Harriet Potter, un nuevo comienzo (Primer año)

Harry Potter - J. K. Rowling
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Harriet Potter, un nuevo comienzo (Primer año)
Summary
En un giro inesperado del destino, una joven que ha perdido la vida se encuentra reencarnando en el mágico mundo de Harry Potter, ahora como Harriet Potter, la versión femenina del famoso mago. A diferencia de su predecesor, Harriet no cuenta con la valentía ni la fuerza necesarias para enfrentarse a los desafíos que se avecinan. Atrapada en una lucha interna con su propia depresión, su mayor obstáculo es su incapacidad para creer en sí misma.A medida que avanza en su nuevo entorno, Harriet descubre que la astucia puede ser su mejor aliada. Con la ayuda de nuevos amigos y la magia que la rodea, se embarca en una búsqueda para encontrar su lugar en el mundo y, sobre todo, para aprender a ser feliz. A lo largo de esta travesía, tendrá que confrontar sus miedos y aprender que, a veces, la mayor magia reside en la fuerza para seguir adelante.
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Chapter 16

Harriet despertó muy feliz al día siguiente. Habían logrado deshacerse del dragón y no tendrían ningún castigo. Tarareaba alegremente mientras se arreglaba el cabello con ondas sueltas y una pequeña sección en la parte superior trenzada y atada con un lazo negro. Como era fin de semana, no usaba el uniforme. Levaba un vestido manga larga de silueta acampanada con estampado floral sobre fondo beige, medias negras y zapatos negros sencillos con un lazo en la parte delantera. 

Bajó a desayunar con Millicent y Daphne mientras hablaban del bálsamo de cereza que siempre usaba. 

—¡Potter! —escuchó que la llamaban. Al ver que era Ron se detuvo y le dijo a sus compañeras que ya la alcanzaba.

—¿Ahora soy Potter? ¿Y eso por qué? —preguntó curiosa.

—Sabemos lo que hicieron anoche —continuó Hermione.

—¿Quiénes? —preguntó Harriet fingiendo inocencia. 

—Tú y Malfoy tenían un dragón y lo llevaron a la torre de astronomía —continuó Ron.

—Eso suena ridículo —dijo Harriet.

—Leímos las cartas que les envió Charlie. ¿De dónde consiguió Hagrid un dragón? —dijo Ron.

—¿Tiene algo que ver con la piedra filosofal? —dijo Hermione.

Harriet las observaba como si estuviera escuchando algo ridículo. 

—Me pregunto qué harían Fred y George si supieran que buscaron entre sus cosas y leyeron sus cartas…

Ron la miró asustado, lo que hizo sonreír a Harriet.

—Deberías buscar otros amigos —dijo Harriet mirando a Hermione— ustedes dos son un peligro juntos. 

Se sentó en la mesa de Slytherin junto a Draco. Toda la mesa parecía estar de buen humor. Draco señaló al gigantesco reloj de arena que informaba sobre la puntuación. Gryffindor había perdido 100 puntos, eso los colocaba en el último lugar para ganar la copa de la casa.

Miró a Ron, Hermione y Neville. Todos en la mesa parecían enojados con ellos. Harriet soltó una risa expresiva y sonora, que pronto se transformaron en una carcajada. Algunos Slytherins se unieron soltando pequeñas risitas hacia la Mesa de Gryffindor.

Cuando termina de reír le contó a Draco, sobre su charla y seguramente fue Finch quien los atrapó.  Ambos continuaron con risitas.

Se sentía un poco culpable por reírse al ver que nadie les hablaba. Los de Ravenclaw y Hufflepuff le giraban la cara, porque todos habían deseado ver a Slytherin perdiendo la copa. Los de Slytherin, por su parte, los aplaudían y los vitoreaban, diciendo «¡Gracias; les debemos una!». Tal vez eso les enseñaría a no meterse en cosas que no eran asuntos suyos.

 

***

 

La partida de Norberto dejó a Hagrid sumido en una profunda tristeza. Harriet, sabiendo lo mucho que significaba el dragón para él, decidió regalarle uno de sus dibujos.  Draco, para sorpresa de Harriet, la ayudó a encontrar un marco adecuado.  Pero algo le faltaba al dibujo.

—Necesita movimiento —dijo Draco, pensativo, mientras examinaban el dibujo de Norberto. 

Los estantes de la biblioteca se elevaban a su alrededor, llenos de libros. Draco, sentado en un taburete, hojeaba un tomo de hechizos avanzados.

 —¿Movimiento? ¿Con magia? —preguntó Draco, arqueando una ceja— Eso es… complicado.

 Harriet asintió.

 —Lo sé. He estado buscando el hechizo correcto durante horas, pero no encuentro nada que se ajuste.  Es solo un pequeño movimiento de cola, un gruñido… algo sutil.

Draco cerró el libro con un golpe suave. 

—Podríamos preguntarle al profesor Flitwick. Él es un experto en encantamientos.

Y así lo hicieron.  Encontraron al profesor Flitwick en su despacho, revisando ensayos.

—Profesor Flitwick —comenzó Harriet, mostrándole el dibujo—. Queremos saber si puede hacer que mí dibujo se mueva un poco.  Como si estuviera vivo.

El profesor Flitwick, con sus gafas de media luna, examinó el dibujo con atención.  —Un encantamiento de animación, ¿eh?  Interesante.  Necesitarán el encantamiento Animus Movens, y un movimiento de varita preciso.  Imaginen el movimiento que quieren, y concéntrense en él.

Les explicó el procedimiento con paciencia, repitiendo los pasos varias veces.

Después de varios intentos fallidos, con gruñidos y movimientos erráticos de Norberto, Harriet finalmente lo logró.  Norberto, en el dibujo, movía la cola y emitía un pequeño gruñido.

—¡Perfecto! —exclamó Draco, aplaudiendo.

Con el dibujo animado en mano, fueron a ver a Hagrid.  Lo encontraron en su cabaña, sentado junto al fuego, con la mirada perdida.

—Hagrid —llamó Harriet, acercándose con cautela—. Tenemos un regalo para ti.

Hagrid levantó la vista, sus ojos rojos e hinchados.  Al ver el dibujo, una sonrisa se dibujó en su rostro, aunque llena de tristeza.

—¡Norberto! —exclamó, con la voz entrecortada—. ¡Es… es maravilloso!

Sus ojos se llenaron de lágrimas mientras observaba a Norberto mover su cola en el dibujo. 

—Gracias, Harriet… gracias, Draco.

El dibujo fue colgado en la pared de la cabaña de Hagrid.

—Extrañaré siempre a Norberto —dijo Hagrid, secándose las lágrimas—. Pero no lo olvidaré.  Charlie me escribe cartas. Dice que Norberto se está adaptando bien a la reserva en Rumania.

Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro.

—Gracias de nuevo, chicos.

***

 

Harriet estaba contenta de que se aproximaran los exámenes. Mantenía su mente ocupada en su  grupo de estudio con Draco, Theo, Pansy, Crabbe y Goyle, trabajando hasta altas horas de la noche, tratando de ayudarles a estos dos últimos a recordar los ingredientes de complicadas pociones, aprendiendo de memoria hechizos y encantamientos y repitiendo las fechas de descubrimientos mágicos y rebeliones de los gnomos. 

Y entonces, una semana antes de que empezaran los exámenes, durante una tarde que salía sola de la biblioteca oyó que alguien gemía en el aula que estaba delante de ella. Mientras se acercaba, oyó la voz de Quirrell.

—No… no… otra vez no, por favor…

Parecía que alguien lo estaba amenazando. Harriet se acercó, su corazón latía más rápido. 

—Muy bien… muy bien. —Oyó que Quirrell sollozaba.

Al segundo siguiente, Quirrell salió apresuradamente del aula, enderezándose el turbante. Estaba pálido y parecía a punto de llorar. 

Desapareció de su vista y Harriet sintió miedo y alivio de que ni siquiera la había visto. Esperó hasta que dejaron de oírse los pasos de Quirrell y regresó a la biblioteca. No quería estar sola.

Una mañana, después de su castigo la noche anterior, Ron y Hermione se acercaron para contarle lo que había sucedido en el bosque. Hermione paseaba de un lado al otro mientras explicaba. 

—Snape quiere la piedra para quién-tú-sabes… y quién-tú-sabes está esperando en el bosque… ¡Y todo el tiempo pensábamos que Snape solo quería ser rico! 

—Firenze nos salvó, pero no debí haberlo hecho… Bane estaba furioso… Hablaba de interferir en lo que los planetas dicen que sucederá… Deben decir que quién-tú-sabes ha vuelto… Bane piensa que Firenze debió dejar que quién-tú-sabes nos matará. Supongo que eso también está escrito en las estrellas. 

¡Por el amor de Dios! —murmuróHarriet para sí misma con exasperación, ambos la miraron confundidos.

—La piedra está protegida. Dejen de buscar problemas ¿O qué? ¿Creen que derrotarán a un mago adulto con «Wingardium Leviosa»?. Olviden éste asunto y no se metan en problemas —. Los regañó Harriet.

—¿Eso es todo lo que tienes que decir? —bramó Ron enojado—. Quién-tú-sabes mató a tus padres ¿No estás preocupada? Sabes para qué quiere la piedra filosofal.

—Sé para qué sirve, pero tenemos 11 años. Voy a dejar que los adultos nos protejan. Deberían hacer lo mismo.

Cuando se fue a la cama esa noche encontró su capa invisible, cuidadosamente doblada. Tenía sujeta una nota:

Por las dudas.

Harriet sintió un nudo en su pecho. Se suponía que debía mantenerse alejada. La piedra estaba a salvo. No podía buscar horrocruxes con quién-tu-sabes en el castillo. Este año sería relajarse y estudiar. Pero ahora la invadía el miedo acerca de qué pasará.

Colocó su capa de invisibilidad debajo de su almohada. Buscó la daga que había comprado en el callejón Diagon y la colocó junto a su capa. 

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