
Mansión Malfoy
La mansión es un caos absoluto.
Los Mortífagos deambulan por los jardines, sus pasos pesados resonando en los pasillos mientras arrastran a algún muggle, su destino sellado. Caminan con una frialdad escalofriante, y yo avanzo directamente hacia la sala, evitando sus miradas inquisitivas.
En mi vida pasada, casi me desmayé al verlos, fue entonces cuando entendí cuán despiadado puede ser el lado oscuro. Respiro profundamente al observar cómo los muggles son conducidos al calabozo de la mansión, sabiendo que nunca saldrán con vida.
Mi padre me espera, vestido con su impecable traje negro y su máscara de sangre pura, inmaculada. Sin embargo, la compañía que tiene a su lado lo arrastra al lodo. Greyback, el infame hombre lobo que ha asesinado a más de un millar de muggles, está a su lado, mirándome con arrogancia.
—Draco, acompáñame—ordena, dándose la vuelta sin más y dirigiéndose hacia su despacho, no sin antes lanzar una mirada de desprecio hacia Greyback. Lo sigo hasta la entrada del despacho, que antes era suyo. —Espérame aquí, hablaré primero con nuestro Señor.
Como si alguna vez hubiera aceptado a ese monstruo como mi Señor, pienso con desdén.
Miro a mi alrededor, observando los retratos de mis antepasados, que parecen mirar con asco tanto al hombre lobo como a mi padre. Les ofrezco una suave sonrisa al saber que no soy el único con una pizca de sensatez en la familia Malfoy.
De repente, siento un aliento nauseabundo en mi mejilla.
—¿Qué es tan divertido, muñequita?—gruñe Greyback, lamiéndose los labios y mirándome con lujuria.
Levanto mi varita con rapidez, apuntando directamente a su cuello.
—No es asunto tuyo, asqueroso hombre lobo—respondo con frialdad. Greyback suelta una carcajada mientras enseña sus colmillos, sin mostrar ni un atisbo de miedo ante la amenaza de mi varita.
—Así me gustan, presuntuosos como tú. Todo eso se les olvida cuando están en mi cama—dice, sus ojos recorriendo mi cuerpo.
Sin más, le lanzo un hechizo de cuerdas de plata que lo inmoviliza y otro que lo fija contra la pared, todo en un parpadeo. Lo observo impasible mientras él sigue sin mostrar miedo.
—Los Black son conocidos por su locura—hablo lentamente, mientras camino hacia una mesa cercana—Tía Bellatrix es un excelente ejemplo de ello—tomo una pluma negra con el escudo de los Malfoy y me acerco al hombre lobo, quien ahora muestra un atisbo de miedo—Los Malfoy, por otro lado, son famosos por su cobardía, y debo admitir que mi padre es un gran ejemplo de ello—con un movimiento de varita, transformo la pluma en una daga de plata con el escudo Malfoy-Black a cada lado—Pero yo soy un Malfoy-Black, llevo la locura y la cobardía corriendo por mis venas—acerco la daga a sus ojos—Solo necesito descubrir qué sangre es más fuerte en mí.
Presiono la punta de la daga contra su párpado inferior. Sus ojos se llenan de pánico y no puedo evitar soltar una carcajada al verlo. La sangre comienza a escurrir por el lado derecho de su rostro. Parece que corté su pupila al remover el párpado.
Bueno, los accidentes pasan, pienso con indiferencia.
Observo cómo la sangre escurre por su barbilla y cuello. Al final, no importa si son hombres lobos, sangres puras, muggles o cualquier criatura mágica; todos sangran del mismo color.
—Lucius, tu hijo no se parece en nada a ti. Es una agradable sorpresa—la voz que pronuncia estas palabras es como el silbido de una serpiente, indescifrable.
—Buenos días, mi Señor—hago una reverencia profunda.
Asqueroso, así me siento en este momento.
Esta es mi oportunidad para corregir todos los errores que he cometido. Siento unos dedos fríos en mi barbilla, alzando mi cabeza bruscamente. Me encuentro con sus ojos rojos, similares a los de una serpiente, que brillan con una alegre intensidad al contemplar mi rostro.
—Draco, eres muy diferente de lo que imaginé—susurra con frialdad—Tienes la bendición de Lady Magic, y tu núcleo mágico es más grande de lo normal—mi mente se tambalea al oír estas palabras. ¿Existe Lady Magic? ¿Tengo su bendición? —Tu rostro es tan impasible como hermoso, no puedo descifrarte. Así que déjame preguntarte, ¿lo sabías?
—No lo sabía, mi Señor—respondo monótonamente.
Suelta mi barbilla para mirar a mi padre, quien está inclinado en una reverencia profunda.
—Lucius, tu hijo es un gran tesoro. Entrénalo bien. Cuando te venza, lo que será en poco tiempo, avísame para enseñarle algunos trucos—su mirada se vuelve aún más penetrante—Espero grandes cosas de ti, Draco, bajo mi servicio, por supuesto—sus ojos brillan peligrosamente, insinuando que si me niego, no saldré vivo de la Mansión.
Me inclino tan profundamente como mi padre.
—Por supuesto, mi Señor—respondo con solemnidad.
—Visita la biblioteca para descubrir más sobre Lady Magic—ordena.
—M-Mi Señor—gime Greyback, su voz temblando de miedo.
Vaya, me había olvidado de él.
El Señor Oscuro lo mira con desdén antes de entrar al despacho.
—Ve rápidamente a la biblioteca e investiga—ordena mi padre antes de irse, ignorando al hombre lobo pegado en la pared como si no existiera, sin mencionar nada sobre el enfrentamiento que tuve con Greyback.
—¿M-Me puedes bajar?—pregunta Greyback, mirándome con temor.
—Jódete—respondo con desdén mientras me alejo de él y me dirijo a la biblioteca.
Pasé los siguientes dos días sumergido en libros, buscando desesperadamente cualquier mención sobre Lady Magic.
Gracias a las pociones que mi padre envió con los elfos domésticos, he podido pasar estos días sin dormir, sumido en un estado de vigilia constante.
Qué alegría, pienso con una mueca de sarcasmo.
Ahora me encuentro en mi habitación, recostado en la cama después de una larga siesta y un baño relajante. El contraste entre mi agotamiento y el confort de mi entorno es palpable. Con una mezcla de ansiedad y anticipación, abro el libro.
A medida que mis ojos recorren las páginas, mi corazón se detiene por un momento al leer una sección que parece crucial. Las palabras, escritas con una caligrafía antigua y elegante, revelan secretos que podrían cambiar mi comprensión del mundo mágico y mi propio destino. La sensación de descubrimiento y temor se entrelazan mientras continúo leyendo, sabiendo que lo que estoy a punto de aprender podría tener profundas implicaciones para mí y para el futuro.
Lady Magic es la madre de toda la magia, la fuente primordial de poder y sabiduría en el mundo mágico. Ella ama a los magos, pues fue ella quien les otorgó el don de la magia. Sin embargo, entre todos los magos, ella tiene una inclinación especial por algunos.
Estos elegidos, conocidos como Maleficos, son seleccionados por ella con un cuidado meticuloso. Los Maleficos poseen un poder y una magia que superan a los de los magos comunes. Su magia es más intensa y su influencia, más profunda.
El proceso de selección de los Maleficos es un misterio. Aunque el método exacto es desconocido, circulan rumores que sugieren que Lady Magic elige a aquellos cuya vida está marcada por un destino cruel. Algunos creen que su elección está vinculada a la naturaleza oscura de sus destinos, una paradoja que resalta la complejidad de su favor.
¿Qué ocurre si los Maleficos muestran inclinaciones malignas? La respuesta es simple: nada cambia. Lady Magic los ama de todos modos, pues su amor parece estar incondicionalmente ligado a la elección misma. Ella eligió a estos individuos no para corregirlos, sino para amarlos, sin importar su inclinación moral.
Cuando los Maleficos se enfrentan entre sí, Lady Magic no interviene en sus conflictos. Sin embargo, se dice que nunca permitirá que muera su favorito, pues siempre tiene uno. Su favoritismo es una constante en el tejido de su influencia.
Lamentablemente, toda esta información se basa en rumores y leyendas no verificadas. Aunque la existencia de Lady Magic y sus preferencias son bien conocidas en el mundo mágico, los detalles sobre sus métodos y decisiones siguen envueltos en el misterio.