La eternidad de los dragones

House of the Dragon (TV) Harry Potter - J. K. Rowling
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La eternidad de los dragones
Summary
Crossover de House of the dragon con el mundo mágico de Harry Potter (Porque la autora anda creativa jaja)Rhaenyra Targaryen, la heredera al trono del mundo mágico, cursa su sexto año en Hogwarts, donde nunca se ha sentido aceptada, especialmente tras ser seleccionada para Ravenclaw en lugar de la tradicional Slytherin de su familia. Su vida se complica cuando su tío Daemon, con quien tiene un pasado complicado, regresa como jefe de Slytherin en medio de crecientes ataques contra Muggles que amenazan con desatar el caos. Rhaenyra deberá enfrentar secretos familiares y su propia oscuridad mientras el destino del reino pende de un hilo.
Note
¡Hola a todos! Les traigo uno de los fanfics más difícil que he escrito de House of the dragon jajaja llevo meses en esto y soltaré algunos capítulos en este mes. Es un Crossover en realidad, con el mundo mágico de Harry Potter. No estarán los personajes de Harry Potter obviamente, porque este fic está inspirado unos 15 a 20 años antes de los sucesos de esas películas y libros. Pero si estarán algunos profesores más jóvenes y todo jaja. Me lo habían pedido unas 15 personas que hiciera algo así, y como me gustan ambas sagas, lo hice jaja.Me ha costado amoldar a los personajes, así que si tienen ideas que les gustaría aportar, no duden en hacerlo.Espero les guste estre prólogo y por favor, comenten jeje en serio, si no veo comentarios me declararé frustrada y me retiraré de la página jajajajaja broma. o tal vez no.Besos y abrazos.
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Chapter 10

Daemon no fue capaz de quedarse en Hogwarts esa noche, sin importar las reglas, se apareció fuera de allí hasta su hogar junto a Laena.

Cuando ella lo vio entrar, él le dijo que no había hablado con Rhaenyra, pero dudaba que ella dijera algo.

Laena pareció más tranquila, y acompañó a Daemon a ver a sus hijas que dormían.

Él acarició el rostro de sus hijas y sonrió, luego salió de allí y fue hacia el balcón de la habitación que compartía con Laena, se sentó allí e intentó beber un poco de hidromiel, sin embargo, su mente aún estaba en su conversa con Dumbledore.

Dumbledore decía que lo de él y Rhaenyra no era imposible, aquel hombre no podía saber que si lo era. Era imposible y debía mantenerse así.

Laena llegó a su lado y se sentó sobre sus piernas mientras el la sujetaba por la cintura, ella se abrazó a su pecho y él apoyó su cabeza sobre su cabeza, ambos cómplices, ambos simplemente descansando ese día.

- Está bien, estoy acá, puedes sentirte libre acá- dijo Laena susurrando contra su pecho y él cerró los ojos.

Sus ojos brillaban, y su mente ardía.

Los recuerdos de la noche en que se fue vivos en su mente.

En ese minuto, su mente volvió a la Fortaleza Roja, años atrás.

Él acababa de rechazar la propuesta del ministerio de casarse con Rhea Royce, Viserys entonces lo convocó al salón privado.

Daemon sabía que él no estaba feliz, pero no estaba dispuesto a casarse con Rhea Royce.

- ¿Qué demonios crees que haces Daemon?- preguntó Viserys con desaprobación- Tu negativa a casarte con Rhea Royce ha puesto a la Corona en una posición peligrosa. El Ministerio no olvidará este insulto

Daemon, con su habitual descaro, se encogió de hombros.

-No voy a pasar mi vida atado a alguien tan desagradable como Rhea Royce y menos para complacer a esos burócratas hipócritas, ella me desprecia, el sentimiento es mutuo- dijo Daemon sabiendo que Rhea lo despreciaba y si quería casarse con él era solo porque su familia la presionaba porque era un matrimonio conveniente.

- Esto no se trata de lo que quieras- replicó VIserys golpeando la mesa- Se trata de mantener la estabilidad de la corona, de proteger a nuestra familia, y ahora por tu obstinación, todo esto pende de un hilo

Daemon cruzó los brazos, desafiante.

-¿Qué pretendes, Viserys? ¿Que me sacrifique para calmar al Ministerio? No me importa lo que piensen de mí- dijo Daemon acostumbrado a no ser la persona favorita del ministerio.

El Rey lo observó, con los ojos llenos de algo más que ira: preocupación.

-No se trata solo de ti, Daemon. Se trata de Rhaenyra- dijo Viserys con aire preocupado.

El nombre de su sobrina, apenas una niña en aquel entonces, lo desconcertó.

- ¿Qué tiene que ver ella con esto?- preguntó Daemon confundido.

-Todo- Viserys se levantó, caminando lentamente hacia una ventana- Ella es el futuro de esta familia. Pero si sigues a su lado, si continúas siendo el escándalo que siempre has sido, la destruirás. Nadie aceptará a una reina que esté bajo tu sombra- dijo Viserys duramente a su hermano.

Daemon apretó los puños.

- Rhaenyra es una niña- dijo Daemon comprendiendo lo que Viserys insinuaba.

- ¿Acaso no rechazaste a Rhea Royce porque tienes esperanza de que honremos la tradición familiar? ¿Casarse con ella en un futuro?- preguntó Viserys y Daemon supo que esas palabras no eran de su hermano, eran de Otto Hightower.

- Ella es una niña, ella decidirá con quien casarse en un futuro, no soy como tú, que jamás preguntó a Aemma si realmente quería estar contigo, ella era una niña y no sabía de la vida, que llegara a amarte con el tiempo fue solo suerte- dijo Daemon duramente sin importar si era al rey a quien hablaba así.

- Esto no se trata de mi, se trata de mi hija- gritó Viserys dolido por las palabras de su hermano- Ella ya te admira, te sigue a todos lados, si no te alejas, no tendrá la oportunidad de tener la corona- dijo Viserys y Daemon lo miró fijamente.

- ¿Son palabras tuyas? ¿O de Otto Hightower?- preguntó Daemon y Viserys lo miró enojado.

- Sabes bien que son palabras ciertas, el ministerio te desprecia, si no te casas con Rhea Royce, la corona seguirá debilitada, y si sigues cerca de Rhaenyra, nadie la respetara como reina algún día- dijo Viserys y Daemon se sintió traicionado por él.

Sus palabras perforaban su orgullo, y esa misma semana, tomó la decisión de irse. Conoció a Laena y ambos fueron la salvación el uno del otro. Huyeron, dejando todo atrás.

Esa misma semana él reflexionó, sabiendo que Viserys podía tener razón. Solo era un peligro para Rhaenyra.

Vio el impacto de su decisión de no casarse con Rhea Royce, vio como el ministerio hablaba de la debilidad del rey incluso al no obligarlo a casarse con ella.

Pasaría lo mismo con Rhaenyra. Él tenía que alejarse. Era lo mejor para ella.

Supo de ella solo por cartas, y viéndola en los medios, solo había regresado a verla a escondidas, sin que nadie supiera de su presencia.

A medida que los años pasaban, su corazón iba asumiendo la verdad, ellos estaban destinados a estar juntos, pero era imposible que lo estuvieran.

Laena fue quien lo hizo admitir que amaba a Rhaenyra, y fue el secreto de ambos, al igual que la relación de ella con Harwin Strong.

Fue cuando la vio, antes de que ella lo viera al entrar a Hogwarts, que supo que debería alejarla, porque para el mismo era demasiado duro negar lo que sentía.

Su decisión no era suficiente, su ausencia no había apagado lo que sentía y al parecer tampoco lo que ella sentía por él.

Su única manera de protegerla había sido hacer que ella lo odiara, e iba resultando, era tan duro con ella para alejarla de todas las intrigas, del maldito ministerio, ella estaría a salvo, y un día se convertiría en reina. Era como debía ser.

Pero recordaba el miedo en sus ojos cuando lo miraba, ¿Cuánto más podría soportar lastimarla para alejarla? Si le carcomía el hecho de que ella le temiera. Si lo único que quería hacer era consolarla y decirle que todo estaba bien.

Laena le acarició los cabellos con suavidad, sabiendo que él necesitaba calma, por eso estaba allí esa noche.

También, sabía que la razón por la que él estaba allí, en el balcón a la luz de la luna, no era solamente porque le gustaba de la tranquilidad.

El ministerio los vigilaba, no convencidos de que su matrimonio no fuera algún truco político, se rumoreaba que magos de sangre pura eran mortífagos, y seguramente el ministerio dudaba de ellos.

A pesar de que ellos habían luchado contra los mortífagos, el ministerio aún sospechaba.

Su matrimonio debía parecer real, que ellos habían huido por amor, y no solo para evitar casarse, o el ministerio desconfiaría más incluso de ellos.

- Daemon- susurró Laena mirándolo a los ojos- Tal vez no sea tarde para acercarte a ella. No tienes que negarte a lo que sientes- dijo ella que no había podido mantenerse alejada de Harwin.

Él abrió los ojos lentamente, mirando la oscuridad más allá del balcón. No respondió de inmediato, como si estuviera buscando las palabras adecuadas en un mar de emociones encontradas. Finalmente, negó con la cabeza y suspiró.

—No haré de la futura reina mi amante, Laena —dijo con un tono firme, aunque su voz se quebró al final—. Eso sería degradante para ella. Rhaenyra merece algo mejor que eso… merece todo.

Laena lo observó en silencio por un momento, sus ojos reflejando una mezcla de tristeza y admiración. Ella sabía que Daemon nunca permitiría que nadie, ni siquiera él mismo, manchara el futuro de Rhaenyra. Y sin embargo, también sabía que esas mismas decisiones lo estaban destruyendo lentamente.

No amaba a Daemon, pero era su esposo, su compañero y quería que él fuera feliz.

—Eres un hombre complicado, Daemon Targaryen —murmuró con una sonrisa pequeña y un toque de ironía en su voz.

Él soltó una risa amarga, reconociendo la verdad en sus palabras.

—No tienes idea- dijo él sonriendo.

Una sombra más allá de los árboles los alerto y ellos suspiraron.

Laena se inclinó hacia él y le dio un beso corto en los labios, un gesto que él respondió sin pensar, casi por inercia. Tal vez los observaban, ellos debían creer en ese matrimonio.

Tampoco era desagradable para ellos besarse, no por nada, tenían a sus bellas gemelas.

Al separarse, sus frentes se tocaron, y ambos cerraron los ojos, compartiendo un momento de conexión en medio de las tensiones que los rodeaban.

—Sabes que incluso aquí podrían estar observándonos —susurró Laena, apenas audible, mientras sus manos jugaban con los mechones plateados del cabello de Daemon.

—Lo sé —respondió él, abriendo los ojos y mirando fijamente los de ella—. Por eso nunca podemos bajar la guardia. Ni siquiera en nuestra propia casa- dijo Daemon con desagrado.

El peso de esas palabras cayó entre ellos, pero ninguno lo mencionó. No hacía falta. Ambos entendían perfectamente el juego que estaban jugando y los riesgos que implicaba.

Laena se apartó lentamente, deslizando sus manos por los hombros de Daemon antes de levantarse de sus piernas. Le dio una última mirada, y lo invitó a la cama pues era tarde y debían descansar. Aunque no sin decir sus últimas palabras.

—No puedes protegerla para siempre, Daemon. Y no puedes protegerte de ti mismo —dijo antes de girarse y caminar hacia el interior de la habitación.

Daemon permaneció en el balcón, observando la luz de la luna reflejada en el hidromiel que no había logrado beber. Sus pensamientos volvieron a Rhaenyra, a su mirada cuando lo había visto en Hogwarts, a todo lo que había sacrificado para mantenerla a salvo. Pero las palabras de Laena resonaban en su mente.

"No puedes protegerla para siempre."

Y lo que más temía era que ella tuviera razón.

¿Qué pasaría el día en que no pudiera protegerla? ¿Qué pasaría el día en que el ministerio dejara de tener sus ojos sobre él, sobre su hermano, sobre Laena?

¿Estaría Rhaenyra preparada para eso? ¿O la corona terminaría pasando a Aegon como Otto Hightower tanto quería?

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