El maldito niño dorado francés perfecto.
Harry gruñó, frotándose la cara con frustración. –Desde que lo vi en el Mundial, supe que algo estaba mal con él. –
Ron frunció el ceño –No interactuamos mucho con él, hablaba casi exclusivamente con Malfoy. Admito que eso no me agrado pero no fue particularmente malo con nadie–
–Pero tampoco hablo con nadie más ¿No? –dijo rápidamente, cruzando los brazos– ¿No es raro? –.
Ron rodó los ojos con tanta fuerza que Harry pensó que se le iban a caer.
–Tienes un problema con la gente encantadora, ¿lo sabías? –
–¡No es eso! –Harry golpeó el colchón con frustración–. Es que es demasiado perfecto. Nadie es tan perfecto.
Ron hizo una mueca burlona.
–Oh, sí. Claro. Qué sospechoso que alguien sea guapo, amable y talentoso. Sabes Diggory también cumple con eso y no te veo odiandolo, agradece que no sea un completo imbécil como Malfoy. – Ron hizo un gesto de despreocupación con su mano.
Harry apretó la mandíbula, porque ahí estaba el problema.
Malfoy.
Desde que Alphonse llegó a Hogwarts, el idiota rubio no se separaba de él. Draco Malfoy, quien no soportaba a nadie fuera de su círculo de serpientes y Luna, tenía al francés pegado como una maldita lapa, ¡mientras evitaba a Harry! era estúpidamente molesto.
Ron notó su cara de amargura y dejó escapar una carcajada. –No me digas que esto es porque crees que Alphonse será competencia con las chicas –
Harry parpadeó.
–¿Qué? – frunció el ceño a su amigo
–Sí, ya sabes. Con lo guapo que es, seguro todas las chicas van a estar detrás de él –Ron sacudió la cabeza, con expresión de falsa lástima–. Lo siento, amigo. No todas pueden estar tras el gran Harry Potter. –
Harry hizo una mueca de asco. –¡Por Merlín, Ron! No me importa eso. –
–¿No? –
–¡NO! –
–Entonces, ¿qué te molesta tanto? – Ron había cambiado un poco su expresión a algo más preocupado. A Harry no le gustaba esa mirada, no le gustaba preocupar a sus amigos con sus idioteces.
Harry se quedó en silencio principalmente porque no tenía una respuesta ¿Bien? No era solo que el francés fuera demasiado encantador o que todos lo adoraran o que parecía un personaje sacado de una maldita novela romántica. Era como un príncipe encantador. Un príncipe encantador pegado a Malfoy y mientras eso no cambiará el no se podría acercar ¡y aun no habían ido a limpiar los establos de los pobres hipogrifos! ...Pero no iba a admitirlo en voz alta.
Jamás.
Así que solo bufó con frustración y se dejó caer de espaldas en su cama.
–Da igual. No me agrada el niño lindo francés perfecto. –
Ron suspiró derrotado soltando una pequeña carcajada y volvió a darle un mordisco a su tarta.
–Lo que tú digas, Harry. Pero si me mientes sabes que me daré cuenta tarde o temprano. Eres una mierda en eso– dijo dando fin a la conversación.
Harry lo sabía, sabía que no era bueno mintiendo, como también sabía perfectamente lo que le molestaba del chico francés perfecto.