¡Ouhh! ¡Cassandra!

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¡Ouhh! ¡Cassandra!
Summary
Dos años después de terminar su relación con Cassandra Malfoy, Lysander Scamander y su hermano Lorcan, regresan a Inglaterra para celebrar la boda de sus amigos y Scorpius.Mientras tanto, Cassandra tiene problemas más importantes que un hombre, y navega el mundo representado a aquellos con privilegios quienes tratan de levantar a Inglaterra y su poderío economico que no se ha podido recuperar del todo aún después de nueve años después de la guerra contra los Parásitos.Basado en la saga Alianza de Helena Dax que se encuentra publicado en fanfiction. net
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Croacia

Cassandra llevaba ahí desde antes del amanecer, no había podido pegar un ojo en toda las noche así que se escapó de su propia cama para ir. Tenía asuntos pendientes. No lo iba a negar, fue un poco difícil dejar a Damon solo en la cama. Podía no amarlo pero su cuerpo era incitador, o lo que los muggle llamarían "Pecaminoso". 

Como fuera, después de un minuto de silenciosa apreciación, tomó una vela y subió al ático de la segunda torre de la derecha, vestida en camisón de noche y descalza. 

Su padre había mandado a modificar esa torre años atrás, cuando ella le pidió un espacio para tener sus cosas de adivinación. Tenía de todo, la Ouija, cartas, incluso un telescopio junto a la ventana para mirar lo que las estrellas tenían que decir, pero en el centro de todo estaba aquello que a Cassandra le ayudaba realmente a ver pedacitos del futuro. Su bola de cristal.

Traída desde Hungría en el maletín de una bruja sin lengua, con el trayecto hecho a pie para que no se dañara con la fuerza de los transportes mágicos, y hecha por un artesano viejo, sucio, y apestoso, afamado en todo el continente, al que Cassandra sólo vio una vez cuando hizo la orden de compra.

Estaba ahí, pesada y grande como su cabeza, puesta sobre su pedestal, un pedestal bajo en realidad, apenas unos centímetros sobre el suelo, ella solía sentarse en un cojín para usarla, por horas. Cristalina como una gota de agua, pero opaca como una tormenta cuando buscabas respuestas. Tenían mucha afinidad, obviamente todo se trataba de práctica y confianza, Cassandra sentía que su relación con su bola era tan íntima como la que tenía con su varita. 

Al principio creyó que su padre estaba loco, gastando en eso, y en la mano de James, pero había visto tantas cosas en esa bola de cristal que ahora pensaba que no sólo había valido cada pieza de oro invertido, sino que le quedó a deber dinero al fabricante. 

Casandra se sentó sobre su mullido cojin y bajo la luz de una única vela trató de concentrarse.

Nunca le había costado tanto trabajo como en ese momento, pues el rostro de Lysander aparecía una y otra vez. Y la sensación de dolor y de pérdida. El desgarro en su vientre. Las manos que sentía jalarla desde sus entrañas. No, no era eso lo que estaba buscado. 

Croacia. 

Quería ver Croacia. 

Para cuando salió el sol lo único que había podido sacar era un olor a montaña, azafrán, a citricos y una sensación deliciosa en los labios, como la de morder un durazno carnoso y jugoso. Se sentía como un recuerdo pero ¿de dónde? ¿de quién?

o-o-o-o-o

James apretó el paso. Llevaba a su hijo bajo el brazo y la mochila en el otro. Cuando al fin llegó a la guardería levantó a Nick como el mandril que levantó a Simba en aquella pelicula Disney que tanto le gustaba a Albus para mostrarle a la encargada de la guardería del Ministerio de Magia que su hijo había llegado intacto. Con manchas de malteada de fresa en la cara pero por lo demás perfecto. Vivo, completo. 

Priscila Hamilton, que no era pariente de la inefable Hamilton, vio a Nick, miró a James como si ya estuviese cansada de él y tomó al niño y a la mochila. 

— Señor Potter, debe llegar más temprano. — Dijo, detrás de ella había varios niños mirándolos de manera curiosa, entre ellos los niños de Amélie, la novia de su tío Percy. 

— Perdón. Se me acabaron los polvos Flu y no quise traerlo con aparición. Hemos tenido que venir en escoba.

Priscila Hamilton suspiró. 

— Que sea la última vez. — Dijo cerrando la puerta de la guardería en sus narices. James dejó salir el aire de sus pulmones de manera escandalosa y se dirigió al cuartel de los Aurores. 

Y esta iba a ser su vida durante 3 meses, ya que la obra donde participaba Seren se iba a ir de gira a Estados Unidos en dos semanas. A veces se sentía como padre soltero, pero intentaba no quejarse, no al menos en voz alta. No quería que Seren sintiera que no la apoyaba en su carrera, ella ya tenía bastante con tener que pasar tanto tiempo lejos de Nick y él se había prometido no hacerle a Seren lo que su padre le había hecho a su madre. No iba a permitir que dejara sus sueños para críar a sus hijos. 

Con esto en mente se dio animos a sí mismo y se dirigió a los ascensores donde se encontró con Madam Shadows. 

— Ministra. — Le saludó. 

— Potter, — Le saludó con un movimiento de cabeza. 

Ambos guardaron silencio y subieron un piso tras otro. Él se bajó primero y la despidió con el mismo gesto. Al entrar en las oficinas agudizó la mirada y silbó contento, la jefa todavía no había llegado, de ser así los demás Aurores no parecerían así de relajados y Patrick Sullivan no estaría comiendo en el escritorio. Patrick era un Auror que se había graduado dos años después de él. 

Se dejó caer contento en la silla con ruedas frente a su escritorio.

Salvado. Se puso a revisar los papeles pendientes para que cuando la jefa entrara lo encontrara haciendo algo.  

— ¿Te enteraste?— Le preguntó Patrick antes de darle un bocado más a su emparedado. 

— ¿De qué?

— Miriam Siegel va a ser transferida temporalmente a la oficina de Aurores. 

— ¿Miriam Siegel? ¿La BIM?— Patrick asintió. 

— Al parecer hay un caso muy gordo que va a necesitar coordinación entre la oficina de Aurores, la BIM y Scotland Yard. 

— Oye, eso suena fatal ¿Tienes alguna idea de qué es? — James preguntó y Patrick se alzó de brazos. 

— No me enteré de mucho, pero es lo que escuché decir a Robards. Tal vez llegue hoy o mañana. 

Patrick siguió comiendo y James siguió con su papeleo hasta que llegó Celeste Robards con un montón de papeles bajo el brazo. 

— Si esto sale bien, genial, sino será un fiasco. — James iba a preguntarle a que se refería pero entonces entro Chloe Segal, la jefa. 

— Ah, Celeste. Gracias a Merlín que estás aquí. ¿Ya llegó Miriam?— Robards negó con la cabeza. 

— Los de la BIM dijeron que llegaría a las ocho, tiene mucha documentación con la que poner al corriente a sus compañeros. 

Chloe asintió y miró al resto de la oficina. 

— Chicos, tengo algo que decirles. — Todos los Aurores en la oficina dejaron lo que estaban haciendo y la miraron. — El día de hoy se integrarán al equipo varias personas. Entre ellas la agente Miriam Siegel de la BIM y además algunos estudiantes de la Academia. 

Muchos de los presentes pusieron cara de no comprender lo que sucedía, los más veteranos incluso la miraban como si hubieran chupado un limón agrio. 

— Por razones de fuerza mayor la oficina de Aurores se ve en la necesidad de integrar nuevos colaboradores para llevar acabo una misión. Los detalles serán informados a ustedes sólo si es necesario, pero en general es algo que se tiene que manejar con la más absoluta discreción. Nada de andar hablando de los nuevos elementos. En media hora el Director de la Academia, Seamus Finnigan llegará aquí con ellos 3 así que por favor haganlos sentir bienvenidos.  

Los Aurores estaban entre confundidos y enojados. James no tanto porque su integración al cuerpo de Aurores también fue especial, él ya estaba en prácticas cuando todavía no terminaba su educación de manera oficial, pero estaban saliendo de la guerra ¿Cuál podría ser la causa de la integración prematura de estos 3 estudiantes al cuerpo de Aurores?

Por fin, media hora después llegaron tanto Siegel como Seamus y sus estudiantes. James hizo una mueca, eran un chico de piel oscura, un muy alto, fornido y un poco pasado de peso, una chica alta, entre rubia y pelirroja, con pecas en la nariz, que era muy guapa pero sus ojos daban un poco de miedo (peligrosos, si alguien te apuñalara en un callejón oscuro y después ves a un montón de sospechosos con luz, pensarías que es ella) y Cainan Pucey, eww.  

Los tres tenían un porte muy rigido, su entrenamiento físico había sido un poco diferente al de aquellos que se graduaron en la generación de James y se notaba en la forma en que andaban o se paraban, parecían soldados muggles. La sonrisa traviesa del último le daba escalofríos a James. Aún no podía creer que él se había esforzado tanto por entrar a la Academia para obtener el titulo de nobleza de Auror y que Cainan, que había sido todo un terror en Hogwarts lo esté consiguiendo también.  Todavía recordaba como su hermano le decía que aún dentro del asedio Cainan se las arreglaba para meterse en problemas y ser castigado por Zabini. 

— Bienvenidos a la oficina de Aurores. — Les dijo a los 4, saludandolos de la mano. Luego se dio la vuelta. — Señores. Les presento a sus nuevos compañeros. Miriam Siegel de la BIM, y los estudiantes Astrid Collins, John Abuhadba, y Cainan Pucey. Chicos, acompañen a Robards, ella les dirá donde están sus cubículos. — Los 4 asintieron y se fueron a sus lugares mientras que Seamus se despedía de Segal. Cuando éste se fue Chloe miró al resto de aurores y señaló a Patrick y a James para que le acompañaran a su oficina. 

— Vaya cosa tan... irregular. — Dijo Patrick cerrando la puerta tras de sí. 

— Irregular es una palabra para describirlo. Verán chicos, les voy a ser franca. Yo soy la primera que piensa que es mala idea integrar a estudiantes sin graduar pero hay una razón para ello. En los últimos meses Scotland Yard ha estado persiguiendo a un grupo criminal en el mundo muggle, sin embargo ha habido señales de que alguien del mundo mágico está involucrado y solicitaron nuestra ayuda, nosotros por supuesto enviamos a alguien de la BIM a confirmar y lo hizo. Alguien del mundo mágico está involucrado en el mundo criminal muggle. La cosa es que los rostros de los Aurores son muy conocidos. Nuestra entera comunidad sabe quienes somos. 

— Pero no conocen el rostro de los estudiantes. — Dijo Patrick. 

— ¿Por eso Miriam está aquí? ¿Para ayudarlos a infiltrarse?— Chloe asintió. 

— ¿Por qué no usar poción Multijugos?

— Esa es una opción pero Miriam piensa que sería un poco sospechoso que los agentes tuvieran que estar bebiendo tantas veces frente a los demás. No sabemos cuantos magos estén dentro de la organización, ni quienes sean. No sabríamos de quién cuidarnos que no nos viera. Y bueno, la razón por la cuál les estoy dando esta información es porque quiero que ustedes sean algo así como intermediarios de información. Una vez dentro de la organización puede que ellos no puedan acercarse al Ministerio o a lugares mágicos, puede que no puedan moverse libremente dentro del mismo mundo muggle. Su deber será vigilarlos, traernos la información que recopilen, ayudar sólo en casos extremos si la vida de ellos corre peligro. 

Los dos chicos asintieron, aunque segundos después James también pensó en cómo rayos haría eso con Nick a su cuidado. No iba a ser una tarea de simple patrullaje. Y no sonaba a algo que fuera a durar una semana o dos. 

— ¿Cuando va a empezar todo esto?— Preguntó Patrick. 

— No lo sé, tal vez en tres días o una semana, primero tenemos que localizar a la organización. En este momento ni los muggles saben dónde están. — La jefa buscó en los cajones de su escritorio y sacó un par de paquetes amarillos con bastantes hojas. — Estás son las evidencias que se han encontrado hasta el momento por Scotland Yard. A los chicos nuevos se les ha entregado la misma documentación. Estudienlo. Puede que vean algo que los muggles no hayan podido ver. 

Los chicos tomaron los paquetes y se levantaron para salir de ahí. 

— Ni siquiera he resuelto lo del trafico de las salamandras y ya hay más trabajo que hacer. — Se quejó Patrick. James se rió porque él también tenía un par de casos sin resolver. Aún buscaba al gracioso que le dio alas a los cerdos de un granjero muggle en Kennt, cosa que no sería tan grave si días después no hubiese pintado también las vacas de un vecino de la primera victima de purpura. Era un tipo de vandalismo que ponía en peligro al estatuto y la oficina de Aurores se lo estaba tomando muy en serio. 

James siguió trabajando en su escritorio hasta que dio la hora del almuerzo. Los tres nuevos salieron juntos, como una piña, y por alguna razón se pusieron unas gorras, una especie de sombreros muggles con una viscera al frente ¿Una gorra en el interior del Ministerio?¿por qué? Los nuevos siguieron su camino, Cainan era sin duda el más ruidoso de los tres pero parecían llevarse bien. 

Patrick arrugó un poco la nariz. 

— No puedo creer que ese pequeño bastardo vaya a convertirse en Auror. 

— ¿Lo conoces? — Preguntó James. 

— ¿Tu no? Estaba en quinto cuando ese chiquillo entró a Hogwarts, nosotros íbamos a Clase de Flitwick y entonces hechizó uno de los pasillos para que se quedaran nuestros pies pegados al piso.— James soltó una carcajada. — No te rías ¿Te imaginas? 13 Ravenclaws de quinto pegados al piso, el maldito hechizo no se deshacía con Finite y no podíamos simplemente sacarnos los zapatos, también estaban pegados a nosotros. Fue humillante.

— Asumo que llegaron tarde. 

Patrick rodó los ojos. 

— Flitwick fue a rescatarnos, le tomó 20 minutos averiguar el hechizo, o la combinación de hechizos más bien. Los Hufflepuff se rieron de nosotros. Y lo peor es que no le castigaron ¿sabes?

— ¿Por qué?

— ¡Nadie pudo probar que fue él! Era un pasillo sin retratos y no hubo ningún testigo. 

— ¿Entonces cómo supieron que fue él?

— Por la manera en que nos vio entrar al Gran Comedor a la hora del almuerzo, con su maldita sonrisa burlona y la de sus amigos. 

— Vaya... 

James pensó en eso. Un niño de primero pegando al suelo a 13 Ravenclaws de quinto. Sonaba a genio para él, no del mismo tipo genialidad que tenía Mei, pero genio a fin y al cabo. 

Cuando bajaron a los comedores James notó algo extraño, los reconoció por el porte, y porque llevaban la misma ropa de minutos antes pero algo había cambiado, el rostro de los 3 estudiantes se había vuelto difuso. A veces lucían como ellos y a veces no. 

— Creo que sus gorras tienen un hechizo. — Le dijo a Patrick, el chico también los miró. 

— Será para proteger sus identidades. 

— ¿De quién? ¿De los demás Aurores?

— Bueno, en este edificio entran muchas personas... 

James admitió que eso era verdad y se alzó de hombros. Eso no iba a ser su problema hasta dentro de un par de días. 


o-o-o-o-o

 

Noir, la elfina de Ashy Lake fue a despertar a Damon. Él por supuesto sólo quería quedarse en cama. Había pasado tres largos días en Croacia supervisando las averiguaciones junto con Draco y sentía como si se le hubiesen quemado la neuronas y las pestañas de tantos documentos que tuvo que leer. 

— Noir siente mucha pena por despertarle. Noir sólo quiere avisarle al señorito Damon que los Aurores han llegado a Ashy Lake. 

Damon gimió. 

Por supuesto. La abuela. 

El pelinegro se forzó a si mismo a abrir los ojos y mirar a Noir. 

— Dile a papá que voy en cinco minutos. 

La elfina asintió y se fue de ahí con un chasquido. 

Damon se medio levantó, se rascó el trasero y comenzó a buscar su ropa en el suelo, todavía no se la había puesto cuando comenzó a llamar a Gobs.

— Sí, señor Pucey. 

— ¿Dónde está Cassandra?— Preguntó poniéndose los calzoncillos. 

— La señorita Cassandra está en el salón de adivinación. 

— ¿Desde hace cuanto?

— Eh... en algún momento de la madrugada, señor. 

Él rodó los ojos mientras se ponía la camisa. 

— Esa mujer no tiene paciencia... Avísale que regresaré a Ashy Lake, los Aurores han llegado para la visita anual y necesito estar ahí. Después iré al Ministerio a terminar el asunto que me encargó. Dile que probablemente llegaré para el almuerzo... Estaba triste ayer ¿Podrías hacerle una tarta de frutas para que se sienta mejor? 

— Claro que sí, señor. Con mucho gusto haremos el postre de frutas que tanto le gusta a la amita Cassandra. 

Damon le sonrió al elfo. 

— Puedes irte, Gobs.

Damon se miró al espejo. No se veía digno, traía la ropa arrugada, y con esa barba de tres días parecía un pordiosero, pero bueno, él no era el jodido dueño de Ashy Lake, así que su padre y abuela se tendrían que conformar con que estuviera vestido. 

A continuación se Aparición justo afuera de Ashy Lake. 

Ashy Lake era una mansión construida en la época del rey George I, por ahí de los 1700, no era ni la mitad de grande de lo que era Mansión Malfoy, y su primer dueño no había sido un Parkinson precisamente, sino a una familia de nombre afortunadamente extinto, los Berry (era un apellido... poco imponente). Como todo lo demás en el mundo mágico, pasó de heredero a heredero hasta que 5 generaciones atrás pasó a manos de Dorothy Parkinson. Ella "quizá" (o quizá no) asesinó a su marido mientras estaba embarazada, quién sabe, probablemente, pero ya estaba casada así que la mansión pasó a ella y a su hijo todavía por nacer.  

Damon respiró hondo antes de entrar, desde fuera ya se veía que los aurores ya estaban ahí, revisando los jardines y la fachada. Puso su mejor cara de persona sociable que no odia al mundo entero y caminó hacia la verja, que mágicamente se abrió para él. 

Podía estar legalmente desheredado pero la casa todavía reconocía su sangre, dijera lo que dijera su abuelo, ese era su hogar. 

Su padre ya le esperaba en el vestibulo. 

— Hola, papá. 

— Hola, perdón por molestarte, sé que estabas con Cassandra, pero ya sabes que tu abuela se pone nerviosa con los extraños y hoy era el día especial de tu hermano... Además, al parecer no le gustan las nuevas túnicas.— Agregó con burla. 

— Ya sabes que le cuesta trabajo cambiar, ¿dónde está?

— En el estudio de tu abuelo. 

— Vale, envía a los Aurores cuando quieras. — Dijo caminando hacia el estudio. Su padre asintió. Debía ser duro, pensó Damon. Se casó con una mujer rica por algo parecido al amor. Aquello se extinguió poco a poco, y la mujer se volvió loca muy pronto, el dinero había pasado al menor de sus hijos y para colmo tenía que cuidar de su suegra, que debería seguir en la carcel. 

La cosa con Emmaline Parkinson era que tenía una sentencia de 10 años por haber sido complice en el intento de asesinato de Amal, pero por cuestiones de salud la dejaron salir dos años antes de terminar su condena. Cainan les rogó mucho con Draco y con Scorpius al respecto, les pidió misericordia para su abuela anciana y enferma, así que se lo concedieron, llevaron el caso a los tribunales y se le liberó con la condición de que por los próximos cinco años tendría revisiones aleatorias de manera anual, como a los marcados. 

Lo primero que hizo Cainan fue ponerla contra la pared. No con la varita, sólo la tomó de los hombros y la puso contra la pared.  La mujer estaba flaca y debil, fue como si moviera una muñeca de trapo. 

— Escúchame bien, abuelita. Papá, Damon y yo hemos trabajado mucho ¡mucho! para que te liberen; porque no somos monstruos, eres nuestra abuela, Damon y yo te queremos mucho todavía, así que te vas a comportar, te vas a guardar tus putas opiniones y nada de cartitas a Azkaban, tu marido y tu hija están muertos ¿okay?, porque si nos arruinas la vida otra vez, y Escúchame bien porque esto es importante ¿sí? Escúchame, porque si nos arruinas la vida otra vez, si nos traicionas otra vez, voy a asfixiarte mientras duermes ¿entendido? Y después de que los Aurores vean tu cuerpo, tiraré tus restos al mar. 

Todos se habían quedado sin aire, Cainan nunca había dado tanto miedo, especialmente porque lo decía calmado y con una sonrisa, especialmente porque todos en esa habitación le creían. Cainan podía ser travieso y vulgar, pero era un dulce, excepto cuando ya no lo era. 

— Ohh ya estás aquí, Damon. Esos horribles Aurores y sus horribles túnicas nuevas. 

Damon sonrió. 

— Todo estará bien. Sólo es la entrevista de rutina. 

La abuela puso cara de haber chupado un limón. 

— Ni siquiera sé qué tanto quieren saber, si el de actividades ilegales era tu abuelo. 

El Auror, o mejor dicho la Auror encargada del interrogatorio y una medibruja, entraron de manera segura pero no arrogante. Damon les sonrió. 

— Bienvenidas a Ashy Lake. — Les dijo él dándoles la mano. 

— Gracias. Señora Parkinson, ¿cómo está de salud?— Le preguntó la medibruja. Tenía acento de Sudafrica. 

— Crujiente. 

— ¿Crujiente?

— Bueno, a los 76 la espalda ya no es lo mismo. 

La medibruja se rió abiertamente mientras que la Auror sólo sonrió débilmente. 

o-o-o-o-o

 

Lysander se apareció frente a las rejas de la propiedad de los Malfoy y tocó la aldaba esperando a que un elfo fuera a recibirlo. Patis apareció y al principio pareció un poco asustado de verlo. Miró hacia todos lados como preguntándose si alguien lo estaba vigilando. Poco a poco se acercó a la verja y abrió. 

— Patis está muy feliz de recibirlo, señor Scamander. — Dijo con un tono que no sonaba muy feliz, sonaba nervioso. 

Lysander suspiró pensando que por fin alguien tratándolo como se suponía que tenían que tratarlo, no como Draco o Cassandra, con esas sonrisas en sus caras y sus voces suaves y miradas comprensivas. 

— Hola, Patis. — El elfo no dijo nada más, miraba hacia abajo con los ojos vidriosos. — ¿Está Cassandra en casa?

El elfo asintió afirmativamente. 

— Por el momento está ocupada, pero puede esperarla en los jardines. El amo Scorpius y el amo Albus también están ahí. 

Lysander sonrió con dificultad. Bueno, tenía que disculparse con ellos de cualquier modo. 

— Llevame con ellos Patis. 

El elfo asintió y abrió la verja para dejarlo entrar. La cerró detrás de ellos y caminó junto con Lysander por jardines que ambos conocían bien. Escuchó a sus amigos hablar mucho antes de verlos. Estaban tomando el té junto con Britney y Amal, parecía todo tan civilizado. Quizá las otras personas eran diferentes, quizá algunas amistades podían conservarse aunque las relaciones no hubiesen funcionado. 

Amal y Britney fueron novios por un tiempo, pero Amal siempre quiso estudiar dragones y Britney, además de que se negaba a dejar Inglaterra, descubrió que tenía pasión por el periodismo. Se querían, pero no estaban destinados. Así era como él había pensado sobre su relación con Cassandra, y quién sabe, tal vez todos se sentían igual, tal vez Amal y Britney estaban destrozados por dentro a pesar de que pasaran los años, pero no lo parecían. Se veían felices siendo parte o no del mundo del otro. 

— ¿Interrumpo?— Preguntó con una sonrisa tímida, y de hecho, interrumpiendo el almuerzo de los cuatro. 

Todos parecían feliz de verle.

— ¡Lys! ¡Que bueno verte! Ayer que llegué a la cena ya te habías ido. — Dijo Britney levantándose de su asiento para abrazarle. 

Lysander no supo muy bien cómo responder a eso pero le dio abrazo de oso para mostrarle a Britney que también la había extrañado esos últimos dos años. 

— Siéntate, ¿Quieres algo para almorzar?— Preguntó Scorpius. 

— No, almorcé en casa. — Dijo tomando asiento. — En realidad vine a ver a Cassandra, pero Patis me ha dicho que está ocupada. 

Scorpius ladeó la cabeza. 

— ¿Por qué? 

— Scorp. — Dijo Albus.

— ¿Qué?— Preguntó Scorpius un poco alterado. — Lo siento ¿Sí?, Lys, tu sabes que te quiero mucho, eres un gran amigo, siempre lo has sido, pero ella es mi hermana. — Le dijo esto último a Albus en vez de a Lysander, y después se volvió hacia el rubio otra vez. —Es mi hermana, y no estuve aquí la última vez, pero sé lo que mi padre y Lily me contaron por carta, y sé que la pasó mal ¿Por qué el súbito interés en hablar con ella? ¿No le has hecho ya suficiente daño? ¿No la ves feliz?

Lysander pudo haber bajado la mirada avergonzado, pero en cambio le sostuvo la mirada. 

— Terminé con ella porque creí que era lo mejor. Y tal vez sigue siendo lo mejor, pero querer hablar con ella en este momento no tiene nada que ver con eso. Tengo algo importante que decirle. 

Scorpius frunció el entrecejo ligeramente y después se dejó caer en su asiento. Iba a quedarse callado hasta que se le pasara el enfado o hasta que encontrara mejores palabras. 

— Bueno pero...— Albus trató de interceder otra vez. — Puede que tengas que estar aquí un poco de tiempo. Está revisando no sé que cosas de sus negocios en su bola de cristal. 

A Lysander eso le pareció muy extraño. Ella seguía practicando la adivinación, especialmente cuando estaba preocupada por algo, nunca se lo dejaba ver a nadie pero era una chica muy nerviosa y solía revisar la bola de cristal sólo cuando se sentía temerosa por algo personal, no por sus negocios. Los negocios nunca le preocupaban, eran aquello en lo que siempre estaba segura. 

Nica, la elfina apareció entonces para servirle té a Lysander quién le agradeció por las atenciones. 

Britney, Amal y Albus hicieron lo mejor que pudieron para acarrear la conversación. Le hicieron un montón de preguntas sobre la India y él se las contestó con alegría, pero aunque le daba gusto estar con sus amigos no podía evitar desear que el tiempo pasara más rápido. 

o-o-o-o-o

Su cabeza le dolía, pero más le dolía el vientre. No entendía de dónde venía ese dolor, no estaba embarazada, eso seguro, había perdido a su último hijo, al de Damon, hace apenas 2 semanas. 

Intentó concentrarse, alejar esos dolores, pero estaban ahí, y no se iban, y entre más se concentraba más los sentía. Lloró, la quemaba desde dentro. En medio de ese dolor escuchó el aullar de lobos y sentía miedo. Frío. 

— Mami, tengo frío. — Escuchó decir a una niña pequeña. 

Eso le hizo salir del transe de manera brusca. 

Cassandra se dejó caer hacia atrás, sudorosa y exhausta. Sentía mucho dolor y frío, tocó su cuerpo con la esperanza de calentarlo un poco pero tenía las manos congeladas, la única parte que sentía caliente era su entrepierna así que se llevó las manos ahí buscando algo de calor, pero las notó humedas, casi como si se hubiera orinado. Su camisón estaba empapado, levantó las manos para verlas y estaban cubiertas de sangre. 

Las miró sin comprender. 

No, no podía ser. Su utero estaba vacío. ¿A caso era su periodo? No, era demasiada sangre. 

Cassandra en vez de asustarse observaba la sangre. Sonrió con pena, esto no era normal... ninguna visión era tan vivida, ninguna de sus visiones hablaba. No, esto era algo más, algo así como una maldición. 

Bien, sonrió. Ella no tenía nada qué perder, ni a quién amar, ni quien la ame. 

Trató de levantarse y se inclinó hacia la bola de cristal. 

— Encuentrame. — Le dijo a la bola. — Deja que me encuentre para encontrarla a ella.

Porque era un ella. De eso estaba segura. 

La bola volvió a contener tormentas. 


o-o-o-o-o

Damon salió de la oficina de la Jefa de Cooperación Internacional bastante sudado y con una sensación deliciosa en la entrepierna. De verdad que no le atraían las mujeres mayores pero de vez en cuando comerse una estaba mal, especialmente cuando sus tetas eran excelentes. Estaban caídas y con estrías, los pezones eran enormes y oscuros y sólo de pensar en ellas se le volvía a poner duro. 

Dio hasta una pirueta en un sólo pie de lo bien que se sentía hasta que se topó con Rose. 

— Tanta felicidad en ti es sospechosa, Pucey. — Damon sonrió. 

— Tanta cortesía es sospechosa en ti, Weasley ¿A quién estás desangrando hoy? ¿A quién destruirás mañana? — Comenzaron a caminar juntos. 

— Uff, ojalá. El día está bastante lento, no hay mucho que reportar. No quiero sabotear a James pero sino consigo algo más para las ocho de la noche tendré que hacer una nueva publicación exigiendo respuestas por los cerdos con alas y las vacas moradas. No se puede permitir que el departamento de Aurores se duerma en sus laureles. 

Damon giró para verla con completa incredulidad. 

— ¿Acaso ustedes los periodistas no respetan nada? ¿No tienen... no sé, alma?

— Es trabajo, dramatico, James lo sabe. Además es un tema de interés, la CIM podría imponer sanciones sino se encuentra al culpable pronto. 

El pelinegro rodó los ojos, la CIM era el origen de todos los males, que si los permisos de Croacia, que si el control de calidad, que si los calderos que usaban no tenían la densidad correcta, que si algún maldito granjero muggle amanecía con cerdos que volaban. Joder. 

— Algún día podría convertirme en asesino serial. 

— ¿Sí? 

— Sí... mis primeras victimas serían todas las malditas momias de la CIM. Joder, como los odio. 

Rose se rió. 

 — Ya veo, bueno, de manera extraoficial puedo decir que comparto tu opinión. Son insoportables, no nos han quitado el ojo de encima desde La Gran Guerra. A mi madre no dejan de fastidiarla. 

— ¿A tu padre no?

Rose hizo un gesto ácido. 

— Esa... Esa maldita nueva regulación de los calderos. 

— ¡¿Verdad?! Es horrible. He tenido que mandar reemplazar calderos a todas las fábricas del Grupo Malfoy. Ha sido ridículamente costoso. 

— ¿Sabes qué? Olvida las vacas. Creo que ya sé de que voy a hacer mi artículo.— Llegaron a la zona de chimeneas del Ministerio.— Oye, ¿a dónde vas? Yo voy a Mansión Malfoy, Albus me invitó a desayunar. 

— Igual, pero yo me invité solo. 

— Como siempre. Entonces, vamos juntos. — Dijo ella entrando primero a la chimenea, él la siguió y pronto las llamas los llevaron directo a Mansión Malfoy. 

o-o-o-o-o

Britney fue la primera en verlos llegar y Damon a la primera que miró fue a Britney. Lysander estaba ahí. Merlín, era una plaga. Como fuera, lo saludó educadamente y lo ignoró para volver su atención a Britney. 

Que raro era para él saludar con un abrazo y hablarle con cariño a una persona a la que no podía amar nunca más, porque era un amor inutil, un dolor inutil y aún sabiendolo esos sentimientos se negaban a irse.  

Como hubiese querido ser como ella y poder sonreir y poder amar a otros con más facilidad. No quería ser como ese estúpido personaje de ese escritor muggle de García Márquez. Ni siquiera lo había leído pero Cassandra se lo comentó mientras tiraba el libro en las llamas. 

— Era un puerco. 

— ¿Quién?— Dijo bajando su propio libro. 

— El heroe romantico. — Dijo con desesperación. — Era un puerco que romantizó su propia existencia, se acostó con más de 300 mujeres pero nunca las amó, sólo se masturbó con ellas diciendo que las amaba, ¡durante más de 50 años! y sólo porque la mujer que quería no lo quería a él. 

— ¿Lo odias por reflejo o algo? 

— ¡No! lo odio por mentir, por decir que las amaba, cuando nunca supo lo que era eso, ella era una ilusión, suposiciones idealizadas, y lo odio porque era feo, olía feo, se cagaba encima, y le gustaban las niñas pequeñas ¡Sexualmente!

— Eww... que asco de libros lees, Cass, de verdad.   

 

o-o-o-o-o

 

Draco vio a Harry sostener un par de sueteres frente a él. 

— El azúl. 

— Me gusta el rojo. — El rubio rodó los ojos. 

— ¿Por qué preguntas si vas a hacer lo que quieras?

— Quiero que te sientas escuchado. 

Draco se rió. 

— Eres un tonto ¿Por qué te amo? 

— No lo sé, cuando te beso no te importa que sea un tonto. — Dijo Harry tomándolo por la cintura, y el rubio se dejó hacer. 

— ¡Ah! Draco, Harry. Apurense que vamos tarde. — Les gritó Narcissa desde la puerta, se estaba poniendo unos pendientes. 

Tenían un almuerzo en casa de Andromeda, Teddy les presentaría por fin a su novia formal. Harry silbó cuando se lo dijeron. Era como la 3ra novia formal que Teddy había tenido desde que rompió con Victoire, hace ya 16 años... Teddy no era bueno con las relaciones, según él, no le gustaba ser esclavo, pero Andromeda decía que al parecer ésta era la indicada. 

Harry y Draco tenían que ver eso con sus propios ojos. Esperaba que fuera buena chica y no una que hiciera sufrir a Teddy a manera de Karma por todas las chicas que hizo llorar en el pasado. 

Los tres Malfoy caminaron hacia el vestibulo con idea de aparecerse ahí pero al ver que había varias personas afuera pasaron a saludar. 

— El día está perfecto para un almuerzo fuera. — Dijo su madre. 

— Sí, no podría ser más perfecto para el gran día de Teddy. 

— Estoy asustado. — Admitió Draco antes de llegar a la mesa. 

— Yo también. — Dijo Harry tomándolo de la mano. Se sorprendió de ver a toda la pandilla ahí. Faltaba Seren y Mei pero seguro sus trabajos no se los permitió.

Mientras todos charlaban alegremente hubo un chasquido. Gobs apareció, parecía al borde de la histeria.   

— ¡Amo Draco! ¡Amo Draco! No se vaya, ha pasado algo terrible. 

— Cálmate, Gobs. Hay invitados. — Gobs se retorció las orejas. 

— Es la amita Cassandra. Le ha pasado algo, algo malo. Hay mucha sangre y se mueve ¡Se mueve!

Draco se puso tenso como una vara. 

— ¿A qué te refieres? — Dijo Draco, Scorpius se levantó de su asiento. 

— En la torre de adivinación ¡Corra!

Cuando un elfo usaba pocas palabras era porque era urgente. 

Ese salón todos lo conocían en mayor o menor medida, todos habían estado ahí al menos una vez, Amal el que más porque le gustaba el tema, era el ático de la segunda torre a la derecha. 

Draco casi se queda sin aliento al ver. Cassandra estaba junto a su bola de Cristal y se movía, se retorcía entre el suelo y el aire como Katie Bell con el collar. 

Y había sangre. Tanta sangre. En su vestido, en su cara, su cabello, las manos. 

— ¿Qué? — Dijo en un suspiro y corrió hacia ella. — Cassandra. Cassandra, mi amor ¿Qué te pasa? — Inmediatamente Scorpius se puso a su lado a revisarla. De algo tenía que servir haber estudiado maldiciones por años. Los demás hicieron lo mismo. Nadie tenía idea de que era lo que sucedía. 

Cuando Harry intentó un hechizo para intentar diagnosticar lo que sucedía sintió ardor tanto que lo hizo soltar la varita. 

— Gobs, ve por Pinetree a San Mungo. — Dijo Narcissa acercándose también, llevándose las manos a la boca en absoluto terror. 

Entonces Cassandra abrió los ojos, lloraba sangre también. Salía sangre de todos sus orificios. 

— ¡Cassandra!

— La encontré. — Dijo. 

— ¿Qué? ¿A quién? — Preguntó su padre asustado. 

— Croacia. — La palabra dejó los labios de Damon y se quedó flotando en el aire. 

Cassandra lo miró y sonrió con una sonrisa malevola, acentuada por toda la sangre que resbalaba de su nariz hacia sus dientes. 

— il paese delle streghe  — Respondió y Draco y su madre sostuvieron la respiración, Scorpius los miró entendiendo ¿Qué podía hacer?¿Qué podía hacer con todos esos testigos? Con Harry ahí.

Su hija lo siguió mirando como una loca, como buscando en sus ojos una confirmación. 

— il paese delle streghe...— volvió a repetir, — quería venir por mi. — Levantó su mano ensangrentada. — Yo llegué a ella. 

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