¿A Harry le gusta Draco Malfoy?

Harry Potter - J. K. Rowling
M/M
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¿A Harry le gusta Draco Malfoy?
Summary
Harry Potter nunca se interesó por el romance, hasta que, al cumplir quince años, comenzó a sentir algo extraño por su amigo Draco Malfoy. A medida que sus sentimientos se intensifican, Harry se ve obligado a confrontar sus emociones y descubrir si lo que siente es solo una confusión o algo más profundo.
Note
Los personajes y fanart de la portada no me pertenecen, derechos a su respectivo autor.📌Está historia es dentro del universo que yo misma cree, así que puede que los personajes tengan distintas personalidades y que algunas cosas estén fuera del canon(No es necesario pero si quisieras entender deberías leer primero la historia que se encuentra en mi perfil: "El diario"). .Holaa!Esta es la nueva historia que estaré escribiendo para el siguiente año, aquí les dejo el prólogo:)Cositas antes de iniciar;📌Esta historia es una "secuela" de una historia que escribí hace poquito, solo que ahora se estará enfocando meramente en el Drarry. Si creen que es necesario pueden leerla, esta en mi perfil.📌El estilo de narración no será así toda la historia, esto fue algo que quise poner en práctica para el prólogo Jaja espero y se pueda entender bien.Así que los veo el siguiente año con esta historia (no le tiren hate a ninguno de los personajes femeninos que aparezcan aquí, plis).Sin más, bienvenidos a esta nueva historia!
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Chapter 4

¿Sentados en un unicornio?

 

El amanecer se colaba tímidamente por las cortinas de la habitación, iluminando los movimientos diligentes de Harry mientras terminaba de preparar su baúl. En un rincón de la cama, Esmera, su serpiente de escamas verdes brillantes, lo observaba con aparente desdén. Sus ojos amarillos lo seguían con atención mientras Harry acomodaba los últimos objetos. Ambos conversaban en parsel, una lengua fluida y susurrante que, para otros, habría sonado como meros siseos, pero para ellos era tan natural como respirar.

"¿Por qué debemos irnos, Harry?" preguntó Esmera, deslizándose lentamente por su brazo. Su tono era una mezcla de queja y resignación. "Nuestra casa es tranquila, acogedora. No entiendo la necesidad de cambiar todo eso."

Harry dejó escapar una risa ligera mientras doblaba con cuidado su capa de invierno. "Porque no puedo dejarte sola, Esmera, y Hogwarts es increíble. Te encantará."

La serpiente alzó la cabeza, observándolo con una mezcla de escepticismo y cansancio. "¿Increíble? Lo dudo. No puede ser mejor que nuestro hogar. Aquí tengo todo lo que necesito, incluyendo tu comida interesante."

"Eso lo dices porque no has visto el castillo. Tiene pasillos interminables, salas secretas, y quién sabe cuántos rincones oscuros para explorar. Seguro que lo encuentras fascinante." Harry cerró el baúl con un suave chasquido.

Esmera pareció considerar sus palabras, ladeando su pequeña cabeza. "¿Explorar, dices? Quizá podría ser interesante. Tal vez me deslice por esos pasillos secretos de los que tanto hablas."

"Ni lo pienses." Harry la miró con fingida severidad. "No puedes andar por ahí, Esmera. Si alguien te ve, armarían un escándalo."

La serpiente dejó escapar un siseo que sonó a una risa burlona. "¿Y qué harían? ¿Echarme? Además, podrías justificar mi presencia diciendo que soy... una herramienta educativa. ¿No es eso lo que hacen los humanos?"

"Esmera, te hablo en serio." Harry intentó parecer firme, aunque la sonrisa que se dibujaba en sus labios traicionaba su intento.

Sin más, Esmera giró con elegancia y se deslizó hasta su jaula, donde se acomodó con una deliberada lentitud. "Está bien, obedeceré... por ahora. Pero si ese castillo resulta ser tan fascinante como dices, no prometo quedarme quieta todo el tiempo."

Harry sacudió la cabeza con una mezcla de diversión y resignación. "Te conozco demasiado bien como para creer eso. Pero confío en ti, al menos lo suficiente como para que no causes demasiados problemas."

La serpiente no respondió, pero sus ojos brillantes parecían llenos de una traviesa anticipación. Harry cerró la jaula con cuidado y echó una última mirada a la habitación. Estaba listo para partir, y aunque sabía que Esmera se resistiría al principio, estaba seguro de que ella también terminaría disfrutando del cambio.

Bajando las escaleras, Harry sintió el aroma a café llenaba la casa. Llegando a la cocina, Sirius rodeaba con sus brazos a Severus, descansando su barbilla en el hombro del otro mientras este fregaba los últimos platos del desayuno. Susurraban en voz baja, compartiendo bromas privadas, totalmente absortos en su propio mundo.

Harry se detuvo al pie de las escaleras, observando la escena con una calidez que le llenaba el pecho.

"Buenos días," saludó con una sonrisa, dejando caer su baúl y las jaulas de Hedwig y Esmera en el suelo.

Sirius levantó la cabeza y sonrió ampliamente. "Buenos días, cachorro."

"¿Aún queda tiempo?", preguntó Harry, aunque ya sospechaba la respuesta.

Severus se giró lentamente hacia él, secándose las manos con una toalla. "En unos diez minutos nos iremos," respondió con su tono calmado de siempre, aunque una pequeña sonrisa curvaba sus labios.

Sirius se separó de Severus para acercarse a Harry, inclinándose para plantar un beso rápido en su cabeza. "Siempre tan puntual."

Harry retrocedió, cruzando los brazos. "Cumpliré quince este año, ¿podrías dejar de tratarme como un cachorro?"

"Naha," Sirius negó con una sonrisa traviesa mientras se dejaba caer en una silla, tomando un sorbo de su café. "Ya te lo he dicho, siempre serás mi cachorro."

Severus soltó una risa baja desde el fregadero, lo que solo hizo que las mejillas de Harry se encendieran más. "Oh, vamos, Sirius," comentó Severus, con un brillo divertido en los ojos. "Déjalo respirar. Tal vez ya no sea un cachorro... aunque sigue siendo igual de torpe.”

Harry se llevó una mano al rostro, medio riendo y medio frustrado. "Genial, ahora los dos se burlan de mí."

Sirius sonrió ampliamente. "Es nuestro deber como padres, Harry. Es parte del contrato."

"¿Qué contrato?"

"El contrato de adopción no escrito que firmamos en el momento en que decidimos soportar a un adolescente gruñón," respondió Sirius con tono solemne, señalándolo con su taza de café.

"Y aquí pensé que al menos uno de ustedes estaría triste de que me fuera," replicó Harry, tratando de sonar ofendido.

"Oh, no me malinterpretes," intervino Severus, cruzando los brazos. "Tu ausencia será un alivio. No más calcetines tirados en el sofá ni interminables charlas sobre Quidditch a la hora de la cena."

Harry mostró el rostro más indignado que pudo trasmitir. "¿Cómo que charlas interminables? ¡A Sirius le encantan!"

"Claro que me encantan," dijo Sirius, riendo. "Pero también admito que será agradable no escuchar sobre los últimos movimientos de los Chudley Cannons durante unas semanas."

Severus añadió con un tono casi solemne: "Quizá incluso podríamos tener una conversación adulta en la mesa."

"¿Adultos? ¿Ustedes?" Harry alzó una ceja, intentando sonar escéptico.

Ambos hombres lo miraron con falsa indignación antes de estallar en risas.

"Te extrañaremos, Harry," dijo Sirius después de un momento, con una sonrisa más suave.

"Sí," admitió Severus, su tono más bajo pero sincero. "Aunque disfrutaremos de un poco de tranquilidad, eso no significa que no vaya a extrañarte."

Harry sonrió, sintiendo una mezcla de calidez y vergüenza. "Ustedes también me harán falta, aunque a veces sean insoportables."

Sirius se levantó de su silla y se acercó a Harry, apretándole el hombro con afecto. "Siempre puedes escribirnos si necesitas que sigamos siendo insoportables desde lejos."

"Lo consideraré," respondió Harry, aunque su sonrisa traicionaba el sarcasmo en sus palabras.

Un reloj en la pared marcó la hora, y Severus habló primero: "Es hora de irnos. No queremos que llegues tarde."

Harry suspiró, tomando las jaulas y el baúl mientras ambos hombres se ponían en marcha para ayudarlo. La despedida era inminente, pero al menos no se tenía que preocupar por que ambos adultos estuvieran solos, han sido tranquilos este último año.

 

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El ruido de la plataforma era ensordecedor: vapor salía en silbidos de la locomotora, niños reían y corrían, mientras los padres daban últimas instrucciones a gritos o intercambiaban abrazos apresurados con sus hijos. Harry empujaba su carrito, esquivando la multitud, mientras Severus y Sirius caminaban detrás, sumidos en una conversación que Harry no escuchaba.

Entonces los vio. "¡Allá están Ron y Hermione!" exclamó con emoción, soltando el carrito e intentando correr hacia ellos.

Antes de que pudiera alejarse, Sirius lo detuvo, sujetándolo del hombro con firmeza. "¿Qué?" preguntó Harry, algo impaciente.

"Antes de que corras hacia tus amigos, danos un abrazo. Despídete como se debe," dijo Sirius con una sonrisa amplia, abriendo los brazos en una invitación innegable.

Harry rodó los ojos, pero cedió, abrazándolo sin quejarse demasiado. Sirius lo apretó con fuerza, como si quisiera grabar el momento. "Te iré a buscar cuando lleguen las vacaciones de Pascua, ¿de acuerdo?"

Harry asintió, separándose de él. "Lo sé, lo sé. Me cuidaré."

Sirius le revolvió el cabello con una sonrisa. "Y diviértete, cachorro."

Luego se giró hacia Severus, quien observaba la escena con los brazos cruzados. Sin esperar invitación, Harry lo abrazó también. Severus, aunque rígido al principio, terminó correspondiendo con un leve apretón. Harry pensaba que aunque nunca lo pidiera, Severus siempre quería un abrazo.

"No te entrometas en desastres," le murmuró Severus con un tono más severo, aunque sus ojos mostraban cierta preocupación genuina. "Haz que este trimestre sea tolerable para los profesores."

Harry sonrió y asintió, alejándose. "Nos vemos pronto," dijo, antes de girarse hacia donde Ron y Hermione lo esperaban, agitando las manos.

"¡Pensé que no llegarías!" dijo Ron al ver a Harry acercarse con el carrito.

"Solo un poco de drama familiar," respondió Harry mientras comenzaban a subir al tren.

"Bueno, ya estás aquí," añadió Hermione, sonriendo mientras ayudaba a Harry a subir su baúl al compartimento.

Mientras se acomodaban en el pasillo, comenzaron a hablar sobre cómo habían pasado sus días después de verse en Año Nuevo.

"Todo estuvo tranquilo en la Madriguera, por una vez," comentó Ron mientras dejaba caer su mochila en el compartimento. "Bueno, si ignoramos a Fred y George probando sus inventos. Mamá casi los mata por explotar la cocina."

Hermione soltó una risita. "En casa estuvimos bastante tranquilos. Mi mamá trató de enseñarme a esquiar, pero terminé cayéndome más veces de las que puedo contar."

"¿Y tú, Harry?" preguntó Ron mientras se acomodaba junto a la ventana.

"Lo de siempre," respondió Harry con una sonrisa vaga. "Sirius y Severus se pelean por todo, pero estuvo bien. Sirius hizo que todos decoráramos Grimmauld Place como si fuera una casa normal."

Todos se rieron, pero Harry pronto dejó de prestar atención a la conversación. En su lugar, observó a sus amigos mientras entraban al compartimento.

Primero Ron, quien abrió la puerta con un movimiento torpe. Hermione iba justo detrás, y al cruzarse accidentalmente sus brazos, ambos se detuvieron en seco, como si un rayo los hubiera alcanzado. Ron se sonrojó al instante, apartando el brazo mientras balbuceaba una disculpa. Hermione, menos torpe pero igual de nerviosa, bajó la mirada y pasó rápidamente al interior, frotándose el brazo como si la breve interacción hubiera dejado una marca.

Harry los siguió, conteniendo una sonrisa al notar cómo ambos parecían extrañamente conscientes del espacio que ocupaban. Cuando Ron se sentó junto a Hermione, sus rodillas casi se rozaron, pero ambos se movieron al mismo tiempo para evitarlo, solo para chocar de nuevo.

"¿Van a estar así todo el viaje?" preguntó Harry finalmente, alzando una ceja.

"¿Así cómo?" replicaron Ron y Hermione al unísono, mirando a Harry con ojos entre sorprendidos y avergonzados.

"Ya saben," dijo Harry, tratando de sonar despreocupado mientras se dejaba caer en el asiento frente a ellos. "Saltando como si les hubiera dado un calambre cada vez que se tocan."

Hermione se aclaró la garganta, enderezándose en su asiento. "No sé de qué estás hablando, Harry."

"Sí, ni yo," añadió Ron, cruzando los brazos con nerviosismo.

Harry no insistió, pero no pudo evitar reírse para sí mientras el tren comenzaba a avanzar. Dejando de lado ese tema extraño entre ellos, que ya sospechaba desde el año pasado, donde sus amigos tuvieron peleas de celos, aún podía disfrutar con ellos conversaciones normales.

Mientras hablaban, la puerta del compartimento se deslizó de nuevo, revelando a Ginny y Luna.

"¿Podemos unirnos?" preguntó Ginny con una sonrisa.

"Claro, pasen," dijo Hermione, haciendo espacio para ellas. Ginny se sentó junto a Ron, mientras Luna, con su habitual aire distraído, se acomodó al lado de la ventanilla, Harry sabía que a la chica le gustaba estar mirando el paisaje, así que siempre le dejaba ese lugar.

"Espero que esta vez no tengamos dragones en Cuidado de Criaturas Mágicas," comentó Ginny, retomando una conversación anterior.

"Dragones no, pero con Hagrid nunca se sabe," respondió Harry con una sonrisa.

Luna intervino con su tono soñador. "Quizás nos enseñe sobre escarbatos invisibles. Son criaturas fascinantes, aunque algo temperamentales."

Fue entonces cuando la puerta del compartimento se deslizó con un suave chirrido, revelando a Draco y Parkinson.

"Hey," saludó Draco con una sonrisa fácil que iluminó su rostro.

"Hey," respondió Harry, devolviendo el gesto, olvidándose por un instante de todo lo demás.

Draco entró con la confianza de alguien que sabía que era bienvenido, mientras Pansy alzaba una mano en señal de despedida. "Voy al vagón con los demás," dijo, con su usual tono despreocupado. "No te metas en problemas, Draco."

"¿Yo? Nunca," respondió Draco con una sonrisa sarcástica antes de verla marchar.

Sin perder tiempo, Draco se sentó junto a Harry, dejando caer su mochila a sus pies con un movimiento casual. Apenas se acomodó, dio un leve empujón con su hombro al de Harry, un gesto juguetón que arrancó una pequeña sonrisa al chico.

"¿Qué? ¿Eso fue para recordarme que existes?" preguntó Harry, fingiendo indignación mientras trataba de ignorar el calor que le provocaba la cercanía.

"Por supuesto, Potter. Necesito mantenerme presente en tu limitada memoria," respondió Draco con un tono burlón.

Harry se giró hacia él con una ceja alzada. "¿Y tú? ¿Cómo sobreviviste las vacaciones sin alguien a quien fastidiar?"

Draco se rió con suavidad, sus ojos brillando con una chispa de diversión. "Fue complicado, pero creo que me las arreglé. Aunque, para ser honesto, te extrañé, Erizo."

Harry frunció el ceño de inmediato, aunque la sonrisa que luchaba por aparecer lo traicionó. "¿Otra vez con eso? Te dije que ese apodo no pega."

"Claro que sí. Es perfecto," insistió Draco, girándose ligeramente hacia Harry. "Tu cabello es un desastre constante, y tu actitud desafiante no ayuda. Eres como un pequeño erizo enfadado."

Harry puso los ojos en blanco, pero la risa de Draco era contagiosa, y pronto ambos estaban intercambiando bromas sobre todo y nada en particular. La conversación era tonta, sin importancia, pero genuinamente agradable, como si por un momento no existiera nada más que ellos dos.

Harry se sentía cómodo, más de lo que esperaba, y no podía evitar notar lo mucho que le gustaba tener a Draco tan cerca. Había algo en su presencia, en la facilidad con la que conversaban, que lo hacía sentir extrañamente feliz.

Fue entonces cuando Ron, quien había estado observando en silencio hasta ese momento, decidió intervenir. "¿Qué pasa aquí?" preguntó con un tono que intentaba ser casual pero que sonaba un poco brusco.

Draco alzó una ceja, su expresión cambiando con rapidez, levantando su mentón como si se sintiera superior. "Nada que puedas entender, Weasley," respondió con suavidad, aunque sus palabras estaban cargadas de un filo sutil.

Harry suspiró, sintiendo cómo el ambiente ligero comenzaba a tensarse. "Ron, déjalo," murmuró, intentando evitar que la situación se descontrolara.

"Solo digo," continuó Ron, cruzándose de brazos, "que no entiendo cómo puedes confiar tanto en alguien como él."

"Ron," advirtió Harry, sintiendo cómo su buen humor se desvanecía.

"¿Alguien como yo?" repitió Draco, ahora completamente serio. Aunque no levantó la voz, había algo en su tono que hizo que el compartimento se sintiera más pequeño.

Ron abrió la boca para responder, pero Harry lo interrumpió. "¡Basta! Draco es mi amigo. Si no puedes aceptar eso, entonces mejor no digas nada."

El silencio que siguió fue incómodo. Draco observó a Ron por un momento más, antes de relajarse y dirigir su atención nuevamente a Harry. "No vale la pena, Potter," dijo con una sonrisa ligera, aunque sus ojos reflejaban algo de incomodidad.

Harry asintió, agradecido por la calma de Draco. Sin embargo, no podía evitar sentirse molesto por el comentario de Ron. Por más que quisiera que todo volviera a ser como antes, sabía que esa pequeña tensión no desaparecería tan fácilmente.

Y nada podía mejorar, ya que la tranquilidad del compartimento se vio interrumpida de nuevo, cuando un tarareo burlesco comenzó a resonar en el pasillo. Antes de que Harry pudiera comprender qué estaba pasando, la puerta del cubículo se abrió de golpe, y ahí estaban: los gemelos Weasley.

"Harry y Ginny sentados en un unicornio, besándose la boca, ¡sí señor!" cantaron a coro, riendo con ese tono juguetón que solo ellos podían tener.

Harry sintió cómo el calor subía a su rostro, sus mejillas ardiendo de vergüenza. Miró a Ginny, quien ya estaba tan roja como su cabello, y sus pecas parecían haberse desvanecido bajo el rubor. Harry trató de hablar, de decir algo, pero las palabras se quedaron atrapadas en su garganta.

"¡George, Fred! ¡Basta ya!" exclamó, intentando detenerlos, pero los gemelos no mostraron signos de detenerse.

Luna, que había estado observando en silencio, aplaudió con entusiasmo al ritmo de la música. "¡Qué bonito!" exclamó, con su típico entusiasmo despreocupado.

Harry solo pudo esconder la cara en sus manos, sintiendo que el mundo entero estaba en su contra. Lo último que quería era que Draco, estuviera presenciando todo aquello. Pero no pudo evitar que su mirada se cruzara con la de Draco, quien, sin perder la compostura, alzó una ceja.

"¿Qué está pasando aquí?" preguntó Draco, claramente intrigado pero manteniendo una calma que hacía que Harry se sintiera aún más incómodo.

Aquella pregunta era la que más temía. Harry, que había estado evitando hablar sobre el beso con Ginny, no estaba preparado para que Draco lo escuchara. No quería decirle nada, no quería explicarlo, no entendía por qué pero estaba seguro que la mejor decisión había sido no decirle nada. Pero justo en ese momento, como si el universo quisiera ponerle aún más presión, Ron, con una sonrisa maliciosa en los labios, decidió intervenir.

"Ginny y Harry se dieron un beso en Año Nuevo," dijo Ron, su tono burlón pero sin malicia, como si lo estuviera revelando como una gran primicia.

Harry deseó que el suelo se lo tragara. Se sintió atrapado entre la risa de los gemelos, el aplauso alegre de Luna, y la mirada inquisitiva de Draco. ¿Cómo podía haberse metido en esa situación?

Draco giró lentamente hacia Harry, su rostro ahora serio, y preguntó con una ligera incredulidad: "¿En serio?"

Harry se quedó en silencio por un momento, sin saber qué decir. Solo podía reírse nerviosamente, el sonido forzado saliendo de su garganta. "No es nada, Draco. Solo un pequeño incidente, no fue para tanto," dijo, buscando desviar la atención de la situación.

No entendía porque su corazón latía con rapidez, y no por algo bueno, sino como si estuviera apunto de explotar. No podía dejar de ver a Draco, quien se veía triste, ¿por qué? Nada de lo que estaba pasando parecía tener sentido.

Agradeció en lo más profundo de su ser cuando el tren comenzó a reducir la velocidad, indicando que finalmente estaban llegando a su destino. No había nada más que quisiera que dejar atrás esa conversación incómoda, esa atención no deseada.

"Gracias a Merlin," murmuró Harry mientras se levantaba rápidamente, buscando una excusa para salir de ahí. "Tenemos que darnos prisa si no queremos perdernos un carruaje," dijo, intentando recuperar la compostura.

Ron, aún riendo, asintió y se levantó también. "Vas a tener que explicarlo más tarde, Harry," dijo en tono de burla, pero con una sonrisa que no dejaba de ser amigable.

Harry solo asintió, aunque sabía que, en el fondo, no quería tener esa conversación, de toda la gente con Draco. Mientras el tren se detenía finalmente, Harry se apresuró a salir, aliviado de dejar atrás el compartimento lleno de risas y miradas curiosas. Sin embargo, algo en el fondo de su mente le decía que, tarde o temprano, tendría que enfrentar la situación.

Por otro lado, Draco Malfoy bajaba del tren, sintiéndose triste y para nada satisfecho por esa conversación.

 

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