Harriet Potter, un nuevo comienzo (Primer año)

Harry Potter - J. K. Rowling
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Harriet Potter, un nuevo comienzo (Primer año)
Summary
En un giro inesperado del destino, una joven que ha perdido la vida se encuentra reencarnando en el mágico mundo de Harry Potter, ahora como Harriet Potter, la versión femenina del famoso mago. A diferencia de su predecesor, Harriet no cuenta con la valentía ni la fuerza necesarias para enfrentarse a los desafíos que se avecinan. Atrapada en una lucha interna con su propia depresión, su mayor obstáculo es su incapacidad para creer en sí misma.A medida que avanza en su nuevo entorno, Harriet descubre que la astucia puede ser su mejor aliada. Con la ayuda de nuevos amigos y la magia que la rodea, se embarca en una búsqueda para encontrar su lugar en el mundo y, sobre todo, para aprender a ser feliz. A lo largo de esta travesía, tendrá que confrontar sus miedos y aprender que, a veces, la mayor magia reside en la fuerza para seguir adelante.
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Chapter 5

La luz del día se filtraba a través de las cortinas, iluminando suavemente la habitación blanca y esterilizada. Harriet parpadeó lentamente, sintiéndose desorientada y aturdida. Su mente, todavía nublada por el sueño y el cansancio, comenzó a despejarse, revelando fragmentos de recuerdos confusos y dolorosos. El olor a desinfectante llenaba el aire, un recordatorio inequívoco de que estaba en un lugar ajeno, rodeado de máquinas que emitían suaves pitidos.

Al intentar moverse, sintió una punzada de incomodidad en su brazo, donde lo cubrían las vendas. Su cuerpo se sentía pesado, como si cada parte de ella estuviera hecha de plomo, y un leve zumbido resonaba en sus oídos. La confusión y el miedo comenzaron a disiparse, reemplazados por una creciente ansiedad. Recuerdos de lo ocurrido antes de su llegada a este lugar la invadieron: la oscuridad, la soledad, el dolor. Un nudo se formó en su garganta ante la incertidumbre de su futuro; la vulnerabilidad se sentía palpable.

A medida que la realidad comenzaba a asentarse, una ola de tristeza la abrumó. Comprendió la gravedad de sus decisiones, el intento fallido de escapar de su dolor y el profundo vacío que había sentido. Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos, rodando por sus mejillas mientras lloraba por las decisiones que la habían tomado hasta aquí y la vida que había deseado dejar atrás. Lloró por la desesperación que la había llevado a esa trágica noche, por el sufrimiento acumulado y por el hecho de que había creído que no había otra salida.

Con un profundo suspiro, Harriet cerró los ojos por un momento, tratando de calmar el torbellino en su mente. Durante los primeros días, la confusión y el miedo la acompañaron, pero una sensación de calma comenzó a surgir cuando conoció a su terapeuta, la señora Thompson.

La señora Thompson era amable y paciente, con una voz que parecía abrazar a Harriet en lugar de presionarla. Durante sus sesiones, Harriet comenzó a abrirse lentamente, expresando los sentimientos que había guardado durante tanto tiempo. Con cada palabra que pronunciaba, sentía que una carga se aligeraba, como si parte de su alma se liberara del silencio que la había atrapado. Las lágrimas caían de sus ojos, no solo por el dolor, sino también por el alivio de ser escuchada.

Con el tiempo, Harriet aprendió a canalizar sus emociones a través del arte. En una pequeña habitación del hospital, se encontró pintando en un diario, ya que sus emociones fluían mejor con colores que con palabras. La terapia familiar fue reveladora. Harriet se enfrentó a los Dursley, con palabras temblorosas saliendo de su boca mientras describía el dolor que habían causado. No esperaba comprensión ni aceptación, pero sí que consideraran dejarla en un orfanato. Prefería estar sola que sentirse una carga. Esto los sorprendió; no estaba segura de sí entendían las consecuencias de su indiferencia, pero comenzaron a visitarla con más frecuencia durante su estadía.

Con cada día que pasaba, Harriet se sentía más fuerte. Con la ayuda de la señora Thompson, comenzó a desarrollar un plan para su vida, visualizando un futuro donde pudiera ser feliz y libre. Finalmente, llegó el día en que se sintió lista para regresar al mundo exterior. Para entonces, las clases ya habían comenzado, y se decidió que lo mejor para ella sería continuar su educación en casa. Para Harriet, fue más emocionante estudiar a su propio ritmo que seguir el lento paso de los demás.

Ahora su habitación era el cuarto donde Dudley anteriormente guardaba sus juguetes. Comparado con la antigua alacena, era más grande, y se sintió como si finalmente tuviera su propio espacio. Los Dursley nunca serán una familia amorosa para ella; El amor no se puede fingir. Pero tal vez, con el tiempo, podrían convertirse en compañeros de casa más tolerables.

Como tutores, los Dursley estaban obligados a mandarla a un terapeuta. La señorita Watson pronto se convirtió en una persona confiable con quien hablar, especialmente cuando le pareció gracioso su comentario sobre si ya había conocido a su Holmes. Aunque su recuperación fue un viaje de autodescubrimiento y curación, lleno de altibajos, le tomó varios años de terapia y medicación antidepresiva superar su dolor y encontrar el camino hacia la estabilidad y la esperanza de felicidad. A medida que Harriet se sentía más segura y estable, alcanzó un punto en el que se sentía emocionalmente autónoma, capaz de manejar sus propios sentimientos y enfrentar los desafíos de la vida sin recurrir a la autolesión.

Aunque continuó estudiando en casa en los años siguientes, el ejercicio físico se convirtió en una parte importante de su rutina. Aprendí que decirle a los Dursley que el ejercicio es importante para la salud mental le permitiría tener más libertad para salir, aunque solo fuera a caminar por las cuadras vecinas.

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