Draco Malfoy y los Dioses Mitológicos

Harry Potter - J. K. Rowling Percy Jackson and the Olympians - Rick Riordan
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Draco Malfoy y los Dioses Mitológicos
Summary
Draco estaba jodido en términos generales.Él no sabe el momento exacto en el cuál todo se fue a la mierda. Sólo recuerda que estaba con su Madre en Londres muggle -por favor, no le digan eso a su padre o lo matará, gracias- y apareció esa cosa con una apariencia grotesca con cuerpo delgado y alas de murciélago. Probablemente hubiera estado encantado como el fanboy que era de la Mitologia al ver a una criatura tan parecida a una furia si no fuera porque esa criatura lo estaba persiguiendo para matarlo, literalmente. No entiende porqué ningún muggle lo ayudaba -después de todo, nunca creyó en todos esos prejuicios que su padre pasaba dia y noche intentando que aprendiera- ¡y en definitiva no estaba siendo nada discreto al pedir ayuda!. Al menos que se considere que gritar a todo pulmón como una niña y empujar de todo para que esa cosa no lo encuentre sea muy discreto.Volviendo al caso del porqué estaba jodido, pues cuando intentaban escapar de esa cosa sin éxito, su madre le tiro un traslador, que tal parece estaba mal configurado, porque al final terminó cayendo desde 𝘮𝘶𝘺 alto. ¡Oh! Además puede que haya golpeado a una chica con una piedra antes de desmayarse rodeado de extraños en un campamento del cual no sabe
Note
...𝘼𝙣𝙙 𝙮𝙤𝙪 𝙬𝙖𝙣𝙣𝙖 𝙨𝙘𝙧𝙚𝙖𝙢, 𝙙𝙤𝙣'𝙩 𝙘𝙖𝙡𝙡 𝙢𝙚 '𝙠𝙞𝙙', 𝙙𝙤𝙣'𝙩 𝙘𝙖𝙡𝙡 𝙢𝙚 '𝙗𝙖𝙗𝙮'.𝙇𝙤𝙤𝙠 𝙖𝙩 𝙩𝙝𝙞𝙨 𝙜𝙤𝙙𝙛𝙤𝙧𝙨𝙖𝙠𝙚𝙣 𝙢𝙚𝙨𝙨 𝙩𝙝𝙖𝙩 𝙮𝙤𝙪 𝙢𝙖𝙙𝙚 𝙢𝙚...
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Hogwarts 1/? - Long Live

Lucius estaba destrozado.

 

Hace algunos meses, tres para ser exactos, que no veía ni a su hijo u esposa. Todo había pasado tan rápido... no entendía que fue lo que sucedió, no entendía que hizo mal, no entendía por qué tenían que abandonarlo de esa manera.

Simplemente desaparecieron.

Sin decir palabra.

Sin dejar rastro.

Sin pensar en él.

Dejándolo solo.

Completamente solo.

¿Qué clase de hombre era, si su esposa y mi hijo prefirieron desaparecer antes que quedarse con él? ¿Qué clase de hombre, qué clase de esposo, deja que el amor de su vida se sienta tan insignificante como para que decida marcharse? ¿Qué clase de padre deja que su hijo busque la felicidad en otra parte? Debió de haberlo visto venir... las miradas de Narcissa, el silencio de Draco. Pero fue demasiado ciego, demasiado arrogante para entenderlo. Les habia fallado, a ambos. No como un mago, no como un sangre pura, sino como esposo. Como padre.

Cada día que pasaba era una total tortura para él. Antes, mínimo toda esa solitaria Mansión tenía un brillo, una alegría, una calidez que ahora no está, porque no están. Los elfos domésticos son su única compañía ahí, y apesar de siempre tratarlos mal en sus años anteriores, en estos momentos encontraba algún pequeño consuelo en su presencia. Salazar, ¿qué tan bajo había caído ya?

Aunque muchas veces se sintiera prisionero de su propia mente en la Mansión, no quería salir de su hogar, quería quedarse las veinticuatro horas del día los siete días de la semana en su habitación que compartía con su esposa y la de su hijo, poco a poco todo iba perdiendo sus olores, sus sensaciones, sus recuerdos... quería aferrarse a lo último que le quedaba de ellos. Se sentía aislado, asfixiado ahí dentro, pero...

Él quería hacer eso. Quedarse ahí.

Pero no podía.

Tenía un deber como Sangre pura que cumplir; galas a las que asistir, tareas que realizar y lugares que visitar, todo un tonto y maldito deber, uno al que ya no le encontraba sentido, con todo esto... ¿de qué servía la supremacía de la sangre? ¿De qué? Por favor, díganselo, que ya no le importaba. Se suponía que ellos eran mejores que esto, eran Sangre puras, lo mejor de lo mejor de todo el mundo Mágico, entonces... ¿por qué está sufriendo de esta forma? ¿Por qué la culpa le carcomia por dentro? ¿Esto no le debería de pasar a los mundanos muggles, aquellos seres sin magia e inferiores a él? Ellos en cambio pasaban ahí, tranquilos con sus familia, felices.

 

No era mejor que los hombres que despreciaba. Ellos tenían familia, amor, una vida. ¿Él? Solo tenia esa mansión, este vacío.

¿Hace cuanto no había sentido la felicidad? ¿Hace cuanto tiempo ellos se fueron?

Tenía que ir gala tras gala, evento tras evento intentando convencer a los viejos Lord's y Lady's chismosos de la Élite que siempre le quisieron la ruina, desden y demás a su familia, diciendo la misma excusa de siempre. 

"Mi esposa e hijo se han ido a un viaje por unas vacaciones, en algún tiempo volverán" 

Como deseaba que esas palabras fueran ciertas. 

Como deseaba que que ellos en verdad volvieran, y que le digan que solo fue un viaje, ese del que siempre hablaron, de irse un tiempo a las Bahamas u otro lado para descansar de su deber y pasar tiempo en familia... tal vez fue eso, por eso se fueron, tal vez pensaron que le importaba más su trabajo que ellos, tal vez todo era su culpa.

Aun recordaba el día en el que se dio cuenta de que no estaban, fue el día después de una de sus frecuentes escapadas al mundo muggle, de las que sí, él estaba al tanto. La primera vez que fue con ellos a escondidas estuvo a poco de gritarles, decirles porque fueron a un lugar tan mundano como ese y demás. Pero al ver tan feliz a su hijo saltando en el aire con esa bola rara de colores en sus manos, la sonrisa se satisfacción cuando mandaba un buen pase o hacia una finta... al ver como se le suavizada los ojos a su Cissy, como se mostraban cariñosos sin ninguna de esa estrictas reglas de su mundo, brillando más que nunca... decidió que lo dejaría pasar.

Por ellos.

Siempre por ellos.

Volvió a seguirlos alguna que otra vez, descubrió que a Cissy le encantaban los perfumes franceses muggles, y cada tanto le regalaba uno que otro sin que se de cuenta, y que a Draco le gustaba esta cantante, Taylor Swift si recordaba bien. Escucho su álbum 'Reputation' y recordó que su hijo había sacado su buen gusto.

Esos eran buenos días.

Y sin embargo, ese diez de junio, no volvieron, pensó que tal vez se les había hecho tarde o que querían quedarse en uno de esos hoteles.

Pero no.

A la mañana siguiente todas sus cosas seguían igual, no había rastro de ninguno de los dos. Ni una carta de despedida.

Se habian ido.

Ese día no fue a trabajar, no quería, no podía. El dolor lo consumía. Entonces lloró, lloró toda la tarde, toda la noche, hace años que había dejado de llorar, su padre Abraxas se lo había prohibido hace años, pero no le importaba él en ese instante, no. Le importaba su esposa, su hijo... su familia, su todo.

Así que si, él lloró sin consuelo, tirado en el suelo de su Mansión, sin comer o prestarle atención a sus elfos domésticos. No estaba de humor, no estaba bien.

El tiempo paso, y la vida siguió, pero su dolor nunca seso, nunca se fue, siempre estando ahí, en su pecho, acompañándolo a donde sea. 

Los pasillos de la Mansión se sentían más largos, más vacíos, y el eco de sus pasos era un recuerdo constante de que estaba solo ahora. Una vez, decidió pasar por el jardín donde Cissy y Draco se la pasaban siempre, ella ayudándolo a practicar con su katana. Él les decía cada vez que podia que era un arma inútil, un arma muggle, pero cada vez también, los dejaba seguir practicando, porque a su hijo le encantaba, lo amaba.

Así que por eso estaba en el Callejón Diagon ahora, quería comprarle mantenimiento a la katana de su hijo, el siempre lo hacía, era su hobby personal.

Fue el sonido de pasos lo que lo sacó de su letargo. Al principio, pensó que se lo había imaginado, pero ahí estaba, frente suyo una figura algo alta, más delgada y algo musculosa a la última vez de lo que recordaba, con el cabello tan rubio y algo largo como el suyo y una mirada que mezclaba nerviosismo con determinación.

Su hijo.

Su hijo Draco.

Draco.

Draco.

El nombre se quedó atorado en su garganta, incapaz de pronunciarlo. Su hijo estaba de vuelta, y aunque había soñado con este momento, ahora no sabía cómo enfrentarlo. ¿Cómo decirle que lo había extrañado más de lo que podía soportar? ¿Cómo confesarle que cada día sin él era una herida abierta? Se quedaron viendo ahí por unos momentos, en medio de la cuadra con muchos pasando. Draco usaba ropas muggles, y eso no le importaba en ese momento. Parecía tener cortadas en lo brazos y piernas, y su piel comúnmente pálida estaba un poco enrojecida.

"Hola... papá" saludo él. Intentaba mantener la postura, su carácter frío de manera común.

Pero no quería, no podía tampoco.

Entonces se lanzó a abrazar a su hijo, porque estaba de vuelta, estaba vivo, estaba con él.

"Vamos a casa, tengo mucho que explicarte..." empezó Draco, y él lo alzó en sus hombro, algo que nunca había hecho antes y si la gente los miraba ahora o se atrevían a decirle cualquier cosa, él los mandaría a la mierda.

Porque su hijo estaba de vuelta.

 

...

 

Lucius estaba inmóvil.

Había pasado todo el viaje intentando procesar la presencia de su hijo junto a él, en la misma habitación, respirando el mismo aire. La emoción lo abrumaba, pero también lo llenaba de preguntas. ¿Dónde había estado todo este tiempo? ¿Por qué se había ido? Y, sobre todo, ¿cómo era posible que pareciera tan... distinto? Draco ya no era el mismo niño tranquilo e impecables que recordaba. Había algo en él; una confianza, una chispa. Algo más que antes no estaba.

Ahora estaban sentados en su estudio, frente a frente. Él sostenía una copa de brandy como si fuera un ancla, mientras Draco jugueteaba con un colgante que llevaba al cuello.

"Padre..." comenzó su hijo, su voz tranquila pero firme.

Lucius levantó la mirada, sintiendo cómo el corazón le martillaba en el pecho. Era la primera vez que lo veía tan vulnerable.

"Hay mucho que quiero decirte. Mucho que necesitas saber." Draco exhaló profundamente. "Cuando mamá y yo nos fuimos... no fue por capricho. Fue porque el mundo que construiste para nosotros y..." Se notaba que quería decir algo más, algo que escondía y ocultaba, ¿pero qué? ¿Era tan malo? El comentario fue un golpe, aún que lo aceptó sin replicar, se forzó a no interrumpir, a pesar de que cada palabra era como un latigazo. "Pasé meses en el Campamento Mestizo, es un lugar donde me di cuenta de muchas cosas. Que soy más que un Malfoy, más que el hijo de un sangre pura. Soy un semidiós, padre, y aunque suene a locura, no lo cambiaría por nada"

Esperen. Paren. Stop.

¿Qué? 

¿Él, Draco, su hijo, un mestizo?

¿Un semidiós?

Lucius frunció el ceño, intentando asimilarlo. Un semidiós, era como si Draco estuviera hablando de un mundo ajeno, completamente diferente en el que vivían, en el que pertenecían.

No lo podía creer.

"En ese lugar conocí a personas increíbles, personas que no me juzgaban por mi apellido, sino por lo que podía hacer, por lo que soy. No como todos esos niños sangre pura que me presentaste"

Lucius entrecerró los ojos, asombrado, pero sin permitir que se notara demasiado.

"También descubrí algo más." Draco sonrió con un toque de nostalgia. "Que los muggles no son como nos enseñaron. No son inferiores, ni débiles. Son... humanos, con sueños, con vidas, con cosas increíbles que nosotros nunca habíamos visto".

Ahora si, algo tenía que estar mal.

Obviamente sabía de sus escapadas frecuentas al mundo muggle, pero jamás pensó que estás fueran para tanto. Y este tal Campamento Mestizo... nunca había escuchado de él.

Solo apretó los labios. Este era el punto que más temía.

"¿Por qué hablas de muggles, Draco?"

Él lo miró fijamente, su tono decidido. "Porque aprendí de ellos, porque amo cosas de ellos. Descubrí el voleibol, y no te imaginas cuánto me gusta, mamá y yo íbamos a parques muggles y pasábamos tardes enteras jugando. También descubrí música. Hay una cantante muggle, Taylor Swift, tiene un album que estoy seguro que te encantaria si lo escucharas"

Lucius dejó caer la copa sobre la mesa. "Draco, no estás diciendo que... ¿te has vuelto uno de ellos? ¿Que ahora rechazas nuestra cultura?"

Eso era lo que más temía. 

Que su hijo lo vuelva a dejar, que lo vuelva a abandonar.

Y que no regrese esta vez.

Draco negó con la cabeza, su expresión suave pero firme. "No, padre, no rechazo nuestra cultura o al menos no tanto como tú crees. Solo creo que podemos ser más, que podemos aprender y quiero que sepas que no estoy aquí para volver a ser el Draco que conocías. Estoy aquí porque te extrañaba. Porque quiero que me conozcas como soy ahora. Estoy aquí porqué a pesar de todo eres mi padre y te amo"

Sintió como se le formaba un nudo en la garganta. Las palabras de su hijo eran más dolorosas que cualquier hechizo. Y sin embargo, también eran honestas, como nunca antes. "Draco... no sé qué decir" fue lo único que pudo responder. Todo esto era demasiada información.

¿Se fueron y Draco llego a un campamento?

¿A él ahora le gustan los muggles?

¿Dónde estaba su esposa?

¿Cómo podía ser su hijo un Semidiós?

"No tienes que decir nada ahora, padre" Draco sonrió, aunque toda su aura mostraba algo de vulnerabilidad. "Solo quiero que pienses en todo esto, en lo que realmente importa".

Asi que, por primera vez lo vio directamente a los ojos. A esos ojos grises, tan llenos de vida, tan llenos de ambición, tan llenos de amor...

Entonces lo supo.

Lucius había creído que el mundo ya no podía herirlo más. Había pensado que el dolor de la pérdida era un abismo en el que ya había caído completamente. Y ahora, frente a su hijo, con esos ojos grises tan iguales a los de Narcissa, entendió que aún quedaban rincones de su alma por destruir.

"¿Qué pasó realmente, Draco?" preguntó, con la voz apenas un susurro. Había tanto que decir, tanto que escuchar, pero las palabras eran un muro en su garganta.

Su hijo respiró hondo. Su mirada se movió entre la ventana y el suelo, evitando el rostro de su padre. "No nos fuimos porque quisimos," empezó, sintiendo que el aire se volvía denso con cada palabra. "Una... furia nos encontró."

Lucius se tensó. "¿Una furia? ¿Qué estás diciendo?" Aún no sé creía por completo eso de ser un Semidiós.

"Es complicado," continuó él, apretando los puños sobre sus rodillas. "Una criatura del inframundo, enviada por... algo. Algo que me estaba buscando a mí, mamá... ella intentó protegerme" la forma, el tono, como desvió la mirada... por favor, que no sea lo que estaba pensando, por favor...

El silencio que siguió fue insoportable. Lucius sintió que el suelo bajo sus pies desaparecía. "Ella te protegio, lo logró, sin embargo, ella... ¿Narcissa... murió?"

Draco asintió, y el peso de esa confesión cayó como una avalancha entre ellos. Las lágrimas silenciosas que se había esforzado en contener durante meses comenzaron a caer, y el hombre que siempre se había mostrado tan imponente, tan indomable, se desmoronó frente a su hijo.

Lo único que le quedaba.

"Lo siento" murmuró con su voz quebrada. "Sé que la decepcioné. Sé que no soy lo que esperabas, pero no sabía... no entendía lo que era ser diferente hasta ahora"

Lucius lo miró, la confusión y el dolor luchando en sus facciones. "¿Diferente? ¿Qué significa eso, Draco?" Que no vuelva con la mentira, que con cada minuto cobraba más sentido.

"Como te dije, soy un semidiós" confesó al fin. "Un hijo de Atenea, Afrodita o Apolo según dicen los del Campamento Mestizo, aunque probablemente no, ya que no he sido reclamado en todo el verano. Y eso no me importa, tu eres mi padre, ¿verdad? No sé cómo pasó, no sé por qué, mamá lo supo antes de que yo pudiera decírselo... seguro ya estaba enterada, y nunca me miró como si fuera menos. Pero tú... no sé si podrás..." dejó la oración al aire. No era necesario seguir para saber que era lo que quería decir.

Lucius sintió un nudo en el pecho.

¿Él, podría dejar de lado sus prejuicios?

¿Podría perdonar a su esposa por haberle mentido durante once años?

¿Podría...?

Si, claro que podía.

Seguro que Cissy tenía sus razones, y no quería guardarle rencor con ella... con ella estando fallecida. Porque a pesar de las mentiras, seguía siendo el amor de su vida.

Así que por supuesto que podía, el lo haría.

Era un Malfoy, los Malfoy pueden con todo.

Por Draco.

Su hijo.

"Draco, tú eres mi hijo. ¿Cómo podría pensar que eres menos? Cissy dio su vida por ti... no porque no fueras suficiente, sino porque eras su todo y tambien eres el mio"

En ese momento Draco se lanzó sobre él, abrazándolo de manera increíblemente fuerte para alguien tan pequeño, y no lo soltó. Le contó todo.

Como había llegado al campamento. Cómo un chico llamado Luke se hizo su amigo cuando cayó del cielo y lo atrapó en sus brazos. "Literalmente caí del cielo, papá. Es una larga historia, pero el traslador que mamá me dio parecía estar mal configurado y aparecí en el cielo, y él me atrapó como si nada. Me dijo que 'quería conocer al chico que cayó del cielo'. No sé qué quiso decir con eso, pero creo que le caí bien ya que despues empezamos a pasar mucho tiempo juntos"

Lucius tensó la mandíbula al escuchar ese nombre. Draco siguio hablando y hablando sobre como lo trataba y lo bueno que era con él. ¿Quién era ese tal Luke, y por qué sonaba tan interesado en su hijo? Definitivamente tendría que hablar con él chico, una charla muy seria.

Luego Draco continuó, con una ligera sonrisa en los labios. "Después, conocí a una chica llamada Silena. Estaba en la enfermería porque me golpeé al caer, y ella es en verdad genial, una hija de Afrodita muy hermosa y con un sentido de la moda increíble. Al principio fue ella quien me mostro el campamento, ¿ya te dije que hay una cancha de voleiball? ¡Muchos juegan en equipos, es asombroso! Hubo algunos problemas e igual terminamos llevándonos bien".

Lucius asintió, aunque algo en su tono le hizo pensar que si podia confiar completamente en esa Silena. No parecia que quisiera robarle a su hijo.

"Y luego está Will. Es... bueno, demasiado amable. Siempre tiene esa sonrisa de 'yo te cuido' que no sé cómo tomar. Se la pasa diciéndome que debería descansar más, que la vida no tiene que ser tan difícil." Draco rodó los ojos, pero había un leve calor en su voz. "Él mostro que quiere ser mi amigo, pero a veces siento que me trata como a un niño, ¡y soy mayor que él! Pero..." y como hizo con el chico Castellan, comenzó a hablar de lo bien que lo trataba.

No podía confiar en los chicos de ese campamento, tal parecia que todos los chicos ahí querían quitarle a su pequeño, él no lo permitiría, jamás. Al menos tenían buen gusto.

Lucius no respondió de inmediato, observando cómo su hijo hablaba con un brillo en los ojos que no había visto en años. Era extraño oír hablar de estos desconocidos, de este nuevo mundo donde Draco parecía encajar. Pero no podía ignorar la duda en su voz al final.

"¿Y Michel?" preguntó Lucius, su tono más suave, recordando la conexión que el chico tenia con su hijo en los parques.

Draco levantó la mirada, algo inseguro al principio, pero luego suspiró.

"Michel fue el primero en encontrarme. No sé cómo explicarlo, sólo me sacó de todo ese caos. Lo conocí cuando estaba en el mundo muggle, antes de llegar al campamento. Estaba perdido, y él... él me ayudo mucho, es mi mejor amigo, el único que he tenido, papá. ¿Sabes qué él también es un semidiós? Hijo de Hermes, como Luke"

Él ya había conocido al niño, y no era como si le cayera mal, solo que... era un mestizo, pero su hijo también, así que no debería de haber nada de malo. Él ya lo había prometido, iba a cambiar por su hijo.

Draco bajó la voz, con un ligero temblor. "No sé cómo agradecerle. Y, al mismo tiempo, tengo miedo de que todo esto te decepcione, papá. ¿Qué pensarías si supieras que no soy el hijo perfecto? Que soy un semidiós, un hijo de algún dios cualquiera..."

Lo interrumpió, colocando una mano firme sobre su hombrom "Draco" dijo, su voz grave y cargada de emoción al mismo tiempo. "Nada de esto cambia lo que eres para mí. Eres mi hijo. Y si el dios quien sea tu progenitor tuvo algo que ver en tu vida, entonces supongo que no es coincidencia que seas tan... brillante"

Draco se quedó sin palabras por un momento, antes de lanzarse otra vez en un abrazo, más fuerte que el anterior.

"Gracias, papá".

Lucius cerró los ojos, sosteniendo a su hijo. Por primera vez en meses, sintió algo de paz. Pero también sabía que la conversación no había terminado. Tendría que lidiar con lo que significaba para su familia, para su mundo... y, por supuesto, hablar con esos chicos Castellan y Solace.

Lucius lo observó marcharse del estudio, y por primera vez en años, no sintió orgullo ni rabia. Solo un abrumador deseo de entender.

 

...

 

Ese día, Lucius Malfoy decidió que no le importaban la pureza de sangre, las galas ni la política. Si tenía que arrastrarse al mismo infierno para tener a su hijo consigo, lo haría.

 

~~~❤︎~~~

 

Hablar con su padre no fue tan difícil como pensó, si, fue muy incómodo al principio y sí, estaba seguro de que su padre casi colapso cuando le explicó todo lo de los dioses, el campamento, Michel y Luke, pero en general... se lo había tomado extrañamente bien. Lo cual era un alivio. No se quejaba de eso.

De lo que sí quería quejarse (y con todo el derecho del mundo) era del por qué no podía salir a comprar sus propios útiles escolares. Se suponía que iría con Michel, comprarían todo lo necesario, y luego irían a su casa para ponerse al día. ¡Ya lo tenían todo planeado! Pero no. Su padre, en su infinita sobreprotección, había decidido que "no era seguro" y que "él se encargaría de todo".

"Papá, ¿qué tan peligroso puede ser comprar un par de túnicas?" Él lo miró con esa expresión que Draco había aprendido a traducir como: No me hagas lanzarte un Avada Kedavra, hijo.

Así que, resignado y frustrado, terminó en el sofá de su habitación en la Mansión Malfoy, quejándose en voz alta y despatarrado despotricando frente a Silena por mensajería Iris.

"No puedo creerlo. No puedo. Creí que al menos me iba a dejar algo de libertad ahora que había vuelto" dijo frustrado. Habían salido hasta al mundo muggle, ¿por qué no a un simple Callejón lleno de protecciones para comprar las cosas?

Lena estaba sentada en la silla de su habitación, limándose las uñas con absoluta calma. "Oh, pobrecito Draco, atrapado en su mansión de lujo con su padre rico que lo adora. Qué horrible tragedia" se burlo de él. Le intento lanzar una almohada a la cara. Por obvias razones no le dio.

"¡No es eso! Es que... es absurdo. Me trata como si no pudiera salir a la calle sin que me secuestren o algo así. Tu me viste con la katana, soy bueno, ¡y eh estado mejorando con el arco! Los tips de Will me ayudan mucho" su amiga pareció ignorar la última parte.

"¿Y no pueden?"

"Ese no es el punto".

Silena rodó los ojos y dejó la lima a un lado. "Vamos, Dray. Sabías que esto iba a pasar, es tu padre. Literalmente pensaba que estabas muerto hace algunos días, no esperes que te deje ir por ahí como si nada". Draco suspiró. Sí, lo sabía. Pero eso no lo hacía menos frustrante. "Bueno, al menos tienes tiempo para pensar en otros problemas más importantes" añadió, mirándolo de reojo. Eso no significaba nada bueno. No para él. Draco levantó una ceja.

 

"¿Como qué?"

 

"Como tu cita con Michel" 

 

"¡No era una cita!" Le gritó por cubriéndose la cara.

 

"Claro, claro, lo que tú digas" se rió Lena. Solo pudo resoplar un poco.

"Lo peor de todo, es que Luke no responde, tampoco a tí, ¿cierto?" Preguntó y eso la hizo callar. Luke llevaba días sin responder ninguna de sus cartas, mensajes o llamadas, nada, ni señal de vida. Al principio pensó que estaba ocupado, a pesar de eso, esto era raro. Demasiado raro.

"...Lo sé" murmuró. "Volvamos con tu padre, ¿Y?"

"¿Y qué?"

"¿Y qué vas a hacer algo al respecto?"

Draco debería pensar en eso. No en Luke. En la forma en la que se habían despedido. En la sensación incómoda que había tenido desde entonces. Tenía que enfocarse en como conseguir ese permiso ahora.

"Sí "dijo, poniéndose de pie. "Sí, adiós Lena" se despidió.

"¡Espera! ¿Sí qué?"

 

.

 

"Draco, ya te lo dije antes, asi que si crees que voy a dejarte ir solo a ese Callejón sin supervisión, estás aún más loco de lo que pensaba"

Puso los ojos en blanco. No era para tanto. "Papá, solo voy a comprar mis útiles escolares, literalmente todos los niños de primer año lo hacen" él lo miró con sospecha.

"¿Y eso qué tiene que ver?"

"Que puedes venir conmigo, si tanto te preocupa" su padre se cruzó los brazos, dudando. Él aprovechó, era su oportunidad. "Vamos, piénsalo, si alguien intenta secuestrarme o una furia intenta matarme me tendrás justo frente a ti para evitarlo".

Su padre apretó la mandíbula, y Draco ya sabía que había ganado.

"Tienes diez minutos para prepararte" ordeno gruñendo él. "Y nada de comportamientos extraños, jovencito".

Él sonrió.

"Como si pudiera".

 

.

 

Su padre lo había obligado a ponerse el gorro.

"No quiero que tengas mucha atención no requerida, aunque fuera de manera inconsciente" había dicho con su tono de autoridad inquebrantable mientras le colocaba el accesorio en la cabeza como si fuera un niño. Somo lo había mirado con incredulidad.

"Papá, siempre llamo la atención".

Cusndo dijo eso, le había lanzado una mirada cargada de significado, escaneando con preocupación a las personas a su alrededor, y murmuró:

"Eres muy joven, no lo entenderías".

Y con eso, no hubo más discusión.

Así que ahora estaba en el Callejón Diagon, sintiendo el peso ridículo del gorro sobre su cabello perfectamente arreglado, siguiendo al hombre mientras este lo escoltaba como si esperara que en cualquier momento alguien intentara raptarlo u atacarlo. Cuando llegaron a Madame Malkin's, su padre le hizo una seña. "No te alejes. Volveré en diez minutos"

Y con eso, desapareció.

Draco suspiró, ajustando su gorro con fastidio y apoyándose contra un estante mientras esperaba que alguien lo atendiera. Y entonces sintió una mirada clavada en él. Cuando alzó la vista, se encontró con un chico de su edad observándolo fijamente.

Pelo alborotado, ojos verdes grandes y una cicatriz en la frente.

Oh, era Harry Potter.

Alzó una ceja, divertido. "¿Necesitas algo?" Él niño que vivió pareció sobresaltarse un poco, pero no apartó la mirada.

"Oh. No. Yo solo..."

Se quedó mirándolo, como si buscara la manera de continuar la conversación. Y él no pudo evitar sonreír con gracia.

"¿Nunca habías visto a alguien como yo?" Se refería a un mago, no un semidiós. El niño parecía demasiado perdido, y se sonrojó ligeramente.

"No, no es eso. Es solo que..." se aclaró la garganta. "Vas a Hogwarts, ¿cierto?"

 

"Ajá"

 

"Yo también" su rostro pareció iluminarse, no gracias, se notaba a leguas que era alguien problemático.

"Genial" respondió dando por finalizada la conversación. Hubo un silencio, un largo silencio en el cual vio cómo Potter jugueteaba con la manga de su túnica, como si no supiera qué más decir. Pero su mirada seguía fija en él, ¿acaso no había cosas más interesantes?

"Por cierto..." dudó un momento. "Me gusta tu gorro" no pudo evitar sonreír, el chico mentía muy mal, cualquiera con ojos vé que el gorro desconvinaba con todo su look.

"No tienes que mentir para hablar conmigo, Potter" se puso aún más rojo.

"No estoy mintiendo. Solo... te queda bien, y no es mentira, cualquier cosa te quedaría bien a tí" empezó a balbucear. "Oye, ¿y cómo sabes mi...?" estaba a punto de responder cuando una voz irrumpió en la escena.

"¡Dray!' Grito Michel entrando en la tienda con su usual energía caótica, ignorando por completo a Potter y lanzándole una gran sonrisa a Draco. "¡Por fin te encuentro! Pensé que te harías el difícil y llegarías tarde"

Bufo un poco. "Mi padre no me dejó"

Michel chasqueó la lengua y le dio un codazo. "Que tragedia. Vamos, tenemos que comprar todo antes de que mi mamá nos obligue a ir a otra de sus reuniones de té" le dijo y ambos sintieron un escalofrío de frío a la vez, aún recordaba la primera vez que fue como si fuera ayer.

Rodó los ojos y comenzó a caminar junto a él, pero antes de salir, miró de reojo al niño que vivió, quien seguía en el mismo lugar, con la boca apenas abierta, como si hubiera perdido su oportunidad de decir algo más.

Draco le dedicó una última sonrisa falsa, no le habia caído muy bien, algo en su interior le decía que se alejara de él.

 

"Nos vemos en el tren, Potter" 

 

En realidad, esperaba no verlo nunca más.

 

Y con eso, se fue.

 

...

 

"Si papá, estaré bien" dijo para despedirse -por, décimo tercera vez- de su padre. 

"No llames demasiado la atención" le aconsejo, otra vez, por décimo tercera vez.

"¡Draco, ven! Que nos van a dejar" le grito Michel poniendo sus cosas en el bagon. Se despidió de su padre y fue directo hacia él. "¿Necesitas ayuda con eso? Se ve muy- esta bien, quedo claro" se corto su amigo al ver que puso todas sus cosas solo sin problemas.

Draco se ajustó el gorro antes de subirse al tren. Su padre lo había mirado de una manera muy seria cuando se lo puso, y aunque no le dijo nada más que un "No llames demasiado la atención", la advertencia estaba clara. Que era un consejo inútil, por cierto, Draco siempre llamaba la atención, quería o no.

"Entonces" hablo Michel mientras avanzaban por el pasillo ",¿nos buscamos un compartimento vacío o probamos suerte?"

Draco sonrió con diversión. "Vamos a hacer amigos, Mich"

"Pensé que yo era tu amigo" le respondió  con un puchero.

"Y lo eres. Ahora necesitamos más. Quiero variedad"

Él rodó los ojos, pero le dejó que abriera la puerta de un compartimento cualquiera. Dentro, una chica de cabello alborotado estaba sentada con un libro en las mano, alzó la mirada y los observó con atención.

Draco ya sabía reconocer ese tipo de mirada. La había sentido repetidas veces en el Campamento.

Era la mirada de alguien que evaluaba. De alguien al que le gustaba la competencia.

"Hola" intento con su tono más encantador. "Soy Draco Malfoy, y este desastre humano a mi lado es Michel".

El nombrado chasqueó la lengua. "Llevamos menos de un minuto aquí y ya me insultaste"

"Es parte de mi encanto" replicó divertido sin perder la sonrisa. La chica seria en cambio se cruzó de brazos.

"Hermione Granger"

Draco inclinó la cabeza, como si estuviera analizando el nombre. "Granger. Nombre interesante" le gustaría tener amigos que no fueran semidioses.

Ella frunció el ceño. "Es común, en realidad" okey, mal inicio.

Se apoyó su codo en el respaldo de su asiento, sin perder la compostura. "Pero tú no lo eres, ¿verdad?" Vio la manera en que ella se tensó, cómo sus ojos destellaron con algo parecido a una mezcla de incomodidad y orgullo. Granger se enderezó y dijo, con un tono que claramente intentaba ser superior.

"Bueno, he leído sobre los Malfoy. Pura sangre, linaje antiguo, influencia en el mundo mágico…"

No pudo evitar soltar un suspiro y dejarse caer en el maldito asiento. No, en serio, ¿de verdad? Había pasado solo unas semanas lejos del campamento y volvía a ser un Malfoy, no es como si no le gustará, solo... no quiere ser un Malfoy, con todas las expectativas que conllevaba. Él quería ser Draco, solo Draco hijo de Lucius. ¿Por qué siempre metían a los apellidos en esto?

"Déjame adivinar, esperabas que fuera un idiota presumido y arrogante que mirara a los muggles como si fueran insectos, inútiles o peores que yo" tiro al aire, levemente enojado.

Aveces tenia esos arranques, no los quería pero ahí estaban, siempre con él, como si con la más mínima cosa lo hiciera explotar. Por suerte al menos nunca lo había hecho, no en presencia de alguna otra persona.

Granger dudo. "Bueno… sí"

Michel soltó una carcajada y la miró como si dijera "Yo se algo que tu no..." y Draco se llevó una mano al pecho con dramatismo, no era el momento para ponerse mal. "Estoy devastado, arruinaste todos mis planes de supremacía mágica" 

"No es gracioso" ¿Acaso la chica no conocía lo que significaba la palabra chiste?

"Para mí sí".

El ceño de Granger se frunció más. Y él sonrió para sí mismo. Había visto ese tipo de actitud antes, más en específico en la niña Chase. Era alguien que está acostumbrado a ser el más listo en la habitación, pero que no esperaba encontrarse con alguien como él.

Y eso, eso era sinceramente divertido.

"Bueno, al menos veo que sabes cosas" dijo ella con un aire de evaluación.

Draco alzó una ceja. "¿Te sorprende?"

"No todos los niños vienen preparados" Él la miró por un momento, sonriendo apenas. Sonaba demasiado hostil, y quería ver si podía tirar de ese hilo un poco más, tal vez no se hicieran amigos, pero de igual forma no le importaba mucho.

"Me agradas, Granger" hablo con su tono sarcástico.

Su expresión fue un poema. Michel soltó una carcajada. "Va a ser muy divertido verlos discutir todo el año"

Él se acomodó en su asiento, cruzando las piernas con aire despreocupado.

Sí. Hogwarts iba a ser muy entretenido.

Rápidamente se fueron hacia otro compartimento, era claro que no eran bienvenidos en ese. 

 

.

 

Al salir fueron guiados por un hombre alto, muy alto, Michel y el se miraron a la vez ¿tendría alguna relación con los Dioses? No quería pensar en eso. Buscaron un bote cualquiera bacio, ahí fue cuando llegó un niño algo regordete, sonrojado y tímido.

"¿P- puedo sentarme... con ustedes?" Pregunto bajando la mirada.

Podría jurar que pensaron lo mismo con Michel.

 

"¿Y si lo adoptamos?"

Era clara la respuesta.

"Por supuesto, yo soy Michel Conner, y él idiota a mi lado es Draco Malfoy" los presento él. El niño pareció palidecer un poco al escuchar su nombre, ¡Oh por favor no!

"Tranquilo, no soy como me plantean" se aseguro de transmitirle paz, que pareció calmarlo.

"Y-yo soy Neville Longbottom..." Se presentó por fin, con una voz baja y nerviosa.

No pudo evitar sentir algo de pena, parecía que el chico tenia serios problemas de confianza, y eso lo había notado con tan solo verlo unos minutos. "Calma Neville, ahora somos amigos, y no muerdo... al menos no siempre" intentó bromear. Neville sonrió más calmado ahora.

La vista del castillo desde los botes era explendida, parecía tan majestuoso y lleno de luz... el año iba a ser seguro tranquilo.

Cuando esperamos a la profesora McGonagall pudo ver a Potter con un Weasley, así que se aleje de ellos rápidamente. "Calma Neville, que seguro  no va a ser algo taaan malo" dijo Michel al ver como él chico parecía estar a punto de desmoronarse por los nervios.

El Gran Comedor era impactante, lleno de luces y velas por todos lados con un cielo de noche en vez de un techo, oyó que la niña Granger le decía a alguien algo sobre el encantamiento utilizado pero no le importaba mucho. Noto muchas miradas poco discretas sobre él, pero con Michel y Neville a su lado como si lo estuvieran protegiendo la selección dio comienzo.

"¡Abbott, Hannah!".gritó la Profesora McGonagall, una niña fue tímidamente hacia allí, haciendo una expresión de asco y sorpresa ante el sombrero.

"¿Tú dices que si me pongo el sombrero demasiado tiempo me contagie de su antigüedad?" Le pregunto Michel en un susurro.

"No lo sé, pero si te deja más idiota de lo que ya eres avísame, así escapó de ti antes de que se haga contagioso" le contesto con una sonrisa.

 

"Yo también te amo, Dray"

 

"Ustedes dos son muy raros, ¿no?" Hablo Neville. No pudieron decir mucho más porqué era verdad.

"¡Conner, Michel!" 

"Suerte" le dijo Neville. Dándole un pulgar hacia arriba.

 

"Gracias, Nev" le sonrió. "Diez a que será Ravenclaw" ahora se dirigió a él.

"Obvio que será Ravenclaw" contradijo.

Y efectivamente, unos minutos después fue seleccionado en la Casa de las Águilas. Cuando anunciaron el nombre de Neville, tuvo que darle un leve empujón para que avanzará. "Deseame suerte..." , "No la necesitarás" afirmo. Su selección si fue más duradera aunque al final termino en la casa de Gryffindor, a pesar de que no pareciera muy convencido.

Poco después, fue su turno de pasar. Fue hacia el sombrero con toda la seguridad que tenía. Dejando suspiros por donde pasaba, y preparando su katana (camuflada, obviamente) por si de repente algo lo atacaba. No era paranoico, solo... precavido.

 

"Mmm otro semidiós,  es raro ver a alguno de ustedes por aqui. Supuestamente su existencia es prohibida" dijo una voz en su cabeza. No se estaba volviendo loco, ¿verdad?. "No, aún no está loco, soy el sombrero seleccionador"

 

"Eso tiene más sentido" penso. "No se lo diras a nadie, ¿cierto?" Se suponía que todo era un secreto, no quería ni imaginar lo que los Dioses le harían, o lo que algún semidiós o monstruo le haría en realidad, seguro que ellos son tan perezosos que hasta para eso le mandan sus trapos sucios a alguien más.

"Conner me hizo la misma pregunta" rio un poco ¿como podía un sombrero de fieltro barato reír?. "Volviendoatu selección, ¿que casa...?"

 

"Solo ponme en Slytherin,  que te estas tardando" lo corto. No había algun otro lugar en Hogwarts para él.

 

El Sombrero Seleccionador soltó algo parecido a un suspiro divertido en su mente. "Maleducado e impaciente".

 

Draco puso los ojos en blanco y vio como Michel se reia de él. "Toda mi vida me han dicho que tengn que ir a Slytherin asi quesolo hazlo. Sin dramas"

 

"𝗢𝗵, 𝗽𝗲𝗿𝗼 𝘀𝗶 𝗺𝗲 𝗲𝗻𝗰𝗮𝗻𝘁𝗮 𝗲𝗹 𝗱𝗿𝗮𝗺𝗮. Tu vida será un drama, tengo que decir que me divirtió"

 

Soltó una risa seca, esto ya no era divertido, ya iban para los dos minutos. "¿Por lo menos me puedes prestar atención?"

 

El Sombrero hizo una pausa. Una larga pausa. "Si crees que me puedes dar ordenes eso si es muy Slytherin" El maldito escondia algo más, habia visto algo y no se lo queria decir. Y antes de que Draco pudiera preguntar, el Sombrero gritó "¡SLYTHERIN!"

 

Aplausos estallaron en la mesa de las serpientes y él se levantó como si nada, con la expresión de alguien que no esperaba menos. Se sacudió un poco la túnica y bajó del taburete con aire confiado. Mientras caminaba, pasó junto a Michel, quien lo miraba con diversión.

"Duraste tres, casi cuatro minutos, yo te hubiera dado máximo dos".

"Él sombrero es un dramático de primera, debe ser se tu misma clase" respondió para ir a su asiento.

La seleccion siguio normal, solo con el niño Potter y el escándalo de Gryffindor al tener al niño que vivió, entonces, como ya no tenia nada que aparentar, fue directo a la mesa de Ravenclaw, tomando asiento junto a Michel ignorando las miradas de todos en él. Fue al mismo tiempo que miró a Neville, quien se veía incómodo en la mesa de Gryffindor, rodeado de gente que ya hablaba por los pies sin parar.

Draco hizo una mueca. Y sin pensarlo demasiado, se llevó las manos a la boca y gritó. "¡Nevilleee yujuuu! ¡ven aqui con nosotros!" 

El Gran Comedor quedó en silencio.

Un gran silencio.

Los Gryffindor lo miraron como si Neville acabara de convertirse en un traidor. Los Slytherin lo miraron como si Draco acabara de invitar a un duende a cenar. Y Michel… Michel estaba riéndose a carcajadas al lado suyo. Neville se puso rojo como un tomate.

"P-pero yo…"

"¡No importa! Tu solo ven aqui"

Neville miró a los Gryffindor, luego a los Slytherin, luego a Michel, quien le hacía señas de "vente pa aca". Finalmente, con pasos lentos y nerviosos, se levantó y fue hasta la mesa de Ravenclaw, donde Michel le hizo espacio con una sonrisa satisfecha.

El Gran Comedor seguía en shock.

Los profesores intercambiaban miradas de confusión. Y Severus le lanzó una mirada asesina.

Pero Draco solo siguió comiendo como si nada.

Las casas y las reglas le importaban lo mismo que la opinión de los demás.

 

Nada.

 

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