
El Primer Hechizo
Después de enfrentar a su madre, Hadrian había comenzado a comprender que la única manera de controlar su destino era confrontar su linaje y recuperar algunas cosas que había perdido, comenzando por su padre: Tom Riddle.
Severus por su parte, estaba devastado por el daño que había causado al destruir a su marido. La culpa lo carcomía, aunque reconocía que había sido un engaño, deseaba enmendar su error. La verdad por fin había salido a la luz.
Juntos, comenzaron a buscar más información sobre el Ritual de Anima Et Corpus, el hechizo de resurrección. Pero recuperar a Tom no sería una tarea sencilla.
"Escucha cariño, si vamos a traer a tu padre de vuelta, necesitamos hacerlo con cuidado". La voz de Severus era grave, como siempre, pero ahora tenía una nota de preocupación que Hadrian no había escuchado antes.
Hadrian asintió. "Cómo lo haremos, madre?" preguntó. Su voz llena de determinación.
Severus lo miró a los ojos, una mirada que parecía contener orgullo.
"Existen antiguos rituales que podrían traer a alguien de vuelta de la muerte, pero no son simples...Aunque....hay un artefacto antiguo, uno que Dumbledore y otros magos han estado buscando por siglos: El Cáliz de la Muerte. Es capaz de revivir a los muertos, pero a un gran costo".
Hadrian frunció el ceño. Sabía de eso, pero solo había sido mencionado en las historias, nunca creyó que realmente existiera.
"Y dónde lo encontramos?" preguntó, con la voz más baja, como si temiera que alguien pudiera escucharlos.
"En el lugar más inesperado" respondió Severus, su tono sombrío. "Tu casa. La antigua mansión de tu padre. Entre las profundidades de las penumbras, está el calíz. Dumbledore ha querido, por años, invadir esa parte de la mansión pero tu padre lo protegió, con magia negra, potente y poderosa. El viejo tiene vigilada tu mansión, la ha tenido por años. Quería asegurarse de que nadie la obtuviera antes, pero, con nuestra fuerza y tu sangre, tendremos una oportunidad."
Hadrian sabía que esta batalla sería diferente. No solo debía enfrentarse a la mujer que había destruido una familia, sino también a su propia familia, la familia que había sido manipulada y quebrada por secretos oscuros. La decisión de recuperar a Tom Riddle y restaurar su lugar como líder en el mundo mágico lo llevaba a este momento de confrontación.
....
El aire de la mansión estaba impregnado con una tensión palpable. Hadrian caminaba por los pasillos, el eco de sus pasos resonando fuertemente.
La mansión que había sido su hogar ahora parecía extraña, casi ajena, invadida por la sombra de las mentiras que Albus Dumbledore y Narcissa habían tejido.
La puerta de la sala principal estaba entreabierta, y al asomarse, Hadrian vio la escena que había temido. Lucius estaba sentado en un sillón, con la mirada distante, vacía. En su regazo, Narcissa, acariciando levemente su largo cabello rubio.
La mujer se levantó rápidamente al escuchar los pasos de Hadrian. Su expresión no cambió, pero la tensión era palpable. Había esperado este momento, lo sabía. Ha planeado por mucho tiempo que hacer al regreso de Hadrian, convencida de que podía manipular a Lucius y tomar el control de la familia Malfoy una vez más.
"Hadrian..." dijo con tono venenoso. "Sabe Dumbledore que estás aquí? Este es el lugar de Lucius y mío. Te advierto que no tienes nada que buscar aquí."
Hadrian apretó la varita en su mano, sintiendo cómo la magia crepitaba a su alrededor.
"Lucius es mío." respondió Hadrian con firmeza, su voz cargada de emoción. Sus ojos buscaron los de Lucius, pero el hombre que amaba parecía no reconocerlo. Era como si un velo oscuro hubiera caído sobre su mente, empañando sus recuerdos y su corazón.
"¿Tuyo dices? Lo perdiste, Hadrian. ES MIO." gritó, su voz llena de furia. Con un movimiento rápido, apuntó hacia él, lanzando un hechizo de ataque.
Hadrian no dudó, rápidamente, levantó su varita y conjuró un escudo protector. El hechizo de Narcissa chocó contra la barrera con un ruido sordo, y la fuerza del impacto hizo que las paredes de la sala vibraran.
"No voy a dejar que sigas controlando a lucius" gritó Hadrian, su varita levantada, preparado para atacarla. Los hechizos rebotaban por la habitación, destruyendo los adornos de la mansión.
Lucius, que había estado mirando en silencio, se levantó lentamente de su sillón, movido por las manipulaciones de Narcissa. Sus ojos parpadearon, sin vida. Miró a Hadrian, y lo atacó.
"Lucius!..." gritó Hadrian, su voz llena de tristeza, evitando sus ataques. "Recuerdame cariño!" Gritó Finalmente quebrandose. "estoy aquí por ti, por los niños."
Narcissa se adelantó, tratando de proteger a Lucius de las palabras de Hadrian.
"No lo escuches, Lucius!" gritó Narcissa. "Quiere engañarnos!"
Lucius apretó los puños, como si estuviera luchando contra algo en su mente.
"Lucius, mírame, amor. No dejes que ella te quite lo que somos. Recuerda nuestra boda, recuerda el amor que compartimos."
"yo… no puedo recordar… " su voz temblaba, sosteniendo su cabeza, un dolor agonizante lo azotó.
Hadrian, decidido a liberar por completo a su esposo, levantó la varita. Con una mirada decidida y conjuró.
Lucius parpadeó, y en ese momento, una oleada de recuerdos comenzó a invadir su mente. Imágenes de Hadrian, de sus hijos, de momentos compartidos, vinieron a él con claridad absoluta. Vio su boda con Hadrian, vio a sus tres hijos creciendo bajo su techo, escuchó las promesas que se habían hecho. Todo volvió a él con fuerza.
"Hadrian... " dijo Lucius, su voz rota de emoción.
Hadrian, con lágrimas en los ojos, corrió hacia él, abrazándolo con fuerza.
"Lo siento tanto..." sus ojos, ahora claros y llenos de amor, se posaron en él. No había confusión, solo comprensión.
"No importa, lo importante es que estás de vuelta. Estamos juntos."
Narcissa, viendo cómo perdía el control, intentó escapar, pero Severus, sin perder tiempo, levantó su varita. Una esfera de energía la rodeó, inmovilizándola por completo.
"Nunca más" dijo con voz grave." No volverás a hacerle daño a mi familia."
El enfrentamiento había terminado, pero el impacto de todo lo ocurrido todavía se sentía en el ambiente. Narcissa permanecía atrapada en la jaula de luz conjurada por Severus, sus intentos de escapar frustrados por la fuerza mágica que la mantenía inmóvil.
Lucius levantó una mano temblorosa y la colocó sobre la mejilla de Hadrian, como si temiera que esto fuera un sueño más que una realidad.
Tres figuras pequeñas aparecieron en la entrada de la sala, asustados, con lo ojos llenos de lágrimas y confusión.
"¿Papá?" preguntó uno de ellos, acercándose. Su voz era temblorosa, insegura.
Lucius se giró hacia ellos, su corazón encogiéndose al ver el miedo y la incertidumbre en sus miradas. Se levantó lentamente, tendiendo una mano para que se acercaran.
"Hijos míos..." dijo con la voz rota, sus ojos llenos de lágrimas. "Lo siento tanto. Tenían razón cuando decían que esa bruja no era vuestra madre, no recuerdo todo lo que les dije o hice, pero sé que los lastimé. Por favor, perdónenme."
"papá!" gritaron mientras lo abrazaba con fuerza. Lucius los sostuvo a los tres, llorando abiertamente mientras les susurraba disculpas y palabras de amor. Hadrian observó la escena, su corazón lleno de emoción.
"Papá" empezó Draco, con su voz un poco insegura. "Hmm… si la bruja no es nuestra madre… ¿entonces quién es?"
La pregunta cayó como una pequeña bomba en la sala. Hadrian sintió su corazón detenerse. Este era el momento que había esperado, el momento crucial: que sus hijos entendieran la verdad.
"Draco, yo soy vuestra mamá" respondió. "Soy mamá y siempre lo he sido, incluso cuando las cosas no estaban claras para ustedes… o para mí." Hadrian sonrió suavemente y se inclinó un poco hacia ellos.
Scorpius frunció ligeramente el ceño. "Pero cómo puede ser eso? Siempre pensé que mamá era…" se interrumpió, mirando de reojo a Lucius y recordando los años en que Narcissa había estado en sus vidas.
Lucius, con un suspiro, decidió intervenir.
"Lo que Narcissa hizo fue confundirlos a propósito, Scorpius. Ella, junto a otras personas, les hizo creer que era su madre, pero eso no era verdad. Hadrian fué quien los trajo al mundo, quien los amó desde el principio." Hadrian asintió, sus ojos llenos de emoción.
James, el más pequeño, en cambio, parecía más incredulo. Sus manos jugaban nerviosamente con el borde de su túnica, y evitaba mirar directamente a Hadrian.
"Pero… Narcissa nos cuidó. Ella es nuestra mamá" murmuró en voz baja.
Hadrian sintió un dolor punzante en el pecho. James no lo decía con crueldad, pero las palabras eran un recordatorio del tiempo perdido.
"Cariño" con voz suave, se arrodilló sosteniendo las manos de su hijo.
"No pude decirles antes porque no sabía cómo. Esas personas no solo lo manipularon a ustedes, sus recuerdos y los de Lucius, sino también los míos. Durante mucho tiempo, ni siquiera recordaba que ustedes eran mis hijos."
Levantó su brazo y acercó a los tres, con ojos llorosos añadió. "Sé que esto puede ser confuso para ustedes, especialmente después por todo lo que han pasado, pero quiero que sepan algo muy importante: los amo más que a nada en este mundo. Ser su mamá es el mayor regalo que jamás he recibido."
James lo miró con los ojos entrecerrados, como si intentara medir la verdad en sus palabras.
"Siempre sentí que había algo raro… algo que no encajaba con Narcissa." Dijo Draco antes de ser el primero en moverse. Sus ojos brillaban con lágrimas mientras se lanzaba hacia Hadrian, abrazándolo con toda la fuerza que su pequeño cuerpo podía reunir. Hadrian lo envolvió en sus brazos, sintiendo cómo sus propias lágrimas caían por sus mejillas.
Scorpius observó la escena por un momento antes de tomar una decisión. Lentamente caminó hacia ellos, sus pasos lentos y timidos. James, todavía un poco dudoso, finalmente se unió al abrazo.
Lucius, que había estado observando con emoción, se acercó, jaló a Severus y envolvió a todos en un abrazo colectivo.
"Los amo más de lo que pueden imaginar, les prometo que nunca más permitiré que alguien nos separe, aunque, todavía falta alguien a quien quiero recuperar" exclamó con voz suave, limpiandose todo rastro de llanto.
....
"¿Estás seguro de esto, amor?" preguntó Lucius, su voz cargada de preocupación.
Hadrian asintió, decidido.
"Es mi padre. Haré lo que sea necesario para traerlo de vuelta."