
Almost (Sweet Music)
Cuando Annabeth y Draco finalmente pisaron el Campamento Mestizo, no pudo evitar soltar un suspiro exagerado de alivio. No porque se sintiera particularmente encantado de estar de vuelta, sino porque, por una vez, estar rodeado de semidioses locos, monstruos ocasionales y actividades extracurriculares que incluían esquivar lanzas y peleas con espadas, era significativamente menos estresante que lidiar con un dios del Olimpo cabreado. Sí, Zeus lo tenía en su lista negra, y aunque normalmente disfrutaría de la atención, preferiría no estar en la mira de alguien que lanza rayos por diversión. Así que, en resumen, se había pasado los últimos días huyendo, divirtiéndose en Hogwarts, disfrutando de su popularidad como cantante y escapando de una muerte inminente. Todo muy normal en su vida.
"Nunca pensé que diría esto, pero extrañaba este lugar" murmuró Annie a su lado, sonriendo mientras miraba las cabañas en la distancia.
Le lanzó una mirada incrédula. "¿Lo dices en serio? Porque yo todavía estoy esperando que alguien me reciba con una copa de champán y una suite de lujo".
Annabeth rodó los ojos, aunque la sonrisa no desapareció. Y en serio, la entendía. Después de tantas semanas de caos, de correr de un lado a otro, de conciertos, monstruos y un posible problema diplomático con Zeus (que claramente no era su culpa, solo para aclararlo), regresar al campamento tenía su encanto. Un encanto muy rústico y lleno de peligros, pero encanto al fin y al cabo.
Aunque, por supuesto, la paz nunca dura en este lugar. Apenas dieron unos dos pasos dentro del campamento cuando una multitud se había reunido alrededor de lo que claramente era una pelea. Los semidioses eran como niños en un patio de recreo: si hay drama, todos corren a mirar. Y aunque generalmente a Draco no le interesaban las peleas a menos que estuviera involucrado, el hecho de que todas las miradas se desviaran hacia él en cuanto entré lo hizo arquear una ceja.
"Oh, genial, me extrañaban" hablo con una sonrisa radiante, saludando con una mano como si fuera una celebridad llegando a la alfombra roja. Lo cual, técnicamente, no era.
"No es por ti, Draco" respondiósu amiga, sin embargo su tono sugería que, en realidad, sí tenía algo que ver con él.
La multitud se abrió un poco, y entonces lo vio: dos campistas dándose golpes mientras otros los animaban. No tenía idea de qué estaban peleando, pero lo interesante era que, en cuanto lo vieron, ambos se detuvieron. Fue casi cómico. Como si su presencia fuera suficiente para hacer que olvidaran completamente que estaban en medio de una pelea a muerte con cuchillos de bronce celestial.
"¿Me perdí algo importante o simplemente sintieron mi aura divina y decidieron que ya no valía la pena pelear?" preguntó con falsa modestia, inclinando la cabeza.
Will, que estaba entre la multitud, se acercó con su típica expresión de 'esto es demasiado caótico para mi gusto, pero aquí estoy'. Ellos no demasiado, sin embargo siempre había sido amable con él. "Draco, ¿qué hiciste ahora?" Preguntó el chico con un suspiro.
"¡Nada! He sido un ciudadano ejemplar. Un modelo de comportamiento. Un…c hizo una pausa, recordando que técnicamente había provocado a Zeus, huido a Gran Bretaña, causado un pequeño incendio en un autobús y posiblemente desestabilizado un par de relaciones sentimentales en Hogwarts. Bueno. Detalles. "Está bien, puede que haya hecho algunas cosas, pero nada que justifique que todos me miren como si fuera una celebridad caída del cielo".
"Porque lo eres" murmuró alguien entre la multitud, lo cual le hizo sonreír. Al menos alguien tenía buen gusto.
Clarisse apareció entonces, apartando a la gente con un gruñido. "Por fin llegaste, rubio. Creí que te habías muerto o algo".
"Casi" respondío alegremente ", pero no te preocupes, soy demasiado guapo para morir tan joven".
Annabeth resopló, y Clarisse solo le dio un puñetazo amistoso en el brazo antes de señalar la pelea que había quedado inconclusa. "Drew estaba haciendo de las suyas otra vez."
Ah. Por supuesto. Drew Tanaka, la nueva jefa de la cabaña de Afrodita, tenía un talento especial para hacerle desear que la adopten en cualquier otra cabaña que no sea la suya. Se masajeó las sienes, ya sintiendo el dolor de cabeza. "No me digas…" murmuró.
"Drew quería echar a una de las niñas nuevas porque 'no era lo suficientemente linda'" explicó Will, cruzándose de brazos.
La expresión en la cara de Draco pasó de la diversión a la furia en cuestión de segundos. Odiaba a Drew. No solo porque era una pesadilla en la cabaña, sino porque insistía en convertir la imagen de los hijos de Afrodita en un estereotipo vacío. Como si su madre solo se preocupara por la belleza y nada más. Y ahora estaba acosando a una niña nueva.
"Voy a matarla" anunció con una sonrisa.
Annabeth puso una mano en su brazo como si quisiera evitar que cometiera homicidio. "Solo… habla con ella primero. Y aunque sé que es tonto decir esto porque te conosco, hazlo sin violencia, o no tanta al menos".
"Por supuesto" le respondío con dulzura. "Hablaré con ella. Muy, muy fuerte".
Y con eso, se dirigió a su cabaña, preparándose mentalmente para otra ronda de 'Draco contra Drew: la batalla de los hijos de Afrodita'. Porque, al parecer, en este campamento nunca había un momento de descanso.
....
Cuando entró a la cabaña de Afrodita, supo que algo andaba mal. No fue el perfume excesivo ni las luces perfectamente alineadas para resaltar su 'belleza natural'. Fue el silencio. Un silencio tenso, denso como el maquillaje de Drew en un día de gala. Y hablando de Drew, ella allí estaba, con su sonrisa de superioridad y una niña temblorosa delante de ella.
"Lo siento, querida, pero aquí hay estándares" canturreó Drew, cruzándose de brazos. "Y, bueno... tú no los cumples".
La niña pelirroja con pecas -como una Weasley, aunque mucho más linda-, que apenas tendría diez años, se mordía el labio intentando no llorar. Y eso lo encendió.
"¡Drew!" Hablo haciendo que todas sus hermanas se giraran hacia él. Camino con calma, sin embargo cada paso fue como un trueno en el suelo. "No me digas que sigues con estas tonterías. Expulsar a alguien de nuestra cabaña porque no encaja en tu ridículo molde de 'belleza'. Vamos, en serio, ¿qué sigue? ¿Exámenes de simetría facial?"
Drew le dedicó una mirada condescendiente, como si él fuera un niño que no entendía cómo funcionaban las cosas. "Draco, querido, no todos podemos ser bendecidos con genes perfectos como los tuyos. Pero nuestra cabaña tiene una reputación. Y si dejamos que... cosas como ella" señaló con desprecio a la niña "se queden, perderemos nuestro lugar aquí".
La pobre niña miraba el suelo, aferrando su mochila como si esperara que la hicieran desaparecer en cualquier momento. "Perdón, no sabía que el bullying era parte de nuestra tradición familiar" respondío con sarcasmo, dando un paso al frente. "No recuerdo que Afrodita nos dijera que solo las personas con un cutis perfecto podían estar aquí. Ah, cierto, porque no lo hizo."
La chica puso los ojos en blanco. "Por favor, no hagas de esto un drama, Draco. No es mi culpa que algunos simplemente no pertenezcan aquí."
La rabia bullía en su interior. "Lo que no pertenece aquí es tu actitud de reina tirana, Barbuda infernal. Afrodita no es solo belleza, Drew. Es amor. Y si hay algo que tú no tienes, es eso".
Drew le sostuvo la mirada, sin embargo notó cómo apretó los labios. Se negaba a ceder terreno. "Mira, sé que te gusta hacerte el héroe, pero no puedes cambiar las reglas. Y hablando de traidores..." Su sonrisa se torció en algo venenoso. "Deberías saberlo mejor que nadie. Después de todo, Silena también pensó que podía jugar a ser la heroína y mira dónde terminó"...
El silencio cayó como una losa sobre la cabaña. Nadie se atrevía a respirar. Sus puños se cerraron con tanta fuerza que sentí las uñas clavándose en las palmas.
No.
Respiró hondo. No iba a darle la satisfacción de verlo explotar. No aquí. No ahora.
"Tú te quedas. Y si alguien te dice lo contrario, dile que venga y se atreva a decírmelo a la cara" La niña asintió rápidamente y tomó su mano. Drew lo fulminó con la mirada, aunque no dijo nada más. Sabía que se había pasado de la raya. Sabía que Draco no iba a quedarse callado.
Salió de la cabaña con pasos largos, sintiendo la presión en el pecho. Lo último que necesitaba era que le recordaran que si hermana había sido quien los había traicionado.
No sabía si Drew lo había hecho para lastimarlo o simplemente porque era una persona horrible por naturaleza, sin embargo no podía quedarse allí.
.
Salío de la cabaña de Afrodita con la pequeña a su lado, todavía sintiendo la tensión en los hombros. Drew había cruzado la línea, lo sabía, pero eso no significaba que la herida dejara de arder. Silena... No era algo de lo que hablaran. No todavía.
Respiró hondo, intentando recuperar la compostura. No podía dejar que la niña viera su enojo. Ella lo miraba con esos grandes ojos celestes llenos de admiración y, por alguna razón, eso lo hacía sentir... raro. No incómodo, sino responsable.
"¿Cómo te llamas?" preguntó mirando hacia abajo para encontrar su rostro curioso.
"Lily, Lily Reinolds"respondió con una sonrisa tímida, ah como el actor. "Y tú eres Draco, ¿verdad? Eres increíble. ¡Me defendiste a mí de Drew como un héroe!"
Él s detuvo en seco y parpadeó. ¿Héroe? No, para nada, aunque verla sonreír así... bueno, supone que eso hacía que todo valiera la pena. "No soy un héroe" hablo con un suspiro dramático. "Soy tu hermano mayor, Lily. Y eso significa que si alguien vuelve a molestarte, me lo dices y lo resolveremos juntos, ¿entendido?" Está bien, Draco tal vez lo resolvería de una manera violenta y con sangre, pero lo resolvería al final.
Su rostro se iluminó como si acabara de recibir la mejor noticia del mundo. Asintió con tanta emoción que su trenza pelirroja se tambaleó de un lado a otro.
"¡Entendido, hermano mayor!"
Sonrió. Por lo menos, algo bueno había salido de todo este desastre. Aunque todavía quedaba un largo camino por recorrer en la cabaña de Afrodita.
..
El aire se sentía más denso de lo normal cuando camino por el campamento, todavía con la adrenalina corriendo por las venas después de la pelea con Drew. Sin embargo, todo eso quedó en segundo plano cuando lo vio.
Luke Castellan.
Se veía exactamente igual, pero al mismo tiempo diferente. Más cansado, quizá, más serio. Y cuando sus ojos se encontraron con los suyos propios, pudo ver algo en ellos que no había estado allí antes: alivio. Como si hubiera estado esperando verlo, como si necesitara asegurarse de que estaba realmente allí. Y luego sonrió, esa maldita sonrisa de siempre, la que hacía que el mundo pareciera un poco menos horrible.
Draco se acercó, él también, ninguno se detuvo. Y antes de que pudiera procesarlo, sus brazos estaban alrededor de él, sosteniéndolo con una intensidad que casi lo dejó sin aire. Obvio correspondió el abrazo, porque era Luke, porque lo extrañaba, aunque no se hubiera dado cuenta de cuánto hasta ahora.
"Estás aquí" susurró el chico contra su cabello, y la voz le tembló un poco.
"Claro que sí, Luke" respondió con una sonrisa, aunque su corazón latía con fuerza. No quería analizar por qué.
Se separó solo un poco, lo suficiente para verlo a los ojos, pero sus manos aún estaban sobre sus hombros, como si temiera que desapareciera si le soltaba por completo. Abrio la boca para decir algo más, aunque entonces alguien más apareció.
Ethan Nakamura.
El novio de Luke.
Su expresión era difícil de leer, sin embargo había algo tenso en su postura. Sus ojos pasaron de Luke a Draco y luego de vuelta a Luke. Y entonces, con una calma forzada, dijo:
"Luke, amor, te estaba buscando" remarcó demasiado el apodo.
Luke se tensó. No quería irse, podía verlo en cada línea de su cuerpo. Aunque Ethan estaba allí, y eso significaba que la burbuja de su reencuentro había estallado.
Draco sonrió, porque ¿qué más podía hacer?
"Tu novio te busca, Luke" hablo con un tono ligero. Como si no pasara nada, como si su abrazo no hubiera significado más de lo que debería.
Este dudó, por un segundo eterno. Luego, con visible renuencia, dejó caer sus manos de sus hombros y dio un paso atrás. A pesar de eso, sus ojos seguían clavados en los suyos, como si quisiera decir algo más, algo que no podía permitirse.
"Nos vemos luego, Draco' murmuró finalmente. Y él correspondió el adiós.
"Eres un tonto" dijo una vocecita a su lado.
Bajo la mirada y se encontró a Lily, su pequeña hermana, con los brazos cruzados y una expresión de superioridad que sólo podía provenir de alguien con sangre Malfoy en sus venas apesar de no ser una.
"Oh, por favor, iluminame con tu infinita sabiduría, pequeña gurú del amor" respondió con dramatismo.
Ella rodó los ojos. "Te gusta Luke."
"Claro que me gusta, es mi amigo".
"No de esa manera, tonto" lo señaló con una sonrisa pícara. "Pero bueno, sigue mintiéndote a ti mismo si quieres".
Draco la miró con el ceño fruncido, sin embargo ella ya se estaba alejando con un saltito divertido en su paso. Suspiró, pasándose una mano por el cabello. No. No le gustaba Luke de esa manera. ¡Claro que no!
… ¿Verdad?
....
Estaban de vuelta en el campamento y, como era de esperarse, la atención sobre él seguía siendo... un poco incómoda. Pero Annabeth y Clarisse estaban ahí para aliviar un poco la tensión, aunque Clarisse parecía bastante menos impresionada que Ann. Siempre había sido un poco más directa y menos expresiva, aunque eso no significaba que no lo apreciara. Al contrario.
"¡Ya era hora de que llegaras, Draco!" Gritó Annie mientras le daba un abrazo que, sinceramente, lo hizo sentir mejor de lo que esperaba. Hacía tiempo que no veía a su amiga y, por alguna razón, sus abrazos siempre tenían un toque de consuelo (aunque, en realidad, sólo habían pasado veinte minutos como mucho).
Clarisse, por otro lado, se quedó cruzada de brazos, mirando a su hermana Lily con curiosidad. "¿Y esta quién es?" preguntó con su tono nada amistoso al principio, aunque él sabía que la chica no era la mejor para tratar con niños.
"Esta es Lily" dijo señalando a su pequeña hermana que, a pesar de su corta edad, parecía tan emocionada por estar en el campamento como él en su primer día.
Annabeth se agachó y le sonrió a Lily.
"Eres muy tierno" hablo con sinceridad.
Clarisse, aunque un poco más indiferente, también asintió. Por supuesto, no era alguien que se derritiera por los niños como Annie, sin embargo era Clarisse, y si la mirabas bien, sabías que tenía un lado protector, sobre todo cuando de élnse trataba.
"Sí, es... mi hermana" respondió intentando esconder el tono raro que salía de su voz. No estaba acostumbrado a hablar de Lily de esa forma, porque literalmente se habían conocido ese mismo día.
Su amiga le sonrió con calidez. "¿Y cómo va todo con Drew?" Le preguntó sabiendo que algo no andaba bien en la cabaña de Afrodita.
La mención de Drew hizo que du expresión se endureciera por un segundo. Claro, ella era la nueva jefa, y todo lo que había pasado con la niña pequeña le había dejado mal sabor de boca. Pero no iba a mostrarse débil.
"Drew... es Drew" Soltó un suspiro, sin querer entrar en detalles. Todos sabían cómo era, y no valía la pena perder el tiempo en su actitud.
Clarisse levantó una ceja, como si supiera exactamente a lo que me refería. "Sí, esa chica tiene una actitud horrible. ¿Te dijo algo de las chicas que 'no eran merecedoras de semejante cabaña'?" Clarisse, siendo Clarisse, no tenía filtro. Y aunque eso a veces le molestaba, sabía que solo decía lo que pensaba.
Annabeth hizo una mueca.
"Es una idiota" se pasó la mano por el cabello, y le dio la sensación de que, aunque nunca lo dijera en voz alta, estaba realmente molesta por lo que había hecho Drew.
Su mirada se desvió a Lily, que estaba mirando todo con una expresión completamente ajena al drama que estaba ocurriendo. "No va a cambiar, y no me importa. Solo... no quiero que mi hermana pase por lo mismo".
Su amiga asintió, y Draco notó que su tono se suavizó. "Lo sé, Draco" sus ojos se suavizaron, como si comprendiera completamente lo que significaba para él. A Annabeth le preocupaba lo que pasaba en la cabaña, lo sabía, aunque también sabía que tenía que mantener la calma. Al final, Drew era solo un obstáculo más.
Clarisse, que había estado observando a Lily, de repente se enderezó y preguntó: "¿Y Lavender? Esa amiga suya".
Él se quedó en silencio por un segundo. No era el momento adecuado, pero ¿quién mejor que Clarisse para ser honesta sobre las cosas?
"Lavender está bien... por ahora" respondió evitando entrar en detalles. Todos conocían que la situación con Lavender era un poco más complicada de lo que aparentaba.
Annabeth lo captó enseguida y levantó una ceja. "¿No vamos a contarle que somos semidioses?" preguntó con el tono de quien sabe que debería hacerse algo, pero no está segura de cuándo es el momento.
Clarisse miró de reojo a Ann. claramente incómoda. "¿Por qué se lo dijeron ya?" Ella no era la más paciente cuando se trataba de cosas de ese tipo. Si algo le molestaba, no se lo callaba.
Se sentía un poco incómodo con el tema. ¿Debía contarle ya? ¿Sería peor si no lo hacía? ¿Cómo lo haría si no podía? Aunque no podía evitar pensar que el secreto de su vida como semidiós no era algo que debiera compartir tan rápidamente luego de decirle que no podía decirlo. Era tan raro. "Cuando sea el momento adecuado" respondió con firmeza, mirando a Annie como si fuera su defensa ante Clarisse.
Clarisse bufó, como si eso no le conviniera, pero no insistió. Parecía que comprendía la tensión que había en la cabaña de Afrodita. Lily, mientras tanto, estaba mirando a los nuevos campistas que los observaban desde lejos. Sus ojos brillaban, y al parecer, estaba disfrutando de la atención. Era una niña que se iba a divertir en el campamento, y eso lo hacía sentir bien. De repente, como si no tuviera idea de lo que había estado pasando, Lily saltó hacia un campista que la miraba. "¡Hola!" Saludo con su gran sonrisa inocente, como si fuera la cosa más natural del mundo.
Clarisse soltó una risa de fondo. La pequeña Lily definitivamente no entendía lo que estaba pasando, aunque a todos los hacía sonreír.
Draco miró hacia los campistas, que ya murmuraban entre ellos sobre él, sobre la historia. ¿La atención me molestaba? Sí y no, aunque por alguna razón, al ver a Lily tan feliz y sin preocuparse por nada, no pudo evitar sonreír de vuelta.
Annabeth observó la escena y luego lo miró fijamente. "A veces no sé cómo haces para sobrevivir con toda esta atención" hablo medio en broma, medio en serio.
Clarisse, como siempre, no se anduvo con rodeos. "No creo que sepa lo que es estar sin atención. Mira cómo se lleva todo el show" su tono era más relajado, a pesar de eso, también dejaba claro que no le molestaba.
Él simplemente se encogió de hombros, tratando de hacer como si no le importara. Y en verdad, no le importaba tanto. Al menos no en ese momento, con su hermana, Annie y Clarisse a su lado. Ellas sí importaban.
"¡Vamos a entrenar!" Gritó cambiando de tema de manera abrupta. No podía quedarse mucho rato en la misma conversación de siempre.
Ann asintió mientras Clarisse se ponía en marcha. "Esta bien, los nuevos tienen que saber lo que significa ser de Afrodita".
Él se rió para sus adentros, mientras los nuevos campistas los miraban, más fascinados que nunca. Aunque al final, todo lo que importaba era que estaban juntos, como una especie de familia. Y eso, aunque rara vez lo admitiera en voz alta, significaba mucho para él.
....
Después de pasar un rato con Annabeth, Clarisse y Lily, las cosas parecían calmadas. Bueno, al menos hasta que una voz resonó a lo lejos, haciéndole detener en seco. Esa voz, ese tono… no podía ser otro que el señor D.
"Maldita sea" murmuró por lo bajo. No tenía ni un minuto de paz en ese campamento.
Se giró hacia el sonido, y allí estaba, como siempre, el señor D recostado contra un árbol con su copa de vino -o jugo de uva, lo que sea que fuera- en la mano, mirando con una expresión que, si no sabía mejor, pensaría que tenía algo más importante que hacer, como ver su telenovela favorita. Pero no, claramente estaba más interesado en él, o al menos eso parecía.
"Ah, sino es nada más ni nada menos que el hijo más hermoso de Afrodita" hablo el Dios con una sonrisa burlona, levantando su copa como si lo estuviera brindando. Él le lanzó una mirada envenenada. ¿Qué quería ahora?
Era un personaje tan extraño, tan… surrealista. Una mezcla entre alguien que no tenia ningún tipo de filtro y un dios con un ego gigante. Además, no parecía importarle más que el vino, sus dramas personales y sus hijos (lo que sorprendentemente, lo hacia mejor padre que muchos otros dioses) (si Zeus, esto es una tiradera para tí). Aun así, Draco tenía que admitir que de alguna manera, sus comentarios siempre tenían ese toque irónico que le sacaba una sonrisa.
"¿Así que el gran hijo de Afrodita ha llegado a nuestro humilde campamento?" Siguió este haciendo una pausa dramática mientras lo observaba de arriba a abajo con ojos vidriosos. Ya sabía a qué venía. La típica charla que le daban cada vez que se veían. "Lo que no entiendo es… ¿cómo es que un tipo tan hermoso como tú sigue sin llamar la atención de la gente?" Hablo con su tono sarcástico impregnado de burla. Al principio, no estaba seguro de si le estaba tirando un halago o un insulto, pero ya estaba acostumbrado a ese tipo de comentarios.
Resopló, mirando a lo lejos, con la esperanza de que tal vez, solo tal vez, alguien lo sacada de ahí y dejara tranquilo un solo minuto. Aunque, por supuesto no era su día de suerte.
"No todo en la vida es belleza y fama, señor D" respondío con un suspiro, dejando que su tono rebosara de sarcasmo. "Aunque te diré que… aprecio la atención. No todos los días alguien tan importante se toma la molestia de verme"
El Dios soltó una carcajada, dejando que el vino se derramara un poco de su copa. La expresión de su rostro pasó de una ligera curiosidad a un aburrimiento total, como si realmente no tuviera nada mejor que hacer. "¡Ay, Dorian! ¿O era Daniel? Como sea" continuo balanceándose un poco sobre sus pies como si fuera una figura de cera animada. "Sabes que te aprecio, ¿verdad? Eres un tipo interesante, pero... Zeus no parece muy contento de tu llegada. Como siempre, el señorito no está contento con nada, en relación ¿cuándo lo está?"
El comentario del señor D hizo que soltase una risa amarga. Su relación con Zeus nunca había sido precisamente... amigable. Cada vez que se encontraba en su territorio sentía que había una tormenta lista para estallar encima suyo, como si cualquier movimiento en falso fuera a hacer que le descargaran un rayo o algo aún más dramático.
"Quien nunca parece estar contento con nada es usted, señor D" respondió mirando la copa que sostenía con una ceja levantada. "Si no es el vino, nada parece hacerlo feliz".
Este lo miró con una sonrisa torcida, disfrutando de la tensión en el aire. "Tienes razón, tiene sus pequeños placeres, aunque Zeus… Zeus sigue pensando que tu llegada es una gran 'mala noticia', ¿sabes? Y lo peor es que, te guste o no, tu música lo pone de los nervios. Es como si lo estuvieras tocando directamente en su cabeza".
A Draco le pasó un escalofrío al pensar en lo que eso significaba. No era la primera vez que recibía comentarios como ese de Zeus, siempre un tono oscuro, siempre con amenaza en el aire. Estaba claro que el rey de los Dioses no estaba de acuerdo con su presencia en el campamento, y probablemente no lo estaría nunca. Pero le daba igual. Era un dios, y si algo había aprendido de ellos era que no podías esperar simpatía de seres tan egocéntricos.
"Bueno, al menos alguien se divierte con mi música" dijo con una sonrisa en los labios. "Si Zeus no es fan, pues que se aguante. No voy a dejar de tocar solo porque se ponga a gruñir como un perro viejo".
El Dios soltó una risa, casi se atraganta con el vino mientras se recostaba contra el árbol, claramente disfrutando de la situación. "Te gustan los problemas, ¿verdad?" preguntó con la mirada fija en él.
"Yo no los busco, ellos me buscan a mí y cuando eso pasa, yo lo los abrazo" respondió con una sonrisa torcida. "Aunque, ¿sabe qué? Si Zeus quiere que me odie, va a tener que hacer algo más que mirarme feo. No soy un niño asustado".
El señor D frunció el ceño por un segundo, sus ojos brillando con una chispa de algo que no podía identificar. Tal vez admiración, o tal vez solo diversión. Pero, de alguna forma, se sentía como si, al menos por un momento, hubiera ganado su aprobación. "Me caes bien, Malfuego" hablo tomando otro sorbo de vino. "Sin embargo, ten cuidado con lo que haces... Zeus no se olvida tan fácil. Y si algo sé, es que no le gusta nada que no esté bajo su control".
"Lo tendré en cuenta" respondió sin una pizca de miedo. Porque, en el fondo, sabía que nada de lo que le dijera o hiciera Zeus iba a cambiar su vida, no más que la ejecutación de su madre. De alguna manera, él siempre se las arreglaba para salir adelante.
Este solo le dio una palmada en el hombro, dejando caer más vino sobre su ropa. No le importó. Sabía que, al final del día, el vino y las tonterías de los dioses no eran más que eso: tonterías. Pero, como siempre, el señor D disfrutaba de las pequeñas molestias que causaba. "Nos vemos, hijo de Afrodita" se despidió alejándose con su copa en la mano, desapareciendo entre los árboles con una ligera risa de fondo.
Miró al cielo, con un suspiro pesado. ¿Qué esperaba de un dios como él? Si no fuera porque era parte de su naturaleza, le hubiera fastidiado aún más. Pero ya estaba acostumbrado. La vida en el campamento era así: llena de conflictos, chismes y dioses insatisfechos. Y él, por alguna razón, parecía ser el centro de todo. Sin embargo, eso no iba a impedirle disfrutar de sus dos semanas allí. ¡A quién le importaba Zeus!
....
El sonido del metal chocando contra metal resonó en la arena de entrenamiento mientras se movía rápidamente para esquivar el ataque de Clarisse. La hija de Ares no tenía compasión. Nunca la había tenido. Para ella, cada pelea era una guerra, y aunque la de ahora era solo un entrenamiento, si no tenía cuidado, podía salir de ahí con un par de costillas rotas y un moretón en el ego.
"¿Eso es todo lo que tienes, rubio?" rugió Clarisse, balanceando su lanza con fuerza.
Draco salto hacia atrás justo a tiempo para evitar que la punta de su arma le perforara el costado. Sentía el aire moverse cerca de su piel, como un susurro de advertencia.
"¡Te subestimas demasiado, Clarisse!" replico con una sonrisa arrogante, girando sobre sus talones para contraatacar.
Clarisse y él tenían una relación extraña. Si alguien los viera desde afuera, pensaría que se odiában. Pero no. Lo suyo era un equilibrio entre brutalidad y cariño. Ella lo entrenaba porque creía en él, porque veía algo en él que pocos veían. Tal vez era su terquedad, tal vez era su orgullo. Solo que de alguna manera, se convirtió en su mentora.
Y hoy, hoy iba a demostrarle que había aprendido.
Le lanzó una ráfaga de ilusiones con su magia, distrayéndola por una fracción de segundo. No era nada exagerado, solo un pequeño destello de movimiento a su izquierda, una sombra que no estaba ahí. Lo suficiente para hacerla dudar.
Y en ese instante, atacóm
Deslizó su espada en un arco bajo, barriendo con fuerza hacia sus piernas. Clarisse reaccionó rápido, saltando para evitarlo, sin embargo Draco ya había anticipado su movimiento. Se impulso con un giro rápido y, antes de que pudiera aterrizar, lanzó una corriente de energía mágica hacia sus pies. El impacto fue sutil, casi imperceptible, sin embargo fue suficiente. Clarisse perdió el equilibrio y él no la dejó recuperarse. En cuanto cayó sobre una rodilla, le lanzó hacia adelante, colocando la hoja de su espada en su cuello.
Silencio.
Solo se escuchaba sus respiraciones entrecortada y el leve zumbido de la energía que aún flotaba en el aire.
"Ríndete" hablo con una sonrisa ladeada.
Clarisse alzó la mirada, su expresión oscura y tensa… y luego soltó una carcajada.
"¡Maldito mocoso!" gruñó, aunque había orgullo en su voz.
Le tendio una mano para ayudarla a levantarse. Por un tonto segundo, Draxo llegó a pensar que la tomaría. En lugar de eso, ella le golpeó el estómago con su puño, lo suficientemente fuerte como para sacarle el aire.
"¡¿Qué demonios, Clarisse?!" Se quejo llevándose una mano al abdomen.
"Nunca bajes la guardia, rubio" respondió con una sonrisa socarrona.
Rodó los ojos, aunque no pudo evitar sonreír también. Lo había logrado. Después de tantos entrenamientos, después de tantas veces en las que ella le había mandado de un golpe al suelo… hoy había ganado.
Y lo mejor de todo: Luke lo había visto.
Estaba de pie a unos metros, con los brazos cruzados y una mirada indescifrable en el rostro. Sin embargo sus ojos… sus ojos estaban fijos en él, llenos de algo que no supe reconocer. Orgullo, admiración, algo más profundo. Tal vez una parte de él quería impresionarlo.
"Te ves satisfecho, Luke" dijo aún recuperando el aliento.
El rubio parpadeó, como si no se hubiera dado cuenta de que lo había atrapado mirándolo. Luego, sonrió de lado. "No está mal, Draco" respondió con su voz tranquila.
No está mal.
Traducción: "Maldita sea, me impresionaste".
Clarisse se rió y le dio una palmada en la espalda, casi mandándolo al suelo de nuevo. "Nuestro chico rubio ya no es un novato" hablo con orgullo. "Te lo dije, Luke. Este idiota tiene talento".
Luke asintió lentamente, su sonrisa aún presente, pero sus ojos seguían clavados en los suyos. Había algo en su mirada que le hizo sentir… diferente. Algo cálido, algo que no supe descifrar. Sin embargo no tenía tiempo para pensar en eso ahora.
Clarisse lo jaló hacia ella y le revolvió el cabello como si fuera un niño pequeño.
"¡Eh, basta!" protestó. Lo estaba despeinando.
"Nah, ahora eres oficialmente mejor alumno. No puedes quejarte".
No lo hizo.
Porque, en el fondo, le gustaba la idea.
....
El cielo sobre el Campamento Mestizo estaba teñido de un naranja suave, con pinceladas rosadas y doradas esparciéndose por el horizonte mientras el sol se escondía tras las colinas. Sentados en el techo de la cabaña de Atenea (porque, por supuesto, Annabeth y Draco no podían simplemente quedarse quietos en el suelo como gente normal), disfrutaban del final del día con el sonido de los campistas entrenando en la distancia y la brisa fresca revolviendo nuestro cabello.
"Percy no está aquí" hablo su amiga de repente, rompiendo el silencio.
Draco la miró de reojo. Estaba abrazando sus rodillas, su rostro inexpresivo, sin embargo sus ojos grises tenían ese brillo analítico que aparecía cuando algo la molestaba.
"¿Y eso qué?" preguntó recostándose con los brazos detrás de la cabeza.
"Dijo que quería una vida normal" explicó. "Unas vacaciones sin monstruos ni misiones. Solo… ser un chico normal por un tiempo".
Él se quedó en silencio, dejando que sus palabras se asentaran en su mente. ¿Normal? No podía imaginarlo.
Giró la cabeza hacia ella, frunciendo el ceño. "¿Y eso por qué te molesta?"
Ann soltó un suspiro y se encogió de hombros. "No sé si me molesta. Solo… no lo entiendo".
Él se rió entre dientes. "Bienvenida al club".
Porque Draco tampoco lo entendía.
La vida de un semidiós, la vida de un mago… era peligrosa, sí. Llena de monstruos, dioses temperamentales y un futuro incierto. Sin embargo era emocionante. Nunca había querido otra cosa. Nunca había deseado ser normal.
Annabeth lo miró con una ceja arqueada. "Con el riesgo de sonar repetitiva y estupida, ¿tú nunca quisiste una vida tranquila?" Su amiga ya lo conocía, e igual preguntó, así que Draxo se digno a responder con la verdad.
"Nunca" respondió sin dudar. "¿Por qué querría eso? Tengo magia, me encanta cantar y tocar, puedo hacer cosas increíbles, peleo contra criaturas mitológicas y deidades inmortales. Y, seamos honestos, me veo espectacular haciéndolo" hechos son hechos.
Ella rodó los ojos, sin embargo sonrió.
"Claro, porque todo se trata de la estética".
"Obviamente."
Ambos se quedaron en silencio por un momento, viendo cómo las luces de las cabañas se encendían poco a poco.
"Creo que entiendo por qué Percy quiere eso" hablo ella finalmente. "Su vida nunca ha sido fácil. Y esto… ser un semidiós, luchar todo el tiempo… quizás solo quiere saber cómo se siente no estar en peligro constante."
Se mordió el labio. "Lo entiendo" dijo lentamente. "Pero no lo comparto. Para mí, lo mejor que puedo hacer es disfrutarlo. Hacerlo divertido. Ignorar todo lo demás". Porque, si se detenía demasiado a pensar en las cosas malas… en la traición, en las pérdidas, en la presión constante… podía hundirse. Y él no quería hundirse.
Annabeth lo estudió por un momento, luego asintió, como si finalmente comprendiera algo sobre éñ que antes no había visto, lo cual no podría ser teniendo en cuenta de que se conocen de toda la vida.
"Supongo que esa es una forma de vivirlo" admitió.
"Y la mejor, claramente".
Ella sonrió y le dio un pequeño empujón con el hombro. "Eres un tonto".
"Pues soy un tonto al cual quieres".
"No lo negaré."
Se quedaron ahí un rato más, disfrutando de la tranquilidad del atardecer. Porque, aunque sus formas de ver el mundo eran diferentes, aunque tenían pensamientos y sueños opuestos, en ese momento solo eran dos amigos compartiendo un momento de paz.
Y a veces, eso era suficiente.
.
Si alguien le hubiera dicho que el Campamento Mestizo, la cuna del heroísmo, las espadas y la tragedia griega en tiempo real, también era un lugar donde las fiestas clandestinas eran prácticamente una tradición… bueno, probablemente Draco habría llegado antes.
La hoguera ardía con intensidad, las llamas cambiando de color con los cánticos que se elevaban en el aire. La música no era exactamente lo que solía tocar con su banda en el mundo muggle, pero tenía su encanto. Algunos campistas bailaban, otros reían en círculos, compartiendo historias exageradas de sus hazañas (o mentiras descaradas, como las de los hermanos Stoll). Y en el centro de todo… él.
No era culpa suya que sus canciones ya fueran conocidas allí. Que cada vez que se subía a una roca y rasgueaba la guitarra (porque sí, ahora siempre tenía una a mano gracias a Will), los campistas enloquecieran. Que cuando empezaba a cantar, incluso los sátiros hacían un alto en su frenesí con las ninfas para corear junto a él.
"Draco, Draco, Draco" canturreó Travis Stoll, dejándose caer en el tronco a su lado.
Travis era el mayor de los gemelos Stoll, los reyes del caos del campamento. Y últimamente, estaba demasiado cerca de él. Aunque no es como si a Draco le molestara.
"¿Sí, mi fiel admirador?" Contesto con una sonrisa encantadora.
Travis apoyó el codo en su rodilla y lo miró con diversión. "¿Sabes? Hemos decidido que oficialmente eres el mejor hijo de Afrodita que ha pisado este lugar".
"Oh, ¿sí? ¿Y qué pasa con Silena?" pregunto aunque su nombre aún quemaba un poco en su lengua.
"Ella era genial, pero no organizaba fiestas con esta frecuencia" dijo encogiéndose de hombros. "Y no hacía que medio campamento se derritiera con una sola mirada".
Le sonrió con coquetería. "Oh, Travis, si querías invitarme a salir, solo tenías que decirlo".
Su sonrisa se amplió. "¿Y si lo estoy diciendo ahora?"
"Pues entonces te diría que te tomes tu turno, porque hay una larga lista de espera".
Él se rió y negó con la cabeza, claramente divirtiéndose con el juego. A unos metros, Clarisse cruzó los brazos, observando la escena con una expresión que mezclaba resignación y diversión.
"Eres un idiota" apesar de la distancia, podia escuchar como lo murmuró con cariño.
"Y sin embargo, no puedes vivir sin mí" respondió guiñándole un ojo.
"No pongas palabras en mi boca, Draco".
Annie, que estaba a su lado, solo sonrió con un suspiro. Lo conocía demasiado bien para sorprenderse de su popularidad repentina. "Solo no rompas demasiados corazones, Draco. No queremos una tragedia griega aquí" dijo.
"¿Y perder la oportunidad de ser una leyenda? No, gracias".
Mientras bromeaban, su mirada vagó por la multitud hasta encontrar a Luke.
Estaba en el otro extremo de la hoguera, con Ethan a su lado. Y si bien su novio tenía el brazo alrededor de su brazo, el cuerpo de Luke estaba inclinado apenas, como si quisiera acercarse a Draco sin darse cuenta. Sus ojos se encontraron, y por un momento, el ruido del campamento se desvaneció.
Él quería venir. Lo sabía.
Pero Ethan también lo sabía.
Con un suave tirón, Ethan lo arrastró más cerca, inclinándose a su oído para susurrarle algo. Y, como si nada, Luke desvió la mirada.
Le dolió. Sin embargo sonrió de todos modos.
Porque Draco también sabía algo.
No importaba cuánto intentara evitarlo, cuántas veces Ethan lo alejara… Luke siempre encontraba la forma de estar con él.
Y él siempre estaría ahí cuando lo hiciera.
Lily apareció de la nada, aferrándose a su brazo con una gran sonrisa. "¡Draco, vamos a bailar!'
Sonrió levantándola en brazos con facilidad. "¿Cómo puedo decirle que no a mi hermanita favorita?"
Mientras la giraba en el aire y su risa llenaba la noche, supo que, a pesar de todo, estaba exactamente donde quería estar.
....
Okey, dejemos una cosa claea: No era su culpa que fuera tan bonito.
Y tampoco era su culpa que el coqueteo fuera una estrategia de combate efectiva. Quiere decir, Afrodita se lo había enseñado, y Hécate había perfeccionado su control mágico. No era su problema que el resto del campamento no supiera manejarse alrededor de alguien que sabía combinar una sonrisa letal con una patada giratoria.
"¿Eso es todo, chicos?" preguntó con una sonrisa perezosa, inclinando la cabeza mientras giraba su látigo entre los dedos.
Su oponente, un hijo de Ares particularmente confiado, frunció el ceño. Estaba sudando, con el cabello pegado a la frente y el orgullo visiblemente herido. Draco, en cambio, apenas si se había despeinado.
Clarisse, que estaba mirando desde la barrera con los brazos cruzados, soltó una risa burlona. "Dioses, qué patético. ¿En serio no puedes con él?"
"¡Estoy distraído!" gruñó el chico de Ares.
"Oh, ¿te distraje?" puso una mano sobre el pecho, fingiendo sorpresa. "Lo siento, es que a veces no controlo mi encanto".
El hijo de Ares apretó la mandíbula, claramente tratando de no mirar su sonrisa, sin embargo termino fallando miserablemente.
Y ese fue su error.
En cuanto su concentración flaqueó, giró sobre mis talones, moviéndome con gracia. Su pierna se elevó en una patada que lo desarmó con facilidad, y antes de que pudiera reaccionar, ya tenía al látigo cambiando a la espada en su cuello.
"Ups" canturreó.
Clarisse se carcajeó, Annabeth negó con la cabeza con una mezcla de diversión y resignación.
"Eres imposible."
"Soy eficiente" corrigió con una sonrisa.
Le tendió la mano al chico, que la aceptó con el orgullo roto, y luego se giró para ver si alguien más quería intentarlo.
Fue entonces cuando lo vio.
Luke.
Estaba apoyado en una columna cercana, los brazos cruzados sobre su pecho y una expresión en su rostro que podría describirse como 'molesto, aunque intentando parecer indiferente'.
Ethan no estaba con él.
Interesante.
"¿Te pasa algo, Luke?" Preguntó con una sonrisa burlona.
Sus ojos azules se estrecharon apenas.
"No" respondió demasiado rápido.
Él se acercó un poco, inclinando la cabeza con diversión. "¿Seguro? Pareces... molesto".
"Solo estoy observando."
"Oh, ¿sí?" Dio un paso más cerca. "¿Te gusta lo que ves?" Preguntó con burla, solo para molestarlo como lo hacían antes.
Luke apretó la mandíbula. "Draco…" sin embargo su tono no era de advertencia. Era otra cosa. Algo más denso, más cargado. Algo que casi podía sentir en el aire entre ellos.
Y se habría quedado a jugar con eso un rato más… si no fuera porque, en ese momento, Ethan apareció.
"Luke, te estaba buscando" repitió con voz suave, aunque con una mirada afilada dirigida a él.
Luke se tensó de inmediato, como si lo hubieran atrapado haciendo algo que no debía. Algo como mirar de esa manera.
"Sí, estaba… viendo el entrenamiento" dijo pero su tono no tenía la misma seguridad de antes. Ethan deslizó un brazo alrededor de su brazo y lo jaló un poco hacia él, su mirada aún fija en Draxo como si le estuviera advirtiendo algo.
Draco, por supuesto, solo le sonrió.
"Oh, no se preocupen por mí" hablo inclinando la cabeza con una sonrisa felina. "Sigan con su relación".
Luke le lanzó una mirada que no supo descifrar del todo, sin embargo Ethan simplemente lo apartó de allí, como si quisiera asegurarse de que se mantuviera lejos.
Clarisse soltó un bufido. "Ese tipo tiene serios problemas de inseguridad".
"Lo sé" respondió sin dejar de mirar la espalda de Luke mientras se alejaba.
Lo sabía demasiado bien.
Y también sabía que, aunque Ethan pudiera alejarlo de él físicamente...
En la mente de Luke, Draco seguía ahí.
Siempre.
.
El agua se mecía con suavidad a su alrededor, oscura y fría bajo la luz de la luna. Estaban en medio del lago, solo ellos dos, como antes, cuando el tiempo no pesaba tanto y las cosas eran más simples.
Luke y Draco solían hacer esto todo el tiempo. Colarse en el lago cuando el campamento dormía, deslizarse entre el agua tranquila y simplemente hablar. Sin entrenamientos, sin responsabilidades, sin expectativas. Solo dos niños flotando en la inmensidad de la noche, dejando que el agua los sostuviera cuando el mundo parecía demasiado grande.
Pero ahora, las cosas eran distintas.
"¿Por qué no me lo dijiste antes?" Su voz sonó más dura de lo que esperaba, cortando la calma del lago como una piedra lanzada a la superficie.
Luke apartó la mirada. "No lo sé".
"Sí lo sabes."
Sus labios se apretaron. Lo conocía demasiado bien para no notar el peso de esas palabras que no decía.
"Draco…"
"No, en serio. ¿Cómo es que tuve que enterarme por otros que estabas con Ethan?" Hizó una pausa dramática, intentando disimular con una sonrisa leve el cómo algo incómodo se enredaba en su pecho. "Pensé que éramos amigos" dramatizo con diversión.
Luke se rió, aunque no fue una risa real. "Lo somos".
"Entonces, ¿por qué lo ocultaste?"
Silencio.
Las ondas del lago se movieron entre ellos, creando una distancia que no estaba ahí antes. Luke bajó la mirada al agua, como si esperara encontrar respuestas ahí. Y entonces, sin previo aviso, nadó más cerca.
Y lo abrazó.
No fue un abrazo rápido, ni uno que se sintiera forzado. Fue algo más profundo. Algo que se aferró a él como si tuviera miedo de que se esfumara en el agua. Su pecho subía y bajaba con respiraciones pesadas, y Draco… él no sabía qué hacer.
Lo lógico habría sido apartarse. Hacer algún comentario sarcástico, darle una palmada incómoda en la espalda y soltar un 'tranquilo, amigo' antes de separarse.
Pero no lo hizo.
No pudo hacerlo.
Sus brazos le rodearon con más fuerza, su rostro se escondió en si hombro, y de alguna forma, lo entendió.
Esto no era sobre Ethan.
Esto era sobre ellos.
Sobre el tiempo que pasó.
Sobre lo que dejamos atrás sin darse cuenta.
Sobre todas las veces que Luke había querido hablar y no lo hizo.
Sobre todas las veces que Draco había querido preguntar y tampoco lo hizo.
Porque fueron ellos antes de todo esto.
Antes de Ethan.
Antes de los problemas.
Antes de que el mundo decidiera enredarlos en caminos distintos.
Su garganta se cerró.
No.
No podía pensar en esto de esa forma.
Porque Luke era su amigo. Y eso era suficiente.
Tenía que ser suficiente.
Así que ignoró el calor de su piel contra la suya, ignoró cómo su aliento tembloroso chocaba contra su cuello, ignoró la forma en la que sus dedos se apretaban en di espalda, como si estuviera desesperado por aferrarse a algo real. Y solo por un momento, se permitió quedarse quieto.
Se permitió sentirlo.
Se permitió disfrutar la calidez de sus brazos, la seguridad de su abrazo, el peso de su presencia sosteniéndole en el agua.
Porque, al final del día, Luke siempre había sido su hogar.
No importaba lo que pasara. No importaba cuánto tiempo pasara.
Siempre volverían a esto.
A estar flotando en el agua, en medio de la noche, sin nada más que la luna y ellos dos.
Solo ellos dos.
....
El sol brillaba con fuerza sobre el campo de fresas, cubriendo todo con un resplandor dorado que hacía que las hojas parecieran más verdes y las fresas más rojas. Annie y él estaban arrodillados entre las plantas, recolectando fruta en canastas tejidas a mano. No era la actividad más emocionante del campamento, pero se sentía… tranquila.
"¿Cuándo nos volvimos los campesinos personales de los Dionisíacos?" murmuró observando la mancha de tierra en sus rodillas con resignación.
Annabeth soltó una risa, sacudiendo la cabeza. "Deja de quejarte. No es tan malo."
"Hablas como si disfrutaras esto".
"Porque lo disfruto."
Rodó los ojos, sin embargo no discutió.
El silencio se instaló entre ambos, interrumpido solo por el sonido de las hojas moviéndose con la brisa y el ocasional plop de una fresa cayendo en la canasta. Y entonces, Ann suspiró.
"Draco…"
Ya sabía lo que venía.
"Nos iremos pronto".
Sentía un nudo en el estómago. No porque no lo supiera, sino porque Annabeth lo había dicho en voz alta.
El final de sus pequeñas vacaciones en el Campamento Mestizo estaba cada vez más cerca. Su tiempo allí, con los entrenamientos, las fiestas, las misiones improvisadas y los chismes nocturnos con Clarisse, estaba llegando a su fin.
"Lo sé" admitió sin mirarla.
"Y sé que extrañas Gran Bretaña."
"Tú también".
"Sí, yo también".
Silencio otra vez.
Levantó una fresa y la inspeccionó como si fuera el objeto más fascinante del mundo. La verdad era que sí, extrañaba Gran Bretaña. Extrañaba Hogwarts, la magia, sus amigos de allá. Extrañaba la música, la banda, los escenarios, los conciertos. Extrañaba la sensación de estar en un lugar donde entendía las reglas, donde sabía quién era y qué debía hacer.
Pero al mismo tiempo…
Miro alrededor del campo.
Los campistas caminaban entre las cabañas, riendo, entrenando, viviendo el presente sin preocuparse por lo que vendría después. Ahí, en el Campamento Mestizo, él no era solo Draco Malfoy.
Era el hijo de Afrodita que podía luchar.
Era el cantante que llenaba estadios en el mundo muggle.
Era el chico que podía usar magia de dos formas distintas.
Era alguien que la gente admiraba, respetaba, seguía con la mirada cuando pasaba.
Y una parte suya… no quería dejar eso atrás.
"Lily no quiere que me vaya" hablo finalmente.
Annie sonrió, y por un momento, todo se sintió un poco menos pesado. "Es la cosita más tierna del mundo'.
"Lo sé".
"Te adora.'
"Lo sé".
"Voy a llorar cuando te vea despidiéndote de ella".
"No lo harás".
"Sí lo haré."
"Annabeth'.
"Draco"?
Suspiró rindiéndose. "No hagas esto más difícil".
Ella se encogió de hombros, volviendo a concentrarse en las fresas. Sin embargo él no podía. Se quedó mirando el cielo azul sobre ellos, sintiendo el peso de lo que vendría después.
Pronto, esas dos semanas de vacaciones se acabarían.
Pronto, Ann y él estarían en un tren de regreso a Gran Bretaña.
Pronto, todo cambiaría otra vez.
Y aunque no lo decía en voz alta…
Una parte de Draco no estaba lista para eso.
No todavía.
.
El último día en el campamento siempre tenía un aire extraño. Como si todo estuviera un poco más brillante, un poco más vívido, como si el propio lugar supiera que se iban y quisiera asegurarse de que los lleváramos en cada detalle con ellos. Clarisse estaba parada frente a él con los brazos cruzados y una expresión de fastidio mal disimulada.
"No llores, princesa. Volverás en el verano".
"¿Quién dijo que voy a llorar?" Bufó aunque sabía que su voz no tenía la misma confianza de siempre.
"Pues más te vale" gruñó, mirándolo fijamente. Y entonces, sin previo aviso, lo jaló hacia ella en un abrazo rápido pero fuerte.
Se quedó congelado.
Clarisse no era exactamente del tipo abrazador.
"Si te metes en problemas allá en Gran Bretaña, me avisas y los mataré muy dolorosamente" murmuró.
"Tienes mi número" logró decir.
Se separó de inmediato y le dio un golpe en el hombro que probablemente le dejaría un moretón. "Cierto. Y lo usaré si descubro que te has vuelto un idiota más grande de lo que ya eres".
"¿Esa era tu forma de decir que me extrañarás?'
"Cierra la boca, Draco".
Él se rió, aunque su risa murió en la garganta cuando Lily apareció frente suyo con los ojos llenos de lágrimas. "No quiero que te vayas" sollozó la pequeña.
Y su corazón se rompió en mil pedazos.
Se agachó de inmediato, tomándola en brazos mientras ella escondía su carita en su cuello.
"Oh, pequeña, voy a volver" le aseguro acariciándole el cabello pelirrojo.
"¿Lo prometes?"
"Lo prometo."
Lily sollozó más fuerte, aferrándose a su camisa como si su vida dependiera de ello. Annabeth estaba a su lado, y cuando la miro, notó el mismo nudo en su garganta que Draco sentía en la suya.
La despedida dolía.
Mucho.
Cuando finalmente logro despegar a Lily de él, cuando finalmente la dejó en los brazos de una de sus hermanas, sentía como si le hubieran arrancado una parte de sí mismo.
Y entonces, miro alrededor.
Y no vio a Luke.
El nudo en su estómago se apretó aún más.
¿No iba a despedirse? ¿De verdad iba a dejarlo ir sin decir nada?
Apartó la mirada, intentando ignorar el vacío absurdo que eso le dejaba en el pecho. Pero cuando estaba a punto de subirwe a la carroza que los llevaría lejos del campamento…
"¿Pensaste que te dejaria ir sin más?"
La voz de Luke era inconfundible.
Draco se giró de inmediato.
Y ahí estaba él.
Más despeinado que de costumbre, con una respiración agitada como si hubiera corrido para llegar..Y con esa mirada azul que siempre lo había hecho sentir que el mundo entero desaparecía.
No supo qué decir.
Él tampoco habló enseguida.
Solo se acercó.
Y cuando estuvo lo suficientemente cerca…
Colocó su frente contra la suya.
"Voy a extrañarte" susurró.
Era un gesto íntimo.
Demasiado íntimo.
Pero él tenía novio.
Y Draco… Dracl solo era su amigo.
Así que no se movió, no se alejo. Porque, por un segundo, solo quería quedarse ahí.
Quería quedarse en ese instante en el que Luke lo miraba como si él fuera lo único que importara. Quería quedarse en ese momento en el que su voz sonaba como una promesa rota.
Quería quedarse ahí.
Pero no podía.
Así que sonrió.
Sonrió como si nada estuviera fuera de lugar, como si su proximidad no hiciera que su estómago se retorciera de formas que no quería analizar.
"No te pongas sentimental, Luke" dijo con un tono ligero.
Él sonrió de lado. "Cállate, pretty boy".
Y luego, antes de que pudiera decir otra palabra…
Se apartó.
No demasiado.
Solo lo suficiente para que pareciera un adiós normal.
Y entonces, se despidió.
Como un amigo.
Como si ese momento entre ellos no hubiera significado nada.
Como si no le hubiera dejado con una sensación en el pecho que no podía describir.
Y antes de que pudiera procesarlo más, antes de que pudiera hacer algo más estúpido…
Annabeth elo jaló dentro de la carroza.
El campamento quedó atrás.
Y él…
Draco dejó escapar un suspiro que nadie más escuchó.