La eternidad de los dragones

House of the Dragon (TV) Harry Potter - J. K. Rowling
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La eternidad de los dragones
Summary
Crossover de House of the dragon con el mundo mágico de Harry Potter (Porque la autora anda creativa jaja)Rhaenyra Targaryen, la heredera al trono del mundo mágico, cursa su sexto año en Hogwarts, donde nunca se ha sentido aceptada, especialmente tras ser seleccionada para Ravenclaw en lugar de la tradicional Slytherin de su familia. Su vida se complica cuando su tío Daemon, con quien tiene un pasado complicado, regresa como jefe de Slytherin en medio de crecientes ataques contra Muggles que amenazan con desatar el caos. Rhaenyra deberá enfrentar secretos familiares y su propia oscuridad mientras el destino del reino pende de un hilo.
Note
¡Hola a todos! Les traigo uno de los fanfics más difícil que he escrito de House of the dragon jajaja llevo meses en esto y soltaré algunos capítulos en este mes. Es un Crossover en realidad, con el mundo mágico de Harry Potter. No estarán los personajes de Harry Potter obviamente, porque este fic está inspirado unos 15 a 20 años antes de los sucesos de esas películas y libros. Pero si estarán algunos profesores más jóvenes y todo jaja. Me lo habían pedido unas 15 personas que hiciera algo así, y como me gustan ambas sagas, lo hice jaja.Me ha costado amoldar a los personajes, así que si tienen ideas que les gustaría aportar, no duden en hacerlo.Espero les guste estre prólogo y por favor, comenten jeje en serio, si no veo comentarios me declararé frustrada y me retiraré de la página jajajajaja broma. o tal vez no.Besos y abrazos.
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Chapter 13

Rhaenyra había logrado conciliar el sueño tarde por la noche, esa mañana dormía tranquilamente, cuando abrió los ojos al escuchar pasos pequeños y ligeros acercándose.

Apenas tuvo tiempo de girarse antes de que la puerta de su habitación se abriera de golpe.

- ¡Rhaenyra! Levántate- gritó Baela sonriendo mientras saltaba sobre su cama.

- Baela, ten cuidado con Rhaenyra- gritó la voz de Daemon desde abajo que probablemente conocía la energía de sus hijas.

Rhaenyra se sentó en la cama adormilada, pero las niñas no estaban dispuestas a demorar mucho más.

- Ya pronto es navidad- dijo Rhaena tirando de la mano de Rhaenyra- Te esperaremos abajo- dijo la niña antes de salir corriendo fuera de allí.

Rhaenyra se duchó rápidamente y bajó las escaleras mientras se colocaba un suéter. Al llegar al salón, lo primero que vio fue el árbol de Navidad, imponente y verde, rodeado de cajas abiertas con adornos que brillaban bajo las luces cálidas.

—¿Qué está pasando? —preguntó, confundida.

—Te estábamos esperando para armar el árbol —respondió Laena con naturalidad, sosteniendo una guirnalda dorada entre las manos.

Rhaenyra entonces sintió que los recuerdos llegaban a ella. Recordó armas árboles de navidad con su padre y su madre cuando era pequeña. Ella era demasiado joven para recordar todo, pero recordaba algunas cosas y sobre todo la sonrisa cálida de su madre.

No supo como reaccionar, no sabía que decir.

Antes de que pudiera pensar en algo más , el sonido de la puerta abriéndose la hizo girarse. Daemon caminó hacia la entrada, y al abrirla, dejó pasar a alguien que Rhaenyra no esperaba ver allí.

Harwin.

Rhaenyra se quedó petrificada. Su mente empezó a girar a toda velocidad. ¿Qué hacía él aquí? Apenas unos días atrás, lo había visto besar a Laena. ¿Sabía Daemon lo que estaba pasando? No seguro que no, nadie estaría tan tranquilo si supiera que su esposa lo engañaba.

Instintivamente, buscó a Laena con la mirada. La encontró mirándola con una sonrisa serena, como si nada estuviera fuera de lugar.

El estómago de Rhaenyra se revolvió. No entendía nada. Entendía que Harwin estuviera allí, sabía que él era muy amigo de Daemon, pero ¿Por qué Laena parecía tan tranquila? ¿Y por qué no podía deshacerse de la sensación de que estaba traicionando a Daemon al callar?

Harwin, por su parte, saludó a todos con una sonrisa amigable. Le dio un abrazo rápido a Daemon, que no pareció reaccionar de forma extraña. Luego saludó a las niñas, que se acercaron corriendo a mostrarle las esferas brillantes que habían escogido.

Rhaenyra intentó respirar profundo y mantener la calma. Se unió a Baela y Rhaena, ayudándolas a colgar algunos adornos, pero sus manos temblaban ligeramente.

Mientras colocaba una estrella plateada en una rama alta, no podía evitar pensar en lo surrealista que era todo. Su pecho estaba lleno de emociones encontradas: la calidez de la escena familiar, el desconcierto por la actitud de Laena, y la culpa por guardar silencio.

Pero poco a poco la alegría familiar la contagiaba. Daemon no actuaba como ese profesor duro y exigente que era en Hogwarts. Se asemejaba más a la persona de la que ella se había enamorado.

¿Sabría Daemon que ella nunca había vuelto a armar un árbol desde que él se fue? Luego de que su madre muriera, él era el único que la motivaba a armar un árbol de navidad porque sabía que a ella le gustaba, el único que la ayudaba a decorar y con el único que aquella tradición tenía sentido.

A pesar de sus nervios y de la maraña de pensamientos que le daban vueltas en la cabeza, Rhaenyra no pudo evitar contagiarse de la energía que inundaba la casa. Las risas de las niñas resonaban en cada rincón, Daemon sostenía una guirnalda que Baela insistía en que colgara en la parte más alta del árbol, y Laena dirigía todo como si fuera la directora de una orquesta navideña.

Podían armar ese árbol con magia, al menos Laena, Daemon y Harwin que podían usar magia fuera del colegio, pero lo interesante de esa tradición era armarlo de forma normal.

Sin darse cuenta, Rhaenyra comenzó a reírse también. Las niñas le pidieron ayuda para colgar esferas doradas y plateadas, y pronto estaba completamente inmersa en la tarea de decorar el árbol. Daemon colocó la estrella en la cima con cuidado mientras las niñas aplaudían emocionadas.

Cuando terminaron, se apartaron todos unos pasos para admirar el resultado. El árbol brillaba con luces parpadeantes y adornos en tonos cálidos, reflejando perfectamente la calidez que ahora llenaba el ambiente. Era, sin duda, el árbol más hermoso que Rhaenyra podía recordar.

—Falta algo —dijo Laena, sacando una pequeña cámara de aspecto antiguo pero claramente mágica.

Daemon sonrió al verla. Era una cámara que inmortalizaba los recuerdos con movimiento, capturando no solo la imagen, sino también el sonido y la emoción del momento.

—Vamos, todos juntos —indicó Laena, posicionando la cámara frente al árbol mientras las niñas corrían a buscar su lugar.

Rhaenyra se colocó entre Laena y Daemon, y las niñas se acomodaron frente a ellos, sonriendo emocionadas. Harwin se situó al lado de Daemon, con una mano descansando en el hombro del hombre, como si no fuera nada extraño haber besado a la mujer de él en Hogwarts.

La cámara hizo un suave sonido, y un destello cálido iluminó el rostro de todos mientras el momento se capturaba, quedando inmortalizado en una imagen que mostraba movimiento y risas genuinas.

Cuando la cámara terminó de procesar la foto, Laena la sostuvo con cuidado y la mostró al grupo. Rhaenyra no pudo evitar quedarse mirándola. Allí estaban todos, sus rostros llenos de alegría, las niñas moviéndose y riendo, y ella misma, abrazando a Laena con una sonrisa que, por primera vez en mucho tiempo, sentía auténtica.

En ese instante, Rhaenyra decidió ignorar todo lo demás: las dudas, la confusión, incluso los secretos que parecían flotar en el aire. Nada importaba más que ese momento, que esa alegría familiar que le había llenado el corazón.

Abrazó a Laena con fuerza, sintiendo una oleada de gratitud y felicidad que le resultaba casi abrumadora.

—Es perfecto —dijo en voz baja, más para sí misma que para los demás, mientras el eco de las risas infantiles llenaba la casa.

Por la tarde, todos fueron al callejón Diagon para comprar regalos de navidad.

Por supuesto, la presencia de la familia real en el callejón Diagon causaba conmoción, pero la presencia de Daemon era suficiente para espantar a cualquier persona que quisiera incomodarlos.

Las luces de las tiendas parpadeaban con colores cálidos, y el bullicio de la gente que hacía sus compras llenaba el aire con una vibrante energía festiva.

Rhaenyra se había separado del grupo para entrar en una pequeña tienda de antigüedades mágicas. Mientras revisaba con interés un juego de delicadas campanas encantadas, una voz familiar llamó su atención.

- Rhaenyra, que sorpresa verte aquí- dijo una voz que antes le parecía odiosa, pero ahora ya np.

Era Sirius Black, que al parecer estaba de comprar en el callejón Diagon.

—Sirius, hola —respondió con una sonrisa cortés.

El saludo fue breve, pero antes de que ella pudiera retomar su búsqueda, Sirius dio un paso adelante.

—¿Comprando regalos? Puedo ayudarte si quieres. Tengo buen ojo para estas cosas- dijo Sirius que no había esperado ver a Rhaenyra allí.

Había pensado en ella por días, pero definitivamente uno no esperaba ver a la princesa heredera de los siete reinos, comprando en una tienda de antiguedades del callejón Diagón.

Rhaenyra dudó un momento, pero su tono era lo suficientemente ligero como para no parecer invasivo, así que aceptó con un asentimiento.

Ella sabía por qué él se acercaba a ella, lo había escuchado, Snape se lo había dicho, y en general Sirius era bastante obvio en su coqueteo.

No supo por qué aceptó, más aún cuando estaba con Daemon y su familia comprando en el callejón Diagon, pero Sirius estaba siendo bastante amable y ella no quería ser descortés.

Ambos comenzaron a caminar juntos por las tiendas, y Sirius aprovechó la oportunidad para poder hablar más con ella.

Nunca habían hablado más que para discutir en Hogwarts, y Rhaenyra admitió que Sirius tenía temas de conversación bastante interesantes. Era un chico encantador, eso era innegable, y se encontró sonriendo con él por las calles del callejón diagón.

Él no era tan idiota como el resto de los merodeadores, al menos, Rhaenyra le daba un punto en eso.

Desde la distancia, Daemon observaba todo con el ceño fruncido, sus ojos siguiéndolos mientras cruzaban de una tienda a otra. Laena, que estaba a su lado, notó la rigidez en su postura y tomó su mano suavemente.

—Él está interesado en ella —comentó Laena en voz baja, su mirada fija en Sirius y Rhaenyra.

Daemon apretó la mandíbula y desvió la mirada.

—Me da igual —mintió, aunque la tensión en su voz lo delataba.

Laena lo miró directamente, su expresión una mezcla de compasión y firmeza.

—No te da igual —insistió—. Deberías decirle lo que sientes, Daemon. Si no lo haces, él lo hará primero- dijo Laena que podía ver claramente las intenciones del chico.

Daemon soltó un suspiro, mirando de nuevo hacia donde Rhaenyra y Sirius reían por algo.

—Ella merece estar con alguien que pueda hacerla feliz Laena- dijo Daemon mirándola- ¿Qué puedo ofrecerle yo?- preguntó Daemon y Laena suspiró.

Laena lo observó en silencio por un momento antes de hablar, sus palabras cargadas de una seriedad que hizo que Daemon la mirara a los ojos.

—¿Y podrías soportarlo? ¿Podrías soportar verla con alguien más?- preguntó Laena y Daemon no respondió, pero el dolor en su mirada fue suficiente para que Laena supiera la verdad.

Aparte de Laena y Daemon, quienes observaban la escena con curiosidad, agarradas de las manos de Harwin, eran Baela y Rhaena.

Antes habían estado sonriendo, ahora su mirada se había hecho un poco grave. Algo nada normal en ellas.

Harwin al notar sus miradas, supo que algo ocurría. No solía pasar mucho tiempo con ellas, pero las niñas se llevaban bastante bien con él.

—¿Qué pasa? —preguntó Harwin, bajando la mirada hacia ellas.

Ambas niñas señalaron discretamente hacia Rhaenyra y Sirius, que conversaban y parecían disfrutar de su paseo. Harwin siguió la dirección de sus dedos y soltó un profundo suspiro.

Por supuesto, las niñas sabían más de lo que sus padres creían.

Ni siquiera entendía por qué le sorprendía, si las niñas habían descubierto lo suyo con Laena, antes de que ella incluso se lo contara a Daemon.

Por supuesto, Laena no tenía idea que las niñas sabían o se sentiría mal. Él guardaba el secreto, pero ella lo perseguiría con Vhagar cuando supiera que sus hijas estaban enteradas hace tiempo.

—¿Qué hacemos? —preguntó sabiendo que a ellas no les agradaba lo que veían.

Baela, siempre más directa, contestó sin dudar:

—Queremos que se aleje de ella- dijo Baela mirando a Harwin- Ella debe estar con papá, así como tú estás con mamá, quiero que todos sean felices, y si él está cerca, papá no será feliz y ella tampoco- dijo Baela cruzándose de brazos con un puchero enojado.

Harwin cerró los ojos un momento, debatiéndose entre convencerlas de no hacer nada o seguirles la corriente. Al final, terminó cediendo ante los ojos brillantes de Rhaena y la mirada enojada de Baela.

—Está bien —dijo con una leve sonrisa, aunque resignado—. Pero solo porque estoy seguro de que armarían un escándalo si yo no hago algo- dijo Harwin haciendo sonreír a las niñas.

Ambas niñas sonrieron victoriosas, como si ya hubieran ganado una pequeña batalla.

Harwin no sabía muy bien que hacer pero algo se le ocurrió de pronto.

Caminó hacia Sirius y Rhaenyra y se plantó frente a Sirius interrumpiendo su animado intento de coquetear con la princesa, con una seriedad que no solía mostrar.

Rhaenyra lo miró confundida. ¿Por qué Harwin había aparecido así?

—Black, ¿no? —dijo Harwin con un tono que parecía más una acusación que una pregunta.

Sirius levantó la cabeza, sorprendido por la interrupción, ¿Él era un auror? ¿Por qué un auror estaba allí?

—El mismo. ¿Puedo ayudarte en algo?- preguntó Sirius y Harwin avanzó un paso más hacia él.

- Primero que nada, no te he permitido hablarme con tanta confianza ¿Queda claro eso niño?- preguntó Harwin y Sirius tragó pesado.

- Si señor, lo siento mucho- dijo Sirius que se había dejado llevar un poco por su impulso.

- Mis compañeros y yo hemos estado tras un grupo de Hogwarts que ha desconcertado al colegio y a su alrededores con sus travesuras. Han dificultado también nuestros esfuerzos de detener ataques de mortífagos- dijo Harwin mirando fijamente al chico- Iré directo al grano ¿Qué parte de no complicar las cosas tú y los merodeadores no comprenden?- preguntó Harwin y Rhaenyra iba a intervenir, pero la mirada de Harwin le dijo que eso era un asunto de seguridad del reino.

- ¿Travesuras? No sé de que habla señor- respondió el con una risa nerviosa ¿Ese hombre había interrogado a sus amigos también? ¿O solo él tenía mala suerte?- Seguramente ha sido otro grupo de personas, nosotros no hemos sido- dijo él negando todo lo que pudiera involucrarlo en algún problema,

Harwin lo miró fijamente, su expresión calmada pero lo suficientemente intimidante como para hacer que Sirius se sintiera incómodo.

—Espero que sea así, Black —dijo finalmente, su voz firme—. Sería una pena que tuviera que interrogarte en un lugar menos ameno, o usar alguna poción para la verdad ¿No? ¿O tal vez alguna maldición que te haga hablar?- preguntó Harwin

- Harwin- dijo Rhaenyra tomando su brazo sorprendida. ¿Él sería capaz de usar alguna maldición prohibida en Harwin?

- Es un asunto de seguridad princesa, entenderá la gravedad en que nos encontramos gracias a los mortífagos- dijo Harwin calmándola.

- No causaremos problemas- prometió él aunque no estaba seguro, él y sus amigos a veces no podían controlarse

- Espero que así sea- dijo Harwin plantándose frente a él y él comprendió que Harwin lo estaba alejando de la princesa.

Sirius no entendía por qué, pero simplemente se despidió prometiendo escribirle para seguir conversando y salió de allí rápidamente.

Rhaenyra observaba la escena, desconcertada.

—¿Qué fue eso? —comenzó a preguntar, pero antes de que pudiera terminar, Baela y Rhaena aparecieron de la nada, tomándola de las manos con entusiasmo.

- Rhaenyra, mira encontramos una tienda de golosinas- dijo Baela tomándola de la mano y jalándola con fuerza.

- Pero, Harwin, bueno, yo- dijo Rhaenyra pero Rhaena la tomó de la otra mano y la sacaron de allí.

Harwin le guiñó un ojo a las niñas cuando lo miraron hacia atrás y sonrió.

Daemon y Laena que habían osbervado el intercambio pero no la interacción cómplice entre Harwin y las niñas, llegaron hacia donde él.

- ¿Sucedió algo con Black?- preguntó Daemon a Harwin y él asintió.

- Ha estado causando problemas con los merodeadores, lo descubrimos hace poco- dijo Harwin que aún no reportaba esos problemas a Daemon.

- ¿Crees que alguno de ellos esté aliado con los mortífagos?- preguntó Daemon y Harwin negó.

- No lo creo, solo son mocosos que insisten en complicar todo- dijo Harwin y Daemon asintió.

Laena miró a Harwin y él apartó al mirada.

- ¿Solo fue eso? ¿De la nada quisiste interrogar a un chiquillo travieso?- preguntó Laena que lo conocía bien y Harwin sonrió divertido, para luego ponerse serio o ella lo descubriría.

- Solo eso- dijo Harwin que jamás le diría que sus hijas ya sabían todo y lo habían enviado, al menos no antes de que ella misma se diera cuenta.

- Comprendo- dijo Laena aunque era claro que no le creía nada.

Harwin caminó a su lado y siguieron comprando mientras Rhaenyra, que ya había comprado cn las niñas, caminaba al lado de Daemon aún confundida con todo lo que había pasado.

- No sabía que tú y Black eran amigos- dijo Daemon a Rhaenyra y ella se tensó de repente.

- No lo somos tío- dijo ella rápidamente- Solo lo encontré acá, nada más, no me he estado comportando mal- dijo ella recordando las palabras de él.

- Ya veo- dijo Daemon odiando que ella se asustara con su pregunta.

- Vengan, vamos a ver una tienda de atracciones- dijo Daemon guiando a todos hacia allá.

La tarde pasó normal y demasiado rápido para el gusto de Rhaenyra.

Pero sin duda, había sido una tarde bastante interesante.

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