
Yule - Muérdago en Arboledas Sagradas
🙟✦Especial de Yule✦🙝
Muérdago en arboledas sagradas
Narcisa alzó a su bebé con una sonrisa; todavía no podía creerse que lo tuviera en sus brazos. Le dio un besito en la frente y sonrió cuando el bebé rió:—Que lindo eres mi príncipe hermoso~
Draco rió otra vez, tomando uno de los mechones de pelo de su mamá y apretándolo en su manita. Narcisa rió a su vez, acomodándole su ropita azul medianoche iridiscente que tenía bordadas varias constelaciones (el dragón, el perro, orión, el león y otras más).
—Oh Cissy~—llamó una voz desde la puerta, un canturreo que hizo que Narcisa negara con la cabeza, divertida.
—Pasa, Bella—respondió Narcisa, cargando a Draco hasta el espejo y admirando como se veían juntos. Su túnica iba en degradé de azul cerúleo a negro, con bordados que recordaban a las luces del norte, mientras que el vestido interior era blanco iridiscente. Sentía que combinaba perfectamente con su Draquito hermoso.
Bellatrix entró, sonriendo, usando un vestido negro (usual en ella) con una túnica que recordaba el cielo nocturno y tenía bordadas en el borde las fases de la luna:—¿Es ese mi sobrinito?
Narcisa le sonrió a su hermana, acercándole a su hijo. Bellatrix estiró las manos para abrazar al pequeño rubio, pero el niño estornudó e hizo una mueca, escondiéndose en el pecho de su madre.
Narcisa se mordió un labio, mientras Bellatrix hacía un puchero y la miraba enojada:—Bella ¿qué estabas haciendo antes de venir?
—Nuestro Señor me dio un pequeño encargo—Bellatrix miraba al niño decepcionada y enojada, mientras el niño escondía la cara.
—Bella, Draco es muy sensible a la magia—Narcisa dijo, acercándose al tocador y acomodando a Draco en uno de sus brazos. De uno de los cajones del tocador encontró una de las bolas de cristal arcoíris con sellos en su interior que Lucius había conseguido para limpiar el aura mágica en cuanto descubrieron que Draco era sensible a la magia.
Bellatrix alzó una ceja, extrañada pero recibió la bola de cristal de manos de su hermana. El interior de la bola se nubló con humo de tonos oscuros y luego volvió a la normalidad.
Narcisa volvió a acercar al niño a su hermana, y el niño ahora extendió sus manitas. Por supuesto, Draco era muy consentido y le encantaba la gente. Bellatrix lo agarró con una sonrisa maliciosa que, si Narcisa no conociera bien a su hermana, pondría la piel de gallina a cualquiera.
—Hola pequeño—saludó la mujer, sonriendo y pellizcándole la nariz y las mejillas, haciéndolo reír:—soy tu tía Bella, la hermana divertida.
—La hermana desastrosa, querrás decir—se burló Narcisa, a lo que Bellatrix soltó una carcajada, dando una vuelta con el niño que emitió un gritito de deleite.
En ese momento entró Lucius (su ropa iba a juego con la de Narcisa, con túnica azul celeste en degradé a azul cerúleo, con bordado de las luces del norte, y un pantalón y camisa blancos perlados), quien vio a Bellatrix tratar de lanzar a Draco al aire. Lucius atrapó a su hijo antes de que ella pudiera seguir jugando con él y Narcisa rió por lo bajo.
—Bellatrix, que gusto verte—dijo Lucius, con una sonrisa, aunque sostenía a Draco con fuerza contra su pecho. El bebé se había abrazado a su padre y hacía ruiditos de cariño. Draco amaba mucho a su padre y Lucius lo amaba a él, lo cual hacía que Narcisa sintiera que todo lo que estaba haciendo valiera la pena.
—Lucius—Bellatrix saludó, estirando las manos para volver a coger a su sobrino:—Draco y yo nos estábamos divirtiendo.
—Pude notarlo—respondió Lucius, todavía sosteniendo al bebé:— sin embargo, Draco es todavía muy sensible y tú eres…
—¿Una loca peligrosa?—Bellatrix preguntó displicente.
—Impredecible… No quiero que el niño se asuste y termine no queriendo a su tía—Lucius dijo conciliador:—cuando esté más grande espero que puedan jugar mucho.
Bellatrix miró a Lucius con desagrado antes de mirar a su hermana y hacer una mueca:—Como prefieran… Rodolfus y Rabastan ya están en el salón esperando.
—Nuestro Señor también—Lucius apuntó, a lo que los ojos de Bellatrix se iluminaron. Narcisa negó con la cabeza al ver que cualquier interés en Draco se esfumaba de la mente de Bellatrix ante la mención del Señor Tenebroso. Su hermana salió de la habitación con rapidez, probablemente para ir a reportarle a su Señor como le había ido, o simplemente para orbitar a su alrededor.
—¿Deberíamos dejar a Draco con los elfos?—preguntó Narcisa, mirando hacia la puerta. El Señor Tenebroso era un hombre muy poderoso, y la rubia temía que Draco fuera a reaccionar mal a la magia del hombre. No podía pedirle a él, como le había pedido a su hermana que limpiara su aura mágica ¿o si?
—Seguro tu hermana ya le dijo que Draco está listo para la fiesta—Lucius hizo una mueca, pasándole a Draco antes de tomar la bola de cristal:—lo mejor será hacer que todos toquen la bola para limpar todas las auras, podemos decir que es para llamar la buena suerte…
—Tu amigo Amos dijo que limpiar el aura mágica seguido contribuía a aumentar el poder mágico—apuntó Narcisa, todavía no muy segura de llevar a su hijo a la fiesta que se estaba celebrando en el Ala este de la mansión.
—Podemos decirles que es para renovar la magia, no sería una mentira—añadió Lucius entonces, poniendo su mano en la base de la espalda de su esposa:—¿O prefieres que les diga que no te sientes bien?
Narcisa respiró profundamente y miró a Draco, que parecía estar muy entretenido jugando con los adornos de estrella que salpicaban el pelo de la mujer. Esperaba que Draco no se sintiera muy angustiado de estar entre tanta gente.
—Vamos—dijo finalmente, dándole un besito suave a su esposo. Lucius correspondió el beso con dulzura y la guió hacia la fiesta.
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Benjamin avanzó por el jardín de los Malfoy sonriéndole a los Carrow y saludándolos con un gesto. Prefería mantenerse cerca de su amada, a quién los médicos le habían dado permiso de salir específicamente para esa noche. Kaenni tenía a Theodore en sus brazos, y le cantaba una canción de cuna en un idioma que Benjamin no entendía del todo, probablemente eslavo o algo así.
Benjamin vio entonces a Bellatrix, entusiasmada y supo que su Señor había llegado:—Kaenni, mi corazón, debo ir a saludar a mi Señor.
Kaenni alzó la mirada, sonriendo traviesa:—ve, kaerr, Theo y yo te esperaremos aquí.
Benjamin le dio un beso en la frente tanto a su amada como a su primogénito, e hizo su camino hacia la pequeña multitud que se agolpaba al lado de la entrada al jardín. En el centro de la multitud estaba un hombre bastante guapo, con el cabello castaño oscuro que caía en ondas suaves hasta sus hombros. Llevaba una túnica negra con un bordado que asemejaba una nebulosa (muy en punto con el tema de “esplendor astral” que Narcisa había escogido), debajo parecía llevar un pantalón y una camisa negra. Sus ojos, rojos como la sangre miraban alrededor con gesto más bien aburrido.
—Mi Señor—saludó Benjamin, haciendo una reverencia profunda. El Patriarca Nott sabía que en esa ocasión, el baile de los Malfoy se había organizado solo para familias de sangre pura, sin embargo, no todos los asistentes eran mortífagos.
—Nott—el Señor Tenebroso saludó a su vez, mirándolo con curiosidad:—he escuchado que tu esposa ha podido venir a la celebración.
—Así es, mi Señor—Benjamin sonrió, señalando el lugar donde su amada estaba, jugando con su bebé:—mi primogénito también, mi Señor. Si gusta, me encantaría presentarlos.
El Señor Tenebroso estaba a punto de responder algo cuando un murmullo recorrió la multitud, y varios rostros se volvieron a la entrada norte del jardín. Benjamin volteó a ver curioso, y vio a sus anfitriones, Lucius y Narcisa, que lucían casi como si hubieran bajado ellos mismos del cielo. Benjamin no pudo evitar sonreír al ver que Narcisa cargaba lo que parecía ser el pequeño ¿Draco?
El niño sin embargo, a diferencia de Theo que miraba todo con curiosidad y balbuceaba mucho, parecía preferir esconderse en el pecho de su mamá.
—Estimados colegas y amigos—saludó Lucius con cordialidad:—Narcisa y yo les agradecemos mucho que hayan decidido acompañarnos en esta fina velada, para celebrar el solsticio de invierno.
—A mis manos ha llegado esta esfera—prosiguió Lucius, caminando hacia el centro del jardín (Benjamin no pudo evitar notar que Narcisa permanecía en la entrada, sosteniendo al bebé y susurrándole cosas):— está hecha para limpiar el aura mágica y así renovar la magia dentro de cada uno; en comunión con el espíritu de la celebración del solsticio, quisiera que todos pasaran a tocarla, para renovar su magia durante esa fecha especial.
La multitud empezó a avanzar, curiosa, e incluso Benjamin pensó en ir, pero no sabía si su conversación con el Señor Tenebroso ya había terminado.
Su Señor parecía también estar intrigado con la esfera, pues avanzó en largas y resueltas zancadas hacia ella. Su expresión no distaba de la cruel displicencia que lo caracterizaba últimamente, sin embargo, la forma en la que se acercó a la esfera y la examinó minuciosamente daba a entender que al menos lo entretenía un poco.
—Hace cosquillas—comentó Bellatrix de pasada, avanzando hacia la esfera:—y luego te sientes liviano.
Era obvio que Bellatrix estaba tratando de demostrarle a Su Señor que el ofrecimiento de su hermana y su cuñado no tenía nada de malo, y que ella ya había sentido los efectos de la esfera. La mujer, solícita, le ofreció su mano derecha, con la palma arriba a Su Señor para que la examinara.
Benjamin pensó, de pasada, que si él fuera Rodolfus, se sentiría celoso de la forma en la que Bellatrix miraba a Su Señor. Era como si ella creyera que él mismo había colgado las estrellas del cielo.
Benjamin vio como finalmente su Señor tocaba la esfera, dentro de la cual se arremolinaron humos de colores, algunos brillantes y otros oscuros, antes de desaparecer con un tenue brillo perlado. El castaño se miró la mano y se acercó a Lucius, probablemente para preguntarle sobre la esfera.
—Benjamin—una voz lo llamó a su espalda, haciendo que el patriarca Nott volteara curioso. Severus, vestido con una sencilla túnica azul noche, lo miraba con su habitual expresión de aburrimiento:—te necesitan en las mesas de allá.
Benjamin no necesitó que se lo dijeran dos veces, y se apresuró a volver con su amada, que miraba la esfera con una expresión meditabunda que le daba escalofríos ¿Estaría planeando alguna travesura?
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—Debo asumir que el pequeño Draco sigue siendo sensible a la magia—comentó Severus, acercándose a Narcisa, que parecía esperar pacientemente a que todos los invitados tocaran la bola de cristal. El pocionista sonrió al ver que su ahijado alzaba la cabeza al oír su voz y estiraba sus manitos en su dirección.
—Tengo mis sospechas de que es solo cierto tipo de magia, pero no he sabido dar con cuál—se lamentó Narcisa, acercando al bebé a su padrino, quien le extendió un dedo para que el niño lo tomara y diera un sonido de alegría.
—Ya lo averiguarás—aseguró Severus, dejando la copa de champagne que llevaba en la mano flotando a su lado, para sacar su varita y jugarle al bebé con chispas de colores. Draco rió emocionado y trató de asirlas con sus manitas:—estuve investigando y a menudo la sensibilidad se calma cuando crecen, así que no creo que le vaya a causar problemas.
—Eso me tranquiliza—la rubia sonrió, mirando a su hijo con ternura. Severus se alegraba de que Narcisa y Lucius hubieran podido finalmente tener un hijo, y se alegraba muchísimo de poder haber ayudado con las pociones para asegurar que la rubia llegara a término sin problemas.
—Narcisa, Severus—saludó el Señor Tenebroso, acercándose a ellos. Su túnica flotaba a su alrededor, dándole un aspecto señorial que a Severus le parecía tan imponente. El ojirojo sonrió, aunque no demostraba felicidad alguna, acercándose a mirar a Draco. El niño lo miró intensamente y ladeó la cabeza. Severus nunca lo había visto mirar a alguien con esa intensidad.
—Mi Señor—Narcisa y Severus dijeron casi en coro, haciendo una profunda reverencia.
—Este debe ser el pequeño Draco—el Señor Tenebroso comentó, estirando la mano hacia el bebé. Draco miró la mano y estiró la suya despacio.
Severus frunció el entrecejo cuando una pequeña chispa saltó entre las manos de ambos, haciendo que Draco balbuceaba asustado y se escondiera de vuelta en el pecho de su mamá. En cambio, el Señor Tenebroso parecía genuinamente curioso y encantado.
—Parece que el pequeño Draco tiene un núcleo mágico fuerte—comentó, con su sonrisa cruel expandiéndose:—va a ser un gran mago, un perfecto mortífago.
Severus notó, porque llevaba muchos años conociendo a Narcisa, que la rubia se había tensado. Sin embargo, Narcisa, dándole un besito en la frente a Draco y meciéndolo con cuidado no demostró que la idea le generaba ningún tipo de aprehensión.
—Estoy segura de que Draco hará grandes cosas—dijo ella, sin alzar su mirada del bebé, tratando de calmarlo. Severus no pudo evitar notar que la rubia no había confirmado ni negado que el niño sería parte de la tercera generación de mortífagos. Y pensándolo bien, Severus no estaba seguro de si quería que su ahijado tuviera nada que ver con todo eso. Aunque, con suerte, pronto tomarían el Ministerio y podrían construir una sociedad de magos para magos lejos de los muggles horribles.
La novedad del niño pareció pasar muy rápido para su Señor, quien se había ido a hablar con otros mortifagos, quienes hicieron profundas reverencias. Siguiéndolo de cerca iba Bellatrix, que sonreía cada vez que el hombre le dirigía la palabra. Severus notó como Narcisa soltaba un suave suspiro y se tranquilizaba.
—¿Me acompañarías, Severus, a recorrer la fiesta y buscar a Lucius?—pidió la rubia, a lo que Severus tomó su copa del aire y le ofreció el brazo.
—Por supuesto—Severus aseguró, sonriendo cuando Draco se agarró también de él, balbuceando algo. Severus podía notar que Draco tenía mucha magia para ser tan pequeño, y la verdad le sorprendía que su primer atisbo de magia accidental hubiera sido una pequeña chispa. En especial luego de haber comentado con Lucius que con lo consentido que lo tenían, probablemente lo primero que haría sería una rabieta descomunal.
Severus empezó a escanear la multitud, buscando a Lucius, mientras la gente se acercaba a Narcisa (probablemente alentados por el hecho de que había dejado el umbral de la entrada) para conocer al pequeño Draco y felicitarla. El pocionista no se sorprendía de que su amiga le hubiera pedido ayuda para buscar a Lucius; con la cantidad de gente que se acercaba (En especial a Draco que les sonreía y movía las manos encantado con la atención), era imposible que la pequeña mujer pudiera buscar a su marido tranquilamente.
Finalmente, Severus divisó al patriarca Malfoy, cerca de una mesa rodeada de luces de hadas, hablando tranquilamente con Benjamin y una mujer de cabello negro como la noche que tenía cargado a un bebé.
—Encontré a Lucius, Cissy—le susurró Severus a Narcisa, cuyo rostro se iluminó de inmediato. Narcisa se excusó cortésmente de las personas que elogiaban la fiesta y a Draco, y dejó que Severus la guiara hacia donde estaba su esposo.
—¡Narcisa!—saludó Benjamin al verla:—¡luces radiante! Oh, y ese debe ser el pequeño Draco, mira nada más que encanto. Seguro lo sacó de ti.
Narcisa rió ante el cumplido:—me alegra mucho que hayas podido venir, Benjamin. ¿Significa eso que tu dulce Kaenni se encuentra mejor?
Benjamin sonrió poniendo su mano sobre el hombro de la mujer sentada a la mesa, cuyos ojos se habían detenido en Draco y lo miraban con deleite:—Narcisa, te presento a mi dulce Kaenni.
Severus alzó las cejas sorprendido. ¿Esa era Kaenni? ¿La Kaenni que llevaba confinada en cama desde que Benjamin la había mencionado por primera vez? Se veía… Radiante, esplendorosa, sana… Y algo traviesa. Severus conocía esa mirada y esa sonrisa; era la expresión de alguien a quien le gustaba gastarle bromas a los demás.
—Es un placer conocerte—Narcisa se acercó a su marido para entregarle a Draco (Lucius abrazó al niño con firmeza, susurrándole nimiedades que hacían al niño reír), antes de tomar la mano de Kaenni entre las suyas:—Benjamin nos ha hablado mucho sobre ti.
—¿Ah si?—Kaenni lo miró divertida, haciendo que Benjamin se sonrojara, avergonzado:—¿Qué les ha dicho?
—Que eres una de las mentes más brillantes que ha conocido y que te ama con locura—ofreció Severus, sonriendo al notar que el sonrojo de Benjamin se acentuara. Kaenni pareció complacida con eso, antes de bajar la mirada al niño en su regazo.
—¿Oíste eso, sabandija?—dijo la mujer con ternura:—tu papi cree que mami es muy lista~
Severus miró a Narcisa y luego a Benjamin, quién se encogió de hombros, mirando a la madre de su hijo con una expresión de amor profundo que hacía que el pelinegro sintiera celos. La única persona a la que había querido mirar así se había ido con alguien más hacía mucho tiempo.
—Draco parece tener un núcleo mágico muy fuerte—comentó Kaenni, casi ronroneando:—Espero que él y Theo se lleven bien, así podrán hacer cosas muy interesantes cuando sean grandes.
Severus se estremeció al escuchar eso; no llevaba mucho tiempo hablando con la mujer, pero era más que evidente que había algo más en ella. Severus escondió la expresión en su copa de champagne mientras respiraba profundo para ver si podía sentir la magia de la mujer.
Su don de ver auras mágicas era algo que había sido heredado por los Prince por generaciones, aunque él tardó mucho en descubrirlo dado que su madre no le enseñó (podría culpar al borracho del donante) como usarlo. Era algo torpe al hacerlo, y a veces las personas notaban que estaba haciendo algo.
Como ahora Draco que había volteado a verlo de repente y había extendido una manita curiosa hacia él.
O Theodore que también había alzado la cabeza y lo miraba intensamente con esos ojos negros como pozos.
Severus sintió un escalofrío al ver las auras de las personas a su alrededor; la de Benjamin era de un suave tono caoba, cálida y tranquila. La de Lucius era azul cielo, fría y distante. La de Narcisa era de un verde vibrante, viva e inquieta.
Las de Draco, Theo y Kaenni eran como nebulosas; una combinación de colores que giraban sobre sí mismos (azul, morado y negro para Draco. Rojo, naranja y café para Theo. y un arcoíris para Kaenni) y le daban a Severus ganas de poner distancia. Nunca había visto antes auras mágicas así, mucho menos bebés con auras tan grandes.
La de Kaenni era casi imperceptible, pero seguro era por lo que estaba delicada de salud. Debía ser. Porque las otras personas que Severus conocía con aura casi imperceptible eran su Señor y el Profesor Dumbledore, pero ellos tenía suficiente poder para ocultarla. Severus dudaba que Kaenni tuviera un núcleo mágico tan poderoso.
El pelinegro bajó su copa, notando que la mujer sonreía como si algo la divirtiera muchísimo, aunque seguía mirando a su bebé.
—Benjamin, querido—La mujer volteó de repente a ver al patriarca Nott, que discutía con Lucius algo sobre ir buscando tutores para Draco y Theo. El castaño volteó a mirarla con aprehensión y ella hizo un puchero:—T-temo que esto ha sido más de lo que esperaba; voy a retirarme ahora.
—Kaenni, mi cielo—Benjamin de inmediato estuvo al lado de ella, moviendo su varita para convocar un pesado y esponjoso abrigo y ponérselo sobre los hombros:—permíteme te llevo de regreso a…
—Tonterías—Ella le tomó la cara en sus manos y le sonrió:—No quiero que Theo y tú se pierdan el resto de la velada ¿Quién me va a contar entonces qué ocurre?
—P-pero…
—Llamaré a tu elfo para que me lleve de regreso al hospital.
—Si te sientes mal…
—No te preocupes, es solo previsoriamente; prefiero retirarme con mi dignidad intacta mientras apenas siento incomodidad a causar un revuelo si tengo una recaída más tarde—La mujer hablaba con un tono tranquilo, pero cansado, y Severus podía notar que estaba más decaída que hace un momento.
—Kaenni—Intervino Narcisa, diplomática como siempre:—Permite que al menos te escolte a la sala de Apariciones, y nos aseguremos de que los elfos estén pendientes.
—Acompáñame tú, Narcisa—Kaenni tomó la mano de la rubia con una sonrisa:—así puedes asegurarte de que tus invitados están seguros antes de marcharse y Benjamin y mi sabandija no se perderán nada de la fiesta.
Narcisa miró a Benjamin, que había hecho una mueca, antes de mirar a Kaenni de nuevo. La expresión de Narcisa flaqueó un segundo, antes de que una sonrisa algo tirante apareciera en su rostro (la verdad es que su sonrisa era siempre perfecta, pero Severus la conocía lo suficiente como para notar esas minucias).
—Ben—Narcisa le sonrió al castaño:—¿Qué tal si me aseguro de dejar a Kaenni de vuelta en el hospital? Lo siguiente en la velada es uno de sus juegos de Yule que mi familia no observa; nunca he sido buena y es la oportunidad perfecta para salvar cara.
—No eres mala en ello, Cissy—comentó Lucius, y Narcisa lo miró alzando una ceja.
—Ya, pero todos ustedes son muy buenos; prefiero no competir si no tengo oportunidades—dijo ella, fingiendo displicencia, antes de tomar el brazo de Kaenni:—volveré antes del paseo en carroza ¿De acuerdo, Lucius?
Lucius y Narcisa se miraron un momento y Lucius asintió, antes de mirar a Benjamin, que había tomado a Theo en sus brazos y miraba a las dos mujeres con aprehensión.
—Iré a verte tan pronto termine la celebración—Prometió el patriarca Nott, a lo que Kaenni le dio un beso suave en la mejilla. La mujer se despidió cordialmente de todos, les dio un toquecito en la nariz a cada bebé y se marchó del brazo de Narcisa.
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Benjamin había estado muy nervioso desde que Kaenni y Narcisa se habían ido, aún si Theo y Draco habían hecho un gran esfuerzo en entretenerlo; los dos niños parecían llevarse de perlas, y ahora estaban haciendo figuritas en la nieve mágica que el Señor Tenebroso había convocado para ellos.
Draco y Theo reían y jugaban, bajo la displicente mirada del Señor Tenebroso, que había preferido sentarse a un lado y jugar perezosamente con los niños que participar en las actividades de la fiesta. Muy cerca de él, Severus mantenía un ojo avizor sobre los niños.
—Mi Señor—Benjamin se acercó al Señor Tenebroso, que levantó la mirada con gesto aburrido:—el paseo en carrozas por el jardín va a comenzar.
—Asumo que esa actividad, a diferencia de su… juego, no es opcional—Benjamin se estremeció ante el comentario.
—Mi Señor, usted puede decidir si quiere participar o no—respondió Benjamin, haciendo una leve reverencia:—Nos honraría mucho que nos acompañase.
El Señor Tenebroso lo miró y luego miró a los dos niños:—Lucius debe venir pronto por Draco ¿verdad?
—Narcisa dijo que ella se encargaría de Draco durante el paseo, ya que Lucius lo va a dirigir—comentó Severus, avanzando un paso hacia ellos:—pero aún no ha vuelto.
Benjamin no pudo evitar un escalofrío cuando una sonrisa curvó los labios del Señor Tenebroso, que se levantó y miró a Draco.
—Yo puedo llevarlo—dijo haciendo un movimiento con su varita para que Draco flotara suavemente hasta la altura de su mano:—¿Qué te parece, pequeño Draco? ¿aceptarás el honor de ser escoltado por el Señor Tenebroso en persona?
Draco había reído al ser elevado del suelo, pero una vez frente a frente con el Señor Tenebroso, el pequeño rubio no parecía tan contento.
—Mi Señor—Severus avanzó un par de pasos hacia ellos, inquieto:—yo puedo hacerme cargo del bebé; soy su padrino. Además no me atrevería a-
—¿A insinuar que no puedo cuidar de un bebé, Severus?—interrumpió el de ojos rojos con un siseo molesto. Severus se quedó quieto, como si lo hubieran petrificado, su mano levemente extendida hacia donde Draco flotaba, mirando con recelo al mago tenebroso más grande del Reino Unido.
—No me atrevería—asintió Severus, recuperando la compostura:—N-narcisa tiene el último carruaje preparado con las cosas del bebé…
—Perfecto— el Señor Tenebroso hizo ondear su capa al girar sobre sus talones y empezar a andar hacia donde estaban los carruajes:—mi futuro mortífago y yo estaremos ahí entonces, puedes decirle eso a Narcisa cuando regrese.
Benjamin miró a Severus, que se había puesto muy pálido y se mordió el labio, al tiempo que se agachaba para recoger a Theodore del suelo. Su hijo miraba fijamente a su compañero de juegos que se alejaba, y arrugó su carita listo para llorar. Benjamin se apresuró a sacar un peluche de serpiente de uno de los bolsillos de su túnica y dárselo a su hijo, para distraerlo.
—Narcisa va a matarme—musitó Severus, nervioso y Benjamin no pudo evitar fruncir el entrecejo.
—Nuestro Señor no le hará nada al niño, Severus.
Severus lo miró intensamente y suspiró, antes de irse hacia la multitud que escuchaba a Lucius presentar las carrozas.
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A Voldemort no le podían traer más sin cuidado los niños, incluso los hijos de sus seguidores ¿Para qué servirían aparte de poder usarlos para controlarlos?
Excepto que, el pequeño rubio que ahora mordía un peluche de dragón blanco más grande que él, tenía mucha magia dentro, aún siendo así de pequeñito.
¿Cuál era su edad? ¿Unos meses? Él no estaba seguro; no le había interesado mucho cuando Lucius lo anunció meses atrás, y aún ahora no le interesaba. Lo que importaba era que el niño tenía un núcleo mágico interesante, y hacía mucho Voldemort no encontraba algo interesante.
Ahora ¿Cuál sería la mejor forma de investigar el núcleo mágico del niño? Podría matarlo, claro, pero sería un desperdicio, dado que había nacido entre sus fieles seguidores y podría convertirse en una buena arma a futuro. La tortura siempre hacía que los poderes mágicos salieran a flote más pronto, pero el bebé se veía muy… endeble para poder soportarla correctamente.
—¿Qué haré contigo?—se preguntó en voz alta el Señor Tenebroso, sorprendido cuando el niño volteó a mirarlo intensamente. Parecía curioso por sus palabras:—¿Tienes alguna idea, Draco?
—¡Aco!—dijo el niño, tocándose el pecho orgulloso antes de estirar su manita hacia él:—¿Dú?
Voldemort alzó una ceja:—Voldemort.
El niño hizo un mohín y balbuceó algo sin sentido, antes de hacer un puchero. El niño siguió tratando de balbucear y el Señor Tenebroso hizo una mueca cuando finalmente comprendió lo que trataba de hacer:—¿babebo?
Chasqueó la lengua y el niño se sobresaltó por el ruido, arrugando su carita. Sin embargo no empezó a llorar. Que extraño, normalmente era muy bueno haciendo llorar a los mocositos… Claro que la última vez que lo había hecho a conciencia todavía estaba estudiando en Hogwarts.
Voldemort acercó su mano al niño otra vez, recordando la chispa que había aparecido cuando había tratado de tocarlo antes. Pero su mano se detuvo.
Presionó los dedos contra el aire, pero no podía acercarse más al niño aunque quisiera ¿Había una barrera alrededor del niño? ¿Cómo se atrevían a ponerle una barrera que lo dejara a él fuera? Era hijo de uno de sus seguidores; según el vínculo vasallaje con que los había atado a su alma, ellos y sus vástagos le pertenecían.
Su cólera empezó a generar chispas dentro del carruaje y la expresión del niño se agrió más.
Entonces lo notó.
La barrera se hizo un poquito más grande.
¿No sería…?
Voldemort miró al niño con fijeza, que había abrazado el dragón de peluche y lo tenía entre ambos. Casi como si se ocultara tras él. El ojirojo chasqueó la lengua otra vez y la barrera se hizo un poquito más grande al tiempo que el niño saltaba sorprendido.
La risa que surgió de su pecho era fría y cruel, pero era una risa al fin y al cabo, y el niño era muy pequeño y aún era muy tonto para entender la diferencia entre una risa así y una normal; al cabo de un momento el niño empezó a reír también y la barrera se disipó.
Que niño tan peculiar.
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Narcisa trató de no correr hacia los carruajes; no era digno de una bruja de su categoría el correr en pánico.
Porque pánico era lo que sentía desde que Severus le dijo que El Señor Tenebroso había decidido llevarse a Draco en el carruaje con él, en especial luego de su conversación con Kaenni.
No que pudiera simplemente meterse al carruaje y quitarle a su hijo sin arriesgarse a que el Señor Tenebroso se pusiera… Violento. Narcisa no podía ver muchos rastros del hombre tranquilo, carismático y calculador del que su tía, su padre y su suegro hablaban con tanto cariño y admiración.
El hombre que ahora estaba con su hijo era un trastornado, impredecible, dado a actos de violencia por el placer de hacerlo.
Narcisa ahogó un sollozo mientras avanzaba a buen paso hacia el último carruaje de la fila, sintiendo la mano de Severus apretarle el hombro con suavidad. Agradecía mucho que Severus hubiera estado pendiente y hubiera avisado tanto a Narcisa como a Lucius, y se hubiera asegurado de que el dragón de peluche de Draco estuviera con el bebé.
Que Lucius hubiera insistido en conseguirle a Draco un traslador de emergencia con forma de dragón, era algo que Narcisa agradecía con toda su alma.
Finalmente alcanzaron el último carruaje de la caravana (que iba a un paso lento por insistencia de Narcisa, para que todos pudieran apreciar el show de luces que habían montado en el jardín) y Narcisa se sintió más tranquila cuando escuchó la risa de Draco.
—Mi Señor—Narcisa saludó, al tiempo que le daba un par de golpecitos con la varita al lado del carruaje para que le permitiera entrar. El de ojos rojos la miró, con expresión aburrida, mientras bajaba la varita con la que había estado haciendo formas de humo que Draco miraba con intensidad.
—Narcisa, Severus—saludó el hombre, indicándoles con un gesto que entraran. Narcisa se sentó al lado de su hijo, quien de inmediato extendió su manita hacia ella:— el pequeño Draco y yo estábamos divirtiéndonos ¿Verdad Draco?
Draco estaba muy ocupado acomodándose en los brazos de su madre para responder, parecía que el pequeño tenía ganas de una siesta.
—Lamento haberle puesto a cuidar a Draco, mi Señor, es usted tan magnánimo—dijo Narcisa, abrazando a su hijo y acunándolo: — espero que no causara ningún problema.
—En lo absoluto—el Señor Tenebroso sonrió, su mirada fija en el bebé:—ha sido algo… esclarecedor.
—¿Lo es, mi señor?—preguntó Severus, inclinándose un poco, demostrando su curiosidad.
—Es un bebé muy interesante—el Señor Tenebroso no elaboró más durante unos minutos, antes de comentar:— será perfecto para el mundo nuevo que crearé.
Narcisa sintió un escalofrío, y sólo pudo abrazar con fuerza a su bebé y sonreír educadamente. Draco se arrebujó contra ella, balbuceando algo ininteligible. Ni siquiera su manita en la mejilla de la rubia pudo darle algo de tranquilidad, no luego de pensar en su conversación con Kaenni, sobre su bebé y el de ella.
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—¿El Señor Tenebroso estuvo solo con nuestro hijo?—Lucius palideció, sintiéndose desfallecer:—¿Por qué nadie me dijo nada?
—¿Qué ibas a hacer, Lu?—preguntó Narcisa, depositando a Draco en la cuna de madera de caoba pulida con sus sábanas de seda verde manzana. El niño dormitaba tranquilamente, mientras la mujer tomaba una cobija de algodón con estrellitas bordadas para arroparlo con cariño:—¿Decirle al Señor Tenebroso que no le ibas a confiar al bebé arriesgándote a que los torturara a ambos?
Lucius suspiró con pesadumbre, aunque sabía que ella tenía razón. Se acercó a su esposa y la abrazó por la espalda:—¿Hizo algo con el niño?
—Severus estuvo pendiente; sólo le jugó con humo y luces.
—¿Y por qué estás tan preocupada entonces?—Lucius preguntó, apoyando su barbilla en el hombro de ella, y dándole un beso suave en la mejilla.
Narcisa giró la cabeza, dándole un besito, pero su expresión era de angustia:—tú mismo te asustaste… El Señor Tenebroso no esta mentalmente estable y está demasiado interesado en nuestro hijo.
—¿Y qué vamos a hacer entonces?—Lucius tomó una de las manos de la rubia, para besarle el dorso y hacer que su esposa diera la vuelta:—Sabes muy bien que me encantaría huir contigo y Draco lo más lejos posible, para poder tener una vida tranquila y pacífica con ustedes.
Narcisa suspiró, tomando la mano izquierda del rubio y mirando la marca en negro profundo, contrastando de forma horrible con su complexión:—No hay forma de deshacerte de ella ¿no?
—Si ni siquiera el dios que nos bendijo con nuestro pequeño dragón pudo, temo que no haya una forma—Lucius suspiró, entrelazando sus dedos con los de su amada:—Pero sé que encontraremos una forma, Cissy, de mantener a Draco lejos de esto.
—No voy a abandonarte—dijo Narcisa con firmeza, mirando a Lucius con esos ojos azules penetrantes que le daban escalofríos al rubio y solo le daban ganas de besarla. Su amada le tomó el rostro con las manos:—quiero que nuestro bebé crezca rodeado del amor, cariño y orgullo de su padre.
Lucius le sonrió y abrazó a su esposa por la cintura, inclinándose para besarla con dulzura. Un suave suspiro salió de los labios de Narcisa, antes de que ella enredara sus dedos en el cabello del rubio. Lucius la abrazó más fuerte y empezó a caminar con ella hacia la cama.
—¡Lucius!—Narcisa susurró, tratando de no despertar al bebé, mientras Lucius los hacía girar y caer sobre la cama, de forma que ella cayera sobre él.
—¿Si, mi amor?—preguntó el rubio, sosteniéndola contra él, mientras depositaba suaves besos en su rostro.
—Se van a arrugar las túnicas.
—Que los elfos se encarguen mañana.
—Pero, Lucius, yo-
Lucius la interrumpió con un beso suave, antes de sonreirle:—déjame consentirte para que te olvides de lo que te aflige, mi amor.
Narcisa sonrió, dándole un besito casto sobre los labios:—solo si tú me dejas consentirte también.
—Trato.
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—Bella—la voz de su Señor hizo que la morena alzara la mirada de inmediato, sonriendo extasiada ante su apodo siendo dicho por el hombre.
—¿Si, mi señor?—Bellatrix se apresuró a avanzar hacia él, lista para hacer una reverencia. Sin embargo, el hombre le sostuvo del brazo y la dirigió hacia el sofá de su sala.
—Sientate y acompañame—dijo, con esa voz tranquila y aterciopelada que Bellatrix tanto adoraba. Se sentó al lado de su Señor, que parecía estar muy pensativo.
—¿Puedo ofrecerle algo de beber?—Preguntó ella, inclinándose hacia él. El hombre la miró un momento y le dedicó una sonrisa, haciendo que su corazón diera un brinco.
—Me encantaría— dijo él, acomodándose mejor, apoyando el codo en el respaldo del sofá para apoyar su rostro en su mano. Su otra mano se acercó a la morena, que sintió un escalofrío cuando sus dedos le rozaron la mejilla para acomodarle un rizo:—sabía que venir aquí era una buena idea.
—¿Si?—Bellatrix se inclinó un poco más, antes de chasquear los dedos:—Pint, tráenos algo de hidromiel.
Un pequeño elfo hizo una reverencia:—¿Especiada, mi señora?
—Si—dijo la morena con una sonrisa cuando su Señor asintió levemente con la cabeza. Una idea iluminó el rostro de la menor de las hermanas Black, antes de decirle al elfo:—Y trae una de las tartas de arándanos.
Bellatrix estaba extasiada por la sonrisa de aprobación de su Señor; la hacía tan feliz hacer cosas que lo satisfacieran.
Una vez que el elfo se fue a la cocina a preparar tanto la bebida como el postre, el Señor Tenebroso reposó su mano sobre la de Bellatrix:—sabía que podía contar contigo, Bellatrix; siempre lista para servirme.
—Por supuesto, mi señor.
—Y tú no me ocultarías nada ¿verdad, mi dulce Bella?
—Jamás—dijo Bellatrix con intensidad:—mi cuerpo, alma y mente son tuyas, mi Señor.
El Señor Tenebroso suspiró suavemente, como si algo lo apenara, al tiempo que tomaba una de las copas que había aparecido de la nada en la mesita de café:—como me gustaría que eso fuera cierto, Bella.
—Lo es—la morena apretó los puños, algo confundida. El hombre frente a ella tomó un tenedor y tomó un bocado de la tarta para si, y luego tomó otro y se lo ofreció a Bella.
Su sonrisa era casi de tristeza al decir:—mi Bella, sabes tan bien como yo que no es cierto.
—Pero…—la respuesta de Bella fue detenida por el bocado que el hombre introdujo en su boca.
—Aunque me gustaría, no eres mía del todo—dijo él, con suavidad y tristeza:—después de todo es Rodolfus el que te acompañará en la cama esta noche, y quién podrá escuchar lo que te aqueje que tenga que ver con tu familia.
Bellatrix se estremeció, mirándolo con sorpresa, mientras el hombre tomaba otro sorbo de su copa.
—M-mi Señor…—musitó ella, tomando su copa para tomar un sorbo de hidromiel.
—Lo lamento, no debes querer escuchar esto—se apresuró a decir, antes de tomar otro bocado de postre y suspirar con pesadumbre:—es solo que luego de ver a Draco estuve pensando.
—¿En qué, mi señor?
—En que necesitaremos más como él; niños sanos, inteligentes—Bellatrix se mordió el labio cuando el castaño alzó la mirada, fijando sus ojos rojos en ella:—hijos de personas como nosotros, que les enseñen y les muestren el brillante mundo que haremos, para ellos, para nosotros los magos.
—Tienes razón, como siempre, mi Señor—convino ella, suspirando cuando él sonrió, mirándola con intensidad. Belatrix puso su mano sobre la de él:—quiero ayudarte a crear ese mundo, para nosotros y… nuestros futuros hijos.
Bellatrix se sorprendió por la suave risa que surgió de los labios de su Señor, pero se sorprendió más al sentir esos labios sobre los suyos.
🙟✦A suivre~✦🙝