Leyendo Harry Potter con Muggles

Harry Potter - J. K. Rowling
G
Leyendo Harry Potter con Muggles
Summary
La idea de muggles involucrándose en el mundo mágico es extraña, incómoda, y curiosa. La idea de alguien leyendo la historia del niño que vivió era de locos. Pero la idea de muggles leyendo la historia del niño que vivió era casi desquiciada. Y es exactamente lo que pasó.
Note
Esta historia ya había sido publicada en Wattpad y Fanfiction.net, pero desde hace tiempo que quería publicarla aquí, espero les guste.
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Mientras tanto, en junio de 1997, tres amigos se encontraban en la atiborrada sala común de Gryffindor, sentados en completo silencio en una mesa apartada, mirando con atención un gran trozo de pergamino, un tintero sellado y una bonita y nueva pluma de águila. 

Se habían llevado una gran sorpresa cuando el profesor Dumbledore los convocó en su despacho una hora antes, a los tres, nada más y nada menos que para decirles que leerían libros que habían sido escritos en el futuro, con la finalidad de evitar varias tragedias que ocurrirían en los próximos meses, facilitando así, la destrucción de los horrocruxes que quedaban y llegando, finalmente, a la muerte del mismo Voldemort. 

No habían dudado en aceptar ni siquiera cuando el director les dijo que los escritos se trataban principalmente de sus siete años de educación mágica, sabiendo que no se trataba de un engaño, porque de serlo estaban seguros de que Dumbledore no se los habría mencionado siquiera. No obstante, comenzaron a dudar de su decisión cuando el anciano mago les leyó la lista de invitados a la lectura, pues no solo los contemplaba a ellos y a gente del presente, sino que también del pasado (tenían la sospecha sobre a quiénes se refería, pero Harry no quería hacerse ilusiones) y del futuro (aquí no tenían idea de quienes podrían ser). 

Los jefes de casa, Slughorn, Hagrid, los hermanos Creevey, el antiguo equipo de Quidditch de Harry, el nieto de Newt Scamander, que bien sabían ellos había salido de Hogwarts un par de años atrás, Draco Malfoy, Neville, Luna y muchas más personas que definitivamente Harry no quería leyendo sus pensamientos más privados por muy conocidos suyos que fuesen. 

¡La mayoría de los Weasley ni siquiera sabían que estaba saliendo con Ginny! No, peor que eso. ¡Solo Ron lo sabía! ¡Ni siquiera los gemelos se habían enterado aún a pesar de esa red de chismes suya! Harry se estremecía de solo imaginarse cómo reaccionaría su familia favorita al saber todos los líos en los que se había metido y los secretos que guardaba, y no solo él, sus amigos también se verían envueltos y estaba seguro de que ninguno de los tres podría vivir a la furia de la señora Weasley cuando se enterara de que sus “aventuras” no ocurrían solo a finales de cada año, sino que se gestaban durante todo el curso hasta llegar al punto culminante. 

Ron se había puesto pálido de solo pensarlo, conociendo mejor que sus amigos el mal temperamento de su madre. Y si su padre estaba de acuerdo con ella… Merlín se apiadase de sus pobres e inocentes almas. 

Por fortuna (o tormento), el profesor Dumbledore les dijo que sus amigos del futuro (fue muy cuidadoso al no mencionar de quienes se trataba, aunque Harry había preguntado) habían decidido que tenían el derecho de elegir qué se leería y qué no, para así mantener los secretos que querían mantener, y respetar el derecho de Harry a dejar sus pensamientos privados para él mismo. Les había entregado un pequeño bolso con el pergamino, el tintero y la pluma, y les dijo que tenían tres horas para decidir qué leerían y que no, advirtiéndoles que eligieran todo muy cuidadosamente, ya que no sabían qué acontecimientos podrían influir en la derrota de Voldemort así sea de la forma más mínima. 

De modo que habían pasado casi cuarenta y cinco minutos mirando ese trozo de pergamino en completo silencio, sin saber cómo empezar, con la mente hecha un lío y decenas de Gryffindors nerviosos ante la idea de ellos tres planeando algo en su mesa predilecta de la sala común, junto a la ventana, ni siquiera Ginny se atrevía a acercarse, optando por mirarlos sospechosamente desde su posición en un sofá individual junto a la chimenea y lejos del Trío, con un libro de historia de la magia en el regazo. Sus TIMOS comenzaban en cinco días y debía repasar todo lo que pudiera, pero no podía concentrarse con esos tres ahí sentados viéndose como si tuvieran el peso del mundo mágico sobre sus hombros (aunque, se recordó, prácticamente sí que tenían ese peso en ellos, considerando que Harry supuestamente era “El Elegido”, y Ron y Hermione siempre eran sus más leales compañeros en todo lo que hacía). 

—¿Por qué no empezamos por primer año? —murmuró Hermione, insegura de cómo proseguir. 

—Has dicho eso tres veces desde que nos sentamos aquí —dijo Harry suspirando y pasándose una mano por el pelo, despeinándolo aún más. 

—Cuatro —corrigió Ron cruzando los brazos sobre la mesa y escondiendo la cabeza entre ellos, por lo que su voz sonó ahogada cuando continuó —. Lo dijo también cuando abrió el pergamino. 

—Bueno, tal vez sería más fácil si cooperaran en algo —se quejó Hermione acariciando la cabeza de Crookshanks, que estaba acurrucado en su regazo —. ¡No estoy segura de qué elegir y qué no! Hemos pasado por tanto y obviamente Harry no recuerda qué pensó en cada momento de los últimos seis años. ¡Debemos ser muy cautelosos! 

Y volvieron a quedarse en un pesado silencio.  

—¿Qué hay de nuestras peleas en primer año? —dijo Ron, alzando la cabeza de golpe, no sabía cómo no lo había pensado antes —. Quiero decir, no se me ocurre cómo nuestras diferencias a los once años podrían aportar en la derrota de Voldemort. 

Harry y Hermione notaron que había usado el nombre de forma inconsciente (por tercera vez esa semana), pero no lo mencionaron, decididos a que finalmente superara el maldito miedo a pronunciar Voldemort. 

—Ron tiene razón —asintió Harry, analizando lo que su mejor amigo había dicho —. El Troll puede ser mencionado como el comienzo, pero nadie necesita saber por qué. Después de todo, nadie recuerda que en algún momento no éramos amigos y deberíamos dejarlo así. Es nuestro asunto, ¿qué les importa a los demás? 

Hermione asintió de acuerdo, los inicios y detalles de su amistad siempre se habían mantenido en el más absoluto secreto, porque solo era de su incumbencia, de nadie más. Era realmente un buen comienzo para la lista. 

Tomó el pergamino, abrió el tintero, mojó la punta de la pluma en la tinta negra y escribió: 

Borrar enemistad inicial entre Harry, Ron y Hermione, demasiado privado como para compartir.  

Decidió escribir en tercera persona, después de todo, no iban a ser ellos quienes quitaran esa información de los libros que leerían, según había explicado el profesor Dumbledore. 

—Cuando hablo de mi familia… —Ron se detuvo un momento, vacilante —. ¿Los libros empezarán desde que llegamos a Hogwarts o cuando subimos al tren? 

Harry y Hermione fruncieron el ceño, habían olvidado preguntar ese detalle. 

—Creo que tendría sentido que fuera desde el tren —dijo Harry, un poco inseguro de sus palabras —. Después de todo, fue ahí cuando los conocí y se supone que los libros hablan de los tres, solo que desde mi punto de vista. 

—Bueno, suponiendo que empieza desde el tren —continuó Ron, imposiblemente aún más rojo —, me gustaría que se omitieran mis comentarios sobre el dinero de mi familia y… 

Se detuvo abruptamente, su rostro poniéndose completamente rojo en un segundo. 

—Tus inseguridades —terminó Harry por él, comprendiendo de inmediato a qué se refería, Hermione se veía un poco confundida por el contexto, así que le explicó —. Cuando nos conocimos en el tren, Ron me habló de su familia y de cómo él nunca obtenía nada nuevo y… bueno, la estupidez sobre que no resaltaría no importa cuánto lo intentara porque sus hermanos ya habían hecho todo. 

Hermione asintió para sí, entendiendo de lo que hablaba y escribiendo, sin darse cuenta del estremecimiento general que recorrió a los Gryffindors que los miraban de reojo, parecía que estaban planeando algo muy serio. 

Omitir sentimientos de inferioridad de Ron, además de disimular su descontento con la situación económica de su familia. Momentos de confianza entre amigos, no es necesario que los demás lo sepan. 

Sabía que no podía pedir que se eliminara todo eso, porque muchas conversaciones sobre Voldemort y ocurrencias en sus planes nacían desde comentarios hechos por Ron, pero era mejor hacer el intento. 

—En lo personal —dijo Hermione quitando un mechón de pelo de su rostro —, no me gustaría que se hablara de todas las cosas que les he confesado en estos seis años. Son secretos que no me siento cómoda compartiendo con los demás, no importa qué tan bien me caigan. 

—Estoy de acuerdo —dijo Harry mientras Ron asentía frenéticamente, había cosas que solo debían quedar entre ellos tres, o, en el caso de Harry, solo en sus pensamientos. Casi inconscientemente dirigió su mirada hacia donde Ginny fingía leer un libro y sonrió. Sí, definitivamente había cosas que quería mantener solo en su memoria y no compartir con nadie más, excepto, tal vez, con la misma Ginny. 

Y así, lentamente, fueron llenando el pergamino, cada idea creando el camino a la siguiente, con Harry pidiendo que se omitieran los sentimientos que alguna vez tuvo por Cho Chang por respeto a Ginny (quien estaría en la lectura), sus pensamientos sobre temas irrelevantes y cuándo se había dado cuenta de cuánto le gustaba Ginny (y cómo lo había hecho). Había cosas que los Weasley realmente no necesitaban saber (si quería seguir con vida).  

Sin embargo, pidió que dejaran algunas insinuaciones, como el olor de su amortentia. Ron lo había mirado con cara “¿qué demonios?” cuando dijo eso y Harry tuvo que explicarle que en la primera clase de Pociones de ese año había olido el perfume de Ginny en el filtro amoroso, para su gran perturbación, y es que, a pesar de saber que había olido un aroma floral en la poción, no había esperado que fuera por su hermana (¡A su mejor amigo le había gustado su hermanita desde principios del curso y no se lo había dicho ni insinuado jamás! ¡Él había pensado que se había enamorado de ella en las prácticas de Quidditch o incluso en navidad!). También dijo que dejaran el beso en la sala común (para incomodidad de Ron y diversión de Hermione) y un par de momentos de su relación que pudieran aportar en el camino a la derrota (Harry no sabía, obviamente, que uno de estos momentos sería la dolorosa ruptura que se vieron obligados a tener dadas las circunstancias). 

Para deleite de Hermione, Ron pidió que se omitiera tanto como se pudiera su turbulenta (y pegajosa, agregó Harry esquivando el codazo de Ron) relación con Lavender y los celos que tuvo hacia Viktor Krum en su momento, llegando, entonces, a la parte en la que Harry decidía que su pelea con Ron en cuarto año no contribuiría en nada a la derrota de Voldemort, ya que había sido un desacuerdo momentáneo que ambos deseaban dejar atrás y que apenas recordaban bien. 

Luego, cuando Harry volvió a mirar a Ginny por enésima vez y ella le dio una preciosa sonrisa a pesar de estar casi durmiéndose, decidió que había cosas sobre su novia que él y sus amigos sabían y que nadie más debía recordar porque ella no lo apreciaría. De modo que a la lista de eliminaciones (como Hermione había comenzado a llamar al pergamino) se añadió el poema de San Valentín en segundo año (cuando Ron comenzó a reír estruendosamente, Harry amenazó con hechizarlo si molestaba a su hermana con el recuerdo), los momentos vergonzosos del infantil enamoramiento de Ginny hacia Harry y las anotaciones comprometedoras que Ryddle había citado para Harry en la Cámara de los Secretos (solo las que no aportaban a saber sobre lo mucho que había manipulado a Ginny), así como otros detalles que había recopilado a lo largo de los años y que se hacían más claros a medida que pensaba en ellos. 

Las tres horas de plazo para completar el pergamino pasaron y los tres amigos se pusieron de pie. Un estremecimiento general volvió a recorrer a los pocos que estaban en la sala común de Gryffindor y Ginny (que apenas había regresado del Gran Comedor) les dio una mirada casi ansiosa. ¿Qué demonios iban a hacer esos tres ahora? Debía ser algo grande, si incluso se habían saltado la cena, ¡y Ron Weasley nunca se saltaba una comida a menos que Harry estuviera en la enfermería! 

Ron subió al dormitorio a buscar el Mapa del Merodeador, Hermione se fue al suyo apenas vio a Lavender Brown entrar junto a Parvati Patil, no quería volver a verla llorar como hacía cada vez que Hermione estaba cerca de Ron y Harry no se veía por ninguna parte. 

Ginny notó eso con diversión mientras Harry se le acercaba. Se puso de pie para que él se sentara y ella se acomodó en su regazo, pasando un brazo tras su cuello y dándole una mirada suspicaz. 

—¿Qué están tramando ustedes tres? —preguntó, incapaz de contener su curiosidad. Le encantaba el misterio que siempre rodeaba a su hermano, su novio y su mejor amiga, pero también la desesperaba muchas, muchas veces. Esta era una. 

—Nada malo —se encogió de hombros Harry jugando con el dobladillo de la falda de Ginny, demasiado distraídamente para que ella lo creyera. 

—¿Irán a algún lado? —volvió a preguntar, cuando vio que Hermione volvía a la sala común al ver que Lavender estaba en una esquina apartada y no parecía prestarles verdadera atención. Su amiga se veía lista para salir en cualquier momento, y no cargaba con ella nada más que un pergamino que no podía leer desde lejos, pues la letra de Hermione era diminuta. 

—Tendremos una reunión con Dumbledore en un rato —dijo Harry mirando a Hermione con curiosidad cuando ella llegó a su lado —. ¿Desde cuándo escapas de Lavender? 

—Desde que dice a todo aquel que pueda escuchar que arruiné su relación con Ronald —dijo ella sentándose en una butaca cercana a la pareja —. Al parecer, que él y yo estuviéramos en el dormitorio de los chicos es una atrocidad de gran escala y una muestra de lo horrible que soy al violar el código de chicas cuya existencia yo, al ser desde siempre la mejor amiga de dos chicos, ignoraba completamente. 

Harry y Ginny (que estaba al tanto de que Harry había estado con ellos aquella vez, oculto bajo esa capa de invisibilidad que no soltaba por nada del mundo y había conseguido quién sabe dónde) rieron por su tono de fingida molestia. Bien sabían ambos que le encantaba saberse la razón de los celos de Lavender, pues, a diferencia de aquella vez en la que la emparejaban con Harry, Hermione de verdad sentía algo por Ron. Por mucho que no le gustara que Lavender estuviera mal por su culpa, Hermione sentía que tenía una gran justicia, considerando la de veces que había presumido de su relación con Ron solo para burlarse de ella a sabiendas de lo mucho que le dolía. 

—¿Nos vamos? —preguntó Ron acercándose, ignorando deliberadamente que Ginny había adoptado la costumbre de usar a su mejor amigo de asiento cuando había muchos lugares disponibles en toda la sala común (según él).  

—Seguro —Hermione se puso de pie, doblando cuidadosamente el pergamino nuevo y tomando el viejo que Ron le tendía (Ginny de verdad quería saber qué demonios hacía esa cosa que los tres cuidaban con tanto esmero). 

Harry se puso de pie, sosteniéndola de la cintura para que también lo hiciera.  

—Nos vemos pronto, Gin —dijo, inclinándose a besarla antes de seguir a sus mejores amigos por el agujero del retrato, los tres ignorando deliberadamente como Lavender comenzaba a quejarse con una estresada Parvati de que a veces había que saber diferenciar las buenas amigas, de las traicioneras. 

Pero Ginny no prestó atención a eso, sino a lo que Harry había dicho. “Nos vemos pronto”, ¿no debería haber dicho “volveremos pronto”? Miró el reloj que alguien había puesto sobre la chimenea, quedaban dos horas para el toque de queda, ¿a dónde se iban los tres y por qué ella sería quien se encontrara con ellos y no ellos quienes volverían? 

*** 

Corrieron a través de los pasillos y pasadizos buscando llegar pronto a su destino, la Sala de Menesteres, tal cual había dicho Dumbledore. Iban un poco atrasados, por lo que Hermione aceleró, asustada de llegar tarde a una reunión con su director. 

Los alumnos los veían pasar con confusión, ¿por qué corrían ahora? ¿quién huía de quién esta vez? ¿cuál de los dos chicos había hecho enojar a Hermione? 

Esa mañana Ron había tenido que escapar de una particularmente furiosa Hermione (al parecer el pelirrojo se había quejado de que Harry se había sentado demasiado cerca de Ginny) y días atrás el mismo Harry había huido de su mejor amiga, al parecer enojada porque interrumpía los estudios de Ginny (Harry aseguraba que lo único que había hecho era entrar en la sala común mientras su novia estudiaba). Pero ahora iban los tres juntos, lo que ponía particularmente nerviosos a los alumnos de Hogwarts, ya que no iban bromeando, no iban riendo ni mucho menos charlando. Iban serios y enfocados en su camino. Y eso solo significaba dos cosas según los chicos de sexto y séptimo año. Gryffindor pronto iba a obtener una chorrada de puntos y el trío haría una pasada por la enfermería.  

*** 

Diciembre, 2021. 

—Bien —dijo Ron, cerrando la cortina y mirando a Harry adulto con seriedad —. El hechizo ya está. El tiempo ha sido detenido. 

—Entonces podemos pasar a la siguiente fase —Harry adulto se acercó hacia el sofá donde Teddy estaba sentado con gesto solemne —. Como Ted ya les habrá dicho, la lectura de los libros no será realizada aquí. Según nuestro plan, ustedes habrían ido directo a la sala de lectura desde el auditorio, pero los encargados de ajustar los tiempos para los viajes (los inefables) tuvieron cierto percance, así que tuvimos que resolver sobre la marcha que ustedes vinieran aquí a leer al menos el primer capítulo, porque tenemos un horario muy ajustado.  

—¿En qué se equivocaron? —preguntó James I confundido —. No tengo idea de qué hacen los inefables, pero usualmente se dice que no cometen errores. 

—Fue un simple error de cálculo —explicó Ron, de pie junto a su amigo —. Digamos que debían avisar a los de 1997 de su visita inmediatamente luego del almuerzo, pero terminaron avisando a poco antes de la cena, así que se nos descuadró un poco el horario y la única manera de encarrilar todo era que ustedes se adelantaran en la lectura en un lugar protegido. Y la mansión Potter era la opción más sensata. 

—El plan no contemplaba que nos conocieran aún —aportó Al señalándose a sí mismo y a su hermana —. Solo conocerían a los primogénitos al principio, y luego nos iríamos uniendo. 

—¿Por eso las capas de viaje? —señaló Lily I mientras se acercaba más a Harry pequeño.  

—Así es —asintió James II antes de bostezar —. ¿Nos vamos ya? 

—Impaciente —lo acusó Ron con una sonrisa divertida —. Pero sí, si hacen el favor de ponerse de pie… 

Harry adulto se acercó a la pared junto a la chimenea y sacando su varita dio un golpecito al retrato más grande. Para incredulidad de los muggles y Harry pequeño, el retrato se extendió hasta el suelo y tomó la forma de una puerta negra que resaltaba en el blanco de la pared. 

—Wow —susurró la señora Miller sonriendo —. ¿Eso lo hiciste tú? 

—¿Qué? —Harry adulto le dio una mirada confundida antes de comprender a qué se refería —. Oh, sí, lo hice yo. ¿Ron?  

—Aquí estoy —acto seguido Ron también sacó su varita y ambos apuntaron a la puerta, susurrando unas palabras que nadie logró oír, ni descifrar. Los bordes de la puerta se iluminaron intensamente y los magos pudieron sentir el poder de la magia que estaba realizando mientras se les ponía la piel de gallina y sentían un fuerte cosquilleo en la nuca, una gran calidez recorriendo sus extremidades haciéndolos sentir como en casa. Los muggles por otro lado, sintieron lo contrario, de pronto parecía que la temperatura había bajado varios grados y un escalofrío recorrió sus cuerpos. Se sentían como intrusos en un lugar peligroso.  

Entonces Harry adulto y Ron se detuvieron y bajaron sus varitas, aunque los bordes de la puerta no dejaron de brillar y las sensaciones previamente descritas se iban con mucha lentitud. 

Ron se acercó a la puerta y giró el pomo lentamente. No parecía que la puerta llevara a ningún lado, detrás solo estaba la pared blanca, pero Ron, sin quitar la vista de la pared, alzó la mano en el momento exacto en que Harry adulto le tendía un jarrón francamente horrible. Lo tomó con cuidado y se alejó un paso antes de arrojarlo a la pared con fuerza. En lugar de romperse al chocar contra la pared, la atravesó limpiamente y el sonido que provocó al caer y romperse al otro lado sonó casi apagado. 

—Funciona —sonrió Harry adulto agitando otra vez su varita para que los pedazos del jarrón volvieran. Pero curiosamente no lo reparó. 

—¡Es como el andén 9¾! —exclamó James I encantado. Los muggles y Harry pequeño lo miraron como si hubiera perdido la cabeza, hasta que vieron como todos los demás magos asentían. 

—Un poco más pequeño, obviamente —dijo Harry adulto pasando una mano por el borde de la puerta —. Sí, ya es hora. 

—¡Fantástico! —celebró Molly acercándose a su tío con una sonrisa demasiado inocente —. Entonces, tío Harry, si hipotéticamente yo convenciera… 

—No lo harás —la cortó Harry adulto divertido. 

—Si lo hiciera —insistió Molly con voz dulce abrazando el brazo de Harry y apoyando su barbilla sobre su hombro —, ¿me dejarías enviar el proyecto? 

Harry adulto la miró fijamente y solo habló cuando Molly comenzaba a verse victoriosa. 

—No —dijo sonriendo con encanto. 

—¡Oh, vamos! —se quejó su sobrina entre las risas de todos —. ¿Es tan difícil conseguir un día libre? 

—Solo debes ir con tu jefe —le recordó Harry adulto. 

—¡Tú eres mi jefe! —exclamó Molly con una mueca que hizo reír a sus primos y a su hermana. 

—Y nunca vas y me pides un día libre —aseguró Harry adulto alejándose de ella con una sonrisa divertida antes de darle un beso en la frente —. Inténtalo mejor la próxima vez, sobrinita. 

—¡Oh, créeme que lo haré! —Molly se vio aún más decidida —. ¡Obtendré mi día libre sin descuento de sueldo! 

—Esa es otra de llamar al domingo —afirmó Ron riendo por el berrinche de la joven castaña. 

—¡Tío Ron! —se quejó su sobrina acomodando su capa de viaje. 

—Bueno, ya basta —rio Harry adulto sacudiendo la cabeza —. Creo que no mencionamos a dónde irían. 

—Y es justamente lo que queríamos preguntar —asintió la profesora White, aún sorprendida por el marcado contraste de personalidad que había entre Harry adulto y Harry pequeño. 

—Irán a Hogwarts de 1997 —explicó Ron mirando a los Dursley con el ceño fruncido, casi retándolos a decir algo —. Harry y yo estaremos ahí, con Hermione Granger, por supuesto. Conocerán al director Dumbledore y a la profesora McGonagall, además de varios otros profesores. También estarán mis padres, mis hermanos y mis cuñadas. 

—Así como algunos miembros de la Orden del Fénix —continuó Harry adulto verificando una lista que su hijo mayor le mostraba —. También algunos alumnos y ex alumnos. 

—Oh, estarán mis padres y hermanos de su tiempo —recordó Ron de pronto también mirando la lista —. Lo que significa que también me conocerán a los once años, que locura. 

—Y Hermione y sus padres también estarán —asintió Harry adulto. 

—Tío Harry —llamó Teddy cruzado de brazos —. ¿Podemos irnos ya? 

—DE NINGUNA MANERA —gritó Vernon Dursley de pronto, parecía que finalmente había recuperado su valor (y su voz) —. SERÁ MEJOR QUE LO OLVIDES, MUCHACHO, ME DA IGUAL QUE TUS MALDITOS PADRES ESTÉN AQUÍ, ¡YO NO CONSENTIRÉ QUE MI ESPOSA, MI HIJO Y YO VIAJEMOS A QUIÉN-SABE-DÓNDE CONTIGO Y TU PANDILLA DE ANOR…! 

Mimble Wimble —dijo James I apuntando a su cuñado con su varita y haciendo alguna clase de floritura. Inmediatamente Vernon se llevó las manos a la boca con expresión alarmada, Petunia lo miró con horror —. Sí, tú realmente no aprendes cuando debes callarte. 

—¿Qué le hizo? —preguntó la señora Miller sorprendida. 

—Maldición de lengua atada —explicó James I mirando a Vernon como si fuera un experimento que salió mal, mientras Harry pequeño lo miraba a él con fascinación —. Él la conoce porque le hice exactamente lo mismo cuando insultó a Lily. 

—¡Hicieron falta días para que volviera hablar con normalidad! —exclamó Petunia con furia mientras Dudley intentaba que su padre lo soltara. James I no se inmutó, y ningún mago hizo amago de detener la maldición. Harry adulto y Ron estaban en una esquina cuchicheando con Teddy y los demás chicos estaban repartidos por la sala. Algunos incluso habían subido las escaleras o se habían ido a lo que suponían era la cocina. 

—Sí, te quejaste mucho por eso —dijo Lily I sonriendo levemente mientras agitaba su varita y Vernon se libraba del hechizo en medio de un festival de jadeos y groserías entrecortadas —. Pero no me dejabas deshacerlo yo misma como lo hice ahora, así que ¿de quién es la culpa realmente de que tardara días? 

—Del señor morsa —asintió James I divertido antes de mirar a Harry pequeño, que de pronto lo miraba con aún más atención —. ¿Qué pasa, hijo? 

Harry pequeño se sobresaltó ante su tono cariñoso, pero sonrió para sus adentros, mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie oyera lo que iba a decir. 

—¿No puede… um… encoger las cosas? —preguntó con timidez —. Ya sabe, ¿la ropa? 

James I le dio una mirada sorprendida, mientras Lily I tenía el tacto suficiente como para hacer que no había oído nada y entablaba una conversación con Victorie, que se había acercado a ellos con una sonrisa amistosa. 

—Claro que puedo —respondió un poco vacilante, advirtiendo por qué lo decía y bajando la voz al notar que no quería que nadie los oyera —. ¿Quieres que haga que tu ropa te quede bien? 

Harry pequeño se mordió el labio con fuerza. La verdad es que lo había preguntado pensando en que tal vez si aprendía ese hechizo en el futuro él podría usarlo en su ropa, pero no había esperado que su padre le ofreciera hacerlo con la ropa que llevaba en ese momento. Asintió con recelo, no acostumbrado a recibir ayuda y un tanto incómodo por tener que pedirla. 

James I lo notó, y lo preocupó bastante. ¿Qué niño de diez años es tan cauteloso a la hora de solicitar ayuda con algo que está obviamente fuera de sus capacidades? Claro, pensó para sí con enojo mientras examinaba la ropa de Harry con discreción, un niño que no conoció a sus padres y se crio con unos parientes que no lo querían y probablemente le decían que no merecía su atención. 

—Haremos algo mejor —decidió sacando su varita de nuevo y acercándola al hombro de Harry pequeño, donde dio un ligero golpecito. Harry sintió que su ropa se encogía más y más, recogiéndose en sus brazos y piernas, inclusos sus zapatos comenzaban a hacerse más pequeños, el viejo recuerdo de cuando un Jersey se había encogido sobre su cuerpo haciéndose presente en su memoria. ¿Había sido magia? ¿la había hecho él? Su tía obviamente no tenía las habilidades, ya había demostrado su aversión a eso, y dudaba que hubiera sido Dudley, ya que había salido con tío Vernon aquel día —. ¿Qué tal? 

Harry examinó su ropa, que ahora era de su tamaño y se veía y sentía como si fuera casi nueva. Sus zapatillas, antes andrajosas y sucias, ahora estaban limpias y ni siquiera un hilo escapaba de ellas. Sus pantalones ya no estaban doblados y sus mangas ya no debían ser enrolladas. Asintió con emoción, sintiéndose un poco extraño al usar ropa de su talla por primera vez (que él recordara), pero notablemente más cómodo de lo que nunca estaría con la ropa de su primo. 

James I le sonrió, poniendo una mano en su hombro en lo que pretendía ser un gesto paternal, pero que hizo saltar a Harry pequeño, aunque se reprimió a sí mismo en el instante en que lo hizo, regañándose mentalmente por haberse puesto alerta y tener miedo. Si su padre lo notó, no hizo comentarios, aunque Harry creyó haber visto una expresión de enojo aparecer en su rostro por un segundo antes de volver a su sonrisa juguetona. 

—¡Bien! —gritó Ron alzando sus brazos para llamar la atención de todos —. Vamos a explicar algunas cosas. 

Harry adulto se les acercó con las manos en los bolsillos y Teddy a su lado. Ambos se veían un poco nerviosos, el metamorfomago no dejaba de dar miradas ansiosas a la puerta que los llevaría al pasado-futuro. 

Entonces se detuvieron frente a ellos y, por primera vez, Harry adulto los miró a los ojos. Su expresión parecía incómoda, tal vez un poco herida, pero sostuvo la mirada de ambos con seguridad en su postura, aunque un profundo dolor comenzaba a posarse en su mirada. James I y Lily I no lo sabían, pero en ese momento Harry estaba teniendo problemas para mantener la compostura.  

¡Coge a Harry y vete, Lily! ¡Es él! ¡Corre, vete! 

¡Harry no! ¡Por favor, mátame a mí, pero a él no! 

Tu padre está en camino... Quiere verte... Todo irá bien... ¡ánimo! 

Prepárate. Prepárate para correr... ahora. 

Has sido muy valiente. 

Estamos tan orgullosos de ti.  

¿Se quedarán conmigo? 

Hasta el final. 

Harry apartó la mirada, los recuerdos revoloteando en su mente sin control alguno. Miró a sus hijos, incluso a Teddy, pensando en cómo su cariño por sus padres solo se había multiplicado cuando tuvo a cada uno en sus brazos por primera vez (o, en el caso de Teddy, cuando se dio cuenta de que él no era solamente su ahijado, sino que también su hijo por todo lo que importaba). Había sido el primero en cargarlos luego de que nacieron (en el caso de sus tres hijos biológicos), había sido quien los llevó a los brazos de una exhausta Ginny, y quien había llorado de emoción mientras abrazaba a su esposa y a Teddy, que exclamaba con entusiasmo que tenía uno, dos y tres hermanos.  

En todos esos momentos, Harry había estado pensando en James y Lily Potter, aquellas personas que más admiraba en el mundo. Aquellos que habían dado su vida para que él tuviera una oportunidad. Aquellas personas que lo habían amado más de lo que nadie nunca jamás podría. Y nunca le había tomado el peso a ese hecho, al menos no con total comprensión, hasta que tuvo a sus hijos en sus brazos y los vio crecer como sus padres no habían podido hacer con él, como Remus y Tonks no habían podido hacer con Teddy, amándolos de una manera que nunca imaginó sentir.  

—¿Cuántos años tendrás? —preguntó James I abruptamente, sujetando la mano de Lily I con fuerza. No iba a decirlo en voz alta, pero la idea de enfrentarse a un adolescente huérfano (su adolescente huérfano) lo ponía bastante nervioso, sobre todo porque, a diferencia del pequeño Harry, él sí sabría lo que les pasó, tal vez incluso cómo pasó y probablemente tendría cierta imagen de ellos, una expectativa incluso. Merlín sabía que temía no estar a la altura. 

Con Harry pequeño era sencillo ser él mismo, hasta hace dos horas, y por mucho que lo enojara, lo único que el niño sabía de él era que había sido su padre (¡ni siquiera estaba enterado de su nombre, por Morgana!). Harry pequeño no tenía una idea preconcebida de él, no tenía una expectativa de quién era James Potter, y ser él mismo era lo más lógico, porque el niño era (o sería) su hijo y él más que nadie merecía conocerlo tal cual era. Y James esperaba, de todo corazón, ser suficiente para él. Pero temía que eso no fuera posible para el chico que conocerían pronto, y no sabía cómo reaccionaría si su hijo llegaba a odiarlo. 

Al oír su pregunta, Harry adulto suspiró para sí, mirando a su versión de diez años, que parecía bastante curioso también. Teddy le dio una mirada de ánimo, apartando finalmente la atención de la puerta y centrándose en su padrino. 

—Dieciséis —respondió, agradeciendo que Ron estuviera explicando a los muggles la sensación que los recorrería cuando cruzaran la puerta para desviar su atención de los Potter —. Estoy casi al final de mi sexto año. 

James I asintió, aunque no sabía por qué realmente, simplemente no sabía cómo continuar la conversación, pero tampoco quería dejarlo sin respuesta cuando había sido él quien había comenzado la charla. Asentir parecía la opción más prudente. 

—Tendré muchas preguntas —dijo Harry adulto, de nuevo no se atrevía a mirarlos —. Tengo una imagen general de ustedes, sé quiénes fueron y cómo fueron hasta cierto punto, pero hay un millón de cosas que me habría gustado saber. Cosas de las que incluso hoy no tengo respuesta. 

—¿Cómo qué? —se atrevió a preguntar Lily I. 

—¡Sin spoilers, tío Harry! —exclamó Teddy dándole una mirada divertida y atrayendo la atención de todos los que estaban en la sala —. Deja la emoción para los jóvenes.  

—¿Me estás llamando viejo? —cuestionó Harry adulto con una mueca que hizo sonreír a todos quienes la vieron. 

—Bueno, amigo, ya no eres muy joven ¿verdad? —se burló a lo lejos Ron, captando la incomodidad de su mejor amigo por tener que contenerse de bombardear de preguntas a James I y Lily I  

—¿Cómo es posible que olvides que eres mayor que yo? —Harry adulto se veía cómicamente indignado. 

—¡Solo por cuatro meses! —se defendió el pelirrojo. 

—Ajá —bufó Harry adulto antes de señalar la puerta por la que irían al pasado (para la tercera generación) y el futuro (para los demás) —. ¿No crees que ya es hora? 

—¡Cierto! —sonrió Ron, abriendo la puerta y haciendo un gesto a los muggles —. Como ya les dije, solo deben cruzar la puerta y aparecerán en una gran sala de lectura. Se encontrarán con mi familia de su tiempo y los Granger. Es probable que Harry, Hermione y yo a los dieciséis entraremos a la sala poco después de ustedes. Con suerte, Dumbledore ya habrá llegado. ¿Quién es voluntario para ir primero? 

—¡Nosotros! —exclamó Molly señalándose a ella y a sus abuelos, que la miraron asustados —. ¡Vamos, abuelos, será divertido!  

Y poco a poco todos fueron cruzando la puerta camino a la Sala de Menesteres en 1997. 

AGREGO ACLARACIÓN AQUÍ, PORQUE EN LA SECCIÓN DE NOTAS EXCEDE EL LÍMITE DE CARACTERES.

Y debo explicar lo de la lista esa. Para empezar, siempre me ha incomodado el hecho de que Harry tenga que sacrificar COMPLETAMENTE la privacidad de sus pensamientos por el bien del mundo mágico. Y no digo que sea necesariamente malo, pero siento que Harry ya lo ha pasado lo suficientemente mal como para que de la nada tenga que renunciar a lo único sobre lo que tiene control. Su privacidad. Dice lo que quiere, se guarda lo que quiere y si siente que su opinión no es necesaria la calla. Con los libros es imposible, y sé bien que muchos de los pensamientos de Harry podrían arruinar varias cosas. Recuerden que hay veces que Harry tiene pensamientos que no van a acorde a sus acciones y pueden herir a alguien. ¿Quieren que Hagrid se deprima al enterarse que Harry, Ron y Hermione odiaban sus clases (y su comida) y solo decían lo contrario para hacerlo sentir bien? Yo no quiero ni atreverme a debilitar esa bonita amistad. ¿Quieren que Ron y Harry tengan una pelea por las veces que Harry estuvo de acuerdo con que Ron no era suficiente? Fueron muy pocas y en momentos muy puntuales en los que Harry realmente no se sentía así, pero no quiero que esa amistad sufra más. Después de todo, no voy a quitar la parte en la que Ron se va cuando se lea el séptimo libro. Me parece que eso será suficiente tortura. 

Además, hay algo tan delicado en saber a detalle los pensamientos de Harry. Leer todo eso es algo tan privado que incluso yo me siento incómoda leyendo. Además, ¿de verdad creen que el señor y la señora Weasley (sin contar a sus hijos) se sentirían cómodos leyendo que Harry tenía sueños "comprometedores" con la menor de sus hijos? ¡Sería un desastre! Sin contar que Harry probablemente moriría. 

Y otro punto. La amistad de Harry, Ron y Hermione es realmente muy importante para mi. Y lo que siempre me ha gustado, y que estoy segura no soy la única, es la complicidad y el misterio que los rodea. Son ellos tres o ninguno. Cada uno guarda un secreto de cada uno. Se apoyan, discuten, se reconcilian y son básicamente un complemento de la vida de los otros. La mejor definición es que un rompecabezas de tres piezas. Si falta uno no funcionan, así de simple (algo que me molestó mucho de las películas es que mostraban a Ron como un extra, como si Harry y Hermione fueran un equipo perfecto con una mascota pelirroja). Su relación es más complicada que eso, porque no solo son Harry, Ron y Hermione. Porque, y no sé si se entenderá, también son Harry y Ron, Harry y Hermione, Ron y Hermione.  

Los tres son un todo que se complementa y forman una hermosa amistad donde nadie es mejor que el otro. Y me niego a dejar que los demás juzguen su cercanía de acuerdo a las discusiones y diferencias que tuvieron al principio porque eso es algo de lo que ellos aprendieron, pero que los demás no van a comprender jamás. Porque no van a entender que aunque Harry y Ron se llevaban mal con Hermione, aún así fueron los únicos que recordaron que ella estaba sola en el baño, a pesar de que se enteraron por otra persona. Ellos son ellos y su amistad es su mayor tesoro. No quiero que tengan que dar explicaciones de algo que para ellos es natural, fluido y tan simple como obvio. No olvidemos la facilidad con la que Hermione se acopló a Harry y a Ron a pesar de que solo unos días antes eran "enemigos". Así que, y ya que el principal objetivo de los libros es derrotar a Voldemort y salvar vidas, decidí que podíamos prescindir de esos momentos donde Harry, Ron y Hermione eran abiertamente hostiles entre sí.  

Lo que me lleva a contarles otra razón para quitarlos. Hermione de once años. Ella no tiene amigos en la escuela muggle por la misma razón por la que no tuvo amigos al principio en Hogwarts. Es muy mandona. Muy buena, pero mandona. Y aunque Harry y Ron aprendieron a amar eso de ella, los demás no. No quiero dañar a la pequeña Hermione con los pensamientos que Harry tenía sin conocerla de verdad. Empaticen con ella y piensen en lo horrible que sería para su autoestima (de por sí frágil y fácil de romper incluso para una niña de once años) ver cómo alguien remarcaba todos y cada uno de sus defectos cada vez que la veía. Ya bastante tendrán con Malfoy notando cada error y tratándola como basura (no me vengan a decir que no era para tanto, lo que Draco decía era horrible y destinado a causar el más profundo dolor, punto.).  

También aclaro algo aquí. Harry y Ron harán clic al instante como en el tren porque es algo inevitable, pero Hermione será un poco difícil de incluir al principio, porque su carácter y el de Ron difieren demasiado (aquí es donde entraran sus versiones de 1997). Prometo que va a gustarles. Otro detalle. Harry y Ginny. No esperen que se hagan mejores amigos y se entusiasmen ante la idea de que algún día estarán juntos. Harry apenas está descubriendo la amistad y Ginny aún tiene un camino que recorrer para ser nuestra Ginny frente a Harry (saben a qué me refiero). 

Ginny debe deshacerse de la imagen de Harry Potter, el niño que vivió, para finalmente conocer a Harry Potter, el sarcástico, reservado, curioso, adicto al Quidditch y sobreprotector Harry Potter. Y para eso se necesitan más que un par de conversaciones. En los libros requirió muchos veranos en su casa, un par de salidas, charlas con Hermione y, lo más importante, darse cuenta de que Harry no la querría nunca por lo que era, porque ella no le estaba dejando conocerla de verdad.  

Siempre he pensado que son muy crueles con Harry en lo referente a enamorarse de Ginny. Primero, él nunca se había enamorado y por un largo tiempo no pudo ver a Ginny como algo más que una amiga porque ella no se acercaba a él y no dejaba que viera la maravillosa persona qué es (no la culpo en absoluto, solo señalo un hecho). Segundo, cuando comenzó a conocer a la verdadera Ginny (y muy poco y en momentos muy puntuales), ella estaba con Michael Corner y a él le gustaba Cho Chang. Tercero, nunca convivieron mucho hasta el verano antes de su sexto año, y sabemos que fue ahí, cuando finalmente nos presentaron más a fondo el potencial de Ginny Weasley, que Harry comenzó a fijarse de verdad en ella como algo más que una amiga. Cuarto, Harry se dio cuenta relativamente rápido de lo que pasaba, pero lo ocultó y lo negó para no poner en riesgo su amistad con Ron (sin mencionar que Ginny salía con Dean, su "amigo" y compañero de cuarto), sabemos bien que Harry se sometería a un crucio antes que perder a Ron para siempre. Para Harry, enamorarse de Ginny (sabiendo lo que Ron opinaba de los chicos que miraban demás a su hermana) era una traición absoluta. Y me pareció muy lindo de su parte que priorizara su amistad antes que su felicidad tanto como pudo. 

En resumen, el plan de JK funcionó. Descubrimos a Ginny tan lentamente como Harry, pudimos ver sus distintas facetas y disfrutamos de cómo ella comenzaba a ser ella misma frente a Harry hasta atraparlo sin notarlo, y antes de darnos cuenta estábamos deseando que estuvieran juntos (los que los shippeamos).  

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