
Chapter 3
La pequeña Harry observaba el mundo con ojos curiosos, aún adaptándose a su nueva realidad. Su cuerpo era frágil, sus movimientos torpes, pero su mente albergaba los recuerdos de una vida pasada. Mientras exploraba las posibilidades de su pequeño cuerpo, se preguntaba dónde había ido aquel perro tan lindo que la acompañaba en sus primeros días. Decidió conformarse con su peluche por ahora, esperando el momento en que pudiera hablar con fluidez y preguntar por él.
El idioma era otro desafío. Sus padres hablaban inglés, un idioma que Harry no conocía con fluidez. Al principio, se sentía perdida en un mar de sonidos incomprensibles. Sin embargo, con el paso del tiempo, la constante exposición al idioma comenzó a surtir efecto. Las palabras empezaron a tener sentido, las frases se volvieron claras, y Harry se encontró comprendiendo cada vez más.
Al principio, dudó de sus propios sentidos. ¿Realmente los objetos flotaban en el aire? ¿Las cosas desaparecen sin dejar rastro? ¿Eran esas luces producto de su imaginación infantil? Pero con el tiempo, la magia se volvió innegable. James y Lily, sus padres, la rodeaban con un aura de cariño y protección. Un perro negro, grande y peludo, aparecía de vez en cuando, observándola con una mirada profunda e inteligente. Los platos se lavaban solos, una varita reposaba sobre la mesa, y los rasgos de sus padres –el cabello rojo y los ojos verdes de Lily, las características gafas redondas de James– se grababan en su memoria.
Un día, mientras jugaba en la sala, la comprensión la golpeó como un rayo. Acababa de cumplir un año. En unos meses, sus padres morirían. El recuerdo de aquella noche terrible, la traición de Wormtail, el ataque de Voldemort, la invadió con una fuerza abrumadora. Era solo un bebé, su voz apenas un balbuceo. Nadie le creería. Esa noche, por primera vez desde que renació, lloró hasta quedarse dormida en los brazos de su madre.
Los días siguientes fueron una montaña rusa de emociones. La pequeña Harry, que antes se mostraba independiente, ahora buscaba constantemente el contacto físico, el consuelo de los brazos de sus padres. Aprendió a decir "mamá", "papá", "te amo", palabras que iluminaban los rostros de sus seres queridos. Se aferraba a la esperanza de estar equivocada, de que sus recuerdos fueran solo una pesadilla. Pero la terrible realidad se impuso cuando escuchó el grito desesperado de su padre: "¡Lily, toma a Harry y huye!".
Un torbellino de pánico la envolvió. Se aferró a su madre con todas sus fuerzas, llorando mientras escuchaba las palabras de amor y aliento. Una luz verde cegadora, un dolor agudo, y luego la oscuridad. Harry lloró hasta quedarse dormida, confundida, asustada, incapaz de comprender los cambios que se avecinaba.