¿A Harry le gusta Draco Malfoy?

Harry Potter - J. K. Rowling
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¿A Harry le gusta Draco Malfoy?
Summary
Harry Potter nunca se interesó por el romance, hasta que, al cumplir quince años, comenzó a sentir algo extraño por su amigo Draco Malfoy. A medida que sus sentimientos se intensifican, Harry se ve obligado a confrontar sus emociones y descubrir si lo que siente es solo una confusión o algo más profundo.
Note
Los personajes y fanart de la portada no me pertenecen, derechos a su respectivo autor.📌Está historia es dentro del universo que yo misma cree, así que puede que los personajes tengan distintas personalidades y que algunas cosas estén fuera del canon(No es necesario pero si quisieras entender deberías leer primero la historia que se encuentra en mi perfil: "El diario"). .Holaa!Esta es la nueva historia que estaré escribiendo para el siguiente año, aquí les dejo el prólogo:)Cositas antes de iniciar;📌Esta historia es una "secuela" de una historia que escribí hace poquito, solo que ahora se estará enfocando meramente en el Drarry. Si creen que es necesario pueden leerla, esta en mi perfil.📌El estilo de narración no será así toda la historia, esto fue algo que quise poner en práctica para el prólogo Jaja espero y se pueda entender bien.Así que los veo el siguiente año con esta historia (no le tiren hate a ninguno de los personajes femeninos que aparezcan aquí, plis).Sin más, bienvenidos a esta nueva historia!
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Chapter 6

Magia y risas.

 

Draco Malfoy llevaba todo el día ideando maneras de evitar a Harry. Caminaba por los pasillos como si estuviera en una misión de espionaje, girando rápidamente en dirección contraria si vislumbraba una túnica roja o escuchaba una risa que podría ser de él. A estas alturas, se sentía más ridículo que eficaz, pero la vergüenza le ardía en las entrañas.  

No podía enfrentarlo, no todavía. Pensar en la manera en que había actuado lo llenaba de incomodidad. Había dejado que sus emociones lo dominaran: melancolía, celos y esa testarudez que a menudo su madre le decía que lo metería en problemas. Y todo por un accidente. Un simple accidente.  

"Eres un absoluto dramático," comentó Blaise con tono despreocupado, caminando a su lado. Miraba a Draco quien se escondía detrás suyo. "Pareces un lunático escondiéndote detrás de mí como si fueras un espía de tercera."  

"Estoy previniendo," murmuró Draco, ignorando el sarcasmo de Blaise mientras echaba un vistazo rápido hacia ambos extremos del pasillo. "Harry podría estar por ahí."  

"¿Y?" Blaise se movió un paso a la izquierda, dejando a Draco expuesto. "Si recuerdas que tenemos Encantamientos con Gryffindor, ¿verdad? Es inevitable que lo veas."  

Draco rápidamente se cubrió detrás de Blaise otra vez, lanzándole una mirada de reproche. "Eso no significa que no pueda intentar evitarlo."  

Blaise soltó un suspiro teatral. "Esto es lo que pasa por escuchar a Pansy."  

Draco apretó los labios al recordarlo. Pansy había sido la chispa que encendió esta cadena de pensamientos irracionales. Sus comentarios, siempre cargados de exageraciones y dramatismo, lo habían llevado a imaginarse la peor de las situaciones: que Harry no lo considerará cercano. Solo recordarlo le daba ganas de enterrarse bajo tierra.  

"No voy a volver a escuchar a Pansy," declaró con firmeza, aunque más para sí mismo que para Blaise.  

"Eso deberías haberlo aprendido cuando arruinó mi cita," añadió Blaise, rodando los ojos.  

"¿Arruiné tu cita?" La voz de Pansy resonó detrás de ellos. Ambos se giraron, sorprendidos, para encontrarse con ella mirándolos con las manos en las caderas.  

"Eres un bastardo repunante, Blaise. Por eso Amy te dejó."  

La discusión entre Pansy y Blaise empezó inmediatamente, subiendo de volumen con cada frase. Draco apenas prestaba atención; su mente estaba demasiado ocupada anticipando la clase de Encantamientos.  

El simple pensamiento de entrar al aula y encontrarse con Harry le provocaba un hormigueo incómodo en todo el cuerpo. No era miedo, exactamente, pero algo en la idea de enfrentarse a esos ojos verdes después de todo lo que había pasado lo llenaba de una ansiedad que no podía controlar.  

Draco odiaba sentirse así, expuesto y vulnerable. Y ahora, gracias a Pansy, y gracias a él mismo por escucharla, estaba atrapado en esta maraña de vergüenza y culpa que no podía desenredar.  

Mientras Blaise y Pansy seguían discutiendo, Draco caminó más lento, deseando que el tiempo se detuviera antes de llegar al aula. La sola idea de mirar a Harry a los ojos le provocaba un nudo en el estómago. No estaba listo para enfrentar lo que sentía, ni lo que pudiera suceder entre ellos. 

¿Qué tal si perdía su amistad? 

Cuando Draco entró al aula de Encantamientos, el bullicio habitual lo envolvió. Gryffindor y Slytherin hablaban entre ellos en sus respectivos grupos, sin prestar mucha atención a los demás. Draco avanzó con decisión hacia la mesa más cercana al escritorio del profesor, un lugar que rara vez elegía, pero que hoy se sentía como su mejor opción.

Se sentó sin mirar a ningún lado, con la esperanza de pasar desapercibido, algo irónico para alguien que normalmente disfrutaba estar en el centro de atención. Dejó caer su libro sobre la mesa y lo abrió sin intención real de leer, centrado únicamente en evitar que alguien, especialmente Harry, notara su nerviosismo.

Detrás de él, las voces de los Gryffindor eran más ruidosas, las risas de Ron y Hermione destacaban entre la mezcla de sonidos. Draco intentó no prestar atención, manteniéndose concentrado en parecer ocupado. Sabía que Harry estaba en alguna de las mesas del fondo, pero no se atrevía a girarse.

El ruido del aula seguía llenando el espacio, pero para Draco todo se sentía distante. La incomodidad pesaba sobre él, y aunque intentaba mantener su compostura, por dentro deseaba que la clase terminara.

"¿No sabes callarte, Blaise?" fue lo ultimo que le dijo Pansy, antes de girarse y prestarle su atención a Draco. "Vamos, no es tan malo. Te equivocaste y lo malinterpretaste, Potter ya debe haberlo olvidado," se encogió de hombros y sacó sus útiles felizmente.

Eso lejos de apaciguar su incomodidad, Draco se sintió peor. Si a Harry no le importaba eso que sucedió, significa que de nuevo Draco parecía el único que le tomaba demasiada importancia a su amistad. 

Exhalo dramáticamente y se recostó en el escritorio.

El aula se calmó lentamente cuando el profesor Flitwick entró con pasos enérgicos, cargando su característico entusiasmo. A pesar de su pequeño tamaño, su voz resonó con firmeza cuando pidió silencio. "¡Vamos, jóvenes! Esta clase no empezará hasta que haya orden." Tras varios intentos y un par de chasquidos mágicos que apagaron las conversaciones más ruidosas, logró captar la atención de todos.

"Hoy trabajaremos en parejas," anunció, con una sonrisa que a algunos les pareció prometedora y a otros, aterradora. "Pero no se emocionen demasiado. Yo mismo asignaré a sus compañeros."

En ese momento, Pansy, quien había estado ignorando deliberadamente a Blaise, agarró el brazo de Draco con fuerza, casi como si quisiera asegurarse de que fuera su pareja. Sin embargo, su expresión se torció en disgusto cuando escuchó al profesor. "¡Tienen que ser sus conjuntos! Ninguna negociación," añadió Flitwick con una chispa divertida en los ojos.

"¡Qué fastidio!" bufó Pansy, soltando a Draco con un movimiento brusco. Él seguía con la cabeza apoyada dramáticamente sobre la mesa, atrapado en su propio torbellino de incomodidad y angustia. Ni siquiera pareció registrar el comentario del profesor.

Flitwick, no obstante, tenía algo especial preparado para seleccionar a las parejas. "Ahora, observen bien, esto será interesante." Levantó su varita y realizó un movimiento complicado en el aire. De inmediato, un enjambre de pequeñas aves de origami comenzó a materializarse, revoloteando sobre las cabezas de los estudiantes. Cada pájaro llevaba un color único y, con un giro inesperado, buscaban a su pareja en el aula.

"Cuando un pájaro te elija, sigue su dirección hasta encontrar a tu compañero," explicó. "Y recuerden, ¡no hay cambios!"

Los murmullos llenaron la sala mientras las aves revoloteaban con gracia, buscando a los alumnos. Una tras otra, encontraron a sus respectivas parejas, dejando una pequeña estela de brillo en el aire.

Draco, sin prestar atención, se mantenía en su pose derrotista, hasta que Blaise le dio un codazo. "¿Merlín te odia o qué? ¡Mira con quién te tocó!"

Draco levantó la cabeza con expresión de confusión y algo de irritación. "¿Qué estás diciendo ahora?"

Fue entonces cuando lo vio: el pájaro plateado que había aterrizado en la mesa de Harry al otro lado del aula. Su correspondiente par, revoloteaba inquieta frente a Draco, como si quisiera que se moviera de una vez.

Los murmullos se intensificaron. Algunos estudiantes intercambiaban miradas divertidas, mientras otros trataban de ocultar su interés.

Draco, al comprender lo que acababa de suceder, dejó caer su cabeza sobre la mesa con un ruido seco. "Quiero morirme," declaró con voz ahogada.

Blaise, encantado con la situación, soltó una carcajada baja. "Oh, esto será increíble. ¿Sabías que tu dramatismo mejora cuando sufres de verdad?"

Draco no respondió. Solo deseaba que el suelo se abriera bajo sus pies y lo tragara antes de tener que enfrentarse a Harry frente a todos.

 

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El ave plateada revoloteaba con insistencia frente a Draco, trazando pequeños círculos en el aire como si tuviera prisa. Todos en el aula estaban moviéndose hacia sus parejas asignadas, dejando un rastro de conversaciones bajas y algunas risas. Harry, desde su asiento, sintió alivio y algo de ansiedad al ver que finalmente Draco no tenía otra opción más que caminar hacia él. Había estado esperando este momento todo el día, buscando una oportunidad para hablar con él, aclarar las cosas, o al menos entender por qué se estaba comportando así.

"Mierda, me tocó con Goyle," murmuró Ron con evidente resignación, mirando al ave azul que ahora lo guiaba hacia una esquina del aula.

Hermione, señaló con curiosidad hacia la mesa delantera. "Creo que ese es Zabini. Nunca he hablado con él, pero espero que sea un buen compañero."

"Buena suerte con eso," dijo Ron antes de levantarse, siguiendo de mala gana a su ave. Hermione se despidió de Harry con una ligera sonrisa y también fue hacia donde la guiaba su ave dorada.

Harry se quedó en su lugar, atento al movimiento de Draco, quien seguía aferrado a su mesa como si quisiera fundirse con ella. Después de un momento, Draco murmuró algo que Harry no alcanzó a escuchar a Párkinson, quien lo miró con fastidio, antes de finalmente ponerse de pie.

El camino hacia la mesa de Harry pareció más largo de lo que realmente era. Draco caminó con los hombros tensos, mirando a cualquier lugar excepto a Harry. Cuando finalmente llegó y se sentó a su lado, no levantó la vista. Su mirada se quedó fija al frente, como si Harry no existiera.

Harry sintió cómo algo se revolvía incómodamente en su pecho, una especie de vacío que lo hacía sentir culpable e impotente. Draco no solo lo estaba evitando, ahora lo estaba ignorando de manera deliberada.

Antes de que Harry pudiera siquiera intentar romper el hielo, el profesor Flitwick volvió a captar la atención de todos con un movimiento enérgico de su varita. "¡Muy bien, parejas! Ahora que están todos reunidos, presten atención a las instrucciones para la actividad de hoy."

La voz del profesor llenó el aula, dando detalles sobre el encantamiento que tendrían que realizar en conjunto. Pero por más que Harry intentaba concentrarse, su mente seguía ocupada en Draco y en cómo abordar aquella conversación que sabía que no podía posponer por mucho más tiempo.

Cuando el profesor terminó de explicar la actividad, un silencio incómodo se instaló entre Harry y Draco. Los murmullos y sonidos de los demás alumnos llenaron el aula mientras todos comenzaban a trabajar, pero entre ellos no había más que una barrera invisible que parecía cada vez más difícil de romper.

Harry miró a su compañero de reojo, encontrando a Draco completamente inmóvil, con la mirada fija en el pergamino frente a ellos. Por un instante, Harry pensó en dejarlo así, respetar lo que parecía ser un deseo evidente de distancia. Pero esa idea lo incomodaba. Odiaba los malentendidos y las tensiones no resueltas, y aunque no tenía ni idea de si intentar hablar con Draco sería lo correcto, sabía que no quería quedarse con los brazos cruzados.

Respiró hondo, llenándose de valor. "Tienes que hablar, Harry," se dijo a sí mismo mientras giraba lentamente hacia él. Pero justo cuando iba a decir algo, Draco también giró hacia él, abriendo la boca al mismo tiempo.

"Lo siento," dijeron ambos a la vez.

El choque de sus palabras los tomó por sorpresa, y el silencio que siguió estuvo cargado de algo diferente, menos tenso. Draco frunció el ceño, pero Harry detectó un leve rubor en sus mejillas, apenas perceptible, mientras bajaba la mirada hacia el pergamino otra vez.

"¿Tú primero?" dijo Harry, con una ligera sonrisa, intentando aligerar el momento.

Draco exhaló, claramente incómodo. "Fui un idiota ayer. No debí... reaccionar así." Se detuvo, jugando con la pluma en sus manos. "No es tu culpa que—bueno, que me molestara tanto. Fue... estúpido."

Harry sintió un peso aligerarse en su pecho. "No, yo también lo siento," respondió con sinceridad. "Debí habértelo dicho antes. Solo... pensé que no era importante y no quería que esto pasara. Pero pasó, y fue mi error."

Por primera vez desde que se sentaron juntos, Draco levantó la mirada hacia Harry. Había algo diferente en su expresión, estaba resignado pero también parecía vulnerable, y eso era algo que Harry no esperaba ver.

"Supongo que somos unos idiotas," murmuró Draco, aunque su tono no tenía la mordacidad de siempre.

Harry sonrió, más relajado ahora. "Sí, eso parece."

Harry sabía que este no sería el último malentendido que tendría con alguien importante en su vida. Había tenido roces con Ron y Hermione antes, pero al menos ahora estaba seguro de algo: hablar siempre resultaba más fácil de lo que parecía al principio. Aunque todavía sentía un ligero peso en el pecho, el ambiente entre él y Draco era mucho más llevadero, incluso con los comentarios característicos del rubio.

"Deja de flojear y ayúdame, Erizo." La burla era evidente en sus palabras, pero Draco mantuvo su rostro completamente serio mientras organizaba los materiales frente a ellos.

Harry lo miró con incredulidad, entrecerrando los ojos. "No uses ese apodo. Siento que te gustará demasiado y se quedará."

Draco levantó una ceja, como si considerara eso un desafío. "Erizo se quedará... al menos hasta que encuentre uno más adecuado."

Harry bufó, aunque una pequeña sonrisa tiró de sus labios. Era agradable, incluso reconfortante, volver a su dinámica de siempre, con esos comentarios sarcásticos y rivalidad amistosa que definía su relación.

Mientras avanzaban en la actividad, la tensión comenzó a desvanecerse. Sin proponérselo, terminaron enfrascados en una especie de competencia. Harry intentaba perfeccionar los hechizos antes que Draco, y Draco se esforzaba en corregir cualquier pequeño error que Harry cometiera.

"¿Eso fue todo? Por Merlín, Potter, mi abuela hace hechizos con más precisión," soltó Draco, sacudiendo la cabeza con exageración.

Harry respondió con una sonrisa desafiante. "¿Tu abuela? Creí que tú eras el experto en todo, Draco."

Entre las risas y las bromas, comenzaron a trabajar en el hechizo conjunto que el profesor les había asignado. La dinámica requería que ambos sostuvieran la varita con una mano mientras unían las otras para canalizar mejor la energía mágica.

Cuando sus manos se encontraron, Harry no pudo evitar notar algo extraño. Era un simple contacto físico, algo que no debería significar nada; después de todo, él y Draco siempre habían sido físicos, tomándose las manos al caminar o cuando estaban relajados. Pero esta vez era diferente. Sentía una ligera corriente recorrer su piel, un hormigueo que parecía propagarse desde sus dedos hasta el resto de su brazo.

Draco, aparentemente ajeno al cambio en el aire, lanzó un comentario sin mirarlo: "Apúrate, Erizo, no tengo todo el día."

Harry intentó ignorar la sensación, convenciéndose de que no era nada importante. Solo nervios, tal vez, se dijo. Para distraerse, sonrió y respondió con un tono ligero: "Lo que tú digas, Dray."

El apodo hizo que Draco levantara la mirada, sorprendido por un instante, antes de que una sonrisa sarcástica apareciera en su rostro. "Realmente pudiste hacer un mejor apodo."

"Es mejor que Erizo."

Draco bufó, pero no replicó. Mientras continuaban con la actividad, ese pequeño gesto—los apodos, las bromas, el roce casual de sus manos—parecía cerrar cualquier distancia que el malentendido había creado. La familiaridad volvía poco a poco, y con ella, algo nuevo que Harry no estaba seguro de cómo interpretar. 

 

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