
¿Nos conocemos? ¿No deberían estar muertos?
Unas horas antes todo el cuarto grado de una escuela primaria muggle (alumnos y padres) habían sido convocados para una reunión repentina en el recién estrenado auditorio. No les habían dicho el motivo de la reunión, pero intentaban no ponerse nerviosos, de seguro solo querían hablar de los nuevos arreglos en la infraestructura. De modo que estaban tranquilamente hablando entre ellos de temas variados, pero triviales.
Todos hablaban, reían, se burlaban, discutían o disimulaban su desagrado, mientras nuestro protagonista, el pequeño Harry Potter de no más de 10 años, se encontraba sentado en una de las sillas, cuidando estar lo más alejado posible de sus tíos y su primo, quienes hacían su mejor esfuerzo por olvidar su existencia. Los tres emulaban a la familia perfecta y amistosa saludando a quien posara la mirada en ellos, riendo de los horribles chistes de tío Vernon y fingiendo interés en la vida de los demás, aunque tía Petunia no tenía que fingir en lo absoluto, su carácter entrometido solo era superado por su odio a la suciedad y al desorden.
No pasaron más de veinte minutos antes de que el director Miller, un canoso hombre de mediana edad que siempre estaba sonriendo, entró por la puerta del auditorio acompañado de un hombre joven de pelo castaño. Las conversaciones cesaron al instante, fijando su vista en el desconocido con una curiosidad mal disimulada. Harry habría jurado oír el crujido de un hueso en el cuello de su tía cuando alzó la cabeza todo lo que puso para ver al hombre, que sonreía casi con burla mientras devolvía la mirada a todos, claramente buscando incomodar a quienes se vieran atrapados.
Sus dudas fueron prontamente respondidas cuando el director Miller hizo el esfuerzo de hablar mucho más alto de lo que acostumbraba y explicó la extraña aparición del joven, cómo este había revelado la existencia del mundo mágica y lo que lo motivaba a estar allí.
Como es de esperar, hubo distintas reacciones ante eso, algunos felices de saber que la magia existía, otros sorprendidos y curiosos acerca de eso, y algunos incluso ofendidos ante la idea de que les hubieran ocultado semejante hecho. ¡Magia de verdad!
Pero definitivamente nadie superó la reacción de Vernon y Petunia Dursley, quienes apenas escucharon cómo había sido la llegada del joven habían comenzado a atar cabos, aterrorizándose cada segundo que pasaba y enfureciéndose al siguiente. ¡No podía ser que, después de tantos años tratando de ignorar el hecho de que estaban viviendo con un posible mago, viniera este rarito y arruinara todos sus esfuerzos! ¡En la escuela de su bello Diddy nada menos!
Ignorante ante la reacción de sus padres, “Diddy” estaba diciéndole a sus amigos, Piers, Dennis, Malcolm y Gordon, que él era un mago y que lamentaba no habérselos revelado antes. Harry por su parte, se mantenía en silencio, asimilando con cuidado la noticia y pensando en la menos un millón de preguntas que se arremolinaban en su mente, incluso se le pasó por la mente que esta fuera una muy elaborada broma de parte de Dudley, pero viendo la reacción de este, comenzaba a dudarlo. Recordó vagamente aquel sueño que había tenido varios días atrás, sobre nubes de colores, risas y abrazos, y sabía que, aunque había hecho su mayor esfuerzo por recordarlo al detalle, no conseguiría nada más que la alegre sensación que lo había recorrido al despertar, porque sabía que había sido feliz en su sueño al menos un ratito.
Luego de un muy largo silencio en el que todos intentaban hacerse a la idea de lo que habían dicho, el director volvió a tomar la palabra.
—Y ahora, nuestro joven mago aquí presente —señaló al chico a su lado, provocando que este sonriera aún más de lo que ya lo hacía —. Se presentará brevemente y responderá amablemente todas sus dudas.
Con un movimiento de su mano le dio el pase al joven para que hablara.
—Bueno, hola. Primero que nada, mi nombre es Ted Remus Lupin —Vernon, Dudley y Harry miraron un poco confundidos como Petunia se ponía ligeramente verde como si ese nombre le trajera malos recuerdos —, pero pueden llamarme Teddy, es menos formal. Tengo 23 años y actualmente trabajo en el Departamento de Seguridad Mágica, específicamente en la Oficina de Aurores, junto a mi padrino —por alguna razón Harry tuvo la sensación de que el chico lo miraba —. Y me estoy preparando para el próximo año enseñar en la escuela a la asistí antes de trabajar en el Ministerio de Magia.
Inmediatamente muchas manos se alzaron y el chico le dio el paso al profesor de educación física, ya que parecía el más emocionado.
—¿Qué son los aurores?
—Son como la policía del mundo mágico —parecía divertido con las expresiones de todos —. de hecho, mi padrino es jefe del Departamento de Seguridad Mágica al completo, que es algo así como el Ministerio del Interior de Inglaterra.
Y así empezaron a llover preguntas que el chico respondía educadamente, aunque sean de lo más ridículas u obvias como, por ejemplo:
¿Tienen un sistema político?
¿Utilizan varitas mágicas?
¿Hay alguna escuela mágica aparte de la que el señor Miller nombro, ese Howard?
Teddy parecía ligeramente ofendido ante ese cambio de nombre, pero aun así respondió que sí había y lo corrigió diciendo que el nombre correcto era “Hogwarts”. Explicó a muy grandes rasgos cómo era el ministerio de magia y dijo que obviamente utilizaban varitas, aunque unos pocos magos tenían la capacidad de hacer magia sin varita, lo cual era una habilidad muy complicada de dominar.
Al final la pregunta que, en opinión de Teddy, era la más importante salió de la boca de la señora White, la profesora de matemáticas:
¿Por qué ha viajado al pasado y de qué tratan esos libros que usted dice debemos leer solo nosotros aquí?
—Bueno, si viajé al pasado es más que nada porque en unos 4 o 5 años el mundo mágico volverá a entrar en guerra contra un poderoso, cruel y horrible mago que utilizó sus poderes para hacer daño al mundo mágico, a los hijos de muggles y a estos mismos…
—¿Muggles? —pregunto Miller confundido y un poco asustado, tenía un presentimiento acerca de todo eso.
—Personas sin magia —Miller hizo un ruidito de comprensión al igual que algunos —. Pero volviendo al tema, los libros tratan sobre un chico que será el primero en la lista negra de este mago tenebroso…
Se interrumpió cuando alguien golpeó la puerta del auditorio tres veces. El director frunció el ceño confundido hasta que vio la enorme sonrisa de Teddy, que gritó “¡Pase!” como si estuviera en una feria, es decir, con todas sus fuerzas.
La puerta se abrió parcialmente y una chica pelirroja se asomó con curiosidad.
—¿Teddy Lupin? —preguntó mirando al chico en el escenario. Él asintió de forma casi frenética —. ¡Gracias a Merlín! Te hemos buscado por al menos tres salones.
—¡Y ya estoy aburrido! —gritó alguien tras ella ganándose una mirada enojada de su parte.
—Cállate y camina —dijo entrando en el auditorio con una repentina sonrisa. Petunia jadeó audiblemente.
—¡TÚ! —gritó con incredulidad. La pelirroja se sobresaltó y la miró con confusión antes de mostrar una clara expresión de sorpresa.
—¿Petunia? —preguntó mientras un hombre se ponía a su lado, mirando a Petunia con el ceño fruncido. No le gustaba la mirada que le daba a su novia.
—¿Petunia? —James miró a Lily con extrañeza —. No se parece en nada a ella.
—Viaje en el tiempo —les recordó Teddy con emoción. James y Lily se fijaron en él con más detalle, mientras los demás los detallaban a ellos. El hombre se les hacía conocido, pero a la mujer no la habían visto jamás. Claramente seguían en la escuela en algún lado, a juzgar por sus uniformes. Harry miraba a su tía con confusión, al igual que Dudley. Ninguno comprendía su reacción.
—¡Sí que te pareces a Remus! —exclamó entonces James señalando a Teddy con entusiasmo —. ¡Lunático tuvo un hijo! ¡Lily, Remus tuvo un hijo! ¡Incluso después de todo lo que ha dicho!
—¿Todo lo que ha dicho? —preguntó Teddy con una emoción que los muggles y Harry no pudieron comprender —. Oí rumores de que él nunca imaginó que tendría un hijo.
—¡Ya lo creo que no lo imaginó! —rodó los ojos James, como si el recuerdo fuera ridículo —. Remus es testarudo como pocos, siempre que me pongo en plan “cuando tengamos nuestras propias familias”, el idiota insiste en que por su condición no tiene posibilidades.
Y ahora resopló casi con exasperación.
—¡Por su condición! —repitió con burla —. Siempre se pone como un basilisco cuando le digo que su condición es un pequeño problema fácil de ignorar la mayor parte del mes. ¡Pero claro! ¡Remus Lupin no me hace caso cuando le hago entender que…!
—Solo es un pequeño problema peludo —terminó Teddy con una sonrisa.
—¡Exacto! —exclamó James con alegría —. ¡Eres un chico muy listo, amigo! ¿no lo crees tú, pelirroja?
—Por supuesto que lo creo, James. Es el hijo de Remus —sonrió Lily antes de volver a mirar a su hermana —. Petunia, yo…
—Tú nada, no sé cómo llegaste aquí, pero no te me acerques a mi o a mi familia —dijo bruscamente la mujer, avergonzada ante la idea de que todos se enteraran que ella era su hermana. Vernon asintió con aprobación a la actitud de su esposa, evitando ver a ambos magos, lo que le faltaba. Más anormales infectando el aire que su hijo respiraba. ¡Y él que creía haberse librado de esos dos!
—¡Bueno! —exclamó Teddy riendo del baile que James estaba improvisando en celebración por su amigo y su inteligente hijo —. ¡Creo que es momento de presentarse!
—¿A quiénes, sobrino adoptado? —dijo James deteniendo su bailecito y abrazando a Lily por los hombros. Ella no había apartado la mirada de su hermana en ningún momento, desconsolada ante la idea de que más de una década en el futuro ella seguía odiándola.
—A los muggles —respondió Teddy fingiendo una voz grave, antes de volver a la normalidad al ver que no daba el efecto que quería —. Señoras y señores, les presento a nuestros invitados del pasado.
—Se siente súper raro oír a alguien decir que venimos del pasado ¿no crees? —rio James divertido —. ¡Pero mi querido señor Lunático tendrá un hijo!
Teddy estalló en carcajadas ante la cara que puso y asintió con alegría.
—Y solo espera a saber quién es mi madre —dijo con intención.
James se iluminó cual árbol de navidad y sonrió en grande, pasándose una mano por el cabello para despeinarlo aún más. Algo en el gesto se les hizo conocido a todos los maestros, pero ninguno podía descifrar de dónde. Había rasgos familiares en el rostro del chico, pero otros demasiado definidos como para ser conocidos. Había algo en la forma en que su pelo negro estaba completamente desordenado o incluso su contextura delgada. Harry en específico, sentía que lo conocía de algún lado.
—¡¿Quién es?! —exclamaba James con impaciencia, ajeno a las miradas, o ignorándolas con maestría —. ¿Quién fue la perseverante e increíble mujer que cazó a mi buen amigo?
—No te lo diré aún —afirmó Teddy antes de señalar en escenario —. Deben presentarse a los muggles, en serio.
—¿Me dirás quién es tu madre si lo hago? —inquirió James con astucia.
—No.
—Al menos lo intenté.
Lily rodó los ojos y lo arrastró al escenario, luchando por ignorar la mirada de odio que Petunia le dirigía. Todos los miembros de la escuela miraban algo confundidos el intercambio, y más que nada sorprendidos por la presencia de ambos jóvenes. ¿Por qué traerlos del pasado en lugar de buscarlos en el “presente”?
—¿Cómo nos presentamos? —preguntó James mirando a Teddy con curiosidad —. Quiero decir, nombres, edades, ¿qué debemos decir?
—Nombre y edad será suficiente —aseguró el metamorfomago mirando entre los muggles, buscando a su padrino y preguntándose si sería capaz de reconocer a sus padres. Por la mirada intensa que dirigía al escenario, se le hacían familiares, pero estaban tan lejos que los podía detallar tanto como para reconocerlos como su familia. Aún.
—Empiezo yo —le dijo Lily algo desanimada a su novio, que notó su estado de inmediato y la tomó de la mano antes de comenzar a hablar él mismo, intentando distraerla de su pena.
—¡Bueno, mis queridos espectadores! —comenzó James animoso, haciendo que Lily diera una vuelta sobre su eje —. ¡Espero sepan apreciar la perfección que está ante ustedes! ¡no muchos tienen el privilegio de conocer a esta preciosa y maravillosa mujer!
—¡James! —rio Lily negando con la cabeza, pero James no se detuvo, esa sonrisa en el rostro de la chica era suficiente para que él comenzara a enumerar cada una de sus virtudes sin parar hasta estar seguro de que nunca se borraría.
—¡La más bella pelirroja que jamás conocerán, la más bondadosa Griffyndor que alguien podría conocer, la más aterradora…!
—¡Oye! —exclamó Lily interrumpiendo con una brillante sonrisa, él sí que sabía cómo elevar su ánimo. Haciendo caso omiso de las miradas divertidas y enternecidas que muchos les daban, inició su presentación —. Soy Lily Evans…
—Pronto Lily Po…
—Ya explicaremos eso —lo interrumpió de nuevo, aunque ahora sus ojos también brillaban y Harry juraría que podía oír rechinar los dientes de su tía por la fuerza con la que apretaba la mandíbula —. Tengo 18 años, y acabo de graduarme de la escuela, así que no hay mucho que decir.
—¿Qué no hay mucho qué decir? —James sacudió la cabeza, incrédulo —. Mi Lily es la mejor de toda nuestra generación, la más inteligente, la más linda, la más amable, la más perfecta…
—Creo que ya es tu turno, Romeo —rio Lily poniendo una mano en su boca para callarlo —. Debes presentarte.
—¿Quién es Romeo? —preguntó James confundido.
—Te lo explico luego —sonrió su novia haciendo señas a los muggles —. Están esperando.
—Como digas —dijo James encogiéndose de hombros y abrazándola antes de hablar —. Yo, mi querida gente, soy el afortunado novio de esta increíble dama, mi nombre es James Potter…
Se interrumpió al ver como todos los maestros lo miraban sobresaltados y los alumnos se giraban a mirar algo que él mismo no podía ver, al igual que algunos padres.
—¿Dije algo mal? —preguntó a Lily que negó confundida, había captado la mirada de desagrado que su hermana le había dirigido a James y luego a alguien en la fila de atrás, pero, al igual que su novio, no podía ver de quién se trataba —. Bueno, no sé por qué reaccionan así, por lo que voy a ignorar esto. Soy James Potter, tengo 18 años y, al igual que mi maravillosa Lily, acabo de graduarme. Hace dos meses, de hecho. ¡Y nos vamos a casar muy pronto!
La emoción en su voz al decir lo último permitió que todos distrajeran su atención de un estático Harry, que miraba a la pareja de magos con incredulidad, deseando con todas sus fuerzas que su presentimiento fuera real.
—Bueno… —el director Miller se aclaró la garganta, tratando de que no lo embargara la emoción del momento. Estaba seguro de que se encontraba ante los fallecidos padres del pequeño y silencioso Harry Potter —. Ya veo por qué están ustedes aquí.
—¿Lo hace? —James lo miró con una sonrisa amistosa —. Pues podría explicárnoslo, porque solo nos sacaron de una importante reunión con nuestros ex profesores. El profesor Binns no estaba nada feliz de dejar ir a la única alumna que no se dormía en su clase. O sus conferencias.
Lily hizo un ruidito indignado y le dio un codazo.
—Solo nos dijeron que debíamos viajar al futuro —explicó Lily mientras James reía al tiempo que se sobaba las costillas —. Y que todos los muggles que veríamos estarían al tanto de la existencia de los magos, lo que me lleva a preguntar…
Teddy, que sabía cuál era su pregunta, se adelantó.
—El Estatuto del Secreto se levantó para los muggles presentes en este auditorio, no te preocupes por eso —dijo con una sonrisa —. Y están aquí porque vamos a leer libros.
—¿Libros? —preguntó James quejumbroso haciendo un gesto que a los maestros les recordó a Harry, que aún no superaba la conmoción y miraba como sus tíos se movían frenéticamente en sus sillas, como si intentaran pararse y hablar, pero no pudieran —. ¿Salimos de Historia de la Magia para leer más libros? Espero que involucren Quiddicht.
—¡Ustedes son magos! —exclamó la maestra de matemáticas poniendo en palabras lo que todos habían notado, mas no asimilado.
—¿No lo sabía? —James frunció el ceño confundido —. ¿Qué tiene de raro que seamos magos?
—¿La magia es hereditaria? —preguntó la señora Miller, esposa del director y profesora de inglés —. ¿Si tuvieran un hijo…?
Todos comprendieron el origen de su pregunta y Harry prestó total atención, sin despegar los ojos de sus padres, examinando hasta el último detalle de ellos y rogando fijaran su vista en él. Su madre miraba a su tía con atención, pero no parecía reparar en la presencia de tío Vernon, Dudley o él, por mucho que rogara que lo hiciera.
—Sería un mago, sí —asintió James, antes de mirar con intención a Teddy, que se mantenía apartado con el pasmado director, sonriendo como si lo supiera todo —. ¿La pregunta tiene algún sentido oculto?
Como si se hubieran puesto de acuerdo, todos los muggles miraron a Harry, que se había puesto de pie en su esfuerzo por ver a sus padres.
—¡Oye! —gritó James con emoción —. Cómo que ese niño se parece a mí ¿no crees, Lily?