
Chapter 5
Malentendidos en el aire.
El camino hacia el comedor era como siempre: ruidoso, lleno de voces y risas que rebotaban contra las paredes. Draco caminaba al frente, sin apresurarse, acompañado de Pansy y Blaise, quienes lo habían abordado inmediatamente al salir del tren. Pansy, como siempre iba alardeando sobre sus vacaciones, mientras que Blaise no dejaba de lanzarle miradas curiosas a Draco, como si esperara una reacción de su parte.
"¿Qué tienes?" Blaise preguntó, levantando una ceja con confusión. "Normalmente ya estarías quejándote por algo."
Draco no le respondió de inmediato. Estaba demasiado ocupado en sus propios pensamientos. La conversación que había tenido en el vagón seguía inundando en su cabeza, como si la imagen de Harry y Ginny besándose en Año Nuevo no pudiera irse de su mente. La sensación incómoda que le provocaba no era solo por el hecho de que Harry estuviera involucrado con un Weasley, sino por cómo lo había hecho: de manera tan pública, sin pensar en las consecuencias.
"Me acabo de enterar que Harry y Ginny Weasley se besuquearon en Año Nuevo," murmuró en voz baja, sin esperar que Pansy o Blaise lo escucharan de inmediato. Pero cuando los vio quedar atrás, deteniéndose en medio de otros alumnos, se dio cuenta de que la noticia había calado hondo. Los dos se giraron hacia él con las bocas abiertas, claramente sorprendidos.
Draco, como siempre, los ignoró. Sabía exactamente cuál sería su reacción. No necesitaba escuchar más bromas al respecto, ya había tenido suficiente.
"Te ganaron el primer beso de San Potter," casi gritó Blaise, con una sonrisa burlona en el rostro, pero la irritación en los ojos de Draco lo hizo girarse rápidamente hacia él.
"Cierra tu estúpida boca, Zabini," le espetó, con los dientes apretados y la mandíbula tensa. No soportaba más la idea de que el tema del beso de Harry se convirtiera en un chisme, especialmente porque él mismo no sabía cómo manejar sus propios sentimientos al respecto.
Blaise murmuró algo, seguramente en tono de burla, pero fue incapaz de ser escuchado debido al regaño de la profesora McGonagall, que pasó por allí y los miró con desaprobación. El grupo, finalmente, se apresuró a seguir su camino, con Pansy murmurando sobre la necesidad de no llamar la atención frente a los profesores.
Al llegar al Gran Comedor, se sentaron junto a los otros Slytherin's. El aburrido saludo de Dumbledore, quedaba en mute porque Draco seguía pensando en aquel beso.
Pansy lo observaba sin entender porque Draco le daba tanta importancia, incapaz de ignorar su expresión distante. Finalmente, rompió el silencio con un susurro: "¿En serio te molesta tanto que se hayan besado?"
Draco no respondió de inmediato. Pasó un dedo distraídamente por el borde de su copa antes de suspirar, su mirada buscando a Harry entre las filas de estudiantes. "Es solo que... no me lo dijo," admitió en voz baja, tratando de sonar despreocupado, aunque el peso en su pecho traicionaba su tono. "Hablamos antes de regresar, y no me lo mencionó."
Pansy frunció el ceño, echándose hacia atrás en su asiento mientras le lanzaba una mirada de advertencia a Crabbe, que hablaba con la boca llena, escupiendo migas por todas partes. "Bueno," dijo después de un momento, encogiéndose de hombros, "quizá no son tan cercanos como para que te lo cuente."
Ese comentario fue como un golpe inesperado. Draco bajó la vista a su plato, donde la comida, normalmente una de sus mayores satisfacciones en Hogwarts, ahora se veía completamente insípida.
La idea de que Harry no lo considerara lo suficientemente cercano para compartir algo tan importante lo hacía sentir miserable. Había pensado que su amistad con él había evolucionado, que se habían convertido en algo más que simples compañeros que ocasionalmente intercambiaban bromas.
Desde que habían comenzado a hablar con más frecuencia, las conversaciones nocturnas con Harry se habían convertido en su momento favorito del día. Eran esas pequeñas charlas a la luz tenue de las velas, lejos del bullicio de los demás, las que le habían dado a Draco una sensación de tranquilidad que nunca había experimentado antes. Al principio, había pensado que ser amigo de Harry sería una molestia, pero ahora lo veía como algo esencial en su vida en Hogwarts.
Y sin embargo, aquí estaba, enfrentándose a la posibilidad de que tal vez, para Harry, él no fuera tan importante. ¿Acaso no merecía saber si Harry sentía algo por alguien, si realmente le gustaba Ginny? Esa idea lo carcomía, dejando un sabor amargo en su boca.
La comida frente a él, normalmente servida con tanta generosidad y cuidado, parecía ahora un revoltijo insulso. No sentía hambre, ni ganas de levantar el tenedor. Solo podía concentrarse en la distancia que, de repente, parecía haberse abierto entre él y Harry, una distancia que Draco no sabía cómo cerrar.
(...)
El aire frío del jardín hacía que el aliento de Draco y Luna se convirtiera en pequeñas nubes blancas. Mientras caminaban hacia el invernadero, Draco mantenía las manos en los bolsillos, ocultando su rostro tras su bufanda colorida. Luna, despreocupada como siempre, seguía entretenida con sus trenzas de hilos, sus dedos ágiles moviéndose con una precisión casi hipnótica.
El silencio entre ellos era cómodo, pero la mente de Draco no dejaba de darle vueltas al mismo tema. No podía seguir ignorándolo, así que tomó una bocanada de aire helado y habló:
"Oye, Luna..." Su voz salió apagada por la bufanda, y tuvo que aclararse la garganta.
Luna levantó la vista, sonriendo con dulzura mientras seguía trabajando en su pulsera. "¿Sí?"
Draco miró hacia otro lado, sintiéndose estúpido por siquiera pensarlo. "¿Harry... te ha dicho algo?"
"¿Algo como qué?" preguntó ella, su tono despreocupado, mientras su nariz, roja por el frío, brillaba como si fuera la de un payaso.
"Sobre el beso con la chica Weasley," dijo finalmente, apresurándose a soltar las palabras antes de que cambiara de opinión.
Luna inclinó la cabeza como si estuviera evaluando la pregunta. "No," respondió con serenidad. "Harry no me mencionó nada. Pero supongo que no debe ser algo tan importante."
Draco frunció el ceño mientras procesaba su respuesta. Para él, era importante. Todo lo relacionado con Harry era importante. Quería saber qué pensaba, qué sentía, qué lo hacía feliz o incluso qué lo preocupaba. Era como si su mente no pudiera evitar girar constantemente en torno a él, y eso lo hacía sentirse... tóxico, como si estuviera cruzando un límite invisible que no debería existir entre amigos.
Al llegar al invernadero, Draco se concentró en buscar la planta que necesitaba para la poción. Sus manos temblaban, ya fuera por el frío o por la frustración acumulada. Luna, ajena a su agitación, terminó su pulsera y la levantó con una sonrisa orgullosa.
"¿Sabes, Draco?" dijo, ofreciéndole la pulsera para que la admirara. "Si realmente quieres saber algo de Harry, siempre puedes preguntarle directamente. Aunque, sinceramente, sigo pensando que no es algo muy importante."
Draco dejó escapar un suspiro mientras tomaba la planta que buscaba y la colocaba cuidadosamente en su bolsa. La sencillez de las palabras de Luna lo desconcertaba. ¿Preguntarle directamente a Harry? No era tan fácil como ella lo hacía parecer. Pero si el beso no era tan importante, ¿por qué lo oculto?.
Salieron del invernadero juntos, y Draco guardó silencio mientras Luna seguía trenzando otro hilo, tarareando suavemente una melodía que se perdía en el aire frío. Para ella, el asunto estaba resuelto, pero para Draco, la sensación de malestar seguía instalada en su pecho, como una punzada constante que no podía ignorar.
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La biblioteca estaba silenciosa, el murmullo ocasional de estudiantes estudiando era lo único que rompía la calma. Harry pasó por los pasillos llenos de libros, su mirada escaneando rápidamente en busca de un cabello rubio. Después de un día agotador persiguiendo a los gemelos para que dejaran de cantar su estúpida canción, necesitaba ver a alguien que le diera un poco de tranquilidad.
Finalmente lo encontró, sentado en un rincón cómodo cerca de una ventana alta. Draco estaba inclinado sobre un libro, su rostro relajado y ajeno al caos que parecía seguir a Harry a todas partes. Ese rincón, con sillones acolchonados y luz natural, era claramente el lugar favorito del rubio para leer. Harry sonrió al verlo.
Casi trotó hasta él y, sin pensarlo mucho, se dejó caer en el sillón junto a Draco con un suspiro de alivio. "Por fin, paz," murmuró, cerrando los ojos por un momento y dejando que el silencio lo envolviera.
Draco no levantó la mirada de su libro, pero su postura cambió ligeramente, tensándose. Harry no lo notó de inmediato.
"¿Qué estás leyendo?" preguntó casualmente, apoyando los codos en las rodillas mientras trataba de espiar la portada.
"El libro que tú me recomendaste la semana pasada," respondió Draco, su voz neutral. No levantó la vista, pero Harry sintió la frialdad en sus palabras.
"Genial, ¿qué te parece hasta ahora?" intentó Harry, buscando entablar la conversación que siempre fluía tan naturalmente entre ellos.
Draco cerró el libro con un movimiento pausado, pero su mirada seguía fija en las letras doradas de la portada. "Es interesante," respondió, aunque su tono seguía sin entusiasmo.
Harry frunció el ceño, normalmente ya habrían tenido una discusión divertida sobre el libro, tal vez Draco se burlaría de el gusto literario de Harry, o quizá Draco avergonzado le diría que es realmente un buen libro. Cualquier cosa, pero sin duda, no tendría este tipo de reacción, sin emoción, sin sentido.
Se inclinó un poco hacia él. "¿Estás bien? Pareces... distante."
Draco finalmente lo miró, sus ojos grises fríos se toparon con los de Harry. "Estoy perfectamente bien."
"Vamos, Draco, sé que algo te molesta. ¿Hice algo?" insistió Harry, comenzaba a asustarse, no recordaba haber hecho algo para que se comportara así.
El rubio exhaló lentamente, como si estuviera reuniendo paciencia. "¿Por qué me lo preguntarías, Harry? ¿Te importa realmente?"
La pregunta golpeó a Harry, quien parpadeó confundido. "Claro que me importa," respondió, con voz firme.
Draco se recargó en el sillón, regresando su mirada al libro, Harry estaba casi seguro que lo estaba evitando. "Es curioso. Nunca pensé que los amigos se ocultaran cosas importantes. Pero supongo que no somos tan amigos después de todo, ¿cierto?"
Harry parpadeó, confundido. "¿De qué estás hablando?"
"Del beso," dijo Draco finalmente, su voz apenas un murmullo, pero lo suficientemente clara para que Harry la escuchara. Sus ojos permanecían bajos, fijándose en el borde del libro entre sus manos. Había algo frágil en su tono, como si quisiera preguntar más pero no supiera cómo.
Harry sintió cómo el calor subía a su rostro. "¡Eso no fue nada! Apenas fue un accidente y..."
Draco levantó la mirada de forma casi automática, sus labios entreabiertos como si fuera a decir algo. Pero al ver a Harry tan agitado, tan lleno de explicaciones apresuradas, su expresión cambió. La rabia que había sentido al principio se disipó rápidamente, dejando un vacío que dolía más que su enojo.
"¿Un accidente?" repitió en voz baja, como probando la palabra en su lengua. Bajó los ojos de nuevo, apretando el libro con fuerza. "Supongo que eso lo hace... menos importante."
"No lo fue," insistió Harry, acercándose un paso, su tono lleno de preocupación. "Draco, te lo habría dicho, pero ni siquiera pensé que fuera algo que..."
"Que valiera la pena contarme," terminó Draco por él. Se inclinó hacia atrás, exhalando como si estuviera cansado de pelear consigo mismo. "No estoy enfadado, Harry," dijo finalmente, aunque sabía que no era del todo cierto. Estaba molesto, sí, pero parecía estupido seguir con esta discusión "Solo... me habría gustado saberlo."
El silencio que siguió fue pesado. Harry no sabía qué decir, y Draco, por su parte, no podía mirarlo. Todo parecía girar en torno a ese vacío incómodo entre ellos, una grieta que antes no existía.
Draco se puso de pie lentamente, sujetando el libro contra su pecho. "Lo siento," murmuró de forma casi inaudible, más para sí mismo que para Harry. "Es una tontería."
"Draco, espera," intentó Harry, poniéndose de pie también.
Pero Draco negó con la cabeza, finalmente encontrando el valor para mirarlo. Sus ojos tenían un brillo extraño, algo que Harry no pudo identificar. "Déjalo, Harry. De verdad... no importa."
Antes de que Harry pudiera decir algo más, Draco se dio la vuelta y se alejó, sus pasos resonando con suavidad en el rincón silencioso de la biblioteca.
Harry se quedó allí, aturdido y con una sensación incómoda en el pecho. Se dejó caer de nuevo en el sillón, llevándose una mano al rostro. Era una sensación pesada, como si su pecho estuviera siendo comprimido por algo invisible. Odiaba ese sentimiento, odiaba la distancia que por alguna razón Draco había puesto entre ellos. Y lo peor era que no sabía cómo arreglarlo.
(…)
Las horas pasaron con lentitud insoportable para Harry. Mientras intentaba concentrarse en el murmullo monótono de la clase de Encantamientos, sus pensamientos volvían una y otra vez a Draco, a la mirada herida en su rostro y a las palabras que no había sabido cómo responder. Los movimientos de la varita se volvían automáticos, sin realmente prestar atención a las instrucciones de Flitwick.
Desde el otro extremo de la mesa, Hermione lo observaba con el ceño fruncido. Su mirada se cruzó con la de Ron, que estaba más concentrado en dibujar garabatos en el pergamino que en los hechizos. Ron levantó las cejas, como preguntando en silencio qué ocurría, pero Hermione solo negó con la cabeza, claramente preocupada.
Cuando la clase terminó, Harry se dirigió directamente a la sala común. Ni siquiera se molestó en fingir que quería conversar o quedarse para practicar con Hermione y Ron. Ellos lo siguieron de cerca, intercambiando murmullos en el camino.
Al llegar a la sala común de Gryffindor, Harry se hundió en el pequeño sillón individual junto a la chimenea. La luz del fuego proyectaba sombras cálidas, pero el ambiente entre ellos era pesado. Hermione y Ron no tardaron en acomodarse como pudieron en los brazos del sillón, claramente decididos a averiguar qué sucedía.
"Harry," comenzó Hermione con cautela, "¿qué te pasa? Has estado raro todo el día. ¿Algo te molesta?"
Harry suspiró y hundió la cara entre sus manos por un momento antes de responder. "Tuve una discusión con Draco."
Ron levantó una ceja. "¿Qué clase de discusión? ¿Una de esas donde se lanzan indirectas envenenadas o una de verdad?"
Harry le lanzó una mirada cansada. "Una de verdad."
"¿Qué pasó?" insistió Hermione, mientras Ron se acomodaba mejor, visiblemente interesado.
Harry se tomó un momento antes de hablar. "No le mencioné lo del beso con Ginny. Pensé que no era importante, o al menos no lo suficiente para decirlo. Pero él... lo descubrió de todos modos, gracias a Ron."
Ron bajó la mirada, claramente culpable. "Yo... no sabía que él no lo sabía. Lo siento, de verdad."
Harry negó con la cabeza. "No importa ahora. Lo que importa es que terminó siendo justo lo que quería evitar. Esa... atmósfera extraña. Y ahora parece que lo arruiné."
"¿Y por qué no querías decírselo?" preguntó Hermione, inclinándose un poco hacia él.
Harry suspiró de nuevo, cruzando los brazos sobre el pecho. "Porque sabía que algo así pasaría. Él se molestó, aunque lo niegue. Y lo entiendo, porque yo tampoco quería que pasara. Ese beso fue horrible, accidental, y ahora todos bromean sobre ello como si fuera algo importante. ¡Pero no lo es!"
Ron asintió lentamente. "Entendido. No más bromas. Lo siento, de verdad. No pensé que te molestara tanto."
"Es que no me gusta que se hable tanto de eso," admitió Harry. "Especialmente porque..." Hizo una pausa, como si le costara admitirlo. "Porque me importa más lo que piense Draco. Y ahora siento que lo estoy perdiendo como amigo."
Hermione y Ron intercambiaron miradas nuevamente. Esta vez, Hermione fue la primera en hablar. "Harry, si te preocupa tanto, deberías hablar con él. Aclarar las cosas. Estoy segura de que él también siente que esto fue un malentendido."
"¿Y si no quiere escucharme?"
"Entonces insiste," dijo Hermione con firmeza. "No puedes quedarte sin hacer nada. Si Draco es importante para ti, demuéstraselo."
Ron, aunque parecía menos convencido, asintió también. "Aunque me duela admitirlo, Mione tiene razón. El hurón lo va a comprender, al menos si aprecia su amistad. Sino, siempre puedes dejarle de hablar."
Harry ignoró ese último comentario, y asintió lentamente mirando a Hermione. Tenían razón, no podía quedarse con los brazos cruzados. Y Draco lo comprenderá, al menos cuando sepa que realmente no se lo dijo por falta de confianza.
"Aunque no sé cómo empezar..."
Hermione sonrió con suavidad. "Empieza disculpándote, siendo sincero. A mi me gustaría que hicieran eso."
El fuego de la chimenea crepitó mientras Harry se hundía en el sillón, mirando las llamas. Sus amigos habían logrado calmar un poco su ansiedad, pero la sensación de pérdida seguía ahí, como un peso constante. Sin embargo, tenía claro que no dejaría que las cosas quedaran así.
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