La eternidad de los dragones

House of the Dragon (TV) Harry Potter - J. K. Rowling
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La eternidad de los dragones
Summary
Crossover de House of the dragon con el mundo mágico de Harry Potter (Porque la autora anda creativa jaja)Rhaenyra Targaryen, la heredera al trono del mundo mágico, cursa su sexto año en Hogwarts, donde nunca se ha sentido aceptada, especialmente tras ser seleccionada para Ravenclaw en lugar de la tradicional Slytherin de su familia. Su vida se complica cuando su tío Daemon, con quien tiene un pasado complicado, regresa como jefe de Slytherin en medio de crecientes ataques contra Muggles que amenazan con desatar el caos. Rhaenyra deberá enfrentar secretos familiares y su propia oscuridad mientras el destino del reino pende de un hilo.
Note
¡Hola a todos! Les traigo uno de los fanfics más difícil que he escrito de House of the dragon jajaja llevo meses en esto y soltaré algunos capítulos en este mes. Es un Crossover en realidad, con el mundo mágico de Harry Potter. No estarán los personajes de Harry Potter obviamente, porque este fic está inspirado unos 15 a 20 años antes de los sucesos de esas películas y libros. Pero si estarán algunos profesores más jóvenes y todo jaja. Me lo habían pedido unas 15 personas que hiciera algo así, y como me gustan ambas sagas, lo hice jaja.Me ha costado amoldar a los personajes, así que si tienen ideas que les gustaría aportar, no duden en hacerlo.Espero les guste estre prólogo y por favor, comenten jeje en serio, si no veo comentarios me declararé frustrada y me retiraré de la página jajajajaja broma. o tal vez no.Besos y abrazos.
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Chapter 12

Las fiestas finalmente llegaron y Hogwarts estaba envuelto en un aire de emoción y despedidas.

En el Gran Salón, los estudiantes se apuraban a reunirse con amigos, empaquetar últimos detalles y subir a los carruajes que los llevarían a la estación.

Rhaenyra, sin embargo, se quedó rezagada, sus pasos la llevaron hacia los jardines donde seguramente encontraría a Snape.

Él estaba de pie simplemente esperando , su expresión de siempre: impasible, distante. Sin dudar, Rhaenyra se acercó y, para su sorpresa, lo abrazó.

—Gracias por soportarme estas semanas —dijo con una risa suave, aunque su tono escondía algo más, una tristeza que solo alguien atento podría captar.

Snape, rígido al principio, la apartó con delicadeza, como si un gesto más brusco pudiera romper algo frágil en ella.

—No dramatices —murmuró, pero sus ojos se desviaron brevemente hacia la entrada, donde Lily Evans había aparecido y los miraba con una mezcla de sorpresa y algo que Rhaenyra creyó identificar como molestia.

Rhaenyra sonrió pícaramente y, acercándose al oído de Snape, susurró:

—Ella nos miró fijamente mientras te abrazaba. ¿Celos, tal vez?- preguntó Rhaenyra que sabía lo que él aún sentía por Lily.

El rostro de Snape se endureció, pero no pudo evitar el leve rubor que subió a sus mejillas. Sin decir palabra, giró sobre sus talones y salió del lugar.

Rhaenyra rió entre dientes, aunque su sonrisa se desvaneció minutos después cuando volvió a su habitación . Allí esperaba esconderse del mundo, solo para encontrar que sus maletas ya no estaban.

—¿Qué demonios...? —susurró, pero antes de que pudiera procesar, la puerta se abrió de golpe y Daemon entró con pasos firmes, su expresión dura como el acero.

—Vamos, Rhaenyra. Ya es hora- dijo él simplemente.

—¿Hora de qué? —preguntó, cruzándose de brazos con desafío—. No pienso ir a ningún lado- dijo ella que no iría con él. Se negaba a ir con él. No quería su lástima.

Daemon no le respondió. En cambio, avanzó hacia ella, tomándola del brazo con firmeza.

—¡Déjame! —protestó mientras él la arrastraba fuera de la habitación y hacia las cuevas de los dragones.

—Deja de comportarte como una cría, Rhaenyra —gruñó Daemon, sin detenerse.

—No quiero ir. No quiero molestar a Laena, ni que ella piense que estoy invadiendo su espacio. ¡Y no necesito tu lástima!- gritó ella desesperada porque se sentía nerviosa, asustada, con vergüenza y triste, pero a la vez, extrañamente emocionada de que él quisiera pasar tiempo con ella. Aunque el pensamiento de que era por lástima volvía a entristecerla.

Daemon soltó una risa sarcástica al pensar en Laena.

—Créeme, Laena estará feliz de recibirte- no ha dejado de molestarme con eso, pensó él, pero no dijo eso- Y no siento lástima por ti- repitió él.

Rhaenyra dejó de resistirse al escuchar eso último, aunque no supo cómo interpretarlo. Su mente, sin embargo, volvió al presente cuando él la condujo hasta Caraxes.

—Sube —ordenó Daemon, señalando al imponente dragón que ella no veía de cerca desde que era una niña.

—Iré en Syrax —replicó Rhaenyra, alzando el mentón.

Daemon soltó un suspiro, su paciencia al límite.

—No pienso perseguirte si decides escapar. Syrax nos seguirá, pero tú vuelas conmigo- dijo él y ella iba a replicar, pero nuevamente su mirada dura la detuvo de decir algo más.

Rhaenyra, sonrojada, se mordió el labio inferior antes de asentir y subir a Caraxes. Su corazón latía desbocado, y no solo por la proximidad del dragón.

Sentada frente a Daemon, sentía cada movimiento de su cuerpo contra el de él, y la sensación la dejaba nerviosa e inquieta.

Cuando Caraxes se elevó en el aire con un rugido, Rhaenyra se aferró a la montura, su corazón latiendo aún más rápido mientras el viento frío le despeinaba el cabello. Era imposible no sentir el calor de Daemon detrás de ella, su presencia tan abrumadora como la del dragón que los llevaba hacia casa.

—Gracias —murmuró en voz baja, apenas audible sobre el viento.

Daemon no respondió, pero ella sintió cómo la tensión en sus hombros se relajaba levemente. No podía saber lo que pasaba por su mente, pero en ese momento decidió dejar de cuestionarlo. Por ahora, volaban juntos, y eso era suficiente.

Cuando Caraxes aterrizó con un rugido que resonó por todo el valle, Laena ya estaba esperándolos en el amplio patio de la fortaleza Targaryen donde vivía Daemon. Su postura era elegante, como siempre, pero había un destello de curiosidad en sus ojos al ver a Rhaenyra descender del dragón, seguida de cerca por Daemon.

Rhaenyra tragó con fuerza, aún con la imagen de Laena y Harwin besándose grabada en su mente. Sentía el peso de la culpa por saber algo que no debería, y un nerviosismo creciente por enfrentarse a la mujer que, por razones que no podía explicar, le inspiraba sentimientos contradictorios.

Laena sabía lo que pensaba Rhaenyra y sabía lo confundida que debía estar. Pero luego hablaría con ella. Ahora, Laena quería que Rhaenyra se sintiera cómoda y tal vez que Daemon por fin pudiera permitirse ser feliz con ella allí.

Laena caminó hacia Rhaenyra con una sonrisa cálida y extendió los brazos para abrazar a Rhaenyra sorprendiéndola.

—Bienvenida a casa —dijo Laena, envolviéndola en un abrazo inesperadamente fuerte.

Rhaenyra titubeó por un instante antes de corresponder al gesto, sintiendo un calor genuino en las palabras de Laena.

—Gracias... —murmuró, sorprendida por su propia sinceridad.

Antes de que pudiera añadir algo más, Laena tomó su mano y la guio hacia donde estaban sus hijas, Baela y Rhaena, que observaban la escena con evidente entusiasmo.

—Niñas, les presento a Rhaenyra —dijo Laena con un tono alegre—. Estoy segura de que se llevarán de maravilla- dijo Laena deseando que fuera así.

Nada la haría más feliz que sus hijas se llevaran bien con la mujer que Daemon amaba. Ellas ya se llevaban bien con Harwin, si se llevaran bien con Rhaenyra, Laena se sentiría una mujer feliz.

Baela fue la primera en acercarse, siempre la más decidida y curiosa de las gemelas.

- ¿Tú eres Rhaenyra? Papá algunas veces se queja de ti- dijo Baela con curiosidad y Laena se golpeó la cara con una mano.

—¡Baela! —regañó Laena, aunque no pudo evitar soltar una risa.

- Es broma, también dice muchas cosas buenas- dijo Baela sonriendo auténticamente.

Rhaena, más tímida pero igual de observadora, se quedó ligeramente detrás de su hermana mayor, pero sus ojos brillaban con una astucia poco común para su edad.

Rhaenyra, descolocada pero encantada, se agachó para quedar a su altura.

—¿Qué les ha dicho su padre de mi? — preguntó Rhaenyra con una sonrisa nerviosa¿Daemon hablaba de ella? Solo cosas malas estaba segura, aunque Baela había dicho que también decía cosas buenas.

Las gemelas se miraron entre sí, y luego devolvieron a Rhaenyra una mirada que la dejó desconcertada. Había algo extraño en sus ojos, un brillo travieso, como si supieran algo que ella no.

Lo que Rhaenyra no sabía era que las niñas conocían más de lo que cualquiera sospechaba. Habían observado y escuchado mucho más de lo que sus padres podían imaginar. Sabían a quién amaba realmente su madre, y también a quién amaba su padre. Y al ver a Rhaenyra, sus miradas eran un silencioso "por fin está aquí''.

- Muchas cosas- dijo Rhaena y Rhaenyra no pudo evitar sonreírles de nuevo, aunque una parte de ella seguía sintiéndose desconcertada. Las niñas, con sus miradas inteligentes y energía contagiosa, le inspiraban ternura.

—Vengan, niñas, denle un poco de espacio a Rhaenyra —dijo Laena, colocando una mano en el hombro de cada una y alejándolas suavemente.

Daemon, que había permanecido en silencio observando la interacción, cruzó los brazos con una expresión que no delataba sus pensamientos.

—Tienes un público curioso en ellas, te llenarán de preguntas durante días —comentó Daemon , y aunque su tono era neutral, Rhaenyra detectó un ligero destello de diversión en sus ojos.

— Tienes unas hijas preciosas —respondió ella, sin saber si sentir tristeza al ver a la hermosa familia de Daemon, o sentirse completamente acogida con ellos.

Laena tomó la mano de Rhaenyra con naturalidad, arrastrándola por los pasillos de la fortaleza con una energía vibrante que contrastaba con la tormenta de emociones en el rostro de la joven.

—Estoy segura de que te encantará tu cuarto —dijo Laena mientras abría una puerta con una sonrisa radiante—. Me aseguré de que todo estuviera perfecto para ti- dijo Laena y Daemon alcanzó a quitar con magia el cuadro con movimiento de él que Laena había puesto a propósito en esa habitación.

Miró a su esposa con reproche, y ella solo sonrió con fingida inocencia.

Rhaenyra apenas pudo responder cuando sus ojos recorrieron la habitación que Laena había preparado. Las suaves cortinas de terciopelo rojo caían sobre las ventanas altas, dejando entrar la luz del sol de la tarde. Una cama grande y mullida ocupaba el centro, con almohadas bordadas y una manta gruesa que prometía calor en las noches frías. Sobre una mesita cercana, había un jarrón con flores frescas y un pequeño cuenco con ¿Sus dulces favoritos? ¿Cómo ella supo eso? ¿O acaso Daemon los recordaba?

Todo era tan... acogedor. Tan cálido.

Rhaenyra sintió cómo sus ojos se llenaban de lágrimas. No había esperado algo así. No esperaba sentirse bienvenida. No sabía ni siquiera que sentir.

—¿Te gusta? —preguntó Laena, observándola con una mezcla de cariño y dulzura.

Rhaenyra tragó con dificultad, luchando por contener las lágrimas mientras asentía lentamente.

—Es... perfecto. Gracias- dijo Rhaenyra conteniendo las lágrimas.

—Nada de gracias —respondió Laena, tocando ligeramente el brazo de Rhaenyra—. Somos familia, ¿no?- preguntó ella.

Familia. La palabra resonó en su cabeza como un eco vacío y cruel. ¿Cómo podía Laena ser tan amable, tan acogedora, después de lo que Rhaenyra había visto? La imagen de Laena besándose con Harwin era un nudo en su estómago, un recordatorio constante de algo que no debía saber.

Y aun así, la calidez de Laena era innegable.

Cuando Laena salió de la habitación, dejando que Rhaenyra se acomodara, las lágrimas finalmente cayeron por sus mejillas. Se dejó caer sobre la cama, enterrando su rostro en las suaves almohadas.

Se sentía atrapada en una red de emociones. Laena, con su amabilidad desbordante, la hacía sentir casi culpable por amar al hombre que era su esposo.

Amaba a Daemon, y se sentía culpable por eso luego de ver la amabilidad de Laena. Pero no podía evitarlo.

—¿Qué estoy haciendo? —susurró para sí misma, mientras una lágrima caía sobre la colcha.

La habitación, tan acogedora y perfecta, se sentía ahora como una burla a su propio caos interno. Pero por primera vez en mucho tiempo, Rhaenyra también sintió algo parecido a pertenecer. Y esa sensación era aún más desgarradora.

Más tarde, Laena encontró a Rhaenyra por el pasillo y le preguntó si se sentía cómoda a lo que Rhaenyra asintió.

- Me alegra que estés aquí, adoro que la familia esté casi completa- dijo Laena sonriendo alegremente.

Rhaenyra, con el corazón pesado, no pudo evitar preguntarse si Laena realmente lo sentía o si simplemente estaba fingiendo, intentando mantener las apariencias por las niñas y por Daemon.

La palabra "familia" era un espejismo para Rhaenyra, algo que deseaba desesperadamente pero que siempre parecía fuera de su alcance.

Daemon permanecía cerca, observándolas en silencio. Sus ojos se encontraron con los de Rhaenyra por un breve instante, y aunque su expresión era inescrutable, había algo en su mirada, un destello de algo que ella no pudo descifrar. Quizás orgullo, quizás alivio. O tal vez algo más profundo, algo que ni él mismo entendía del todo.

Laena rompió el silencio, dándole un suave apretón en el brazo a Rhaenyra.

—Descansa un poco. Sé que el viaje fue agotador. Esta noche cenaremos juntos, y estoy segura de que las niñas estarán encantadas preguntándote cosas, oh y cuidado con sus mascotas, roban cosas- dijo Laena con una sonrisa auténtica antes de salir, dejando a Rhaenyra sola en la habitación.

Rhaenyra suspiró y se dejó caer sobre la cama, mirando el techo con una mezcla de emociones que apenas podía procesar. Las palabras de Laena resonaban en su mente: ''me alegra que la familia esté casi completa'' Pero, ¿cómo encajaba ella en esa ecuación? ¿Cómo podía ser parte de algo tan... completo, tan ajeno?

El sonido de pasos acercándose la hizo tensarse . Ella había vuelto a su habitación y la puerta se entreabrió y Daemon apareció de nuevo, esta vez solo.

—¿Todo bien? —preguntó con su voz grave, aunque su tono era sorprendentemente suave.

Rhaenyra lo miró fijamente por un momento antes de asentir.

—Sí. Todo está... bien. Es solo... mucho que procesar- admitió ella, jugando con un mechón de su cabello.

Daemon dio un paso dentro de la habitación, cruzando los brazos mientras la observaba.

—Sé que no querías venir, y tampoco esperaba que estuvieras cómoda al instante. Pero estás aquí ahora, y espero que al menos intentes encajar. No solo por las niñas, sino por ti misma- dijo Daemon con una sinceridad que la sorprendió.

Rhaenyra apartó la mirada, luchando contra las lágrimas que amenazaban con escapar.

—¿Por qué estás haciendo esto, Daemon? ¿Por qué ahora? Nunca volviste a verme, y ahora me traes junto a tú familia - preguntó ella con un tono casi inaudible.

Daemon no respondió de inmediato. Sus ojos se suavizaron, y su postura rígida pareció relajarse un poco.

—Porque nunca debí dejarte ir —dijo finalmente, su voz apenas un susurro.

Rhaenyra levantó la mirada rápidamente, sorprendida por sus palabras. Antes de que pudiera responder, Daemon giró sobre sus talones y salió de la habitación, cerrando la puerta tras de sí con un leve clic.

Ella se quedó allí, inmóvil, su corazón latiendo con fuerza. Las palabras de Daemon resonaban en su mente, cada una cargada de un peso que ella no estaba preparada para manejar.

"Nunca debí dejarte ir."

Rhaenyra se dejó caer nuevamente sobre la cama, esta vez sin contener las lágrimas que se deslizaron silenciosamente por su rostro.

¿Qué estaba pasando? ¿Qué debía sentir?

¿Tenía que tener esperanza? ¿O simplemente dejar de soñar con una vida a su lado?

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