Draco Malfoy y el año donde todo empezó a salir mal

Harry Potter - J. K. Rowling
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Draco Malfoy y el año donde todo empezó a salir mal
Summary
-Harry Potter ha muerto-gritó Voldemort.Draco Malfoy viaja al pasado mediante un peculiar giratiempo.¿Qué pasaría si regresar al año de Hogwarts donde todo empezó a salir mal?¿Qué pasaría si Draco Malfoy finge estar a lado de Voldemort para traicionarlo?Todo el mundo de Harry Potter pertenece a J.K Rowling.
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Orden Del Fénix

02 de noviembre de 1995

Salgo de los vestuarios tras haberme cambiado el uniforme de Quidditch. Slytherin acaba de perder contra Gryffindor, y aunque el partido ha terminado, no puedo evitar esbozar una sonrisa.

Ni en esta segunda oportunidad pude vencer a Harry. Es una pena que no jugará conmigo el resto del año, en unos días, Umbridge se encargará de expulsarlo.

—No sabía que perder pudiera ser tan divertido —comenta Snape con una nota de desdén en su voz, acercándose a mí con paso firme. 

—No lo es —respondo mientras me dirijo hacia el castillo. 

Snape se une a mi paso, y juntos caminamos en silencio hacia las mazmorras. El eco de nuestros pasos resuena en los fríos pasillos, creando un contraste con la calidez que hace falta tras la derrota. 

Al llegar a la entrada de las mazmorras, Snape rompe el silencio de manera abrupta.

—Dumbledore ha instalado un permiso en la chimenea de tu habitación para que puedas ir a cualquier lugar que desees —anuncia, su voz cargada de una seriedad poco común.

—Dile que le agradezco —digo con una indiferencia que apenas oculta mi desinterés.

—Hazlo tú mismo. Me envió para avisarte que te espera en su oficina dentro de una hora.

—¿Finalmente conoceré a su tan aclamada Orden del Fénix? —pregunto, con un tono de diversión apenas disimulado.

—No te pierdes de nada —responde Snape con un encogimiento de hombros, desestimando la idea con un gesto.

Su comentario me arranca una risa baja, un sonido que parece resonar en el aire gélido de las mazmorras.

—Entonces, estrenaré la hermosa chimenea —digo, con una sonrisa que mezcla satisfacción y un toque de ironía.

Snape asiente, su rostro impasible, y sin más palabras, se aleja en dirección a su despacho. Mientras continúo mi camino hacia la sala común de slytherin, el pensamiento de la nueva chimenea y la promesa de una visita a la Orden del Fénix me mantienen un poco curioso.

 Mientras continúo mi camino hacia la sala común de slytherin, el pensamiento de la nueva chimenea y la promesa de una visita a la Orden del Fénix me mantienen un poco curioso

entro en la sala común de Slytherin con pasos rápidos y furiosos, el eco de mis botas resonando en el suelo de piedra. Desde que comenzó el año en Hogwarts, las serpientes se han mantenido a distancia. No es que me sorprenda, mi reciente papel como discípulo de Voldemort ha sembrado el miedo entre ellos.

La mayoría estaba en la cena de celebración, así que me vieron cubierto de sangre y escucharon cómo se me nombraba como discípulo del Señor Tenebroso.

—Draco.....

—Ahora no, Pansy —respondo con un grito que resuena en la sala, lanzando una mirada que detiene cualquier intento de conversación. Estoy demasiado agitado para tratar con nadie en este momento—Estaré en mi habitación. No quiero que nadie me moleste.

Me dirijo hacia mi habitación y azoto la puerta con fuerza, el sonido retumbando en el pasillo. Una vez dentro, el enojo comienza a disiparse, dando paso a una fría indiferencia. Creo que mi actuación ha sido bastante convincente.

Me dirijo al armario y saco un traje negro impecable, preparándome para lo que sigue. Al lado de la ropa, una pequeña caja llama mi atención. La abro y saco una botella de poción multijugos junto con una bolsa de cabello negro.

La mejor manera de ocultar mi identidad es usar la poción multijugos. La persona cuya identidad voy a tomar es un joven de 17 años que está encarcelado en una prisión muggle por asesinar a su novia. Si los Mortífagos lo encuentran, no me sentiré mal si lo eliminan. He estado buscando noches tras noches un muggle joven y cruel, y este es el que se ajusta.

Examine la bolsa con preocupación. La cantidad de cabello que contiene solo me durará dos años, como máximo.

No planeo ser Darcy por mucho tiempo. Puede que incluso finja mi propia muerte si es necesario.

Saco un mechón de cabello de la bolsa y lo vacío en la poción. El líquido verde burbujea violentamente hasta que se convierte en un gris turbio que huele a carne en descomposición. Es repugnante.

Bebo la poción de un solo trago, esforzándome por controlar las arcadas de náusea que me provoca el asqueroso sabor.

Afortunadamente, el chico tiene una estatura similar a la mía, y mis huesos no han crecido, lo que hubiera hecho que tomar la poción diariamente fuera una tortura.

Me acerco al espejo junto a mi cama y, ¡Merlín!

El joven es sorprendentemente atractivo. Su cabello largo cae suavemente sobre mi frente, cubriendo mis ojos de manera seductora. Mis pómulos están bien definidos, mi nariz es elegante y mi mirada, intimidante. Mis ojos negros reflejan una intensidad que parece casi real. 

Solo espero que Snape sea tan competente en Oclumancia como lo es en sus otras habilidades, o Voldemort podría descubrir mi plan en un abrir y cerrar de ojos.

Sonrío para mí mismo. Este es el disfraz perfecto.

Con confianza, me dirijo a la chimenea y tomo un puñado de polvos Flu de la jarra que está a un lado.

—Oficina de Dumbledore —declaro con firmeza.

Siento un tirón en el ombligo y el mundo comienza a girar. Al salir de la chimenea, me encuentro con Dumbledore esperándome, a un lado.

—No me gusta tu apariencia —comenta el anciano, sus ojos brillando con un destello de desaprobación.

Lo miro con ofensa. Me veo bien, y el traje negro me queda a la perfección.

—No te quedas atrás tú tampoco. ¿Vamos a ver a la Orden o a un circo? —preguntó con desdén al notar que Dumbledore viste una túnica morada con puntos amarillos chillones.

—Eres demasiado joven para comprender la moda —responde Dumbledore con un tono indulgente.

—O tú eres demasiado viejo para adaptarte a las nuevas tendencias.

Dumbledore avanza hacia su escritorio, ignorando mi comentario mordaz. Toma un calcetín viejo que estaba sobre la mesa y se acerca a mí con un aire alegre. 

—Sé amable con ellos —dice mientras me extiende el traslador.

Muevo el calcetín con una mueca de asco, intentando no pensar en lo que estoy sosteniendo.

—Lo intentaré.

Siento un tirón en el ombligo y toda la oficina comienza a girar vertiginosamente.

Aparecemos en una sala de estar desolada, con sillones raídos y el papel tapiz de las paredes cubierto de moho y desgastado

Aparecemos en una sala de estar desolada, con sillones raídos y el papel tapiz de las paredes cubierto de moho y desgastado. El ambiente es deplorable.

—¿Dónde estamos? —pregunto con desagrado, mi voz cargada de descontento.

—En la casa principal de los Black —responde Snape con un tono seco, ya esperando en el umbral de la habitación.

Me lanza una mirada evaluativa de pies a cabeza antes de asentir con aprobación.

—¿Este cuchitril? —preguntó con indignación—La familia Black ha caído muy bajo.

—Sí, y aún más ahora que Sirius Black es el Lord —dice Snape con una pizca de malicia en su voz.

—Basta de discusiones, ustedes dos —regaña Dumbledore con firmeza—Nos están esperando.

Dumbledore avanza hacia una puerta desvencijada, y Snape lo sigue, su rostro impasible.

Coloco mi mejor máscara de frialdad mientras sigo a los dos hombres hacia la puerta.

Dumbledore abre la puerta de lo que parece ser una cocina modesta. Allí, una mujer regordeta está ocupada cocinando, y un hombre pelirrojo le ayuda a su lado. Los reconocí al instante como el señor y la señora Weasley.

En la mesa están sentados Sirius Black, Remus Lupin, Nymphadora Tonks, Charlie Weasley, Bill Weasley y Kingsley Shacklebolt.

¿Esta es la famosa Orden del Fénix? Parece que la mitad de ellos son Weasley.

—¡Dumbledore, qué alegría verte! —exclama la señora Weasley al ver al anciano—Y profesor Snape, qué sorpresa. Siéntense, les prepararé algo en seguida.

—Gracias, Molly —dice Dumbledore con una sonrisa afable—Pero he traído a un informante muy valioso.

Dumbledore me señala, y Snape se aparta para mostrarme a todos los presentes.

Las miradas curiosas se posan sobre mí, evaluándome con atención.

—¿Quién es? —pregunta Shacklebolt con escepticismo.

—¿Es confiable? —inquiere Sirius Black, su ceño fruncido en señal de desconfianza.

—No se preocupen —responde Dumbledore con tranquilidad—Él es muy confiable, por eso lo he traído a la base de la Orden.

—Por supuesto, por supuesto —dice la señora Weasley, mirándome de cerca—Vamos a sentarnos y a conversar.

Dumbledore toma asiento en la cabecera de la mesa, quedando frente a frente con Kingsley Shacklebolt.

Snape se sienta junto a los Weasley, acomodándose entre ellos sin mostrar molestia, prefiriendo evitar a Black y Lupin.

Yo me siento a un lado de Dumbledore con una elegancia calculada. A mi izquierda están Black, Lupin y Tonks.

—¿Quién es? —repite Shacklebolt, mirando de nuevo entre Dumbledore y yo.

Espero a que Dumbledore responda, ya que aún no tengo claro qué identidad he de asumir.

—Este es Darcy Dumbledore —dice Dumbledore, su voz resonando con un tono que me resulta desconcertante—Mi hijo.

¿¡Qué!?

Me giro hacia él con rapidez, mi expresión llena de incredulidad.

La reacción de los demás es igual o incluso más intensa que la mía.

Sirius escupe el vino que estaba bebiendo. Lupin deja caer el tenedor con un ruido estruendoso.

El señor y la señora Weasley dejan caer las papas que estaban pelando. Charlie y Bill Weasley intercambian miradas de asombro.

Kingsley Shacklebolt observa a Dumbledore con un aire de perplejidad, mientras que Tonks emite un jadeo de sorpresa.

El único que mantiene la compostura es Snape, consciente de mi verdadera identidad.

—Y-Yo bue... ¡Merlín! —exclama Tonks, incapaz de ocultar su asombro.

—¡Es imposible! —susurra la señora Weasley, examinándome de pies a cabeza con dificultad debido a la mesa.

—Es una larga historia —dice Dumbledore, lanzando una mirada desafiadora a la sala—Que no les concierne a ustedes.

—Por supuesto —responde la señora Weasley, visiblemente apenada.

—Entendemos —añade Sirius, sus ojos aún abiertos por la sorpresa.

—Gracias. Espero que puedan mantener el secreto. Nadie sabe que tengo un hijo, ni siquiera Voldemort. Por eso cité a los miembros de la Orden en quienes más confío.

—No te preocupes, Dumbledore. Nadie dirá nada —afirma Lupin, y el resto de la sala asiente en acuerdo—Gracias por confiar en nosotros.

Snape suelta un resoplido de impaciencia.

—Empecemos con la reunión de una vez. Necesito revisar algunas pociones —dice Snape.

—Darcy, hijo, adelante, por favor —dice Dumbledore, su mirada llena de diversión.

—Mi nombre es Darcy Dumbledore —me presento—Mi padre me ha contado mucho sobre ustedes.

—¿Cuántos años tienes? —pregunta Charlie, mirándome con atención.

—Diecisiete —miento, con seguridad.

Un murmullo de sorpresa recorre la sala.

—Qué lástima. Eres demasiado joven —dice Charlie con una mezcla de simpatía y coqueteo.

—¡Por Merlín! Eres un niño —exclama la señora Weasley, horrorizada—Dumbledore, ¿cómo puedes permitir que esté aquí? ¡Este no es lugar para un niño!

—Señora Weasley —la miro con firmeza—Soy mayor de edad. Soy legalmente un adulto.

—P-Pero...

—Molly querida, Darcy no es un niño. Ha sido criado por mí, y por eso ahora es mi informante.

Todos permanecen en silencio, confiando en las palabras de Dumbledore.

—Como dije, soy mayor de edad —repito—Mi padre me ha traído hoy a la Orden para informarles que Voldemort ha tomado un discípulo este verano.

—¿Quién? —pregunta Shacklebolt—¿Podemos traerlo a la Orden?

—¡No puede ser! —grita Sirius, claramente alarmado.

La señora Weasley deja escapar un jadeo de sorpresa.

—Si Voldemort lo eligió, debe ser un joven extremadamente poderoso —susurra Lupin.

—Debemos eliminarlo —aconseja Tonks con preocupación.

—¿Quién es? ¿Conoces su identidad? —pregunta Shacklebolt, serio.

—Draco Malfoy.

—¿Ese cobarde? Harry me ha dicho que no puede hacer nada sin la ayuda de su padre —grita Sirius, visiblemente aliviado.

—Me temo que el Señor Malfoy es un joven extremadamente inteligente y astuto —comenta Lupin, con tristeza—Es una lástima que un joven tan brillante esté al servicio del lado oscuro.

—Como mencioné, Voldemort tiene un discípulo. Pero eso no es todo, también está buscando la profecía.

—Eso no es nuevo. Dumbledore ya nos advirtió sobre eso, y estamos vigilando el departamento de misterios —dice el señor Weasley—También sabemos sobre la conexión que tiene quien-tú-sabes con Harry.

—¿Qué conexión? —pregunto, intentando mantener el control.

—Harry a veces sueña con lo que hace Voldemort y le duele la cicatriz. Creo que invade su mente cuando está relajado, como cuando duerme —explica Dumbledore—Se me olvidó avisarte, hijo.

—Bueno, padre, gracias por hacerlo ahora —sonrío con falsa comprensión—Entonces, considero que Harry Potter debe aprender rápidamente oclumancia para bloquear la conexión. Si Voldemort se da cuenta, será el fin del niño-que-vivió y de tu Orden, padre.

—No se parece a Albus —susurra el señor Weasley.

—Lo sé —responde Dumbledore, ignorando los susurros—Por eso creo que tú serías un excelente maestro. Ni siquiera Snape puede invadir tu mente.

—Me niego.

—Piénsalo.

Miró a Dumbledore fijamente, desafiándolo con la mirada.

—¿Cómo sabes estas cosas? —pregunta Sirius, desconcertado.

—Es un secreto —respondo, mirando a todos en la cocina con seriedad.

—¿Sabes algo más, Darcy? —pregunta Dumbledore.

—Sí. Voldemort planea liberar a sus Mortífagos de Azkaban. Propongo que los eliminemos mientras están encerrados —digo con seriedad, mirando a Dumbledore a los ojos—Si me das permiso, padre, lo haré. Solo necesitaré a Sirius Black, ya que conoce mejor Azkaban que yo.

—Es muy peligroso —dice Lupin, preocupado.

—No podemos permitir que un niño sea un asesino —dice la señora Weasley con miedo.

—Darcy ya es un asesino —comenta Snape con un tono cínico.

Lo miro enfadado. Snape siempre parece disfrutar del caos.

—A-Albus, ¿cómo puedes permitirle eso a tu hijo? —susurra la señora Weasley, aterrorizada.

—Darcy no es débil —responde Dumbledore con determinación—Tiene la bendición de Lady Magic.

¡Maldito viejo soplón!

—Pensé que era un mito —dice Tonks, sorprendida.

—No lo es —afirma Dumbledore—Yo también tengo esa bendición, al igual que Voldemort. Ambos somos tan poderosos que estamos destruyendo el mundo mágico.

—E-Eso es... —Lupin queda sin palabras.

—No estás destruyendo el mundo mágico, Albus —dice Kingsley—Nos estás dando el poder necesario para ejercer nuestro libre albedrío.

—Es cierto —afirma Bill—Sin ti, Voldemort nos habría arrebatado la libertad.

—Los muggles estarían en peligro —añade Tonks, apretando un puño—Mi familia sería aniquilada solo porque mi madre se enamoró de un muggle.

La miro con simpatía. No debió ser fácil vivir toda su vida siendo rechazada por ser una mestiza.

—Ahora tenemos ventaja —dice Kingsley con confianza—Tenemos a dos hijos de Lady Magic del lado de la luz. La balanza está a nuestro favor.

—Draco Malfoy también es un hijo de Lady Magic —comenta Snape de nuevo.

¡CÁLLATE, SNAPE! 

—¿Lady Magic nos estará advirtiendo algo? —susurra Lupin, decepcionado.

—Quizá la guerra esté destinada a durar muchos años más —dice Charlie—Darcy Dumbledore el hijo de la luz, contra Draco, Malfoy el heredero de la oscuridad.

Bill asiente, apoyando las palabras de su hermano.

—Eso suena lógico —murmura Sirius.

—¡Basta de tonterías, Charlie! —exclama la señora Weasley, golpeando a su hijo en la nuca—Son niños, por Merlín. Ningún niño debería pelear en esta guerra.

Un silencio sepulcral se apodera de la sala ante las palabras de la señora Weasley.

—Puedes hacerlo, Darcy —sentencia Dumbledore—Sirius, ¿quieres acompañarlo?

—Por supuesto, Albus —responde Sirius con entusiasmo.

—Simplemente no me estorbes.

Snape suelta una risa seca.

—Aunque seas el hijo de Dumbledore, no dejaré que...

—Eres débil, Sirius Black. La única razón por la que me vas a acompañar es porque conoces la estructura de Azkaban —advierto, sin confiar en el juicio de Sirius Black.

—Eres irrespetuoso, niño. Te reto a un duelo —grita Sirius, levantándose de la mesa con estrépito. 

Me pongo de pie lentamente, mirándolo con superioridad.

—Ni siquiera puedes vencer a Snape. ¿Y quieres ser mi oponente? No seas patético.

La cocina se queda en silencio ante mi declaración.

—¿Te venció? —pregunta Shacklebolt con asombro, mirando a Snape.

—Sí. Darcy fue entrenado por el mismísimo Dumbledore. Créanme cuando les digo que puede derrotar a todos los presentes con tres movimientos de varita, a excepción de Dumbledore, por supuesto.

—Guapo y poderoso —murmura Charlie, mirándome con admiración.

Lo miro con desdén.

—Eso es todo —digo, mirando alrededor—Continuaré recabando más información.

—¿Puedes contarnos más sobre el discípulo de Voldemort? —pregunta la señora Weasley—Quizá haya una manera de traer al joven Draco a nuestro lado, es solo un niño.

—Pienso lo mismo —dice Lupin—. Lo conocí brevemente en tercer año, y es un buen chico.

Miro a Lupin y a la señora Weasley, un poco conmovido por su compasión.

—Es imposible. Draco Malfoy ha pasado las pruebas de Voldemort, que incluyen torturar y asesinar muggles. La probabilidad de que se una a nosotros es nula —respondo.

—Estoy de acuerdo con Darcy —dice Snape, mirándome fijamente—El joven Malfoy es demasiado cruel; no duda en asesinar muggles. Voldemort le ha enseñado personalmente estas vacaciones.

—Debió haber aprendido muchos hechizos oscuros —dice Tonks con tristeza—Mi madre siempre quiso conocerlo.

—No tiene salvación —afirma Sirius.

Quizá sea cierto. Quizá Draco Malfoy no tenga salvación.

El chico de la imagen es como me imagino a Darcy

 

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