
¿Y? ¿Qué tal la India?
Lorcan miró a su hermano apuntando con su varita aquí y allá. Tenían que limpiar esa casa antes de hacer cualquier cosa porque simplemente no era habitable. Nadie había vivido en esa casa en más de un año; aún era la casa a donde sus padres llegaban a quedarse cuando estaban en Inglaterra, pero según sabía sus padres no habían estado ahí desde hace nueve meses. Sus padres lideraban una expedición en Australia y llegarían a Inglaterra ese mismo día, sin embargo, su traslador internacional llegaría hasta las 4 de la tarde así que ellos eran los encargados de limpiar.
Lorcan levitó una telaraña hacia el cabello de Lysander y se rió cuando éste se la quitó fastidiado. De inmediato tuvo que esquivar un aquamenti.
— Eres un fastidioso.
Lorcan pretendió seriedad porque sabía que su hermano le lanzaría un Diffindo sino pero le daba mucha risa aquella situación.
— Oye, desde que llegamos estás de un humor pésimo. ¿Estás bien? ¿Está siendo demasiado para ti? Ya sabes, volver a Inglaterra... volver a verla.
— Estoy bien. — Dijo mientras le daba la espalda pero pronto suspiró y giró para ver a su hermano a los ojos. — Estoy bien, pero a la vez tengo algo de miedo.
— ¿De qué? ¿De que te lance una maldición durante la cena de hoy?
— Ojalá sólo fuera eso... — Dijo para después seguir con lo suyo.
Lorcan se preocupó un poco, sabía que Lysander no estaba ni la mitad de bien de lo que decía estar. Nunca lo estaba del todo.
A diferencia de Lysander, él nunca se había enamorado, por eso no entendía cómo es que su hermano no había perdido un pedazo de su alama durante la guerra, pero sí después, a manos de Cassandra Malfoy.
Lo había domesticado como a un Crup, le dio comida, agua, le dejó entrar a su casa y le dijo que "Buen chico" cuando aprendió a seguir instrucciones, vestir ropa cara, hablar sobre libros o caminar derecho. Si eso era amor, Lorcan no lo quería.
Cuando se encontraron en India dos años atrás, Lorcan albergó la esperanza de que finalmente su hermano volvería a ser el mismo de antes. No pasó mucho tiempo para que Lorcan se diera cuenta de que aunque Lysander disfrutaba la vida sencilla y silvestre extrañaba su vida de Crup domestico. Extrañaba las caricias, del lugar en la cama y el "Buen chico".
Supuso que si Lysander no había regresado a Inglaterra a pedirle perdón era porque sabía que un "Perdón, me equivoqué" no sería suficiente para Cassandra.
Una noche de borrachera y muchas lágrimas, Lysander le confesó que ya habían hablado de matrimonio, de hijos, tenían una lista de nombres, ideas para vestidos y un libro con recortes. Cassandra sólo estaba esperando por el anillo, desesperada porque ya todas sus amigas se habían casado.
— ¿Y por qué no se lo compraste?
— Era un maldito empleado de escritorio en el Ministerio, miraba por las ventanas y veía como se me iba la vida. Tenía mucho miedo de terminar el resto de mi existencia así. Estaba aterrado y llegó a un punto en que lo único que podía pensar era "Es ella o yo."
Y se eligió a si mismo, Lorcan no pudo ni imaginar la decepción y la rabia de la chica. Había incluido Pandora, y Xenon en la lista de nombres. No envidiaba a nadie que hubiese tenido que convivir con ella después del rompimiento.
Después de limpiar Lysander subió a la habitación que habían compartido ambos de niños y durmió hasta tarde, saltándose la comida. Cuando dieron las 3 Lorcan le despertó para ir al Ministerio a recoger a sus padres a la terminal de Trasladores (ellos sí que habían recurrido al tráfico de influencias).
Cuando llegaron se dieron cuenta de que no eran los únicos programados para llegar a esa hora. Draco Malfoy y Damon Pucey llegaban también. Ambos hermanos creyeron que iba a resultar incómodo pero Damon los saludó con discreción mientras que un extrañamente ruidoso Draco Malfoy los saludó a ambos con el afecto de siempre y luego abrazó a su madre con mucha fuerza.
— Luna, te extrañé tanto.
— Ayy, Draco, eres adorable y se ve que estás de excelente humor.
— Acabo de salir del infierno, no te imaginas.
— Leímos el periódico antes de salir de Australia. — Dijo su padre. — ¿Cómo pasaron las cosas? ¿Pudieron resolverlo?
Draco miró a los alrededores.
— Vamos a la oficina de Hermione, les comentaré cuando lleguemos allá.
— Yo voy a dejar los documentos a Cooperación Internacional, Draco. — Dijo Damon.
— Sí, no hay prisa, también quiero enterarme del resultado de la sesión de hoy y mejor si no estás ahí.
Damon sonrió.
— La señora Weasley debe aprender a perder. — Dijo antes de darse la vuelta y marcharse.
Y así los Scamander siguieron a Draco Malfoy a una oficina en una de las plantas superiores del edificio. Tocaron la puerta y educadamente esperaron a que alguien les abriera.
Era Harry, con su túnica de vencedor de señores tenebrosos. Mei, Seren, Scorpius, Albus llevaban la misma indumentaria, la señora Weasley estaba sentada en su silla vistiendo su túnica del Wizegamot, parecía agotada.
— Vaya, salió peor de lo que yo creía. — Dijo Draco mientras Harry saludaba a los Scamander. Los demás hicieron lo mismo pero a la distancia y con mucha desgana, sonaban como si hubieran corrido por las montañas.
— Sucedió exactamente como tu sabías que iba a suceder... — Dijo Scorpius, también exhausto acostado en un sofá con la cabeza apoyada sobre las piernas de Albus, — por eso fuiste a Croacia aún sabiendo que Damon podía haberlo resuelto solo.
— Yo no...
— Sí, si lo hiciste. — Dijo Harry recargándose en el escritorio. — Y está bien, lo respeto. Ustedes los empresarios velan por sus propios intereses, es sólo que no esperabamos que Cassandra fuera tan buena o que recibiría un apoyo tan grande por parte del Wizengamot. — Lysander levantó la mirada.
¿Cassandra? ¿Cassandra en una sesión del Wizengamot?
— Fue humillante. — Dijo Hermione. — Me alegra que no le interese la politica, si fuera mi oponente... con todo el apoyo que tiene por parte de los conservadores sería muy difícil reformar hacia la integración.
En ese momento Draco se cruzó de brazos.
— Cassandra es muy progresista, ¿sabes? Si supieras lo indignante que era la propuesta original de la CCM y de USTM, sabrías que trabajó duramente para convertirla en lo que se presentó el día de hoy.
— Ya, ya...— Harry trató de calmar las cosas. — Mejor dinos, ¿Arreglaste lo de Croacia?
Draco suspiró dramáticamente y tomó asiento.
— No van a creerlo. — Y comenzó a relatar una tragedia tras otra mientras los gemelos iban con sus amigos, pero guardando silencio, pues la tragedia de Croacia era toda una novela, o más bien, una película de terror.
Explosiones, afectaciones a la planta de electricidad cercana a la fabrica, un incendio incontrolable debido a la flamabilidad de los productos en las bodegas. Dos muertos y 3 lesionados. El ministerio de Croacia tuvo que desplegar tres equipos de Obliveatadores debido a que las dimensiones del incendio habían llamado la atención de dos poblados cercanos que obviamente mandaron a sus bomberos. Llegaron justo cuando los empleados del siguiente turno, todavía en pijama lanzaban aquamentis tratando de apagar el fuego.
Después de 20 minutos de relato Draco parecía tan exhausto como los demás.
— Te has librado de una gorda, y por los pelos. — Dijo Rolf.
— Ni lo digas, — Dijo Draco pasando sus dedos por el puente de la nariz. — Sólo quiero llegar a casa, llorar y dormir.
— Nop, no puedes. Hoy es la cena en la madriguera.
— Lo sé, lo sé. Uno no puede simplemente escapar del destino. — Revisó su reloj. — Damon aún no vuelve y ya tenemos que irnos.
— Mándale un Patronus.
— Después de lo Croacia no podría hacer un Patronus ni borracho.
— Todos estamos igual. — Dijo Albus.
— Nosotros vamos. — Se ofreció Lorcan. — Se me están durmiendo las piernas de no caminar. Pasamos horas en el Eurotunel y después nos dormimos.
— ¿Viajaron por el Eurotunel? — Preguntó Seren. —Genial, luego me cuentas todo.
Los gemelos sonrieron y salieron de la oficina para dirigirse a Cooperación Internacional. Tomaron un ascensor, compartiéndolo con un montón de memorandums voladores y bajaron un par de plantas para llegar.
Se les hizo raro no ver a ninguna secretaria trabajando, probablemente ya habían salido pero Damon no estaba por ahí. Escucharon ruidos provenir de una oficina, como de dolor, algo se cayó y se rompió. Quizá fue el Trastorno post-Traumatico de la guerra pero ambos sacaron sus varitas y se acercaron rapidamente a la puerta para tumbarla de una patada.
Todo el mundo gritó un poco.
Los gemelos se dieron la vuelta avergonzados. La bruja de unos 40 años de edad con la falda hasta arriba y las tetas de fuera y Damon, la verga todavía dura y la cara roja cerró la puerta con magia sin necesidad de una varita.
Lorcan y Lysander todavía de espaldas tenían unas sonrisas incomodas en las caras.
— Este... Damon, ¿Creés que te tardes mucho? — Preguntó Lorcan a lo que Lysander se rió. — Es que, el señor Malfoy dice que ya es hora de irse. — Lys rió con más fuerza.
Damon no contestó pero pronto la puerta se abrió. Tanto la mujer como Damon estaban más presentables.
— Escucha, Scamander. En Inglaterra una puerta cerrada significa algo. Y agradecería discreción.
— Esta es una oficina gubernamental, ¿De qué discreción hablas?— Preguntó Lysander todavía con una carcajada atorada en la garganta.
— Nos vemos mañana en la mañana, Lizzie. — Dijo Damon de manera coqueta a la mujer, que le sonrió con picardía.
— Nos vemos.
Los tres chicos caminaron con dirección a los ascensores.
— No sabía que te gustaban las mujeres así de maduras. — Dijo Lorcan de manera relajada cuando ya estaban dentro. Afortunadamente muchos empleados ya habían salido a esa hora y sólo estaban ellos tres.
— No me gustan, pero en este momento necesito un par de favores en esa oficina.
— Merlín, que terrible.
— Los Slytherin hacemos lo que se tiene que hacer, chicos. — Dijo acomodándose el cuello de la camisa. Poco antes de llegar a su destino sacó un anillo de su gabardina y se lo puso en el dedo anular derecho.
Eso descolocó a los dos hermanos. Compartieron miradas y luego se alzaron de hombros. Decidieron juzgar en silencio. La vida romantica de Damon Pucey o la integridad moral de éste no era asunto suyo.
Cuando las puertas se abrieron el resto ya estaba ahí esperando, entraron y todo el mundo se aplastó el uno contra el otro. Iban al mismo sitio, al atrio para así poder aparecerse.
Al llegar ahí todos se separaron.
— Nos vemos en una hora. — Dijo Harry animado. Los Scamander sonrieron y se despidieron.
o-o-o-o-o
Cuando llegaron a casa su madre dio vueltas de felicidad en medio del comedor. La casa era tan pequeña que si metían un alfiler nadie cabía pero aún así cada vez que su madre volvía era como si la felicidad la desbordara.
A Rolf eso le llenaba de ternura, por generaciones los Scamander habían sido nómadas, siempre en busca de algo. Él nunca supo lo que era un hogar estable pero apreciaba que su esposa si lo tuviera, porque ahora también era el suyo y el de sus hijos.
Los chicos miraron a su madre con ternura también, especialmente cuando se acercó al librero que tenía las fotos de sus padres, el abuelo Xeno y la abuela Pandora. Quizá porque fue quien la crió tomó la de su padre y la acercó a su pecho.
— Estoy en casa, papá.
— Ayy mamá, tenías que hacerme llorar. — Dijo Lorcan dándose la vuelta.
— ¿Eh? ¿Por qué?
Rolf se rió y abrazó a su mujer.
— Nunca cambies, Luna.
— Ustedes son un montón de raros. Chicos, metanse a la ducha. Hoy es una cena importante.
La última cena con los Potter y los Malfoy siendo dos familias separadas, al día siguiente se celebraría la boda.
Iba a ser una cena con muchas personas, iba a estar el Clan Weasley al completo, y además, iban a estar los Dursley, los Nott, los Greengrass, los Sutherland, la señor Tonks, Teddy, el profesor Zhou, Seren, Britney, Amal, Mei, Daniel, los Longbottom (incluidos los abuelos), los Pucey, los Goyle y hasta los Zabini. Todas las personas importantes para Albus y Scorpius.
— Tengo un montón de curiosidad de conocer a la novia de Percy Weasley. — Comentó Lorcan mientras ambos tomaban su ducha, tenían que darse prisa.
— ¿En serio? ¿Por qué? La señora Fleur también es parte Veela.
— Pero sólo es una 1/4 parte Veela, Amélie es 3/4, es más Veela que humana.
Lysander asintió. Él tampoco recordaba haber visto a una mujer con tanta sangre Veela, eso se veía más antes, en las generaciones de sus tatarabuelos. Esperaba estar a la altura, no quería actuar como un estúpido frente a Cassandra por culpa del influjo Veela, aunque fuera algo natural y perfectamente disculpable.
Albus les había contado sobre ella en algunas cartas.
Amélie era una prima lejana de Fleur, tenía 30 años, muy joven para su tío en opinión de todo el mundo, y ellas casi no se conocían, sólo se habían visto un puñado de veces porque la familia de Amélie se había mudado a Suiza. Sin embargo hacía un año el esposo de Amélie murió en un accidente con la escoba. Cayó en una depresión muy fuerte, y apenas era lo suficientemente funcional para mantener a sus dos hijos pequeños con vida.
Los padres de Amélie pensaron que sería bueno un cambio de aires para que ésta se mejorara y le preguntaron a Fleur si podía cuidar de ella.
Llegó una tarde a la madriguera con un niño en cada mano, deteniéndose para mirar con desconfianza la estructura de la casa.
— Se sostiene con magia. No te preocupes. — Es lo que Michael recuerda que su padre le dijo a Amélie por primera vez.
Michael le contó a Albus que se dieron las manos y dijeron sus nombres, y sostiene, al igual que sus hermanas, Molly y Lucy, que desde ese primer momento ella usó su magia de Veela para atrapar a su padre. No la odiaban ni nada, era agradable y buena mamá, y su padre ya había tenido una novia formal antes, así que no eran celos de niños que extrañaran a su madre muerta en la guerra, pero temían que su padre hubiese sido seducido por magia y no por la atracción natural, especialmente porque nunca había mostrado interés por alguien más joven (20 años más joven) o por alguien de cabello rubio, hasta Amélie todas habían sido de cabello negro.
Sus padres también se ducharon juntos, y todo el mundo corrió por toda la casa buscando unos zapatos más nuevos, un sueter que combinara mejor, los pendientes azules de su abuela Pandora que había quedado en algún lugar.
Cuando llegaron a la madriguera el caos era muy parecido al que dejaron en casa. Bill y Charlie corrían con cacerolas gigantes en las manos, Fleur, Ginny y George cortaban y cortaban vegetales para una ensalada de último minuto. Dominique revisaba el sazón de la sopa mientras mantenía a su hija flotando en la cocina para que no causara ningún desastre. La niña no tenía padre, Dominique y Victoire viajaron a Francia al final de la guerra a buscar hombres, o mejor dicho, magos donadores de esperma que no supieron nunca que fueron donadores de esperma y volvieron a Reino Unido.
A los Scamander les parecía terrible, sobre todo que el gobierno alentara ese comportamiento, pero enamorarse era un lujo que tomaba tiempo y las mujeres Inglesas sentían que no tenían tiempo para esperar a conocer a un mago decente para formar una familia.
Muchas, sobre todo las brujas de buenas familias que de repente se encontraban sin hermanos para pasar el apellido y optaron por esa solución para así evitar las peleas con sus posibles cónyuges para mantener sus apellidos vivos.
Lysander recordó un caso especialmente triste. Una niña de catorce años, Francesca Bruce, fue la única superviviente de su clan. Sus abuelos y su tío habían muerto en Windfield, sus padres y sus dos hermanos mayores, todos Gryffindor, murieron en batalla durante los largos meses de asedio en Hogwarts.
Cassandra no era especialmente buena relacionándose con gente de otras Casas pero a Francesca le tendió la mano.
— Esta rota, pero no la dejaré caer. — Le dijo a Lysander mientras se limpiaba un par de lágrimas de las mejillas. — Pude ser yo, Lys. Tuve suerte.
Lo último que supo Lysander es que regresó a su casa ancestral en Escocia en cuanto se graduó, que al igual que otras se embarazó de un extranjero que no volvió a ver y que se seguía mandando cartas con Cassandra.
Lorcan le pasó el brazo por el cuello sacando a Lysander de sus pensamientos.
— Promete que vas a charlar y a divertirte un poco. — Lysander asintió ¿Por qué no iba a hacerlo? Conocía y quería a todos los que estaban ahí. — Ah, mira, ya llegó Percy Weasley.
Lysander volteó a verlos.
Mierda, Amélie era mucho más hermosa que Fleur Weasley. Algo definitivamente no cuadraba, uno no miraba a Percy Weasley y dice, sí, por supuesto que su pareja luce de esa manera, y sin embargo, ahí estaba él, cargando un niño pequeño en cada brazo mientras ella ponía una cesta enorme de pan recién horneado sobre la mesa.
Lorcan reflexionó.
— Sé que no soy feo — Dijo en voz alta.— ¿acaso mi personalidad es tan mala? ¿Por qué esto no me sucede a mi?
Lysander no supo que responderle.
Más invitados comenzaron a llegar, algunos de ellos con fuentes de helado o con botellas de vino.
Los Malfoy y los Potter llegaron casi al final. Scorpius y Albus comenzaron a ser felicitados por todo el mundo mientras que Lysander sintió como si el mundo se hubiese detenido.
Se veía aún más hermosa de lo que recordaba. Caminaba con firmeza detrás de todos los demás con una botella de vino en su mano y una elfina detrás. Vestía de negro, un vestido severo que le cubría hasta las muñecas, muy parecido al de su abuela, el cabello caía en suaves ondas.
Algo le decía a la elfina, estaba dando indicaciones como siempre, luego levantó la mirada y le vio.
Lysander se preguntó si se sentía como él se sentía. Ella caminó hacia él.
— Scamander... — Le dijo con una sonrisa que Lysander no esperaba para nada. — Es bueno verte la cara otra vez. ¿Entramos?
Lysander asintió, la elfina desapareció. Al entrar Lorcan los vio, rodó los ojos hacia arriba y se dio la vuelta para no verlos.
— ¿Y? ¿Qué tal la India? — Le preguntó mientras se sentaba con él en uno de los cómodos sofás de los Weasley.
¿Cómo le resultaba tan sencillo? Mirarlo a los ojos, hablar, Lysander apenas podía respirar.
Cassandra le sonrió.
— No tienes que ponerte así. — Le dijo en un tono más vulnerable. — No te odio, ni nada. Sólo espero que hayas encontrado lo que sea que estabas buscando. — Puso su mano sobre su mano y Lysander encontró algo que le rompió el corazón. En esa mano llevaba un anillo de compromiso. Claro, por eso le había perdonado, alguien había arreglado lo que él estropeó. Trató de poner su mejor cara y aguantando las ganas de llorar le agradeció y comenzó a platicarle sobre la India, sus amigos, él lugar donde vivía la mayoría del tiempo, sus investigaciones, sobre Lorcan siendo un incordio. Alguien les dio una taza de té.
— Me dijeron que estuviste en una sesión del Wizegamot.
Ella asintió.
— No me gusta la politica, pero asi vigilo mis intereses y los de otros como yo. — Suspiró. — Todos esos proyectos sociales con los sangremuggles y Squibs que está impulsando la señora Hermione... Una perdida de tiempo si me lo preguntas.
— ¿Tu no crees que funcionen? — Ella negó con la cabeza. — Pero la integración de los niños sangremuggle antes de Hogwarts es una realidad.
— Lo sé, pero todos esos niños vivieron la guerra también, algunos todavía llevaban pañales. Y la vivieron con nosotros. Viviendo como nosotros, puede que los lazos entre ambos mundos no puedan romperse debido a los Sangremuggle, pero creo que por lo menos los niños que eran lo suficientemente mayores para saber lo que pasaba no querrán vivir dentro del mundo muggle cuando lleguen a la mayoría de edad... La verdad es que si antes la gente quería mantenerse alejados de los muggles faltan al menos unos 80 años para que los magos nacidos en nuestro mundo quieran tocar a uno de ellos con un palo de cinco metros de largo.
Lysander se rió.
— Es mucho más fácil en el extranjero. O difícil, porque nadie entiende la aversión tan fuerte de los ingleses hacia los muggles.
— Ironicamente son los franceses los que mejor pueden entendernos.
Alguien más llegó a la casa. Los Pucey, Adrian, Damon, Cainan y Emmaline Parkinson. Cainan traía un pastel de tres pisos en las manos. Penny salió de la cocina y el chico gritó
— ¡¡Tadaaa!!— Penny Sutherland se rió cuando el pastel casi se le caía.
— Cainan, te quedó precioso. — Damon le quitó el pastel de las manos y lo llevó a la cocina para que Cainan saludara a su novia con un beso intenso y público. Wow, eso si que Lysander no se lo esperaba.
— No me des todo el crédito. Las rosas de fresas las hizo mi elfo.
— Nos tardamos por su culpa. — Dijo Emmaline a Narcissa quién la recibió con los brazos abiertos.
— Oh, no te preocupes, Emma. La cena apenas va a comenzar. Andy y los Greengrass tambien acaban de llegar. Cassandra, Lysander, levantense de una vez y salgan o tendrán que sentarse en las mesas de niños.
Ambos le hicieron caso y Lysander se preguntó si el prometido de Cassandra estaría en esa cena. No tardó mucho en saber que así sería. Se sentaron frente a frente porque Lysander quería verla a la cara el mayor tiempo que pudiera, y ella puso su bolso en la silla junto de ella. Pronto Damon Pucey se acercó a ellos con un tazón lleno de bollos.
— Oye, esto está buenisimo. La Veela cocina fenomenal. — Dijo dejando el tazón en la mesa y cogiendo la bolsa de Cassandra para hacerla a un lado. No, no podía ser él. Lorcan se sentó junto a su hermano con su propio tazón lleno de bollos
— Eso escuché.
— Oye ¿Qué crees? — Le preguntó Damon a Cassandra al mismo tiempo que Lorcan le ofrecía un bollo a Lysander.
— Lys, prueba esto. Está increíble.
— ¿Qué? — Preguntó Cassandra.
Damon sonrió y sacó una cajita pequeña de su saco. Ella la tomó, leyó la cajita, se emocionó y emitió un gritillo que hizo que su abuela le llamara la atención desde el otro lado de la mesa.
— ¿Dónde lo conseguiste?
— En Croacia. No está agotado allá.
Ella brincó en su asiento.
— Gracias. — Le dio un beso en los labios. A Lorcan se le cayó el bollo de la boca. ¡Ohh, mierda! ¡No podía ser cierto! — Gracias. — Otro beso, — Gracias.— Otro beso. — Eres el mejor, te lo juro, el mejor.
— ¿Qué pasa? — Preguntó Lily acercándose con Urien.
— Lily, Damon ha conseguido Coral del Caribe para mi.
Morrigan jadeó desde otro extremo de la mesa.
— No es cierto. — Dijo Diana y se levantó para verlo también. — Damon, es increíble.
Damon sonrió y cogió otro bollo mientras las chicas se juntaban para admirar tan exclusivo color. Un poco de crema cayó sobre sus pantalones, Damon lo limpió y al levantar la mirada se topó con la mirada sorprendida de Lorcan y furiosa de Lysander.
— ¿Y? ¿Qué tal la India? — Les preguntó con una sonrisa burlona en los labios. — ¿Vale la pena el viaje?
Lysander se levantó furioso y se fue de ahí sorprendiendo a todos.
— Lys... — Su hermano lo siguió. — Lys...
Lysander no quería saber nada de nadie, salió de la propiedad y se apareció en su casa con ganas de destruirlo todo.