
Fiesta De Ilusiones
Sevenoaks tenía un aire tranquilo, lejos del bullicio de Londres, aunque se encentraba a tan solo treinta minutos en tren de la capital. Ubicado en el condado de Kent, al sureste de Londres, era un lugar que combina a la perfección la tranquilidad rural con un toque de sofisticación y tradición inglesa. Rodeado por colinas, bosques y vastas extensiones de terreno, era conocido por su encanto pintoresco y su atmósfera exclusiva. En su corazón tenía calles adoquinadas y estrechas, flanqueadas por edificios históricos de ladrillo rojo y piedra, muchos de los cuales albergan pequeñas tiendas, cafés acogedores y pubs tradicionales. Entre ellos, destacaban boutiques de lujo y panaderías artesanales, lo que añade un aire refinado al ambiente del pueblo. Las farolas antiguas y los jardines bien cuidados realzan el atractivo visual de la zona central.
A las afueras del pueblo, se encontraban majestuosas propiedades y mansiones que datan de siglos pasados, muchas de ellas rodeadas de grandes extensiones de tierra y altos setos que ofrecen privacidad. Era común ver largas avenidas bordeadas de árboles que conducen a residencias escondidas, algunas de las cuales incluso tienen un aire de castillos o propiedades señoriales.
Por la noche, Sevenoaks adoptaba una atmósfera de tranquilidad casi palpable, como si el tiempo se detuviera en sus calles serenas y rodeadas de naturaleza. Las luces de las farolas antiguas, con su tenue resplandor anaranjado, iluminaban las estrechas aceras del centro del pueblo, creando sombras alargadas que danzaban sobre las fachadas de los edificios históricos. Las tiendas, con sus escaparates cerrados, reflejaban las luces, y los pubs aún abiertos dejaban escapar murmullos y risas apagadas que se perdían rápidamente en el aire frío. En los alrededores, las mansiones y propiedades señoriales permanecían sumidas en la penumbra, algunas apenas visibles detrás de altos setos y portones de hierro forjado. Los caminos rurales, bordeados de árboles que se alzaban como figuras fantasmales, estaban casi desiertos, salvo por algún coche ocasional que pasaba proyectando sus luces sobre las colinas y campos.
El área más famosa de Sevenoaks por el misterio y el secretismo era sin lugar a duda Wolfshade Hall, una vasta reserva natural que rodea Wolfshade House, una histórica casa señorial que refleja el esplendor de la Inglaterra antigua. El parque, con sus colinas ondulantes y su población de ciervos en libertad, es un lugar popular tanto para los locales como para los visitantes.
Wolfshade Hall, en particular, adquiría un aire misterioso por la noche. Sus vastos terrenos, apenas iluminados por la luz de la luna, parecían un mar de sombras en movimiento. Los ciervos se desplazaban silenciosamente entre los árboles, y el crujir de las hojas bajo sus patas era el único sonido que rompía el silencio absoluto. El cielo, despejado y oscuro, permitía ver un manto de estrellas que parecía más brillante en contraste con la penumbra del pueblo.
Un movimiento suave puso a Bill en alerta que se había dormido a los pies de Fenrir. El hombre lo esperaba de pie fuera de la movilidad sosteniendo su correa. Con un suave movimiento le Indicó que bajara. Bill descendió del auto, pero no de pie, sino apoyado sobre sus manos y rodillas, obligado por el arnés que Fenrir había ajustado previamente. Cada movimiento que daba era lento, casi torpe, mientras intentaba avanzar bajo las restricciones del dispositivo. Las barras de metal en el arnés lo forzaban a mantener una postura baja, caminando como una mascota obediente, con la cabeza gacha y el rostro parcialmente oculto por la sombra.
Fenrir, sin voltear siquiera a mirarlo, comenzó a caminar hacia la entrada de la casa. Su mano sostenía una correa de cuero negro que se extendía hacia Bill, quien lo seguía con pasos pequeños y temblorosos, el cuero del arnés crujía con cada movimiento. Cada vez que Bill titubeaba, Fenrir tiraba ligeramente de la correa, sin perder su ritmo ni su postura altiva, como si aquello fuera un ritual cotidiano que no merecía mayor atención.
Bienvenido señor — dijo un hombre mayor, de cabello gris y desordenado, con una expresión perpetuamente malhumorada y ojos pequeños llenos de suspicacia. Se veía amargado y resentido, bastante celoso y desconfiado, aunque eficiente
Filch, ¿está todo arreglado para mi reunión de hoy? — pregunto Fenrir
Tal como mi señor lo dispuso — respondió el hombre dijo con una ligera venia
Lavender, asegúrate que coloquen en mii habitación un... espacio adecuado para Bill — y miro al pelirrojo
Entiendo señor — dijo la chica de cabello castaño claro, ojos grandes
Katie ¿llego el menú de hoy?
Si señor — respondió una chica delgada y de apariencia sencilla, con cabello castaño oscuro recogido en una coleta y ojos expresivos que delatan su cansancio
Mundungus, ¿le entregaste a Cedric la lista de invitados? — pregunto mirando a su asistente personal
Si señor — dijo un hombre bajo que movía las manos nerviosamente
Perfecto. Vamos cachorrita, debemos prepararnos para una gran noche — dijo entando a la casa mientras jalaba ligeramente la cadena de Bill haciendo caminar al pelirrojo, quien lo hacía cautelosamente
La entrada principal de Wolfshade Hall era imponente. Solo así la podía calificar. Elegante y robusta, con una puerta de madera de nogal tallada a mano, decorada con detalles geométricos y un herraje en forma de lobo estilizado. Al cruzarla, se accedía a un vestíbulo amplio y luminoso, donde el suelo de piedra pulida reflejaba la luz de un candelabro moderno de hierro forjado que colgaba del techo alto. Las paredes estaban revestidas con paneles de madera clara, combinados con detalles en mármol beige que aportaban un aire sofisticado. Un conjunto de sillones de cuero en tonos camel y una mesa central de cristal formaban un pequeño espacio de espera junto a la entrada. Desde allí, una gran escalera de madera de roble, con barandillas sencillas, pero bien acabadas, ascendía a los pisos superiores. A los lados del vestíbulo, se encontraban puertas dobles que llevaban al salón principal y al comedor, ambos decorados con un estilo sobrio pero refinado.
El salón principal destacaba por su amplitud y funcionalidad. Una chimenea de líneas limpias se erguía en el centro de la pared principal, rodeada de estanterías con libros, objetos de arte moderno y fotografías en blanco y negro. Los sofás grises y las mesas auxiliares de madera oscura creaban un ambiente acogedor, iluminado por grandes ventanales cubiertos con cortinas ligeras en tonos arena. El espacio parecía diseñado tanto para impresionar como para ofrecer comodidad.
El comedor, por su parte, era más formal. Una mesa larga de madera clara ocupaba el centro de la habitación, acompañada de sillas tapizadas en cuero marrón oscuro. Sobre la mesa, un conjunto de lámparas colgantes proyectaba una luz cálida y uniforme. Las paredes estaban decoradas con cuadros abstractos y espejos estratégicamente colocados para amplificar la luz.
Subiendo las escaleras, los pasillos eran amplios y estaban alfombrados en tonos neutros. Las puertas, hechas de madera natural, daban acceso a las habitaciones. Al final del corredor se encontraba la suite principal, la habitación de Fenrir.
Su dormitorio combinaba lujo y practicidad. Una cama de diseño moderno con cabecero acolchado en tono gris oscuro se situaba en el centro, vestida con ropa de cama en tonos tierra. Las paredes estaban pintadas en un tono cálido, decoradas con fotografías enmarcadas de paisajes en el cual predominaba un lobo. Una alfombra grande cubría el suelo, aportando textura y comodidad. En una esquina, un escritorio minimalista y bien organizado se enfrentaba a un ventanal con vistas al bosque cercano. Un armario empotrado con puertas de vidrio esmerilado completaba el espacio, mientras que un sillón de cuero junto a una mesa auxiliar sugería un lugar perfecto para relajarse con un libro o una copa de vino.
Bill miraba el lugar con desconfianza. Sentía que el mayor lo iba a atacar en cualquier momento. Por su parte, Fenrir soltó la correa del pelirrojo permitiéndole moverse libremente por la habitación. Su gesto era mecánico, como si la acción careciera de importancia para él, y en cuanto lo hizo, comenzó a desvestirse sin dedicarle una sola mirada más. Su chaqueta de cuero y camisa cayeron al suelo con un movimiento rápido y decidido, mientras cruzaba el espacioso dormitorio hacia el guardarropa.
Abrió las puertas de madera oscura, revelando una colección impecable de trajes, todos organizados por color y estilo. Sus dedos recorrieron las perchas, rozando telas finas de lana y seda, hasta detenerse en un smoking negro clásico. Lo sacó con cuidado y lo colocó sobre la cama perfectamente hecha, alisando el tejido con un gesto automático. Se movía con precisión y calma, como un ritual ensayado cientos de veces. Desató los cordones de sus zapatos, dejándolos junto a la puerta, y después se quitó los pantalones, quedando un momento en ropa interior antes de acercarse a un espejo de cuerpo entero. Sus ojos evaluaron su reflejo antes de despojarse de su última prenda.
Ven aquí hermosa — dijo indicándole que suba a la cama y Bill obedeció al instante — muy buena niña. Nos vamos a bañar y luego bajaremos — le quito el arnés y la cola — eres perfecta. Esta noche seré la envidia de todos mis amigos — dijo acariciándolo como se hace con un perro —. Ven — y se dirigió al baño
En cuanto Bill entró en el baño principal de Wolfshade Hall sintió ganas de silbar. la habitación era una mezcla de lujo contemporáneo y diseño funcional, pensado para transmitir elegancia sin ostentación. Al entrar, lo primero que destacaba era la amplitud del espacio. El suelo estaba revestido de mármol gris claro con vetas blancas, mientras que las paredes alternaban entre baldosas de cerámica mate en un tono arena y paneles de vidrio esmerilado que aportaban privacidad. En el centro, una bañera exenta de diseño ovalado, hecha de piedra blanca pulida, descansaba sobre una plataforma ligeramente elevada. Justo encima, un candelabro moderno de vidrio soplado proyectaba una luz tenue y relajante. Al fondo, un ventanal de piso a techo con cortinas translúcidas permitía la entrada de luz natural durante el día, ofreciendo una vista del bosque cercano.
A un lado de la bañera, una ducha de lluvia amplia ocupaba su propio rincón, separada por mamparas de cristal transparente. Los controles eran digitales, integrados en la pared, permitiendo ajustar la temperatura y la presión del agua con precisión. El lavabo, doble y de líneas minimalistas, estaba montado sobre un mueble de madera clara con acabados mate. Encima, espejos rectangulares con iluminación integrada se extendían a lo largo de la pared. Los accesorios de metal cepillado en tono dorado suave complementaban el diseño. En una esquina, el área del sanitario estaba discretamente separada por un panel de vidrio opaco, manteniendo la privacidad. Cerca de la entrada, un banco de madera con cojines neutros y un perchero cromado ofrecían un lugar cómodo para dejar ropa o toallas.
El ambiente estaba cuidadosamente aromatizado con un ligero toque a eucalipto, y toallas blancas gruesas estaban dobladas sobre un calentador de toallas en la pared. Cada detalle, desde los materiales hasta los acabados, había sido elegido para crear un espacio relajante, funcional y en perfecta sintonía con la sofisticación de la mansión.
Caminó detrás de su ¿amo? hacia la bañera exenta, su superficie blanca relucía bajo la luz. El hombre giró los mandos de la grifería de acero pulido, ajustando la temperatura del agua hasta que el vapor empezó a elevarse lentamente. Vertió unas gotas de un aceite aromático en el agua, impregnando el ambiente de un tenue aroma a sándalo y bergamota. ambos entraron y el mayor se sumergió en el agua caliente con un suspiro contenido, inclinando la cabeza hacia atrás mientras cerraba los ojos. Los músculos tensos de su espalda y hombros parecían relajarse al contacto con el calor. Permaneció inmóvil por un momento, dejando que el agua lo envolviera, antes de tomar una esponja de textura áspera que descansaba sobre el borde de la tina. Con movimientos pausados, frotó su piel, eliminando el cansancio y las marcas del día con cada pasada.
Con un gesto de cabeza le ordeno a su “mascota” que se acercase. Bill obedeció tímidamente antes de sentir una suave caricia que se inició en su cabello y bajo por su cuello. Acariciando sus hombros y brazos siguió por espalda hasta llegar al nacimiento de sus glúteos. Bill no pudo evitar estremecerse al sentir el dedo que buscaba explorarlo.
Como dije antes — comenzó Fenrir — es especial para mi tengo una reunión de negocios muy especial — Bill cerro los ojos estremeciéndose — y necesito que adoptes el rol completamente. sin importar lo que pase, no saldrás del papel. Es posible que le gustes a mis amigos, y quieran acariciarte. Bajo ningún motivo tienes permitido salirte del rol, ni impedir que te toquen. ¿está claro? — y Bill le lamio el rostro — eres tan hermosa — y Bill sintió como los dedos, que ahora ya eran tres, eran remplazado por algo más grueso, tibio y palpitante. — Billy apretó los ojos ¡lo estaba...! Mejor no pensar en eso ¡Solo una noche y todo acabara! Se dijo a si mismo
Llevaban casi diez minutos en el agua, y varias veces que su amo lo había hecho suyo, cuando se enjuagó con cuidado, hundiendo el rostro bajo el agua antes de levantarse, dejando que las gotas resbalaran por su piel. Fenrir cerró los mandos de la grifería y salió de la bañera con un solo movimiento fluido, y Bill lo siguió. Tomó una toalla grande y suave del calentador cercano, secándose con precisión, empezando por el rostro y continuando hacia abajo, sin dejar rastro de humedad en su piel. Su reflejo en el espejo le devolvía una mirada neutral, casi desapasionada, mientras se envolvía la cintura con la toalla. Tomo otra toalla y seco al pelirrojo que tenía el rostro rojo de tanto llorar.
Ya seco, le coloco los arneses a Bill, el plug con forma de cola y una vincha sobre su cabeza que le daba el aspecto de tener orejas de perro. Una vez listo, volvió a cruzar la puerta, dejando el baño tal como lo había encontrado, impecable y con el aroma tenue que había dejado su ritual de aseo.
Alzó el smoking y comenzó a vestirse con movimientos fluidos. Primero, la camisa blanca de corte perfecto, ajustándola con un botón tras otro, seguida por los pantalones negros que le caían como si hubieran sido hechos específicamente para él, porque lo eran. Luego, se ajustó el chaleco, cuyo tejido contrastaba sutilmente con el de la chaqueta, y finalmente, se abotonó el esmoquin, alisando las solapas con las palmas de las manos. Caminó hacia la cómoda para elegir una corbata de lazo y unos gemelos de plata. Los colocó con precisión, asegurándose de que brillaran justo lo suficiente bajo la luz tenue del dormitorio. Al girarse hacia la puerta, su mirada se detuvo brevemente en el cachorro, que observaba desde su posición en el suelo.
Con un último ajuste al cuello de su camisa, Fenrir tomó una bocanada de aire, miró su reflejo una vez más, y se dirigió a la puerta, con pasos firmes, listo para enfrentar lo que la noche le deparara. Tomo la correa de su mascota
no lo olvides, te pueden acariciar, cualquiera, y tú lo tienes que disfrutar. Solo piensa en lo libre que serás mañana. Ahora, andando cachorrita. hora de divertirnos — dijo saliendo de la habitación
Esa noche, la sala de Wolfshade Hall combinaba elegancia clásica con un aire de exclusividad moderna, diseñada para impresionar a cualquiera que pusiera un pie en ella. El espacio estaba iluminado por un candelabro de cristal que colgaba del techo alto, proyectando una luz cálida que acentuaba los detalles de la decoración. Las paredes, revestidas con paneles de madera oscura pulida, estaban adornadas con discretas piezas de arte contemporáneo en tonos neutros, que equilibraban la sobriedad del lugar.
Un gran sofá en forma de "U" de terciopelo gris oscuro dominaba el centro de la habitación, rodeando una mesa de café de vidrio con patas de bronce, sobre la cual descansaban copas de cristal y una botella de whisky escocés de edición limitada. Las bandejas de aperitivos, cuidadosamente seleccionados, incluían quesos finos, frutos secos y canapés elaborados, presentados en vajilla de porcelana blanca con detalles dorados.
A un lado, una chimenea moderna con marco de mármol blanco irradiaba un calor tenue, mientras una hilera de sillas de respaldo alto tapizadas en cuero negro ofrecía un lugar adicional para sentarse. Los detalles de la sala, como los candelabros de pared en bronce envejecido y las alfombras persas en tonos cálidos, reforzaban la atmósfera de lujo sin exceso. En una esquina, un carrito de bar de diseño art déco exhibía botellas de licor Premium, vasos grabados y una cubitera de plata reluciente. Los asistentes, vestidos de manera impecable con trajes hechos a medida, se movían con cautela, sus conversaciones bajas y medidas contribuyendo a la sensación de exclusividad.
La atmósfera era refinada y calculada, un lugar donde cada detalle hablaba del poder y la influencia del anfitrión, pero también de su habilidad para crear un ambiente cómodo y funcional para el cierre de tratos. Wolfshade Hall, en ese momento, no era solo una casa; era el centro de un imperio envuelto en un aura de respetabilidad.
Billy apenas podía bajar las escaleras bajo ese arnés, pero en cuanto se percato de la cantidad de ojos que se clavaron en él, sintió que podría correr escalera arriba, pero ”su amo” sostenía fuertemente su cadena. Por un instante todos los murmullos pararon, para luego comenzar nuevamente. Era claro que él era el centro de atención
!Lucius! — dijo su amo — bienvenido — y le estrecho la mano a un rubio que cargaba un bastón como si viviese a finales del siglo XVIII
Veo que encontraste un remplazo para Lunático — dijo el hombre examinando a Bill con la mirada
Reemplazo... no creo — dijo Fenrir mirando a Bill de una manera que el pelirrojo deseo poder empequeñecerse hasta desaparecer — pero es un verdadero diamante en bruto, que encantado puliré si se queda con nosotros — añadió ante la mirada de Bill — Severus, para mí, el hombre del momento — dijo estrechándole la mano a un hombre de figura delgada y pálida, con cabello negro y lacio que enmarcaba un rostro anguloso de expresión severa. Sus ojos oscuros y penetrantes parecían escudriñar el alma de quienes lo miraban.
Así que este es el nuevo juguete que te conseguiste — dijo Severus inclinándose para verlo más de cerca, lo que hizo que instintivamente Bill se acercara más a la pierna de Fenrir — ¿ya empezó o...?
Mañana grabara los promocionales — dijo su amo acariciándole el cabello — ya está todo listo
¿Y se puede como nos va a sorprender tu genialidad? — pregunto Bellatrix sonriendo
Si te lo digo ya no será sorpresa — replicó Fenrir haciendo reír a todos a su alrededor, mientras él le guiñaba el ojo a Bill
Siguió caminando. Su mirada serena y dominante recorrió el salón, donde ya esperaban sus invitados, distribuidos en pequeños grupos alrededor del sofá y las sillas de la sala. Los asistentes, hombres y mujeres vestidos con atuendos de alta costura, interrumpieron sus conversaciones al notar su presencia. Fenrir no necesitó elevar la voz; un simple asentimiento bastó para que todos entendieran que era momento de comenzar. Aunque a quien realmente miraban era a su mascota. Se acercó al carrito de bar donde uno de sus empleados le ofreció una copa de whisky. La tomó con un gesto firme, pero no bebió de inmediato. En lugar de eso, pronunció unas palabras de bienvenida, breves y cargadas de autoridad, que establecieron el tono de la velada. Los presentes respondieron con murmullos de aprobación y asentimientos corteses.
Un mayordomo apareció discretamente junto a la puerta del comedor, anunciando con voz neutra que la cena estaba lista. Fenrir hizo un leve movimiento con una mano, invitando a sus invitados a dirigirse hacia la mesa, mientras con la otra sostenía firmemente la correa de Bill. Uno a uno, abandonaron la sala y entraron en el comedor, guiados por el personal que los conducía con precisión hacia sus lugares asignados. La transición entre la sala y el comedor fue fluida, casi coreografiada. El ambiente seguía siendo relajado pero formal, con una música instrumental suave de fondo que añadía un toque de sofisticación. Fenrir se colocó al frente de la mesa principal, ocupando el asiento central, mientras observaba cómo todos tomaban sus lugares. Su gesto satisfecho y la manera en que se acomodó la solapa de su traje indicaban que la noche estaba desarrollándose exactamente como lo había planeado.
La cena transcurrió en un ambiente cargado de formalidad y exclusividad. La larga mesa de madera oscura estaba impecablemente preparada, con candelabros de plata que arrojaban una luz cálida sobre la vajilla de porcelana blanca y los cubiertos de oro. El murmullo de las conversaciones era bajo, como si cada palabra estuviera medida para no romper el equilibrio del momento. A los pies de Fenrir, Bill descansaba obedientemente, envuelto en un silencio absoluto. Vestía un arnés de cuero oscuro que parecía fusionarse con su cuerpo, con correas que delineaban su postura sumisa. Se mantenía con las manos y las rodillas en el suelo, una imagen deliberadamente humillante que contrastaba con el refinamiento de los comensales, quienes no dejaban de alabar su sumisión.
Cada cierto tiempo, uno de los empleados de Fenrir, vestido con discreción, se acercaba al lugar donde se encontraba Bill para depositar en un pequeño plato algunos restos cuidadosamente seleccionados de los mismos platillos que se servían en la mesa. Estos eran colocados directamente frente a él, que comía con movimientos silenciosos y contenidos, cumpliendo perfectamente con el papel que le habían asignado. Fenrir, mientras tanto, mantenía una conversación animada con sus invitados, aparentemente ignorando la presencia de la figura a sus pies, aunque ocasionalmente su mano descendía de forma casi casual para dar una caricia breve y posesiva sobre la cabeza del pelirrojo. Ese gesto, aunque sutil, no pasaba desapercibido entre los asistentes, quienes intercambiaban miradas maravilladas y alabando el aire de autoridad que Fenrir imponía.
La velada continuó con platos exquisitos que llegaban en una sincronización impecable, desde una entrada ligera hasta un plato principal elaborado. Los comensales brindaron varias veces con vinos cuidadosamente seleccionados, mientras el personal mantenía cada detalle bajo control. Todo, desde las conversaciones hasta la música suave que resonaba en el fondo, parecía diseñado para resaltar el poder de Fenrir sobre aquel espacio, y, sobre todo, sobre las personas que lo rodeaban. Era humillante, pero si llegaba al final de la noche, podría liberarse de ese infierno
La cena terminó con un postre delicado servido en copas de cristal, acompañado por una selección de licores dulces que los invitados degustaron mientras la conversación se tornaba más relajada. Fenrir permanecía en el centro de todo, liderando las interacciones con una mezcla de carisma y control. Su voz, grave y precisa, marcaba el ritmo de la velada, atrayendo la atención con cada palabra.
Cuando los platos fueron retirados, los invitados se movieron nuevamente al salón principal, donde el carrito de bar fue reabastecido con bebidas más fuertes servidas en copas de cristal cortado. Algunos se acomodaron en los sofás mientras otros exploraban la habitación con curiosidad, admirando los detalles decorativos. Fenrir, siempre atento, mantenía una sonrisa contenida mientras observaba cómo los demás se desenvolvían en su territorio.
Fenrir, siempre en control, se movía entre los presentes con la naturalidad de un anfitrión experimentado. Su presencia dominaba el espacio, y aunque sus palabras eran escasas, cada mirada y cada gesto parecían orquestar el ritmo de la reunión. Billy permanecía cerca, siempre a una distancia prudente pero visible, siguiendo las instrucciones silenciosas de su dueño. Cuando Fenrir se detenía a conversar, él permanecía inmóvil a su lado, observando en silencio desde su posición inferior. Las miradas de los invitados se posaban sobre ella, una mezcla de incomodidad y fascinación contenida que nadie osaba expresar en voz alta.
Un pianista, ubicado en un rincón del salón, comenzó a tocar una melodía suave y envolvente, añadiendo una capa más de sofisticación a la atmósfera. Algunos invitados se dedicaron a conversaciones privadas, otros tomaron copas de vino junto a la chimenea, mientras Fenrir vigilaba todo desde el centro, como un depredador en su territorio.
En algún momento, Fenrir se sentó en uno de los sofás, y a sus pies lo hizo Bill siempre cumpliendo con su papel, ahora recostado junto a su sillón en una postura sumisa pero relajada. Un gesto casi imperceptible de Fenrir era suficiente para que uno de los empleados trajera un pequeño cuenco con agua, que fue colocado frente a la mascota, reforzando la imagen cuidadosamente diseñada.
La noche avanzó, y los invitados comenzaron a despedirse uno por uno, inclinándose ligeramente ante Fenrir en señal de respeto. Algunos intercambiaron apretones de manos formales; otros simplemente ofrecieron una mirada de asentimiento antes de cruzar las puertas del vestíbulo. Fenrir respondía con cortesías calculadas, observando cómo sus empleados los acompañaban hasta los autos estacionados en la entrada.
La noche se alargó en un ritmo pausado, hasta que poco a poco los asistentes comenzaron a retirarse. Uno a uno se acercaban a Fenrir para estrechar su mano o intercambiar palabras de despedida, expresando su gratitud por una velada impecable. Él respondía con una sonrisa mínima y un asentimiento que cerraba cualquier interacción con su aire de superioridad natural. Finalmente, el último invitado cruzó las grandes puertas de Wolfshade Hall , y el eco de sus pasos se desvaneció en la noche. Fenrir, ahora solo con su mascota y algunos empleados que comenzaban a recoger discretamente, soltó un suspiro breve, más de satisfacción que de cansancio.
extendiendo una mano hacia la correa que descansaba sobre un mueble cercano y la enganchada al arnés. Con un tirón suave pero firme, indicó el camino hacia las escaleras.
Vamos, bonita — dijo es hora d relajarnos — ordenó, su voz firme y sin necesidad de elevarse.
Bill obedeció de inmediato, colocándose en posición detrás de Fenrir mientras este ascendía las escaleras hacia su habitación. Los pasos de ambos resonaban en el silencio de la mansión, ahora vacía de la presencia de extraños. Subieron juntos por el amplio y silencioso corredor que conducía a su habitación. Los empleados, ya acostumbrados a aquella rutina, desaparecieron como sombras, dejando el espacio completamente libre para su amo. Al llegar, Fenrir abrió las puertas de su dormitorio, soltó la correa y la cerró con un clic seco, marcando el final de la noche. Cerró la puerta tras de sí, dejando fuera el mundo exterior. Sin palabras, le quito el arnés y caminó hacia el armario para despojarse del traje que había llevado durante la noche, mientras Bill aguardaba en silencio, expectante ante lo que él pudiera decidir para lo que quedaba de la noche.
Volvió completamente desnudo y le hizo una seña a Bill para que subiese a la cama mientras él se acostaba. El pelirrojo obedeció en completo silencio, colocando su cabeza sobre el pecho de su amo
Hoy hiciste un trabajo extraordinario – dijo Fenrir acariciando su pelo perezosamente – y como lo prometí, vamos a hablar d tu libración – Bill lo miraba expectante. ¡Por fin saldría de ese infierno! - cómo te habrás dado cuenta, manejo la red de prostitución más grande dl mundo. Y desde hace unos meses, tú eres la estrella principal. Tus videos son los más... ¡Todos te aman! Así que la propuesta es la siguiente. durante cinco días, en locaciones especiales grabaremos cinco videos con diferentes temáticas. Una por día. Tendrás escenografía, vestuario, maquillaje ¡todo! - Y Bill dio unos pasos hacia atrás – solo piénsalo. Cinco días, cinco personajes diferentes – Bill intenta ponerse de pie cuando la pantalla del televisor se activa – no salgas del personaje, ¡o ellas entraran en él! - cuando Bill miro hacia el aparato, un terror sin precedente ¡Eran Molly y Geny! Conversando con quienes las grababan, y se las veía bastante animada – solo cinco días y todos serán libres ¿cuál es tu respuesta? – Bill solo cerró los ojos. Su destino estaba sellado
Despertó cuando los primeros rayos de sol iluminaban la habitación donde estaba. El cuarto tenía paredes pintadas en tonos pastel, con pegatinas de nubes y estrellas. Intento levantarse, pero no pudo, sus movientes eran torpes. No coordinados. Miró hacia un lado. Y solo vio ¿barrotes? Y ¿Qué era ese aroma? Estaba en una esquina, se encontraba su cuna blanca, decorada con sábanas suaves con estampados de princesas. Cerca de la ventana, un pequeño mueble contenía juguetes de colores vivos, como un mordedor en forma de jirafa, cubos apilables y un peluche de conejo que parecía ser su favorito.
Intento hablar, pero solo podía dar balbuceos mientras agitaba sus manos descoordinadamente. Se miro a sí mismo y vestía un body de algodón rosado con estampados de flores, y calcetines blancos con puntitos. ¿Qué rayos pasaba? La puerta se abrió y Fenrir entro por ella sonriendo. Vestía imponente con una camisa blanca de lino, desabotonada en la parte superior, dejando entrever el inicio de su clavícula y dando un aire de comodidad. Los puños de las mangas estaban ligeramente arremangados, mostrando sus antebrazos fuertes y tatuados, una especie de contraste entre lo pulcro y lo salvaje. Sus pantalones eran de un tejido suave, probablemente lana fina o algodón de alta calidad, en un tono gris oscuro. Le quedaban perfectamente ajustados, lo suficiente para marcar su porte elegante, pero con un corte que le permitía moverse con libertad. Iba descalzo, dejando ver sus pies bien cuidados, lo que aportaba un toque terrenal a su imagen.
En sobre su muñeca derecha, llevaba un reloj sencillo con correa de cuero negro, una pieza que hablaba de su buen gusto sin ser ostentosa. Su cabello oscuro estaba peinado hacia atrás de manera casual, como si lo hubiera hecho con las manos, y su barba corta estaba bien delineada, manteniendo ese equilibrio entre lo desenfadado y lo impecable. A Bill le asusto la manera en la que se movía, con una naturalidad que denotaba dominio del espacio. En una mano sostenía un biberón, mientras que en la se acomodaba el cabello. Se inclino sobre la cuna y lo tomo en brazos. Bill quiso protestar, pero solo podía lanzar gorjeos
Lo saco de la cuna y colocándolo sobre el cambiador le abrió su body, luego le quito un ¿Pañal? que por cierto estaba completamente sucio. ¿Por qué no había ido al baño? Quiso protestar, pero Fenrir le mostro un mordedor con forma de lobo que ¿lo emociono? Completamente ¿Qué rayos pasaba allí? A medida que le ponía talco para las rozaduras, lo acariciaba en sus partes íntimas y él lanzaba pequeños gritos, que aumentaban cuando un dedo rozaba su entrada. Fenrir le hablaba como un bebe, y él no podía reaccionar de manera entusiasta al estimulo. Después que estuvo vestido, lo levantó y lo coloco sobre su cadera mientras con una mano lo sostenía por los glúteos, con la otra lo tomaba suave de la parte de atrás de la cabeza y lo besaba apasionadamente
Al bajar al comedor, se sentó en la cabecera de la mesa y acomodó a sobre sus piernas. Se abrió los primeros botones d su camisa y acerco su tetilla a los labios de Bill, quien entendió rápidamente y tomo con los labios. Fenrir sonrió y poniendo toda su atención en la mesa, comenzó a degustar su café. ¿Por qué se sintió bien? ¿Y por qué realmente se sentía protegido? ¡Él no quería estar allí! Bill no pudo evitar sonrojarse cuando Fenrir lo miro y sonrió. En un determinado momento se abotono la camisa y le acerco a los labios una cuchara con papilla. Tímidamente el pelirrojo abrió los labios y la tomo. Era de plátano, sintió el impulso de tomarla con las manos, y termino con su cara cubierta de comida. Fenrir lo limpio con una servilleta húmeda después de cada bocado. Terminada lo coloco en un cochecito y lo llevo a su despacho, donde lo colocó sobre una manta de juegos que tenía juguetes coloridos: un sonajero, bloques apilables y su peluche favorito en forma de dragón. Por alguna razón, Bill sintió el impulso de jugar, aunque sus movimientos no fueran coordinados, incluso intento llevárselo a la boca. Estuvo un rato solo, lo cual le dio un cierto sentimiento de tristeza, cosa que no entendía el porqué. La hora del almuerzo no fue muy diferente del desayuno. Fenrir lo tomo en brazos y le dio un biberón con un licuado extraño
Durante la tarde, el Bill tomó una siesta en su cochecito en la oficina de Fenrir. Estaba cubierto con una manta suave que olía a lavanda, mientras la luz del día entraba tenuemente por la ventana. Cuando despertó, emitió pequeños grititos de entusiasmo. Fenrir lo levantó y lo llevó al sofá, donde ambos jugaron mientras el bebé reía a carcajadas, mientras le cambiaban el pañal, recibiendo múltiples estimulaciones en sus partes íntimas.
Si tan solo supieras lo hermoso y perfecto que eres – dijo Fenrir viendo el manojo que Bill era gracias a sus caricias
Al llegar la noche, el baño formaba parte de su rutina. Bill chapoteó en el agua tibia mientras Fenrir le lavaba suavemente el cabello. Después del baño, lo vistió con un pijama azul decorado con el rostro de un lobo y lo acunó hasta que sus ojos empezaron a cerrarse. Finalmente, lo dejaron en su cuna, donde el suave resplandor de una lámpara en forma de lobo lo acompañaba hasta quedarse dormido profundamente.
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Esa mañana, la niña se despertó lentamente, frotándose los ojos con sus pequeñas manos. Miró a su alrededor. La habitación estaba decorada con colores pastel y adornos de flores y mariposas. Su cama pequeña, cubierta con una colcha rosada con estampados de unicornios, estaba rodeada de muñecos de peluches. Saltó de la cama con entusiasmo y corrió hacia el cuarto de baño. Fenrir entro y, después de quitarse la ropa, entraron a la tina. Bill jugaba con las burbujas mientras el otro hombre lo acariciaba dejando besos en su espalda. Bill obedeció cuando se le ordenó colocarse boca abajo sin dejar de jugar con las burbujas
Papi, me hashees coquillas – dijo removiéndose mientras un dedo entraba por sus glúteos
¿Y a la niña linda de papi, le gustan estas cosquillas? – preguntó Fenrir
Muto – dijo Bill cerrando los ojos ¿Por qué se sentía tan bien? ¿Y por qué hablaba como retrasado mental?
Date la vuelta, princesa y siéntate en las piernas de papi
Ti – dijo Bill obedeciendo
¿Cómo se siente? – pregunto el mayor empujando un poco las caderas hacia adelante
Boñito – dijo Bill, aunque no era esa la palabra en la que había pensado y lanzo una carcajada infantil, aunque lo que quería en realidad era llorar
Saliendo del baño, la vistió con un vestido amarillo con volantes y zapatillas blancas. Bajaron al comedor , donde ya le había servido un plato de cereal con leche y frutas cortadas.
Al terminar de comer, Fenrir la llevó al jardín. Allí jugó con su triciclo, pedaleando de un lado a otro mientras el viento despeinaba su cabello. También recogió flores del césped, las cuales guardaba en un pequeño balde para "hacer pociones mágicas".
Por la tarde, después de almorzar, Billy sintió mucho sueño y no pudo evitar tomar una siesta ligera en el sofá, abrazando a su lobo de peluche favorito. Cuando despertó, sacó su caja de juguetes y organizo un desfile de muñecas en el suelo, inventando historias mientras las movía de un lado a otro, mientras Fenrir trabajaba en su portátil
Al caer la noche, Fenrir se bañó con él en una tina llena de espuma. Después del baño, el hombre le ayudó a ponerse un pijama celeste con dibujos de estrellas. Cenaron juntos en la mesa, y luego, antes de dormir, la niña se sentó en su cama para dibujar en su cuaderno, llenando las páginas con figuras de colores.
Finalmente, se acostó bajo su colcha de unicornios mientras Fenrir le daba un beso en la frente. Poco a poco, cerró los ojos y se quedó dormida, mientras la luz tenue de una lámpara de noche proyectaba suaves sombras en las paredes.
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Billy despertó con el murmullo de voces. Miro a su alrededor y se cuenta que estaba en un dormitorio compartido. Alrededor de su cama había cortinas pesadas de terciopelo burdeos. se levantó de su cama con sábanas blancas impecablemente almidonadas, aunque las de su lado estaban revueltas. Salió de detrás de las cortinas y vio que había otras cuatro camas, y cuatro chicas
Bill, date prisa – dijo un moreno – el profesor Fenrir ya va empezar su clase – vestía un uniforme de colegio bastante diminuto – yo estoy retrasada para mi clase con el profesor Malfoy – y salió lo más deprisa que pudo
La habitación estaba decorada con muebles de madera oscura. Billy escucho el sonido insistente de una campana que resonaba por los pasillos de piedra antigua. Fue al baño y tomo una ducha. Al salir busco ropa y todo lo que encontró fue una falda gris tableada que le llegaba justo por encima de las rodillas, una camisa blanca con el cuello almidonado, un suéter negro con detalles en dorado y un lazo rojo que debía ir perfectamente atado. Ni loco se pondría eso.
Señorita Weasley – dijo una voz detrás de la puerta – está muy retrasada. Felicidades acaba de ganar una detención con el director Greyback – y se alejó ¿acaso no fue él quien hablo?
Al salir al pasillo vio varios hombres vestidos también de colegiala, por lo que decidió imitar su peinado. recogido Su cabello pelirrojo en una coleta alta, aunque algunos mechones rebeldes caían sobre su rostro. En el comedor, durante el desayuno, Billy fue sorprendida leyendo una nota que le había deslizado su compañera de mesa, lo que hizo que la profesora de etiqueta, el señor ¿Greyback?, la llamara inmediatamente para reprenderla por "conducta poco decorosa". Billy bajó la cabeza con una expresión de miedo cundo el hombree se paró detrás de su silla y coloco sus manos sobre los hombros del pelirrojo mientras los acariciaba haciendo que Bill se estremeciera.
En clase de historia, Billy fue llamada nuevamente a la oficina del profesor Greyback, después de haber hecho comentarios sarcásticos sobre la "relevancia" de aprender las genealogías de familias nobles. El profesor, visiblemente molesto, la envió directamente al director adjunta, que también era él, quien le dio un discurso largo sobre el respeto y la disciplina. Billy se quedó sentado en la silla de cuero del despacho, temblando de miedo mientras Fenrir le acariciaba los muslos.
A la hora del almuerzo, Billy fue vista organizando un juego clandestino de cartas en un rincón del jardín, lo que provocó que la profesora de deportes la reprendiera. "Weasley, ¿es que nunca puedes comportarte como una joven digna de este internado?", le dijo con severidad.
La cúspide de su día llegó cuando fue llamada al despacho del director. Aparentemente, una carta anónima lo había informado de que Billy había ayudado a colocar una rana en el armario de la sala de música, causando un caos cuando las alumnas gritaron al encontrarla. El director Greyback suspiró mientras Billy mantenía un semblante de total inocencia.
Señorita Weasley, si no mejora su conducta, me veré obligado a informar a sus padres – Billy asintió con una expresión solemne, mientras tomaban su barbilla para besarlo haciéndolo temblar – aunque creo que eso no bastara. Póngase de pie y apoye las manos en mi escritorio
¿Qué va hacer? – dijo Bill nervioso
Mi trabajo, educarla – dijo Fenrir – de pie y apoye las manos en mi escritorio. Billy obedeció y al instante sintió una mano bajo su falda – ¡que piel tan suave tiene!
Por favor no – gimió Bill sintiendo el dedo que se abría paso en él
Fue muy mala y debe ser reprendida – escucho mientras sus dedos eran remplazados por algo más grueso
¡Profesor! – gimió Bill echando la cabeza hacia atrás
Niña mala – dijo Fenrir con voz entrecortada y dos gritos al unisonó resonaron en la oficina
La luna ya estaba en lo alto cuando Billy se quitó los zapatos negros brillantes que habían acumulado polvo después de correr por el jardín. Mientras se sentaba en su cama, repasaba mentalmente cada reprimenda recibida. Para Billy, un día en el internado no era interesante si no incluía al menos una visita al despacho de algún profesor. Se quito la ropa, y se metido a la cama usando únicamente sus bragas rosadas. Escucho un clic en la puerta y su pulso se aceleró.
Señorita Weasley – dijo el director Fenrir – supe que no fue a su clase de gimnasia. Lo lamento, pero eso amerita un nuevo castigo – y Bill sonrió mordiéndose el labio
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Despertó con los primeros rayos de luz atravesaban las ventanas altas y llenaban de sombras los muros de piedra gris. Miro a su alrededor, y vio el uniforme colgado tras la puerta. consistía en un sencillo vestido negro ajustado a la cintura, con un delantal blanco que contrastaba con la sobriedad del atuendo. Llevaba zapatos taco alto. Fue al baño se ducho y se vistió como todos los días ¿o no hacia esto todos los días? Fue a la cocina, donde preparo el té de la mañana y se aseguró de que todo estuviera en orden antes de que Fenrir se levantara. Después, tomo un balde de agua con jabón y un cepillo para comenzar la limpieza del salón principal. Allí, arrodillado en el suelo de madera oscura, restregaba las manchas con movimientos firmes, sus manos rojizas por el contacto constante con el agua fría. Rato después, Fenrir paso por el lugar, y aunque sus pasos eran silenciosos, Billy sintió la intensidad de su mirada, lo que la hizo trabajar aún más rápido.
Te vez linda así – dijo Fenrir
Gracias amo – contesto Bill sonrojado
Mañana es un día importante para mí – continuo el dueño de casa – llega alguien a quien quiero mucho, y necesitó que todo este perfecto
Le prometo que me encargare personalmente – dijo Bill sonriendo
Y yo prometo que te lo sabre compensar – dijo Fenrir acariciándole los muslos por debajo de la falda – tal como te gusta – subiendo hasta su entrepierna
¿Y falta mucho? – preguntó Bill y algo dentro de él lucho para abrirse paso a través de su mente para recriminarle esa pregunta
Solo un par de días y serás libre – dijo el mayor – ahora arrodíllate. Hora de desayunar
Más tarde, Bill se dirigía al gran ventanal del estudio, donde debía limpiar los cristales que se alzaban a varios metros del suelo. Subido en una escalera alta, equilibraba un trapo húmedo en una mano y un cubo colgado del otro lado del peldaño. Desde ahí, podía ver el vasto jardín que rodeaba la casa, aunque no tenía tiempo para admirarlo demasiado. En una ocasión, al intentar alcanzar la esquina superior del vidrio, casi perdió el equilibrio, pero logró sostenerse justo a tiempo, dejando caer el trapo al suelo.
A mitad del día, Fenrir lo llamó para limpiar las estanterías de su biblioteca personal. El lugar estaba lleno de libros antiguos, algunos demasiado pesados para que Billy los moviera con facilidad. Se subió de nuevo a una escalera para alcanzar los estantes más altos, soplando suavemente el polvo acumulado antes de pasar el trapo. Desde abajo, Fenrir la observaba en silencio, sus ojos fríos siguiéndolo mientras trabajaba.
Excelente trabajo cachorrita – dijo mirando bajo su falda
Por la tarde, Bill regresó al salón, donde se encargó de encerar el suelo. Permaneció otra vez de rodillas, pasando un paño con movimientos circulares hasta que la madera brilló como un espejo. Cuando terminó, sus manos estaban ásperas, y un leve cansancio pesaba en su cuerpo, pero no se permitió detenerse. Al anochecer, después de preparar la cena, se retiró a su pequeña habitación en la parte trasera de la casa. Aunque estaba agotado, se sentó junto a la ventana y mirar la luna antes de acostarse, preguntándose qué le depararía el día siguiente en esa casa y hasta cuando duraría ese calvario