
I Bet You Look Good on the Dancefloor
Las luces de neón parpadeaban sobre la entrada de Waterland, un parque acuático que, en su mejor momento, probablemente había sido un lugar vibrante y lleno de niños corriendo con helados derretidos en la mano. Ahora, sin embargo, tenía el encanto de un manicomio abandonado. La gran reja de entrada estaba cerrada con candado, pero el letrero de "Cerrado por mantenimiento" estaba tan desgastado que apenas se podía leer.
"¿Esto es en serio?" Bufo cruzándome de brazos. "No sé qué es peor; que Ares nos haya mandado aquí o que alguien, en algún momento, haya pensado que esta era una buena atracción turística".
Percy chasqueó la lengua. "No nos mandó de vacaciones, Draco. Solo hay que entrar, conseguir su escudo y salir".
"Claro, porque seguro es tan fácil como suena".
Ann ya estaba revisando el candado con ojos analíticos, probablemente considerando cómo forzar la entrada. Él por otro lado no podía estar tan quieto, asi que dio un paso atrás y examinó el lugar. Era enorme. Desde la reja podía ver un río artificial con botes flotantes llenos de moho, un tobogán altísimo cubierto de telarañas y una piscina con olas que más bien parecía un pantano. Todo tenía un aire de abandono, como si incluso las ratas hubieran decidido mudarse a un vecindario mejor.
Grover olisqueó el aire con la nariz fruncida. "Huele… raro".
"Defina raro, querido" hablo inclinándome ligeramente hacia él.
"A algo que no debería estar aquí" pues nosotros somos los que no deberíamos de estar aquí pensó.
Fantástico. Otro día, otra posible muerte absurda.
Annabeth sacó su cuchillo y lo deslizó entre la cadena, con la mandíbula apretada. "Si Ares nos envió aquí, es porque no quiere ensuciarse las manos. Quiere que hagamos el trabajo por él".
"Vaya novedad" murmuro. "Un dios perezoso"
Percy giró los ojos auqnue no lo discutió, seguramente divertido si se guiaba por su expresión. En cambio, sacó Contracorriente y con un golpe limpio, cortó la cadena. La reja se abrió chirriando como si se quejara por la falta de mantenimiento, y los cuatro con cautela.
Y amte todo pronóstico, el interior era aún peor. Había flotadores desinflados esparcidos por el suelo como cadáveres olvidados y las estatuas decorativas de sirenas y delfines estaban tan agrietadas que parecían sacadas de una película de terror.
"Vamos a hacerlo rápido" dijo Percy. Ares dijo que su escudo está en la Montaña del Amor" que nombre tan original.
Annie le lanzó una mirada como si en verdad pudiera leer sus pensamientos. "No creo que sea lo que estás imaginando".
Lo descubrío cuando la vieron. Era una atracción en forma de volcán con una cascada artificial, supuestamente, los botes flotaban por un canal dentro de la montaña, donde se proyectaban escenas románticas en la cueva. Sin embargo con la electricidad apagada y las luces parpadeando, más que romántico parecía una excelente forma de morir.
"Ares y Afrodita se encontraban aquí" murmuró Ann, como si le costara decirl. "Para sus… citas".
Percy hizo una mueca de asco. "Demasiada información".
No por primera vez desde que salieron del campamento sintió que su estómago se revolvía. No por lo que había dicho su amiga, sino por la imagen mental de su madre con ese tipo. Afrodita era diosa del amor y todo lo demás, pero Ares… era Ares. El concepto de esos dos juntos era como imaginar a un león tratando de bailar ballet.
Sacudio la cabeza. "Solo tomemos el escudo y larguémonos".
Se acercaron al bote más cercano. Era de color rosado con forma de concha marina, y si no estuviera cubierto de polvo y telarañas, hasta podría haberlo considerado adorable.
Percy miró la piscina oscura por donde flotaban los botes.
"Nos va a llevar por el recorrido hasta la montaña, ¿no?"
"No hay otra forma de entrar" hablo con pesar Annabeth suspirando de forma exagerada, tal y como le habai enseñado. Eso sí que le saco una sonrisa.
Suspiro él ambién. "Esto grita trampa por donde lo veas".
"Lo sé" respondió el hijo de Poseidón.
Ambos se miraron.
"Nos subimos de todas formas, ¿verdad?"
"Sí".
Y así, como los cuatro idiotas que eran, abordaron el bote del amor condenados a lo que probablemente sería otra experiencia traumática.
El bote se deslizó sobre el agua estancada, avanzando por el canal con un vaivén lento que tal vez en otras circunstancias, podría haber sido relajante. Pero entre la falta de luces, el eco de sus respiraciones y el hecho de que un dios de la guerra los había enviado aquí con casi nada de información, el ambiente estaba lejos de ser algo romántico. Percy y Annabeth se mantenían en guardia, aunque a decir verdad, no había mucho espacio para maniobras dentro del bote. Grover iba tenso, moviendo las orejas como si estuviera tratando de captar cualquier sonido extraño.
"¿Por qué siento que en cualquier momento algo nos va a caer encima?" murmuró inspeccionando las paredes de la cueva por la que entrábamos.
"Porque nos va a caer algo encima" respondió Annie sin apartar la vista del techo.
No tardó en tener razón.
El bote se sacudió bruscamente cuando pasaron bajo un arco decorado con corazones y la voz mecánica de una grabación se activó con un chasquido de electricidad.
"Bienvenidos a la experiencia más romántica de sus vidas"
Si esta era la experiencia más romántica de su vida estaba dispuesto a ir al mismísimo Olimpo para hacer una buena reclamación, que podría o no incluir unos cuantos muchos golpes e insultos.
"Aquí en la Montaña del Amor, las parejas pueden disfrutar de un recorrido mágico mientras su amor florece como una rosa en primavera"
"Alguien desactive esto" gruñó Percy.
"Disfruten del viaje... para siempre"
Hubo un sonido metálico, y antes de que pudiéran reaccionar, unas cadenas cayeron desde arriba y se enredaron alrededor de sus brazos y piernas.
"¡Pero qué demonios!" Soltó luchando por liberarse.
Percy forcejeó y Annabeth intentó alcanzar su cuchillo, sin embargo las cadenas eran resistentes. Sintió el agua bajo el bote moverse de forma antinatural, como si algo estuviera despertando en las profundidades.
"Es una trampa" grito Grover, con los ojos abiertos de par en par.
"¡Gracias, Grover!" espeto. "¡Nunca lo habría imaginado!" Puede que no estuviera bien responderle así, pero en esas circunstancias no sabía que más podía hacer.
El bote se tambaleó, girando hacia una pared de roca que empezó a abrirse como unas fauces. No tenían ni idea de qué había más adelante, y considerando su suerte, seguro era algo peor.
Pensó rápido. Las cadenas eran demasiado gruesas para que las rompiéramos con fuerza bruta, y aunque Percy tenía su espada, no podía alcanzarla. Miro a su alrededor y vio los mecanismos en las paredes: engranajes y poleas que controlaban el recorrido del bote.
Y entonces, una idea cruzó por su mente.
"Si nos movemos al mismo tiempo, podemos desequilibrar el bote" grito. "Y si logramos que el sistema se trabe…"
Annabeth captó su idea al instante. "¡Podría hacer que las cadenas se aflojen!".
Percy no parecía convencido, pero considerando la alternativa, no tenían muchas opciones.
"A la cuenta de tres" dijo. "¡Uno, dos… tres!"
Se inclinaron hacia la derecha con toda la fuerza disponible. El bote se sacudió violentamente y los engranajes rechinaron, lo repitieron una vez más, y esta vez el mecanismo hizo un sonido preocupante. La tercera fue la vencida. Con un CRACK, una de las poleas se atascó y las cadenas alrededor de sus brazos se aflojaron. Percy aprovechó el momento para sacar Contracorriente y cortar lo que quedaba.
"¡Ahora!" gritó Annie
Saltaron del bote justo cuando el canal se inclinó y el bote fue absorbido por la pared, desapareciendo en la oscuridad.
Se levanté sacudiéndome el polvo. "Voy a necesitar terapia después de esto".
"Todos la vamos a necesitar" concordo Percy.
El escudo de Ares estaba unos metros más adelante, apoyado contra una roca. Lo tomo con cuidado, esperando que explotara o algo similar, pero nada pasó. Todos esos mitos de que si no era 'digno' algo le pasaría eran falsos, buu.
"Sorpresivamente fácil" afirmo, Ann ld lanzó una mirada de advertencia.
"Nunca lo es".
Y como si sus palabras fueran una señal del universo, el agua del canal empezó a burbujear y una sombra oscura se elevó desde el fondo. Sus ojos brillaban con un rojo enfermizo y su piel negra parecía húmeda, como si estuviera hecha de petróleo.
Por supuesto que no podían simplemente irse como gente normal.
"Oh, genial, un autómata acuático" hablo con sarcasmo.
Annabeth me miró con sorpresa. "¿Cómo lo sabes?"
"Porque lo vi moverse como un mecanismo, no como un ser vivo" respondió sin pensar.
Percy desenvainó su espada y Grover retrocedió unos pasos. La criatura salió completamente del agua, revelando una estructura de metal debajo de su piel negra. Sus engranajes rechinaban y gotas oscuras goteaban de su boca.
"Eso no es agua" murmuró el sátiro.
No, definitivamente no lo era.
"¿Cómo lo vencemos?" preguntó el hijo de Poseidón preparándose para atacar.
"Si es un autómata, significa que lo construyó Hefesto" afirmo Annabeth. "Y si lo construyó Hefesto, tiene un punto débil".
"¡Fantástico!" exclamé, aun tenian oportunidad de sobrevivir. "¿Pero y dónde está?"
La chica frunció el ceño.
"Si tuviera que adivinar… los engranajes de su cuello o su pecho".
La criatura se lanzó hacia ellos con un movimiento sorprendentemente rápido. Percy rodó hacia un lado, cortando con Contracorriente, pero su espada solo rebotó contra la piel de metal. "¡No es justo!" gruñó este.
"Nada en la vida lo es, Jackson" Soltó esquivando por los pelos un zarpazo de la bestia.
El agua salpicó a su alrededor y cuando la criatura golpeó el suelo con su puño de metal. Las luces parpadearon y el sonido de engranajes fallando llenó la cueva. Un fallo mecánico.
"¡Necesitamos desestabilizarlo!" Grito. "¡Hacer que se sobrecargue!" Los chicos parecieron entender rápido.
"¡Grover, mantente atrás!" ordenó Ann.
La criatura se giró hacia él, y aunque su instinto le gritó que corriera, se quedé en su sitio. "¿Qué pasa? ¿Te molesta que sea más guapo que tú?" Le espetó, porque su hobbie favorito era hacer enfurecer creaciones de los Dioses.
La cosa rugió y cargó contra él, justo como lo había planeado. En el último segundo, salto a un lado y Percy usó el agua del canal para empujar la bestia contra una de las paredes. La criatura chocó contra un panel metálico y un chispazo iluminó la cueva.
"¡Ahí está!" dijo Annie señalando la parte del pecho donde los engranajes chisporroteaban.
"¡Voy!" gritó en respuesta corriendo hacia allí. Salto sobre un pedazo de escombro, se impulsé y clavo su espada directamente en el punto débil.
El autómata se congeló. Un sonido de engranajes fallando resonó en la cueva para que luego, con un último destello de luz roja en sus ojos, la criatura colapsara en el suelo con un estruendo.
Draco tomó un poco de aire. "Vale… esa fue mi dosis de adrenalina del día".
Percy le ofreció la mano para levantarse y se sacudió el polvo. "Ares va a tener que pagarnos por esto" murmuró a su lado el chico.
Annabeth tomó el escudo y lo examinó.
"Bueno, al menos está entero"
Dio un largo suspiro. "Espero que este maldito escudo valga la pena".
Cuando volvieron al punto de encuentro, Ares seguía ahí, recostado contra su motocicleta como si nada en el mundo le preocupara. Bueno, excepto su chaqueta de cuero, que probablemente amaba más que a sus propios hijos.
"Miren nada más" hablo con una sonrisa de depredador. "¿Les costó mucho trabajo, niños?"
Se saqué una astilla del brazo y le dedico su mejor sonrisa encantadora. "Oh, para nada. Fue una experiencia relajante. Casi como un spa, si los spas estuvieran llenos de trampas asesinas y robots que intentan comerte vivo".
"Suena como un buen martes" respondió este sin inmutarse.
Annabeth cruzó los brazos, con esa cara de "quiero tirarle algo a este idiota" que tanto adoraba. "¿Y ahora qué?"
"Ahora, les pago como se debe" dijo el dios, sacando una llave y arrojándosela a Percy, el chico la atrapó con una mueca.
"¿Qué es esto?"
"El pase directo a una buena noche de descanso, si es que creen en esas cosas" ¿solo eso? No, no, no querido. Después de casi morir quería algo más, mínimo.
Percy lo miró con desconfianza, Annabeth bufó, Grover hizo lo suyo: es decir, intentar fundirse con el aire. Él en cambio, se concentrl en lo realmente importante.
"¿Y mi recompensa?" preguntó seriamente.
Ares lo miró con diversión. "¿Quieres un premio, princesa?" Los Dioses tenían tanta imaginación como sus hijos para ponerle apodos.
"Bueno, después de todo lo que pasé, al menos un piropo decente" respondió con sorna.
Este soltó una carcajada y negó con la cabeza. "Tienes agallas, niño. Demasiadas, para ser hijo de Dita" repitió, parecía que no tenía nada nuevo para decirle.
"Mi madre se llama Afrodita" le corrigió.
"Como sea, se nota que le gustas. Y que te gusta verte en los reflejos de todas las superficies, pero supongo que eso viene con el paquete".
"Eh, si voy a ser secuestrado por dioses, monstruos y mecánicas asesinas, al menos quiero verme bien mientras pasa". Annabeth se atragantó riéndose y el Dios se limitó a sacudir la cabeza.
"Mocoso raro, aunque al menos sabes moverte en una pelea".
Y ahí fue cuando Draco lo notó.
Ares no hablaba con desprecio. No estaba burlándose de él como todos los demás cuando lo veían y asumían que no era más que una cara bonita. No, lo estaba analizando. Como si realmente considerara que valía la pena.
"Te pareces a tu madre" agregó de repente, sin sonreír esta vez.
Eso sí que lo tomó por sorpresa. "Gracias" estaba orgulloso de que lo comparen con su madre.
"No era un cumplido". Genial. Ahora Ares lo estaba insultando. Otro día normal en su vida. Sin embargo antes de que pudiera devolverle la cortesía con su mejor sarcasmo, el dios de la guerra hizo algo inesperado; lo miró con una seriedad que rara vez mostraba. "Escucha, mocoso. No sé qué está planeando tu mamá contigo, pero te diré algo. Ella es lista. Más de lo que creen. Y si tiene los ojos puestos en ti, es por algo".
Eso… eso sí que fue inesperado. Su madre Afrodita era muchas cosas: hermosa, apasionada, y dramática diran algunos. Pero lista no era un adjetivo que la gente solía usar para describirla.
No tuvo tiempo de preguntar más porque este ya se estaba subiendo a su motocicleta. "Nos vemos pronto, príncipito. No mueran todavía".
Y con eso, aceleró y desapareció en el horizonte en una nube de fuego y humo.
Annie le dio un codazo. "Asi que "Príncipito', ¿eh?"
"Cállate Ann".
"Oh, no, mi príncipe, esto no termina aquí".
Grover solo suspiró. "¿Podemos irnos antes de que vuelva con más encargos y misiones demoníacas?" Suplico.
"Buena idea, G-man" respondió y juntos comenzaron a caminar hacia el motel.
Y mientras lo hacíam, no pudo evitar preguntarse qué demonios había querido decir Ares con todo eso.
...
Después de un día de casi morir ahogados, electrocutados y devorados por monstruos marinos, el motel en el que terminaron parecía un paraíso… si ignorabas el letrero parpadeante que apenas y se sostenía por su solo y la alfombra con manchas de procedencia dudosa.
"No es el peor lugar en el que hemos dormido" murmuró Annabeth arrastrando su mochila por el pasillo alfombrado con un patrón de hojas marchitas.
"Eso no es tranquilizador" señaló.
Grover olfateó el aire y frunció el ceño. "Huele a moho… y a algo más raro".
Percy giró la llave en la cerradura y empujó la puerta de nuestra habitación, los cuatro asomaron la cabeza dentro. La habitación tenía dos camas dobles con cobertores color mostaza, una mesita de noche con una lámpara torcida y un viejo televisor apoyado en una cómoda de madera despostillada. Había un gran ventanal con cortinas de tela gruesa, demasiado polvorientas como para tocarlas sin riesgo de muerte por alergia.
"Yo duermo en el suelo" dijo Grover automáticamente. Esta bien, bien por él.
"No seas ridículo" bufó Ann a su lado. "Nos acomodamos como siempre".
Eso significaba que ella y él compartiríamos una cama, mientras que Percy y Grover tomarían la otra. No era la primera vez; desde niños, Annie y Draco habían dormido en sofás, colchones de muy buena calidad y hasta en autos (limosinas) cuando nuestros padres decidieron que "vacaciones familiares' significaba 'peregrinación caótica por carreteras, pero refinadas ya que tenemos dinero' ventajas de tener padres ricos.
Tiro su mochila a un lado y se dejo caer en la cama, sintiendo cómo sus huesos crujían de alivio. "Oigan, esto no está tan mal" murmuro hundiendo la cabeza en la almohada.
Percy que parecía más animado ahora que no estábamos en peligro inmediato, sonrió. "Así que tú y Annabeth duermen juntos siempre, ¿eh?"
"Toda la vida" respondió con los ojos cerrados. "Y antes de que preguntes tonterías, sí, soy gay. No, no es contagioso. Y no, no haré una lista de chicos guapos para que la analices" ya habia tenido tantas veces esa conversación que se la sabia de memoria. Desventaja de que tus mejores amigas sean chicas.
Hubo un silencio. Luego, este exhaló como si le hubieran quitado un gran peso de encima. "No iba a preguntar eso… aunque lo último suena interesante".
Annie se rió y le lanzó una almohada en la cara. "Tú y tu mente de pez, sesos de alga".
Grover, que ya estaba acomodándose con su manta de lana, miró a Percy con diversión. "Admítelo, estás emocionado".
"¡No lo estoy!" ¿no estaba emocionado de qué?
"Percy, estás sonriendo como idiota" comentó sin abrir los ojos apesar de ni saber a qué se referían. No iban a molestar al chico sin él.
"¡No es cierto!"
La discusión continuó mientras Annabeth sacaba un mapa y comenzaba a planear la ruta del día siguiente. Draco la escuchaba a medias, disfrutando del calor de la cama y de la seguridad momentánea de estar con sus amigos. Por un instante, se permitió olvidar que el mundo estaba en peligro, que un dios de la guerra los estuvo manipulando y que, en el fondo, tenía la sensación de que algo más estaba observándonos desde las sombras.
Porque este era uno de esos momentos donde se podía permitir disfrutar ese poco de paz que aún quedaba en sus vidas.
.
El ruido del tráfico afuera se fue apagando poco a poco. Percy y Grover ya estaban dormidos; el primero roncaba suavemente, y el otro se había hecho un ovillo, murmurando en sueños algo sobre comida.
Annabeth y él seguían despiertos.
Estaban acostados en la cama, mirando el techo descascarado. La luz tenue de la lámpara de la mesita de noche proyectaba sombras alargadas en la pared, y en ese instante, el mundo afuera del motel no existía. No había dioses, monstruos ni profecías. Solo elloss dos, como cuando eran niños y susurrában en la oscuridad sobre los secretos del mundo.
"No los hemos mencionado en toda la mision" murmuró ella de repente.
No tenía que preguntar a quién se refería.
"Lo sé" respondió con un nudo en la garganta.
"¿Crees que ellos estén bien?" Preguntó su amiga con la voz rota.
Se quedé en silencio un momento, escuchando el zumbido del viejo televisor apagado. "Ya conoces a padre, es un paranoico. Siempre tiene un plan. Y mamá… ella no se deja vencer fácilmente".
Annabeth asintió, pero su rostro estaba tenso. "No puedo evitar preocuparme. Y... y aunque no lo diga mucho son como mi familia también, Dray"
Sus palabras le hicieron apretar los labios. A veces olvidaba que Annabeth había pasado tanto tiempo junto a ellos luego de que escapara de la casa de su padre que sus padres eran como los suyos también. Que cuando lloraba de niña, mamá la acunaba igual que a el. Que Lucius le enseñó a jugar ajedrez antes que a él porque ella se obsesionaba siempre con ganarle.
Ann no solía mostrar miedo. No lo permitía. Sin embargo ahora, en la penumbra de una habitación de motel barata, la veía con el ceño fruncido, la mandíbula apretada, y supo que estaba tan asustada como él mismo.
"Van a estar bien" le dijo esta vez con más convicción. "No dejarían que nada les pase".
Ella suspiró y se frotó los ojos con el dorso de la mano. "Odio esto. Odiar no saber. Odiar sentirme como una niña de cinco años otra vez". Se giro hacia ella y le dio un suave codazo en el brazo.
"Siempre fuimos niños prodigio, Annie, técnicamente, nunca tuvimos cinco años"
Eso la hizo soltar una risa baja.
"Idiota"
Sonrió satisfecho.
"Pero soy tu idiota favorito"
Rodó los ojos, aunque cuando la vi acomodarse bajo las sábanas, supo que su plan había funcionado. Había algo reconfortante en saber que seguían teniendo esto: noches de conversaciones en voz baja, en las que podían ser solo Annabeth y Draco, sin títulos, sin profecías, sin misiones. Solo ellos dos.
Ella cerró los ojos. "Buenas noches, Dray".
"Buenas noches, Ann".
Y mientras se dejaba llevar por el sueño, por un momento, se sintió a salvo otra vez. Como cuando eran niños.
.
El mundo se desvaneció sin previo aviso.
No fue un cambio brusco, sino más bien un desliz silencioso, como si la realidad hubiera decidido que ya no era el momento de estar despierto. Un momento estaba en el motel, escuchando la respiración tranquila de Annabeth a su lado, y al siguiente flotaba en un espacio que no tenía arriba ni abajo, lleno de niebla y sombras.
Y entonces, la vio.
Hécate.
No había duda de quién era. Su presencia tenía un peso que se sentía en los huesos, una energía que zumbaba en el aire como la electricidad antes de una tormenta. Su cabello oscuro flotaba en el viento inexistente, y en cada mano sostenía una antorcha con llamas de un morado espectral. Su vestido negro parecía tejido con la misma oscuridad que la rodeaba, y sus ojos… sus ojos eran como el reflejo de todas las noches sin luna que alguna vez habían existido.
Trago saliva. "No recuerdo haber pedido una reunión" intentó bromear.
Hécate sonrió, y no fue exactamente reconfortante. "Oh, Draco, siempre con ese ingenio encantador. Sin embargo, esta reunión no era opcional".
Se cruzo de brazos, tratando de ignorar la sensación de que el suelo bajo sus pies no era real.
"¿Por qué? No soy tu hijo".
La diosa inclinó la cabeza con un gesto casi condescendiente. "¿Y eso qué importa?" Sus ojos lo recorrieron con un brillo astuto. "He estado contigo desde que abriste los ojos a la magia por primera vez. Desde que empezaste a comprender que la magia no es solo varitas y palabras elegantes".
Fruncio el ceño, ¿a que venía todo eso? "Eso no responde nada".
Hécate chasqueó los dedos y la niebla se arremolinó a su alrededor. Imágenes aparecieron flotando en el aire, como recuerdos arrancados de su propia mente. Vil a su yo de más chico en la biblioteca de la mansión Malfoy, con libros antiguos abiertos frente a él. Vio sus manos moviéndose en el aire, dibujando runas con dedos temblorosos. Vio la primera vez que logró hacer levitar un objeto sin varita, la emoción burbujeando en su pecho.
Y luego, la niebla cambió.
Vio a su yo actual, con el latigo en mano, esquivando ataques en el campamento mestizo. Vio a Clarisse mirándolo con emoción, a Annabeth con orgullo, a Silena apoyandolo en la lucha con algunas de sus hermanas, y vio a Luke...
Vio cómo había dejado atrás la magia.
"Tú no eres tan solo un semidiós, Draco Malfoy" su voz resonó como un hechizo en la oscuridad. "Eres un mago. Y lo estás olvidando".
Su garganta se secó. "Yo…"
"Te has sumergido tanto en este mundo" continuó ella. "Has aceptado ser un guerrero, un hijo de Afrodita con una espada en la mano, un cantante muggle. Pero la magia es tuya por derecho, y no puedes ignorarla".
La imagen de Hogwarts apareció frente suyo, era la primera vez que lo veia pero con tan solo eso podia reconocerlo. Torres imponentes, pasillos interminables, un cielo encantado reflejando las estrellas.
"Vas a ir allí" afirmo la diosa, con la certeza de quien ya ha visto el futuro. "Y cuando lo hagas, yo me aseguraré de que recuerdes lo que eres".
Exhalo espacio. "¿Y si digo que no?" Obviamente no se iba a negar, peor le gustaba ver sus posibilidades y hacerle la contra a las personas de paso.
Hécate soltó una carcajada baja, llena de algo que no pudo identificar.
"Oh, pequeño Malfoy… no tienes opción".
El mundo comenzó a desmoronarse a su alrededor, como si la niebla se deshiciera en el aire. La diosa inclinó la cabeza, su mirada intensa perforándome hasta el alma.
"Nos veremos pronto, niño de la magia. No me hagas esperar demasiado"
Y entonces, despertó.
.
Si le hubieran dicho que el viaje de su vida incluiría pelear contra criaturas mitológicas, huir de dioses irritables y dormir en moteles de dudosa higiene, probablemente habría respondido: "¿Y qué más? ¿Una invasión alienígena?"
Pero aquí estába, después de días de correr como loco, de casi morir en un parque acuático y de lidiar con Ares (el tipo necesitaba urgente terapia de manejo de ira), entrando en un hotel de lujo en medio de Las Vegas.
Y cuando dice lujo, se refiere a lujo con mayúsculas y neones brillantes. Alfombras tan gruesas que sentías que flotabas, lámparas de cristal del tamaño de un elefante, y botones que nos recibieron con sonrisas tan perfectas que debían haber sido esculpidas por Hefesto en su tiempo libre.
"¡Bienvenidos al Casino Loto!" canturreó uno de los empleados, entregandoles unas tarjetas doradas. "Todo está pagado, disfruten a lo grande".
Annabeth arqueó una ceja, claramente en su modo esto es demasiado bueno para ser verdad, sin embargo Grover por otro lado ya estaba mirando un plato con hamburguesas gratis como si le hubieran anunciado la segunda llegada de Pan.
Él por supuesto, estaba en su hábitat natural.
Básicamente se había criado en hoteles de lujo y parecidos, y Ann lo sabía ya que lo habían pasado juntos. "Dioses, este sitio es fabuloso" susurro pasando la mano por un sofá de terciopelo. "Me siento como en casa".
Percy resoplo lanzándole una mirada entre divertida y exasperada.
"Por supuesto que sí".
Le dedico una sonrisa angelical y le dio un pequeño codazo. "Relájate, Jackson. ¿Cuándo fue la última vez que te diste un lujo?"
Él frunció el ceño, como si realmente lo pensara, y luego negó con la cabeza. "Nunca" mmm pobre -literalmente-.
"Exactamente. Déjate llevar un poco".Este no parecía muy convencido, pero Grover ya estaba a medio camino de la zona de buffets y Annie exploraba la arquitectura del lugar como si quisiera hacerle una auditoría a la decoración.
Draco por su parte tenía otras prioridades.
Necesitaba un buen trago (obviamente imposible, porque tenía 12 años y los dioses no eran tan benevolentes) y una distracción. Y entonces lo vio.
Un chico, alto, bronceado, con cabello oscuro y una sonrisa que gritaba "peligro" en mayúsculas, apoyado contra la barra mientras giraba despreocupadamente su tarjeta dorada entre los dedos.
Oh, esto se ponia interesante.
"Volveré en un segundo" anuncio alejándose antes de que Percy pudiera decir algo. Este no le dijo nada, aunque su lo sintió mirándolo.
Y así, sin saberlo, estaba dando el primer paso hacia mi perdición.
.
El casino Loto tenía algo extraño. Algo en el aire, en las luces, en la forma en que la música se colaba en su cabeza. Era fácil perder la noción del tiempo ahí… y de todo lo demás. Él debería de haberlo sabido.
Y sin embargo, cuando el chico también se le acercó con esa sonrisa en su cara, lo último que penso fue en la cautela.
"Eres nuevo por aquí" no fue una pregunta. Se giró lentamente y se encontró con su mirada oscura y calculadora. Alto, con el cabello despeinado de forma perfectamente caótica y una actitud que gritaba problemas con más que solo unas piernas largas.
"¿Tienes una fijación con los novatos o soy una excepción?" respondió él con una media sonrisa.
El chico inclinó la cabeza divertido. "Digamos que me gustan las sorpresas. Soy Mark, un gusto" beso su mano. "Y tú, Draco, pareces ser una bastante interesante".
Oh, así que ya sabía su nombre.
"Vaya, qué eficiente" dijo sin poder evitar el tono burlón. "¿Tienes a alguien pasándote información o te especializas en hechizar a la gente?"
Mark se acercó más, lo suficiente como para que su perfume caro se mezclara con el aroma de cigarrillos y whisky del ambiente. Se notaba que tenía dinero, eso le sumaba muchos puntos.
"Digamos que tengo mis talentos…" su dedo rozó su muñeca, un toque ligero y eléctrico a la vez. "Pero tal vez tú también los tengas".
No sabe si fue su tono de voz o la forma en que sus ojos parecían medir cada uno de sus movimientos, sin embargo sintió una adrenalina diferente recorriéndo todo su cuerpo. "Bueno, Mark" hablo con un aire de desafío. "Si realmente crees que soy interesante… tendrás que demostrar que puedes seguirme el ritmo" le guiño un ojo.
Y así, terminaron en la pista de baile.
La música era rápida, con un ritmo envolvente, y Mark bailaba como si hubiera nacido para ello. Sus movimientos eran seguros, fluidos, perfectamente sincronizados con los suyos propios.
El aire vibraba con tensión.
Cada vez que el chico le daba un giro, su mano quedaba un segundo más de lo necesario en su cintura. Cuando los cuerpos de ambos chocaban en un movimiento rápido, su sonrisa se volvía más traviesa.
"Dime, Draco…" susurró cerca de su oído. "¿Siempre eres así de fácil de tentar?"
Su propia sonrisa se amplió. No lo era, solo que había tenido varios días malos y quería algo más. "No. Solo cuando quiero jugar".
Sin embargo justo cuando Mark lo guiaba a otro giro, una mano firme le agarró del brazo y jaló fuera de la pista. ¿Pero qué mamada?
"¿Qué carajos crees que estás haciendo?" Preguntó Percy. ¡Por Hécate! ¿No podía despegarse de Draco solo por unos minutos? Se estaba divirtiendo.
Draco se giro con el ceño fruncido, aunque el chico ya le estaba lanzando dagas con la mirada a Mark. "Oh, tranquilo, héroe" hablo este con una sonrisa burlona. "No lo iba a secuestrar… a menos que él quisiera".
"Vete al demonio" gruñó Percy, apretando la mandíbula. Mark levantó las manos en un gesto de rendición y le lanzó una última mirada que definitivamente era una promesa de "esto no ha terminado" antes de desaparecer entre la multitud. Percy lo soltó bruscamente y se giro hacia él con los brazos cruzados "¿Quieres decirme qué diablos te pasa?" ¿Estaba escuchando lo que creía que estaba escuchando?
"¿Qué me pasa a mí?" soltó una risa incrédula indginado. "¿Qué demonios te pasa a tí?" De repente, sintió un leve dolor de cabeza. "¿Sabes cuánto tiempo llevamos en este lugar?" Preguntó más calmado ahora.
"No, aunque asumo que tú tampoco".
Percy lo miró con una mezcla de frustración y algo más que no pudo descifrar y tampoco quería en realidad.
"Esto no es normal. Este lugar… nos está haciendo olvidar".
Antes de que siquiera pudiera formar alguna oración para responderle, una ráfaga de luces parpadeó alrededor y la música cambió de golpe.
Se dio cuenta demasiado tarde.
Porque, de alguna manera, ya no estaba con Percy.
.
Este era su maldito mundo.
La guitarra se sentía como una extensión de su cuerpo, el peso perfecto sobre sus hombros, los dedos deslizándose con precisión sobre las cuerdas. El sonido resonaba, poderoso, vibrante.
El primer acorde se expandió en el aire como una explosión eléctrica.
Y entonces, la multitud gritó.
Draco no había pensado en cómo había llegado allí, no había cuestionado por qué tenía una guitarra en sus manos o cómo sabía que la canción que iba a tocar sería perfecta.
Solo importaba la música.
"Well I could see, you home with me... but you were with another man, yeah!"
La voz salió de él sin esfuerzo, como si siempre hubiera estado esperando el momento exacto para hacerlo. Porque lo había hecho, semanas en el campamento, días en la misión... no tuvo tiempo de pensar en eso que tanto amaba. La música.
Y el casino entero reaccionó.
Algunas personas dejaron caer sus tragos, otras se giraron lentamente hacia el escenario, con la boca entreabierta y los ojos fijos en él. Y luego, el ritmo golpeó fuerte y nadie pudo resistirse.
Una ola de energía recorrió la sala. Había visto a miles de artistas en el mundo muggle, había analizado cómo algunos parecían tener el poder de doblegar a la audiencia con solo una nota. Pero jamás imagino sentirlo en carne propia.
Era puro poder. Cada acorde de la guitarra era un latido en su pecho. Cada golpe de la batería, un impulso que hacía que la adrenalina le quemara las venas.
El público bailaba sin darse cuenta, atrapado en el hechizo de la música. Mujeres, hombres, hasta los encargados del casino dejaron lo que estaban haciendo para moverse al ritmo de la canción.
Y Draco lo sabía.
Sabía que estaban atrapados en él.
No en el hechizo del casino. No en la lujuria de los juegos.
En su voz.
"I know we ain't got much to say, before I let you get away..."
Dio un giro sobre el escenario, con la guitarra deslizándose perfectamente en su cadera. Sus dedos cambiaron de acorde con naturalidad, y la gente gritó como si acabara de hacer magia frente a sus ojos. Oh, si ellos supieran. La siguiente estrofa salió de sus labios con un tono más bajo, más sugerente.
"Are you gonna be my girl?"
El público rugió.
Había pasado tanto tiempo, tanto tiempo escondiéndose en el mundo muggle, tanto tiempo equilibrando todo en su vida, tanto tiempo aprendiendo a ser un semidiós o un mago, que había olvidado lo que era estar en casa.
Y ahí, con el calor de las luces sobre su piel, con la música en sus huesos, con los aplausos retumbando en sus oídos…
Se sintió vivo.
Se sintió inmortal.
Que podría quedarse allí para siempre y seria feliz.
No había preocupaciones, no había monstruos, no había misiones, no había expectativas. Solo él y la música, solo la euforia del escenario.
Sonrió para si mismo. Dió otro giro con la guitarra en alto y la risa se mezcló con la energía del público.
Ya que por primera vez en mucho tiempo, Draco Malfoy no era un semidiós, ni un mago, ni el hijo de Afrodita. Era simplemente Draco, el apasionado por la música.
Y por los dioses, no quería que terminara nunca.
"¡DRACO!"
La voz le llegó como un eco lejano, pero no le importó, siguío cantando. La multitud estaba en sy poder, sus cuerpos moviéndose como si la música fuera parte de su ADN. Él era el centro de todo, el escenario, la guitarra, el sudor sobre la piel, el ritmo en su pecho.
"¡DRACO, BAJATE DE AHÍ!"
Algo lo jaló bruscamente del brazo. Su boca se despegó del micrófono, la guitarra resbaló de sus manos, y de repente la magia se rompió. Un fuerte murmullo recorrió la multitud. Algunos parecían confundidos, otros frustrados. Sus ojos todavía estaban nublados, como si despertaran de un sueño.
Percy lo tenía agarrado del brazo con tanta fuerza que penso que le dejaría un moretón. "¿Qué demonios crees que estás haciendo?" exigió jadeando otra vez.
"Oh, no lo sé…" respondío con una sonrisa irónica. "Tal vez, dar el mejor show de mi vida, ¡es genial!"
Este rodó los ojos y tiró de él. "Nos vamos. Ahora" ¿Qué? ¡no! No quería, así que se resistió. ¿Salir? ¿En serio? Este lugar era mi paraíso.
"Percy, ni lo sueñes".
"¡Draco, este casino nos tiene atrapados!"
Se encogió de hombros, como la mayoría de cosas en su vida, eso no le importaba.
"¿Y eso qué? Si el precio de mi alma es un escenario así, dala por vendida".
"¡Por los dioses, Draco!" El hijo de Poseidón lo empezo a sacudir de dorma violenta. "¡Nos han tenido aquí por días y ni siquiera lo notamos!"
Su sonrisa se congeló.
"… ¿Qué?"
"Draco, no han sido unas horas. Han sido días"
Su estómago se hundió y miro a su alrededor. La gente, sus rostros… algunos tenían el maquillaje corrido, otros parecían exhaustos, como si hubieran estado bailando durante semanas sin parar, cada uno con diferentes tipos de ropa, de diferentes décadas... años.
El hechizo. No era solo la música, el casino en sí los tenía atrapados.
Entonces se volvio hacia Percy, quien lo miraba con urgencia.
"Annabeth y Grover están afuera" Su agarre en su brazo se tensó. "Nos vamos ahora".
No quiero irme
Era perfecto aquí.
Sin embargo, algo en la expresión del chico lo hizo tragar saliva. "Te necesitan... Jackson, el niño cabra, Annie, Lav..." algo le susurró en su mente.
Suspiro dramáticamente.
"Ugh, está bien" termino cediendo. "Pero me debes una Percy, y una muy grande".
Adiós, mi paraíso.
Este puso los ojos en blanco y tiró de él, se abrieron paso entre la multitud, que seguía aturdida, como si el hechizo se estaba rompiendo. Algunos parpadeaban con confusión, otros intentaban recordar por qué estaban ahí.
Su piel se erizó. Ya que tal vez si los atrapaban antes de salir, no los dejarían ir.
"¡Corre!" gritó Percy, Draco no dudo ni un segundo en hacerle caso.
Salieron disparados hacia la salida del casino, con los gritos de la multitud siguiéndolos. Y en el último segundo, las puertas se cerraron detrás de ellos con un estruendoso golpe.
Estában afuera... y ahi fue cuando lo comprendió.
El casino era un paraíso perfecto… aunque si se quedaba, nunca volvería a salir.
¿Pero estabas seguro de querer irte?
.
El aire fresco de la noche lo golpeó el rostro como un balde de agua fría. Se detuvo respirando entrecortadamente, con el corazón martillando en su pecho, por poco y no la cuentan.
"¡Draco!" Annie lo agarró de los hombros con tanta fuerza que casi se tambaleo. "¡Por los dioses, Dray! ¿Qué demonios estabas haciendo ahí dentro?" ¿Acaso las personas no sabían que más decir? Se lo perdonaba solo porque es su amiga, y porque su voz tenía un tono entre enojo y preocupación.
Grover que estaba al lado, olía a puro pánico. "Pensamos que te habíamos perdido" dijo con sus orejas de cabra temblando.
Apretó los labios, deberás decirles que... no, no era necesario hacerlo, no era necesario decirles que le encantó estar ahí, que la energía de la multitud, el sonido de la guitarra, la sensación de control absoluto… había sido mejor que cualquier cosa que había experimentado en su vida. Que si Percy no lo sacaba, tal vez nunca habría querido salir.
"Draco no me digas que..." murmuró Grover.
"Estaba en mi elemento" dijo en respuesta encogiéndose de hombros. "¿Es un crimen? Al final si decidí venir" y tenía la opción de no haberlo hecho.
Annabeth lo fulminó con la mirada, oh no. "¡Draco, casi te quedas atrapado en un hechizo eterno!"
"Y yo pensaba que exageraban con eso de 'las trampas de los dioses' " se burló intentando aligerar el ambiente.
Percy no se reía, lo miraba con una mezcla extraña de… algo.
Ira. Confusión. Algo más que no entendí del todo.
"Si no hubieras salido cuando lo hice, ¿te habrías quedado?" preguntó, en voz baja.
Abrío la boca para responder.
Pero no tenía una respuesta.
La idea de nunca salir del casino… debería de horrorizarlo. Sin embargo una parte de él, la más silenciosa, no lo hubiera lamentaba.
Así que simplemente desvio la mirada y se encogio de hombros. "¿Quién sabe, Jackson? Tal vez habría sido el próximo Elvis" trató de bromear. Este apretó la mandíbula y le lanzó una mirada fulminante antes de darse la vuelta.
"Genial genio, ahora estana molesto. Tonto" le dijo una parte de su conciencia. En cambio la otra...
"¿Qué le pasa al loco ese? Si, po pensé, ¿y qué? No lo hice, listo, ya fue, superalo. Además a él que le importa lo que..." era mejor no seguir escuchando esa parte de si mismo.
Ann suspiró, pasando una mano por su cabello rizado. "Tenemos que irnos. Perdimos demasiado tiempo aquí".
Grover asintió frenéticamente. "Sí, sí, sí. Demasiado tiempo. Amo el casino, pero nunca más" me dio una suave mirada de reojo.
Percy ya estaba caminando hacia la calle, Draco miro por una última vez hacia la entrada del Casino Loto.
Una parte de él quería volver.
Pero la otra parte, la que todavía recordaba quién era, lo hizo dar media vuelta y seguir a sus amigos.
Porque aunque su paraíso había estado en ese escenario… sus amigos estaban aquí afuera.
Y no estaba listo para perderlos.
.
Draco se dejó caer sobre la cama con un suspiro largo, dejando que la adrenalina de la fuga del casino desapareciera poco a poco. Percy estaba en la otra cama, mirándolo con el ceño fruncido, Annie, sentada en el suelo revisaba su cuchillo con gesto pensativo y Grover ya roncaba con la boca abierta. Solto un bufido y bajo la mirada hacía su muñeca. Ahí estaba el brazalete que Will le había dado antes de salir del campamento, lo giré entre los dedos con una idea en mente.
"Tal vez esta cosa sea útil después de todo" murmuró alto.
Ann alzó una ceja. "¿Crees que con esto podamos contactar al campamento?"
"Solo hay una forma de saberlo".
Percy los miró, pero no dijo nada. Ann me ayudó a activarlo, tocando el colgante y murmurando en griego. Un resplandor azul se extendió por la habitación, y de pronto, sobre la mesita de noche, apareció alguien en una imagen inestable.
Luke.
"¿Draco? ¿Todo bien? ¿Estás bien?" Fue lo primero que pregunto.
Él sonrió sin querer. Su tono tenía una preocupación real, como si de verdad le importara lo que le pasaba. O como si supiera que, de ellos cuatro, Draco era el más propenso a meterme en problemas. Lo cual, en su defensa, era solo parcialmente cierto, porque ¡por favor! Ahí también estaba Perseus Jackson.
"Oh, Luke, ¿acaso te preocupas por mí? Qué halagador, y tranquilo, sigo teniendo mi linda carita intacta" respondío el saludo con una sonrisa pícara, sin darse cuenta del todo de cómo sonó hasta que vio a Annabeth abrir los ojos como platos y a Percy endurecer la mandíbula.
Hubo un breve silencio en el canal antes de que Luke soltara una risa suave. "Siempre me preocupo por ti, Drack. Nunca se sabe en qué lío podrías terminar" ay, que confianza en su persona.
Annie a su lado ahogó una risita, dándole un codazo. "Creo que alguien aquí tiene un... oh por los Dioses, ni siquiera te das cuenta" murmuró con cansancio en su oído.
Dracl le di una patada disimulada para que se callara, sin embargo Percy ya había aprovechado el momento para intervenir, suerte que él llego antes. "Sí, hablando de eso" dijo con un tono seco. "¿Sabes dónde terminamos? En un parque acuatico con Ares porque es un perezoso, con monstruos, explosiones y Percy haciendo estupideces… Lo normal".
"Luke, caímos en una trampa" interrumpió Annabeth. "Un casino en Las Vegas, nos atrapó con un encantamiento del tiempo. Perdimos días en el Casino Loto".
El silencio en la línea se prolongó.
"Eso no suena bien" dijo finalmente Luke, con un tono más serio.
"Oh, no, no lo fue" continuó Percy, con la voz goteando indignación. "Porque mientras Annabeth y yo tratábamos de descubrir cómo salir antes de envejecer un siglo, Draco estaba demasiado ocupado… bailando con un chico" ¡ay niño por favor! Suéltalo ya, han pasado.... ¿dos horas?
Luke tardó un segundo en responder. "¿Un chico?" Oh por supuesto, porque eso era lo más importante ahí.
"¿Otra vez con lo mismo?" exclamo alzando los brazos en exasperación que parecia más cansancio. "¡Sí, Luke, un chico! Existen, caminan entre nosotros, respiran el mismo aire. Te sorprendería saber que el mundo está lleno de ellos. De hecho, Percy es uno de ellos. Una revelación increíble, lo sé".
"No es eso" respondió este aunque su tono sonaba raro. Como si estuviera procesando la información más de lo necesario. "Es solo que… No esperaba que te distrajeras con algo así en medio de una misión" touche, eso era jugar sucio.
"¡Gracias! exclamó Percy, señalándolo como si acabara de probar su punto. "¡Exactamente!"
Ann rodó los ojos. "Oh, por favor, sesos de alga, Draco es libre de hacer lo que quiera. No estábamos exactamente en una carrera contrarreloj" y por eso la amaba tanto, siempre defendiondolo, esa mujer era su heroina.
"¡Nos estaban atrapando en una burbuja atemporal!" insistió él chico.
"A ver, a ver" interrumpio, sintiendo que esto se salía de control. "Técnicamente, ninguno de nosotros notó que el casino nos estaba atrapando. Si no hubieras encontrado a ese tipo de la Segunda Guerra Mundial, probablemente seguiríamos apostando a los caballos de carreras en este momento".
"Eso no cambia el hecho de que te estabas dejando seducir por un extraño en medio de una misión" gruñó este. Y no lo soltaba más.
"Bueno, alguien tenía que divertirse" respondió esta vez, con una sonrisa descarada. "No todos tenemos que fruncir el ceño todo el tiempo como tú, Jackson".
Percy parecía a punto de responder, pero Luke intervino antes de que la conversación escalara más. "Lo importante es que ya salieron" dijo, aunque su tono era más frío de lo normal. "¿Cómo planean seguir el viaje?"
Me encogí de hombros, recostándome con dramatismo en el suelo. "Sigamos con el plan que acabamos de inventar, Ann dijo que había por la mañana un camión que podíamos tomar para salvar el mundo luego, lo usual".
"Después de dormir" interrumpió Grover con la voz pastosa. "Porque juro por Pan que si siguen discutiendo sobre la vida amorosa de Draco, voy a caminar directo al mar y dejar que las náyades me adopten".
Solté una carcajada y Luke suspiró. "Bien. Solo… tengan cuidado. No confíen en nadie".
Algo en su tono me hizo fruncir el ceño. "Luke, ¿pasa algo?"
"No, nada" dijo rápidamente. "Solo… me alegra que estés bien".
No supe qué responder a eso. Annie me lanzó una mirada divertida, Percy frunció el ceño aún más (lo cual parecía imposible) y Grover ya estaba roncando de nuevo. Antes de que pudiera decir algo más, la conexión se fue.
"Bien" dijo sacudiendo las manos. "Ahora que terminamos con el drama telefónico, ¿qué tal si dormimos un poco antes de que nuestro transporte ilegal nos lleve al siguiente desastre?"
El sátiro murmuró algo que sonó como "sí, por favor", Ann asintió y el hijo de Poseidón aún seguía frunciendo el ceño, pero no discutió.
Se acomodaron como pudimos en la gasolinera. Cerró slos ojos, sin embargo algo en su pecho seguía sintiéndose… extraño. Como si la conversación no hubiera terminado del todo, como si algo estuviera mal todo el tiempo.
Y tenía la molesta sensación de que alguien más había escuchado todo.
Pero bueno. Era un problema para el Draco del futuro.
Ahora, solo quería dormir