Draco Malfoy no es solo una cara bonita

Harry Potter - J. K. Rowling Percy Jackson and the Olympians - Rick Riordan
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Draco Malfoy no es solo una cara bonita
Summary
¿Qué pasaría si Lucius sin darse cuenta se enamora de una Diosa? ¿Y si tienen un hijo?¿Qué pasaría si esa Diosa fuera Afrodita? Los Panteones no pueden cruzarse, porqué hay una profecía en su nombre.Una Profecía sobre el hijo de un Mago y una Diosa. Una Profecía que podría cambiarlo todo....O solo como Draco Malfoy es el hijo de Afrodita... y cambia muchas cosas con su intervención. ○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●○●Hola! Esta va a ser una historia diferente a la otra con temática similar que tengo en mi perfil, ¿por qué? Simple, no quiero hacer de Luke un villano ni antagonista.Así que alguien tiene que ocupar su lugar.Es una historia con inicio lento, como siempre, pero igual espero que les guste.M. S. C
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The Climb

Okey. No estaba nada bien.

Necesitaba una explicación y rápido. Y seguro la pediría después, le dolía demasiado la cabeza ahora mismo, así que se recostó mejor en la cama, en donde sea que este, no era como la de su habitación que tenía en su hogar, pero estaba pasable.

Se enderezó de golpe, no estaba en su casa o en ningún otro lugar que conociera. Los recuerdos comenzaron a despertar en él. "¿Qué carajos pasó?" Todo eso debía de ser un horrible, nefasto y furibundo sueño, ¿no? Era una pesadilla, en realidad. Se dio la vuelta de manera instantánea al escuchar como habrían la puerta de la aparente enfermería en la que estaba, de allí emergió una niño rubio y bronceado, algo menor que él. "Dime... dime por favor que no está pasando lo que creo esta pasando" fue lo primero -y lo único en si- que le dijo. No tenía tiempo para presentarse, no cuando no sabe que le sucedió a sus padres...

"Eeh... pues, ¿qué crees que está pasando? No, que pregunta más tonta, entonces... si, supongo que si" tartamudeo el niño un poco, parecía estar muy tímido y sonrojado frente a él. Genial, hasta en este extraño lugar seria así. "Tengo que informarte que soy tu medico, asi que te hare un pequeño examen para ver como estas ahora que despertaste. Soy Will Solace, un gusto..." dejó la pregunta al aire.

"Draco Malfoy, el placer es mío" asintió estrechando la mano del niño Solace, quien rápidamente empezó a hacer su examen. Él no le pudo prestar mucha atención, tenía tanto que pensar...

¿Por qué sus padres lo trajeron allí? ¿Qué era ese lugar? ¿Les habia pasado algo malo a ellos? La sola opción de pensar que pudieron salir heridos lo asustaba... eso no lo permitiría, iría al mismísimo Tártaro para recuperarlos si fuera necesario.

¿Cómo había llegado un Minotauro? ¿Quién era el chico al que perseguia y ese otro con... patas de cabra? ¿Dónde estaba Annabeth, ella estaba bien? ¿Por qué esa puerta mágica se abrió a ellos? Según lo que había visto, no parecía estar relacionado con la magia.

Y hablando de eso... ¿Qué fue eso último que pasó? ¿'Reclamado por Afrodita'? ¿Afrodita, como la Diosa griega? ¿Aquella que es llamada la reina del amor y la belleza? Sabía que era lindo, desde siempre, aunque ¿en serio? No le entraba a la cabeza... y también estaba esa especie de momia rara que se le acercó. ¿Qué significaba aquello que había recitado? No era algún tipo extraño de profecía, ¿verdad? No quería ser parte de una profecía...

Y volviendo al principio, ¿cómo carajos era un 'hijo de...'?

"Ey, ey, ¡Malfoy despierta!" Lo sacó que sus pensamientos su doctor chasqueaando los dedos, pareció aliviado al verlo reaccionar. "Sé que tendrás muchas preguntas, y a pesar de eso, será mejor que te quedes aquí, ya que..." Él estruendo de la puerta siendo abierta lo interrumpió.

"¡Dracooooo!" Lo llamo Annie gritando, corriendo a abrazarlo.

"¡Ay, ay, ay! Cuidado con el lisiado" intentó bromear, pero ella no se rió, amargada. Lo miró feo con la mirada y le dio un golpe en el brazo.

"¿Cómo se te ocurre no decirme que eras un mago? Se supone que somos mejores amigos" le reclamo. Cierto, había olvidado ese pequeño detalle, Annie había estado a su lado escuchando todo.

"¿Sorpresa, creo?" Fue lo único que se ocurrió decir, recibió otro golpe en el brazo. "¡Por favor, mujer! Deja de golpearme, o Solace tendrá que hacer más trabajo" apunto al chico que estaba arrinconado en un costado, solo levanto la mano nervioso al ver como Annabeth lo fulminaba con la mirada.

"Ese niño no me podrá hacer nada" afirmo. "Al menos no antes de que yo te lo haga a ti" y salto volviendo a abrazarlo. Se quedaron en silencio un rato. "Creo que ambos tenemos que explicar como son las cosas, ¿no?" Pregunto ella finalmente.

"Eso creo, Ann"

Así que se fueron de ahí (sin el permiso de Solace, obviamente) y su amiga lo guio por todo el 'campamento' según lo llamaba. Fueron en silencio, ya que los cuchicheos sobre él no pasaban muy desaparecido que digamos.

"¿Ese es el chico hijo de Afrodita? Es muy atractivo..."

"¿Por fin despertó? Wow, se ve mucho mejor de cerca"

"El niño rubio es el la profecía, el supuesto mago"

"¿Viste aquel de allá, al niño bonito? Se dice que mató a un Minotauro, aunque seguro ese fue el chico Jackson"

"Si, hijo de Afrodita y todo eso, ¿recuerdas?"

Eran insoportables.

Wow, no llevaba ni una hora despiertos y ya no le caían bien, eso sí que era un nuevo récord. Para su gran suerte y apresurando un poco el paso, finalmente llegaron a su destino, el lago.

Annabeth se sento justo en la orilla y comenzo a hablar. "¿Cómo es que nunca me dijiste que eres un mago?" Directa al grano, como siempre.

"Bueno... No es lo primero que le dices a alguien. 'Hola, soy Draco tu mejor amigo y mago' además, no lo sabía hasta que me encontré con Lavender, y mis padres me habían dicho que era un secreto que no se lo podía contar a los 'muggles'" la chica lo miró raro. "Así se les dice a las personas que no tienen magia".

Annie se relajo. "Tienes razón, es mucho para procesar" respondió con una sonrisa, que se tenso al instante. "Nacerá un hijo del amor y la magia..."

"¿Eso estaba en la profecía, verdad?" No pudo evitar preguntar, ¿por qué tenía una? No quería que eso dirigiera su destino. Annabeth asintió.

"No sé lo que significa, pero eres... único. Es como si los dioses estuvieran rompiendo sus propias reglas contigo, ¿irónico, cierto?"

"Genial. Porque ser hijo de Afrodita ya no era suficientemente complicado" exagero, acostándose en el pasto.

"Vamos, sabes que te gusta la atención" Río ella acostándose a su lado, jugando con su cabello, era un gesto que tenían desde niños y con el paso del tiempo, nunca lo dejó de hacer y él se lo dejó crecer.

"Un poco, por algo tuve la idea de crear una banda" Annabeth se quedo a su lado, más seria ahora. "Ya dilo, se que estas pensando en algo"

"Draco... si eres mitad mago y mitad semidiós, ¿quién eres realmente?" Finalmente preguntó.

Draco se tenso, no se esperaba esa pregunta, no estaba preparado para responderla.

Porque él tampoco lo sabía, no tenía esa respuesta.

Desde que le habían dicho que era un mago después de ocultarse gran parte de su vida, siempre tuvo esa duda. ¿Quién era realmente? No se sentía como un mago, no sabía cómo hacerlo, como ser uno de ellos; pero tampoco sabía cómo ser completamente normal, sin magia, él ya no podía identificarse con eso, no cuando la magia era algo tan magnífico para él. Y ahí entraba ahora el ser... ¿un semidiós? O lo que fuera que sea ahora.

Todo era tan confuso... ¿Qué ser y qué no? ¿Tendría que elegir alguna vez?

"Esa es la pregunta que llevo haciéndome desde hace mucho tiempo..." fue lo único que respondió. Fue lo único que tenía para responder.

Annabeth pareció entenderlo, siempre lo hacía, habían pasado casi la mitad de su vida viviendo juntos como para no hacerlo. "Dray, si te consuela, seguirías siendo mi mejor amigo aunque fueras un feo ornitorrinco"

Río divertido ante eso, "Querida Ann, me duele que digas eso, yo sería un ornitorrinco hermoso" la siguió.

Y, por solo un momento, volvieron a reír como si solamente estuvieran ellos dos en el mundo.

.

"Ann" insistió.

"¿Qué quieres?" Le pregunto aún medio dormida, sin darse cuenta ambos habían caído en el sueño justo ahí en la orilla del lago.

"Tienes que contarme que es este lugar".

"¿Aun no lo sabes?" Murmuró incorporándose más, como si buscara comodidad en el suelo.

"Si lo supiera, ¿te molestaría cuando yo también tengo sueño?"

Annabeth suspiró, frotándose los ojos. "Cierto, tu y tus horas de sueño preciadas" se burlo. "Es el Campamento Mestizo, un refugio para semidioses como nosotros, te enseñan a pelear para defenderte de monstruos y demás criaturas que quieran atraparte. Tu estas en la cabaña diez, que es la de Afrodita" así que al final si era un semidiós. "Ah, y yo soy hija de Athenea"

Draco la miró fijamente, ¿cómo lo decía así como así? Solo se había dormido un día, dioses. "Lo dices como si fuera algo completamente normal"

Ella le devolvió la mirada con una mezcla de cansancio y paciencia. "Porque lo es para mí, al menos ahora"

Se dejó caer la cabeza hacia atrás, soltando un suspiro teatral. "Esto sigue pareciendo una broma pesada. Primero el Minotauro, luego ese oráculo creepy, y ahora resulta que soy hijo de Afrodita. Afrodita, Annabeth. ¿Cómo pasó eso? Y tampoco es como si hubieran pasado años"

Annie arqueó una ceja divertida. "Bueno, cuando un dios y un mortal se quieren mucho-" le lanzó un poco de pasto en la cara jungo a una mirada fulminante.

"Oh, Cállate, Chase"

Ella sonrió divertida, pero luego su expresión se suavizó. "Mira, sé que es mucha información de golpe, pero tienes que aceptarlo. Ya eres parte de este mundo" pensó las palabras. "O bueno, eso me dijeron a mi, no es muy consolador la verdad".

Draco permaneció en silencio por un momento, mirando el reflejo del sol en el lago, fue cuando su amiga murmuró.

"Tenemos que hablar de la banda"

Parpadeó un par de veces antes de incorporarse. "¿Qué?"

"La banda, Draco. Tú, Lavender y yo. ¿No me digas que al desmayarte te afecto el cerebro?"

Él frotó su rostro con las manos. "Ann, acabo de matar a un Minotauro, fui reclamado por una diosa, recibí una profecía de una momia fantasma, me desmaye y dormí sobre pasto. ¿Cómo tienes energía para hablar de la banda?" Si, iba a sacar el tema siempre hasta que se acostumbre. Seguia sonando tan.. irreal.

Annabeth le dio un empujón. "Porque es importante".

Draco la miró con incredulidad antes de suspirar, tendrian que tener esa charla tarde o temprano. "Está bien. ¿Qué pasa con la banda?"

Ella cruzó los brazos. "Lavender no tiene idea de dónde estamos, y no tenemos forma de contactarla. ¿Qué hacemos?"

Mierda, eso era cierto. Se quedó en silencio por un momento, su mirada perdida en el agua del lago. La noche anterior, todo había sido caos y adrenalina. Ahora que tenía un segundo para pensar, se daba cuenta de que estaban completamente aislados. "No lo sé" Se pasó una mano por el cabello, despeinándolo más de lo que ya estaba. "No podemos simplemente desaparecer y esperar que todo siga igual cuando volvamos" pensó en voz alta.

"Y tarde o temprano, alguien va a notar que nos fuimos. La gente veía nuestros videos, Draco. No éramos mundialmente famosos, pero teníamos cierto público"

"Tienes razón..."

Annabeth de la nada se rio. Fuerte, muy fuerte. "¿Estas bien?" Le pregunto seriamente preocupado, eso era raro en ella.

"Sí, por supuesto, genial. Solo que me acabo de dar cuenta de algo. Eres un semidios, un mago y ahora un músico en fuga" Annabeth sonrió aun más. "¿Sabes? Creo que aún podemos tocar".

Él la miró de reojo. "¿Tocar en un campamento donde entrenan guerreros con espadas? Sí, claro, eso va a salir bien".

Ella se encogió de hombros. "Si vamos a estar aquí, más nos vale hacer que se sienta un poco como casa, y si volvemos oxidados Lavender nos matara" en eso estaba en lo cierto.

Draco se quedó en silencio un momento antes de sonreír levemente. "De acuerdo esta bien, tu ganas. Pero si algún sátiro o cosas que hayan aquí nos lanza una lanza por hacer demasiado ruido, es tu culpa"

"Trató hecho Dray" asintió ella. "Ahora creo que tenemos que ir a entrenar"

"¿Entre qué?"

"No se si sobreviviras aqui". Okey, un voto de confianza en su persona no le vendría mal. "Sígueme, ¿sí?"

.

Se retracta, él no iba a sobrevivir aquí.

Todo el mundo lo mira, por ser 'el único hijo varón de Afrodita' y escuchaba a algunos decir cosas sobre los videos que subían. Además, en duerme en una cabaña, con personas dentro, tiene que limpiar cuando nunca en su vida a agarrado una escoba y tiene que usar esa horrible tragedia a la vida humana a la que llaman camiseta color naranja chillón, ¡no convina con nada! Y ahora, no lo dejan pelear.

Un asco total.

Los campamentos estaban demasiado sobrevalorados.

"¿Por qué no puedo? Todos aquí lo hacen" se giró hacia Quirón con indignación, quien era el supuesgo encargado del campamento. "Estoy aquí para aprender a defenderme, y si no es así ¿qué quieres que haga?"

El centauro suspiró, como si hubiera tenido esta conversación muchas veces antes. "Draco, eres hijo de Afrodita. Los de tu cabaña no suelen entrenar en combate" eso lo ofendió.

"Eso me suena como discriminación. Y aparte de ser el hijo de una Diosa, soy un hombre, soy alguien con derechos que quiere defenderse" respondió con una ceja alzada, él no se iba a rendir fácilmente. No cuando porque tal vez, si él hubiera sabido defenderse su madre estaría aquí con él. Era un Malfoy, no un maldito muñequito de cristal.

"Más bien, es sentido común" intervino otro semidiós. Era un chico corpulento, probablemente hijo de Ares, con una sonrisa burlona en el rostro. "Si eres hijo de Afrodita, deberías estar en el pabellón de maquillaje o chismeando por ahí, no aquí"

Sintió que la rabia le hervía en el pecho. Annabeth lo agarro del brazo antes de que haga una locura. "¿Perdón?" Fue lo único que pudo decir.

"Lo que escuchaste. Ver a un hijo de Afrodita entrenando es como ver a un pez intentando trepar un árbol" se rió el chico. "Así que, ¿por qué mejor no me dices tu nombre, amor?" Iba a golpear a ese tipo si no cerraba su bocota ahora mismo. Antes de que Draco pudiera siquiera responder, otra voz intervino.

"Deberías dejarlo, ¿para qué quieres pelear?" Él desconocido con el que llegó se acercó con las manos en los bolsillos, mirándolo con algo de preocupación. "No necesitas hacerlo, eeeh..."

"Malfoy, Draco Malfoy" respondió Annie por él. "Y este es Percy Jackson".

"¿Qué?"entrecerró los ojos. Por favor, díganle que no escucho lo que cree que escucho, o en verdad iba a hacer una locura.

"Lo del Minotauro fue suerte" soltó el niño Jackson sin pensar. Silencio. Puro silencio reino el campo de batalla.

Genial, esto era completamente genial.

Jackson pareció darse cuenta de lo que había dicho un segundo demasiado tarde. "Es decir, estuviste increíble y te veias genial peleando, pero no es como que... tú... bueno, solo tuviste un poco de suerte" balbuceó, intentando arreglarlo, aunque solo lo empeoró.

Draco lo miró como si le hubiera dicho que su ropa combinaba bien. "¿Suerte?" repitió con incredulidad.

"No quise decirlo así..." el chico trago saliva cuando paso a paso se acercó a él.

"Entonces ¿cómo lo quisiste decir, Jackson?" Gruñó mientras se cruzaba de brazos, con su tono helado. Estaba harto, de no saber que pensar, de querer irse y no poder. Y ahora que solo quería desestresarse un poco, no podía, porque era hijo de la Diosa del amor, olvidándose por completo que Afrodita también es una Diosa de la guerra.

"Es solo que, bueno, no pareces del tipo que pelea" intentó justificarse. No funcionó.

"Claro, ¿y quién si parece un 'tipo que pelea'? No me digas qué tú" se burlo. "Que tengo cara de estrella de cine y buen gusto en ropa, significa que no sé cómo sostener una espada, ¿no? Asi que te necesitare para salvarme siempre, oh, mi encantador principe Jackson" dijo en un tono sarcástico.

"¡No es eso!" Grito avergonzado, bien, debería de estarlo.

"¿Entonces qué es?"

El chico abrió la boca, pero ninguna palabra salió. "Vaya, Jackson, eso fue estúpidamente torpe" se burló el hijo de Ares de antes. Bueno, él estaba mal, estaba estresado y cansado, además de que nunca fue muy bueno controlando sus emociones. Así que no deberían de sorprenderse cuando le pego una cachetada.

"¡Cállate, Meathead!" bufó Annie fulminando al chico con la mirada, ignorando su actitud. Luego se giró hacia su costado. "Vamos, no vale la pena discutir con idiotas".

"¿A quién llamas idiota, Chase?"

Todos se giraron hacia la voz que acababa de intervenir. La chica que acababa de llegar era imponente. Alta, con hombros anchos y brazos fuertes, parecía hecha para la batalla, su cabello castaño oscuro estaba desordenado, como si hubiera salido de una pelea hace cinco minutos (y probablemente así era). Sus ojos marrones tenían un brillo desafiante, como si estuviera buscando el próximo idiota que se atreviera a meterse con ella. Su piel tenía algunas cicatrices de entrenamiento, seguro testigos de todas las peleas en las que había participado. Y aunque su armadura de bronce celestial no era la más elegante, encajaba perfectamente con su actitud de guerrera lista para aplastar a cualquiera que la subestimara.

"Esa debe ser Clarisse La Rue, la chica de la que Annie hablo" se dijo a sí mismo mentalmente. La niña La Rue se acercaba con su lanza en mano, con una sonrisa de desafío en el rostro.

"¿Sabes qué?" Draco giró su atención hacia ella, con una expresión de hastío. "Si otro hijo de Ares me dice que no puedo pelear, voy a arrancarme el cabello"

La Rue se rió con diversión. "Si quieres pelear tanto, pelea conmigo" lo desafío con un tono amenazante. Hubo un murmullo entre los campistas cercanos.

La miró de arriba abajo, inspeccionandola.

"Bien" asintió de manera simple.

"¿Qué?" Ann lo miró con los ojos muy abiertos. "No draco, no quieres pelear contra ella".

"Vamos, Annie, si lo del Minotauro fue suerte, entonces ¿qué podría salir mal?" Tampoco es como si la chica fuera a matarlo, ¿verdad? Además, era bueno en educación física, eso debería de servir de algo, supone.

Ella sonrió con diversión. "Me agradas, Malfoy. Ahora vamos a ver si puedes aguantar" llamo tirándose una espada de por ahí. Él preferiría otra cosa, pero se las arreglaría con eso. "Espero que sobrevivas a esto, sino... bueno, al menos serás un bonito cadáver".

Y así comenzó el combate.

Draco apenas había tomado la espada cuando La Rue se lanzó sobre él. No tuvo tiempo de pensar, solo reacciono. Esquivó por instinto, pero el golpe de la hija de Ares aún le rozó el costado, dejándole un ardor punzante.

No importaba.

No podia perder.

No podia permitirse ser debil.

No cuando su madre no esta con él, y no tiene ni la más minima idea de en donde prodia estar.

Así que apretó los dientes y contraataco, y lo hizo con toda la fuerza que su cuerpo le permitía. No tenía técnica, no tenía experiencia o elegancia en sus ataques, pero tal parecia que tenía algo que La Rue no se esperaba.

Rabia pura.

Una que contenía desde hace tiempo.

Draco estaba sinceramente enojado, eso ni siquiera bastaba, él estaba furioso. No por ella en sí, sino por cómo todo había resultado. Era demasiada información que procesar en tan poco tiempo... y como dijo antes, nunca fue el mejor en sus emociones. Entonces peleo, peleo con todo porqué no tenía nada que perder. Y era mejor golpear a alguien con la excusa de que era solo entrenamiento que hacerlo porque no podía controlarse, porque no podía entender y no sabía si quería hacerlo. La espada temblaba en su mano no por el miedo -aunque si es sincero la chica es en verdad aterradora en una pelea- si no por la cantidad de emociones que estaban hirviendo en su interior.

Cada choque de la espada contra la lanza resonaba en el aire, cada golpe de La Rue era brutal y con una gran precisión, y a pesar de eso, él no retrocedía. No podía; no quería. Porque por fin había dejado salir todo lo que llevaba dentro de sí. Se movía con la velocidad del pánico y la rabia, del dolor, de la frustración, su padre nunca le habai enseñado a luchar "era algo muy vulgar" en sus propias palabras, y no lo había necesitada cuando los chicos no se atrevían a siquiera acercarse demasiado. ¿Pero saben que si le enseño? Lo que era la humillación, lo que era el dolor de perder. Porque administrar una empresa nunca fue sencillo, y a pesar de eso él lo hacía, ya que sabía que era bueno, sabía que iba a ganar. Pero él no, Draco no era bueno, y tampoco sabía si iba a ganar.

Aunque eso no le impidió nada nunca, ya que no era de los que se rendían con facilidad.

Cuando La Rue intento derribarlo con un barrido de pierna, él salto, giro y lanzó un corte salvaje que, aunque fue torpe, la obligó a dar un paso hacia atrás. No podrán culparlo si se emociono por eso, ¡la había obligado a retroceder, carajo! Y no, no es un exagerado. Cree.

Estaba tan inmerso en la batalla y en sus pensamientos, que ignoró por completo todo lo que pasaba a su alrededor. Sabía que a Annabeth no le pasaría nada malo, así que no debía de estar preocupado por nada más que la maquina de lucha que era La Rue.

Sin embargo era muy notorio que la chica no era una aficionada en esto, ella sabía cómo desgastar a un oponente sin experiencia -como él- y 𝘰𝘩, lo estaba sintiendo en cada músculo del cuerpo. Su respiración era entrecortada e irregular, su brazo dolía como el infierno y la hija de Ares sonreía con burla, sabiendo que tenía la ventaja. Draco lo sabía también, pero no le importo, ¿acaso alguna vez lo hizo? Con un grito se lanzó de nuevo contra ella, sus ataques más agresivos, más desesperados. No era bonito, no era elegante ni nada parecido, solamente peleaba con todo lo que no tenía. Su gran amiga adrenalina lo empujaba hacia adelante, para que siguiera por más, incluso cuando sabía que ya tenía la batalla perdida.

Finalmente La Rue bloqueo su espada con fuerza, empujándolo hacia atrás con tal violencia que perdió el equilibrio y cayó al suelo. Antes de que pudiera si quiera reaccionar u moverse, ya tenía la punta de su lanza apuntando hacia su cuello. Sudaba y jadeaba, tanto que podía decir fácilmente que su corazón se salía de sus costillas, con su cabello pegándose en su frente se dio cuenta de que había perdido.

Pero en todo lo contrario de lo que penso, no había algun rastro de burla, desprecio o parecidos al mirar, solo un montón de campistas -¿cuando habían entrado tantos?- que lo miraban con impresión, sorpresa y muchos sonrojos.

Cuando se dio la vuelta para ver a La Rue noto que habai cierto brillo en sus ojos. "No está nada mal para un niño bonito" hablo fuerte y claro, sacando chillidos de sorpresa de muchos, ¿que estaba pasando? Le extendió su mano. "Te falta técnica, experiencia y mucho más" no sabia a donde quería llegar con eso. "Pero tienes furia, tienes agallas y talento"

"¿Gracias, creo?" Fue lo único que se le ocurrió para decir, aceptando la mano que le ofrecía.

"Te estoy diciendo que voy a entrenarte, tonto" finalizo Lu Rue -¿Clarisse ahora?- yendose de espaldas.

Todo el campo quedó en silencio. Que exagerados eh, ¿no debería ser eso muy común por ahí? Se giró en dirección a Annie, que lo miraba con una gran sonrisa orgullosa.

"Supongo que si voy a luchar, ¿eh?" Le pregunto medio en broma, ella se rió y se abalanzó sobre él, que apenas y llegó a agarrarla. "A la próxima mejor avisa con anticipación".

"Eres el mayor idiota que conozco, ¿lo sabes?"

"Lo sé".

Alguien toco su hombro. Se dio la vuelta y vio a una chica de belleza clásica y encantadora, con un aire elegante y dulce. Tenia el cabello largo y ondulado, de un tono castaño oscuro brillante bien arreglado. Sus ojos eran de un azul intenso y expresivos, capaces de transmitir tanto ternura como astucia. Su piel es suave y ligeramente bronceada, dándole un aspecto saludable. "¡Hola! Soy Silena Beauregard, líder de la cabaña de Afrodita y hermana, tu debes ser el chico de la profecía" lo saludo la chica de manera dulce.

Ahora poniéndonos serios, le molestaba el apodo de 'chico de la profecía', pero tenia unas ganas inmensas de ver la cabaña y hermanos. Y a Afrodita si se podría, quiere... Quería verla. Quería entender por qué ella lo había reclamado y qué significaba ser su hijo.

Claro, el reclamo ya había sido lo suficientemente teatral para que nadie lo olvidara. Desde que la concha marina dorada brilló sobre su cabeza, los murmullos se habían convertido en ruido. Él no se molestó en responder a las risitas o miradas de escepticismo. Sabía que todos esperaban que fuera solo una cara bonita sin talento real, como si su pelea con el Minotauro no hubiese pasado.

"Vamos, Príncipe Encantador, tienes que ver la cabaña de mamá" la voz de Silena lo sacó de sus pensamientos, la chica sonreía con esa mezcla de dulzura y picardía, pero sus ojos evaluaban su reacción. Draco arqueó una ceja y, con la misma energía, respondió

"Solo si es más elegante que la de Atenea. No quiero decepciones, Ann ya me la mostró" le sonrió a su amiga.

Annabeth resopló. "Por supuesto que te importa la estética" se rió de él. Solo le dedicó una sonrisa ladeada.

"Ser hermoso es un peso, Annie, pero alguien tiene que llevarlo, y yo me sacrificare si es necesario" dramatizo.

Silena soltó una risa ligera antes de enganchar su brazo con el suyo y guiarlo entre las cabañas. Annabeth los siguió de cerca, claramente irritada susurrando algo de 'no perder a su mejor amigo de vista...'.

"Entonces, ¿te emociona conocer a tus hermanos?" preguntó Silena con aire despreocupado, digna hija de la Diosa del amor y la belleza.

Él no respondió de inmediato, no estaba muy seguro de cómo hacerlo, ¿cómo se debía de sentir?. "No sé si 'emocionado' es la palabra. Supongo que quiero ver si hay alguien interesante" la chica le lanzó una mirada divertida.

"Oh, seguro habrá interés... aunque no sé si del tipo que esperas" Termino susurrando. Annie y él intercambiaron una mirada, preguntándose que pasaría al entrar.

Cuando llegaron a la cabaña, pudo sentir que el aire se volvía más pesado, realmente mucho más pesado. La construcción tenía un aura de glamour exagerado: mármol rosado, flores trepando por las columnas y un perfume dulce flotando en el ambiente, lindo y encantador, aunque el color estaba miy desgastado a su parecer. Pero no fue eso lo que captó su atención.

Fue el grupo de semidiosas que lo observaban desde la entrada.

Miradas evaluadoras. Miradas celosas. Miradas despectivas.

Y Draco, por primera vez desde que llegó al campamento sonrió con auténtica diversión.

Oh, esto iba a ser interesante.

"Hola chicas, me presento, soy Draco Malfoy, un gusto en conocerlas" saludo con una sonrisa confiada, inclinándose un poco, todas las chicas de la cabaña lo miraron de arriba a bajo con una mezcla de incredulidad, admiración y desconfianza. Algunas susurraron entre ellas, mientras otras simplemente fruncieron el ceño.

Drew Tanaka fue la primera en reaccionar, cruzándose de brazos y alzando una ceja con desdén. ,"Oh, por favor... ¿Un chico que se presenta como si fuera un caballero de cuento de hadas?" Su tono goteaba sarcasmo. "Déjame adivinar, ¿te crees especial solo porque mamá decidió reclamarte frente a todo el campamento?"

Tan solo le dedicó su mejor sonrisa encantadora. "No lo creo, querida" respondió con una confianza descarada. "Lo soy".

Un murmullo recorrió la cabaña. Algunas chicas parecían estar a punto de derretirse, mientras otras lo fulminaban con la mirada. Silena, que había permanecido en silencio hasta ese momento, dio un paso adelante con su característica sonrisa dulce pero analítica. "Bienvenido a la Cabaña 10, hermano" dijo con tono amable, aunque sus ojos brillaban con algo más. Curiosidad. Era algo raro, pero no le disgustaba.

"Ah, qué alivio. Temí por un momento que me harían una prueba de ADN para comprobarlo" bromeó. Y Annie quien se había mantenido a su lado con los brazos cruzados y una expresión entre fastidio y diversión, bufó.

"Sí, sí, muy encantador. ¿Podemos terminar con esto? Tengo que mostrarte más cosas" dijo rodando los ojos.

"¿Celosa Annie? No sabía que querías ser mi compañera de cuarto"

"¿Celosa de estar en una cabaña donde se peinan cinco veces al día? Si claro" le dio un leve empujón divertida, que se tardó en notar las miradas que todas las chicas le mandaban. "Sin ofender"

Silena le lanzó una mirada divertida antes de volver a centrarse en él. "Déjame mostrarte tu cama. Y las reglas, claro, hay nuevas por tu... llegada, no habiamos teniado un niño aqui en un tiempo" enfatizó con una pequeña sonrisa.

Draco la siguió, notando cómo los ojos de sus nuevas hermanas lo seguían con emociones mixtas. Mayormente de disgusto por 'pelear'. Silena lo guió a través de la cabaña mientras se detenía de vez en cuando para señalar ciertos detalles: los espejos dorados en las paredes, los armarios llenos de productos de belleza y ropa, los tocadores llenos de perfumes y demás, él por su parte, asentía con una expresión neutral, pero sus ojos grises analizaban cada rincón. Con los pocos minutos que estuvo ahí dentro ya podía ver que no se llevarían bien muy a futuro, demasiado superficiales. Y no es hipocrita, a él tambien le encanta arreglarse pero, ¿estar en eso todo el día? Era un rotundo no para él.

Finalmente, llegaron a una litera vacía en una esquina alejada, Silena se giró hacia él y cruzó los brazos. "Bien, ahora las reglas" anunció con una sonrisa que parecía más una advertencia. Levanto las manos en alto en señal de paz. "Primero" comenzó ella ", la apariencia importa. Eres hijo de Afrodita. Eso significa que siempre debes verte bien, porque cuando uno de nosotros luce mal, nos afecta a todos"

Draco arqueó una ceja y se pasó una mano por el cabello rubio impecable. "Creo que estoy haciendolo bien en ese aspecto" comentó con diversión.

Silena sonrió con aprobación, pero Drew chasqueó la lengua. "Segunda regla" continuó más seria. "No traigas problemas innecesarios a la cabaña. No nos gusta el drama..."

"A menos que lo creemos nosotros" interrumpió Drew con una sonrisa maliciosa.

"Exacto- continuó Silena, ignorando el tono de Drew." Si tienes problemas con alguien, lo solucionas con encanto. No con peleas tontas".

Annabeth lo miró y él miro a Annabeth, que aún estaba parada con los brazos cruzados en la puerta, como si quisiera asegurarse de que no se lo robaran. No era muy fan de portarse 'bien'.

"Lo intentaré, pero no prometo nada" Termino respondiendo. El que avisa mo traiciona.

Silena asintió como si no le creyera mucho, pero igual satisfecha. "Y lo más importante" añadió, acercándose un poco más, su tono más serio. "No olvides quién eres. Somos hijos de Afrodita, y todos piensan que solo servimos para lucir bien y coquetear. Pero sabemos jugar nuestras cartas. Y tú, Malfoy..." sus ojos brillaron con un destello enigmático ", tienes todas las de ganar".

Le sostuvo la mirada, entendiendo lo que quería decir. Afrodita no solo se trataba de belleza. Se trataba de influencia, de manipulación sutil, de saber cuándo hablar y cuándo quedarse en silencio. Y, por supuesto, de saber cuándo atacar.

Por favor, fue criado por Lucius Malfoy, obviamente sabía cómo hacerlo.

"Oh, créeme" dijo con una sonrisa. "No pienso desaprovecharlo"

La chica le devolvió la sonrisa, y por un momento, vio como Annabeth sintió un escalofrío. Su amiga aveces llegaba a ser muy rara.

Se despidió de todas sus 'hermanas' que no parecían muy contentas con su presencia, a pesar de eso, Silena lo agarro antes de que pudiera salir. "Ya tienes muchos ojos puestos en tí, así que confío que harás sentir orgullosa a nuestra madre" no pudo descifrar ni su tono o el mensaje entre líneas que había ahí. Pero de igual forma asintió y se fue junto a Annie.

No hicieron mucho más el resto de la tarde, y cuando tuvo que hacer una ofrenda a algún dios. Solo se le ocurrió una cosa que decir.

"Para Afrodita, esperó conocerte algún día"

~~~❤︎~~~

¿Dónde estaba? No reconocía el lugar. Hasta que lo hizo.

Era la plaza en la cual había tocado con las chicas por primera vez, no pudo evitar desear volver a ese momento, al menos un rato. Seguro era un sueño... y si era así, nunca había tenido uno tan vivido.

"Hola, hijo" lo saludo por detrás una mujer joven, de figura esbelta y hermosa, con cabello largo, rubio o dorado, y ojos brillantes que reflejan la luz. Con su piel radiante y pareciera que emanar una energía cautivadora, como si fuera una mezcla de la perfección física y un aura casi divina que cautiva a todos a su alrededor.

Era Afrodita, su madre.

"Ho- hola..." no pudo evitar sorprenderse. "Yo, yo no creí que escucharas mi llamado en la cena" Afrodita sonrió al ver la mezcla de confusión y fascinación en suss ojos. Era evidente que, aunque la presencia de su madre divina lo sorprendía, algo dentro de él respondía a su llamada, algo que no podía ignorar. La diosa se acercó con una gracia inigualable, como si el aire mismo la adorara."Entonces... ¿sí eres mi madre?", preguntó Draco, la duda aún presente en su voz, aunque había algo en su tono que demostraba más curiosidad que incredulidad.

Ella rió suavemente, una risa llena de sabiduría y ternura. "¿Acaso lo dudabas? Mírate. Belleza, encanto, carisma... pero también fuego, ambición, rabia. Eres mío, Draco. Y estoy orgullosa de ti. Lucius te ha criado bien" Sus ojos brillaron con una luz especial al decir esas palabras, como si realmente estuviera mirando más allá de la superficie, al corazón y alma de su hijo.

No pudo evitar sonrojarse, una mezcla de orgullo y asombro recorriendo su cuerpo. Siempre había sabido que su madre era una figura poderosa, pero nunca que su madre biológica fuera una diosa tan imponente como Afrodita lo considerara parte de ella... Era algo que nunca había imaginado. Y, de alguna manera, le encantaba. No rechazaba su herencia. Le gustaba lo que veía en él mismo. Era su madre. Su madre, y con ello venía una belleza y una fuerza que lo conectaba con algo mucho más grande.

A diferencia de lo que capaz puedan pensar, a él no le molesta que lo vean como alguien hermoso, lo disfruta. Es el tipo de persona que se mira en el reflejo de cualquier superficie y se arregla el cabello con una sonrisa de satisfacción.

Y si alguien dice que es hijo de Afrodita, nunca lo negará. Él está orgulloso de eso.

"Es... es increíble," murmuró, sus palabras un tanto vacilantes, como si aún procesara la magnitud de la revelación. "Siempre pensé que mi madre era... única. Pero tú... Eres... aún más. Me siento... bien, al saber esto. Quiero decir, me encanta. Eres genial, de verdad."

Su madre lo observó en silencio por un momento, un brillo suave de orgullo iluminando su rostro. "Tu tambien. Claro que lo eres, tienes la misma determinación, la misma fuerza y la misma capacidad de amar que yo. Pero también tienes algo más, algo que te hace diferente, algo que, aunque no siempre comprendas, es parte de lo que serás. Eres magnífico hijo".

Draco, un tanto más confiado por las palabras de su madre, asintió. Aunque habia algo que lo aterraba.

Él acepta que Afrodita es su madre, pero Narcissa también lo es. Y siempre lo será.

"¿Pero... qué pasa con mi mami? Ella es mi madre, y yo también la quiero. No quiero que me juzgue por esto..." si es que sigue viva, continuó en su mente.

Ella sonrió suavemente, comprendiendo la lucha interna en la que se estaba enfrentando. "No te preocupes, Draco. Yo veo lo que has hecho por ella, lo que te importa, y haz hecho mucho por tu madre. Yo misma la conocí, y Cissy es... una mujer fuerte, con una gran capacidad de amor. La respeto. Y ella, también, te respeta, y aunque no sepa donde está ahora mismo, no temas, hijo mío. Yo la ayudaré. Haré todo lo posible, lo que este en mis manos, porque ella de igual forma que Lucius y yo es parte de ti y de tu vida. No sé todavía donde está, y mis hermanos y sobrinos no quieren decirme nada, y a pesar de eso, intentaré ayudarla" hablo mientras se acercaba a él, para abrazarlo de manera fuerte y delicada a la vez.

Se sintió tan irreal, tan... bien, tan perfecto. Nunca había sentido una sensación tan cálida al abrazar a alguien, sin embargo, ella era su madre.

Él la miró con una mezcla de esperanza y ansiedad. "¿Cómo puedes... hacer eso?"

Afrodita se acercó, poniendo una mano suave sobre su hombro. "Dejemos que el amor hable, Draco. Es lo que mejor sé hacer" Y, con una sonrisa llena de misterio, la diosa se alejó unos pasos, extendiendo su brazo hacia él. Con un gesto elegante, sacó de su lado un objeto que parecía brillar con una luz propia. Era un látigo, pero no uno cualquiera. Este tenía un aura especial, algo que le otorgaba poder y autoridad.

"Este" dijo Afrodita, "es un regalo para ti, hijo. He hecho este látigo-espada con la ayuda de mi esposo Hefesto, el dios del fuego y la forja, puede emanar un perfume leve que desorientatá a los demás, mirándote con lo que más lo haces sentir desestabilizandolos. Es una herramienta que no solo simboliza el poder y la belleza, sino también la lucha. La lucha por ti mismo, por tus seres queridos y por lo que mereces. Porque lo que yo te doy, hijo, no es solo un regalo de madre, es un recordatorio de que tienes que luchar por lo que amas. No es solo el amor lo que te da fuerza. Es la determinación de mantener lo que amas cerca, cueste lo que cueste. Te doy esto porque confío en ti, mi protegido, y sé tu valor como guerrero, puedes hacer mucho más de lo que todos creen, de los que tu mismo crees".

Draco, con la vista fija en el arma, sintió una oleada de energía recorrer su cuerpo. El látigo era hermoso, con detalles intrincados en su empuñadura, pero también emanaba una sensación de poder inquebrantable y cuando pensó que pudiera ser una espada, de inmediato se convirtió en una en medio de sus manos, pars después volver a convertirse no en un látigo como antes; si no en un brazalete dorado, lleno de brillo y perlas preciosas pequeñas, con una cadena colgando.

"Gracias, madre," dijo, su voz ahora firme, resonando con una nueva determinación. "En verdad muchas gracias" le devolvió fuertemente el abrazo.

Su madre solo sonrió, tal vez satisfecha de ver que comprendía la magnitud del regalo. "Recuerda, Draco, no solo eres un hijo de la belleza, también eres un hijo de la lucha. Que no todos olviden eso como lo hicieron conmigo. Soy poderosa, como tu también lo eres, y lo seras. Y lo que decidas hacer con tu vida, con tus amores y tus batallas, será siempre lo que te define. Y yo estaré aquí para ayudarte a encontrar el camino...."no pudo seguir escuchándola.

Esperen, ¿qué pasó? ¿Por qué ya no estaba? ¿Dónde se había ido? ¿Acaso...?

No pudo seguir pensando más. Porqué despertó.

~~~❤︎~~~

"¡¿Qué carajos te pasa, imbecil?!" Le gritó a quien sea que lo ha empapado con agua. Alzó la mirada y vio a Clarrisse.

"Despierta niño bonito, tendríamos que estar entrenando en este momento" le soltó.

"Son las malditas cinco de la mañana, déjame dormir" le tiro una almohada para volver a su sueño, tal vez así lograría a ver a su madre de nuevo. Su táctica no funcionó porque Clarisse lo destapó otra vez, y básicamente lo obligó a cambiarse. "Sabes que te odio en este momento, ¿verdad?" Pregunto mientras la seguía al campo. No había nadie más alli por obvias razones, solo un maniático -maniática, en este caso- entrenaria tan temprano en verano.

Cuando llegamos al campo de entrenamiento era dd esperarse que estuviera vacio, lo dirigio a un lugar donde habia una enorme larisse se cruzó de brazos mientras lo observaba con el ceño fruncido. "Bien, niño bonito, elige un arma" le dijo dándole paso para verlas más a detalle.

Pero él no las necesitaba. Su madre ya se había encargado de eso.

Draco se encogió de hombros, pasando de largo entre los estantes llenos de espadas, lanzas y dagas. "No necesito elegir, ya tengo la mía" respondió con claro orgullo en su voz. El latigo-espada era en verdad majestuoso, con mucha utilidad y versatilidad.

Ella no parecía creerle del todo, ya que levantó una ceja, escéptica. "¿Ah, sí? ¿Y cuál es?"

Con una sonrisa arrogante, deslizó la mano por su muñeca apretando un poco la hermosa pulsera que tenía con él, y sacó su látigo-espada. Con un movimiento rápido, el arma se desenrolló con un chasquido en el aire antes de tensarse en una hoja afilada y elegante. Había decidido primero practicar con la espada, esta era larga con una hoja que podia cortarlo casi todo, la empuñadura tenia detalles finos, probablemente dorados o plateados, con un toque estético digno de Afrodita, también era más ligera y rápida que una espada promedio, favoreciendo velocidad y precisión sobre fuerza bruta

Los ojos de Clarisse se abrieron un poco más de lo normal, aunque se apresuró a fruncir el ceño otra vez. "¿Quien te dio eso?" Pregunto sorprendida.

Mentiria si dijera que no estaba disfrutando del breve momento en el que Clarisse no supo qué decir, porque en verdad lo disfrutaba.

"Afrodita, es un regalo de mi madre" sonrió arrogante, orgulloso de que ella lo considerara digno de esto. Ella resopló, pero no con burla, sino con una mezcla de aprobación e incredulidad.

"Eso es jodidamente raro" explicó.

Draco inclinó la cabeza, fingiendo inocencia. "¿Te sorprende que Afrodita sepa cómo fabricar un arma?" Si, omitiria el detalle de que Hefesto ayudo -probablemente hizo casi todo- para molestar a su amiga (porque si, él ya la considera su amiga).

"Me sorprende que le haya dado un arma a ti, rubio" replicó dándole un pequeño golpe.

"Estoy herido, de verdad" dramatizo riéndose.

Clarisse chasqueó la lengua y señaló el campo de entrenamiento con la cabeza. "Ahora que lo tienes, toca ver si sabes usarlo, príncipe encantador" se burlo yendose a esa dirección.

Draco solo onrió y siguiendola se preparó para el combate.

.

Estaba cansado.

"Me estás entrenando o me estás intentando matar, porque hasta mi padre fue más amable cuando me enseñó finanzas" dijo cuando terminaron la última ronda.

"Deja de quejarte y levántate, Malfoy"

Habían estado peleando con dagas y espadas antes de probar su arma -que decidió llamar Asteria, por cierto- por unas dos horas. Así que ahora se quedó en el suelo unos segundos, con el pecho subiendo y bajando con dificultad. Su corazón latía con tanta fuerza que le retumbaba en los oídos, levantó la mirada y se encontró con Clarisse, quien sonreía con diversión mientras apoyaba la lanza en su hombro.

"Nada mal para ser un bonito príncipe de cuna" dijo, ofreciéndole una mano para levantarse. Él resopló y tomó su mano, sintiendo la fuerza de la hija de Ares al tirar de él, sus piernas temblaban, pero logró mantenerse de pie.

"Voy a tomar eso como un cumplido"

"Hazlo si quieres" replicó ella con una media sonrisa. "Todavía te falta mucho para que puedas ganarme"

Solo rodó los ojos y suspiró. "Sí, sí, lo que digas" murmuró, ocultando la sonrisa al escuchar sus palabras, que en su mente significaba que la chica creía que era posible que le gane alguna vez.

Clarisse lo observó con atención por unos segundos y luego entrecerró los ojos. "Tienes un arma, ¿cierto?"

¡Oh, sí! Ya era hora.

Draco asintió y sacó su látigo-espada. La empuñadura era de un elegante color negro con grabados dorados que brillaban con la luz de la mañana. Cuando lo sostuvo con firmeza, el arma se extendió en un látigo largo y flexible, con puntas afiladas como cuchillas. Luego, con un leve movimiento de su muñeca, el arma se contrajo, tomando la forma de una espada delgada y estilizada. Wow.

Clarisse silbó, genuinamente impresionada.

"Demonios, sí que Afrodita te ama"

"Pues si,, soy su hijo, ¿no?" respondió con un orgullo, pasando los dedos por la hoja de la espada con una pequeña sonrisa. Todos los Dioses deberían de hacer cosas igual, ¿verdad?

"No suelen regalarle armas mortales a sus hijos " dijo ella, cruzándose de brazos algo molesta. "En realidad generalmente no hacen mucho nunca por sus hijos" vaya, les tuvo demasiada fe "y a los de tu cabaña solo les importan los encantos y la belleza, no la lucha"

Draco frunció el ceño. "Bueno, yo no soy 'los de mi cabaña', aunque quiera. Parecen odiarme" afirmo recordando la desastrosa noche que tuvo.

Ella soltó una risa seca. "Eso es evidente" le resto importancia y dirigió su vista a su arma. "¿Ya lo probaste?"

Él negó con la cabeza, literalmente se la habían dado en el sueño que tuco antes de que le tirará toda esa agua. "Apenas lo estoy entendiendo no sé cómo manejar un látigo ni una espada".

Clarisse giró los ojos y tomó su lanza con facilidad. "Bien, entonces veamos lo que puedes hacer, niño bonito" y lo seguia molestando con ese apodo.

Decidió ignorarlo y ajustó la empuñadura en su mano, observando cómo la hoja de la espada se retraía lentamente hasta convertirse en un látigo largo y flexible. El arma se movía con vida propia, ondulando con cada leve giro de su muñeca. Ella lo observó con los brazos cruzados.

"Bien, lo primero que tienes que aprender es control. Un látigo no es como una espada; puedes solo agitarlo y esperar que haga lo que quieres. Si no lo dominas, terminarás pegándote a ti mismo".

"Gracias por la advertencia" murmuró recordando las tantas veces que casi se ahorcaba con los auriculares de su teléfono.

Clarisse lo ignoró y señaló un muñeco de entrenamiento. "Golpéalo con la punta. Nada más" aclaró lo último.

Draco asintió y, con un chasquido de muñeca, hizo que el látigo se extendiera con fuerza. CRACK. La punta rozó la cabeza del muñeco, pero sin precisión.

"Otra vez" ordenó su entrenadora personal.

Lo intentó de nuevo. Esta vez golpeó el pecho del muñeco, aunque el látigo no se retrajo bien y se enredó en su propio brazo. "¡Maldita sea!" Grito un poco.

La traidora de Clarisse soltó una carcajada. "Te lo dije. El truco está en la muñeca y el control del movimiento. No necesitas hacer tanta fuerza. Un látigo no funciona con poder bruto, sino con velocidad y precisión".

Draco resopló y sacudió la mano, liberándose. Luego lo intentó otra vez, esta vez enfocándose en el ritmo. "Menos fuerza; más control" murmuró para sí mismo, flexionando la muñeca con más suavidad. El látigo salió disparado con un silbido limpio y golpeó justo en el centro del muñeco.

¡Lo había logrado perras! Tomen eso.

"Eso estuvo mucho mejor. Ahora, intenta envolver algo con él" Señaló una lanza de entrenamiento clavada en el suelo. Draco levantó una ceja.

"¿Quieres que atrape eso con un látigo?"

"¿Tienes otra forma de usarlo?" Respondió con otra pregunta y una sonrisa burlona.

Dio un resoplido y giró la muñeca de nuevo. El látigo salió disparado en un movimiento circular, aunque está vez se pasó de largo y golpeó el suelo con fuerza.

"Demasiado impulso" comentó ella. "Inténtalo otra vez, pero intenta calcular mejor la trayectoria".

A pesar de que frunció el ceño, lo intentó de nuevo, esta vez concentrándose en su objetivo. No en la fuerza, sino en el ángulo. El látigo se enrolló alrededor de la lanza con un chasquido limpio. Pudo jalar la empuñadura y la lanza salió volando directo a su mano.

Abrió los ojos sorprendido. Funcionó.

"¡Funcionó!"

Clarisse sonrió con aprobación. "No eres tan inútil después de todo, Malfoy" él sonrió, sintiendo una extraña satisfacción. "Ahora probemos algo más difícil" dijo de forma rápida. Oh no. "Defiéndete"

Antes de que siquiera pudiera protestar, la hija de Ares lo atacó con la parte trasera de su lanza. Su instinto tomó el control y alzó el látigo, que con un solo movimiento rápido, la hoja volvió a transformarse en espada y bloqueó el golpe en el último segundo. Clarisse sonrió con malicia. Eso no significaba nada bueno para él.

"Esto sí que se va a poner interesante"

Y con eso, el verdadero entrenamiento comenzó.

El sonido del metal chocando resonó en el aire mientras que él paraba el ataque con el filo de si espada, los músculos tensos, el sudor pegando su cabello en la frente. No estaba seguro que cuanto tiempo podría aguantar, pero no iba a retroceder. No cuando por fin habai logrado algo.

Clarisse atacaba con precisión, no solo lo hacía fuerte, sino que lo hacía con táctica y estrategia. Sus golpes iban dirigidos de manera directa a sus puntos débiles y a las aberturas de su guardia. Y aunque no lo notara, su cuerpo no era lo suficientemente rápido para seguir el ritmo. Intento esquivar hacia un lado, pero ella ya lo estaba esperando. "Ella lo había visto venir, mierda" pensó cuando un golpe en la parte trasera de la rodilla lo desestabilizo y su espada chocó contra el suelo con un golpe en seco.

Dolía, en verdad lo hacía.

Pero no quería perder, él odiaba perder sin darlo todo.

Así que con un gruñido rodó a un lado antes de que su lanza pudiera inmovilizarlo. No tuvo tiempo de ponerse de pie antes de que Clarisse volviera a atacar, movió la muñeca en un acto de reflejo y sintió la empuñadura cambiar de forma.

El látigo se desenvolvió en un silbido.

Se movió antes de siquiera intentar pensar, giro el brazo con un movimiento amplio y sintió como el arma cortaba el aire. Su control obviamente era torpe, pero era lo suficiente como para imitar el movimiento que practicaron antes, asi fue como la punta del látigo se enrosco alrededor de la lanza de Clarisse.

Ella no lo vo venir.

Ni él, siendo sinceros.

El latigazo arranco el arma de sus manos y la hizo volar por los aires, finalmente aterrizando varios metros más allá. La chica levantó la mirada sorprendía para luego sonreír. "Bien hecho" fue todo lo que dijo para caminar hacia su lanza y tomarla del suelo.

Por fin pudo relajar los hombros, sintiendo cómo todo el cansancio acumulado comenzaba a caer sobre él. Pero no le importaba ahora.

El entrenamiento había terminó.

Y no pueden culparlo si comenzó a reír de la emoción. Porque por primera vez, no se sintió como un perdedor.

Los aplausos hicieron que se girara de inmediato, todavía con una sonrisa que no había tenido tiempo de borrar. "¡Eso fue increíble!" exclamó una voz demasiado familiar.

Por supuesto. Tenía que ser él.

Percy Jackson estaba ahí, de pie con esa ridícula expresión de emoción en el rostro, aplaudiendo como si acabara de presenciar la batalla más épica de la historia en lugar de un simple entrenamiento. "No sabía que podías hacer eso" continuó el chico acercándose con un brillo de entusiasmo en los ojos. "Digo, Clarisse no es fácil de sorprender, sin embargo tu lo lograste"

Draco parpadeó una vez, dos veces.

¿Jackson... lo estaba felicitando?

Clarisse tampoco parecía saber cómo reaccionar porque frunció el ceño, pero no lo contradijo. "Supongo que tienes potencial, Draco" Le dio una palmada en la espalda que casi lo hace caer. "Si sigues así, podrías ser un digno oponente algún día".

Oh, wow. Ahora sí se sentía especial.

"Qué halagador" respondió con sarcasmo, frotándose el hombro mientras se volteaba hacia Jackson. "¿A qué debo el placer de tu presencia, Jackson?"

Él no pareció notar su tono, o simplemente decidió ignorarlo.

"Bueno, pasaba por aquí y te vi en acción. En serio, fue impresionante. ¿Desde cuándo usas un látigo?"

Oh, dioses.

¿Por qué tenía que ser así de insistente?

Solto un suspiró, pasando el arma de una mano a otra con fingida indiferencia.

"Desde hace unos minutos" y no mentía.

Jackson se quedó mirándolo, parpadeando como si no estuviera seguro de si era una broma o no.

"¿Es en serio?" No, en realidad lo uso desde que dejé de usar pañales, ¿sabes?.

"Completamente" Termino diciéndole.

La expresión del chico se iluminó aún más. "¡Eso es aún más increíble!"

Oh, por el amor de Hecate no. De repente sintió un súbito impulso de enrollar el látigo alrededor de su propia garganta. O de la de Jackson.

Antes de que pudiera decidirse, él dio un paso más cerca, inclinándose ligeramente como si estuviera a punto de decirle un secreto. "Oye, sé que no nos llevamos muy bien, pero... si alguna vez quieres entrenar juntos, podríamos... ya sabes..." El tono casual no engañaba a nadie y alzó una ceja.

¿Jackson quería ser su amigo? Eso sí que era inesperado.

Aunque antes de que pudiera responder -antes de que siquiera decidiera cómo hacerlo, en realidad-, su boca actuó por cuenta propia. "Oh, qué conmovedor, Jackson. ¿También quieres que hagamos pulseras de la amistad?"

Jackson se quedó congelado. Por un momento, solo parpadeó como si intentara procesar lo que acababa de escuchar. Draco le sostuvo la mirada con una sonrisa satisfecha. Y luego, como si alguien le hubiera apagado un interruptor, el chico se puso rojo.

"¿Sabes qué? Olvídalo" se giró bruscamente y se alejó con pasos exageradamente firmes, murmurando algo entre dientes.

Solo lo observó irse con una mezcla de diversión y confusión. Clarisse soltó una carcajada.

"Definitivamente me agradas"

Se encogió de hombros, sintiendo un extraño calor en el pecho. Toma esa Annie, ya se la habai ganado. (Antes habían apostado cuanto tiempo tardaría en hacerlo, ella dijo que mínimo un mes, lo subestimaba demasiado).

Tal vez, después de todo, no estaba haciendo un mal trabajo en este lugar.

Apenas tuvo tiempo de procesar el desastre que acababa de hacer con Jackson cuando una nueva voz interrumpió sus pensamientos. "Interesante elección de palabras, Malfoy"

Ese tono... Su piel se erizó al instante.

Se giró lentamente y ahí estaba Luke Castellan, con los brazos cruzados y una sonrisa enigmática que no le gustaba ni un poquito. Había algo en él... algo en su actitud relajada y apesar de eso demasiado observadora, en esa forma en la que lo miraba como si supiera más de lo que decía.

Y Draco odiaba admitirlo, pero no confiaba en él.

"¿A qué te refieres?" preguntó, fingiendo indiferencia mientras enredaba el látigo en su muñeca. Castellan dio un paso más cerca, con la misma naturalidad con la que alguien se acercaría a un amigo. Sin embargo, Draco no era tan estúpido como le gustaba bromear.

"Nada, nada... solo que fue un poco cruel con el pobre de Percy".

Soltó un bufido. "Oh, por favor. ¿Desde cuándo te preocupas tanto por él?" La sonrisa de él se ensanchó.

"¿Desde cuándo te preocupas tú?" Touche.

Odiaba que respondiera con preguntas. Odiaba cómo lo analizaba. Odiaba...

"Relájate, Castellan. No voy a interrogarte" dijo y él qlzó las manos como si fuera inocente, aunque sus ojos seguían brillando con algo que aun no terminaba de entender.

Y eso lo ponía nervioso.

Había algo extraño en él. Algo que iba más allá de su sonrisa fácil o su actitud de hermano mayor con los del campamento. Así que lo observó con atención, como si pudiera descifrarlo con la mirada.

Y por primera vez, tuvo la sospecha de que Luke Castellan ocultaba algo.

.

El campamento estaba en calma, al menos en apariencia. La brisa nocturna movía las hojas de los árboles, el resplandor de la luna iluminaba los senderos de cabañas y la mayoría de los semidioses estaban en sus respectivas actividades… excepto ellos dos.

Draco y Annabeth estaban frustrados. Muy frustrados.

Habían pasado toda la maldita tarde intentando contactar a Lavender y no había forma de hacerlo. Ni el Iris-mensaje funcionaba, ni las cartas o  ninguna otra idea brillante de Annie había dado resultados. Lo que solo sirvió para poner de peor humor alsu querida mejor amiga.

"¡Esto es ridículo!" gruñó ella, dejando caer su daga sobre la mesa de la cabaña 6. "¿Cómo es posible que no podamos comunicarnos con ella?"

Él recostado en una silla con los pies sobre la mesa, (si, Annabeth le habia dado pase libre para estar ahí) suspiró, tampoco tenía una respuesta para eso.  "Tal vez está ocupada con algo importante. O, no lo sé, tal vez nos odie y no quiera vernos nunca más en toda su vida"

"¡Lav no haría eso!" Le dio un codazo, ¡auch, si había dolido!

"Ya sé, por eso digo que debe haber un problema". Ann bufó, cruzándose de brazos, él ya la conocía demasiado bien -habían vivido juntos casi la mitad de sus vidas- y notaba como estaba demasiado tensa. Y él también.

Tenían que hacer algo. Y rápido.

"Vamos a buscar algo que hacer" se levantó haciendo un gesto para que lo acompañe.

"¿A las once de la noche?, ¿estas loco?" Le pregunto como si fuera un idiota. Gracias Ann.

Solto un bufido y hablo. "Opción A, seguimos aquí, con cara de deprimidos sin hacer nada u Opción B, encontramos algo divertido para distraernos".

Annabeth frunció el ceño. "¿Cómo qué?"

Draco miró a su alrededor, buscando ideas. Y entonces, lo vio: la cabaña de Apolo.

Oh si, esto iba a ser divertido.

Diez minutos después estaban ahí con una guitarra eléctrica en buen estado, una batería completa y un micrófono funcional.

"¡Aún no puedo creer que hayas convencido al chico Solace de prestarnos la cabaña!" Grito ella emocionada.

"No lo convencí, lo chantajeé" aclaró con una sonrisita. Aveces sus hermanas hablaban en voz demasiado alta y se enteraba de muchas cosas. Como que a Solace le gustaba alguien.

Obviamente él no sabía quién, pero eso nunca le impidió manipularlo un poco para su beneficio. Y Solace no tenía porqué saber que él no sabía.

"¿Con qué?"

"Eso no importa, Annie, lo importante es que ahora tenemos batería, guitarras y todo lo que necesitamos aquí".

Ella rodó los ojos pero no pudo ocultar la sonrisa mientras se sentaba frente a la batería. Él tomó una guitarra eléctrica y probó algunos acordes. Oh si. ¿Hace cuanto no tocaba de verdad? Extrañaba esto.

"Bien, ¿qué vamos a tocar?" Le pregutno afinando un poco su guitarra.

"All I Wanted de Paramore" afirmo feliz. No, en serio, la obsesión de su amiga con esa banda estaba sobrepasando los límites de lo insano. (Aunque él fuera igual con Bon Jovi, no era algo que le diría, no cuando puede seguir molestando la con eso)

Así que se basto con mirarala con el ceño fruncido. Debió de perder la cabeza por completo.

"¿Esa canción donde Hayley Williams grita su alma en el estribillo?"

"Exacto" volvió a afirmar convencida.

"Annie, yo no soy Hayley Williams"

"Dray, solo cállate y canta"

Puso los ojos en blanco, pero no pudo evitar sonreír. "Esta bien, pero si muero en el intento, pon algo dramático en mi epitafio, como 'Hasta muerto sigo siendo más guapo que tú' o parecidos" Ella le dio un codazo. "¡Para! Que quiero que en mi lápida este escrito 'Causa d ela muerte; se quedó sin aire por cantar, más en específico la nota alta de All i Wanted' ".

Annabeth se rió y le dio anuncio para comenzar. Le lanzo una mala mirada pero no discutió. Se acomodó la guitarra en el regazo, ajustó las clavijas y dejó que sus dedos recorrieran las cuerdas en un acorde inicial.

La primera nota resonó en la cabaña y, de inmediato, un escalofrío recorrió su piel.

Oh si, como extraño esto.

Esto era lo que necesitaba.

Annabeth marcó el ritmo en la batería y él cerró los ojos, dejando que la melodía lo envolviera. Y entonces, comenzó a cantar.

" Think of me when you're out, when you're out there
I'll beg you nice from my knees
And when the world treats you way too fairly
Well, it's a shame I'm a dream"

Su voz salió suave, casi como un susurro, pero con cada palabra sentía cómo el peso en su pecho se aligeraba un poco más. Se sintió bien volver a cantar después de tanto. Y ahí junto a Ann sentía que Lavender estaba con ellos.

"All I Wanted was you...
All I wanted was you..." hablo en un susurro.

Golpe de batería.

Aumento del ritmo.

Fuerte. Intenso. Vivo.

Sus dedos se movieron con más fuerza sobre las cuerdas, perdiéndose en la música. Y una sonrisa no pudo evitar salir de sus labios.

"I think I'll pace my apartment a few times
And fall asleep on the couch
And wake up early to black and white reruns
That escaped from my mouth
Oh, oh"

Jugo un poco yendose y paseando por el 'escenario' en el que estaba. Completa y totalmente perdido, centrado en la música. La guitarra vibraba entre sus manos con cada acorde, la música llenando la cabaña como un eco de algo que había extrañado más de lo que admitiría. La voz salía de su garganta sin esfuerzo, sin miedo, sin la presión constante de ser "el chico que rompe profecías" o "el hijo de Afrodita que nadie toma en serio". Solo era él, Draco Malfoy, haciendo lo que mejor sabía hacer.

Y se sentía vivo.

Annie golpeaba la batería con fuerza, completamente metida en el ritmo, con una expresión determinada y una sonrisa de pura satisfacción. Se había olvidado del mundo, igual que él. Y aunque no le gustaba admitirlo en voz alta, cantar con ella siempre había sido su lugar seguro.

"All I wanted was you
All I wanted was you
All I wanted was you
All I wanted was you" Grito, intentando no alcanzar las nota seas altas. Eso sería para el final.

Bien, estos le habían salido bien. La guitarra le respondía, como una extensión de sí mismo. Cada rasgueo lo llenaba de una adrenalina cálida, una chispa que no había sentido en mucho tiempo.

"I could follow you to the beginning
Just to relive the start
Maybe then we'll remember to slow down
At all of our favorite parts" siguió cantando. Preparándose mentalmente para lo que venía después.

Al terminar fue entonces cuando llegó el estribillo. Apreciando de manera grata los segundos de preparación antes.

Draco inhaló profundamente.

"ALL I WANTED WAS YOOOUUU!!!"

La nota explotó en su garganta y lo dejó sin aliento.

Pero no falló.

Él nunca falla.

La nota resonó con fuerza en la cabaña, llena de energía y sentimiento. Annie golpeó los tambores con más intensidad, haciéndole saber que lo estaba haciendo bien.

Y Draco siguió.

No podía parar ahora.

No cuando por fin se sentía vivo.

No cuando por fin sentía que podía volver a respirar, como si ni lo hubiera hecho desde siempre.

Las palabras fluían de su boca con naturalidad, la música lo envolvía como un torbellino, su respiración se aceleraba con cada golpe de batería.

Su pie marcó el ritmo en el suelo, sus dedos recorrían las cuerdas con rapidez y sentía la vibración en su pecho.

Dioses, extrañaba esto.

Él estaba en su elemento.

No había semidioses, ni profecías, ni amenazas de muerte, ni expectativas aplastantes sobre sus hombros. Solo estaba él, Annabeth y la música, que los unía a Lavender.

"All I Wanted was you..."

La última nota flotó en el aire.

Draco cerró los ojos mientras el último verso salía de su boca. La guitarra tembló en sus manos en el acorde final, la vibración recorriéndole los dedos como un recordatorio de que esto, esto era lo que lo hacía sentir completo.

Un silencio.

Luego, una ovación.

Abrió los ojos de golpe.

Mierda.

Se dio cuenta de que no estaban solos.

Frente a ellos, un grupo considerable de campistas los miraba, algunos con la boca abierta, otros murmurando entre ellos. Clarisse estaba apoyada contra la puerta con los brazos cruzados, pero la sonrisa en su rostro no era de burla, sino de aprobación.

"No estuvo tan mal, niño bonito' dijo con una expresión de suficiencia.

Silena, en cambio, lo veía con los ojos brillantes de emoción. "¡Draco, eso fue increíble! Y Annabeth, no sabía que tocabas así"

Annie se encogió de hombros, aún recuperando el aliento, aunque con una sonrisa satisfecha. "Ella hizo mucho también" intervino él, girándose hacia su amiga con una sonrisa. "No habría salido igual sin su batería"  Los hijos de Atenea, que estaban entre la multitud, comenzaron a aplaudir en señal de apoyo. Ann rodó los ojos, y apesar de eso el leve rubor en sus mejillas la delató.

Pero entre toda la gente, una persona en particular captó su atención.

Luke Castellan.

Se había quedado apoyado contra la pared, con los brazos cruzados y una mirada intensa fija en él. No de la misma manera que los demás. No con la sorpresa de alguien que acababa de descubrir que un hijo de Afrodita podía cantar. No con la admiración de alguien que simplemente apreciaba la música.

No.

Era interés.

Un tipo de interés que hizo que Draco sintiera un escalofrío bajándole por la espalda. Castellan aplaudió lentamente, con una pequeña sonrisa.

"Tienes talento, Malfoy. ¿Siempre has sido así de bueno, o solo cuando no hay monstruos atacándote?"

Levantó una ceja, aún con la guitarra colgando de su hombro. "Siempre he sido bueno en todo lo que me importa, Castellan. ¿Quieres una demostración?"

Se rió por lo bajo, sin embargo no respondió. Solo lo observó, con esa mirada que no sabia como leer del todo.

Jackson por otro lado, parecía haber arruinado su propia entrada, porque estaba ahí con la boca abierta, como si quisiera decir algo pero no supiera cómo. Finalmente, se rascó la nuca y murmuró: "Eso fue... genial"

Draco lo miró con cautela. "¿Acaso crees que voy a tocar en tu cumpleaños o algo así, Jackson?" Se burlo. El chico frunció el ceño.

"Solo estaba intentando ser amable".

"Bueno, no lo hagas, es inquietante" respondió Ann por él. Jackson bufó, pero no parecía molesto del todo. Se quedó viendo como la expresión de Castellan aunque era serena, ovultaba algo más. Annabeth le dio un codazo fue lo que lo hizo vovler a la realidad.

"Oh, cállate y admite que lo disfrutaste"

Decidiò ignorar eso y se rió.

Sí.

Lo disfrutó.

Mucho.

.

Draco caminaba con las manos en los bolsillos, siguiendo a Castellan por los senderos oscuros del campamento. No había una razón real para hacerlo. Solo había visto a Castellan salir de la cabaña de Hermes con una expresión de alguien que iba a romper algo y, bueno, su instinto le había dicho que eso iba a ser interesante.

Lo siguió en silencio por unos minutos, observando cómo los músculos del chico se tensaban con cada paso. Cualquiera diría que estaba listo para la guerra, aunque, para ser justos, en este campamento siempre parecían estar preparándose para eso.

Finalmente, se detuvo en seco y suspiró. "¿Por qué me sigues, Malfoy?" preguntó sin siquiera girarse.

Draco ladeó la cabeza, fingiendo que lo pensaba seriamente a pesar de que era obvio que no. "No lo sé, ¿quizá por qué tú caminas como si fueras a asesinar a alguien?"

Castellan dejó escapar una risa breve, sin humor, y al final se volteó para mirarlo. "¿Y si lo hiciera?"

Le sonrió de lado y se encogió de hombros. "Entonces haría lo que mejor sé hacer: cantar sobre ello y ganar dinero" intentó bromear.

El chico parpadeó, como si no supiera si reír o preocuparse. Pero terminó sonriendo, lo tomaria como una victoria.

"Eso es lo más jodidamente egoísta que he escuchado"

"Gracias, me esfuerzo cada día por eso"

El hijo de Hermes negó con la cabeza y comenzó a caminar otra vez. Aunque esta vez parecia que no le molestó que le siguiera.

"Hablando en serio" dijo después de un rato. "No deberías meterte en problemas que no son tuyos" no es la primera vez que me lo dicen, y no será la última tampoco. Pensó al aire, levantó una ceja, no encontraba el porqué decía eso. ¿A qué venía al caso?

"Eso es gracioso viniendo de alguien que parece estar en una crisis existencial"

Castellan no respondió al instante. Caminó hasta llegar a un tronco caído y se sentó, apoyando los codos en las rodillas. Él solo se quedó de pie a su lado, observándolo.

"¿Sabes qué es lo jodido de este lugar?" murmuró el mayor, mirando al suelo. "Que la gente sigue esperando cosas de ti. No importa cuánto hagas, siempre quieren más"

Draco bajó la mirada por un momento. No podía decir que no entendía ese sentimiento, él mismo lo había vivido. Su padre era un buen padre, pero aveces... aveces podía llegar a ser muy estricto con las finanzas o la magia. "Sí, bueno" respondió, con una sonrisa torcida. "Supongo que esa es la maldición de ser increíblemente talentosos" esperaba que su intento de aligerar el ambiente funcionará. Pareciera que si, ya que el otro soltó una pequeña risa.

"Me gusta tu actitud" hablo, mirándolo de reojo. "Pensé que eras solo otra cara bonita..." no eres el único ",no me veas así. Deje de hacerlo cuando te vi pelear con Clarisse. Hay fuego en ti".

Le sostuvo la mirada, desafiándolo sin palabras. "Sí, bueno, eso pasa cuando la gente sigue dándote razones para pelear"

Castellan inclinó la cabeza, como si lo evaluára. "¿Así que eres de los que no se rinden, eh?"

"Depende. Si me aburro, sí"

Él se rió de nuevo, pero esta vez lo estudió con más atención. "Te pareces demasiado a mí, Malfoy" Draco alzó ambas cejas. ¿Eso era algo bueno o malo?

"¿Eso es un cumplido o una advertencia?"

Él no respondió de inmediato, uuh mala señal.

"Solo digo que… te entiendo"

Por un momento, solo hubo silencio entre ellos. Luego, decidio que sentarse en el tronco junto al chico era buena idea, aunque sin mirarlo aún. "¿Y qué hay de ti, Castellan?" preguntó con voz despreocupada. "¿Siempre caminas por ahí como un villano de película dramática o es un pasatiempo nuevo?"

Rodó los ojos. "No me jodas"

"No puedo evitarlo, es mi naturaleza".

Castellan le sonrió, pero luego esa expresión se desvaneció lentamente. "El campamento no siempre fue así" murmuró. "Solía ser más… un hogar" se quedó en silencio. Aunque...

"¿Qué pasó?"

Él apretó la mandíbula.

"Los dioses" No había odio en su voz. No todavía. Pero si llegó a notar algo peligroso en la forma en que sus dedos se cerraron en un puño. "Lo gracioso" continuó con una risa amarga ", es que todos aquí estamos jodidos de alguna manera, y sin embargo actuamos como si este lugar fuera la gran salvación".

Draco inclinó la cabeza. "¿Quieres hacer una competencia?" Pregunto al final. No era su fuerte consolar personas.

El chico lo miró, sorprendido. "¿Qué?'

Se encogió de hombros. "Competencia de traumas. Tú dices algo jodido sobre tu vida y yo digo algo jodido sobre la mía" y aunque tuvo una buena vida, siempre podía hacer algo para que Castellan se sintiera mejor.

"Eres un maldito raro, Malfoy"

"Gracias. ¿Empiezas tú o yo?"

Dio ub largo suspiro, y apesar de eso luego sonrió de lado. "Bien, si quieres jugar…" Se estiró como si estuviera calentando y luego habló. "Mi madre estaba tan obsesionada con profecías que casi me vuelve loco cuando era niño" auch, golpe bajo. Draco asintió, como si estuviera juzgando el nivel de tragedia.

"Interesante. Bueno, mi madre está muerta".

Castellan parpadeó una vez, dos veces "…Mierda"

Él le sonrió con inocencia. "Te toca".

Negó con la cabeza, sin embargo igual continuó. "Estuve vagando por el mundo desde los nueve años"

"Mi padre apesar de quererme, siento que aveces cree que soy una decepción".

"¿Quieres unirte a mi club?"

"¿Tienen membresía con beneficios?" Le siguió y él se rió suavemente.

"No realmente. Pero hay galletas, muy ricas la verdad"

"Carajo Castellan, ya me tienes a tu total merced" bromeó. El chico se quedó en silencio por un momento, observándolo. Luego sacudió la cabeza.

"No dejes que el campamento te rompa" okey, estp parecía el día de decir cosas raras al azar. Arqueó una ceja, divertido y confundido al mismo tiempo.

"No te preocupes, encanto. Si alguien se rompe aquí, no voy a ser yo"

Castellan lo miró por un largo momento antes de reír suavemente. Draco se apoyó en sus manos y miró el cielo oscuro, las estrellas titilaban sobre ellos, indiferentes a las vidas de los semidioses que estaban atrapados en una guerra silenciosa entre sus propios progenitores...

"¿Te puedo hacer una pregunta?" preguntó el mayor con su tono más serio esta vez.

"Puedes intentarlo. No prometo responder" rodó los ojos, pero luego, su expresión se oscureció.

"¿Tú confías en los dioses?"

Dejó escapar un resoplido. "¿Qué clase de pregunta es esa? ¿Alguien con cerebro lo hace?". No lo malinterpreten, ama a su madre, quien lo visita en sueños y lo ama, sin embargo... a los otros no. Y mucho menos a Ares después de todo lo que pasó Clarisse... y ni hablar de Zeus.

Se le quedó mirándolo, como si estuviera evaluando su respuesta. "No todos los que desconfían de los dioses se atreven a admitirlo"

"Oh, no me malinterpretes. No confío en ellos, pero tampoco soy lo suficientemente estúpido como para ponerme en su contra" no amenos que se metan con mi familia, lo que es mío, termino en su mente.

"¿Y si tuvieras la oportunidad de hacer algo? De cambiarlo todo"

"¿Cambiar qué exactamente?" Preguntó frunciendo el ceño. Castellan se humedeció los labios, como si estuviera eligiendo sus palabras con cuidado.

"Lo que está mal. El sistema, la forma en que nos usan y nos olvidan. ¿No te molesta eso?"

"Me molesta, si" admitió. "Aunque  también sé que nadie que haya intentado hacer algo contra los dioses ha terminado con una vida particularmente larga"

Él se rió sin humor. "Porque nadie ha hecho lo suficiente" giró el rostro para mirarlo con atención. Eso no le sonaba nada lindo.

"Vamos Castellan, ¿cuál es tu punto?"

Él desvió la mirada, como si estuviera dudando en hablar. Notó la forma en que su mandíbula se tensó.

"¿Sabes lo que pasa con los dioses?" continuó con la voz más baja. "Que están tan atrapados en su propia mierda que ni siquiera se dan cuenta de cuánto daño hacen. Creen que porque nos dan un poco de poder, pueden hacer lo que quieran".

Draco no pudo evitar reír. "Estás actuando como si tuviéramos elección" Castellan lo miró de nuevo, su expresión era extraña, como si estuviera buscando algo en él.

"¿Y si la tuviéramos?"

Solto un bufido "¿Nosotros? ¿Semidioses desechables? No me hagas reír"

El chico entrecerró los ojos. "Tienes potencial, Malfoy. Mucho más de lo que crees: hizo una mueca.

"Si esto es un intento raro de reclutamiento para un club de revolucionarios, lo estás haciendo fatal"

Chasqueó la lengua y negó con la cabeza, como si estuviera frustrado. "No entiendes nada"

"No, lo que no entiendo es qué pretendes" aclaró.

Exhaló y miró al suelo. "Solo olvídalo"

Draco lo miró con desconfianza por un momento antes de encogerse de hombros. "Si me preguntas, la idea de derrocar dioses es un poco ridícula. Pero si de verdad quisieras cambiar algo...: Hizo una pausa, pensativo. "No empezarías una guerra"

"¿Y qué harías tú?" Le pregunto confundido, sonrió con arrogancia.

"Yo jugaría mejor el juego"

"¿El juego?"

"Sí. Si los dioses te joden, jódeles de vuelta. No con violencia, no con guerras, si no con algo peor; inteligencia" eso le había enseñado Annie.

Castellan soltó una risa breve. "¿Quieres vencer a los dioses con astucia?"

"Lo hicieron antes, ¿no? ¿Zeus y sus hermanos no destronaron a Cronos usando estrategias y traiciones en lugar de fuerza bruta?" No era el mejor en mitología griega, pero recordaba algunas cosas por la etapa en la que Lavender se obsesiono con eso.

Castellan se quedó callado, como si nunca hubiera pensado en eso. Él solo se encogió de hombros.

"Solo digo que la historia tiende a repetirse. Y los dioses tienen miedo de eso"

Hubo un silencio antes de que el mayor volviera a hablar. "¿Y si alguien quisiera que la historia se repitiera?"

Draco lo miró con curiosidad. "¿Te refieres a alguien como Cronos? ¿En serio?, ¿de verdad alguien querría darle poder a el tipo que básicamente inventó los daddy issues?, ¿ese viejo amargado que no pudo manejar su ego y fue partido en pedacitos? Sí, suena como alguien digno de confianza para mi" Castellan no respondió de inmediato, él que lo había dicho con burla, no notó la forma en que sus dedos se cerraron en un puño. "Eso sería estúpido" continuó. "Cronos no es mejor que los dioses, es la misma mierda, pero con otro nombre. Solo cambiaríamos un dictador por otro"

"¿Así que no crees que sería una buena idea?" Esperen, ¿acaso el chico no había escuchado nada de lo que acababa de decir?

Entonces resopló. "¿Confiar en Cronos? Prefiero besar a un animal"  Castellan sonrió, pero esta vez, su expresión tenía algo más. Algo pensativo, dio un largo suspiró y se pasó una mano por el cabello. "Mira, no soy un héroe y no quiero cargar con el peso del mundo. Pero si en serio quieres cambiar algo, hay formas más inteligentes de hacerlo"

"Eres interesante, Malfoy" Termino por decir él.

"Lo sé" le respondió con una sonrisita.

"Llámame Luke" dijo de repente.

"Entonces tu llámame Draco"

Luke respiró hondo, como si estuviera liberando algo que había estado atrapado dentro de él. "¿Sabes?" Hablo mirándolo de reojo. "Por alguna razón, creo que tú podrías cambiar muchas cosas aquí".

Draco sonrió con diversión. "¿Por qué? ¿Porque puedo romper profecías o porque soy increíblemente guapo?" Bromeó.

Luke sonrió. "Ambas".

Y sin saberlo, esa noche fue el inicio de algo que cambiaría todo.

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