Leyendo Harry Potter con Muggles

Harry Potter - J. K. Rowling
G
Leyendo Harry Potter con Muggles
Summary
La idea de muggles involucrándose en el mundo mágico es extraña, incómoda, y curiosa. La idea de alguien leyendo la historia del niño que vivió era de locos. Pero la idea de muggles leyendo la historia del niño que vivió era casi desquiciada. Y es exactamente lo que pasó.
Note
Esta historia ya había sido publicada en Wattpad y Fanfiction.net, pero desde hace tiempo que quería publicarla aquí, espero les guste.
All Chapters Forward

Están vivos

Harry caminó hacia sus padres sintiendo como si su corazón estuviera bailando claqué con desesperación sobre su estómago. No sabía cómo debía acercarse, qué debía decirles, cómo debía actuar o, lo que lo aterraba mucho más, cómo reaccionarían ante su presencia.  

El hecho de tener a sus padres ahí incluso aplacaba su sorpresa ante la idea de volver a ver a sus antiguos maestros y compañeros muggles, incluida la versión pequeña de sí mismo. En su cabeza, ver gente muerta era más sorprendente que un viaje en el tiempo. Se encontró pensando en las reglas de los giratiempos, que Hermione le había explicado años atrás. ¿No estaban rompiendo como un trillón de normas entrando en contacto con gente de dos años diferentes? No es que le preocupara romper normas, pero Hermione se volvería loca cuando comenzara a analizar los detalles y a averiguar en sus libros todo lo que involucraba este extraño plan. 

Había llegado frente a sus padres, y el miedo comenzó a remitir. No tenía por qué estar nervioso, él sabía qué tipo de personas eran y ahora tenía la oportunidad de conocerlos por sí mismo. Solo debía darse el tiempo y generar la paciencia para escuchar todo lo que pudieran decir. Ya le había quedado claro que no eran las personas perfectas que alguna vez había idealizado. Su padre era un tanto arrogante, con tendencia a ser algo pretencioso, y su madre era bastante inclinada a regañar y criticar antes que escuchar, como Sirius y Remus habrían comentado alguna vez en medio de una historia sobre sus vagabundeos adolescentes.  

Pero aun así Harry podía sentir la emoción de ver esos detalles por sí mismo, y decidir por su cuenta qué podía opinar de ellos. Alzó la vista cuando tuvo que pasar junto a sus tíos, y, en un gran contraste a lo que haría su versión pequeña, solo les dio una mirada divertida, ya que lo veían como si fuera su peor pesadilla hecha realidad (y probablemente así era), mientras Dudley le daba una mirada extraña, casi comprensiva. ¿Qué demonios le habían hecho los dementores? 

Siguió caminando hasta donde sus padres estaban hablando con su versión pasada. James I parecía estar contando un chiste mientras Lily I le daba una sonrisa cariñosa, con Harry mirando en suelo mientras reía en silencio. La vista llenó su pecho de añoranza, preguntándose si así debería haber sido su infancia. Con su padre haciéndolo reír y su madre con una sonrisa mitad exasperada, mitad cariños ante las tonterías de su esposo y su hijo. Era un sueño precioso. Pero falso. 

—Hola —dijo Harry algo vacilante. James I y Lily I se dieron la vuelta y Harry alzó la mirada hasta su rostro, y por primera vez entendió por qué los gemelos insistían en que él había sido muy bajito a esa edad. Le sacaba varias cabezas a su versión pasada. 

—Hola, Harry —saludó Lily I encantada —. ¿Todo bien? 

Harry le dio una larga mirada, manteniendo su rostro tan inexpresivo como pudo antes de asentir. 

—Perfectamente —aseguró antes de mirar a su versión de diez años con abierta curiosidad —. Esto es muy raro. 

—De locos —concordó James I con una sonrisa divertida, sin saber qué decir, por lo que fue por la opción obvia y segura —. ¿Gryffindor entonces? 

Harry tocó levemente su corbata y asintió. Definitivamente no tenía idea de qué hacer. Puso sus manos en los bolsillos delanteros de su pantalón con nerviosismo. Y un único pensamiento, el único terreno seguro sobre el que podía preguntar y hablar con libertad sin comprometer sus emociones, llegó a su mente de pronto. 

—Me han dicho que jugabas Quidditch —dijo a James I con una leve sonrisa —. Buscador principal y cazador suplente. 

—Te han informado bien —James I se vio notablemente emocionado porque supiera eso y Lily I suspiró, aunque no ocultó su sonrisa. ¿Qué demonios tenían los Potter con el Quidditch? —. En el 2021 dijeron que eras buscador. 

—Sí, lo soy —Harry se relajó. El Quidditch rompiendo tensiones desde épocas inmemorables —. Soy el capitán del equipo de hecho. 

—¿Qué tal la copa? —preguntó James I guiñándole un ojo a una exasperada Lily I y un confundido Harry —. ¿Ganamos? 

—Por supuesto que lo hicimos —sonrió Harry con orgullo —. Fue una temporada casi perfecta. 

—Debió de ser con un Potter como capitán —dijo James I con una sonrisa idéntica a la de Harry antes de mirar al niño junto a él —. ¿Sabes qué es el Quidditch? 

—No —respondió Harry mirando a su versión futura que a su vez miraba su ropa con un leve rastro de confusión. Claramente no recordaba haber tenido ropa de su talla a esa edad. 

—Lo había olvidado —dijo Harry sacudiendo un poco su cabeza, de seguro era cosa de los que los habían traído en primer lugar —. A veces todo es tan normal para mi que olvido que en algún momento no tenía idea de la magia. 

—Podemos culpar a mi querida hermana por eso —dijo Lily I con molestia, antes de suavizarse y mirar a Harry con atención —. ¿Qué tal tus clases? Según este pequeño en la escuela muggle tienes un rendimiento regular, ¿qué tal en Hogwarts? 

—Por Merlín, Lily, suena como si fueras a torturar al chico si no obtiene al menos un aceptable —rio James I poniendo una mano en el hombro de Harry y dándole una mirada intencionada a él y a Harry —. No todo en la vida es una buena calificación, hijos, deben aprender a divertirse. 

—Pero también deben ser responsables —bufó Lily I cruzada de brazos, aunque Harry (que sentía podría mirar a sus padres durante años sin cansarse) vio una leve sonrisa luchando por aparecer en la comisura de sus labios —. Se puede balancear estudios y diversión. 

—Por supuesto —asintió Harry pasándose la mano por el pelo. Los ojos de Lily I siguieron su movimiento con sorpresa, era exactamente el mismo movimiento que hacía James I cada dos por tres —. No soy el mejor de la clase, pero estoy lejos de ser el peor. Mejor que la media podría decirse. 

—¿Cuál es tu asignatura favorita? —preguntó James I con curiosidad. A Harry le gustaba Inglés, Geografía y Matemáticas, pero si Harry se parecía en algo a él, Runas Antiguas y Aritmancia (que según Lily podía ser comparado con dos de esas materias) no serían su primera opción de asignaturas. 

—Defensa Contra Las Artes Oscuras —dijo Harry con una ligera mueca, ese año había sido el más interesante en temario y Snape estaba decidido a arruinarlo. 

—Defensa —silbó James I impresionado —. Apuesta difícil.  

—¿Eres bueno? —preguntó Lily I contenta de que le gustara una asignatura tan interesante —. ¿Qué tal tu TIMO? 

—Obtuve un Extraordinario —aseguró Harry sin contener su sonrisa de orgullo. 

—Increíble —sonrió James I emocionado —. Yo obtuve un Supera Las Expectativas porque creo me equivoqué al describir el movimiento un hechizo en la prueba teórica. 

Harry sonrió con aún más entusiasmo ante la idea que corrió por su mente de pronto, ¡podría saber también las asignaturas que sus padres habían tomado! Sirius (se esforzó por ignorar la punzada de dolor que sintió en su pecho) alguna vez había mencionado que él había tomado Estudios Muggles, pero no sabía si había sido lo mismo para su padre.  

Recordó entonces lo molesto que era para él no comprender las conversaciones, así que miró a su muy confundida versión de diez años y le explicó. 

—Defensa Contra las Artes Oscuras es una de las asignaturas obligatorias en Hogwarts. Y un TIMO es el Título Indispensable de Magia Ordinaria. Los damos en nuestro quinto año, por lo que yo los tuve el año pasado.  

Lily I sonrió al ver la mirada atenta de Harry y se unió a la explicación. 

—Para aprobar debes tener un Aceptable, un Supera Las Expectativas o un Extraordinario, que es la nota más alta. Y si obtienes cierta calificación puedes pasar al nivel EXTASIS. Exámenes Terribles de Alta Sabiduría e Invocaciones Secretas. Se rinden en el último año en Hogwarts. 

—¿Qué harás al salir de la escuela? —preguntó James I a Harry con curiosidad —. Yo me estoy preparando para ser auror. 

—¿Estás en la Academia de Aurores? —preguntó Harry con sorpresa y emoción —. ¡Yo planeo ser auror! 

James I sonrió con gran alegría. Estos temas de conversación seguros estaban haciendo que sus temores se relajaran. Harry era realmente genial. E intercambiando una mirada con Lily I, descubrió que pensaban lo mismo respecto a lo que ambos Harry’s necesitaban. 

Mientras Harry necesitaba contención, comprensión y cariño, Harry necesitaba respuestas, explicaciones y apoyo en sus ideas. Un marcado contraste entre el niño de diez y el joven de dieciséis, pero James I y Lily I se esforzarían para satisfacerlos a ambos, porque, cada uno a su manera, los necesitaban con ferocidad en ese momento aún si para ellos el ser padres solo era un sueño que venía en conjunto con la ilusión de su matrimonio aún no concretado. 

—Un auror es como una versión de la policía en el mundo muggle —explicó Harry a su versión pasada que asintió sorprendido, la verdad nunca se había planteado seriamente alguna vez ser policía. 

Cerca de ellos, alguien se aclaró la garganta atrayendo su atención. Harry se cohibió un poco cuando vio a los señores Miller, mientras que Harry los miró con confusión, tratando de poner nombre a sus rostros familiares hasta que lo consiguió. 

—Director Miller, profesora Miller —saludó con una leve sonrisa, no tenía casi ningún recuerdo de sus antiguos maestros (ni siquiera recordaba a quién le había puesto el pelo azul), por lo que no sabía bien cómo reaccionar. Sobre todo, considerando que iban a leer su vida en su nueva y mejor escuela. 

—Hola, Harry —saludó el director igual de nervioso —. Solo queríamos saludarte. Sé que no debes recordarnos teniendo toda esta maravillosa escuela, pero siempre es bueno para nosotros ver a nuestros alumnos una vez han crecido. 

Harry asintió y agradeció con algo de incomodidad. Había batallado por dejar su vida como muggle con los Dursley atrás cada vez que ponía un pie en un lugar mágico, y ahora de pronto sentía como si estuvieran invadiéndolo. Con sus tíos, su primo (en dos versiones), sus antiguos compañeros, que alguna vez lo habían apartado y maltratado peor de lo que lo habían hecho en Hogwarts aquellas horribles veces; los padres de estos compañeros, que siempre criticaban a las familias irresponsables, pero hacían la vista gorda cuando se trataba de los Dursley y su extraño y distante sobrino. Y los maestros. Los maestros nunca habían hecho nada contra él, pero sí que recordaba que tampoco habían sido gran ayuda o consuelo en su tiempo con ellos.  

Nunca había preguntado por qué un día llegaba con un hematoma en la muñeca o en el brazo, la cara o las piernas, nunca cuestionaban cuando faltaba mucho a la escuela, nunca preguntaban por qué cuando se enfermaba no era tratado hasta que la fiebre era tan alta que se desmayaba en pleno salón de clases o en el recreo, nunca se preguntaban por qué su desempeño en las clases era perfecto, pero sus calificaciones eran siempre solo lo suficiente para aprobar, nunca cuestionaban por qué Dudley estrenaba ropa nueva casi todas las semanas mientras el pobre Harry Potter apenas podía caminar con lo grande que eran sus zapatos y pantalones, y tampoco hacían nada cuando veían a Harry adolorido porque Dudley lo había golpeado hasta que sentía que no podía dar un solo paso más.  

Nunca preguntaban nada, y, con el tiempo, Harry dejó de esperar que lo hicieran. Dejó de esperar que alguien se preocupara por él y definitivamente dejó de pedirles ayuda diciéndoles que no quería salir al recreo porque Dudley lo intimidaba. Simplemente dejó de creer en los adultos, y, casi a la seguidilla, dejó de creer en la gente. 

Hasta que llegaron Ron y Hermione, y más tarde el resto de los Weasley, Sirius y Remus, incluso Neville y Luna. Ellos se colaron bajo sus defensas hasta que ya no le quedó de otra que aceptar que ellos sí se preocupaban por él, que ellos sí preguntaban, y que ellos sí notaban cuando algo iba mal. Y no le quedó otra que creer en ellos, porque ellos creían en él tanto como se preocupaban. 

—Bueno —dijo James I rompiendo el silencio incómodo que se había formado —. Señores Miller, ¿cómo es una escuela muggle? Tengo curiosidad, nunca he ido a una. 

—Eh —el señor Miller lo miró como pensando en qué decir. ¿James I había sido educado en casa? —. La verdad no sabría por dónde empezar, ¿qué tal si hace las preguntas y nosotros respondemos? Tal vez ambos Harry puedan ayudar. 

Ante la perspectiva de hablar más con su padre, Harry asintió con rapidez, siendo seguido por un Harry un poco más reticente. 

—¿Cuántas casas tienen? —preguntó James I dándole una sonrisa emocionada a Lily I, que sonrió a su vez, divertida al imaginar la reacción de su futuro esposo cuando dijeran que no usaban casas. 

—Ellos no usan ese sistema —respondió Harry, pues los señores Miller y Harry estaban confundidos con la pregunta —. En las escuelas muggles si hay muchos estudiantes para un cupo limitado solo los dividen al azar en grupos a los que se asigna una letra. 

—¿En serio? —dijo James I con sorpresa —. ¿Sin Ceremonia de Clasificación, ni Sombrero Seleccionador? 

—No —negó Harry muy sonriente —. Solo al azar. 

Lily I vio las miradas confundidas de Harry y los Miller, por lo que decidió explicarles un poco. 

—En Hogwarts se dividen a los alumnos en cuatro casas el mismo día que llegan —explicó antes de señalar la corbata de Harry —. Las casas se convierten en una especie de familia para nosotros en nuestros siete años de escuela. Como pueden ver, Harry tiene el rojo y el dorado en el uniforme, por lo que pertenece a Gryffindor. 

—¡Donde habitan los valientes! —exclamó James I con entusiasmo fingiendo que empuñaba una espada, haciendo reír a Harry y sacándole la primera sonrisa real de diversión a Harry —. Toda mi familia ha estado en Gryffindor, y Lily también. Y parece que eso sigue en el futuro. 

Honestamente, ¿qué genera más escándalo en la familia? ¿Un Potter en Slytherin o un Malfoy en Gryffindor? Solo de imaginar la reacción de Lucius, Narcissa, Draco y Astoria al enterarse que Scorpius es un Gryffindor (¡un Gryffindor!) me hace llorar de risa, mientras que, en el caso de los Potter y los Weasley, solo imagino chistes y bromas sobre otro de ellos con las serpientes (Molly es Slytherin aquí, siempre pensé que la ambición de Percy era digna de esa casa, y me parece interesante poner a su hija ahí, de modo que el factor sorpresa “Potter/Weasley en Slytherin” llegó con ella y ya no tiene gracia una reacción repetida). Imaginen a Narcissa, con su estirado carácter y mente cerrada, dándose cuenta que su hijo y su esposa (no muy de su agrado) criaron al Sirius Black de los Malfoy, amigo de los Potter y Weasley y abiertamente simpatizante con los muggles y sus creencias y tradiciones. 

—¿Usan un sistema de legados para clasificar? —preguntó la señora Miller curiosa. 

—¿Qué? —James I volvía a parecer confundido. 

—Una cosa muggle —desestimó Harry con indiferencia antes de responder a la mujer —. Es más complicado que el sistema de legados, pero a veces pasa. Se usa un método mágico en realidad, un sombrero encantado decide cuáles aspectos de nuestra personalidad destacan más y nos clasifica en la casa correspondiente. 

—¿Y solo hay cuatro? —el señor Miller no podía imaginar cómo podían clasificar a un montón de estudiantes de acuerdo a sus personalidades en solo cuatro casas. 

En este punto, todos los antiguos profesores muggle de Harry, y algunos padres de sus compañeros estaban atentos a las explicaciones. Recordaban que en el auditorio habían mencionado algo llamado Gryffindor y algo llamado Slytherin, ahora creían comprender un poco de qué hablaban. Más o menos. 

—Gryffindor, Ravenclaw, Hufflepuff y Slytherin, una casa por cada fundador de Hogwarts —asintió James I, contento de estar hablando de un tema que él entendía —. A Gryffindor van los valientes y honrados. A Ravenclaw los inteligentes y curiosos. A Hufflepuff van los leales, honestos y trabajadores, aunque la casa no discrimina, así que cualquiera puede ir ahí. Y, finalmente, a Slytherin van los astutos y ambiciosos. 

—Este sistema hace que cada uno se rodee con quienes pueden potenciar nuestras mejores y a veces peores cualidades —añadió Lily I notando con curiosidad la audiencia que de pronto los rodeaba —. Nos juntamos con nuestros semejantes y explotamos nuestras habilidades al máximo. 

—Se oye interesante —dijo la señora White, que siempre estaba abierta a los cambios. Se preguntó si podrían instaurar un método así en su clase, pero no sabía los detalles suficientes, por lo que tendría que esperar para averiguarlo. 

*** 

Ron se acercó a su familia con las manos profundamente hundidas en sus bolsillos, encontrándose con ellos a pocos metros de dónde estaba Harry, de modo que podía escuchar su conversación e intervenir si lo consideraba necesario. Miró de reojo a Hermione y le alivió ver que ambos estaban cerca de su amigo. Se sentía inquieto por tres principales razones. Uno, no le gustaba dejar a Harry solo; dos, no estaba seguro de cómo reaccionaría su familia del pasado; tres, sentía que iba a tener que explicar muchas cosas que en realidad no deseaba explicar. 

—¡Oh, Ron! —la señora Weasley miró a la versión futura de su hijo menor con una sonrisa radiante —. ¡Estás tan alto! 

Ron sonrió también, recordando la de veces que su madre había hecho ese comentario sobre él y Harry. Tal parecía que las cosas no cambiaban mucho en la mente de Molly Weasley cuando se trataba de sus niños. 

—Sí, creo que escuché que se le llama crecer —dijo mientras se detenía frente a sus padres y examinaba a sus hermanos uno por uno, incluso a Percy, preguntándose por un momento si Hermione se enojaría si le pegaba el puñetazo que deseaba darle desde que le mandó aquella carta el año anterior. Este Percy no había hecho nada, pero sería tan relajante desquitarse un poco —. Es tan raro verlos así. ¡Son niños! 

—Bill y yo aún somos mayores que tú —señaló Charlie cruzándose de brazos, y Ron parpadeó al ver que sus brazos estaban totalmente libres de quemaduras y no pudo evitar pensar que su hermano se veía un poco raro usando el uniforme de Hogwarts. 

—Sí, pero no tan mayores como yo los conozco —se encogió de hombros antes de dar una mirada preocupada hacia donde Harry hablaba con sus padres con una postura bastante tensa en opinión de Ron. Sus hermanos y padres lo notaron, así que el señor Weasley decidió preguntar. 

—¿Es buen amigo tuyo? —inquirió con una sonrisa amable. La verdad es que por un momento había llegado a temer que nadie pudiera ver lo maravilloso que era Ron. Es decir, si sus propios hermanos podían hacer que se sintiera fuera de lugar, no quería imaginar cómo sería en tan enorme castillo. Le alegraba saber que no había sido el caso. 

—El mejor —asintió Ron con una sonrisa antes de mirar de reojo a su versión pasada, que parecía muy emocionado ante la idea de tener amigos fuera de la familia. Y no solo un amigo cualquiera. ¡El mismísimo Harry Potter! —. Nos conocimos en el tren en primer año. Es realmente un buen chico. Ya es como de la familia. 

Por un momento se sintió tentado a revelar que Harry ya era parte de la familia oficialmente, dada su ya no tan estrenada relación con Ginny, pero decidió ser bueno con su amigo y dejarlo vivir un poco más. Además, no estaba muy seguro de lo que esa revelación haría para la pequeña Ginny, que parecía estar en el paraíso solo por estar viendo a Harry Potter a varios metros de distancia. No quería alimentar una fantasía que luego podría hacerle daño al no ser lo que ella, en su inocencia de niña que ha crecido en una burbuja rosa, quería para sí misma, porque ella no era una princesita que necesitaba ser rescatada hasta de su propia sombra y Harry no era un príncipe azul que se enamoraría de ella apenas la viera y le juraría amor eterno luego de salvarla de cada mínimo peligro como si fuera incapaz de hacerlo por su cuenta.  

Ginny a los ocho años aún debía aprender que era capaz de salvarse a sí misma, que no dependía de nadie, y que Harry solo sería su compañero en la batalla y en la vida, no el caballero en brillante armadura que la opacaría constantemente y la amaría y rescataría por compromiso y por deber.  

—Pobrecito —susurró la señora Weasley dando una mirada discreta a los cuatro Potter (Lily ya cuenta como una) —. Debe estar tan emocionado con sus padres aquí. 

—Lo está —asintió Ron, verdaderamente feliz por su amigo —. Siempre ha deseado saber cómo eran, solo ha podido obtener leves detalles aquí en Hogwarts. 

—Pero sus parientes muggles les habrán contado de sus padres, ¿verdad? —dijo Bill mirando a Harry con curiosidad. La verdad se veía bastante normal, tal vez un poco inexpresivo o frío, pero definitivamente no como la celebridad falsamente sonriente que parte del mundo mágico había llegado a idealizar. 

Ron soltó una risa amarga que sorprendió a sus hermanos y a Ron. ¿A qué venía? 

—Sus tíos lo odian —explicó rodando los ojos —. Ni siquiera sabía que era un mago hasta que llevaron su carta. 

—¿Qué? —Ginny lo miró con los ojos como platos —. Vamos, Ron, ¿por qué estás diciendo que Harry Potter no sabía que era un mago? ¡Él derrotó a quién-tú-sabes! 

—Ginny —Ron le dio una mirada seria que hizo entender a sus hermanos que él no era el mismo niño de once años que estaba junto a ellos —, Harry tenía un año cuando eso pasó. Él no hizo nada para que quién-tú-sabes desapareciera. Y si quieres siquiera tener una conversación con él, no lo trates como el mayor de los héroes, como si hubiera hecho algo extremadamente maravilloso la misma noche, en el mismo lugar y al mismo tiempo que toda su familia se desmoronaba a su alrededor junto con su oportunidad de crecer con las personas que más lo amaban. 

—Pero él lo hizo —insistió Ginny con toda la determinación que una niña de ocho años podía reunir y en su propia fantasía creada, donde Harry había salvado el mundo como un héroe de cuentos y había crecido apartado para entrenarse como el mejor de los magos —. Él salvó el mundo mágico. 

—A costa de sus padres —le recordó Ron cruzándose de brazos, no recordaba cómo era tratar con Ginny a esa edad y estaba un poco perdido en cómo explicar lo que pasaba sin hacerla sentir mal —. La misma noche que dices que salvó el mundo mágico, Harry perdió su mundo. No lo olvides nunca. Lo que menos quiere es que le estés recordando que sus papás están muertos mientras él sigue aquí lidiando con quien los mató en primer lugar. 

—Pero… 

—Ron tiene razón, Ginevra —intervino la señora Weasley con seriedad, orgullosa de que Ron tuviera la madurez para comprender que aquel 1 de octubre no había sido un día que celebrar por todo lo alto —. Harry era un bebé, no recuerda nada de lo que pasó y les prohíbo a todos ustedes siquiera preguntarle algo sobre ese terrible día.  

Se formó un silencio incómodo en el que nadie supo qué responder, por lo que Bill decidió hablar. 

—Entonces, Ron, ya estás en sexto año, ¿eres prefecto? ¿qué tal tus TIMOS? 

Ron sonrió con repentino buen humor. 

—La verdad, Bill, no tengo la menor idea de cómo es posible que yo en realidad sea prefecto —y se echó a reír sin notar cómo Hermione se acercaba a ellos, con sus padres y su versión pasada. 

—Honestamente, Ronald —se quejó Hermione cuando estuvieron junto a la familia de pelirrojos, bastante más cerca de Harry —. ¿Es tan difícil decir que eres prefecto por tu propio mérito? 

—Honestamente, Hermione —copió Ron pasando un brazo por sus hombros con naturalidad —. No podemos decir que mi comportamiento sea lo suficientemente ejemplar como para ser una figura de autoridad. ¿Verdad, Harry? 

Harry giró la cabeza a tiempo para ver cómo Hermione le daba una mirada falsamente molesta a Ron sin intentar librarse de su abrazo, había una leve sonrisa en la comisura de los labios de la chica que solo su madre, Harry y la señora Weasley (que había notado cierto brillo en la mirada de su hijo cuando ella habló) pudieron ver antes de que volviera a poner una expresión seria. 

—¿Entonces por qué crees que te nombraron prefecto? —preguntó Percy escéptico. Los prefectos debían ser figuras del orden y el respeto a las autoridades, Ron no parecía ninguna de las dos, y claramente tampoco quería. 

—Por casi la misma razón que Remus Lupin fue nombrado prefecto en su momento. Debo evitar que el Potter de mi generación se meta en muchos problemas —dijo el pelirrojo con una sonrisa divertida —. Sobra decir que soy un completo fiasco. 

En realidad, no creo que fuera por eso, pero algo me dice que Ron lo siente así. 

—¡Doy cátedra! —apoyó entonces Harry mientras reía aún de espaldas a ellos. Ron lo siguió y Hermione tuvo que contener su propia sonrisa. 

—Bueno, tienes que admitir que Harry ha estado muy tranquilo este año —señaló la chica en voz alta, dejando que su mejor amigo escuchara. Harry se dio la vuelta de golpe y se cruzó de brazos mientras en su rostro se formaba una sonrisa burlona. Lily I estaba rogando porque la castaña tuviera razón mientras James I y Harry se veían mitad divertidos, mitad curiosos. 

—¿Eso crees, Hermione? —preguntó de forma retórica, su tono de voz hizo sonreír aún más a Ron y asustó a su amiga —. Tal vez tengas razón. Hemos estado muy tranquilos este año. Deberíamos cambiar eso, ¿no lo crees, Ron? 

—Sin duda, colega. La profesora McGonagall comienza a pensar que estamos madurando —dijo Ron con fingida preocupación —. ¡Si seguimos así, incluso mamá pensará que no nos gustan los líos! 

Y ambos fingieron estremecerse de espanto, haciendo que Hermione los mirara molesta. Ya habían atraído la atención de varios a su alrededor, pero muchos muggles habían optado por reunirse en grupos y hablar de lo que había acontecido en las últimas horas.  

—Con ustedes no se puede —se quejó Hermione haciendo reír a ambos chicos. 

—Nos amas —dijeron a coro encogiéndose de hombros. Hermione sonrió, demostrando que no importa cuánto se quejara, sí que lo hacía.  

Mientras tanto, los señores Granger sonreían con cariño, mientras Hermione se veía conmovida. Aunque a veces almorzaba con algunas niñas de su escuela, ella realmente no tenía amigos, en especial porque esas niñas solo se sentaban con ella porque la mesa estaba vacía y la dejaban apenas la comida terminaba, había días en los que ni su nombre recordaban. Ver ese momento, con esos dos chicos que no parecían odiarla por sus regaños o su tono mandón, le daba esperanzas y le permitía pensar que tal vez no era ella el problema, que no era su culpa el estar sola todos los recreos. Tal vez, solo debía esperar a conocer a los amigos correctos. 

—Entonces… —dijo James I adelantándose con una sonrisa. Le gustó esa interacción, y le gustó aún más que Ron mencionara a Remus con naturalidad, y que Harry captara a qué se refería. Había intentado apartarlo de su mente, pero seguía bastante intrigado (y preocupado) por la falta de respuestas cuando preguntaba por sus amigos —, ¿debo suponer que mi querida profesora de Transformaciones aún no se libra de los alborotadores? 

—¡Yo no soy un alborotador! —aseguró Harry, haciendo sonreír a sus dos amigos. Se veía tan feliz de poder replicarle a su padre algo tan simple —. ¡No es mi culpa que los problemas me busquen! 

—¡Oh, no! —se quejó Lily I dándole un leve codazo a James I —. ¡Le heredaste tu estúpido lema! 

—¡Es la verdad, pelirroja! —rio James I guiñando un ojo a Harry con complicidad —. ¡No es culpa de los Potter que hasta los problemas nos encuentren irresistibles! 

—Merlín, eso ha sido Al en su máxima expresión —comentó en voz alta Teddy sacudiendo la cabeza (demostrando que todos los del futuro estaban oyendo lo que pasaba), antes de darle un golpe a alguien a su lado, que luego vieron se trataba de Fred II —. ¡No mires mis cartas, tramposo! 

—¡Solo comparaba! —se defendió el pelirrojo alzando los brazos —. No me fío de la sospecha de Vic. 

—¡PORQUE ES ROSE! —gritó de pronto Scorpius parándose de un salto y señalando a la pelirroja a su lado con insistencia y desesperación —. ¡LA MENTIROSA ES ROSE! ¡SE LOS HE DICHO DESDE EL PRINCIPIO! 

—No puede ser —masculló Ron, entendiendo, al igual que sus amigos y su familia del pasado, que estaban viendo a los chicos del 2021, y notando el parecido del rubio con cierto rival escolar —. Draco Malfoy se reprodujo. 

—Como si el mundo no tuviera suficiente con uno —secundó Harry con horror. 

—Este se ve algo agradable —señaló Hermione algo dudosa. Era cierto que Scorpius se veía mucho más amistoso que Draco, pero el chico no daba muy buena impresión cuando estaba gritando a los cuatro vientos que la mentirosa era Rose y todos habían perdido como idiotas por no creer en su palabra. 

Harry y Ron miraron a Scorpius fijamente. 

—Tal vez tienes razón —concedió Ron viendo como el rubio era forzado a sentarse por la misma Rose —. ¿Por qué grita de todas formas? 

—Estamos jugando mentiroso, traidor, infiltrado e inocente —explicó Teddy mirando a Rose con suspicacia —. Establecemos sospechosos y descubrimos al mentiroso, luego de eso, decidimos quién es el traidor, después revelamos al infiltrado, y finalmente descubrimos al inocente. Los demás son jueces. 

—Yo digo que Teddy es el mentiroso, pero nadie me cree —dijo Victorie mirando hacia donde estaban todos, ocultando bien su carta de sospechosos y razones. 

El trío la miró con leve sorpresa y Ron la señaló con curiosidad. 

—Te pareces a mi cuñada —dijo finalmente, atrayendo la atención de su familia del pasado. Harry asintió de acuerdo con su amigo. 

—Tienes los mismos rasgos que Fleur —afirmó, buscando diferencias mientras Victorie sonreía divertida. 

—Solo que tienes las pecas Weasley —aportó Hermione con una sonrisa un poco tensa. Merlín quisiera que Fleur relajara un poco su actitud petulante con los años. 

—¿Quién es Fleur? —preguntó la señora Weasley muy sonriente. ¡Estaba conociendo a sus nietos también! 

—Fleur Delacour —respondió Harry porque Ron aún no salía de su aturdimiento al darse cuenta de que de verdad eran sus sobrinos (y sus hijos) los que estaban ahí —. Es la prometida de Bill. Se casan en… Eh… Hermione… 

—Agosto —dijo Hermione algo exasperada con su amigo mientras Bill era molestado por sus hermanos y los señores Weasley se sonreían —. Fleur ya amenazó con hechizarte si volvías a olvidarlo solo para molestarla. 

Harry se encogió de hombros con una sonrisa divertida. 

—Es divertido hacerla enojar —se defendió —. Y es tan fácil. 

Victorie rio. 

—Aún le gusta molestarla en el futuro —aseguró sin borrar su sonrisa —. Y mamá siempre cae. 

—¿Lo ha hechizado alguna vez? —preguntó Hermione como si rogara que la respuesta fuera un “sí”. Harry la miró con indignación. 

—No que yo sepa —dijo Victorie pateando a Teddy para que no viera sus cartas —, pero siempre le dice que la próxima vez no le abrirá la puerta. 

—Pero esa próxima vez nunca sucede —afirmó James II riendo al ver el puchero de Teddy —. En el fondo la tía Fleur no se enoja de verdad y olvida al instante por qué la molestabas. 

Ahora él fue objeto de estudio por parte del trío. Hermione fue la primera en sonreír encantada. ¡Harry tendría hijos! Ojalá Merlín hubiera escuchados sus plegarias y se hubiera casado con una chica que lo quisiera de verdad y lo hiciera feliz (no se quejaba en absoluto si esa chica era Ginny). 

—¡Tengo un ahijado! —exclamó muy contenta ganándose una mirada indignada de Ron —. No me mires así, Ronald, hicimos un trato. El primogénito Potter es mío. 

Ron negó con firmeza mientras Harry los miraba con incredulidad. ¡¿Se habían peleado el apadrinamiento de sus futuros hijos?! (era un poco hipócrita que lo pensara así, considerando que él había tenido una discusión parecida con Fred y George sobre los hipotéticos hijos de Ron, pero ese no era el tema). 

—Vamos, Hermione, el trato lo hiciste tú sola —dijo Ron con una mueca —, soy el mejor y primer amigo humano de Harry. ¡Somos como hermanos! 

A los del futuro les entró un ataque de risa. ¡Vaya que eran hermanos! Ron continuó como si no los hubiera oído. 

—Harry es mi mejor amigo —recalcó de nuevo, para que a nadie se le fuera ese detalle —. Pasaré más tiempo en su casa que en la mía… 

—¿No sería al revés? —preguntó Harry con diversión —. Ya sabes, yo pasando más por tu casa. Prácticamente vivo con tu familia cuando no estamos en Hogwarts. 

Ron no le dio importancia, y fingió no notar como las versiones pasadas de sus hermanos se sobresaltaban e intercambiaban miradas. Harry Potter sería el mejor amigo de Ron (aún no lo podían creer), y además pasaría las vacaciones en su casa. Los muggles por su parte, se veían curiosos. ¿Los Dursley permitían que su sobrino se fuera con una familia de desconocidos hasta el punto de decir que casi vivía ahí? 

—Aunque mi mamá estaría encantada, no podemos vivir en la Madriguera para siempre y… 

Se calló de golpe ante la mirada que le dio su madre y Harry incluso palideció un poco. 

—Se podría —dijo Harry mirando de reojo a la señora Weasley —, pero no queremos que tu madre nos mantenga para siempre, ¿verdad? 

—Claro que no —la voz de Ron sonó un poco chillona mientras miraba a su madre —. Vamos, mamá, sabes que mereces un descanso. Dejaríamos la Madriguera solo para permitir que estés en paz. Sin Harry molestando al ghoul día de por medio… 

—Sin Ron persiguiendo a los gnomos hasta que entren a la casa a hacer enojar al ghoul —añadió Harry dándole una mirada traicionada a su amigo. ¡Él era quien lo convencía de molestar al ghoul del ático desde su habitación! (nunca subían a verlo, pero era divertido oír los gruñidos que soltaba como queja).  

—Sin Harry y Ron huyendo luego de hacer enojar a Ginny —aportó Hermione inocentemente. 

—¡Ella se enoja sin razón! —se defendió Ron repentinamente ofendido. Ginny frunció el ceño confundida, ¿Harry Potter huyendo de ella?—. ¡Como cuando nos persiguió hasta el pueblo solo porque le cayó un poco de harina! 

Harry hizo una mueca, como si contuviera una sonrisa, pero quisiera permanecer serio. 

—No era precisamente “un poco”. Además, tú empezaste la guerra de harina —dijo confundiendo a los demás, pero avergonzando a Ron y haciendo reír a Hermione. 

—¡Tú me ayudaste! —se quejó Ron cruzándose de brazos —. Y creo recordar que el que llenó a Ginny de harina fuiste tú. 

—Sí, porque chocamos en la escalera cuando esquivé el puñado que lanzó Hermione —bufó Harry alzando las manos con inocencia. Y todos los muggles, Harry, James I y Lily I vieron que los Harry y Ron del futuro no habían cambiado mucho a la hora de discutir.  

—¡No lo lancé yo! —exclamó Hermione indignada —. ¡Fue Ron, yo arrojé el que te dio en las piernas! 

—¿Querrás decir el que querías que me diera en la cara, pero no apuntaste bien? —preguntó Harry suspicaz. Hermione hizo un ruidito indignado, pero el furioso rubor que apareció en su rostro confirmó lo que su amigo decía. 

—¿Por qué armarían una guerra de harina? —preguntó Dudley con timidez. Varios saltaron, pues los Durlsey habían estado tan callados que casi habían olvidado su presencia. 

Harry, Ron y Hermione se encogieron de hombros ante su pregunta. 

—Estábamos aburridos —dijo Ron algo dudoso. La verdad no recordaba por qué lo habían hecho —. Y queríamos ayudar a mamá con el pastel de cumpleaños de Harry. 

—Conseguimos la harina —asintió Harry con fingida seriedad —. Ese fue nuestro aporte. 

—También le entregamos los utensilios a la señora Weasley y recogimos los huevos del gallinero antes de que me arrastraran al huerto a jugar Quidditch —añadió Hermione rodando los ojos. Nunca entendería la fascinación de sus amigos por ese deporte. 

—Cómo olvidar que finalmente logramos que Hermione Granger se subiera a una escoba y volara con nosotros por más de cinco minutos —suspiró Ron con nostalgia. Harry se llevó una mano al pecho, muy conmovido. 

—Solo tardamos seis años, miles de discusiones, varios golpes de libros y gritos cada vez que la engañábamos para que fuera al estadio en las prácticas —dijo el pelinegro sacudiendo levemente la cabeza —. Debimos suponer que solo necesitábamos que Ginny nos ayudara a chantajearla para conseguir que se subiera a la maldita escoba. 

—¡Ya sabía yo que tú estabas detrás de sus discursos motivadores! —acusó Hermione a Harry, que rápidamente compuso una sonrisa inocente. 

—Oye, yo no la obligué a nada —aseguró metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón —. Solo le hice el comentario de que mientras más tiempo estuviéramos en el jardín, menos tendría que escuchar a Fleur quejarse del color de las paredes. 

Ron soltó una carcajada mientras Hermione resoplaba y se cruzaba de brazos. 

—¡Ustedes son insufribles! —exclamó antes de mirar de nuevo a James II, que, junto a todos los demás en la sala, intentaban entender la espontaneidad del intercambio —. Entonces, ¿quieres decirle a Ron que eres mi ahijado? 

—¿Por qué no mejor le explicas que en realidad eres mi ahijado? —se sumó Ron nuevamente indignado. 

Harry sacudió la cabeza. 

—Ya decía yo que habían pasado demasiadas horas sin estas discusiones —masculló para sí. 

James II sonrió de forma traviesa. 

—Tío Ron, soy el ahijado de tía Hermione —el triunfal “¡Ja!” de Hermione fue opacado apenas James II continuó hablando —. Tía Hermione, soy el ahijado del tío Ron. 

—¡No puede ser! —se quejaron ambos a la vez, mientras Harry se echaba a reír. 

—¿Qué tiene de malo que los dos sean sus padrinos? —preguntó James I curioso. Él había hecho un trato con sus amigos sobre el tema de los padrinos (que obviamente no involucraba el echarlo a la suerte con un galeón).  

El primer niño era para Sirius, el segundo niño y la/s niña/s, por obvias y peludas razones, eran para Remus (porque James estaba seguro de que iba a ser un padre celoso, de hecho, ya comenzaba a preguntarse si la tal Ginny era algo para Harry, esa sonrisa que había puesto cuando la mencionaron era bastante reveladora para él), y el tercero, si es que convencía a Lily de tener un tercero, iba a la suerte porque Peter no quería ser padrino, al igual que Mary no quería ser madrina porque los niños la ponían nerviosa, Marlenne estaba dispuesta a pelear con Sirius por el primer niño, y Alice y Frank insistían en esperar a ver si de verdad tendrían un tercero. 

—Eso —respondió Harry con simpleza, señalando a Ron y Hermione, quienes de pronto habían comenzado una furiosa discusión en susurros —. Se quedarán así por un buen rato. 

—¿Discuten mucho? —preguntó con preocupación la señora Granger. Harry le dio una sonrisa tranquilizadora. 

—No serían Ron Weasley y Hermione Granger si no discutieran todo el día, por todo lo que se les ocurra en todo momento, y luego olvidaran por qué discutían en primer lugar —explicó encogiéndose de hombros —. Es parte de su encanto y no hay que preocuparse a menos que Hermione saque su varita. 

—¿Cómo lo hace ahora? —preguntó James I.  

Harry saltó y se apresuró hasta Hermione, tomando su brazo y quitándole la varita, que soltó un par de chispas moradas desde la punta, ya que Hermione estaba en medio de la pronunciación un hechizo punzante, diseñado para que su enemigo (en este caso Ron) recibiera una pequeña y muy dolorosa e incómoda descarga eléctrica, en el lugar que Hermione decidiera. Ron le dio una mirada agradecida a su amigo, ya había sufrido mucho con ese hechizo.  

Hermione, por su parte, miró a Harry con molestia. 

—¿Por qué fue eso? —preguntó indignada. 

—Porque no quiero mediar otra vez —dijo el pelinegro con simpleza y una sonrisa inocente.  

—Por muy divertido que sea esto, debemos comenzar —exclamó Teddy dando un aplauso para atraer la atención de todos. Se paró sobre una mesa para que todos lo vieran y dijo: —. Vamos a presentarnos brevemente porque el retraso fue lo suficientemente grande como para que aún no podamos leer el siguiente capítulo. Al menos hasta que llegue la profesora McGonagall. 

Harry, Ron y Hermione se quedaron muy quietos de pronto. 

—¿La llamaron? —preguntó Harry visiblemente preocupado —. Oh, Merlín, va a matarnos pensando que fue cosa nuestra. 

—McGonagall enojada no estaba en mis planes de hoy —aseguró Ron antes de hacer una mueca —. Y tengo hambre, ¿por qué nos saltamos la cena? 

—Porque el pergamino no se iba a escribir solo —dijo Hermione rodando los ojos exasperada, antes de recibir en silencio la pluma de azúcar que Harry le ofrecía. Internamente agradeció a Merlín que su mejor amigo siempre cargara con dulces en los bolsillos, preparado para cuando tuvieran hambre en algún momento inesperado. Se escondió un poco de sus padres, no quería que la vieran comer dulces con alto contenido de azúcar. 

—¡Eres el mejor! —celebró Ron mientras abría la rana de chocolate que Harry le dio y comenzaba a comerla bajo la mirada desaprobatoria de su madre, Lily I y los Granger. ¡Era muy tarde para dulces!  

James I por su parte, con la firme creencia de que nunca era muy tarde para dulces, se acercó a Harry a preguntar si tenía algo más, emocionándose cuando vio que le daba una tarta de melaza. Ron tenía razón, ¡Harry era el mejor! 

Teddy rodó los ojos al verlos intercambiar dulces, tal parecía que no cambiarían con los años. 

—Empezaré yo —dijo en alto, manteniendo su sonrisa —. Mi nombre es Teddy Lupin… 

—¿Eres hijo de Remus? —preguntó Hermione encantada, mientras Harry y Ron intercambiaban una mirada —. ¿Quién es tu madre? ¿La conocemos? 

—Sí, soy su hijo y sí, conocen a mi madre —asintió Teddy antes de mover la cabeza para señalar a Harry y Ron —. De hecho, tengo entendido que ustedes dos apostaron con la tía Ginny y el tío George sobre algo de mi padre en la pasada navidad. 

—¿Y quién ganó? —preguntó Ron esperanzado.  

—Dejémoslo en que la metamorfomagia se mezcla bien con los genes Lupin. 

—¡TE LO DIJE! —gritó Harry dando un salto, Ron se quedó como en shock y Hermione los miró con el ceño fruncido —. ¡Ahora tú y Ginny tendrán que admitirlo! 

Ron salió de su estupor y se vio simplemente horrorizado. 

—No, ni hablar —negó con la cabeza con rapidez —. Nuestra teoría tenía sentido, que tú y George se negaran a creer… 

—Colega, ¡el hijo de Remus y Tonks está frente a nosotros! —exclamó Harry sacudiendo su cabeza señalando a Teddy —. Te dije que había algo raro con la actitud de Remus, y Ginny y tú dijeron que seguro era por cosas de la Orden. Y también te dije que el patronus de Tonks… 

—¡Podía ser cualquier cosa! —se defendió Ron. 

—¡No cualquier cosa tiene forma de lobo! —rebatió Harry, logrando que Hermione entendiera la discusión que se había desarrollado entre ellos dos y Ginny desde navidad. 

—¡No sabías si era un lobo, solo una cosa de cuatro patas! —le recordó Ron indignado. Teddy los miraba incrédulo, ¡era la misma discusión que habían tenido cuando él era niño y le contaban como se habían dado cuenta que sus padres se gustaban! 

Y es que George y Harry habían apostado a que a Remus le gustaba Tonks y viceversa, y que por eso la señora Weasley insistía en llevarla a cenar a la Madriguera cuando estaba el licántropo, pero Ron y Ginny seguían pensando que era su madre intentando que Bill se enamorara de la metamorfomaga y dejara a Fleur. 

—Estás sintiendo un enorme deja vu ¿verdad? —dijo James II sin despegar la vista de su padre y sus padrinos. 

—Oh, sí —respondió Teddy sacudiendo la cabeza —. ¡Bien! ¡Siguiendo con mis acompañantes, los queridos primogénitos! Ya conocen a James… 

James II alzó la mano y la sacudió como saludo. 

—También conocieron a Victorie… 

Victorie imitó a su primo (no es que los magos del 90 y el 97 supieran eso último). 

—Esta es Molly, hija de tío Percy. 

Ron miró a la niña con el ceño fruncido mientras Harry y Hermione se veían muy incómodos de pronto. Para aliviarlos un poco (sabiendo el porqué de esa reacción), Molly les dio una gran sonrisa y un fuerte y cariñoso “¡Hola, tíos!”, que logró que Harry y Hermione volvieran a intercambiar una mirada. ¿Tíos? ¿en plural? 

Mientras tanto, junto a ellos, los Weasley de 1990 celebraban a Percy, quien parecía estar sufriendo una insolación de lo rojo que estaba. 

Teddy continuó. 

—Este es Fred II, hijo del tío George. 

Ahora las atenciones se mudaron a George mientras el trío examinaba a Fred II encontrando varios rasgos conocidos que obvio no eran de George, pero no podían recordar de quién al no tenerla en frente para comparar. 

—Esta es Rose, hija del tío Ron. 

—¡Tengo una ahijada! —exclamó Harry muy contento. Rose dejó escapar una gran “¡Ja!” ante la mirada indignada de Teddy por el entusiasmo de su padrino. Ron estaba en shock, Ron estaba siendo asediado y Hermione se veía cada vez más seria. 

—Sí, tienes una ahijada, pero créeme que está lejos de ser tu favorita de entre tus ahijados —dijo Teddy con un puchero —. ¡Yo lo soy! 

—¿Eres mi ahijado? —preguntó Harry sorprendido. Teddy asintió con una repentina sonrisa —. ¡Genial!  

Por el momento, solo Ron y Hermione podían ver lo conmovido que estaba. Saber que Remus y Tonks habían confiado en él de esa forma (considerando también lo significativa que era esa posición para Harry) evidentemente lo hacía muy feliz. 

—Este es Lysander, hijo de Luna —continuó Teddy señalando al chico, que el trío reconoció como el chico al que le había explotado una carta de Snap Explosivo mientras tenía la boca abierta —. Y este es Scorpius, hijo de Draco Malfoy. 

—Bueno, es obvio que el Malfoy de su generación no les agrada —dijo James I divertido cuando Harry, Ron y Hermione hicieron una mueca cuando dijo “Draco” —, pero este chico es agradable. Y parecía interesado en saber de los taladros. 

Scorpius miró de golpe a James I quitando la vista de las tarjetas que había estado examinando (claramente no había estado prestando atención a la presentación). 

—¿Dijo taladros? —preguntó emocionado —. ¿Ya descubrió qué maldita utilidad tienen? Porque aún no veo razón por la que los muggles deban hacer agujeros en las paredes. 

Harry, Ron y Hermione lo miraban como si fuera un escreguto de cola explosiva que bailaba con un tutú amarillo brillante y cantaba en francés las canciones de Celestina Warbeck al tiempo que se hacía un par de trenzas en una peluca verde. 

—¿Qué especie de Malfoy es este? —preguntó Ron finalmente con mucho interés—. Porque si los venden obligaré a Harry a comprar uno y a deshacernos del otro. 

Harry asintió con rapidez. 

—Lo compraría —aseguró entrecerrando los ojos hacia Scorpius, que los miraba confundido. ¿Comprar qué? —. Debe ser de edición limitada. Este ni siquiera tiene esa postura de “me creo el centro del universo, pero no soy más que un niño mimado”. 

—¿Este los amenaza con su padre cada vez que respiran cerca de él? —preguntó Ron a los del futuro como si fuera una duda muy seria. Los del 2021 negaron con la cabeza, divertidos con la confusión de Scorpius, hasta que este comprendió. 

—¿Quieren que me cambie de lugar con mi padre? —cuestionó divertido —. No creo que le haga gracia al viejo Lucius. Ya le causo bastantes problemas en el 2021. Me llama la desgracia y deshonor de la intachable familia Malfoy. 

—Nos lo quedamos, ustedes se llevan a nuestro Malfoy —sentenció Hermione mirando a sus amigos. Ron y Harry asintieron con mucha seriedad. 

Muchos del 2021 comenzaron a reír, mientras los demás trataban de seguir el hilo. Hasta que la puerta se abrió y Minerva McGonagall entró en compañía del director. 

Al instante en que la vio Harry señaló a los del futuro con insistencia mientras Ron comenzaba a hablar muy rápidamente y Hermione se puso detrás de sus dos amigos. 

—Somos inocentes, de todo lo que se le ocurra, la culpa es de ellos. Ellos hicieron el plan y nos arrastraron aquí. No hicimos nada, nos portamos muy bien. Solo seguimos órdenes —decía Ron tan rápido que apenas se le entendía. 

La profesora McGonagall los miró fijamente a los tres antes de sacudir la cabeza. 

—Merlín se apiade de mi alma —dijo con un suspiro imperceptible —. Ya entendí, Weasley, no hicieron nada, ahora deja de hablar tan rápido o te atragantaras con tu lengua. Y tú no señales así, Potter, es de mala educación y te he enseñado mejores modales. 

—Sí, profesora —dijeron ambos jóvenes con alivio. 

—¡Aún tiene el don, profesora! —se burló James I divertido. McGonagall lo miró, la nostalgia apareciendo en cada uno de sus rasgos. Claramente Dumbledore ya la había puesto al día. 

 —Nunca lo perderé —aseguró, acercándose a James I y Lily I, y abrazándolos con fuerza. Dos de sus leones habían vuelto. 

—Sabía que me quería —susurró James I correspondiendo su abrazo con una sonrisa. Lily I le dio un pequeño codazo mientras reía. 

Las presentaciones volvieron a hacerse, y a nadie le sorprendió la actitud fría que tomó McGonagall cuando le presentaron a los Durlsey. Pronto, Teddy pudo tomar el libro con todos acomodados en los sillones, pues solo tendrían tiempo para leer uno o dos capítulos antes de irse a la cama (era realmente tarde y McGonagall estuvo de acuerdo a regañadientes en que Harry, Ron y Hermione se quedaran en la Sala de Menesteres al menos esa noche). 

—Esto se pone interesante —dijo Teddy de pie frente a una especie de podio mientras sacaba el marcapáginas y leía el título del capítulo en su mente. Había un orden de lectura. Una persona por cada libro. Teddy leería el primero. Luego Victorie el segundo, después Molly iría con el tercero, más tarde Fred con el cuarto, Rose con el quinto y James con el sexto y finalmente Teddy se repetiría y se encargaría de la lectura para el séptimo. Podrían reemplazarse, pero preferían tener todo bien estructurado. Era un plan delicado. 

La Sala de Menesteres había sido rodeada de hechizos protectores para evitar todo tipo de problemas. Desde chicos deseosos de ocultar cosas, hasta chicos con misiones peligrosas. Draco Malfoy se mantendría alejado de la Sala por un tiempo sin siquiera saberlo, gracias a que su versión futura había donado amablemente (luego de días llenos de súplicas de Scorpius) sus recuerdos de ese mes en específico para que pudieran introducirlos en la cabeza de Draco sin que él supiera lo que pasaba.  

Apenas Dumbledore había salido de la Sala había convocado una reunión con varios miembros de la Orden en la Madriguera mañana a primera hora, para informar de la situación y que así se mantengan alerta en caso de cualquier problema, y en solo unos momentos entraría en efecto un hechizo que permitiría que los chicos de la tercera generación se pasearan por el castillo sin que nadie les prestara atención ni se dieran cuenta de que eran completos desconocidos.  

Los demás deberían permanecer en la Sala de Menesteres durante toda la lectura, para evitar que alguien más los vea, ya que no podían poner el mismo hechizo en ellos.  

En el 2021, un grupo de trabajadores del departamento de Misterios vigilaba los eventos para evitar perturbaciones en la línea de tiempo fija que habían creado, con todos los acontecimientos que no podían cambiar sin causar problemas en serio graves e irreversibles. Al más mínimo error, avisarían a Harry o a Ron para que pudieran hallar una pronta solución que permitiera volver a encarrilar la línea de tiempo. 

Hermione era parte de los magos que estaban en la vigilia de los hechizos protectores de lo que se podía entender como la delgada barrera que custodiaba el bienestar y fluidez del espacio-tiempo. A la más mínima alteración, Hermione intervendría y eliminaría la perturbación sin mucho que pensar, lo que se podía ejemplificar en un simple resumen de uno de los posibles casos de perturbación al espacio-tiempo. 

Si alguien en la lectura comenzaba a cambiar demasiados eventos necesarios en el futuro solo para beneficio propio, afectando el principal propósito de la lectura, Hermione tendría que hablar con Harry y Ron para que en conjunto borraran sus recuerdos y lo sacaran de la sala, haciendo como que nunca estuvo ahí en primer lugar. 

Teddy y Molly eran los ojos y oídos de Harry en la Sala de Menesteres. Molly era la encargada de mover los hilos necesarios para establecer la línea de tiempo que crearon en el 2021 y Teddy estaba allí en calidad de auror, no en calidad de profesor, por lo que estaba autorizado para hacer uso de su licencia en caso de necesidad.  

Los demás eran apoyo y los encargados de dar varias explicaciones necesarias. Y los muggles… bueno, al final, el propósito de la lectura también tenía mucho que ver con ellos. Después de todo, los magos no habían sido los únicos afectados por la guerra. 

Forward
Sign in to leave a review.