Draco Malfoy y el año donde todo empezó a salir mal

Harry Potter - J. K. Rowling
M/M
G
Draco Malfoy y el año donde todo empezó a salir mal
Summary
-Harry Potter ha muerto-gritó Voldemort.Draco Malfoy viaja al pasado mediante un peculiar giratiempo.¿Qué pasaría si regresar al año de Hogwarts donde todo empezó a salir mal?¿Qué pasaría si Draco Malfoy finge estar a lado de Voldemort para traicionarlo?Todo el mundo de Harry Potter pertenece a J.K Rowling.
All Chapters Forward

Primera clase de oclumancia

20 de enero de 1996

No sé cómo llegamos a esto. Después de que Harry y yo nos besáramos hace una semana, no pude negarme a enseñarle oclumancia cuando me lo pidió. Pero ahora, en lugar de practicar, estamos envueltos en algo mucho más íntimo. ¿Cómo sucedió esto?

Harry me llevó a la Sala de Menesteres, y tuve que fingir sorpresa al ver cómo la sala aparecía mágicamente ante nosotros. Apenas cruzamos el umbral, Harry se lanzó sobre mí con una urgencia incontrolable, empujándome contra un sillón. En un instante, estaba montado a horcajadas sobre mí, sus labios presionando los míos con una intensidad que me dejó sin aliento.

No pude, ni quise, resistirme. Mis manos encontraron su cintura mientras correspondía a sus besos con igual ferocidad. El deseo latía entre nosotros, crudo y sin filtros, como una chispa que encendía un fuego en mi interior.

Mis manos se deslizaron bajo su túnica, buscando el calor de su piel. Era cálido, adictivo, y no pude evitar que ambas manos se unieran para aferrarlo con más fuerza, mis dedos explorando su espalda mientras él se movía contra mí, provocando un gemido que escapó de mis labios antes de que pudiera detenerlo.

De repente, la realidad me golpeó. Me separé de Harry, consciente de la erección que crecía entre nosotros, apretando su cintura para detener sus movimientos. Mi voz salió baja, gruesa, cargada de la excitación que apenas podía contener.

—Quédate quieto... a menos que quieras que te folle aquí mismo.

Harry se queda inmóvil, su rostro enrojecido, sorprendido por mis palabras. No pudo evitar cubrirse la cara con ambas manos, su vergüenza evidente.

—L-lo siento —susurra, avergonzado, cuando su muslo rozó mi erección.

—No te disculpes —gruñí, mi mano recorriendo su cintura con posesividad—. Me encanta... mucho. Pero dime, ¿a qué se debe este beso tan repentino?

Harry levantó la mirada, su expresión desafiante a pesar de la timidez que asomaba en sus ojos.

—Quería hacerlo —su voz temblaba ligeramente, pero no retrocedió—¿Es que no puedo?

—¿Y qué pasa con tu novia? —le pregunto, esbozando una sonrisa que ocultaba el aguijón de celos que me atravesaba—Snape me dijo que tenías algo con esa chica Chang. No me gusta compartir, ¿sabes?

Llevo una mano a su mejilla, acercándolo para un beso suave que se rompió con un mordisco en su labio inferior. Harry jadeó, un gemido de placer escapando de su garganta.

—No somos novios —responde, con una mezcla de sinceridad y deseo en su voz—Solo nos besamos una vez.

—¿Ah, sí? —mi tono era más áspero, una sombra de celos asomando mientras lo besaba con más fuerza, mi lengua invadiendo su boca hasta que lo sentí jadeante, casi mareado—¿Te besó como yo?

—N-no... Su beso fue... húmedo —Harry responde con la misma honestidad, aún aturdido por nuestro beso—Lloró mientras me besaba, se sentía mal por Cedric.

—Lo siento por ella —murmuro, un destello de compasión atravesándome. Debe ser terrible para Cho haber perdido a su novio así. 

Antes de que pudiera decir algo más, Harry me besó de nuevo, esta vez con una timidez que contrastaba con la urgencia anterior. Sus manos se aferraron a mis hombros, sus labios, cálidos y suaves, se movían sobre los míos con una delicadeza que me desarmó. Su lengua exploró la mía, tímida, como si estuviera aprendiendo a besar de nuevo. Cerré los ojos, entregándome a sus caricias, dejando que el momento se prolongara.

—¿T-tú tienes novio o novia? —pregunta de repente, sus ojos fijos en los míos, sus brazos aún rodeando mis hombros.

—No.

—¿Has tenido? —insiste, su voz apenas un susurro.

—No realmente —respondo, mis dedos trazando la línea de su mandíbula—Pero he tenido encuentros casuales... con un par de chicos.

Harry se apartó bruscamente, bajándose de mi regazo para sentarse a mi lado, su rostro una mezcla de enojo y confusión.

—Ya veo —murmura, abotonando su túnica con movimientos torpes—Me estás usando.

—Podría decir lo mismo de ti —replicó, divertido por su reacción—. Me pediste que te besara solo para saber si eres bisexual. Y ahora, en nuestra primera clase de oclumancia, lo único que has hecho es lanzarte sobre mí y dejarme así —digo, señalando mi erección que seguía firme, notable bajo mi ropa.

—N-no te usé —dice Harry, sonrojándose aún más mientras sus ojos se deslizaban involuntariamente hacia mi entrepierna.

—Entonces, ¿por qué me besaste? —le pregunto, mi voz baja, cargada de una intensidad que lo hizo temblar.

—P-porque no he dejado de pensar en tus besos toda la semana... y simplemente quería... necesitaba besarte.

—¿Es así? —me levanto del sillón, acercándome a él hasta que nuestros cuerpos están casi tocándose—Puedes hacerlo cuando quieras.

—¿De verdad? —susurra Harry, levantándose también, sus ojos fijos en los míos.

Rodeé su cintura con una mano, tirando de él hasta que nuestros cuerpos se encontraron. Con la otra mano, sujeté su nuca, acercando su rostro al mío hasta que nuestras respiraciones se mezclaron.

—Sí. Eres especial para mí —murmuro contra sus labios.

Sin esperar más, lo beso con una pasión renovada, profundizando el beso hasta que ambos quedamos sin aliento. Nuestra primera sesión de oclumancia transcurrió así, entre besos ardientes y caricias que encendían cada rincón de nuestros cuerpos, explorándonos con una mezcla de inocencia y deseo, sin llegar a cruzar el límite... por ahora.

27 de enero de 1996

27 de enero de 1996

—¿Cómo te fue en tu primera clase de Oclumancia?—pregunta Dumbledore, reclinado en su antiguo escritorio. Sus ojos, de un azul profundo y enigmático, se posaron en mí con una intensidad que parecía penetrar más allá de mi fachada impasible.

—Bien—murmuré, tratando de mantener un tono neutro.

Dumbledore frunció el ceño, observando mis palabras con una mezcla de curiosidad y sospecha. Su mirada, aunque serena, llevaba una intensidad que no podía ignorarse.

—Dado que tuviste la desgracia de no encontrarte con ningún estudiante en tu recorrido por Hogwarts, he preparado un plan B—dijo Dumbledore, levantándose con una elegancia natural. Se dirigió hacia la puerta y, después de escuchar un toque, la abrió con un gesto ceremonioso.

Mi expresión permaneció inmutable mientras observaba el movimiento del anciano. ¡Ese viejo con sus siempre preparadas alternativas!

Al abrir la puerta, se reveló a Dolores Umbridge, quien se destacaba por su figura regordeta y su piel rosa deslucida. Su presencia resultaba discordante en el despacho austero y sereno. Sus ojos, minúsculos y afilados, se clavaron en mí con una mezcla de impaciencia y desdén que no podía ocultar.

—Bienvenida, Dolores—saludó Dumbledore con una amabilidad que sonaba casi artificial, su tono suave pero cargado de una atención calculada—¿Qué necesitas?

—Buenas noches, Dumbledore—respondió Umbridge, su expresión arrugada y despectiva contrastando con la cortesía que intentaba aparentar—Necesito que me firmes estos documentos. 

Sin esperar invitación, avanzó hacia el interior del despacho con una prisa impetuosa que parecía reclamar la atención de todos. Dumbledore la observó con una expresión de fingida molestia, la cual se desvaneció rápidamente mientras ella se dirigía hacia mí. Sus pasos resonaban de manera dominante en el suelo de piedra mientras yo permanecía sentado en un sillón cercano, mi postura erguida y mi mirada desafiante.

—¿Quién eres tú?—pregunta Umbridge, su tono cargado de una condescendencia molesta.

—¿Te importa?—respondo con una sonrisa burlona, disfrutando del pequeño golpe a su ego.

—¡Tú mocoso maleducado!—explotó Umbridge, su voz cargada de indignación—¡Preséntate ante tus mayores!

La miré con una sonrisa desdeñosa, sin tomar la molestia de responder. No podía evitar sentir una satisfacción malsana al verla perder su compostura. Dumbledore intervino con tranquilidad, entregándole los documentos firmados.

—Aquí tienes, Dolores—dijo con un tono que combinaba cortesía con una sutil satisfacción.

—Dumbledore, deberías educar mejor a tus estudiantes—dijo Dolores, aún irritada—¿De qué casa eres, jovencito?

—¿Te importa?—repetí con una sonrisa que bordeaba lo insolente, disfrutando de cómo su rostro se ponía cada vez más rojo de frustración.

—¡Basta!—ordenó Dumbledore, intentando imponer un aire de autoridad mientras contenía una mueca de diversión—Preséntate correctamente.

Me levanté del sillón con una tranquilidad calculada y me acerqué a Umbridge, mi postura erguida en señal de respeto forzado.

—Mucho gusto, mi nombre es Darcy Dumbledore—digo mientras extendía la mano de manera ceremoniosa.

La reacción de Umbridge fue casi cómica, sus ojos se abrieron de par en par y dio un paso atrás, claramente abrumada. Su rostro pasó de un tono rosado a un blanco pálido de incredulidad.

—T-Tú—balbucea, señalando entre Dumbledore y yo con una mezcla de desconfianza y asombro—¿Es tu padre?—chilla, su voz temblando con la mezcla de sorpresa y temor.

—Sí, Dumbledore es mi padre—afirmé, acercándome a él y envolviéndolo en un abrazo afectuoso. Su abrazo, aunque breve, parecía transmitir una profunda complicidad—¿Nos parecemos? Muchos dicen que no, pero mi madre nunca tuvo este cabello negro tan brillante. Dicen que papá lo tenía igual hace siglos, ¿no crees?

Umbridge, atónita, no pudo hacer más que abrir y cerrar la boca, incapaz de articular una respuesta coherente.

—Te pido, Dolores, que guardes este secreto—dijo Dumbledore, con una expresión de vulnerabilidad que rara vez mostraba—Pocos conocen esta verdad.

—P-Por supuesto—respondió Umbridge, inflando aún más su pecho en un intento de recuperar su sentido de superioridad, consciente de que ahora poseía un secreto valioso del mismísimo Dumbledore. 

05 de febrero de 1996

05 de febrero de 1996

Mis días como estudiante transcurrieron con normalidad, aunque procuraba evitar los encuentros con Harry y sus amigos. No quiero decir palabras hirientes hacia él.

El plan de Dumbledore ha tenido éxito; hoy en la mañana, el Profeta publicó la noticia de que tiene un hijo. Me sorprende que Umbridge haya logrado mantener el secreto durante una semana. Según la información proporcionada por Snape, Voldemort se enteró ayer y le ha encomendado la misión de localizarme para asesinarme. 

Camino con pasos alegres hacia mi sala común, ya que mañana tengo clases de oclumancia con Harry. Estoy ansioso, ya que debí haberle comunicado que las clases serían una vez por semana y no dos. Lo extraño mucho.

05 de febrero de 1996

05 de febrero de 1996

—Draco. ¡Aguamenti!—la fría ráfaga de agua que me despierta es un golpe brutal contra mi rostro, como si me arrojara de un sueño profundo a la cruda realidad. Con la varita aún levantada en la mano, parpadeo, confuso, y al enfocar la vista, encuentro la sonrisa burlona de Snape.

—¿Qué demonios sucede?—gruño con irritación, y agito mi varita para lanzarme un hechizo de secado sobre mi pijama de seda, que aún está pegado a mi piel húmeda.

Snape parece divertirse con mi descontento. 

—Dumbledore te llama—anuncia, su voz cargada de una mezcla de ironía y seriedad.

—Pues vamos entonces—digo, ajustando mi pijama y caminando hacia la chimenea con pasos apresurados.

Snape me sigue con su inconfundible aire de superioridad. 

—Necesita a su hijo, Darcy—aclara, su tono lleno de una burla sutil que no pasa desapercibida.

Con un rápido hechizo Tempus, verifico la hora. 

—Está bien—murmuro, frustrado al notar que son las dos de la madrugada. Mi mente empieza a recalcular con irritación. ¡Maldito viejo!

—Te dejo, yo debo descansar—dice Snape mientras se dirige hacia la puerta, y me doy cuenta de que lleva puesta su túnica negra. ¿Es que no usa pijama? La idea me resulta casi cómica en medio de mi enojo.

Me dirijo al armario, eligiendo un traje negro ajustado, y preparo una dosis de la poción Multijugos. En un parpadeo, me transformo en Darcy Dumbledore. Me acerco a la chimenea, tomo un puñado de polvos Flú y murmuro.

—¡Oficina de Dumbledore!—mi voz se pierde en el torbellino de llamas, y salgo de la chimenea con pasos apresurados. —¡Albus! Espero que tengas una razón de peso para despertarme a estas horas malditas...

Pero me detengo en seco cuando siento el abrazo repentino de Harry. Mi sorpresa crece mientras miro a mi alrededor, descubriendo la escena ante mí, Dumbledore sonríe de una manera que mezcla alegría y alivio, Hermione observa con ojos brillantes y expectantes, y Ron parece completamente desconcertado.

—¿Qué pasa?—pregunto, envolviendo a Harry en un abrazo protector, mientras su cuerpo tiembla ligeramente contra el mío.

—Harry tuvo un sueño inquietante sobre Voldemort—explica Dumbledore, su voz suave suena suave —En el sueño, Voldemort está enterado de que tengo un hijo oculto, y está planeando tu asesinato. Le aseguré que no había motivo para preocuparse, pero no quiso irse hasta que te viera.

Miro a Harry, quien aún tiene el rostro escondido en mi pecho, abrazándome con una fuerza casi desesperada. Me conmueve ver las lágrimas en sus mejillas, y una cálida sonrisa se forma en mi rostro al darme cuenta de cuánto le preocupa mi bienestar.

—Los dejaremos solos para que puedan hablar—anuncia Dumbledore, dirigiéndose hacia la puerta. 

—Fue un placer verte, Darcy—dice Hermione, arrastrando a un atónito Ron hacia la salida.

—Igualmente, Hermione—respondo sin apartar la vista de Harry. 

Con cariño, paso una mano por el cabello de Harry, acariciándolo con suavidad. Luego beso su frente, un gesto de consuelo y afecto.

—¿Qué te preocupa, mon amour de ma vie?—pregunto en un susurro, mi voz suave y llena de ternura. 

Harry levanta ligeramente su rostro para mirarme a los ojos, pero no me suelta. Mi corazón se estremece al ver las lágrimas brillando en sus ojos.

—¿Qué significa eso?—pregunta, su voz temblorosa y confusa.

—Es un secreto—respondo con una sonrisa enigmática. Su gesto de fruncir el ceño es tan encantador que no puedo evitar inclinarme para darle un tierno beso en la nariz.

—Eres malvado—murmura Harry, fingiendo enojo pero con un destello de ternura en sus ojos. Le beso los labios suavemente, transmitiéndole todo mi cariño y preocupación en ese breve contacto.

—Dime qué pasó, Harry—le pido, mi voz llena de un tono persuasivo pero suave.

—Soñé con Voldemort—susurra, aferrándose a mí con una intensidad que parece querer aplastar sus temores contra mi pecho—En el sueño, él estaba eufórico con la noticia de que Dumbledore tiene un hijo escondido. Le ordenó a sus Mortífagos que mañana te emboscaran en tu casa.

—Eso es una excelente noticia—murmuro con una satisfacción contenida, sintiendo que mi plan está avanzando sin contratiempos.

—¿Excelente noticia?—exclama Harry, separándose de mí con una expresión de creciente furia—¡Te matarán! Debes quedarte en Hogwarts. Si te vas, te harán daño.

—No te preocupes, todo es parte de un plan—digo tratando de calmarle.

—¡No puedes! ¿Qué puedes hacer contra una legión de Mortífagos? Debes quedarte en Hogwarts. Esa es la solución. No podrás enfrentarlos, ¿qué vas a hacer, matarlos?

Harry resopla con frustración, claramente agitado.

—Harry, no sé qué idea tienes de mí—digo con seriedad, alejándome un poco para ofrecerle una visión más clara—En las últimas semanas me he dejado llevar por mis sentimientos y he olvidado que estamos en medio de una guerra, donde cada paso en falso puede ser fatal. Soy un mago que lucha por sobrevivir y proteger a los que amo. Pero para hacerlo, he tenido que convertirme en un asesino.

Harry se queda boquiabierto, retrocediendo un paso. Su rostro refleja una mezcla de sorpresa y confusión.

—¿T-Tú eres un asesino?—murmura, su voz temblorosa—Pero... eres tan dulce y amable.

—Sí, soy un asesino. Lamento no habértelo dicho antes—murmuro, preparándome para su rechazo—Tengo muchos secretos, y no estoy seguro de estar listo para revelártelos en este momento.

La posibilidad de tener que confesar mi verdadera identidad y el impacto que podría tener en Harry me preocupa profundamente. No puedo imaginar cómo reaccionará al descubrir que soy su enemigo, Draco Malfoy. 

—Está bien—susurra Harry, abrazándome con una intensidad que casi duele—No importa qué secretos guardes, antes de enojarme, te daré la oportunidad de explicarte—promete. 

Correspondí el abrazo con una mezcla de alivio y esperanza, deseando con todo mi ser que Harry mantenga su promesa.

Correspondí el abrazo con una mezcla de alivio y esperanza, deseando con todo mi ser que Harry mantenga su promesa

 

Forward
Sign in to leave a review.