
English Love Affair
Nunca le han gustado las profecías.
Nada bueno viene de ellas, son como esos spoilers que te arruinan una serie, solo que en vez de saber quién se muere, te dicen que el mundo se va a ir al carajo… y de alguna forma, tú vas a tener la culpa. Genial, ¿no? Así que ahí esta, con su remera de campista medio sucia, el sol dándole en la cara, y medio concentrado en cómo no quedaree dormido mientras Quirón recita algo sobre equilibrio, centauros y un nuevo legado o lo que sea… cuando sucede, y salido de la nada: él aparece.
Un chico. No un chico, sino el chico. Pelo plateado, plateado de verdad, como si la luna se hubiera aburrido de estar allá arriba y hubiese decidido irse de vacaciones en su cabeza. Piel pálida, como si nunca hubiera estado al sol (lo cual a Luke le parece injusto, porque con esa piel uno debería parecer un cadáver… y sin embargo, este parecía una estatua de mármol recién pulida). Y los ojos... los ojos le jodieron todo. No eran azules, ni grises, ni verdes… eran todo eso al mismo tiempo. Como si el cielo, el océano y una tormenta se hubieran tomado shots juntos y dijeran 'vamos a joderle la vida a Luke Castellan'.
Y lo lograron.
No sabe por qué lo mira tanto. Quizás porque nadie más en el campamento se veia así, como si no perteneciera, como si fuera una pintura colgada en medio de un taller de herrería. Hermoso, sí, aunque fuera de lugar, totalmente fuera de lugar.
Y luego viene lo de la profecía.
Estaban todos reunidos, algo de que el Oráculo había bajado de su estantería sin que nadie lo tocara. Drama. Silencio. Y en medio de todo eso, la estatua viviente se tambalea. Abre los labios como si fuera a decir algo -y él contiene el aliento como idiota, no sabe por qué- , y entonces, con una voz que no es suya, que es como un millón de ecos vomitando poesía, dice:
Cuando la estrella del norte y la luna de sangre se encuentren…
Y Luke no escucha mucho más, porque el chico está flotando. Levitaba, sí, levitaba, como si no tuviera la decencia de respetar la gravedad. Los campistas lo miran con la boca abierta, una chica rubia que vino con él susurra 'oh dioses', Ethan deja caer la espada que estaba limpiando, y él... él esta malditamente molesto. Porque ese chico apareció hace cinco minutos y ya está levitando, siendo hermoso y recitando profecías. Él lleva años aquí, ¡años! ¡Y lo más místico que le ha pasado es que el señor D le haya dicho 'buen trabajo' una vez y ni siquiera estaba sobrio!
Luego se desmaya.
Literalmente, así, como un suspiro, cae. Silencio. Corremos todos, Clarisse lo atrapa antes de que se parta la cara (lo cual, por alguna razón, le molesta más… ¿por qué tiene Clarisse mejores reflejos que él hoy?). El chico está inconsciente, sus pestañas como alas cerradas, sus labios entreabiertos… joder. Es guapo incluso desmayado. ¿Eso es legal?
"¿Quién es?" pregunta alguien.
Y Luke no sabe por qué, sin embargo su garganta se aprieta. No sabe quién es, pero lo sabrá. No iba a poder evitarlo.
Porque por alguna razón, su cara ya está tatuada en su cabeza, como una palabra escrita en fuego.
Y tiene el presentimiento -no, la certeza- de que este chico, este desconocido, este ángel de cabello de luna, acaba de joderle la existencia sin siquiera saber su nombre.
.
El nombre del chico es Draco.
Lo supo apenas lo escucho salir de boca de Quirón, como si la palabra encajara demasiado bien en su silueta. Draco: feroz, elegante, peligroso. Como si el universo le hubiese asignado un título en vez de un nombre.
Desde el día de la profecía, Luke no ha podido apartar los ojos de él. Intenta no ser evidente, no lo sigue, no se acerca sin razón, no es un idiota. Pero lo observa, desde lejos, desde cerca, desde donde puede.
Hay algo en él que no encaja. Y no se refiere a la forma en la que camina entre semidioses como si viniera de otro mundo (lo cual, ahora que lo piensa, es probablemente cierto). No, se refiere a cómo parece más real que el resto, como si mientras ellos son páginas de un libro, él estuviera hecho de algo más… vivo. O tal vez Luke simplemente se estoy volviendo loco.
Junto a Draco llegan dos nuevos campistas. Uno de ellos se llama Percy Jackson, con el cabello revuelto, mirada verde que todavía no sabe en qué mundo ha caído. Tiene potencial, lo nota en la forma en la que sostiene la espada aunque nunca la haya usado, en cómo no se deja intimidar por Clarisse, en cómo guarda el miedo en los bolsillos y camina como si el suelo lo estuviera eligiendo. A Luke le gusta eso, podría convertirlo en alguien fuerte, tal vez incluso en un líder. Así que lo toma bajo su ala.
"Vamos, Percy" le dice. "Te enseñaré a no morir la primera semana".
Pero no esta realmente ahí.
Porque a unos metros, Draco se ríe, no es una gran risa, sino algo pequeño, breve. Apenas un suspiro envuelto en música. Está con su amiga (y ahora mia también) Annabeth, esa chica que parece vivir en su propio universo lo hace sonreír. Y a él le golpea en el pecho de una forma que no entiende.
"Luke" lo llama Ethan desde atrás. Tiene un tono de urgencia, como si el mundo estuviera cayéndose a pedazos. "¿Viste lo del entrenamiento de la cabaña 5?" Él no responde, no lo escucha.
Draco acaba de girar el rostro. El sol le toca el perfil y por un segundo el mundo entero se disuelve.
Todo es luz detrás de él.
Todo es sonido apagado.
Todo es… él.
Ethan dice algo más, pero se vuelve un murmullo. Como si estuviera bajo el agua, no puede despegarse de esa visión. Draco existe como si fuera una ruptura en la realidad, un recordatorio de algo que no sabía que estaba buscando.
No entiende qué es.
No entiende por qué le quema mirarlo.
Pero sabe que si deja de hacerlo… se va a perder algo que no va a recuperar jamás.
.
El sudor le cae por la frente, sin embargo Percy no se detiene. El chico tiene agallas.
Estaban en la arena de entrenamiento más alejada, la que nadie usa después del mediodía porque el sol pega justo encima como si el mismísimo Apolo estuviera teniendo un mal día. Pero a él le gusta entrenar allí. Te obliga a resistir más de lo que crees que puedes.
"Otra vez" le repite cruzando los brazos. "Aunque esta vez no mires tus pies. Vas a terminar decapitándote tú solo si lo haces en una pelea real".
Percy asiente. Tiene la espada en alto, mal agarrada, apesar de eso al menos no se rinde. Arremete con fuerza, él bloquea con facilidad. No porque quiera hacerlo sentir débil, sino porque necesita saber si tiene lo que hace falta para sobrevivir en este lugar. La respuesta llega en el cuarto intento, no tiene técnica, sin embargo tiene algo más. Instinto, energía cruda. Y eso, si se pule bien, puede ser letal.
"No está mal" le habla al fin, bajando sj espada. "Para un principiante".
"¿Eso fue un cumplido?" Responde el chico jadeando.
"No te acostumbres".
Se deja caer en la arena y respira con fuerza, los ojos cerrados, el cabello revuelto y brillante de sudor. Tiene esa manera de mirar todo como si fuera nuevo, como si el mundo todavía le debiera explicaciones. Le recuerda a él mismo, o tal vez a la versión de él que existió antes de entender lo cruel que puede ser esta vida.
"¿Por qué me estás ayudando?" pregunta de pronto.
Luke abre los ojos y se queda en silencio.
Podría decirle que es porque tiene potencial, porque Quirón se lo pidió, porque los campistas de Hermes no se ayudan entre ellos y alguien tiene que romper el molde. Pero no es solo eso.
"Porque necesitas a alguien que te enseñe a pelear antes de que el mundo te enseñe a sangrar" responde al fin.
Percy se queda callado, cree que lo entiende. Asi que se sienta junto a él, dejando que el silencio se acomode entre ambos. Hay una brisa que intenta ser fresca y fracasa, la arena se pega a la espada, a sus manos. Cierra los ojos por un momento y se e permite estar tranquilo. En este instante, no hay profecías, ni extraños de ojos grises que lo desvelan por las noches. Solo hay esto: un chico que todavía no sabe lo importante que va a ser, y otro que ya ha visto demasiado.
Tal vez puedan ser algo parecido a amigos. Aunque en este mundo, esa palabra siempre termina costando demasiado.
.
Luke no es de espiar.
O bueno, no era hasta ahora.
Desde que llegó ese chico, el campamento parecía un tablero de ajedrez donde alguien más está moviendo las piezas. Todo cambió, todo se siente raro. Y ahora Clarisse… -si, Clarisse- lo está entrenando.
Se apoya contra un árbol, con los brazos cruzados, observando desde lejos mientras ella le grita instrucciones al chico.
Draco Malfoy. Hasta su nombre suena pretencioso, como si no pudiera simplemente llamarse "Jake" o "Kevin", ¿no? Tiene que ser Draco, tiene que tener ese cabello plateado que brilla como si hubiera hecho un trato con Apolo para tenerlo siempre perfecto. Y esos ojos lunares, profundos, una maldita contradicción entre belleza y peligro.
Clarisse le lanza un ataque sorpresa. El chico lo esquiva, da un giro, levanta su espada y bloquea el golpe con una elegancia que no cuadra con su apariencia de modelo de póster.
"¡Eso es!" grita Clarisse, sonriendo, sonriendo, ella. ¿Qué clase de brujería era esta?
Luke sale de entre los árboles, caminando hacia ellos. No puede soportarlo más. "¿Desde cuándo tú entrenas a los nuevos?" pregunta directo cruzando los brazos.
Clarisse le lanza una mirada de lado, como si no entendiera la pregunta. El chico solo se queda en silencio, respirando con dificultad, con un leve rastro de sangre en la comisura del labio. Y por alguna razón, le cuesta apartar la vista.
"Tiene algo especial" dice Clarisse con simpleza. "Puedo verlo en sus ojos cuando pelea. Y yo también puedo ser una buena maestra, ¿o no?"
Él se queda callado. ¿Qué se supone que diga? Clarisse no hace eso, Clarisse no toma a nadie bajo su ala. Si entrenas con ella, es porque estás a una firma de perder los dientes, no porque le caigas bien.
Pero ahí estaba, de pie junto a ese chico como si fueran un equipo, como si ella supiera algo que él no.
Y para colmo, Percy pasa caminando a unos metros, y lo ve a Draco. Y hay una expresión en sus ojos que le hace apretar los dientes. Curiosidad, admiración, algo más.
No le gusta. Nada.
"¿Está bien si me tomo un descanso?" pregunta el chico con su voz suave aunque firme, mirándole por un segundo antes de seguir con Clarisse.
Su corazón da un salto estúpido. Odia eso.
La chica asiente sin decir nada y él se da la vuelta, se aleja. No le gusta cómo Percy lo mira, no le gusta cómo Clarisse lo entrena, no le gusta lo que este chico está haciendo con él.
Y lo peor… es que no puede dejar de pensar en él.
~~~❤︎~~~
Todo empieza con una caída.
Literal.
Estaba caminando hacia la cabaña de Hermes con un café frío en una mano y el orgullo bien instalado en la otra, cuando escucho un grito ahogado y algo (alguien, más bien) se desploma desde el techo del pabellón de Ares.
"¡Maldición!" grita Clarisse desde abajo, corriendo. "¡Te dije que no saltaras desde ahí, idiota!"
El chico aterriza en el pasto con una caída desastrosamente elegante, como si hasta eso se le viera bien. Se sacude el polvo, con la espada en una mano, una sonrisa temblorosa en los labios y la cara completamente roja. Clarisse llega, lo revisa, lo regaña y é solo se ríe.
Luke debería seguir caminando, no tiene nada que hacer ahí.
Pero se detiene.
Y él lo mira.
Es la primera vez que están tan cerca. La primera vez que lo ve, que él lo ve de verdad.
Su cabello es más claro de lo que recordaba. Su piel, como porcelana. Y sus ojos... Dioses. Sus ojos.
"¿Estás bien?" pregunto, sin pensar.
Mi voz suena más grave de lo usual. "Estúpido, estúpido, estúpido, cayó desde el techo y tú le preguntas si está bien" se corrige mentalmente.
El chico lo mira, pestañea, y sonríe.
Como si su existencia no fuera una completa sorpresa.
"He tenido peores caídas —dice con un acento, seguro por la caída. "Pero gracias por preocuparte, desconocido guapo".
Luke se congeló.
Clarisse resopla detrás de él, dándole una palmada en la espalda. "Este es Luke" dice ella. "Líder de la cabaña de Hermes. No se te ocurra tontear con él, Malfoy".
"¿'Tontear'?" pregunta el chico de manera inocente. "¿Quién dijo algo de tontear?" Y le clava los ojos otra vez. Son plateados, liquidos, remasiado.
Y en ese instante, lo sabe.
Esta perdido.
"Así que tú eres el famoso Luke" sigue alzando una ceja. "Pensé que serías más alto, aunque la actitud compensa" dice apesar de que Luke le saca casi dos cabezas.
Intenta responder y no puede, asi que solo suelta una risa estúpida y nerviosa que no se reconoce.
Clarisse lo mira con horror, y él cree que acaba de presenciar el fin de su dignidad.
"¿Tú eres Draco, verdad?" logró decir por fin.
"Depende" responde ladeando la cabeza. "¿Eso es algo bueno o algo malo?"
Y sonríe.
Sonríe como si acabara de ganar algo. Como si supiera.
Y quizás sí lo sabe.
Porque él…
Él ya no tiene escapatoria.
.
Clarisse lo estaba destrozando.
Y no en el sentido brutal de siempre, que también, sino con una precisión quirúrgica que lo obligó a fruncir el ceño. Cada golpe suyo era una clase de estrategia, y sin embargo, él se mantenía en pie.
Ese maldito chico nuevo de cabello imposible y sarcasmo perenne. Lo vio caer, lo vio rodar, lo vio pelear con esa terquedad estúpida que tienen los que no soportan perder. Y justo cuando pensé que era cuestión de segundos para que Clarisse lo rematara, pasó algo.
El látigo (¿de donde lo habrá sacado?)
Se movió antes de que pudiera entender cómo. Un movimiento torpe, mal ejecutado, aunque con un resultado perfecto: la lanza de Clarisse salió volando como si fuera una ramita inútil. Un golpe de suerte, seguramente, pero uno jodidamente bonito.
Clarisse sonrió, Draco rió. Y por un segundo, sentía... orgullo.
Ni siquiera sabía por qué, no era su amigo, ni su aprendiz. Pero verlo lograr algo, después de todas las veces que lo habían subestimado, fue... satisfactorio.
Y entonces llegó Percy.
Lo escucho desde antes de que abriera la boca. Su voz ya venía cargada con ese entusiasmo torpe que lo caracteriza, como si acabara de presenciar un milagro griego. "¡Eso fue increíble!" Clarisse apenas ocultó su fastidio. Y Draco... ah, Draco. Ese chico tenía una habilidad nata para el sarcasmo, y la forma en que giró hacia Percy fue una joya. No necesitaba decir nada todavía, y él ya estaba entretenido.
Pero lo hizo.
Oh, lo hizo.
"... ¿también quieres que hagamos pulseras de la amistad?"
Percy se congeló. Y Luke tuvo que contener la risa, se mordió el interior de la mejilla para no soltar una carcajada. Porque, sinceramente, no debería disfrutar verlo así, tan confundido, tan herido. Pero lo disfruto. Mucho.
Ver a Percy Jackson, siempre tan seguro de ser el protagonista de todo, quedarse mudo y ruborizado como un niño de kínder, fue genial.
Cuando por fin se alejó, humillado y murmurando entre dientes, Clarisse se carcajeó, él no. Él seguía inmóvil, viendo a Draco con una mezcla de diversión y... curiosidad peligrosa.
"Definitivamente me agradas" hablo la chica.
No fue la única.
Luke se acercó antes de pensarlo, con los brazos cruzados y esa sonrisa que guardaba para momentos en los que algo interesante acaba de pasar, l cuando ve algo que quiere.
"Interesante elección de palabras, Malfoy".
Él se giró, todavía con esa arrogancia natural, aunque sus ojos se estrecharon apenas al verlo, estaba a la defensiva. Perfecto.
"¿A qué te refieres?" dijo enredando el látigo en su muñeca como si eso pudiera protegerlo.
"Solo que fuiste un poco cruel con el pobre de Percy.".
Bufó. "¿Desde cuándo te preocupas tanto por él?"
"¿Desde cuándo te preocupas tú?"
Vio cómo se tensaba, cómo fruncía apenas el ceño, cómo buscaba una respuesta que no lo delatara. Estaba acostumbrado a tener la última palabra, pero Luke no era Percy, ni Clarisse, ni nadie del campamento.
"Relájate, Castellan. No voy a interrogarte".
Alzó las manos con inocencia y no dijo nada más, sin embargo lo observó con atención. Porque ahí estaba, parado frente a él, arrogante y hermoso, filoso como una espada recién afilada, y algo en él le hacía querer seguir mirando.
No debería gustarle esto.
No debería gustarle tanto.
Pero ya era demasiado tarde.
Y mientras él lo analizaba como si pudiera ver todos sus secretos, Luke ya sabía el suyo.
Estaba jodidamente perdido.
~~~❤︎~~~
Nunca le gustaron las noches demasiado tranquilas. Esas donde todo está en silencio, donde el viento apenas se atreve a soplar entre los árboles, como si el propio bosque supiera que estaba a punto de hacer una estupidez, caminó con las manos en los bolsillos, la mandíbula apretada, los pensamientos golpeándole la cabeza como olas en una tormenta. No tenía un destino claro. Solo necesitaba alejarse. Respirar. Pensar en la oferta que aún le quemaba los bolsillos, como si con solo recordarla pudiera empezar a convertirse en otra cosa.
Escucho pasos detrás suyo después del tercer desvío. No eran pasos torpes, eran deliberados y tranquilos...
Se detuvo en seco sin mirarlo. "¿Por qué me sigues, Malfoy?"
Su tono fue ligero como siempre. "No lo sé, ¿quizá porque caminas como si fueras a asesinar a alguien?"
No pudo evitar soltar una risa seca ein humor para girarse hacia el chico. "¿Y si lo hiciera?"
"Entonces haría lo que mejor sé hacer: cantar sobre ello y ganar dinero".
Le miró por un segundo. ¿Estaba bromeando… o no? Con Draco nunca se sabía, aunque a fin de cuentas termino sonriendo. No tenía la energía para molestar. "Eso es lo más jodidamente egoísta que he escuchado".
"Gracias. Me esfuerzo cada día por eso."
Luke sacudio la cabeza y siguió caminando. Esta vez no le importó que lo siguiera. En el fondo, lo agradecía. Aunque no lo iba a admitir. "Hablando en serio" soltó de pronto, sin pensar demasiado. "No deberías meterte en problemas que no son tuyos".
"Eso es gracioso viniendo de alguien que parece estar en una crisis existencial".
Tocó un tronco caído con la punta del pie antes de sentarse apoyando los codos sobre las rodillas. Él no dijo nada, solo se quedó a su lado. Presente. Molesto, sí. Pero presente.
"¿Sabes qué es lo jodido de este lugar?" murmuró. "Que la gente sigue esperando cosas de ti. No importa cuánto hagas, siempre quieren más".
Draco no se rió. Solo bajó la mirada y, para su sorpresa, respondió con tono seco: "Supongo que esa es la maldición de ser increíblemente talentosos" Pudo haber rodado los ojos, prro en su lugar se rió. Le gustaba esa actitud, esa arrogancia que escondía algo más, una herida.
"Pensé que eras solo otra cara bonita... bueno, dejé de hacerlo cuando te vi pelear con Clarisse. Hay fuego en ti".,
Le sostuvo la mirada como si quisiera decirle: '¿y qué?' No lo dijo, sin embargo lo entendió.
"Eso pasa cuando la gente sigue dándote razones para pelear".
"Te pareces demasiado a mí, Malfoy".
"¿Eso es un cumplido o una advertencia?"
Luke se encogió de hombros. "Solo digo que… te entiendo".
Hubo un silencio extraño. No incómodo. Solo… denso. Draco de sentó a su lado al fin, su voz volvió con ese tono despreocupado que usaba para disfrazar sus preguntas reales. "¿Siempre caminas por ahí como un villano de película dramática o es un pasatiempo nuevo?"
Rodó los ojos. No podía evitarlo. El maldito le hacía reír incluso cuando no quería. "No me jodas".
"No puedo evitarlo, es mi naturaleza".
Le sonrió, aunque no duró mucho porque de pronto estaba hablando y Luke… estaba abriendo cosas que nunca decía en voz alta. "El campamento no siempre fue así. Solía ser más… un hogar".
"¿Qué pasó?"
Apretó la mandíbula. "Los dioses" Lo dijo sin odio, pero sí con algo. Algo más oscuro. Una semilla. "Lo gracioso es que todos aquí estamos jodidos de alguna manera, y sin embargo actuamos como si este lugar fuera la gran salvación".
Draco ladeó la cabeza, casi curioso.
"¿Quieres hacer una competencia?"
"¿Qué?"
"Competencia de traumas. Tú dices algo jodido sobre tu vida y yo digo algo jodido sobre la mía".
Puso los ojos en blanco.
"Eres un maldito raro, Malfoy".
"Gracias. ¿Empiezas tú o yo?"
No sabe por qué jugó el juego. Supone que quería ver si era en serio. "Mi madre estaba tan obsesionada con profecías que casi me vuelve loco cuando era niño y por eso me escape de casa".,
"Interesante. Bueno, mi madre está muerta y vi cómo el auto la atravesaba en sus últimos segundos".
Luke se congeló un segundo.
"… Mierda".
El chico le sonrió inocente, cruel, diabólicamente encantador. Siguieron con ese juego extraño. Trauma por trauma, ruina por ruina. Y no sabe cuándo, pero empezo a relajarse. A sentir que podía confiar, un poco, un poco demasiado.
"No dejes que el campamento te rompa."
Draco lo miró raro, él también se habría mirado raro, tal vez se estaba ablandando. "No te preocupes, encanto. Si alguien se rompe aquí, no voy a ser yo".
Le creyó.
Miraron el cielo. Silencio. Luego se atrevió.
"¿Te puedo hacer una pregunta?"
"Puedes intentarlo. No prometo responder".
"¿Tú confías en los dioses?" Se rio. No fue una burla hacia él, sino hacia ellos, buena señal.
"¿Qué clase de pregunta es esa? ¿Alguien con cerebro lo hace?"
Le observó evaluando. "No todos los que desconfían de los dioses se atreven a admitirlo".,
"No confío en ellos, pero tampoco soy lo suficientemente estúpido como para ponerme en su contra" (irónico que dijo eso y luego le grito con todo a Zeus, eh).
Lo dijo con una calma que casi lo desarma. Casi. "¿Y si tuvieras la oportunidad de hacer algo? De cambiarlo todo".
Frunció el ceño. "¿Cambiar qué exactamente?"
Respiro hondo. "Lo que está mal. El sistema. La forma en que nos usan y nos olvidan".
"Me molesta, sí" admitió. "Pero nadie que haya intentado hacer algo ha terminado con una vida particularmente larga".
"Porque nadie ha hecho lo suficiente" Ahí lo dijo, lo miró con más intención ahora. Él lo notó.
"Vamos Castellan, ¿cuál es tu punto?"
Dudo. No debería decir más. Pero…
"¿Sabes lo que pasa con los dioses? Que están tan atrapados en su propia mierda que ni siquiera se dan cuenta de cuánto daño hacen. Creen que porque nos dan un poco de poder, pueden hacer lo que quieran".
Draco soltó una risa. "Estás actuando como si tuviéramos elección".,
Lo miró fijo. "¿Y si la tuviéramos?" ¿Y si la tengo?
Bufó sin tomarlo en serio probablemente. "¿Nosotros? ¿Semidioses desechables? No me hagas reír".
"Tienes potencial, Malfoy. Mucho más de lo que crees".
"Si esto es un intento raro de reclutamiento para un club de revolucionarios, lo estás haciendo fatal".
Luke negó con la cabeza frustrado. "No entiendes nada".
"No, lo que no entiendo es qué pretendes".
Exhaló bajando la mirada. "Solo olvídalo".
Draco dudó, aunque habló al final.
"La idea de derrocar dioses es ridícula. Pero si de verdad quisieras cambiar algo... no empezarías una guerra".
Él se giro confundido. "¿Y qué harías tú?"
El chico le sonrió con esa maldita arrogancia suya. "Yo jugaría mejor el juego".
"¿El juego?"
"Sí. Si los dioses te joden, jódeles de vuelta. No con violencia, no con guerras, si no con algo peor; inteligencia".
Luke soltó una risa breve. "¿Quieres vencer a los dioses con astucia?"
"Lo hicieron antes, ¿no? ¿Zeus y sus hermanos no destronaron a Cronos usando estrategias y traiciones en lugar de fuerza bruta?" Está vez Luke se quedó callado, ya que nunca hubiera pensado en eso y Draco pareció notarlo. "Solo digo que la historia tiende a repetirse. Y los dioses tienen miedo de eso"
Hubo un silencio antes de que volviera a hablar. "¿Y si alguien quisiera que la historia se repitiera?"
Draco lo miró con curiosidad. "¿Te refieres a alguien como Cronos? ¿En serio?, ¿de verdad alguien querría darle poder a el tipo que básicamente inventó los daddy issues?, ¿ese viejo amargado que no pudo manejar su ego y fue partido en pedacitos? Sí, suena como alguien digno de confianza para mi" esta vez él no respondió de inmediato, solo se quedo esoerando a que siguiera. "Eso sería estúpido" continuó el chico. "Cronos no es mejor que los dioses, es la misma mierda, pero con otro nombre. Solo cambiaríamos un dictador por otro"
"¿Así que no crees que sería una buena idea?" Pregunto, solo para confirmar.
"¿Confiar en Cronos? Prefiero besar a un animal. Mira, no soy un héroe y no quiero cargar con el peso del mundo. Pero si en serio quieres cambiar algo, hay formas más inteligentes de hacerlo"
"Eres interesante, Malfoy" finalmente dijo, porque ahora mismo su cabeza era un remolino de cosas.
"Lo sé" le respondió el chico con una sonrisita.
"Llámame Luke" dijo él de repente.
"Entonces tu llámame Draco"
.
No iba a pegarles, se los jura. No era el plan, solo íban a entrenar, a soltar energía, a mantenerse ocupado para no pensar en cosas que no debía. Pero entonces uno de esos idiotas abrió la boca, Luke lo escucho de lejos, entre el ruido de las espadas, como si el universo decidiera amplificar justo esa frase para él:
"¿Y ese es el hijo de Afrodita? ¿El que se cree modelo? Seguro se rompió una uña en el entrenamiento".
No sabe qué pasó después. Solo recuerda que su corazón se fue directo al pecho y luego al puño. Estaba en el suelo antes de que pudiera contar hasta tres. Y el segundo imbécil cayó antes de que alguien pudiera separarlos. Luke grito algo, cree. No lo sabe, solo sabe que sentía el pecho ardiendo.
Ethan lo jaló del brazo y casi le tumba, le gritá algo, pero la voz de su amigo estaba afilada, furiosa. "¿Qué te pasa, Luke? ¡¿Te volviste loco?! ¡Solo estaban bromeando! ¡Ni siquiera está aquí! ¡No vale la pena!"
"Para tí no vale la pena, pero eso no significa que no me importe a mí, y para mí eso fue más que una broma, y me vale que Draco no esté para escucharlo, yo lo defenderé igual. Nada es demasiado por él".
Silencio.
Lo dijo tan claro que le dolieron los dientes. Ethan lo miró como si acabara de confesar un crimen, y tal vez lo hizo. Tal vez confesar que lo haría todo por él —aunque no lo mire, aunque nunca lo mire— es peor que un crimen ahí. Draco ni siquiera estaba en el campo de entrenamiento. Seguro está en la cabaña o caminando por el bosque, con esa cara de 'yo no necesito a nadie' Y es cierto. Él no necesita a nadie. Pero jura por todos los dioses, que si algún día lo necesita, aunque sea un poco… no va a tener que pedírselo dos veces.
~~~❤︎~~~
Estaba acostumbrado a las espadas. Al acero chocando, al peso de un escudo, al dolor controlado del entrenamiento diario. Pero no a esto. No a este tipo de lucha. A esta tensión silenciosa que se instalaba entre Draco y él cada vez que Percy estaba cerca. Y no porque Draco hiciera algo especial. No, para nada. Él era simplemente... él. Brillante, sarcástico, hermoso de una forma casi insultante. Siempre con una frase lista para hundirte o salvarte. Lo que lo mataba no era Draco, era cómo Percy lo miraba. Con los ojos de alguien que ya había decidido amar. Y eso... eso dolía.
Aun así, entrenar con Percy se sentía bien. Había respeto, había ritmo, peleaban como aliados, como iguales. Le agradaba eso del chico, incluso cuando le hablaba sobre Draco como si no se diera cuenta de cuánto le costaba escuchar cada palabra que Luke mismo habia pensado. Como si no se diera cuenta de cuánto más él estaba dispuesto a sentir, Luke apenas podía soportarlo, porque estaba igual.
Después del entrenamiento, de sentó solo en uno de los bancos cerca del campo de batalla. El sol golpeaba los árboles, tiñendo todo de naranja y dorado. Le hubiera gustado poder pensar en otra cosa. En alguna misión, en el cielo, en cualquier cosa que no fueran los ojos grises de Malfoy. Pero no tuvo tiempo, porque de repente dos sombras se interpusieron entre el sol y él.
Clarisse y Annabeth.
Fantástico.
"¿Qué?" Preguntó antes de que siquiera abrieran la boca. Ya sabía que venían por algo.
"Tú eres tan lento a veces que duele" comenzo Clarisse, cruzándose de brazos.
"Y tan ciego que da vergüenza" añadió Annabeth, con ese tono que usaba cuando hablaba con Percy justo antes de regañarlo.
"¿Y qué hice ahora?"
"No es lo que hiciste" aclaro Annabeth. "Es lo que no haces".
"Exacto" exclamó Clarisse. "¿Vas a seguir pretendiendo que no sientes nada por Draco?"
Pestañeó. Abrió la boca. Cerró la boca. Abrió la boca otra vez.
"¿Draco?"
"¿Draco?" Repitió la rubia burlona. "Sí, Draco. El rubio de ojos grises. El que te hace babear cada vez que se ríe de ti. Ese".
"Yo no…"
"No empieces" lo interrumpió Clarisse. "No con nosotras".
"No es tan sencillo" dijo por fin, bajando la mirada. "Él no siente eso por mí. Y no tiene por qué. Es mi amigo. Y... probablemente yo tampoco lo sienta. No así".
Ninguna de las dos dijo nada. Solo esperaron. Malditas fueran. Sabían que Luke no sabía mentir bien. No cuando realmente me dolía algo. "No sé si soy suficiente para alguien como él —solté de golpe, sin poder contenerlo más—. No sé si tengo algo que ofrecerle. Él es... todo eso que yo nunca fui. Es luz en medio de este caos. Es música en un mundo lleno de gritos. No me necesita. No realmente".
Clarisse fue la primera en hablar, y lo hizo con una voz tan suave que me desconcertó:
"¿Y tú eres idiota?"
"¿Perdón?"
"Tú piensas que él no te necesita porque no lo ves cuando tú hablas. No lo ves cuando tú estás a su lado, y de pronto deja de mirar a los demás. No lo ves cuando se pone nervioso, cuando responde rápido y después se queda callado porque tú estás demasiado cerca. Quizá aún no lo sabe, pero sí te necesita".
"Y tú eres un tonto" añadió Annabeth, sentándose a su lado. "No por sentir eso. Sino por no darte cuenta de que lo que acabas de decir es probablemente lo más romántico que he escuchado en mi vida".
"No lo dije por drama" hablo mirándolas. "Es lo que pienso".
"Lo sabemos" dijo Clarisse con una sonrisa torcida. "Por eso da rabia que no hagas nada".
Luke se quedó en silencio, sus dedos jugaban con el borde de la camiseta nerviosos. "A veces, cuando él canta" murmuró ", me imagino que lo hace para mí. Que cada palabra está escrita porque me vio entrenar, o me escuchó hablar en sueños, o se dio cuenta de lo mucho que lo pienso aunque intente ocultarlo. Y me siento ridículo por eso. Pero también feliz. Como si por un momento, solo uno, yo fuera suficiente."
Clarisse soltó una carcajada suave. "Dioses, estás enamorado y todavía no lo aceptas".
"¡Y es tan evidente!" agregó Annabeth con una sonrisa brillante. "Luke Castellan, el rompecorazones, reducido a esto. Es hermoso, de verdad".
Las miró con una mezcla de terror y ternura. No sabía si agradecerles o rogarles que no dijeran nada. Pero en ese instante, lo único que sentía fue que tal vez, solo tal vez... no estaba tan solo en lo que sentía. Y que ser suficiente quizás no tenía que ver con merecerlo. Sino con atreverse a estar ahí.
.
Se encontró subiendo la colina casi sin pensarlo. Sus pies sabían el camino incluso cuando él aún debatía si quería estar solo o no. El viento soplaba con esa mezcla rara de sal marina y tierra de pino que solo puede existir en ese campamento. No traía respuestas, pero algo en ese aire fresco y viejo le ayudaba a respirar un poco mejor.
Y entonces la vio. Erguida, eterna, la única presencia que lo juzgaba en silencio sin decir una sola palabra: Thalia.
Luke se sentó frente a su árbol, como solía hacerlo. Apoyó los codos sobre las rodillas y dejó caer la cabeza hacia atrás.
"No empieces" le dijo con una media sonrisa. "Ya sé lo que vas a decir".
El árbol, por supuesto, no respondió. Sin embargo el silencio tenía la forma perfecta de su voz imaginaria: sarcástica, burlona, levemente preocupada.
"Sí, soy un idiota" continuó. "Me estoy enamorando de alguien que probablemente solo me ve como un amigo... o peor aún, como un un mestizo o rival más con estilo. Porque seamos honestos, Draco se ve mejor despeinado que yo cuando paso dos horas frente al espejo".
Una hoja cayó justo encima de su rodilla. Levanto una ceja confundido.
"¿Eso fue un "lo mereces'?"
Suspiró. "A veces quisiera que estuvieras aquí para decirme en voz alta lo imbécil que soy. Creo que necesito escucharlo de ti. Annabeth y Clarisse ya me lo dijeron, pero no es lo mismo. Tú eras brutal. Tú me habrías empujado cuesta abajo y luego me habrías preguntado por qué no me defendí". Se quedó callado unos segundos, esperando que el viento hiciera su parte. Le hacía falta Thalia. No como símbolo, sino como amiga. La que no lo dejaba quedarse en sus propias excusas. La que habría dicho algo como: 'Entonces dilo, idiota. Díselo y deja de llorar por dentro como un héroe trágico de segunda'.
Se pasó ambas manos por la cara.
"Draco es diferente, Thals. No se parece a nadie. Es como si llevara dentro el caos y la armonía al mismo tiempo. Como si supiera exactamente cómo destruirte y curarte en la misma frase. Y aún así… no tiene ni idea de lo que provoca. A veces lo miro y pienso: ‘¿cómo no te das cuenta?’. Pero tal vez sí se da cuenta, y eso es peor".
Iba a seguir, sin embargo en la distancia, bajando la colina, una figura caminaba entre las sombras. Silena.
No debería haberse puesto tenso. Pero lo hizo.
Desde hacía un par de días, algo en ella no cuadraba. Era demasiado dulce. Demasiado pendiente. Como si intentara mantener una versión perfecta de sí misma. Y eso, viniendo de una hija de Afrodita, podía pasar desapercibido para todos… menos para alguien que conocía bien las máscaras. Silena no caminaba como una semidiosa segura de su belleza. Caminaba como alguien que teme que le miren demasiado de cerca.
Entrecerró los ojos. Había algo en sus movimientos, en sus conversaciones apresuradas con los del Hermès, en sus salidas furtivas por la noche. Como si siempre estuviera por hacer algo. Algo que no quería que vieran.
"¿Y tú qué opinas, Thalia?" murmuró. "¿Estoy paranoico? ¿O estoy empezando a ver sombras donde sí hay oscuridad?"
No obtuvo respuesta, aunque su instinto ya no le pedía silencio, le pedía atención.
.
Lo agarró del brazo con más fuerza de la que pretendía. El chico apenas tuvo tiempo de decir algo antes de que lo arrastrara con él por entre los árboles. No le importó que la noche estuviera empezando a caer ni que alguien pudiera verlos. Solo necesitaba que no hubiera más ojos, ni más oídos, ni más voces ajenas entre ellos.
Percy caminaba detrás suyo sin resistirse, pero lo sentía confundido. Casi… nervioso. Lo soltó recién cuando estuvieron lo suficientemente lejos, justo donde el bosque se hacía más denso, donde solo el canto lejano de una ninfa o el rumor de un río podían interrumpir.
Se giró hacia él. "¿Por qué?" Le soltó.
Su ceja se alzó, y puso esa cara de 'no sé qué hice esta vez' que empezaba a detestar. "¿Por qué qué?"
"¿Por qué lo arrastras contigo?" espeto sin molestia por ocultar la rabia. "¿Por qué le pides que vaya a una misión que ni siquiera tú comprendes?"
Luke notó cómo se tensaba. No respondió enseguida, y eso le dijo mucho más que si hubiese mentido.
"Porque es fuerte" dijo finalmente. "Y porque confío en él".
"¿Confías en él… o solo quieres tenerlo cerca?" Pregunto, y la frase se le escapó como un susurro afilado.
Sus ojos se agrandaron. Fue solo un segundo, aunque lo suficiente para confirmar lo que ya sabía. "No es eso" siguió, pero su voz no tenía el filo que antes. Era defensiva. Dolida. "Mira, Luke… él es mi amigo" eso lo tenemos dudoso. "Y tú también lo eres".
Tuvo que reír. Una risa amarga, pequeña, de esas que nacen cuando el corazón ya está muy cansado de pelear por algo que no le correspondia. "No tienes idea de lo que haces" murmuró bajando la mirada hacia el suelo. "No sabes lo que él significa. No para ti".
"¿Y para ti sí?"
Lo miró, directo a los ojos. Y fue entonces cuando Luke se dio cuenta de que no iba a decírselo. No porque no lo sintiera, sino porque no valía la pena gritarle una verdad que ni siquiera él entendería.
"Él es… mucho más de lo que aparenta" corrigió evitando su pregunta. "Y no lo sabes porque solo lo ves cuando te conviene. Porque solo lo buscas cuando necesitas que te salve".
Percy dio un paso hacia él. No desafiante, en vez de eso era con una tristeza que no le conocía.
"No quiero pelear contigo, Luke. No quiero que esto termine así. Si pasa algo, si no vuelvo…"
"No digas eso" lo interrumpió, ¡le enojo que llevara a Draco a eso cuando no debia (cuando este iba por otra razón), pero no lo queria muerto!. "No quiero que te mueras Percy, eres un mocoso… pero eres mí amigo".
"Entonces no me odies por quererlo cerca" susurró.
Luke se quedó callado. Hubo un momento en el que pensó que tal vez debía golpearlo, o abrazarlo. Pero no hizo ninguna de las dos cosas.
Solo asintió.
"Lo que está hecho, está hecho".
Se fue poco después, caminando hacia la cabaña de Poseidón con la espalda recta, sin embargo con la sombra de su rabia siguiéndolo como una advertencia. Y Luke se quedó allí, en medio de los árboles, pensando en cómo alguien tan joven podía arruinar tanto con solo desear estar al lado de Draco Malfoy.
Porque él también lo deseaba.
.
"¿Y si murieron?"
"¿Otra vez con eso?" bufó Clarisse mientras mascaba algo que probablemente ni los dioses sabrían identificar. "No han pasado ni cinco dias completos".
"Cinco días son suficiente para morir" le respondió y trató de no sonar como un chiquillo abandonado esperando una carta de mamá en navidad. "Yo sé cómo son esas misiones, tú sabes cómo son esas misiones".
Ella rodó los ojos, dejó caer la espalda contra la pared de la cabaña de Ares y cruzó los brazos. :Nadie te llamó porque probablemente están demasiado ocupados sobreviviendo, no porque estén muertos. Además, ¿qué quieres que te digan? ¿'Hola, Luke, casi morimos aplastados por un bus en llamas pero Draco se peinó bien mientras corríamos'?"
"Algo así estaría bien" gruñó. Se pasó la mano por el cabello, despeinándolo aún más. "Solo quiero saber si están bien".
Clarisse lo miró de reojo. No dijo nada por un segundo. Solo lo miró, con esa expresión de hermana mayor que pone cuando no quiere admitir que se preocupa también. "Eres un paranoico" murmuró como si eso explicara todo.
"Claro. Perdón por querer noticias del chico que se mete en todos los problemas y que encima aceptó ir a una misión suicida con el semidiós más nuevo del campamento que también es un imán para los problemas".
"Y con Annabeth".
"Considerando que ella es su mejor amiga, no ayuda en este caso".
Suspiró y se dejó caer a su lado. Clarisse lo miró sin girar del todo la cabeza, como si temiera que verla tan humana le quitara puntos a su reputación de ruda sin corazón. Pero entonces soltó, sin mirarlo: "Va a estar bien".
Luke no dijo nada. No porque no quisiera creerle, sino porque estaba demasiado ocupado escuchando el silencio, como si esperara que de él brotara una voz familiar, una señal. Y entonces, como si los dioses hubieran tenido la mínima cortesía de darle un respiro, la esfera de Iris titiló frente a ellos. Un mensaje Iris cargado de estática y luz dorada.
Se lanzó sobre él antes de que Clarisse pudiera siquiera parpadear.
.
¿Un chico?
Lo dijo como si no significara nada. Como si esa pequeña bomba no hubiera dejado eco en su cabeza.
Un chico.
Por supuesto que sí. Claro que Draco se distraería con un chico en medio de una misión suicida. Porque esa es su forma de lidiar con la muerte inminente: peinándose bien y ligando. Y lo peor de todo es que no le sorprendía, no del todo, lo conocía demasiado bien. Draco podía coquetear con una esfinge si esta le lanzaba una mirada decente.
Aun así, por un segundo -uno muy estúpido y patético-, se imagino el rostro del chico. Alto, seguro, simpático, probablemente con ojos oscuros y manos grandes. Un tipo que lo miraba con esa mezcla de adoración y diversión que Draco provocaba sin siquiera notarlo. Y sintuó un pequeño puñal, justo donde no quería sentir nada.
Luego, ahí estaba él, con esa sonrisa pícara que siempre parecía sacada de una comedia romántica muggle. "Oh, Luke, ¿acaso te preocupas por mí? Qué halagador..."
Sí, se preocupaba. Más de lo que debería, más de lo que podía admitir en voz alta sin que todo su mundo colapsara. Y cuando Percy intervino (Percy, con su tono seco y esa maldita costumbre de mirar a Draco como si fuera un poema que no entiende pero quiere descifrar), casi le dieron ganas de lanzarle alguna piedra en la cara.
"Bailando con un chico!" Sí, Percy, ya lo dijiste, gracias por repetirlo como si se tratara de un crimen federal. Y él no lo dejaba ir. El hijo del mar con su ceño fruncido y su orgullo herido, haciendo un escándalo como si Draco le debiera algo, como si él no lo viera, como si no notara cada vez que se le escapaba la mirada, cada vez que fingía que no le importaba.
Le habría dado risa. Si no fuera porque... él también estaba ahí.
También le importaba.
Y eso lo volvía todo más ridículo.
Annabeth tenía razón, claro, siempre la tenía. Draco era libre de hacer lo que quisiera, besar a quien quisiera, coquetear con chicos en casinos encantados o pelear con arpías con un peinado perfecto. Pero había una parte dentro suya que no podía evitarlo. Una parte infantil, estúpida y terriblemente humana que quería gritarle: ¿Y yo qué?
Nunca dijo nada, nunca dirá nada, porque no tiene derecho, porque es su compañero, su amigo (esa palabra que suena tan vacía cuando lo mira y piensa en todo lo que no puede tener).
"Me alegra que estés bien" finalmente suspiró.
Lo dijo sin pensar, y al mismo tiempo con todo.
Lo dijo porque no sabía cómo decir 'te extrañé, pensé en ti todo el maldito tiempo, imaginé mil formas en que podrías haber muerto y todas me dolieron'.
Y él se quedó callado, claro que lo hizo, porque para él era una frase más, porque para Draco todo esto era un juego de miradas y sonrisas, y para Luke... para Luke era el caos mismo.
La llamada se cortó y se quedó solo con su reflejo de Iris. Su cara, su expresión, su estupidez.
"Un chico" repetio en voz baja, con un amargo suspiro. "Genial".
Clarisse le lanzó una mirada de reojo, más no dijo nada. Quizá porque, por una vez, no tenía una burla lista. Quizá porque incluso ella entendía que él estaba colgando de un hilo delgado.
Uno que tenía el nombre de Draco Malfoy escrito con tinta brillante y estúpidamente encantadora.
.
Luke no esperaba ver eso cuando se asomó al claro. Se había alejado de la cabaña para tomar aire, tal vez para entrenar un poco, despejar la mente… pero el sonido lo detuvo. No eran gritos normales. No era una pelea cualquiera. Era algo más crudo. Más personal.
Se escondió entre los árboles sin hacer ruido, y entonces lo vio.
Draco.
De rodillas, frente a nada, mirando al cielo. No había nadie más cerca. Las antorchas del área chisporroteaban, casi apagadas por la brisa. Las manos de Draco estaban temblando, y aunque no podía oír del todo lo que decía, el tono lo decía todo.
No era el Draco sarcástico, ingenioso, coqueto o molesto. Era alguien roto.
Lo escuchó gritar el nombre de Zeus. O al menos, lo adivinó por cómo el relámpago brilló en el cielo segundos después, aunque no hubo trueno. Luke sintió que el aire mismo se tensaba.
No se atrevió a acercarse. Porque lo que fuera que estaba pasando allí, era sagrado. O profano. O ambas cosas a la vez. Y porque había algo en Draco que lo desarmaba completamente.
Había hablado antes de su madre. No mucho, pero lo suficiente como para que Luke supiera que la amaba más que a nadie. Que era su ancla. Su hogar. Y que su pérdida lo había destrozado de formas que él nunca admitía.
Y ahora, allí estaba, gritando a los cielos, suplicando, reclamando. Llorando.
No tenía derecho a estar allí. Y sin embargo, no podía apartar la vista. Cuando Draco se puso de pie tambaleándose, su rostro bañado en lágrimas, Luke dio un paso atrás, como si lo hubieran descubierto, aunque Draco no lo había notado. Se marchó en dirección opuesta, corazón acelerado, garganta cerrada.
Esa noche, durmió mal.
Y entonces vino el sueño.
Era un templo, pero a la vez una oficina. La mesa estaba llena de papeles antiguos, y había una laptop encendida, con el logo de una mensajería parpadeando en azul. Hermes lo observaba desde detrás del escritorio, afilando una daga con gesto despreocupado.
"Oooh, Luke"
Él frunció el ceño. "Genial. ¿Qué quieres?" Esto era raro, Hermes no era de aparecerse ni en Navidad.
"Buena forma de saludar a tu padre" respondió el dios, sin levantar la mirada. "Aunque no esperaba menos".
"Pensé que me habías olvidado. Como siempre" recordó.
Hermes soltó un suspiro. "No vengo por ti. Vengo por él"
Luke se tensó. "¿Él quién?"
Hermes lo miró ahora. Con esos ojos dorados y tranquilos que a veces ocultaban tormentas. "Draco".
Casi se le baja la presión.
"¿Qué le hiciste?"
"Yo no. Pero más de un dios ya le ha puesto el ojo de diferentes maneras. Algunos de forma… poco saludable"
Luke dio un paso hacia adelante. "¿Qué estás diciendo?"
Este se inclinó hacia él. Su tono ya no era casual. Era un susurro cargado de peso. "Cuídalo, Luke. Cuídalo más de lo que cuidas incluso de ti mismo, Apolo ha dicho algunas cosas... y..."
"¿Por qué? ¿Por qué él?"
Hermes sonrió, pero fue una sonrisa triste. "Porque incluso entre los hijos de los dioses, hay uno que brilla diferente. Y los que brillan… siempre atraen miradas. Algunas buenas. Otras, no tanto"
Luke iba a responder, sin embargo se despertó de golpe. El corazón le latía en los oídos. El cielo sobre su cabeza apenas empezaba a aclararse. Se quedó allí, tumbado en su litera, mirando las vigas del techo.
~~~❤︎~~~
Caminaba sin ver. No escuchaba los murmullos, ni las miradas clavadas en mi espalda, ni el aire cortante que parecía empujarme hacia abajo. Todo era un borrón. Una masa distorsionada de sonidos, luces y rostros que no significaban nada. Solo una idea me guiaba: encontrarlo. Verlo. Ver sus ojos, y no los de ellos. No los de los dioses, ni los de Hermes, ni los de los demás campistas que lo miraban como si ya hubiera sido condenado. Solo quería verlo. Solo quería a Draco.
Cuando lo encontro entre la multitud, algo dentro de mí se rompió. Fue como si todo el peso que había estado cargando, toda esa presión invisible que lo ahogaba desde que Dionisio pronunció su nombre como si fuera una maldición, se hiciera demasiado para soportarla. No lo pensó. No pensó nada. Corrió. Las piernas se movieron solas, el pecho le ardía, el mundo giraba. Cuando lo tuvo frente suyo, el aire se le fue.
Cayo de rodillas.
No por dramatismo, no por vergüenza, sino porque no podía sostenerse más. Se sentía como un edificio a punto de colapsar, como una represa con una sola grieta, a punto de desbordarse.
Y lo abrazó. Se aferró a él como un náufrago a una tabla en medio del océano.
El olor de su ropa. El calor de su cuerpo. La firmeza de su torso bajo sus manos fue lo único que lo ancló. Enterró el rostro contra él y sintió su voz quebrarse, ahogada, apenas un susurro:
"No soy el traidor, Draco..."
No le importaban los demás. Podían estar todos mirándolos, podían estar anotando cada uno de sus movimientos para llevarlos ante el Olimpo, podían estar preparando la pira para quemarlo vivo. Pero nada de eso dolía tanto como la idea de que él creyera que lo había traicionado. Él, que lo había escuchado hablar de su madre por primera vez en años. Que le había curado las heridas. Que le había hecho reír. Que había sido lo más parecido a hogar que conocía desde que era un niño.
"No me importa lo que digan los dioses... solo me importa lo que tú pienses".
Sus dedos se cerraron con desesperación en su camisa. Sentía que si no lo sostenía con fuerza, iba a desaparecer. Que si daba un paso atrás, se desvanecería como todo lo demás. Como la confianza. Como su fe. Como su padre. Sentía las lágrimas picarle los ojos, pero no se dejo llorar. Todavía no. Se aferró a él con más fuerza, como si su cuerpo pudiera contenerlo, como si pudiera evitar que se derrumbara.
"Me tienes que creer" susurro, y su voz sonó tan rota que se desconoció. "Por favor..." y entonces dijo lo peor. Lo más bajo. Lo más sincero. "Si crees que fui yo... si de verdad piensas que te traicioné, entonces dime que lo haga. Dime que me vaya y lo haré. Dímelo y juro por todos los dioses que no volverás a verme jamás..."
Lo miró a los ojos. Quería ver el juicio en ellos, el rechazo, la condena que sabía que tarde o temprano llegaría. Pero no la encontró. Y eso lo rompió aún más.
"Pero si no lo crees… si hay aunque sea una parte de ti que me cree… dime que no me odias".
Su silencio lo mataba. Cada segundo que no respondía era como una daga lenta clavándose en el pecho. Y cuando finalmente lo escuché hablar, cuando su voz rasposa rompió ese vacío insoportable, el alivio fue tan abrumador que Luke sintió que se deshacía.
"No pienso que seas el traidor".
No se contuvo más.
Lloró.
No esas lágrimas controladas, escondidas. No, se quebró, como un niño, como alguien que había cargado con demasiado durante demasiado tiempo. Las lágrimas rodaron sin permiso, sin control. Cayeron sobre él, sobre Draco, sobre todo. Era como si su cuerpo dijera basta después de tanto.
Y entonces Draco lo abrazó.
Lo abrazó de verdad.
No fue un gesto educado, ni por lástima. Fue un abrazo real. Firme. Con los brazos rodeándole, su mano acariciando su pelo. Y Luke... Luke se hundió en él. Se aferró a su cuello, a su espalda, a su calor. Como si fuera lo último bueno que le quedaba, como si aferrarse a Draco fuera la única forma de no caer por completo.
"No me dejes..." susurró, ya sin vergüenza, sin orgullo, sin máscaras. "Por favor, no me dejes, Draco... no tú".
Porque si él lo dejaba, ya no quedaba nada. Y cuando respondió, cuando dijo esas palabras que no sabía cuánto necesitaba oír...
"No lo haré, ¿sí? No lo haré nunca, Luke."
... fue la primera vez, en mucho tiempo, que se permití creer que quizá, quizá, todavía podía ser salvado.
.
No sabe exactamente cómo lo supo. Quizá fue la forma en que Clarisse evitó mirarlo, o el temblor en la voz de Chris cuando dijo su nombre. Tal vez fue el silencio en la cabaña de Hermes, ese tipo de silencio que no trae paz, sino que presagia una tragedia. Pero lo supo. Lo supo antes de que nadie le dijera nada.
Silena.
Silena lo había apuñalado. A Draco.
El mundo dejó de tener sentido por un momento. No escuchaba, no pensaba, no razonaba. Todo se volvió rojo. Rojo como la sangre que imaginaba cubriendo su pecho, rojo como la furia que le llenaba el cuerpo, como el grito que se ahogó en su garganta mientras lo tiraban al suelo. No le dejaban verlo. No le dejaban verlo.
"¡Déjenme pasar!" gritó, y cree que rompió algo. Tal vez un banco, tal vez una puerta, tal vez a sí mismo.
Lukr se retorcía entre brazos ajenos, entre voces que trataban de calmarlo, pero no había calma posible. ¿Cómo podía haber calma si Draco estaba sangrando? ¿Si Draco estaba muriendo y él ni siquiera podía estar ahí?
Le dijeron que no podían dejarlo entrar, 1ue estaba inestable, 1ue podría alterarlo, que estaban tratando de salvarlo... como si él no hubiera sido el que se arrodilló frente a Draco, como si él no supiera exactamente qué necesitaba para seguir respirando.
Así que espero, fingió calma hasta que la enfermería quedara en silencio, con la luna ya alta y los murmullos apagados.
Y se coló.
El pasillo olía a medicina, a hierro, a muerte. Se deslizó entre sombras, apretando los puños para no temblar, y cuando empujó la puerta...
Draco.
Tendido sobre la cama, tan pálido que parecía de mármol. La sangre seguía allí, seca en los bordes de su camisa rasgada, en sus brazos, en el cuello. Tenía vendajes en el torso, algunos sucios de rojo, otros aún limpios, esperando el próximo derrame.
"Draco..."
No se movió.
Lo dijo otra vez, más bajo, como una oración que nadie enseñó pero que aún así nace del pecho.
"Draco..." Una mano le tomó del brazo. Se giró como un animal acorralado. Iba a golpear, a gritar, a pedir que lo dejaran solo con él. Pero era Annabeth.
La chica no dijo nada al principio. Lo miró con los ojos húmedos, con las manos temblando, y cuando le sostuvo por los hombros, lo hizo como si él también estuviera a punto de desmoronarse.
"No fue tu culpa, Luke" susurró, como su le leyera los pensamientos
Pero sí lo fue. Lo supo en cada célula, porque Silena estaba cerca suyo, porque él le abrió puertas, porque confío, porque lo cegó el querer cambiar las cosas... y no vio que alguien como ella también podía usar su sonrisa para matar.
Annabeth se arrodilló a su lado, no dijo nada. Solo le dejó hundirme contra su hombro cuando ya no pudo contenerwe más. Lloró por Draco, por la sangre, por el cuchillo que no supe detener. Lloró por él, por haber creído que podía jugar con los dioses sin que hubiera consecuencias.
Draco no se movió.
Solo respiraba, apenas. Como si su cuerpo también dudara de si valía la pena seguir.. Y eso lo está matando por dentro.
Porque Luke sabía. No con claridad, no con pruebas, pero sabía. Que Silena estaba más fría, que lo evitaba algunas veces, que tenía una mirada distinta cuando miraba a Draco. Y él, por miedo, por no querer abrir otra puerta a la traición, por querer creer que al menos una persona seguía siendo leal, no dijo nada. No hizo nada.
Y ahora Draco estaba cubierto de sangre.
Y Luke no puede evitar pensar que, si hubiera hablado, si la hubiera enfrentado, si no hubiese estado tan enfocado en limpiar su propio nombre…quizás Draco no estaría así.
Y eso le duele más que cualquier herida física.
Porque el chico que más quería, al que abrazó llorando en medio del campamento, al que prometió no traicionar, al que sostuvo y le suplicó que creyera en él… ahora está roto, y Luke no pudo protegerlo.
.
No debería ser tan difícil, y apesar de eso lo hizo como si fuera cualquier cosa, como si no acabara de dejar caer una bomba en medio del campamento. Pero no. Draco tenía que hacerlo con esa maldita calma suya, con esa sonrisa medio burlona, medio cansada, como si no fuera gran cosa.
Clarisse lo miró como si acabara de anunciar que se uniría al Circo del Sol.
"¿Qué qué?" soltó cruzando los brazos.
"Que me voy" repitió él, como si dijera que iba a la cocina por galletas.
Luke olo lo miró.
No dije nada, no pudo decir nada.
Tenía los brazos cruzados y la mandíbula tan apretada que dolía. Porque si hablaba, no sabía qué iba a salir. Rabia, probablemente. O algo peor, algo que lo haría quedar en ridículo, seguramente.
"¿Y ya está?" siguió Clarisse indignada. "¿Te vas y nos dejas aquí con estos idiotas?"
"Te va a encantar saber que Percy me miró con cara de cordero degollado, así que lo tienes ganado por abandono. Felicidades" respondió Draco.
Intento no mostrar nada, no le iba a dar eso. Pero la tensión en su espalda, en dis manos le delataba. Quería gritarle, quería sujetarlo por los hombros y decirle que no podía irse, que no ahora, que no así.
"No me jodas, Draco" soltó Clarisse.
"No puedo prometer eso".
"Dame una razón para no noquearte aquí mismo".
"Porque soy demasiado lindo como para arruinarme mi linda cara".
Luke se rió.
No debería haberlo hecho, pero lo hizo. Fue una risa breve, seca, más por la sorpresa que por verdadero humor. Porque hasta en esto, hasta cuando se despedía, seguía siendo Draco.
Clarisse parecía debatirse entre darle un puñetazo o dejarlo ir. Finalmente, solo desvió la mirada con un bufido. "Eres un imbécil" murmuró.
Y entonces hablo. No quiso hacerlo, sin embargo salió.
"Y tú apesar de eso lo vas a extrañar".
Draco se giró hacia él. "¿Y tú no?"
Dioses.
Sentía cómo su cuerpo reaccionaba sin permiso: se movió, cambió de peso, abrió los labios para responder… pero no pudo. No encontro las palabras, porque claro que lo iba a extrañar. Claro que se le rompía algo por dentro con cada paso que daba hacia esa estúpida salida. Aunque no lo dijo.
Clarisse lo notó, como siempre. "Oh, esto sí que es interesante" comentó, y Luke quería mandarla al infierno.
"Lárgate, Clarisse" le dijo sin mirarla.
"Con gusto. Pero si lo besas antes de que se suba a ese barco o tren o lo que sea que los británicos usen, juro que te golpearé yo misma."
Y se fue, dejando un silencio que se volvió insoportable.
"Entonces…" empezó él.
"Entonces…" repitio igual de perdido.
Un viento frío pasó entre ambos. Movió su cabello, y quiso alzar la mano para acomodárselo, pero se contuvo. Se contuvo de tantas cosas.
"Si de verdad te vas…" comenzó, aunque no pudo seguir.
"¿Qué?" Preguntó él.
Negó con la cabeza. "Nada. No es importante"
Mentira. Todo era importante. Cada segundo. Cada palabra que no decía.
"Si de verdad quieres decirme algo, puedes escribirme una carta. Con perfume y corazones, por favor" bromeó. Como siempre. Como si eso hiciera que todo fuera más fácil.
Luke rodó los ojos. Pero en el fondo… en el fondo solo quería abrazarlo.
"Cuídate, Draco."
"Siempre lo hago."
Se dio la vuelta, se alejó. Sentía cada paso como un golpe. Y lo peor de todo, lo más doloroso, lo que le jodía más allá de lo que podía explicar... es que se quedó viéndolo irse.
Y sonrió. Porque aún así, incluso en la despedida, él seguía siendo él. Y eso era lo que más iba a doler extrañar.
~~~❤︎~~~
Luke había perdido la cuenta de cuántas veces había comenzado esa carta. El primer intento terminó arrugado en el rincón más oscuro de la cabaña, el segundo fue víctima de una mancha de tinta que él mismo provocó por golpear el tintero cuando se frustró, y el tercero… bueno, mejor no hablar del tercero. ¿Cómo se suponía que debía empezar algo así? "Querido Draco" sonaba demasiado formal, demasiado cursi, demasiado... comprometido. Pero "Hey" era tibio, cobarde, frío. Nada estaba a la altura del revoltijo que tenía en el pecho desde que el idiota de ojos grises había decidido largarse del campamento con esa media sonrisa en la cara, como si no estuviera dejando un agujero tras él.
Frunció el ceño y se pasó una mano por el cabello, cada vez más desordenado por tanto jalarlo. Sentía que algo se le escurría entre los dedos, una oportunidad, una certeza, o quizás simplemente alguien que no se suponía que importara tanto. Pero importaba. Vaya si importaba. Y lo odiaba por eso.
Clarisse apareció justo cuando estaba por rendirse. "¡Clarisse!" gritó con desesperación.
Ella asomó la cabeza por la puerta con una sonrisa maliciosa. "¿Ya te rendiste, Romeo?"
"No sé cómo hacer esto sin sonar como un idiota o como si quisiera robarle el diario a Drew".
Clarisse entró como una tormenta, se sentó a su lado y agarró otro papel limpio. "Yo te ayudo"
Luke arqueó una ceja. "¿Tú sabes escribir cartas de amor?" Vamos, sabía que podía pedirle consejos de cómo matar a alguien, ¿pero esto? Sin intenciones de ofender a la chica, pero preferiría pedirle ayuda a un Dracanae.
"Obvio que no. Pero sí sé decir cosas como "Me gustas, estúpido. Vuelve o te pateo el trasero'. "
"Tan poético..."
"Calla, que estoy inspirada".
La chica se dejó caer a su lado con esa actitud de quien está por meterse donde no la llaman, pero con el descaro de quien no necesita invitación para hacerlo. En el campamento, todo el mundo sabía, o al menos sospechaba. Draco no era exactamente alguien que pasara desapercibido, y Luke... bueno, Luke tampoco había sido particularmente sutil (aunque en su cabeza sí lo había sido). Clarisse tomó uno de los papeles en blanco que aún no estaban manchados ni arrugados, lo apoyó con fuerza sobre la mesa y empezó a hablar mientras él, resignado, tomaba nota.
Se las haré facil: La versión que surgió fue un completo desastre.
"Draco;
No me gustas, pero sí. No preguntes, eres raro. Te extraño. Clarisse dice que eso es normal aunque no lo es porque odio extrañar gente, menos a ti, porque eres tú. Y eso es horrible.
Firmado: alguien que NO te extraña.
(O sí, y no lo admita)"
"Esto es un asco" le dijo a la chica arrugado el papel -otra vez-.
"Un asco es que necesites mi ayuda para hacer esto" respondió su amiga.
Fue entonces cuando Ethan entró, tan silencioso como siempre. Clarisse, en su infinita crueldad disfrazada de curiosidad, lo llamó antes de que Luke pudiera esconder bien la hoja. Y así, sin ceremonias ni excusas, Ethan la leyó. No con burla, no con sorpresa, sino con algo que Luke no supo identificar hasta que fue demasiado tarde: decepción.
El silencio que se instaló después fue peor que cualquier grito, Ethan no dijo nada. No levantó la voz, no exigió explicaciones. Solo lo miró con esos ojos oscuros que parecían entender más de lo que deberían, dejó el papel cuidadosamente doblado sobre la mesa —como si aún así mereciera respeto— y se fue.
Luke no dijo nada. No intentó detenerlo. Tampoco miró a Clarisse, que se había quedado callada por primera vez en lo que parecía una eternidad. Solo apoyó los codos sobre la mesa y hundió la cara entre las manos.
Tal vez merecía sentirse tan ridículo. Tan descubierto. Tan humano. Tan jodidamente enamorado.
.
El campamento estaba insoportablemente tranquilo. Como si, con la partida de Draco, alguien hubiera bajado el volumen a todo. Incluso Clarisse, normalmente estridente como una alarma sin botón de apagado, parecía haberle perdido el gusto a las peleas. O tal vez solo estaba harta de escuchar la misma jodida canción una y otra vez.
"Luke, si vuelves a poner esa canción donde canta como si le hubieran roto el corazón por décima vez, juro que voy a buscar al dios Pan solo para que se lleve tu alma" gruñó desde su litera, aunque no se movió, porque sabía que él no iba a parar. Porque ella también entendía que, aunque el campamento entero se había acostumbrado a la ausencia de Draco, Luke no lo había hecho. No sabía cómo.
La voz de Draco flotaba por la cabaña como un fantasma: suave, melancólica, un poco arrogante, como siempre. Cada nota era una herida abierta, una repetición innecesaria del momento en que lo vio irse sin mirar atrás. Y Luke, masoquista incorregible, la ponía en bucle.
Ethan entro y sin decir nada lo arrastró casi con urgencia, con una mano en el brazo y una mirada que no admitía preguntas. Clarisse levantó la ceja desde su lugar en la cama, aunque tampoco dijo nada. Tal vez pensó que se trataba de una pelea, tal vez supo desde el principio que no lo era.
Ambos chicos cminaron en silencio hasta un rincón escondido, cerca del lago, donde las sombras de los árboles parecían alargar cada segundo. Ethan no lo soltó hasta que estuvieron lo suficientemente lejos como para que nadie más los oyera. Entonces respiró hondo, como si la decisión de hablar le pesara en los pulmones.
"Luke, escúchame. Solo… necesito que no digas nada hasta que termine, ¿sí?" (Oh, oh, no. Desde aquí tuvo que saber que se venía algo feo).
Él asintió, confundido. Ethan parecía nervioso, lo que era raro. Siempre había sido el más tranquilo de todos. Pero ahora no, ahora se veía tenso, como una cuerda a punto de romperse.
"Mira, sé que esto va a sonar como una completa locura. Y que no es el mejor momento, ni de cerca, pero no podía seguir tragándomelo. Ya no" hizo una pausa, bajó la mirada al suelo, pateó una piedra inexistente con el pie (segunda señal para correr y no volver ni mirar atras).
"Me gustás, y desde hace mucho. No sé desde cuándo exactamente, pero... fue antes de que todo se fuera al carajo con Draco. Y lo sé, sé que no es recíproco. Sé que nunca pensaste en mí así, que lo tuyo es él, y está bien. Pero ya no puedo seguir actuando como si no me doliera cada vez que lo nombrás, cada vez que escuchás su música con esa cara de idiota enamorado" (Aquí ninsiquiera Luke sabe porqué sigue ahí). "No quiero que me elijas por lástima, pero tampoco quiero que me sigas ignorando. Porque yo estoy aquí, Luke. Siempre estuve. Mientras él se iba y volvía cuando quería, mientras todos giraban a su alrededor como si fuera el sol. Yo estuve. Y solo quería… que lo supieras".
El silencio que siguió fue tan espeso que casi dolía. Luke abrió la boca, cerró los ojos, la volvió a cerrar. No sabía qué decir. Nunca había visto a Ethan así. Nunca lo había considerado de esa forma. Siempre fue su amigo, su apoyo en las batallas, pero no así. No con ese tipo de mirada. No con el corazón en la mano. Y, por un instante, se odió a sí mismo por no poder sentir lo mismo. Por no poder corresponder. Pero también por no tener el valor de decirlo en ese momento.
Entonces solo murmuró un débil: "No sabía que te sentías así."
Y Ethan sonrió, una de esas sonrisas tristes que no son más que máscaras. "Lo sé. Pero ahora lo sabés".
Y lo dejó ahí. Entre las palabras no dichas y las posibilidades que nunca existieron.
.
Luke aceptó.
Ni siquiera él sabe porqué lo hizo, ¡¿okey?!
Lo hizo sin pensar, con el corazón apretado y la garganta seca. Porque Ethan lo miraba como si fuera a romperse si le decía que no, como si fuera la última vez que iba a atreverse a abrirse así. Porque en el fondo —muy en el fondo— Luke siempre había tenido esa maldita necesidad de proteger a los demás, incluso si eso significaba traicionarse a sí mismo. Y pues... porque, en el fondo, muuuy en el fondo de sí mismo una parte le dijo que eso pondría celoso a Draco.
Es una mierda de persona, ¿okey? Lo sabe.
Le dio un sí murmurado, un "vamos a intentarlo" que sonó más hueco de lo que quería admitir. Ethan sonrió, lo abrazó con fuerza. Y Luke sintió cómo algo dentro de él se doblaba un poco. No fue amor. Ni siquiera fue ternura. Fue… resignación, una promesa vacía envuelta en buenas intenciones.
Horas después, cuando Ethan se fue a dormir y él se quedó solo junto al fuego, con los auriculares puestos y la voz de Draco llenándole los oídos, la culpa le cayó encima como una tormenta.
¿Qué acabas de hacer, Luke?
Una cagada, le respondió una vocesita en su cabeza.
Dejó caer la cabeza entre las manos. Sintió el peso de su decisión clavarse en la nuca.
No deberías haber dicho que sí. No si no lo sentías. No si lo único que tenés en la cabeza es a Draco.
Y era Draco. Siempre era Draco. Incluso en la distancia, incluso después de haber dicho adiós, incluso con Ethan a su lado. Su voz, su forma de hablar, su sarcasmo… su maldita sonrisa. Todo lo que lo hacía diferente. Todo lo que lo hacía imposible de reemplazar.
Ethan era bueno. Era valiente. Era constante. Pero no era él.
Y por primera vez en mucho tiempo, Luke deseó haber sido un poco más egoísta. Un poco más sincero. Porque al final, lastimar a alguien con la verdad dolía menos que arrastrarlos con una mentira.
Suspiró, quitándose los auriculares, con los ojos cerrados y el pecho enredado.
¿Qué demonios acabas de hacer, Luke Castellan?
.
Clarisse lo encontró en la orilla del lago, sentado como si no hubiera hecho nada malo, como si no estuviera rompiendo el corazón de su mejor amigo sin siquiera darse cuenta. O, peor aún, dándose cuenta y haciéndolo igual.
"¿Estás saliendo con Ethan?" preguntó sin rodeos, con el ceño fruncido y los puños ya apretados.
Luke apenas giró la cabeza. "¿Y?"
Mal. Muy mal. Clarisse levantó una ceja con lentitud peligrosa.
"¿Y? ¿Y? Castellan, dime por favor que no eres tan idiota".
Él se puso de pie cansado. "No es tu problema, Clarisse".
"Es exactamente mi problema" gruñó dándole un empujón en el pecho. "Porque todos en el puto campamento sabemos que tú no sientes nada por Ethan, y que cuando Draco se entere se le romperá el corazón, porque el tonto es un tonto sentimental".
"No le romperá el corazón..." Solo que tal vez se ponga un poco celoso, pero no quiere que se le rompa el corazón.
"¡Estás saliendo con otro, Luke! ¡Un tipo que lo odia, encima! ¿En qué cabeza cabe?"
Luke apretó la mandíbula. "No tenía..." ni siquiera pudo terminar, porque sabía la respuesta.
"Siempre tienes opción. Y elegiste mal".
Fue lo último que Clarisse dijo antes de que le lanzara un derechazo directo a la cara, Luke no tuvo tiempo de esquivarlo. Cayó de espaldas, con la boca llena de tierra y el orgullo hecho trizas. Intentó levantarse, sin embargo la chica no lo dejó. Le cayó encima como un toro desbocado, gritándole cosas entre golpes:
"¡Eres un imbecil! ¡Un maldito egoísta que..!"
Por sus gritos, la gente empezó a acercarse, primero uno o dos, luego más. Y de pronto, medio campamento ya sabía lo que había pasado.
"¿Luke está saliendo con Ethan?"
"¿Ethan Nakamura?"
"¿El que odia a Draco?"
"¿Pero no estaba colado por Draco?"
Luke logró apartarse, con un corte en la ceja y el labio partido. Se puso de pie tambaleándose, con la respiración agitada. Clarisse, aunque aún furiosa, lo dejó. Ya había dicho todo lo que necesitaba decir con palabras, puños... y mucha violencia.
.
Al principio, Luke había pensado que decir que sí sería... más fácil. Que no lo haría sentir tan mal. Pero ahora, con cada día que pasaba, con cada sonrisa de Ethan que no lograba devolverle, entendía lo equivocado que estuvo.
No se trataba solo de no quererlo. Se trataba de la presión constante, de las miradas vigilantes, de las palabras que Ethan usaba como dulces al principio y que ahora sonaban como cadenas.
Frases como "Draco nunca te habría entendido como yo" o "Ahora me pertenecés a mí, ¿no?" que antes le habían parecido extrañas, ahora le resultaban inquietantes.
Y no era el único. Todo el maldito campamento parecía haberlo notado.
Señor D, que raramente prestaba atención a algo que no fuera vino y cartas, lo llamó por su nombre (su verdadero nombre, no una fruta) solo para decirle con esa voz tan suya:
"No puedo obligarte a tener sentido común Castellan, pero esto... esto ya es triste".
Clarisse seguía sin dirigirle la palabra, sus hermanos lo miraban como si estuviera viendo un derrumbe en cámara lenta, y hasta Annabeth parecía decepcionada. Solo Ethan seguía comportándose como si nada estuviera mal, como si el universo le hubiera dado exactamente lo que merecía.
Pero entonces, vino Travis.
Travis Stoll no era sutil. Tampoco era particularmente prudente. Se acercó una tarde mientras Luke entrenaba con la espada (más por costumbre que por ganas) y dijo como si hablara del clima:
"Así que tú y Ethan, ¿eh? Interesante jugada" él lo miró sin decir nada, por lo que el chico continuó. "Supongo que eso libera a Draco, ¿no?"
... ¿eh?
"¿Qué?"
Travis se encogió de hombros, como si nada aunque habka un leve enrojecimiento en su cara. "Draco. Digo, él siempre me gustó, munca dije nada porque pensé que tú y él... ya sabés. Que había algo ahí. Pero ahora que estás con el emo ese, bueno..."
Y se fue, sin más.
Luke se quedó congelado, la espada colgando de su mano. Porque, claro, que Travis dijera eso lo hizo pensar. Pensar de verdad. Ethan no era algo correcto. No lo quería, y lo peor: el cariño de Ethan hacia él... no se sentía del todo sano. Era como si lo necesitara, como si sin él no supiera quién era.
¿Y yo? ¿Estoy con él por culpa? ¿Por no querer romperlo? ¿O porque me convencí de que esto sería más fácil que enfrentar lo que realmente siento?
.
El agua del charco brilló con una luz tenue antes de tomar forma. La imagen de Annabeth apareció con claridad, y por un segundo, Luke pensó que tal vez estaba soñando. Pero no, ahí estaba ella, con los brazos cruzados, la ceja arqueada y esa expresión que decía: estás en problemas y lo sabes.
"¿Se puede saber qué demonios estás haciendo?"
Luke parpadeó, sin tener tiempo de saludar. "Hola, Annabeth. Qué gusto verte también".
"No me vengas con esas cosas Luke, ¿estás saliendo con Ethan?" El tono de su voz era tan cortante que casi dolía.
"No es tan sencillo..." bueno, en realidad si era tan sencillo.
"¿No es tan sencillo? ¿En serio vas a decirme eso?" preguntó, dando un paso más cerca del agua, como si eso la acercara a él. "Tú. Estás. Saliendo. Con. Ethan. Nakamura. El tipo que odia a medio campamento, incluyendo a Draco".
Luke desvió la mirada.
"Él... se confesó. No quería herirlo. Es mi amigo".
Annabeth soltó una risa sin humor alguno. "¿Así que por lástima? ¡Muy maduro de tu parte!" Sacudió la cabeza con furia. "No puedo creer que seas tan cobarde".
"No es eso..." Sí, sí es eso.
"¿Entonces qué es, Luke? Porque te recuerdo algo muy simple: tú no estás con Draco. Nunca lo estuviste. Pero todos, todos saben que te importa. Y ahora te apareces con Ethan, como si nada. Como si no importara".
"No sabía que tenía que pedirle permiso al campamento entero para tomar decisiones personales" respondió con la mandíbula apretada, sintiendo cómo la culpa se enredaba con la rabia.
"No, claro que no. Pero al menos podrías ser honesto contigo mismo" dijo su amifa más tranquila ahora, pero con una mirada aún más dura. "No lo quieres, Luke. No como crees, no como se debe. Y si sigues jugando a que sí, vas a lastimar a todos: a Ethan, a Draco... y a ti mismo".
Hubo un silencio tenso. Luke no pudo responder. Porque ella tenía razón. Porque lo sabía desde el momento en que dijo si y sintió que algo se rompía.
"Draco está bien, por si te lo preguntabas" agregó Annabeth al final, como si le diera una última estocada. "Aunque eso es más de lo que puedo decir de tu sentido común".
La imagen se desvaneció antes de que pudiera responder. Y él se quedó mirando el reflejo del agua, sintiendo que había metido la pata más allá de lo reparable.
.
Luke se había quedado unos segundos más frente al lago después de hablar con Annabeth. Aún sentía el eco de su voz en la cabeza, las palabras punzantes, la decepción, el juicio… y la verdad incómoda. No lo quieres, Luke. No como crees.
Qué fastidio. Como si él no tuviera ya suficiente con todo esto. Como si no estuviera enredado hasta el cuello con su propia confusión.
Estaba a punto de alejarse cuando notó que el agua del lago volvía a brillar. Una nueva llamada Iris, al parecer. Se quedó observando por pura costumbre.
Clarisse.
Frunció el ceño.
Y… Draco.
Se quedó en su lugar, a unos pasos de distancia, sin hacer ruido. Draco tenía los brazos cruzados, sonriendo con esa confianza natural suya, esa que le salía hasta sin proponérselo.
"¿Ya me extrañaste tan rápido, Clarisse?" bromeó él.
Luke sintió que se le apretaba el pecho.
¿Cómo puede hacer eso? ¿Cómo puede estar tan tranquilo, tan… bonito? Porque eso era Draco: una tormenta disfrazada de sol.
"Luke está saliendo con Ethan Nakamura" hablo Clarisse con el tacto de un rinoceronte.
Genial. Ahora no solamente todo el campamento lo sabe, sino también Draco. (Pero, ¿no acepto en parte para ponerlo celoso?)
De todas formas, él se preparó para lo peor. Draco lo sabría. Y probablemente frunciría el ceño, tal vez pondría una sonrisa incómoda, tal vez se iría, tal vez lo odiaría.
Pero entonces…
"¡Eso es genial! ¡Eso es increíble! ¡Eso es lo mejor que he escuchado en semanas!"
Luke casi se cae al lago.
¿Qué? ...
¿Estaba… feliz? ...
Esto es solo un sueño, ¿no?
"¡Estoy tan feliz por él!" siguió Draco con entusiasmo real, real. "¡Esto es maravilloso! ¡Es amor, Clarisse! ¿Cómo no estaría feliz?" Luke lo observó con los ojos muy abiertos. ¿Esto está pasando? "¿Desde cuándo? ¿Cómo pasó? ¿Quién dio el primer paso? ¿Hubo confesión romántica? ¿Fue algo espontáneo? ¡Cuéntamelo todo!"
Clarisse lo miraba igual de confundida que él, teniendo en cuenta que lo golpeó porque creían que Draco se pondría mal.
Luke no pudo evitarlo. Dio un paso hacia la imagen y, por reflejo, la llamada se ajustó para incluirlo. "¿Detener qué?"
Draco se giró hacia él, como si no fuera gran cosa, como si no acabara de soltar la bomba del siglo.
"¡Luke! ¡Muchas felicidades, en verdad!"
Luke parpadeó. Una vez. Dos veces. "¿Eh?"
"¡Por Ethan! Clarisse me acaba de contar. ¡Me alegro tanto por ti!"
"Tú… ¿tú estás feliz?" Pregunto, solo por si las dudas.
"¡Obviamente, tonto! ¿Por qué no lo estaría?"
¿Por qué no lo estaría?
Luke abrió la boca. Cerró la boca. Lo intentó de nuevo. "No lo sé, yo…" se frotó la nuca, confundido. "Solo… no esperaba que reaccionaras así" ¡era que tenias que estad celoso, no que saltaras de alegría! Ce - lo - so.
Draco frunció el ceño, fingiendo ofensa. "¿Acaso me ves como un amargado que odia el amor?"
Clarisse resopló. "Tienes una definición muy flexible del amor".,
"Aunque te quiera mucho, las personas que no creen en el amor no pueden opinar aquí" replicó él con una sonrisa radiante.
Y entonces, Luke lo vio.
La sinceridad.
El brillo en los ojos.
La alegría honesta.
"¿De verdad te alegras?" preguntó sin poder detenerse.
Draco lo miró directamente. "Luke, te mereces ser feliz. Y si Ethan te hace feliz, entonces estoy feliz por ti".
Y ahí fue cuando algo en Luke se rompió un poco.
Porque no. No estaba feliz. No con Ethan.
Y ver a Draco así, celebrándolo, convencido de que todo estaba bien… lo hizo sentir como el peor ser humano del planeta.
Porque Ethan no lo hacía feliz. Porque esa sonrisa que Draco tenía —esa de orgullo, de cariño, de admiración— no la había visto jamás en los ojos de su... de Ethan.
Y porque si alguien lo hacía sentir algo parecido a felicidad, estaba justo al frente.
Quiso decir algo. Lo intentó. Sus labios se movieron… pero nada salió.
Clarisse carraspeó. "Bueno, ahora que tuvimos esta conmovedora escena, ¿podemos seguir con nuestras vidas?"
"¡Sí! ¡Pero solo después de que Luke me cuente cómo pasó todo!" Dijo Draco, con esa chispa de siempre.
Luke rodó los ojos. "¿Sabes algo, pretty boy? Eres un caso total y completamente perdido". Y mientras Draco reía y exigía detalles, Luke se dio cuenta de algo.
Estaba completamente perdido también.
~~~❤︎~~~
El día había sido una pesadilla.
Primero, la pelea con Drew y los otros jefes de cabaña, que terminó en gritos, sarcasmo venenoso y alguien lanzando un jarrón (probablemente él, si era sincero). Luego, el silencio incómodo con Ethan, ese tipo de silencio donde las palabras no dichas lo decían todo. Pero nada de eso importó cuando lo vio.
Draco.
El corazón le dio un salto tan fuerte que casi creyó que se le iba a salir del pecho. Draco caminaba por el campamento como si no hubiera desaparecido por semanas, como si no lo hubiera dejado con mil preguntas sin responder y un hueco maldito en el pecho. Se veía igual. O al menos eso quiso creer. Pero también se notaba más fuerte, más presente. Y cuando sus ojos se cruzaron con los suyos, sintió un golpe seco de alivio. Como si su cuerpo entero hubiera estado en pausa y, al fin, pudiera respirar otra vez.
Caminó hacia él sin pensarlo, sin procesarlo. No se detuvo. Draco tampoco lo hizo. Y cuando lo tuvo cerca, cuando lo abrazó, fue como si todo el caos alrededor del mundo se silenciara. Era él. Estaba ahí. Por fin.
"Estás aquí", susurró contra su cabello, aferrándose con más fuerza de la necesaria. Su voz le tembló. No lo pudo evitar.
"Claro que sí, Luke".
La forma en la que dijo su nombre le quemó el pecho.
Se separó apenas lo justo para verlo. Quería memorizar ese rostro otra vez, cerciorarse de que no era un sueño. Sus manos seguían sobre sus hombros, reacias a soltarlo. Estuvo a punto de decir algo, de soltar la frase que le había estado comiendo las entrañas desde que se fue, pero entonces…
Ethan.
No necesitó girarse para saber quién era. Reconocía esa voz en cualquier parte. Cuando lo escuchó llamarlo amor con ese énfasis, el cuerpo entero se le tensó. La burbuja estalló.
Por un momento, deseó que Draco no lo hubiera escuchado. O que Ethan simplemente no hubiera aparecido.
Draco sonrió. Esa sonrisa. Su forma de fingir que todo está bien aunque no lo esté. Con esa voz liviana que usaba cuando algo dolía y no quería admitirlo.
"Tu novio te busca, Luke" dijo como si nada, aunque el subtexto le dio una bofetada en la cara.
Dudó. Su cuerpo no quería moverse, no todavía. Soltó los hombros de Draco lentamente, como si el simple acto de alejarse le costara más de lo que debería. Y aunque ya había dado un paso atrás, sus ojos no se apartaban de los de él. Tenía tanto que decirle. Pero no allí. No con Ethan a un lado. No mientras todavía no entendía qué carajos le pasaba por dentro.
"Nos vemos luego, Draco", murmuró. Como una promesa. Como una súplica silenciosa.
Y Draco, con esa misma sonrisa resignada, asintió.
.
El ambiente era espeso, cargado de electricidad estática no dicha.
Ethan no había hablado desde que salieron de la explanada. Solo caminaba delante de él, los hombros tensos, las manos cerradas en puños como si estuviera conteniéndose. Luke iba detrás, con una mezcla de frustración, culpa y algo que no quería nombrar todavía. Cuando llegaron a la puerta de la cabaña, Ethan se giró de golpe.
"¿Vas a decir algo?" su voz era baja y afilada.
Luke parpadeó. "¿Sobre qué?"
"Oh, no sé. Tal vez sobre cómo estabas abrazando a tu amigo como si fuera lo único que te importa en este maldito campamento".
El tono sarcástico le cayó como un cubo de agua helada. Luke cruzó los brazos, exasperado. "No empieces, por favor".
"No estoy empezando, Luke" Ethan se acercó un paso. "Solo quiero entender qué está pasando. Porque no es normal que casi se te salgan los ojos del pecho al ver a alguien. No es normal que te abraces así con alguien que, según tú, solo es tu amigo".
Luke bajó la mirada por un segundo. Luego volvió a encontrar la de Ethan, desafiante. "¿Y si sí? ¿Si solo es mi amigo? ¿Desde cuándo está prohibido que me alegre de verlo?" Porque Luke Castellan podía ser muchas cosas, pero infiel no era una de ellas.
"No me jodas, Luke" Ethan rio sin humor, cruzándose de brazos. "No soy estúpido, no nací ayer. Tú no sonríes así por cualquiera. Nunca me miraste así ni cuando nos besamos por primera vez".
Eso lo golpeó en seco. Luke frunció el ceño, pero no respondió de inmediato. Ethan suspiró, y por un momento, parecía más cansado que molesto. "Mira…" continuó. "Yo entiendo que Draco te importa. Que fue importante antes de que tú y yo… esto" hizo un gesto vago entre los dos. "Pero yo soy tu novio ahora. Y merezco saber si estoy compitiendo con un fantasma que acaba de regresar".
"No estás compitiendo con nadie" respondió más por reflejo que por convicción.
Ethan lo miró fijo.
Luke tragó saliva. Bajó la voz.
"Draco… es Draco. No puedo evitar lo que siento cuando lo veo, pero eso no significa que lo quiera de una forma en la que te estoy mintiendo. Somos amigos. Punto. Aunque te moleste, no voy a alejarme de él solo para evitarte una inseguridad".
Silencio. Tenso. Largo.
Finalmente, Ethan asintió lentamente, pero su mirada seguía dura.
"Está bien. Solo… espero que eso sea cierto".
Y con eso, se dio la vuelta y entró a la cabaña, dejando a Luke solo en la oscuridad del porche.
.
Él se pasó una mano por el rostro, exhalando con fuerza.
Somos amigos.
Eso le había dicho a Ethan.
Y tal vez se lo había dicho también a sí mismo. Una mentira útil. Una mentira amable.
Pero cada vez que pensaba en el abrazo, en la sonrisa de Draco, y en la forma en que su corazón se descontrolaba…
No estaba tan seguro.
.
Desde la otra esquina de la hoguera, todo ardía. Pero nada como él.
Draco.
Bajo las llamas multicolores, su cabello brillaba como si tuviera luz propia. Rodeado de gente, risas, miradas que querían demasiado de él. Y Luke… Luke no podía dejar de mirar.
Una guitarra en las manos, una sonrisa descarada en los labios, y una seguridad tan insultantemente atractiva que casi dolía. Travis Stoll no se despegaba de su lado, murmurando cosas que hacían que Draco riera con esa maldita voz de cantante de rock que se le metía en los huesos.
Y Luke… no podía moverse.
Ethan estaba a su lado. Lo sabía, lo sentía. Su brazo estaba aferrado al suyo como si Draco fuera una tormenta que pudiera llevárselo si no lo sostenía con suficiente fuerza. "¿Disfrutando el espectáculo?" preguntó Ethan, su tono bajo, casi casual, pero con ese filo en cada palabra.
Luke parpadeó, como si lo hubieran sacado de un trance. Se obligó a mirar a su novio, y sonrió. Una sonrisa pequeña. Falsa.
"Solo es Draco".
Ethan rio. Sin humor.
"Sí. Solo Draco. Solo el tipo que acaba de convertir una fogata en un concierto privado. Solo el tipo que hace que todo el maldito campamento se quede embobado mirándolo, solo el tipo que estabas abrazando como si fuera la única persona en la galaxia".
Luke apretó la mandíbula. No tenía energía para discutir. No hoy.
"¿Quieres irnos?" preguntó, en un intento patético de distraer la tensión que se acumulaba en el aire.
Ethan lo miró como si supiera exactamente qué estaba haciendo. "No. Quiero quedarme y ver cuánto tardas en inventar una excusa para acercarte a él."
Eso lo golpeó directo al orgullo. Luke se giró hacia la hoguera, buscando de nuevo a Draco.
Lo encontró de inmediato.
Estaba alzando a una niña pelirroja, girándola en el aire con una sonrisa pura, brillante, imposible. Todos a su alrededor parecían existir solo por inercia, porque el centro gravitacional de la noche era él.
Y entonces, como si lo sintiera, Draco lo miró.
Los ojos grises encontraron los suyos, y todo lo demás se apagó. Luke no lo dijo. No lo movió. Pero su cuerpo sí.
Se inclinó apenas hacia adelante. Solo un poco.
Y Ethan lo notó.
"Luke" lo llamó, más fuerte esta vez. Tiró de su brazo. Un murmullo al oído. Una frase que no recordaría después. Solo sabía que estaba siendo jalado hacia atrás, lejos del fuego.
Levantó la vista una vez más.
Draco seguía allí. Seguía mirándolo.
Y aunque sonreía, Luke podía verlo.
Ese brillo triste detrás del coqueteo.
Esa promesa muda:
"Aquí voy a estar. Cuando te atrevas".
Luke se dejó arrastrar por Ethan.
Pero su mirada, su alma, sus ganas…
Se quedaron con Draco.
.
Éstaba en el campo de entrenamiento.
Respiraba, contaba, golpeaba.
Espada, escudo, giro. De nuevo.
Todo en automático.
No pensaba en Draco.
No pensaba en su sonrisa la noche anterior.
Ni en cómo sus dedos parecían bailar cuando tocaba la guitarra.
Ni en cómo sus ojos buscaban los suyos en medio de toda esa gente.
No.
Él estaba enfocado. Entrenando.
"¿Tú eres Luke?"
Se giró al escuchar la vocecita.
Una niña pelirroja, de ojos grandes y un lazo demasiado rosado para estar en medio de espadas y sudor, lo miraba con los brazos cruzados. Se le había familiar de algún, lado... solo si pudiera recordarlo bien... "Eh… sí" dijo, un poco confundido. "¿Pasa algo?"
Ella lo observó como si ya lo hubiera juzgado y condenado en silencio. "¿Tú eras el que salía con Ethan, no?"
"Sí, todavía… ¿Qué necesitás, pequeña?" Cambio su respuesta, porque sinceramente no quería hablar de su amig- de su novi... de Ethan.
Ella entrecerró los ojos, cruzó los brazos con más fuerza, y dijo con una claridad que lo desarmó:
"Pequeñas tenés las pelotas y la dignidad, cobarde."
Luke parpadeó enormemente confundido y ofendido. "¿Perdón?"
"Perdón nada. ¿Te creés muy valiente por pelear monstruos, pero le tenés miedo a querer bien? Porque eso, Luke, eso es de gallinas, si, escuchaste bien, gallinas".
"Mirá, no sé quién eres, pero no puedes venir a decirme..."
"Lily, Hija de Afrodita. Y hermana menor de Draco" presumió con una sonrisa radiante, como si acabara de declararse reina del Olimpo. "Y antes de que preguntes: sí, lo sé todo. Draco me cuenta cosas, y yo escucho cosas igual, también soy su hermana favorita" Termino aun más radiante.
Luke se quedó en silencio un segundo más. Luego bajó la espada, exhalando como si se hubiera rendido en una batalla que ni sabía que estaba peleando. "¿Qué te dijo?" preguntó, más cansado que molesto, aunque sentía curiosidad.
"Que te quiere. Aunque no te lo diga así. Que sos un tonto, pero un tonto lindo."
Y que si le rompés el corazón, Clarisse te lanza al lago con piedras atadas a los pies. Eso último lo dijo Annabeth en realidad, aunque no sé si esa parte era en serio, pero... por las dudas, no lo pruebes".
Luke se rió, contra su voluntad.
Ella lo miró como si hubiera ganado un punto. "¿Y Ethan?"
"Ethan te quiere tener solo para él. Draco te quiere feliz, aunque eso signifique no tenerte. Eso es amor. Lo otro es... posesión. Como los perros con los huesos, aunque yo también protegería así a mi comida, en especial de Drew".
"Wow…" murmuró Luke, sorprendido de estar recibiendo terapia emocional de una niña de 10 años. "Eres muy sabia para tu edad".
"Obvio. Soy hermana de Draco. Y leo fanfics de romance escondida en la cabaña. Pero shhh, no cuentes eso".
Luke sonrió. Por primera vez en días, de verdad. "¿Y qué debería hacer?"
Lily lo miró de arriba abajo. "Dejá de ser un cobarde. Hablá con Draco. Terminé con Ethan si ya no lo amás. Y, por favor… bañate. Tenés olor a confusión y sudor. Afrodita lo desaprobaría, Draco lo desaprobaría y cualquiera con una nariz funcional".
Luke soltó una carcajada genuina.
"Gracias, Lily".
Ella asintió como una ejecutiva poderosa, se dio media vuelta y se fue saltando como si no acabara de darle vuelta el corazón a un chico con más cicatrices que planes de futuro. Luke la miró alejarse, con el estómago revuelto y el pecho caliente.
Tal vez era hora.
Tal vez… tenía que dejar de esconderse.
Y si una niña de 10 años podía verlo tan claro, ¿qué excusa le quedaba?
~~~❤︎~~~
Que es un maldito cobarde, esa es su última y única excusa.
El último día de las vacaciones siempre tenía una sensación rara en el aire. Como un eco a punto de apagarse.
Draco se iba hoy. Luke lo sabía.
Había intentado hablar con Ethan la noche anterior. Y la anterior a esa. Y la anterior de la anterior a esa... pero siempre era lo mismo.
"¿Para qué querés hablar de eso?"
"No es el momento, Luke."
"Siempre estás con lo mismo, ya fue."
Luke había tragado el enojo, una y otra vez.
Pero ahora... ahora no podía más.
Estaban en el bosque, lejos de la cabaña de Hermes, lejos de todos. Ethan lo había arrastrado hasta ahí en cuanto lo vio recogiendo una mochila. "¿Así que te vas a despedir de él?"
Lo miró serio. "Es lo mínimo. Es su último día. Es... Draco".
"Sí, claro. Draco" escupió el nombre como si le amargara la boca. "El chico perfecto. El que te hace sonreír como un idiota. ¿Sabés cuántas veces me ignoraste por él?"
"No te ignoré, es más, casi no hable con Draco porque me apartaban siempre. Además yo intenté hablar contigo, todo este maldito verano. Fuiste tú el que no quiso escucharme".
"¡Porque ya sabía lo que ibas a decir! ¡Que estás enamorado de él!"
Luke apretó los dientes.
"No. Iba a decir que no me siento bien con esto, que lo nuestro ya no se siente como antes, que en realidad nunca hubo un antes y te pido perdón por esto".
"No cambies el tema" siseó Ethan ignorandolo. "Estás por ir a verlo. A él".
"Sí, lo estoy" dijo Luke, y sintió cómo le temblaba el pecho, pero no retrocedió. "Porque me importa. Porque no voy a dejar que se vaya sin decirle adiós. No después de todo lo que pasamos".
Ethan frunció el ceño. Sus ojos brillaban de rabia, pero había algo más debajo.
"Si vas… lo nuestro se acabó".
Silencio.
Como si incluso los árboles se hubieran detenido.
Luke lo miró. Por un momento, dudó.
Pero luego pensó en los ojos de Draco al otro lado del fuego. En cómo su voz temblaba cuando cantaba y aún así no dejaba de hacerlo. En cómo lo miraba, siempre como si supiera que él era algo más que una leyenda rota.
"Entonces… supongo que se acabó".
Ethan retrocedió un paso, como si lo hubiera golpeado.
"No lo hagas, Luke".
"Ya lo hice".
Y sin mirar atrás, sin dejar que la culpa lo jalara de nuevo, Luke dio media vuelta y corrió. Corrió hacia el comedor donde sabía que Draco estaba por marcharse, corrió como si el tiempo pudiera alcanzarlo, como si aún quedara una oportunidad, aunque fuera pequeña.
.
El bosque parecía moverse más rápido esa mañana. O quizá era él, corriendo como si su vida dependiera de llegar a tiempo. Había dejado a Ethan en el claro con una mezcla de rabia y derrota pegada a los labios, con el corazón palpitándole de algo que no era miedo pero se le parecía mucho. ¿Había terminado? Sí. ¿Lo había dicho en voz alta? No exactamente. Pero estaba implícito. En su decisión. En su voz firme. En sus pasos alejándose sin mirar atrás. Había elegido. Tarde, como siempre. Pero había elegido.
Y ahora corría.
Porque Draco se iba.
Y no sabía si iba a tener otra oportunidad.
Cuando por fin lo vio —a lo lejos, entre semidioses, carrozas y despedidas— el tiempo pareció hacer algo extraño. Se estiró, se contrajo, se burló de él. Draco estaba ahí, abrazando a una niña pelirroja que Luke reconoció vagamente como Lily, la niña con la que hablo, Clarisse le daba un golpe amistoso en el hombro, de esos que dolían pero que significaban cariño en su idioma, Annabeth estaba cerca, con los ojos vidriosos. Y Draco… Draco sonreía. O intentaba. Esa sonrisa de él, perfecta y rota a la vez, como si supiera que lo estaban viendo y no pudiera evitar fingir que todo estaba bien. Como siempre. Como cada vez.
Por un segundo, Luke se detuvo.
¿Qué podía decirle?
"Perdón por no elegirte antes"
"Terminé con Ethan".
"Te soñé todas las noches y nunca supe cómo decirlo."
"Me haces querer ser alguien mejor.".
Ridículo.
Así que solo caminó. Dejó que su cuerpo hablara por él. Se acercó cuando Draco ya se estaba subiendo a la carroza, cuando parecía que el momento se le escapaba entre los dedos como arena.
"¿Pensaste que te dejaría ir sin más?"
La voz le salió más suave de lo que esperaba. Más vulnerable. Más real. Draco se giró. Y Luke sintió que el mundo se detenía. Otra vez.
Tenía el cabello más revuelto de lo normal, la chaqueta mal abrochada, los ojos grandes como si no supiera si estaba feliz o a punto de llorar. Su Draco. Ese que cantaba desafinado pero con el corazón en llamas. Ese que se enfrentaba a Clarisse sin parpadear y aún así se derretía por una niña con lágrimas en los ojos. Ese que había llegado al campamento como una tormenta inesperada y se iba dejándolo todo patas arriba.
Luke no dijo nada más. No podía. Solo se acercó. Hasta que sus frentes se tocaron. Fue un gesto egoísta. Lo sabía. Pero no pudo evitarlo.
"Voy a extrañarte" susurró.
Y lo decía en todos los sentidos. Iba a extrañar su risa a mitad de la noche. Sus peleas con Annabeth por los libros de estrategia. Su voz burlona que lo sacaba de quicio. Esa forma en la que lo miraba cuando pensaba que él no lo notaba. Iba a extrañar sentir que alguien lo veía de verdad.
Y Draco no se apartó. No respondió con palabras. Solo se quedó ahí, tan quieto, tan cerca, tan dolorosamente cerca que Luke casi deseó que el tiempo se rompiera para siempre.
Pero luego sonrió.
Esa maldita sonrisa de 'estoy bien' que conocía demasiado bien.
"No te pongas sentimental, Luke".
Y él tuvo que reír, aunque le doliera. "Cállate, pretty boy" ¿hace cuanto que no lo llamaba así?
Y se apartó. Porque no podía quedarse más. Porque si lo abrazaba, si le decía la verdad, si se atrevía a decir lo que de verdad quería decir, no iba a dejarlo ir.
Y Draco tenía que irse.
Tenía su vida. Su mundo.
Y Luke… Luke tenía que arreglar el suyo.
Así que se quedó ahí, quieto, viendo cómo Annabeth lo jalaba a la carroza. Viendo cómo se alejaba. Viendo cómo, con cada metro que pasaba, se le escapaba algo que aún no tenía nombre.
No lloró.
No dijo nada.
Solo se quedó con el silencio.
Pero cuando el polvo se asentó y la carroza desapareció, Luke se pasó una mano por el rostro y murmuró, muy bajo, solo para sí:
"Esta vez no voy a dejarte ir del todo".
Porque sabía que esto no era el final.
No podía serlo.
No cuando aún quedaba tanto por decir.