¡Ouhh! ¡Cassandra!

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¡Ouhh! ¡Cassandra!
Summary
Dos años después de terminar su relación con Cassandra Malfoy, Lysander Scamander y su hermano Lorcan, regresan a Inglaterra para celebrar la boda de sus amigos y Scorpius.Mientras tanto, Cassandra tiene problemas más importantes que un hombre, y navega el mundo representado a aquellos con privilegios quienes tratan de levantar a Inglaterra y su poderío economico que no se ha podido recuperar del todo aún después de nueve años después de la guerra contra los Parásitos.Basado en la saga Alianza de Helena Dax que se encuentra publicado en fanfiction. net
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Decisiones

Lorcan miró a sus espaldas y se dio cuenta de que todos lo miraban. Si hubiese sido un crío probablemente hubiera sentido mucha vergüenza, pero en ese momento sólo se sentía un poco mal debido a que esa se suponía debía ser una cena especial para celebrar a sus amigos. 

Miró a Cassandra que parecía muy confundida sobre lo que acababa de pasar. Las chicas que la habían estado rodeando ahora susurraban cosas. Damon Pucey permaneció callado pero sonreía. 

Lorcan fue a hablar con sus padres y después fue a despedirse y disculparse con Albus y con Scorpius que estaban charlando con Amal en ese momento. Lorcan no había visto a Amal desde hace cinco años, cuando éste se fue a Rumania a estudiar dragones aunque tenía entendido que regresaba y vivía la mitad del año en Inglaterra para estar con sus padres. 

— No te preocupes... — Le dijo Albus. — Lo siento, supongo que debimos haberles avisado. Pero es algo tan reciente.

— Y francamente no pensamos que fuera a reaccionar de esa manera. — Dijo Scorpius no de manera agresiva, pero sin duda, sin tanta suavidad como Albus. — Considerando que él fue el que la dejó, y que ella nos dijo que no había problema.

— Entiendo... ¿Y desde cuando están juntos?— Lorcan se rascó la cabeza. — Es que... no puedo ni imaginarmelos juntos. 

Ni Albus ni Scorpius supieron responder esa pregunta. Amal hizo gesto de recuperar memoria. 

— ¿3 meses?— Se aventuró a decir. — Sí, creo que llevan 3 meses saliendo. 

— ¿3 meses? — Preguntaron sorprendidos los otros 3 chicos. 

— Sí... ustedes estaban en Islandia todavía. 

— ¿Ellos no estaban juntos de antes? — Preguntó Scorpius escandalizado. 

— Yo sólo me acuerdo porque Urien me dijo. Estabamos comentando las fotos que nos enviaron por correo y salió a la conversación Penny, y Cainan. Ya saben que lo lleva un poco mal todo ese asunto y al final dijo "Y lo peor es que como Damon ahora sale con Cassandra, veo a Cainan por todas partes."

— ¿3 meses?... pero si ya le dio el anillo. — Dijo Scorpius pasandose la mano por la cabeza. 

Amal se alzó de hombros. 

— Pues tu padre lo ha aprobado... ¿no será que tu hermana haya quedado embarazada? 

Mierda, pensó Lorcan en su interior. Eso sería terrible. 

— No... no han dicho nada, no al menos a mi. Joder. — Scorpius parecía preocupado. — Ella... ella ha sido muy hermetica conmigo desde que volví. Hemos estado yendo y viniendo de Inglaterra para ver los detalles de la boda pero ella se ha mantenido al margen. No hemos hablado mucho y hace un par de semanas, cuando decidimos regresar de manera definitiva ella ya estaba comprometida... 

— Lo cual ya nos resultaba bastante extraño,— Intervino Albus, — porque bueno, no es el tipo de cosas que los Malfoy pasan por alto. Cualquiera diría que Draco anunciaría el compromiso de su única hija con bombos y platillos. 

— Debo hablar con mi hermana. — Dijo Scorpius mirando hacia la mesa. Britney, acababa de llegar con su acompañante y se sentó donde antes había estado Lysander. Venía con Carlos Hernandez, su mejor amigo del trabajo, un expatriado español de espesa barba y nula cabellera que trabajaba como periodista para El Profeta, llegado a Inglaterra cuando cayó la cuarentena. Carlos era 8 años mayor que ellos, era un analista político, bisexual afeminado y un poco alcoholico, pero lo suficientemente inteligente para sostener charlas largas e interesantes aún en severo estado de ebriedad. 

Lorcan asintió. 

— Bueno, chicos. Me voy, quiero estar seguro de que Lys está bien. 

— Vale... la boda será en dos días. ¿Creés que Lysander asistirá?

— Sí. — Lorcan no pensaba darle opciones. Los Potter y su madre siempre habían sido familia, habían atravesado dos guerras juntos, y sinceramente no creía que Lysander, por muy furioso que estuviera fuera a insultar ese vinculo. 

Los chicos se despidieron y Lorcan salió de los terrenos de la casa para poder aparecerse en la suya. 

Había unos cinco crateres en el jardín que no habían estado ahí cuando salieron de la casa, Lorcan suspiró probablemente bombardas, Lysander tenía la particularidad de hacerlas pequeñas, como del doble de una quaffle, aprendió a hacerlas así durante la guerra porque decía que si eran muy grandes podían lastimar a alguien de Hogwarts; que deprimente el tipo de cosas en las que tenían que pensar cuando tenían 17. Lo único bueno es que ese jardín no lo cuidaba nadie así que no importaba y la puerta y las ventanas estaban intactas. Al menos había tenido esa delicadeza. 

El rubio entró a su casa y subió los escalones no muy rápido, no sabía exactamente que decirle a su gemelo para hacerlo sentir mejor. Al llegar a su habitación vio que también era un desastre, nada que no se pudiece arreglar con una buena andada de Reparo. 

Dormían en una litera de altos postes, Lysander no estaba a la vista así subio las escaleras de la litera para encontrarselo enfurruñado debajo de su cobija. 

— No estás siendo muy maduro al respecto ¿sabes? Ya no tenemos 13 años... En realidad creo que no hacías este tipo de berrinches ni siquiera cuando tenías 13 años. 

— Jodete. — Lorcan lo ignoró y se acomodó mejor en la cama. 

— Sé que apesta, ¿de acuerdo? ¿Pero qué esperas obtener con esta actitud? ¿Qué vas a resolver con ponerte así? 

— ¿Y qué se supone que debo hacer?

— No sé, decir la verdad, decir la verdad o decir la verdad. Quiero decir, tienes que decirle, o se va a casar con un completo imbecil. Está muy a tiempo de evitar cometer un error. 

Lysander volteó para quedar boca arriba, ahora ambos miraban al techo que tenía pintadas estrellas con pintura fosforescente. Sus abuelos las habían pintado para su madre cuando ella era apenas una bebé. 

— Tienes razón... si no le digo yo sería un imbecil también. 

Se quedaron en silencio unos momentos, pero Lorcan que nunca había sido bueno guardando silencio, habló. 

— Eso no es lo único con lo que tienes que ser honesto. — Lorcan esperó a que Lysander dijera algo pero no lo hizo así que se quedó callado. 

Le quería decir muchas cosas, tipo, cuando tenías 17 eras más valiente, o has vivido así dos años, ¿esperas vivir así los próximos 20? pero sabía que no podía decirle nada que a Lysander no se le haya pasado ya por la cabeza. 

Los dos se quedaron dormidos en la misma cama, ni siquiera se dieron cuenta de cuando llegaron sus padres de la cena.

 

o-o-o-o-o

 

Salvo la vergonzosa escena que causó Lysander la cena había salido bien. O tan bien como lo podía ser la cena en un lugar tan caotico como la Madriguera, con tantos niños pululando por ahí. Los Weasley en su mayoría ya habían comenzado a tener hijos (Zabini se iba a divertir tanto en los próximos años, ¡ja!), incluso Morrigan, que era madre soltera, eso la deprimió, Cassandra los miraba a todos con un poco de envidia. 

Incluso a James, que perseguía a su nene de 4 años que había robado la escoba de alguien. 

— ¡Nick! ¡Nick!

— ¡Nicholas Potter! ¡Baja de esa escoba en este momento!— Gritó Seren. 

El niño les ignoró. Damon se rió al respecto. 

— Ese crío se va a hacer que les de algo a sus padres. — James estuvo a punto de alcanzarlo pero el niño dio una voltereta en el aire, esquivandolo. —  No creo que ese niño vaya a ir a Hufflepuff, — Otra voltereta y ahora más rápida. — No, definitivamente, no. 

— Se va a romper la crisma. — Escuchó decir a alguien. Finalmente Seamus Finningan quién cargaba en brazos a su hija de 3 años le atrapó en el aire con un hechizo. Hasta Ginny había vuelto a tener dos hijos más después de la guerra. Que deprimente. 

— ¿Qué sucede? — Le preguntó Damon pasandole el brazo por los hombros. 

— Nada... No puedo dejar de pensar en Croacia y lo críptico que ha sido mi padre cuando llegó a casa. Me ha dicho que hablaremos mañana pero algo me dice que no quiere que Harry se entere. 

— Probablemente no, no querrá preocuparlo, no al menos hasta que la boda de Scorpius y Albus suceda. 

— Dime ya lo que ocurrió. — Damon revisó la mesa con los ojos. 

— No aquí, hay moros en la costa. — Dijo refiriendose a Britney y a Carlos.  

— Ella no nos traicionaría y el Profeta no publicará nada. 

— Ella no, pero a él eso no le impide vender la historia a terceros. No es como si los periodistas fueran leales a algo. 

— Entonces vamos a casa. 

Damon la miró por unos segundos y luego asintió. 

— Ven, vamos a despedirnos de tu hermano. 

Mientras caminaban hacia donde estaban su hermano y Albus, esta vez charlando con Mei y Daniel, uno de los pequeños Weasley casi les hizo tropezar. La forma en que Cassandra miró al pequeño hizo que Damon la tomara del codo para apurarla. Al señor Malfoy le dijeron que ella estaba cansada por haber comenzado a trabajar desde la mañana, así que éste les dio su aprobación para marcharse. 

Cuando por fin llegaron a la Mansión Malfoy subieron a la habitación de Cassandra, esa noche Damon se quedaría con ella. 

Él se quitó su túnica y se dejó caer en la cama con todo lo demás puesto. 

Miró como Cassandra se desvestía en silencio. No lo había atacado a preguntas sobre Croacia así que sí, como sospechaba, Cassandra se encontraba en medio de una de sus depresiones. Le daban de repente, y contagiaban a cualquiera que conviviera con ella pero él las prefería mucho más a alguna de sus histerias porque entonces le recordaba a su madre. 

Cassandra se tomó una poción antes de irse a lavar los dientes, Damon no quería, estaba muy cansado pero de todos modos lo hizo. Se levantó y se lavó los dientes y como ya estaba de pie se quitó el resto de la ropa quedando sólo en calzoncillos. Damon no era vanidoso pero se mantenía en forma acompañando a Cainan al gimnasio, aún así se sentía un poco acomplejado debido a las cicatrices que le habían quedado de la guerra. Probablemente todos los chicos y chicas de su edad tenían cicatrices similares pero a él le daba corte verse así. 

Para cuando terminó de desvestirse Cassandra ya lo esperaba en la cama, aún traía ropa interior pero le sonrió de esa forma que a Damon le decía que tenía trabajo que hacer. 

— Merlín, estoy cansado, Cass. 

— ¿Qué? ¿Todavía no nos casamos y ya te duele la cabeza?

Damon se rió y se colocó sobre Cassandra para darle un beso. 

— Mi espalda me está matando de hecho, pero si estás dispuesta a hacer tu todo el trabajo ya sabes que puedes hacerme lo que quieras. 

Cassandra asintió así que Damon se deslizó a su lado para dejarla acomodarse encima de él. De verdad que él tenía sueño pero se dejó llevar por los labios y las manos de su prometida endureciendose por su causa y sólo para ella, después ella hizo el resto. 

El sexo con Cassandra era tan extraño a veces. 

No hacían nada fuera de lo común pero él lo sentía como algo sucio. Ligeramente perturbador e incestuoso. Trataba de calmar su mente pensando que en sus familias eso no habría sido tan raro y que se acostumbraría. Tenía que acostumbrarse, se iba a casar con ella. 

Aquella no fue la follada más creativa, ni la mejor, ni siquiera hubo oral que a ella le gustaba y probablemente era el polvo más rápido que habían tenido en mucho tiempo pero supuso que ella sólo estaba tratando de sacarse el estrés o hacer el cardio del día. 

Lo que más le gustaba a Damon era ver sus tetas rebotar así que no se quejó. Eran medianas tirando a pequeñas pero tenía unos pezones grandes como galeones en color durazno y daban muchas ganas de ponerselos en la boca. Solía bromear diciendole que duros podía sacarle el ojo a cualquiera. 

Damon se acomodó para dormir pero entonces ella comenzó a hacerle preguntas. 

— Él no estaba enojado sólo por verme comprometida. — Dijo, — Sólo se enfureció cuando vio que eras tu ¿Qué hiciste, Pucey?

Damon se rió. 

— Fue muy gracioso, de hecho. Me los encontré en el Ministerio esta tarde y me descubrieron en medio de un performance erotico con jefa de Cooperación Internacional. 

— Ohh... así que ellos asumen que yo soy tonta o algo. 

— Y que yo soy un imbecil por supuesto. No los culpo, soy muy fácil de odiar.  

— Adorable. Pero puedo trabajar con eso si se me da la oportunidad. 

— Sí... aunque has sido un poco cruel con él. 

— ¿Huh?

— Me besaste en público. Jamás lo haces. Lo hiciste para él.— Cassandra buscó una excusa pero no la encontró, porque era cierto. Era un poco vergonzoso de aceptar, había actuado de manera infantil pero ver a Lysander aunque fuera un poco afectado le dio satisfacción. Aún le odiaba. Y tal vez cuando estuviese sola lloraría por ello, no con público, ya se había humillado por Lysander lo suficiente en el pasado. 

— Sólo quería castigarlo un poco,— Admitió. — Quería que viera que era feliz sin él. La verdad no esperaba que reaccionara así. Perdón. Siento que te puse bajo un peligro innecesario. 

— Eso estaba cubierto. — Preguntó Damon cerrando los ojos. — Cainan estaba en la otra mesa viendolo todo con un hechizo bastante feo en la punta de la varita. 

Cassandra sonrió y pasó su mano por el cuerpo de Damon, sobre sus cicatrices. 

— ¿En serio te vas a ir a dormir sin decirme lo que está pasando?

— Si te lo digo se va a convertir en tu problema y no voy a pararme de esta cama hasta que no duerma unas diez horas. ¿Hecho? — Dijo estirando su mano para cerrar el trato como el hombre de negocios que era. Cassandra hizo lo que le correspondía y Damon volvió a abrir los ojos. 

— Fue provocado. — Dijo y Cassandra se levantó como un resorte. 

— ¿Qué?

—  Los Aurores croatas encontraron rastros de maica negra indicando que los dos empleados que murieron fueron asesinados con Avadas antes de que comenzara el incendio. También hubo signos de lucha. El incendio mismo tuvo varios puntos de inicio, tanto en el exterior como en el interior de la fabrica. Sólo eso es lo que ha evitado que la CIM nos retirara las licencias para seguir trabajando en suelo croata. 

Cassandra se dejó caer en la almohada completamente consternada. 

¿Quién?

¿Por qué?

— No puedo creerlo. 

— Deberías revisar esa bola de cristal tuya, tal vez te diga algo. 

Ella asintió, y se volvió a acostar, se sentía asustada. 

Enemigos tenía bastantes, era parte de hacer lo que hacía ¿Pero tanto como para atacar una de sus fabricas y asesinar a sus empleados? Eso era personal. 

o-o-o-o-o-o

Al despertar lo primero que Damon vio fue a Cassandra tomando su poción. Era para mantenerla tranquila, no había poción para reparar lo que estaba mal en ella.

La magia tenía pocos límites, pero la mayoría de ellos tenían que ver con la muerte, y la creación de la vida. Había pociones para crecer el pelo y los huesos, pero estos tuvieron que estar en algún momento en donde los nuevos debían de crecer. También había pociones para ayudar a la fertilidad, para ayudar a las brujas que querían empezar una familia a pesar de ser algo mayores.  

Ella no era infertil, simplemente no podía llevar un embarazo a término. 

Damon no prentendía entender a Cassandra, no era alguien naturalmente empatico, pero se preocupaba por ella. La quería, a su modo. Quizá no la entendía porque nunca había estado en su lugar, de niño nunca pensó en ello. Sabía que se iba a casar algún día, pero nunca pensó en ohh, tengo que tener herederos, ningún varón pensaba esas cosas cuando tenía 10 u 11 años.

En su adolescencia, cuando salía con Britney, se vio casado y feliz pero tampoco había pensado en hijos, sólo en una casa en el campo y un par de Crups para él y un gato para ella; el único momento en el que se enfrentó a pensar en aquello fue cuando a Britney se le retrasó la regla por un par de semanas y el alivio que les invadio a ambos cuando ésta volvió les hizo sentir como si flotaran. Después vino su madre loca a arruinarlo todo, y luego la guerra. Nadie pensaba en tener hijos durante la guerra ¿Cómo iba nadie a pensar en hijos cuando no sabían si habría suficiente comida para el día siguiente? 

Después de la guerra comenzó a salir con chicas pero ninguna bruja lo tomaba en serio, salían con él un par de meses, algunas casi un año, pero cuando él sentía que las cosas iban en serio le dejaban. Él pensaba que él era el problema, tal vez era muy intenso, tal vez era un desinteresado, tal vez no era lo suficientemente guapo, tal vez cuidaba mucho su físico, tal vez hablaba muy poco, tal vez su conversación era una mierda. A Cainan le pasaba un poco lo mismo, pero en ese entonces él tampoco estaba interesado en nadie, después de todo era cinco años menor, sus problemas eran otros. No fue hasta hace un par de años que una bruja con la que estaba saliendo le dijo la verdad.

— Damon, no eres tu, pero ¿De verdad creés que alguien querrá emparentar con el hijo de Pansy Parkinson? Además, ni siquiera tienes el dinero como para que valga la pena ensuciarse. Cainan al menos tiene esa oportunidad. 

Damon se sintió terrible al principio pero al menos se sintió liberado de una responsabilidad más. Cuando no se tenía ni reputación, ni mansión, ni fortuna lo único que tenías que hacer era vivir tu vida. Ni siquiera tenía que preocuparse en si sus hijos terminarían siendo unos malditos psicopatas como su madre y su abuelo ya que nadie quería su sangre maldita. 

Con Cassandra era diferente. 

Ella lo tenía todo, y al principio, cuando su mundo era color de rosa y vivía bajo la idea de compartir su vida con Lysander Scamander la urgencia de tener hijos no era tanta, porque ella sabía que en algún momento del futuro aquello se volvería realidad. Cuando éste la dejó, ella le lloró, le lloró por meses, y cuando no lloraba lo volvía el problema de todos a su alrededor. A veces se paraba junto a la ventana y daba la impresión de que estaba esperando ver a Lysander regresando por ella. 

A Damon eso le desagradó muchisimo. 

Desde su perspectiva aquel comportamiento patético no era propio de ella y para él, ninguna mujer poderosa debía de arrastrase así por el amor de un hombre que ni siquiera era lo suficientemente sociable para ser un buen adorno. Además, todo el mundo era botado por el amor de su vida al menos una vez en la vida. A él le había pasado unas 5 veces desde la guerra. No era para tanto. 

Sin embargo, cuando se recuperó lo suficiente para ser funcional vino lo peor. 

Cassandra, decidida a no esperar a que el amor llegara a su vida para comenzar a vivirla, sedujo a un montón de hombres, Damon no sabía si comenzó a hacerlo para quedar embarazada o por despecho, pero de que quedó embarazada lo hizo, sólo que nadie se había dado cuenta.

Nadie salvo Alicia, porque Alicia parecía saber exactamente lo que pasaba cuando Cassandra se les desangró en los baños de la oficina. La llevaron a un hospital muggle en Oxford a petición de ésta. 

— Yo también quisiera llevarla a San Mungo, Damon, pero ella no quiere que nadie se entere. — Le dijo la asistente. 

A la hora de llenar el formato que les pedían para su ingreso en el hospital ella fue quién escribió toda la información. Damon leyó por encima del hombro por curiosidad y porque quería saber si aquello no era lo suficientemente grave como para avisar a Draco. 

5 abortos. 

Ahora 6.

6 abortos en un año y medio. 

Joder, con razón estaba loca. 

— ¿Y? — Le preguntó mientras esperaban más noticias de los médicos. — ¿Sabes quién es el padre? — ¿Lo sabrá ella? se preguntó en silencio, ese tipo de preguntas no se le hacían las brujas de su generación. 

Alicia negó con la cabeza. 

— La última vez fue con un Austriaco a quién conoció en la Convención de Pociones de Viena.  Se llamaba Toger. Dios, tenía la edad de su padre. Éste último... no lo sé, podría ser hasta de algún muggle. Estaba saliendo con un republicano Irlandés hace un par de meses, pero le cansó, tenía que mentirle todo el tiempo. 

Damon abrió los ojos, y dijo "mierda" sin voz, sólo movio la boca, no lo podía creer, una Malfoy y un muggle. 

Alicia bajó la mirada. 

— Me es dificil ponerme en su lugar. Yo no soy inglesa, no viví la Gran Guerra, y afortunadamente mantener la pobración mágica a flote no es un problema en Chile, pero creo que esta necedad de Cassandra tiene menos que ver el patriotismo y más con algo dentro de ella.

Damon la acompañó a casa, hasta su habitación. Los muggles le dieron pastillas para sus dolores y para evitar infecciones y una mujer, muy preocupada, le dijo a Cassandra que debería de dejar de intentarlo por un tiempo, darle un descanso a su cuerpo, y ella había dicho que sí, sin embargo ahora parecía más muerta que viva. Pálida como un vampiro y llena de dolores trató de ocultarse de todos debajo de sus cobijas.

Damon no supo que se apoderó de él, las confianzas las tenía con Scorpius, no con ella, no sabía si era porque ella era más joven, porque trabajaba para ella o porque era una chica, pero en ese momento la formalidad la dejó atrás y se sentó en la cama. 

— Cass... creo que deberías de decirle a tu padre sobre esto. Tal vez en San Mungo puedan ayudarte. 

— Mi padre no aprobaría lo que hago. 

— Y con razón. Cassandra, no eres precisamente cualquier persona. No puedes andar por ahí teniendo hijos con desconocidos, y por favor ¿Un muggle? 

Cassandra se rió debilmente, sonaba enferma. 

— ¿Y a quién sugieres? ¿Que mago va a querer casarse conmigo si nisiquiera puedo darle hijos para que valga la pena el martirio? Y no puedo casarme y pretender que no lo sé, porque acabarán enterandose y querrán el divorcio ¿Te imaginas la humillación?

Damon iba a decirle que era una tontería, pero después de guerra, tener hijos se había convertido en un tema importante para todo mago, especialmente para los de clase alta. 

— ¿Qué es lo que te importa más? ¿El matrimonio o los hijos?

— ... A mi ya no me importa ser esposa de nadie. 

Un hijo. 

Cassandra quería un hijo más que otra cosa y para familias como los Malfoy la adopción no era una opción. 

— Con más razón tienes que decirle... Sino quieres decirle que todos han sido de distintos hombres... puedes decirle que han sido míos. A mi no me importa, pero lo que le estás haciendo a tu cuerpo y a tu cabeza no está bien. Vas a quedar loca. 

— Yo ya estoy loca, Damon.

Cuando Cassandra se lo confesó a su padre y a su abuela, Damon estaba ahí cumpliendo su promesa de ser el novio ficticio culpable de todos esos embarazos. 

— Bueno, sino tienes hijos no pasa nada...— Le dijo su padre para intentar quitarle importancia al asunto. — A tu muerte la herencia pasara a los hijos de tu hermano y ya. 

— Tu no entiendes... — Dijo en voz baja. — No se trata de heredar nada... Es casi como si escuchara voces, y el vientre... el vientre lo siento vacío y siento como si garras me jalaran por dentro, reclamando algo que no tengo. Es lo primero que pienso al despertar y lo último que pienso antes de dormir. Para ti es fácil decirlo así porque eres un hombre. 

Su abuela puso la mano sobre el hombro de su padre. 

— Creo que además de un especialista, Cassandra necesitará otro tipo de ayuda. 

Poco después, en conversaciones con su propia abuela, Damon se enteró que Bellatrix Lestrange había tenido los mismos problemas, por eso había sido la única hermana Black sin descendencia y que su abuelo Cainan decía que tal vez eso se había vuelto loca. 

— Por supuesto creo que es algo muy exagerado. Bellatrix siempre fue un mal bicho. — Siguió su abuela. — Además, las mujeres no sólo sirven para tener hijos. Y si un niño es lo que quiere, puede adoptar ¿No? Ser madre no sólo es parir. 

Damon también pensaba así, pero supuso que si la mansión Parkinson tenía restricciones con respecto a los herederos y su sangre, la mansión Malfoy los tendría aún más. Tal vez Cassandra quería tener hijos de sangre para que estos tuvieran los mismos derechos que los futuros hijos de Scorpius. Además, su abuela nunca se había enfrentado a lo que Cassandra se enfrentaba, había tenido una hija.

Fuera como fuera no podían arreglar nada. Ni con pociones, ni con hechizos, ni con lágrimas y el algún punto Cassandra tendría que resignarse y decidir si quería ser feliz o miserable al respecto. 

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