
Chapter 1
Lucius estaba viviendo su vida al máximo.
Si, puede que esté a punto de casarse con su mejor amiga por conveniencia de ambas familias. Si, puede que tengan una desastrosa e incomoda luna de miel después. Y si, su destino ya está totalmente fijado por sus padres sin consultarle antes.
Pero ¿Saben qué? A él no le importa.
Ya no más.
No desde que la conoció a ella.
Sabía que si el mundo se enteraba podría arruinar el nombre de toda su familia. Sabía que estaba mal. Sabía que estaba jugando con fuego, pero ¿Qué podía hacer cuando ya había ardido por completo?
Ama a Narcissa como familia, una hermana, ¿pero amor, de ese romántico? No, jamás y no era que le faltaba belleza, solo... simplemente no pasó. Él de igual forma sería buen esposo y buen padre, le daría a Cissy todo lo que quiera y se quedaría con ella siempre que lo necesite. Ya que, apesar de todo lo que está pasando en el mundo Mágico, antes de todo era un hombre de bien, y el mejor amigo de esa mujer.
Así que no estaba en sus planes conocer a Afrodita, la mujer lo enamoró sin emitir palabra. Y él no era un creyente de esas tontas novelas y comedias románticas muggles, pero en ese minimo instante, en el cual sus miradas chocaron, pudo sentir latir su corazón más fuerte que nunca.
Y ahí lo supo, necesitaba conocer a esa mujer.
Necesitaba conocer a la dueña eterna de su corazón de ahora en adelante.
La oportunidad perfecta apareció con una tétrica reunión de Sangre pura a la que fue -otra vez- obligado a ir en la parte Mágica de Estados Unidos. En está, llena de viejos Lord's y chismosas Lady's. Afrodita se destacaba de todas.
La mayoría de gente en esas reuniones eran hipócritas, personas que no durarían ni un momento en clavarle un Cruciatus por detrás si eso significaba más estatus o poder. Eran falsos, porque eso era el mundo de los Sangre pura, solamente apariencias. Entonces, en medio de todas esas escorias de la sociedad estaba Afrodita, que se notaba a leguas lo pura, lo leal, lo autentica que era como persona.
Era perfecta.
En realidad, esa palabra le quedaba corto.
Afrodita tenía el cabello largo y ondulado hasta la cintura, en un rubio dorado que deslumbraba en toda la habitación. Su piel era tan blanca como la de él y sin ninguna imperfección visible, sus manos, pestañas, boca, todo de ella era tan delicado como una flor. Y mientras pasaba por la pista de baile pudo apreciar sus ojos, unos grises que prometían demasiado como para ser reales, unos ojos grises de los que quedó hipnotizado. Unos ojos grises que jamás podrá olvidar.
Así que como buen Malfoy que era, la invito a bailar. Y por Merlín... hasta eso lo hacía genial. Mientras se balanceaba de un lado a otro con total elegancia le pregunto su nombre, ella al principio no quiso decirle, pero un poco de insistencia le dijo que se llamaba Afrodita, como la Diosa del amor y la belleza.
Eso lo dejo aun más cautivado.
Le pidió si podían volverse a ver, y ella acepto. Los días de citas breves se convirtieron en meses de pareja en secreto, ya había arreglado con Narcissa el asunto y ella no tenía problema si es que no se había publico. Entonces ahí, en ese momento donde la mujer de sus sueños acepto tener una noche de pasión con él, fue que empezó a vivir, a sentir de verdad.
Sin embargo, siempre estaba esa sensación, de que ocultaba algo más, de que ella era algo más. Sus comentarios siempre algo melancólicos de cómo los seres humanos eran tan efímeros, como si tuviera miles de años ya, apesar de tener solamente veintiuno. También estaba la forma en la que, con sólo hacer un solo gesto, como un leve pestañeo de pestañas o con tan solo hablar podia tener a todos en la habitación a su total merced. O como aveces parecía tan irreal con tan solo darle un destello de luz en su cara o cabello, como siempre lograba lucir impecable.
Todo eso era muy raro por si solo, pero decidió ignorarlo. No era su problema y seria hipocrita decirle que dejara de hacerlo, cuando muchas de esas cosas lo habian cautivado a él tambien. Aunque, algunos meses después, poco a poco Afrodita se fue distanciando de él, pero no entendía el porqué, ¿había hecho algo mal? ¿Todo eso era solo un juego? ¿Alguien más se habia enterado? ¿Se enamoró de otra persona? ¿Acaso se había cansado de él? ¿Tenía que irse sin dar explicaciones?
Todas sus preguntas recibieron respuesta un cinco de junio, cuando una canasta con un bebé dentro y una carta llegó a las puertas de la Mansión.
¿Qué significaba todo esto?
Agarro al bebé y se puso a leer la carta mientras le pedía a un elfo cualquiera que llamara a su esposa.
...
Mi querido Lucius,
Sé que estás confundido y lleno de preguntas. Esa misma incertidumbre que hace que los mortales sean tan fascinantes y, al mismo tiempo, tan vulnerables. Antes de que te pierdas en tus pensamientos, permíteme explicarte algo que jamás planeé revelarte.
No soy la mujer que creías conocer. Mi nombre, mi verdadero nombre, no es solo Afrodita como un simple apodo. Soy Afrodita, la diosa del amor, la belleza y todo lo que hace que este mundo sea digno de ser vivido. He existido por siglos, inspirando poemas, guerras y los suspiros de corazones que no saben qué hacer con tanto anhelo. Cuando nos encontramos, no planeaba que nuestras vidas se entrelazaran de esta forma, pero hay algo en ti que no pude ignorar.
Y ahora, ese "algo" nos ha dado un regalo inesperado: nuestro hijo. Draco, como he decidido llamarlo, es mucho más que un simple mortal. Él es un semidiós, con la sangre de los dioses corriendo por sus venas. Posee no solo tu elegancia y fuerza, sino también mi gracia y poder. Será amado, envidiado y, sí, también perseguido por lo que es.
Un hijo prohibido.
No me alejo de él por falta de amor. Lo que siento por ti y por él es eterno, pero mi mundo no es un lugar seguro para un niño como él. Mi presencia solo pondría su vida en peligro, y mi deber como madre es protegerlo, incluso si eso significa mantenerme lejos.
Te confío su cuidado porque sé que, a pesar de las sombras que rodean tu vida, eres un hombre noble, un padre digno. Enséñale a ser fuerte, Lucius, pero no dejes que olvide que la verdadera fuerza proviene del amor y la compasión.
Cuando llegue el momento, él sabrá la verdad sobre quién es y lo que puede lograr. Hasta entonces, guíalo, ámalo y protégelo como solo tú puedes hacerlo.
Con eterna devoción,
Afrodita
....
¿Qué era lo que acababa de leer? No sabía cómo sentirse... ¿traicionado, tal vez? ¿O debería de estar feliz por qué su amor por Afrodita era real y correspondido? ¿Y si solo es una mentira sin gracia?... no, Afrodita siempre tuvo un algo irreal rodeandola, muchas cosas cuadraban si las pensaba bien, ahora con la nueva información... sé dio cuenta de que fue muy estúpido de no sospecharon antes. Aunque no pueden culparlo, ¿cómo lo habría imaginado?
"¿Qué sucede, Lucius? ¿Y qué es...? Ooh" Narcissa hablo entrando a la habitación. "Creo que debes explicar esto, Lucius" Finalizó inspeccionando mejor al bebé. Él solo le tendió la carta, mientras seguía en un estado de shock.
¿Qué, qué significaba todo esto? ¿Era padre ahora? Si, obvio que lo era... ¿Afrodita una diosa de verdad? ¿Su hijo un Semidiós? ¿Eso lo convertía en mestizo? ...
Padre
Esa palabra debería hacerlo sentir algo... orgullo, tal vez. Pero, ¿cómo puedo serlo si ni siquiera sabía que esto era posible? ¿Cómo pudo Afrodita... cómo pudo la mujer que le juró amor dejarlo en la ignorancia? Y, sin embargo, ¿qué derecho tenia al cuestionarla, cuando sabe que nunca fue su igual?
Narcissa levantó una ceja y soltó un leve suspiro. "Bueno, Lucius, si querías un hijo con ojos grises perfectos, bastaba con pedírmelo, no con involucrarte con una diosa" Luego, silbo mientras se acercaba al bebé, añadiendo. "Aunque, debo admitir, esto explica mucho. Su belleza casi duele a la vista. Es como verte a ti... pero soportable" dejó la carta a un lado y tomó al bebé en sus brazos. Observó sus ojos grises, tan parecidos a los de ella y toda su familia, pero con algo más profundo, algo imposible de definir.
"Bueno," murmuró, "si este niño va a ser el próximo escándalo de la familia Malfoy, al menos es un escándalo adorable."
Lucius se obligó a salir de su trance y se acercó. Observó al bebé con una mezcla de miedo y admiración.
"Draco," susurró, probando el nombre en voz baja. "Afrodita lo llamó Draco."
"Draco Malfoy," le respondió la mujer con un leve tono de burla, "un nombre tan dramático como el hombre que lo engendró. Es perfecto" su esposa le tendió al bebé, a su hijo para que lo tomara en brazos, y él con algo de duda lo acepto. Lucius extendió los brazos con cautela, como si el niño fuera a desmoronarse con el más leve contacto. Narcissa le pasó al bebé con una sonrisa tenue, más cálida de lo que él esperaba, como si entendiera exactamente el torbellino en su interior.
El bebé era una combinación perfecta entre ambos. Tenía el cabello algo largo y ondulado como su madre, pero el siempre impecable tono rubio platino que caracterizaba a los Malfoy, era pequeño; y su piel suave de tono porcelana sin imperfecciones, sostenerlo en sus brazos era como sostener a una nube, el peso del niño era sorprendentemente ligero, como si no perteneciera del todo a este mundo, pero su calor en la piel era real, inconfundible; todo lo contrario a la frialdad que él llevaba consigo. Y justo en ese momento, cuando abrió los ojos, tan grises, inmensos y bellos como los de su madre, con un brillo casi raspando lo sobrenatural y el aura que emitia, que le pedia protegerlo, cuidarlo; y amarlo con todo su ser, un eco directo de lo que Afrodita le hacia a los demás. En ese instante supo que se había enamorado del bebé, no como con Afrodita, sino algo más paternal, familiar. Él daría todo por Draco. Su fortuna, su linaje, su vida. Todo por él.
Narcissa se acercó detrás de él, poniendose juntos admirando la belleza de su hijo. Era perfecto. Una perfección que le resultaba casi insoportable. ¿Cómo podía algo tan pequeño, tan vulnerable, llevar la sangre de los dioses y, al mismo tiempo, la mancha de su linaje?
"Draco" susurró, probando el nombre como si fuera un conjuro. "Draco Malfoy."
Narcissa, a su lado, soltó una risa suave, como si esa gravedad que él sentía fuera un drama que sólo él podía crear. "Por Merlín, Lucius, no lo hagas sonar tan amenazante, es un bebé, no un nuevo heredero oscuro"
Él giró la cabeza hacia ella, arqueando una ceja. "No lo entiendes, Cissy. Él... él es diferente."
"Claro que lo es. Su madre es una diosa, ¿recuerdas?" replicó con su habitual sarcasmo. Pero luego su expresión se suavizó, y tocó ligeramente el cabello del niño, que brillaba bajo la luz como un hilo de plata pura. "Aunque debo admitir, incluso entre los Malfoy, esta belleza es... desconcertante."
"Cissy, yo... yo te amo como la hermana que eres para mí, y como tu esposo y amigo no quiero que hablen mal de ti en nuestro círculo. Esto no es lo que prometi cuando aceptaste casarte conmigo. Si... si tu quieres la anulación de nuestro matrimonio yo no dudaré en dártela. Si te alejas ahora, nadie se atrevera a juzgarte" le dijo a su fiel confidente, ella solo negó con la cabeza.
"Lucius, sabes que lo que yo siempre he querido es una familia, y contigo y el pequeño Draco la tendré, además no te voy a dejar solo en esto. Somos un equipo, ¿recuerdas?" Pregunto decidida. "Además, el pequeño ya robo mi corazón, ¿cómo podría alejarme de semejante preciosura?" Río sosteniendo a Draco.
Lucius solo rió, ¿como se habia atrevido a siquiera pensar que su mejor amiga lo abandonaria? La locura Black estaba en sus genes. "¿Cómo puedo recompensará esto, Cissy?" Le devolvió la pregunta con sinceridad. La mujer pareció pensárselo un rato, hasta que una idea llegó a su cabeza.
"Bueno... apesar de no ser mi hijo de sangre, ¿tal vez, yo podría ponerle su segundo nombre?"
"Me parece una gran idea, así estará nombrado por las dos mujeres que más he amado en mi vida" respondió con solemnidad.
"Entonces, se llamará Draco Orion Malfoy".
Antes de que pueda responder, ambos se sorprendieron por el estruendo que resonó detrás de ellos, se giraron con varita en mano hacia donde provenía aquel ruido.
Una mujer apareció en el umbral, no se molestó en anunciarse. No era necesario. Había algo en su presencia que hablaba más alto que cualquier saludo; el aire se volvió denso, cargado de una energía que hacía que la piel hormigueara. Era alta y delgada, con un cabello negro que caía como un manto hasta su espalda baja. Sus ojos brillaban con un tono indescifrable, como si contuvieran todos los secretos de las estrellas. Vestía de negro, pero la tela parecía cambiar bajo la luz, mostrando patrones de runas que Lucius no pudo entender, y eso lo inquietó.
"Bueno, no tengo mucho tiempo y no deberia estar aquí, entonces las presentaciones seran rápidas. Soy Hecate, su Diosa de la Magia y no son necesario sus nombres, ya los sé" hablo la mujer, supuesta diosa Hecate. Con su voz apenas un susurro, pero lo suficientemente fuerte como para romper el silencio sepulcral que había caído sobre ellos. Camino a paso lento, hacercandose mientras continuaba hablando. "Tienen que irse, solo vine para ver a este... niño, es muy especial. Su aroma ya está atrayendo a las sombras. No me corresponde protegerlos; ese es su deber. Pero escuchen mis palabras: el peligro vendrá de donde menos lo esperen. Y cuando llegue, no duden en correr hacia lo mundano, pues allí hallarán su única salvación" no entendio el mensaje entre líneas y Hecate pareció notarlo. "Les recomiendo que se vayan a Estados Unidos, más en específico a la parte no-mag".
"¿'No mag'?" Preguntó Narcissa, temblando un poco pero siempre con él mentón en alto.
"Personas sin magia, muggles o como le dirán aqui" explico la Diosa. "Su aroma es fuerte, seguro que los monstruos no tardan en llegar, así que sí. Vayan con los muggles"
A Lucius le repugnaba la idea siquiera considerar una sugerencia tan absurda. ¿Muggles? ¿Él? ¿Acaso Hecate esperaba que se convirtiera en un vulgar campesino que cultivaba sus propios rábanos? Pero entonces, un movimiento apenas perceptible de Narcissa lo sacó de sus pensamientos: ella estaba aterrada, sosteniendo a su hijo contra su pecho como si fuera el único ancla en un mar de incertidumbre, entendió que no tenían elección. Hecate tenía razón y lo sabia, además seguro que no era buena idea desobedecer a una diosa. Su familia estaba primero, incluso antes que su orgullo, incluso antes de su linaje; incluso ante todo.
Entonces cuando con sólo un chasquido de dedos la mujer desapareció. Decidió poner todo en marcha; le ordenó a los elfos domésticos que fueran rápido a preparar sus cosas para irse , saco todo el dinero que pudo de lo que habia en las cajas fuertes que habian en la Mansión y le mando un mensaje directo al Ministerio para que cuando ellos lleguen, ya tengan listos un traslador hacia Estados Unidos. Narcissa estaba de acuerdo con él, y cuando noto que sus defensas estaban siendo afectadas por un ser alado al que no reconoció fue el momento de irse
Iba a extrañar su hogar, con todos sus lujos y cosas que paso junto a Narcissa, iba a extrañar el lugar en donde se crío, en donde conoció a su esposa y tuvo su primera vez. La Mansión significaba mucho para él, sin embargo, su prioridad ahora era su hijo. 'Su hijo' pensó con una sonrisa en el rostro, que bien sonaban esas palabras.
Con polvos flu los tres cada uno con su maleta -al bebé ya le comprarían cosas alla- se dirigieron directo al ala este, donde estaban el Edificio Para Transportes Repentinos, firmaron un par de cosas y antes de tomar el traslador, se digno a mirar a su esposa.
"¿Estás segura de esto, Cissy?" Pregunto.
No solo dejaban sus vidas como sangre puras, sino como Mortífagos, yendose estaban traicionandolos y más al irse con los muggles. Esa era su decisión, por su hijo. Pero ella era una mujer libre, podía elegir quedarse y hacer como si él la hubiera abandonado, podría salir bien parada de esto. Al irse, estaba declarandose como un objetivo al matar y no quería que ella se sintiera presionada a esto.
"Por supuesto, somos un equipo, Lucius" Finalizó con una determinación digna de los Black.
Entonces, eso hicieron.
Lucius miró por última vez a la ciudad que lo había visto crecer. El Londres mágico, con sus edificios antiguos y su aire de nobleza decadente, parecía tan inmenso como siempre, pero por primera vez se sintió pequeño, insignificante. Su lugar en el mundo ya no estaba allí; lo llevaba en brazos.
El traslador, un simple reloj de bolsillo encantado, empezó a brillar con una luz azulada. Junto a Cissy y el pequeño Draco se aferraron al objeto, y con un giro brusco, sintieron el familiar tirón en el estómago. En cuestión de segundos, se encontraron en un bosque al norte de Nueva York, lejos de cualquier rastro de magia.
El lugar era tranquilo, con el sonido de los pájaros y el susurro de las hojas llenando el aire. Narcissa observó el entorno con cierto desdén, mientras que él aún sosteniendo a Draco, trataba de encontrar alguna señal de civilización.
"Bien" murmuró la mujer ajustándose la capa para evitar que tocara el suelo. "Supongo que aquí es donde empezamos de nuevo. Nunca pensé que un Malfoy pisaría tierra de muggles por voluntad propia"
Lucius asintió, su mirada fija en el bebé que dormía plácidamente en sus brazos. "Tampoco yo, Cissy. Pero por él... lo haría mil veces".
Narcissa esbozó una sonrisa y tocó suavemente el cabello del niño. "Entonces, será mejor que aprendamos a adaptarnos, todo esto es un nuevo país, una nueva vida, y espero, Lucius, que no planees andar con esas túnicas por aquí. Tenemos que encajar" se burlo de él. Por eso era su mejor amiga.
Hizo una mueca, pero sabía que tenía razón. Si iban a proteger a Draco, tendrían que dejar atrás más que sus hogares y costumbres; tendrían que convertirse en algo completamente diferente. Tenían que parecer muggles.
Si alguien alguna vez antes se le hubiera ocurrido decir que en el futuro tendría un hijo fuera del matrimonio y se iría al mundo muggle por voluntad propia, lo habría mandado directo a Azkaban. Pero mírenlo aquí, justo en esa situación.
Ahora comenzaba una nueva era. Una donde el linaje, el poder y la riqueza importaban menos que el amor y la supervivencia. Una donde, por primera vez en su vida, Lucius Malfoy no dictaba el destino, sino que lo seguía, guiado por el pequeño ser que ahora era su mundo.
"Draco" susurró nuevamente, como una promesa. "No importa dónde estemos, siempre serás un Malfoy. Y haré lo que sea necesario para que nunca olvides quién eres".
Narcissa lo miró y asintió, su habitual ironía reemplazada por una determinación férrea. "Y quién serás" añadió con suavidad.
Con el sol ocultándose tras las montañas, Lucius tomó a Narcissa del brazo, y juntos, con Draco en medio de ambos, empezaron a caminar hacia un nuevo horizonte.
Pero antes de terminar, solo quiere decir algo más:
Los estadounidenses son un asco.
...
A la mañana siguiente, en el Profeta salio una noticia que impacto a toda la comunidad mágica de Inglaterra.
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¡ESCÁNDALO! LOS MALFOY DESAPARECEN SIN DEJAR RASTRO
Por Rita Skeeter
La familia Malfoy, una de las más antiguas y prestigiosas del mundo mágico británico, ha desaparecido de manera repentina y sin dejar rastro. Fuentes cercanas al Ministerio de Magia han confirmado que Lucius Malfoy y su esposa Narcissa no han sido vistos en días, lo que ha provocado una ola de especulación dentro de la comunidad.
Se desconoce el motivo de su desaparición, pero rumores apuntan a que el matrimonio pudo haber huido debido a investigaciones pendientes por su participación en la reciente guerra mágica, o un supuesto niño fuera del matrimonio -esto dicho por vecinos anónimos de la pareja-. A pesar de su aparente cooperación con el Ministerio tras la caída de Aquel-que-no-debe-ser-nombrado, hay quienes dudaban de su verdadera lealtad.
"Lucius siempre ha sabido cómo escabullirse de los problemas, pero esta vez parece que ha tomado medidas drásticas", declaró un ex compañero del Wizengamot que prefirió permanecer en el anonimato.
Algunos vecinos de la Mansión Malfoy en Wiltshire reportaron haber escuchado ruidos extraños la noche de su desaparición, lo que ha llevado a la teoría de que no huyeron, sino que fueron víctimas de un ataque. ¿Un ajuste de cuentas? ¿Un secuestro? ¿O algo aún más oscuro?
El Ministerio de Magia ha abierto una investigación formal, pero hasta el momento no han revelado información sobre su paradero. Mientras tanto, el mundo mágico se pregunta: ¿Dónde están los Malfoy? ¿Y qué -o quién- los hizo desaparecer?
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