El último suspiro de la noche

Harry Potter - J. K. Rowling Twilight Series - All Media Types Twilight Series - Stephenie Meyer Twilight (Movies)
G
El último suspiro de la noche
Summary
Se sentó en el viejo catre, abrazándose las rodillas. Cerró los ojos y trató de ignorar el eco de la voz de Harry en su mente."Es solo hasta que pueda volver con él."Se repitió una y otra vez.Pero no podía evitar sentir que esa posibilidad se alejaba cada vez más.. . .Antes de que pudiera moverse, otro hechizo golpeó su bolsillo trasero.Hermione sintió un tirón desgarrador en su interior. Un remolino la envolvió. El mundo desapareció.Y Hermione Granger se desvaneció en el aire.. . .Detuvo el auto por un momento, frotándose el puente de la nariz, intentando encontrar las palabras correctas.Entonces, algo cambió.El bosque denso, iluminado únicamente por la luz de la luna, se rasgó con un destello brillante. Un remolino apareció de la nada, retorciendo el aire como una tormenta en miniatura.Un grito. Agudo. Desgarrador. Edward giró la cabeza bruscamente justo a tiempo para ver algo—o alguien—caer desde la nada.
All Chapters Forward

Sombras en el bosque de Dean

El Bosque de Dean se extendía en la penumbra de la madrugada, su vasto y antiguo follaje oscurecido por la ausencia de la luz del sol. El aire frío de finales de diciembre se filtraba entre los árboles, trayendo consigo un silencio inquietante. Solo el sonido del viento entre las ramas. 

Tres días después de Navidad, Hermione Granger despertó con el último suspiro de la noche, cuando el reloj marcaba las cuatro de la mañana. Con un suspiro cansado, se frotó los ojos y apartó la manta que la cubría. La tienda mágica en la que se refugiaban era apenas un remanso de calor en medio del implacable invierno británico.

Se incorporó con lentitud, sus músculos protestando tras días de sueño ligero y estrés acumulado. Su mirada se dirigió hacia la entrada de la tienda, donde Harry Potter estaba sentado con la espalda apoyada contra el marco de la salida, su varita rota descansando sobre su regazo, pero su cabeza inclinada en un ángulo que indicaba que se había dormido en su guardia. Hermione sintió un pesar en el pecho.

Harry estaba agotado. Lo sabía. Lo veía en la forma en que su rostro se endurecía cada vez que el peso de la guerra recaía sobre sus hombros, de la manera en que sus ojos verdes reflejaban un dolor constante. Y la pérdida de Ron solo había agravado todo.

Hermione se acercó en silencio, tomando una manta y con cuidado la colocada sobre los hombros de su amigo. Pero al hacerlo, notó algo más. El Guardapelo de Slytherin descansaba contra su pecho, brillando débilmente con una luz enfermiza. Hermione contuvo la respiración. Sabía lo que aquel objeto hacía con ellos, lo había visto en la forma en que su sola presencia afectaba sus ánimos. Harry se volvió cada vez más voluble, irritable y errático. Con delicadeza, intentó deslizar el colgante de su cuello, con la esperanza de que el descanso sin su influencia lo aliviara, pero en cuanto sus dedos rozaron el frío metal, Harry murmuró algo en sueños y se removió, haciendo que ella se detuviera. No podía arriesgarse a alterarlo. Hermione suspir, resignada.

Se apartó y tomó su varita antes de salir de la tienda. El aire helado la envolvió al instante, haciéndola estremecer. La luna aún brillaba en lo alto, pálida y fría, proyectando sombras inquietantes entre los árboles. Sabía que pronto amanecería, aunque la calidez del sol en esa época del año apenas se sentía.

El bosque era un vasto océano de árboles, su silencio interrumpido solo por el crujir de la nieve bajo sus botas. Exhaló y el vaho de su aliento desapareció en el aire helado. Sus pensamientos se agolpaban en su mente, pesados ​​como la niebla invernal.

Hermione estaba cansada, más de lo que se atrevía a admitir. Cansada, triste y confundida. La misión que Dumbledore les había encomendado se volvía cada vez más difícil, y la ausencia de Ron pesaba como una pérdida sobre su corazón. La partida de Ron había sido un golpe devastador. Aunque nunca lo admitiría en voz alta, lo extrañaba profundamente. Harry también lo hacía, aunque lo negaba con tozudez. Pero lo que más la preocupaba era el comportamiento de Harry. Desde su huida del Valle de Godric, desde la ruptura de su varita, él no era el mismo. Se volvía cada vez más irritable, más errático. Cada día que pasaba con el Guardapelo, se alejaba más de la persona amable y compasiva que Hermione conocía. La influencia del guardapelo era evidente

Hermione levantó su varita, revisando las barreras protectoras. Su hechizo iluminó los límites del campamento con un leve resplandor azulado. Todo parecía en orden. Bajó la varita y cerró los ojos por un instante, dejando que la brisa helada despejara su mente.

Harry estaba allí, de pie en la entrada de la tienda, con el Guardapelo en la mano. Su expresión era dura, sus ojos oscuros por la sombra del cansancio y la ira contenida.

—Hermione.

Se sobresaltó.

Harry estaba de pie a unos metros, sosteniendo el guardapelo en su mano. Sus ojos, normalmente de un verde vibrante, estaban oscurecidos por la fatiga y la rabia contenida.

—Harry… —comenzó a decir, pero él no la dejó continuar.

—¿Qué haces despierta? —su voz era fría, sin el rastro de calidez habitual.

Hermione frunció el ceño, alarmada por su tono.

—Estaba revisando las protecciones —respondió con calma, sin apartar la vista de su amigo.

Pero Harry no pareció escucharla. Su mirada se oscureció aún más y, de repente, estalló.

—¡Todo esto es tu culpa! —gritó, su voz llena de rabia y frustración. Hermione dio un paso atrás, sorprendida por la furia en su rostro—. ¡Nada de esto estaría pasando si no fuera por ti! No haces lo suficiente, Hermione. ¡Nunca es suficiente!

Las palabras la golpearon con la fuerza de un latigazo. Hermione sintió que su pecho se comprimía, pero antes de que pudiera responder, Harry continuó.

—Si no fuera por ti, Ron no se habría ido. Tú siempre tienes que tener la razón, siempre tienes que ser la que manda. ¡Ron se hartó y yo también! 

Hermione sintió que sus ojos se humedecían, pero se obligó a mantenerse firme.

—Harry, estás cansado. No es el momento para esto —intentó razonar con él, su voz temblorosa.

— Si no hubieras hecho que nos quedaramos en este condenado bosque… ¡Ron se fue por tu culpa!- gritó cada vez más alto—

El corazón de Hermione se encogió.

—Harry, sabes que no es verdad —dijo en voz baja, tratando de mantener la calma—. Ron tomó su propia decisión.

Pero Harry no escuchó. Dio un paso adelante, su mano apretando con fuerza el Guardapelo.

-¿Decisión? —se burló Harry con una risa amarga—. ¡Él se fue porque estaba harto de ti! ¡De tus órdenes, de tus aviones! ¡Y ahora estamos solos porque tú no hiciste lo suficiente para detenerlo! 

Hermione sintió la punzada de las lágrimas ardiendo en sus ojos, pero se negó a derramarlas.

—Sé que no eres tú quien está diciendo esto —dijo con firmeza.

—¡Lárgate! —espetó con voz llena de veneno —¡Vete! —gritó Harry, sus ojos brillando con ira—. ¡No te necesito! ¡No necesito a nadie!

Hermione sintió un nudo en la garganta. Sabía que el Guardapelo lo estaba afectando, pero las palabras dolían de todas formas.

-No. Necesitas calmarte —susurró, extendiendo una mano hacia él.

Harry la empujó con fuerza. Hermione tropezó, cayendo al suelo con un jadeo ahogado. Alzó la mirada, completamente aturdida.

—Dije que te vayas —gruñó Harry, su mirada gélida.

Hermione sintió que su corazón se rompía. Con un suspiro entrecortado, se levantó y ascendió con la cabeza, su determinación temblando.

—Si es lo que quieres… —susurró con voz temblorosa—. Me iré.

Se levantó con dificultad y se dio la vuelta para regresar a la tienda por su bolsa, pero antes de que pudiera dar un paso, Harry la sujetó del brazo y le arrancó la varita de la mano.

—Los suministros se quedan —dijo con brutalidad.

Hermione abrió la boca, pero antes de poder responder, sintió otro empujón, más fuerte que el anterior. Hermione cayó de espaldas fuera de las barreras protectoras. Sintió el impacto en su cuerpo y el frío envolviéndola cuando cayó sobre la nieve.

El aire helado le cortó la piel como cuchillas invisibles. Se quedó allí, en la nieve, sintiendo cómo el hechizo de protección se cerraba ante sus ojos. El dolor físico era insignificante comparado con el que se clavó en su pecho. Hermione se quedó allí, en el suelo, con la mirada perdida en la oscuridad del bosque.

El miedo y la tristeza se entremezclaban en su pecho.

Se había quedado completamente sola.

Forward
Sign in to leave a review.