El Libro de Leif

Harry Potter - J. K. Rowling
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El Libro de Leif
Summary
En medio de un torbellino de revelaciones familiares y antiguas tradiciones mágicas, Draco Malfoy comienza a cuestionar aún más su lugar en el mundo. Un misterioso libro, hechizos olvidados y secretos de su linaje lo llevan a descubrir que su herencia es mucho más poderosa y compleja de lo que jamás imaginó. En este camino decidirá sus lealtades, redefinirá a sus amigos y entenderá que los fantasmas no siempre están muertos.
Note
++++++-Slow Burn-¡He vuelto! perdon, pasaron mucha cosas pero retomamos las actualizacion semanales c:Aquí comenzamos el Arco 2 de esta historia se compondrá de 5 arcos, espero que lo disfrutenLos personaje de esta historia no me pertenecenEsta historia NO tiene fines comercialesEsta historia NO tiene permiso de ser subida a otras plataformas
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Leif

Draco aún recordaba aquella tarde en la biblioteca de Hogwarts durante el invierno pasado. Había sido un día particularmente frío, y el fuego de las luces proyectaba sombras largas sobre los estantes llenos de libros. Estaba buscando algo relacionado con hipogrifos cuando escuchó una voz tranquila detrás de él. 

 

–¿Sabías que algunas criaturas mágicas responden a la música muggle? – 

 

Luna lo había sorprendido, como solía hacer. Estaba ocupado por lo que inicialmente pensó en despedirla rápido, pero algo en su mirada clara lo desarmó. 

 

A estas alturas ¿Como decirle que no a esos ojos?

 

Draco, con una mezcla de curiosidad y cautela, permitió que Luna le explicara una teoría extraña sobre cómo ciertos ritmos podían calmar a las criaturas más salvajes. Antes de darse cuenta, habían pasado horas conversando sobre dragones, hipogrifos, y música, era muy cuidadoso de no revelar sobre la música muggle que conocía. Fue una conversación inesperada, Draco no sintió la necesidad de mantener las barreras que usualmente erigía frente a otros, Luna de apoco había logrado hacerlo sentir así y lo que quedaba de año escolar sólo reafirmará la intromisión. Quizás por eso, cuando llegó el verano, intervenir para que Luna viajara a Rumania formando parte su círculo de confianza no le pareció una decisión extraña, sino natural.

 

 

Draco tenía 6 años, aún muy pequeño para entender algunos temas de “adultos”, solo sabía que debía mantenerse alejado de los asquerosos muggles que comen niños y quemaban a magos y brujas adultos, eran malos y sucios. Sin embargo no era el día de pensar eso, no, porque tenía 6 años, celebraba la fiesta de cumpleaños número 6 y sus amigos estaban en la mansión celebrando únicamente a él. Bueno, no precisamente amigos, su padre le había enseñado que no debía tener “amigos” si no que “colegas de juego” y lo intentó, de hecho no los llamaba amigos, sin embargo había una molesta y engreída chica que insistía en que se casaría con él, Draco no quería eso, era muy pequeño pero la niña se comportaba como si fuera la reina del mundo y por alguna razón su actitud le agradaba, siempre que jugaba o hacía una alianza con ella, ganaban y a Draco le gustaba ganar, era una gran “colega de juegos” a su vez era diferente a los otros colegas de juego Draco sentía que si le decía a esta niña que había roto el jarrón de cientos de años que tenían como reliquia familiar, esta le ayudará a esconderlo y mentiría para culpar a alguien más, eso le agradaba. Esa niña se llamaba Pansy Parkinson.

A medida que iba creciendo su padre era más claro en qué “alianzas” o “colegas” era lo que debía tener y lo intentó, nunca llamaba “amigos” a los de su círculo cercano en voz alta, aunque a veces lo quisiera, aunque a veces ellos mismo lo llamaran así a él. En el fondo sabía que la relación que había entre ellos es una especie de amistad con distancias que probablemente sus familias imponen y eso era lo normal, eso era la “amistad” para ellos, para Theodore, para Blaise y para Pansy. 

Chismear con Pansy era lo mejor, siempre estaba al tanto de todo lo que sucedía. Draco no era mucho de contacto aunque a veces, en los días que se sentía solo añoraba un abrazo de algún ¿colega? ¿amigo?,  pero eso no era un comportamiento digno de un Malfoy, sin embargo la bruja lograba notar la necesidad y abrazaría a Draco sin que se lo pidiese, en silencio y sin nadie presente, la chica era su cómplice en todo, incluso más que Theo y Blaise, por eso que en primer año de Hogwarts dentro de las puerta de las mazmorras era ella su principal confidente, ya que sus otros dos amigos a veces se aburrían de escucharlo. Todos eran parte del mismo círculo social por lo que entendían que debía haber cierta distancia, a pesar de ser “cercanos”. Esta era la razón por la cual a pesar de todo relativamente fácil para Draco ser ácido con ellos incluso mandarlos a la mierda a veces.  

 

Todo cambió en el verano antes del tercer año donde se dió cuenta que no era tan malo tener amigos de verdad en vez de colegas o “amigos con distancia”, y que tal vez debía reformular sus relaciones con algunas personas como Theo, Blaise y Pansy. 

Durante su tercer año, Draco notó que algo estaba cambiando. No era un cambio evidente, pero sí tangible, como una brisa que sopla en una dirección inesperada. Con Blaise y Theo, las conversaciones ya no se limitaban a chismes o quejas escolares; eran más profundas, más honestas. Blaise, siempre tan diplomático, comenzó a burlarse de él con una confianza que antes parecía fuera de lugar, y Theo, en sus momentos de calma, compartía teorías y reflexiones que hacían a Draco cuestionar incluso las cosas que daba por sentado. Fue un proceso sutil, nada planeado, pero mientras volaban juntos en el jardín de la mansión de su tío o pasaban horas estudiando viejas artes mágicas, Draco sintió que el muro de formalidades impuesto por sus familias se desmoronaba, ladrillo a ladrillo. No fue que dejara de confiar en Pansy, pero con ella las cosas parecían… más frágiles. Había algo en su forma de reírse de los demás o en su insistencia en mantener apariencias que le recordaba las expectativas de Lucius. Tal vez por eso, inconscientemente, había comenzado a guardarle menos secretos a ella y más a los chicos. No era que no la quisiera cerca, era solo que, por primera vez, sentía que las amistades podían construirse sobre algo más que conveniencia.

 

Y lo hizo, en general, incluso el lazo con los chicos se hizo inesperadamente más fuerte, con Pansy también se hizo más cercano y la adición de Luna pareció tan natural en el círculo, curiosamente no extrañó tanto a Vicent o Greg. 

En ese momento se dio cuenta del problema, hasta antes de ese verano era Pansy con quien compartía el 80% de sus secretos mientras que los chicos solo conocían el 40% de ellos, la situación se dió vuelta y no fue a propósito, solo fue como se dieron las cosas. A veces piensa que inconscientemente tenía un poco de temor a que Pansy lo rechazara, después de todo ella se interesaba profundamente por mantener su estatus y posición dentro del círculo sangre pura, no la culpa, Draco aun a veces piensa en eso. Sin embargo tenía la intención de transformar su relación de “colega-amigos” a amigos, de esos que si matas a alguien te ayuda a ocultar el cuerpo y tenía la sensación de que Pansy sería muy buena ocultando cuerpo, solo que durante el año estuvo ocupado y distraído.

 

Vamos, olvido un libro y en consecuencia casi muere de agotamiento mágico ¿De verdad lo podía culpar? 

 

Como Draco pensaba que Pansy sería muy buena siendo una amiga oculta cuerpos, la había incluido indirectamente cuando su padre estaba contactando a jóvenes magos para aprender las “nobles artes de antaño”. 

 

Así es como llegó a la situación actual, donde Pansy no le habla desde que se enteró que le había ocultado el insignificante hecho de que era parte de un linaje de jinetes de dragones durante un año.

 

Y que tenía un dragón…

 

…y que luchaba con dagas…

 

…y que era padre de un hipogrifos…

 

…y bueno un par de cosas más.

 

Por otro lado ocultar suena exagerado… omitir información sería más acertado ¿No? 

–Ahora entiendo porque veía a un dragón cuando hiciste el ritual, estaba relacionado al vínculo– Luna mira a Draco curiosa.

 

–¿Ritual? ¿Cuando hicieron un ritual? – Pansy baja su taza de té.

 

Estaban desayunando y era la primera frase que escuchaba decir a la bruja desde que se enteró del verano pasado.

 

–Oh creo a que en las vacaciones antes del tercer trimestre, Draco estaba con déficit mágico– Luna posó su dedo índice sobre su mentón mientra miraba al techo de la casa, recordando detalles del 

 

–Ya veo– 

 

Un vago instinto en la cabeza de Draco dijo “Qué se joda, un Malfoy no se arrastra” o “es culpa de Pansy si se enoja, no es su obligación contarle todo” pero en el último año había aprendido que a veces hay que hacer excepciones, particularmente con sus Slytherin (el resto de mundo le seguía valiendo verga).

Durante la mañana descansaron, Draco les dio a sus invitados un tour por el bosque, caminaron y vieron lugares hasta la hora de almuerzo, durante este fue la persona más amable del mundo particularmente con Pansy, si pedía algo, Draco se lo acercaba, si la bruja tenía calor, el hacia al para apaciguarlos. Todo el resto de la mesa lo miraba como si se hubiese vuelto loco pues al que veían claramente no era Draco Malfoy. Pansy no agradeció en ningún momento ningún gesto, definitivamente tenían que hablar por lo que al término de la comida Draco inició la comunicación.

 

–Pans ¿Quieres acompañarme a dejarle unas cosas a Tyr? – Draco se levantó y esbozó la sonrisa más encantadora que tenía con la que siempre conseguía el favor de su madre y los mayores.

Usualmente esa sonrisa también funcionaba con Pansy además le había favorecido todo el almuerzo ¿Como podría no funcionar su solicitud?

 

–No–

 

El silencio reinó en la pérgola y la sonrisa de Draco cayó.

 

–¿Qué?¿Cómo que no? – frunció el ceño desconcertado.

 

Pero su pregunta no tuvo respuesta, Pansy simplemente se levantó y se retiró del lugar.

Si, el mundo era más fácil cuando estas discusiones le importaban un pepino y aún creía que le gustaban las chicas, muchas emociones en poco tiempo, se estaba haciendo blando.

Draco escuchó el sonido de monedas cayendo por lo que giró a mirar de qué se trataba, Blaise amargado dándole 5 galeones a Theo.

 

–Aposté a que Pansy te perdonaría en cuanto usaras la sonrisa– Blaise suspiró malhumorado.

 

–Yo aposté a que no funcionaria– Theo se encogió de hombro.

 

Idiotas, en vez de ayudar. 

 

–Tal vez deberías darle espacio – Luna intervino – y actuar como tu mismo–

 

–Si, Drekki ser tan atento hasta a mi me asusto –Blaise alzó su taza de té para beber un sorbo– eso no eres tu.

 

“Drekki” aún suena un poco ajeno, pensó al escuchar a su amigo que desde que su tío comento lo de su nombre no ha parado de decirle así.

 

Para todo.

Volviendo al super consejo de Blaise. 

Si, bueno. Estaba teniendo alguna complicación para saber quién era los últimos días… El último año mejor dicho, el Draco Malfoy de ahora no es el mismo Draco Malfoy de hace un año y no sabe si eso es bueno o malo para Pansy. 

 

Bien, era momento de terminar eso. 

Draco salió en la misma dirección que se fue Pansy, la encontró en la terraza, con esa pose digna de una reina que hacía que todo lo que dijera sonará dos veces más condenatorio. Se acercó, porque rendirse no era una opción (o al menos eso seguía repitiéndose). Pansy ni siquiera lo miró. Ya no se tenía tanta fé..

 

–Pans, no puedes seguir ignorándome –comenzó, con el tono que usualmente funcionaba en Hogwarts con cualquiera de años menores–. Al menos insúltame, no me dejes hablando con un muro.

 

Ella giró la cabeza lentamente, como si estuviera evaluando si valía la pena gastar saliva. Y luego habló.

 

–No te ignoro, Draco. Estoy considerando seriamente si vale la pena dirigirte la palabra de nuevo.

Genial. Claro, no podía ser algo simple, como un “estás perdonado”. Tenía que ser complicado, porque Pansy Parkinson no hace nada a medias.

 

–Vamos, no fue tan grave solo fueron algunos detalles irrelevantes de los cuales ya estás al tanto –intentó usar “la sonrisa” de nuevo, todo en su cuerpo era  "soy un encantador Malfoy arrepentido".

Pansy arqueó una ceja. No la izquierda, porque la izquierda significaba que estaba considerando reírse; la derecha, que significaba que estaba considerando quemarlo vivo.

 

–¿Irrelevante? –repitió, con una voz tan fría que Draco sintió que el aire de la terraza había bajado unos grados–. ¿Sabes qué es irrelevante, Draco? Tú. ¿Dragones? ¿Rituales? ¿Combate con dagas? ¿Qué? ¿también te enfrentaste a un hombre lobo o algo?  

Pansy bufó con sarcasmo.

 

–Bueno, de hecho …– Draco solo se encogió de hombro y fue suficiente para que la bruja entendiera y abriera los ojos como plato.

 

–¡No jodas Malfoy! tienes una maldita doble vida de la que nunca supe pero es ¿“irrelevante”? – siseo peligrosamente la pelinegra.

Draco abrió la boca, pero no logró decir nada. Pansy continuó.

 

–Y no me hagas empezar con él ‘pensé en invitarte’. Si esta es tu idea de inclusión, Draco Malfoy, no quiero imaginar cómo tratas a la gente que de verdad te importa. Ah, claro, olvidé que eso es un concepto ajeno para ti, porque todo lo que haces gira alrededor de ti mismo. Así que no te preocupes, querido, ya entendí mi lugar, justo detrás de tu ego– Pansy bajó completamente su taza de té.

Eso lo golpeó. Y ella lo sabía. Por supuesto que lo sabía.

 

–¿Entonces por qué te quedas? –soltó más ácido de lo que pretendía. Sabía que era un error en cuanto vio su sonrisa: fina, peligrosa, y con la precisión quirúrgica para matar.

 

–Porque mis padres están incomunicados al otro lado del mundo –respondió, como si estuviera explicando algo evidente a un niño pequeño– No estoy aquí por ti, Drekki.

Y con eso, se levantó y salió de la terraza, dejando a Draco ahí, sintiendo que le habían quitado el aire y con la súbita necesidad de estrangular a Blaise por haber popularizado su nuevo (no tan nuevo) nombre..

 

–Idiota –murmuró para sí mismo, aunque no estaba seguro si se lo decía a Blaise, a Pansy, o a sí mismo.

Bien. Perfecto. Magnífico. Si alguien iba a enterrar su cuerpo en algún momento, esa sería Pansy. No para recordarlo, sino para asegurarse de que nadie lo encontrará jamás.

 

 

Draco pasaba los dedos por el pergamino envejecido mientras Theo pronunciaba en voz baja una traducción incompleta. La mesa del estudio estaba cubierta con pilas de libros antiguos y pergaminos desordenados, y el aire tenía ese aroma a polvo que siempre acompañaba a la magia antigua. 

Visarr y Charlie estaban en la reserva de dragones, probablemente divirtiéndose demasiado con Eldnátt, mientras que Alphonse había tenido algún compromiso absurdo con su abuelo, algo que implicaba crups y un pastel demasiado raro para su gusto. Luna estaba arriba, acompañando a Pansy, quien seguía actuando como si Draco no existiera, probablemente perfeccionando su habilidad de ignorarlo con el silencio más pesado del mundo.

 

–Entonces, ¿ya asumiste que Pansy te va a seguir odiando hasta el fin de los tiempos? –preguntó Blaise desde su silla, con una sonrisa perezosa mientras giraba una pluma entre los dedos. No necesitaba mirar para saber que su comentario había golpeado en el blanco.

 

–Cállate, Blaise –murmuró Draco, sin levantar la vista del libro. Pero claro, Blaise no sabía cuándo detenerse.

 

–Vamos, Drekki, al menos fue entretenido. Toda esa amabilidad y el gran espectáculo de tu sonrisa encantadora… para que te mandara a la mierda de todos modos.

 

Theo levantó la vista por encima de un pergamino que parecía más antiguo que la propia mansión. –Intento concentrarme y el daño emocional de Draco no es tan interesante–

“Insolentes” pensó Draco ¿desde cuanto lo empezaron a tratar así? como si no fuera un Malfoy. 

Ah claro, desde que liberaron un hipogrifo y corrían de un hombre lobo… o antes.

 

–Oh, pero lo es –Blaise respondió, ahora sonriendo con suficiencia–. Además, tenemos que pasar el tiempo de alguna manera. Si Draco sigue siendo un fracaso social, al menos nos dará algo de qué reírnos.

 

Draco levantó los ojos con el ceño fruncido, pero decidió no morder el anzuelo. Theo, por otro lado, carraspeó para atraer la atención de los dos. –Encontré algo interesante– dijo, señalando un pasaje en el libro de Leif–. Este hechizo, “Kveykva”, parece ser una especie de luz mágica. Es curioso, porque aquí dice que cambia de color dependiendo del dragón del mago o es lo que pude traducir.

 

–Ah, claro, porque todos tenemos un dragón escondido bajo la cama –ironizó Blaise, aunque se inclinó para mirar el texto con más atención.

Theo ignoró el comentario. Oh… al ver la interacción de recordó que tenían una conversación pendiente, debía buscar el momento.

 

–Si, lo he utilizado… de hecho la luz que desprendo es azul como la de Eldnátt… pensaba que todas sería así– Draco comenzó a pensar en lo poco que sabía de

los hechizos familiares.

 

–Hay otro “hlíf” pero no logro traducir para que sirve– Theo entrecerró los ojos.

Una nueva fascinación se sumó a la lista Theo. 

  1. Abraxas
  2. Música muggle
  3. Nordico antiguo y todo lo relacionado con estos.  

 

–Draco, una pregunta seria –cambio de tema Blaise, con una expresión que nunca anunciaba nada bueno–. ¿Alguna vez pensaste en usar esto, ya sabes, todo este linaje de dragones, como ventaja en el círculo social? Podrías convertirlo en algo… respetable.

Draco lo miró fijamente, como si la pregunta fuera absurda. –En nuestro círculo, las criaturas mágicas son consideradas inferiores –respondió, con un tono automático–. Asociarse con ellas no es honorable, es… deshonroso, arcaico. Para algunos, incluso podría considerarse…– Se detuvo de golpe, como si una idea fría y desagradable lo hubiera golpeado.

El silencio en la sala era palpable. Theo levantó la vista de su pergamino, y Blaise, por una vez, no hizo ningún comentario sarcástico. Draco no terminó la frase, pero todos entendieron lo que había estado a punto de decir “sangre sucia”, ni él ni sus amigos usaban la frase, pero no por eso dejaba de existir y el vincularse con una criatura mágica ya sea por magia o sangre te hacía “impuro” y por lo tanto un “Sangre sucia”. Esa revelación se sentía pesada, como si la herencia que tanto había admirado ahora lo estuviera aplastando en los cimientos de su educación.

 

–Bueno –murmuró Blaise, cambiando el tono–, a los puristas más anticuados les encanta juzgarlo todo, pero la verdad, un linaje como este es algo que cualquiera envidiaría. Es magia en su forma más pura, algo que se debe honrar, no esconder.

Draco lo miró, sorprendido por el giro inesperado de la conversación. Blaise rara vez hablaba con tanta convicción, y por un momento, Draco se quedó en silencio, dejando que las palabras de su amigo se asentaran. Recordó algo que Visarr había dicho más de una vez: “Sinceridad coherente a la esencia.” Los Freysdreki no se definían por lo que otros pensaran, sino por ser fieles a lo que eran, a su magia, a su vínculo con los dragones. Lo aprendí el año pasado y no era momento de arrepentirme.

 

–¿Theo donde encontraste los hechizos?--

 

Theo marcó la página en la que se encontraba para ir al inicio del libro. 

 

–Fue escrito por “Leif”, Leif Freysdrekki–

 

 

Ya estaba oscureciendo, resultó que el libro escrito por Leif era el más interesante de todos, pues tenía hechizo de vuelo y batalla, alguno que Draco reconocía y se lo iba comentando a Theo y Blaise para ayudar a las traducciones, “hlíf” lo lograron traducido como “Defensa” o “Proteger” aparentemente invoca un escudo. También le explicó a los otros magos como funcionan los hechizos familiares y más que ser “sanguíneos” se guiaban por la “convención” de la familia y la lealtad hacia ella, el mismo libro en un párrafo explicaba que aquello que no estaban relacionados por sangre, aparte de seguir la “convicción” debian literalmente jurar letalidad a los Freysdrekki, si querían hacer uso de los hechizo y rituales familiares.

 

–Espera, ¿Entonces nosotros también podríamos ser jinetes? – preguntó Blaise invadiendo el espacio personal de un sonrojado Theo.

 

–Em, no lo dice explícitamente pero sí puedes usar los rituales familiares…debería ser posible–

Draco no había pensado en eso antes pero… tiene sentido ¿No?

 

–Excelente, Drekki ven y dame tu bendición para montar Dragones– Blaise cerró los ojos y estiró su cuerpo dramáticamente.

¿Será idiota? ¿Qué le mira Theo a este?

 

–Blaise, no seas estúpido– Draco rodó los ojos, pero no pudo evitar esbozar una sonrisa mientras Blaise seguía con su dramatismo, ahora fingiendo sostener las riendas de un dragón imaginario. 

 

–Vamos, Drekki, no me decepciones. Quiero ser el próximo conquistador de Inglaterra mágica– añadió, estirando los brazos hacia el cielo como si estuviera montado en el dragón más majestuoso de todos.

Theo apretó los labios, con la mirada fija en el pergamino que tenía delante. Era evidente que estaba tratando de ignorar a Blaise, pero Draco notó cómo se tensaron sus hombros cuando Blaise se inclinó hacia él, invadiendo descaradamente su espacio personal.

 

–Conquistador del reino de los estúpidos será– bufó Draco ganándose una mala mirada del moreno.

 

–¿Qué piensas, Theo? ¿Me queda bien la idea de jinete? –preguntó Blaise, sonriendo de lado mientras fingía ajustar una capa inexistente.

Theo levantó la mirada, y aunque su expresión era seria, había un leve sonrojo en sus mejillas que traicionaba su intento de parecer indiferente. 

 

–Creo que cualquier dragón sensato te sacudirá de su lomo antes de dejarse humillar por tus tonterías –dijo, con un tono seco que, en cualquier otra ocasión, habría hecho que Blaise retrocediera. Pero esta vez, Blaise simplemente rió y le dio un ligero empujón en el hombro.

 

–Vaya, este es el Theo que conozco, estaba un poco raro ayer– respondió Blaise, claramente disfrutando más de la interacción de lo que debería. Theo, por su parte, bajó la mirada rápidamente al pergamino, tratando de concentrarse en una traducción que seguramente no estaba leyendo.

 

Draco, que había estado observando en silencio, chasqueó la lengua. –Idiotas, los dos –gruñó, aunque más por la incomodidad de presenciar esa interacción que por cualquier otra cosa. 

Volvió al libro de Leif, tratando de ignorarlos mientras su mente divagaba sobre lo que significaba realmente ser un Freysdrek.

La puerta del estudio se abrió lentamente, y Luna asomó la cabeza con su expresión habitual de tranquila curiosidad. 

 

–¿Qué están haciendo? –preguntó mientras entraba con paso ligero.

 

–Blaise está practicando su próximo papel como bufón en la corte–contestó Draco sin levantar la vista del libro. Blaise se volvió hacia él, claramente indignado, pero no lo suficiente como para responder con algo más que una pluma lanzada en su dirección.

Luna, como siempre, parecía inmune al caos a su alrededor. Se acercó para mirar los pergaminos extendidos sobre la mesa. 

 

–Oh, hechizos antiguos –comentó con interés, señalando uno de los textos con su dedo–. Siempre tienen una esencia única, ¿no creen? Ah, por cierto, Pansy salió a dar un paseo. Dijo que necesitaba algo de espacio.

 

Draco tensó los hombros al escuchar el nombre de Pansy, pero rápidamente volvió su atención al libro, fingiendo que no le importaba. –No creo que le interesen estos temas –dijo con un tono más cortante de lo necesario, aunque Luna no pareció notarlo.

 

–Tal vez no –replicó Luna con calma mientras señalaba uno de los hechizos en el pergamino–, pero a veces las cosas menos esperadas terminan siendo las más importantes.

 

Draco resopló suavemente, pero la presencia de Luna parecía aliviar un poco la tensión. Theo, sin embargo, seguía concentrado en el pergamino frente a él, aunque Draco notó cómo de vez en cuando lanzaba una mirada rápida hacia Blaise, solo para apartar la vista tan rápido como había mirado. Blaise, como siempre, seguía completamente ajeno, revisando una lista de hechizos con una expresión que decía que estaba más interesado en hacer bromas que en entender su propósito real.

 

Pasaron unos 20 minutos cuando se escuchó a un frustrado Theo gruñir.

 

–Aquí está otra vez –murmuró Theo.

 

–¿Qué cosa? – Draco alzó la mirada.

 

–Fyrisey– respondió como si el nombre tuviera un peso especial. –Lo mencionan como un lugar importante para los Freysdreki pero no hay mucha información. Solo fragmentos. Parece que es parte de alguna historia familiar, pero no está claro qué tan relevante es ahora.

El aire en la habitación comenzó a cambiar. Draco apenas lo notó al principio, demasiado concentrado en los fragmentos que Theo murmuraba sobre Fyrisey, pero entonces una ráfaga de viento helado se coló por la ventana, apagando una de las velas. Blaise se estremeció, frotándose los brazos.

 

–¿Es solo mi imaginación, o esto se puso raro de repente? –preguntó, levantando la vista del pergamino que apenas había estado hojeando.

Theo frunció el ceño, dejando su pluma a un lado. –Es extraño, no suele hacer tanto frío aquí.

Draco no respondió. Su atención estaba fija en la oscuridad más allá de la ventana, un mal presentimiento que se clavaba en su pecho como un alfiler.

 

–Pansy…–murmuró Luna.

 

La mención de su nombre fue como un disparo. Draco se levantó de golpe, su silla raspando el suelo de piedra. Había algo en el aire, algo que no estaba bien, y el pensamiento de Pansy sola en el bosque mientras esa sensación extraña se extendía lo hizo apretar los puños.

 

–¿Dónde dijo Pansy que iba a caminar? –preguntó Draco mientras miraba a Luna.

 

–No dijo exactamente, pero debió ir al sendero que cruza el bosque –murmuró, ya avanzando hacia la puerta.

 

–¿Quieres que vayamos contigo? –preguntó Theo inseguro.

Pero antes de cualquier movimiento Blaise lo detuvo.

 

–Nos quedamos con Luna– dijo Blaise mientras se paraba al lado de Theo.

Draco no esperó más. La luz del estudio desapareció detrás de él mientras corría hacia el exterior. El bosque, que siempre había tenido un aire imponente, ahora parecía hostil bajo la luz tenue de la luna. Su respiración se acelera con cada paso, y aunque no quería admitirlo, el pánico comenzaba a apoderarse de él.

 

–¡Pansy! –gritó, su voz rompiendo el silencio del bosque.

No hubo respuesta, pero entonces lo escuchó: un sonido grave y escalofriante, como un crujido de ramas seguido de un batir de alas gigantescas. Al levantar la vista, su corazón se detuvo un segundo.

Allí, posado sobre uno de los árboles más altos, un águila gigantesca cuya silueta oscurecía el cielo estrellado. Sus ojos brillaban como dos lunas pequeñas, y cada movimiento de sus alas enviaba ráfagas de viento helado que hacían crujir las ramas más pequeñas del bosque. En la base del árbol, Pansy estaba acorralada, su figura temblando por el frío, con la varita caída junto a ella.

Sin pensar, Draco sacó su varita y corrió hacia ella mientras el ave bajaba su cabeza majestuosa, como un depredador calculando su próximo ataque. Su cuerpo gigantesco parecía absorber la luz de la luna, y con un solo batir de sus alas, una ráfaga de viento helado derribó a Draco, haciéndolo caer de rodillas.

 

–¡Pansy! –gritó nuevamente, viendo cómo el águila abría sus garras, preparándose para atacar.

Mierda. Mierda. Mierda. Mierda.

Esto no podía estar pasando ¡¿Que era esa criatura?!

El miedo y la furia se mezclaron en su interior, pero Draco no era alguien que se dejara dominar por el pánico. Por supuesto, eso no significaba que no estuviera aterrado. Mientras ese pajarraco batía sus alas gigantescas, creando un viento tan helado que cortaba como cuchillas, Draco corrió hacia Pansy, esquivando una ráfaga que arrancó ramas de los árboles y dejó grietas en el suelo.

 

–¡Draco, cuidado! –gritó ella, señalando con los ojos algo que se abalanzaba desde arriba.

Draco rodó sobre el suelo justo a tiempo para evitar que una garra masiva lo alcanzara. La fuerza del impacto levantó polvo y hojas, cegándolo momentáneamente. A pesar del frío y el caos, su mente trabajaba rápido. Necesitaban ganar tiempo. Buscó a Pansy con la mirada y vio que se había inclinado hacia el suelo, intentando desesperadamente alcanzar su varita. La criatura, con una mirada depredadora que parecía contener siglos de rabia, no estaba dispuesto a darles ese lujo.

Batió sus alas de nuevo, levantando un vendaval que derribó a Pansy antes de que pudiera agarrar su varita. Draco levantó la suya, apuntando hacia las enormes alas que oscurecían el cielo.

 

–¡Depulso! –gritó, lanzando un hechizo de repulsión directo al pecho del águila.

El impacto hizo que retrocediera ligeramente, pero no fue suficiente para detenerlo. Draco apretó los dientes, sus pensamientos acelerados. No es un dragón, pero pelea como uno. Piensa, piensa…

 

–¡Draco! –Pansy había recuperado su varita y ahora estaba de pie, con su cabello revuelto y la ropa cubierta de tierra. Sin esperar una respuesta, levantó su varita y lanzó un hechizo. –¡Impedimenta!

El rayo chocó contra las alas de la criatura, ralentizando sus movimientos por un instante, pero la criatura era demasiado grande y poderosa para ser detenida por completo. Draco se acercó a Pansy, su mente buscando desesperadamente una salida.

 

–¡Corre! –le gritó, agarrándola del brazo y tirando de ella hacia un claro cercano. Los dos se movían tan rápido como sus piernas les permitían, esquivando ramas y raíces, mientras el batir de alas los seguía de cerca.

Maldita sea ¡Dónde está Visarr cuando se le necesita!

Pansy, aún jadeando, se giró mientras corrían y lanzó otro hechizo hacia la criatura, que ahora los perseguía desde el aire. –¡Draco, no podemos seguir así! Nos atrapará.

Draco sabía que tenía razón. Podía sentir el hielo en el aire, cómo el frío se clavaba en sus huesos y ralentizaba sus movimientos. Sabía que si no hacían algo ahora, no saldrían vivos de allí. El instinto lo tomó por completo. Se detuvo en seco, girando para enfrentar a la criatura mientras Pansy lo miraba como si se hubiera vuelto loco.

 

–¿Qué demonios haces? –le espetó, pero Draco no respondió. En su lugar, levantó la varita, con cada músculo de su cuerpo vibrando con una energía que no sabía que tenía.

El hechizo apareció en su mente, como si siempre hubiera estado ahí, esperando el momento adecuado.

 

–¡Hlíf! –gritó, y esta vez la palabra no era solo un hechizo, era una declaración.

De su varita brotó una luz brillante que tomó forma rápidamente, envolviéndolos en un escudo translúcido. El ave con un chillido feroz salió expulsado por el golpe del escudo, pero esto solo lo hizo enojar más, descendió en picada, golpeando el escudo con toda su fuerza. El impacto resonó en el aire, haciendo que la barrera brillara como si estuviera hecha de estrellas. Pansy, protegida detrás de Draco, observaba con los ojos muy abiertos, su varita aún alzada pero incapaz de moverse.

La criatura golpeó el escudo una y otra vez, sus garras dejando destellos de hielo en la superficie mágica, pero el escudo aguantó.

 

–¡Pansy, cuando diga corre, hazlo hacia el claro! –le gritó entre dientes.

 

–¡No te voy a dejar aquí! –respondió ella con una furia que igualaba la suya.

 

–No es una discusión –replicó él–. ¡Prepárate!

Cuando el águila retrocedió, levantando sus alas para otro ataque, Draco supo que era su momento. Soltó el hechizo, dejando que el escudo se desvaneciera.

 

–¡Ahora! –

Ambos corrieron hacia el claro, esquivando las garras y el viento helado mientras Hraesvelgr descendía con un chillido ensordecedor, cortándoles la retirada. Draco levantó su varita, dispuesto a lanzar otro hechizo, pero sabía que no tenían muchas opciones. No será suficiente , pensó mientras la criatura batía sus alas, levantando una tormenta de polvo y hojas.

Justo entonces, una explosión de luz blanca iluminó el claro, seguida por un hechizo que impactó directamente en la criatura, obligándola a retroceder con un graznido de furia. Draco giró la cabeza y vio a Visarr y Charlie saliendo de entre los árboles, sus varitas alzadas y sus rostros serios.

 

–¿Es que no pueden pasar una noche sin meterse en problemas? –gruñó Visarr mientras lanzaba un hechizo que creaba una pared de fuego entre ellos y la criatura.

 

–Hola Draco –añadió Charlie con una media sonrisa mientras conjuraba un rayo de luz que explotó frente al águila, desorientándola momentáneamente.

 

–¿Cómo llegaron aquí? –preguntó Draco, todavía tratando de recuperar el aliento mientras tiraba de Pansy para colocarla detrás de él.

 

–Theo nos avisó que algo andaba mal, a través de Floo– respondió Visarr, sin dejar de apuntar su varita hacia la criatura, que ahora parecía indecisa entre atacar de nuevo o alzar el vuelo.

 

–Y resulta que el problema era el mismo que en la reserva –añadió Charlie.

El ave, frustrado por los constantes ataques, finalmente batió sus alas con fuerza, alzándose en el aire y desapareciendo en la oscuridad con un último chillido. El silencio volvió al claro, aunque el frío persistía, calando hasta los huesos.

Visarr bajó su varita, mirándolos con una mezcla de irritación y alivio. –¿Van a explicar por qué estaban jugando en medio del bosque?

Draco resopló, cruzando los brazos mientras intentaba ignorar cómo le temblaban las piernas. –No estábamos jugando, anciano –respondió, con más brusquedad de la que pretendía.

Charlie soltó una carcajada mientras guardaba su varita. –Claro que no. Solo estaban enfrentando a una criatura mítica sin ayuda. Muy responsable.

 

–¿Qué mierda era esa cosa? – Draco se acercó a Pansy.

 

– Un Hraesvelgr – dijo Charlie.

 

–¿Un que? –

Visarr solo suspiró. –Vamos. Antes de que esa cosa decida que quiere una segunda ronda. Y la próxima vez, Draco, intenta no morir por un ave gigante. No es una manera digna de irse para un Malfoy ni un Freydrekki. – 

Su tío le dió una sonrisa burlona y si estaba dispuesto a bromear quería decir que ya estaban seguros.

 

Visarr tu hechizo estuvo genial ¿me lo enseñas? – Charlie caminaba detrás de Draco y Pansy por si aparecía algo nuevamente.

 

Los tres miraron raro al pelirrojo por su pregunta fuera de contexto, pero este solo sonrió al Malfoy mayor encantado. 

Si, esto le estaba dando cringe.

 

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