Raíces Ocultas.

Harry Potter - J. K. Rowling Yellowstone (TV 2018)
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Raíces  Ocultas.
Summary
Después de la segunda guerra mágica, Harriet Potter, la heroína del mundo mágico, descubre un secreto que pone en duda todo lo que creía saber sobre su identidad: no es hija biológica de james y Lily Potter. Con esta revelación, Harriet inicia una búsqueda que la lleva desde el mundo mágico hasta las vastas tierras de Montana, al rancho Yellowstone.Con las cicatrices emocionales de una infancia difícil y la carga de un destino que nunca eligió, Harriet deberá decidir si enfrentarse a su pasado le brindara las respuestas que necesita o nuevos dolores que preferiría evitar.Entre secretos familiares, tensiones emocionales y el choque de dos mundos diferentes, Harriet deberá de encontrar su lugar en una historia que empezó mucho antes de su nacimiento ¿Podrá sanar las heridas del pasado y forjar una conexión con una familia que nunca supo que existía?“Entre la sangre y la tierra, entre la magia y la brutalidad, Harry Dutton descubrirá que la verdadera lucha no es contra los enemigos, sino contra los fantasmas del pasado”
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¿Quién podría dejarme, cariño? Pero, ¿quién podría quedarse?

La habitación del motel estaba sumida en una calma tensa, interrumpida solo por el murmullo del viento que golpeaba las ventanas y el crujido ocasional de las tablas del suelo. La luz tenue de una lámpara de mesa que parpadeaba, proyectando sombras danzantes sobre las paredes desgastadas, mientras Harriet se inclinaba sobre la mesa abarrotada de documentos. Sus manos descansaban sobre un mapa de Montana lleno de marcas y anotaciones, pero su mente estaba lejos de encontrar claridad. Cada esquina de una ansiedad silenciosa, reflejando el torbellino de pensamientos que la atormentaban. Su respiración era lenta y medida, mientras intentaba calmar el creciente nudo en su estómago, sentía el peso de su búsqueda, de las preguntas sin respuestas que la envolvían como una niebla densa. La lámpara parpadeo ligeramente, y el crujido de las tablas del suelo era el único sonido que acompañaba el golpe seco de la puerta.

 

Harriet se tensó al instante. No esperaba a nadie, y la insistencia del llamado despertó un instinto de alerta que había desarrollado durante toda su vida. Se puso de pie con cuidado, deslizo la varita dentro de la manga de su chaqueta y avanza hacia la puerta. Sus botas resonaron suavemente contra el suelo de madera, y respiro hondo antes de preguntar.

-¿Quién es?

Un silencio breve siguió a su pregunta, interrumpida por una voz grave y calmada:

-Solo alguien con un consejo para darte.

Harry frunció el ceño, había algo en el tono del hombre que le resultaba inquietante, una calma controlada que escondía más de lo que decía. Abra la puerta lo suficiente para observar al visitante. Frente a ella estaba un hombre mayor, con el rostro curtido por el tiempo y el trabajo al aire libre. Su cabello gris, recogido en una cola baja, y su postura relajada contrataba con la intensidad de sus ojos, que la miraban como si pudiera ver más de lo que ella quería revelar.

Vestía una camisa de mezclilla y botas gastadas que hablaban de una vida dedicada al trabajo físico. Harriet noto el cinturón de cuero y la forma en que mantenía las manos cruzadas frente a él, una postura tranquila pero lista para actuar si fuera necesario,

-Es mejor que dejes de hacer pregunta y vuelvas por donde viniste-dijo el, su voz baja pero firme.

¿Por qué?- respondió Harry, manteniendo la mirada fija en la del hombre-. No estoy haciendo nada malo.

El hombre ladeo la cabeza, como si evaluara sus palabras.

No se trata de lo que está bien o mal. Hay cosas que es mejor sin removedor. Cosas que podrían ponerte en peligro.

-¿John Dutton te envió?- pregunto Harriet, intentando sonsacarle información.

El hombre suena levemente, pero no confirma nada. En su lugar, se lleva una mano al sombrero y ajusta el ala antes de responder:

-Solo digo que este lugar no es para curiosos.

Antes de que Harriet pudiera insistir, el hombre dio un paso atrás y comenzó a alejarse. Su andar era lento, deliberado, como si no tuviera prisa pero supiera exactamente como detenerse. Harriet cerró la puerta y apoyó la frente contra la madera, tratando de calmar la tormenta de pensamientos que había desatado el encuentro.

 

Esa noche, Harriet llamo a Daniel, el abogado escuchó con atención mientras ella relataba el encuentro.

-Esto confirma que alguien está al tanto de tu investigación- dijo Daniel, su voz cargada de preocupación-. Pero con la prueba de sangre ya tenemos una base sólida. Lo que falta es entender el contexto legal de tu adopción y el emocional de la familia.

- Entonces, ¿Qué hacemos ahora?-pregunto Harriet, sintiendo como la frustración comenzaba a hervir dentro de ella.

-Seguimos recolectando información. Necesitamos comprender el papel de Jaime Dutton en todo esto. Si logramos conectar los documentos de adopción con su acción, podremos enfrentarlos con pruebas irrefutables.

Harriet asintió, aunque la impaciencia la carcomía.

 

 

Al día siguiente, Harriet se refugió en la biblioteca de Bozeman. Paso horas revisadas periódicos antiguos y registros públicos. Finalmente un artículo capto su atención: “Tragedia en el rancho Yellowstone: el hijo mayor de John Dutton muere en un enfrentamiento”. Harriet leyó cada palabra con cuidado, y mientras lo hacía, una mezcla de emociones comenzó a aflorar. La descripción de Lee como un hombre leal, alguien dispuesto a proteger lo que era suyo hasta el final, resonó profundamente con ella. Había algo en esa narrativa que le hablaba de sacrificio, de una conexión con la tierra y la familia que nunca había experimentado. Por un momento imagino como podría haber sido conocerlo. La idea de que este hombre pudiera haber sido parte de su vida la llena de una tristeza inesperada, pero también de una determinación renovada: necesitaba saber la verdad, sin importar las consecuencias.

 

Esa tarde, Harriet se dirigió a la oficina de Schwartz y Meyer. Desde la cera, observe el edificio moderno y las ventanas amplias que dejaban ver un interior elegante. A través de ellas pudo ver a Beth Dutton. La mujer estaba absorta en su trabajo, pero su presencia llenaba la habitación, Harriet sintió una mezcla de miedo y admiración al verla.

Beth llevaba un traje negro impecable, y su cabello rubio caía en ondas suaves sobre sus hombros. Había algo magnético en su presencia, una mezcla de autoridad y elegancia que parecía llenar toda la habitación. Harriet sintió un nudo en el estómago al observarla; Era como si estuviera viendo una versión de si misma que nunca había tenido la oportunidad de ser, la seguridad con la Beth gesticulaba mientras hablaba por teléfono transmitía una fuerza imponente, y Harriet no pudo evitar preguntarse cuanto de esa misma determinación había heredado. La admiración que sentía se mezclaba con miedo profundo: ¿la aceptaría esta mujer como su hija o la rechazaría sin pensarlo dos veces?

Justo cuando estaba a punto de cruzar la calle, una voz grave sonó detrás de ella.

-Pensé que había sido claro.

Harriet se giró rápidamente para encontrarse nuevamente con el hombre del motel. Esta vez, su postura era más firme, y sus ojos parecían medir cada movimiento de ella.

-Te advertí que te mantuvieras alejada- dijo, su tono cargado de tensión.

Harriet sintió que la rabia empezaba a hervir dentro de ella. Dio un paso hacia él, manteniendo su mirada fija en la suya.

-No tienes derecho a decirme que hacer.

 El hombre no se inmuto, en cambio dio un paso más cerca, bajando la voz hasta un susurro.

-No sabes en lo que te estás metiendo, niña.

La tensión entre los dos era palpable. Harriet sintió que su corazón latía con fuerza, la adrenalina empujándola a mantener la mirada fija en el hombre frente a ella. Por un instante se preguntó si retroceder significaría una derrota, pero también sabía que llamar más la atención podría complicar las cosas. Dio un paso atrás, con los puños apretados y la varita lista para cualquier eventualidad. A pesar de ello, una chispa de determinación de brillo en sus ojos.

Mientras se alejaba no pudo evitar pensar:” Esto no termina aquí. Voy a llegar al fondo de esto, con o sin sus advertencias.” Su paso fue firme al marcharse, una mezcla de frustración y resolución grabada en su semblante.

 

Harriet no regresó directamente al motel. En lugar de eso, decidió caminar por las calles de Bozeman, tratando de calmar la agitación que la consumía. Las luces de las tiendas y restaurantes iluminaban las aceras, y el bullicio de la gente contrastaba con el torbellino de pensamientos en su mente. Cada paso que daba la acercaba más a una decisión inevitable: tendría que enfrentarse a los Dutton, sin importar los riesgos.

Esa noche, Daniel llamó de nuevo. Su voz sonaba más urgente que antes.

—Harriet, encontró algo más. Estaba revisando los registros de la agencia de adopción y encontré una carta firmada por Jamie Dutton. Es una declaración jurada en la que renuncia a los derechos parentales en nombre de Beth.

Harriet presionó el teléfono contra su oreja, tratando de procesar lo que había escuchado.

—Entonces, él estaba directamente involucrado en todo esto… —murmuró.

—Exacto. Esto refuerza nuestra posición. Ahora no solo tenemos la prueba de sangre, sino también evidencia documental que conecta a Jamie con tu adopción.

Harriet sintió una mezcla de alivio y rabia. Saber que Jamie había tomado decisiones tan importantes sobre su vida sin que Beth supiera la verdad la llenaba de una indignación que no podía contener.

 

Al día siguiente, Harriet condujo hasta las afueras del rancho Yellowstone. Estacionó su coche en un camino de tierra, donde tenía una vista clara de la propiedad. El lugar era imponente: colinas ondulantes cubiertas de pasto dorado, caballos galopando en libertad, y la casa principal alzándose como una fortaleza en el corazón del terreno. Había algo en la quietud del lugar que la intimidaba y la atraía al mismo tiempo.

Harriet bajó del coche y avanzó unos pasos, observando cada detalle. Los trabajadores iban y venían, algunos llevando herramientas, otros montando a caballo. Era un ecosistema en movimiento, una comunidad que funcionaba como una extensión de la misma tierra. Pero lo que más llamó su atención fue la figura de un hombre alto, vestido con una camisa de mezclilla y un sombrero de vaquero, que salió del granero. Era Rip Wheeler. Aunque nunca lo había visto en persona, lo reconoció de inmediato por las descripciones de los artículos que había leído. Había algo en su puerta que la hizo detenerse, como si el solo hecho de avanzar pudiera romper un equilibrio invisible.

Antes de que pudiera decidir qué hacer, una camioneta negra se detuvo detrás de ella. Harriet giró rápidamente, su cuerpo tenso. La puerta del conductor se abrió, y el hombre que había estado siguiéndola bajó con una expresión seria.

—Te advertí que no vinieras —dijo, su voz cargada de frustración.

Antes de que Harriet pudiera responder, la puerta del copiloto se abrió y otro hombre bajó. Harriet reconoció de inmediato al patriarca de los Dutton. John Dutton caminó hacia ella con paso firme, su rostro sereno pero imponente.

— ¿Así que tú eres la que ha estado haciendo tantas preguntas? —dijo John, su voz profunda resonando en el aire.

Harriet sintió un nudo en la garganta, como si todas las palabras que había practicado se hubieran quedado atrapadas en su pecho. Este era el momento que había estado esperando, pero también temiendo. Cada paso que la había llevado hasta aquí parecía resonar en su mente: las noches sin dormir, las pistas que había seguido, las advertencias que había ignorado. La presencia imponente de John Dutton frente a ella intensificaba su inseguridad, pero también encendía algo en su interior, una chispa de valentía que se negaba a ser apagada. Tragó saliva, tratando de calmar el temblor en su voz antes de responder.

—Sí, soy yo. Harriet Potter. Creo que... creo que soy parte de esta familia.

El silencio que siguió a sus palabras fue ensordecedor. John la miró fijamente, sus ojos buscando algo en los de ella. Finalmente, asintió con la cabeza y dijo:

—Entra. Es hora de que hablemos.

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