Harriet Potter, un nuevo comienzo (Primer año)

Harry Potter - J. K. Rowling
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Harriet Potter, un nuevo comienzo (Primer año)
Summary
En un giro inesperado del destino, una joven que ha perdido la vida se encuentra reencarnando en el mágico mundo de Harry Potter, ahora como Harriet Potter, la versión femenina del famoso mago. A diferencia de su predecesor, Harriet no cuenta con la valentía ni la fuerza necesarias para enfrentarse a los desafíos que se avecinan. Atrapada en una lucha interna con su propia depresión, su mayor obstáculo es su incapacidad para creer en sí misma.A medida que avanza en su nuevo entorno, Harriet descubre que la astucia puede ser su mejor aliada. Con la ayuda de nuevos amigos y la magia que la rodea, se embarca en una búsqueda para encontrar su lugar en el mundo y, sobre todo, para aprender a ser feliz. A lo largo de esta travesía, tendrá que confrontar sus miedos y aprender que, a veces, la mayor magia reside en la fuerza para seguir adelante.
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Nicolás Flamel

Draco volvió de las vacaciones de Navidad el 7 de enero. Harriet lo recordaba porque era un día después del cumpleaños de Sherlock Holmes, un personaje de su serie de libros favoritos. A Harriet se le daba muy bien recordar los números y eso incluía fechas de cumpleaños, incluso los de sus personajes favoritos. Recordaba que el cumpleaños de Peter Parker era el 10 de agosto, el de Hermione era en septiembre, el de Draco a principios de junio, el de Neville un día antes de su actual cumpleaños, y el de Severus Snape el 9 de enero, tres días después del de Sherlock. 

Aún así, no sabía qué hacer con esa información. Harriet se encontraba pensando en el silencio de la biblioteca, solo roto por el susurro ocasional de páginas que se volvían y el deslizamiento de los bolígrafos contra el papel. Como ya había terminado su tarea estaba tratando de distraerse y pensar mientras dibujaba las flores de asfodelo sobre un pergamino, una actividad muy relajante que requiere concentración. Cada pétalo y hoja, cada toque de color lo hacía con fluidez y precisión.

Finalmente, estaba terminada. Una idea absurda, casi infantil, cruzó su mente: darle el dibujo a Snape.

Lo recortó como un marcapáginas, de forma rectangular simple y alargada, similar a una etiqueta de regalo. El papel de pergamino era grueso y de color blanco. En la parte inferior enmarcó la palabra Asfodelo y para terminar un pequeño agujero en la parte superior, a través del cual se ha pasado una cinta fina de color natural, que sirve para sujetarlo al libro.  Crea una apariencia rústica, elegante y delicada.

Al verla le pareció muy bonita, pero también le apareció una idea estúpida que no iba a llevar a cabo. Un personaje que le gustó y una persona eran dos cosas muy diferentes. Recogió sus cosas y le dijo a sus amigos que volvería a la sala común. De camino a las mazmorras, observaba y trazaba con sus dedos las flores de asfodelo dibujadas. Lo guardaría en algún libro, no podía tirarlo.

Al bajar el último escalón se detuvo. Snape justo dobló la esquina y casi chocaron. Harriet, en lugar de hacerse a un lado, se quedó sorprendida mirándolo fijamente. 

—Potter. ¿Algo que necesitas? —-dijo Snape con impaciencia, como si la presencia de Harriet fuera una interrupción molesta en su día.

—¿Puede sostener esto por un momento? —logra pronunciar Harriet, entregando el marcapáginas.

Snape frunció el ceño ligeramente, apenas perceptible, mientras toma el marcapáginas con dos dedos.

Harriet sonrió, sintiendo como si hubiese cumplido su misión.

—¡Feliz cumpleaños! —logra decir mientras huye hacia la sala común antes de que su regalo sea devuelto o despreciado.

Más tarde durante la cena, evitó mirar hacia la Mesa Alta donde se sentaban los profesores. Podía sentir que la observaban pero actuó como si nada hubiera pasado.

 

–––

 

Apenas iniciaron las clases Draco ya estaba ocupado con entrenamientos de quidditch. Harriet a veces se sentaba en las gradas a verlos practicar mientras leía algo, generalmente cuando conseguía que alguien la acompañara como testigo o estaba segura de que Quirrell estaría en clase. Se sentía paranoica acerca de si intentaría matarla de algún modo por lo que la mayor parte del tiempo buscaba estar acompañada. 

Draco entró en la sala común, donde Pansy y Theo jugaban a los gobstones, mientras Harriet leía tranquilamente "Witch Weekly", una revista que Millicent le había prestado. 

En tono bajo pero triunfal, para que nadie más los oyera, Draco explicó que Snape iba ser el árbitro de quidditch.

—¡Perfecto! —exclamó Pansy— Esto cambia todo.  Pueden ser mucho más... agresivos con el otro equipo.

—Exacto —asintió Theo—  Ninguna falta nos será marcada.  Podemos deshacernos de Hufflepuff  sin problemas.

—Precisamente —afirmó Draco—. Será nuestra victoria más rápida hasta la fecha.

—Jajaja —Harriet rió sin prestar atención a su charla de quidditch— Mira ésto "Los sombreros de copa están de regreso, pero esta vez con un toque de color y detalles mágicos. ¿Serán los sombreros de copa con plumas de fénix el nuevo accesorio de moda?”. ¡Qué ridículo! ¿Quién pondría plumas de Fénix a algo tan feo? Deben ser falsas.

—¿Estabas escuchando? Snape va a ser el árbitro en el próximo partido de quidditch —. Repitió Draco.

—Bien por tí. Aunque no juegues.

—Eso dijiste el juego anterior y sí jugué —dijo Draco con una seguridad casi insultante.

—Sí, pero no puedo golpearlo con la bludger una segunda vez. Sería muy sospechoso —contestó Harriet con una pizca de burla.

—Tienes razón, sería demasiado obvio —dijo Draco con una expresión tan tranquila que Harriet tuvo que contener una carcajada—. Tendremos que idear un plan más... sutil.

—Como poner algo en su comida y que se enferme por unas horas —sugirió Harriet conteniendo la risa. 

—Lo confundimos con un hechizo y lo encerramos en un armario —continuó Draco. Para este momento ambos estaban riendo a carcajadas. 

—Ni siquiera sabes ese hechizo —dijo Harriet.

Las bromas se acabaron de repente cuando vieron entrar a los demás integrantes del equipo de quidditch y cada uno volvió a sus actividades. 

---

Harriet se quedó más segura de que nada malo pasaría durante el partido al ver a Dumbledore en las gradas. Aunque no mucho después de haber iniciado el partido se dio cuenta de que el quidditch podía ser aburridos si Draco no estaba, pero por suerte en menos de una hora Slytherin había capturado la snitch dando por finalizada el juego. 

Las tribunas bullían y un rato después Draco salió del vestuario, su rostro ligeramente tenso.

—Higgs quiere que le preste mi escoba durante los partidos —dijo Draco, la frase escapando como un suspiro.

—¿Y tú quieres hacerlo? —. Indagó Harriet arqueando una ceja.

Draco negó con la cabeza, la firmeza en su voz contrastando con la tensión de sus hombros.

—¡Ni de broma!  Es una Nimbus 2000, no un palo de escoba cualquiera.  ¿Crees que le voy a confiar a cualquiera?

—Entonces no lo hagas —respondió Harriet con calma, su tono firme pero comprensivo.

Draco suspiró, la frustración evidente en su voz.

—Todos me están presionando para que lo haga por el equipo.

Harriet se irguió, su voz firme y su mirada intensa.

—Si no pueden aceptar un “No” por respuesta, mándalos a la m*erda. Eres el único estudiante de primer año en el equipo porque eres muy bueno y cuando Higgs se vuelva a lastimar porque es un idiota, te van a necesitar. Así que no te doblegues y demuéstrales quien eres.

Los ojos de Draco se abrieron ampliamente, su boca ligeramente abierta en una expresión de incredulidad.

—Harry...  realmente no esperaba esa clase de lenguaje de ti.

—Sí, bueno. Iré a ver a Hagrid. Quiero saltarme el bullicio de la sala común.

—¿A Hagrid?  ¿Estás bromeando?  Vas a perder el tiempo con ese… patán.

—Y es por ese lenguaje que no estás invitado. Hagrid es amable y conoce muchos animales lo cual es muy interesante. Nos vemos.

—No invitado… —repitió— Como si me importara.

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