
James Potter y el incidente de la casa de los gritos
James sueña con la sangre de Snape… en sus manos y en su ropa, en sus ojos carentes de vida y en sus heridas que seguramente dejarán cicatrices irregulares a lo largo de casi todo su cuerpo. Cuando despierta James está en el ala de la enfermería, a lo lejos puede ver la cama del hospital donde está Severus, tapada por cortinas que no permiten ver su interior.
Recuerda las risas compartidas con Sirius antes de que le confesara los detalles de la broma, antes de percatarse del peligro que corría Remus. ¡Remus estaría en graves problemas si Snape salia lastimado o peor aún... Muerto! Si se enteraban de su condición lo enviarían a Azkaban, ¡Por merlín todos ellos serian castigados! Sus padres estarían decepcionados, Lily no le daría una segunda mirada y ni si quiera habria quidditch, todo por culpa de una estúpida broma. James no se detuvo a pensar ni por un segundo en lo que eso significaría para Snape, no pensó que pasaría si se convertía en un hombre lobo, las consecuencias de por vida con las que tendría que cargar, el daño físico y emocional, no pensó en que las garras del hombre lobo podrían destrozarlo, en que un hombre lobo descontrolado suele jugar con sus presas mientras agonizan dolorosamente antes de devorarlos, no penso en que pasaría si moría, en cuales seria sus últimos pensamientos. No, James se preocupo por él, por Sirius, por Remus y como reaccionaría todo el resto del mundo mágico a excepción del mas importante... Snape.
Porque como es costumbre, nadie se preocupa genuinamente por Severus, no, mucho menos el chico dorado de Gryffindor, la estrella de quidditch, el niño rico y mimado que nació siendo amado por todos y nunca podría llegar a comprender un pedazo de lo que significa ser un chico como Snape, basura.
Pomfrey comienza a quejarse de inmediato, y James apenas puede articular palabras mientras su mente vuelve a la realidad antes de que ella se le acerque con una mirada furiosa. La pesadilla aún le acelera el corazón e intenta concentrarse en cualquier cosa con tal de no desviar la mirada hasta donde se encuentra Snape, sus ojos miran sus manos y pronto desliza la mirada hasta el techo, todavía le cuesta ver sus manos limpias sin la sangre caliente en ellas.
Entonces, sin percatarse, entra Dumbledore. Su rostro está extrañamente sombrío.
No fue real, no fue real, no fue real, James repite en su cabeza, todavía sin comprender hasta qué punto llevaron las cosas el y sus amigos, hasta que punto estaba dispuesto a llegar Sirius y sus ideas desquiciadas… hasta donde estaba dispuesto a llegar él, que no lo cuestiono hasta que fue demasiado tarde, hasta que Snape estuvo más cerca de la muerte que de la vida.
Dumbledore comienza a hablar, comienza a hacer preguntas y nadie le quiere decir donde tienen a Remus y a Sirius… y a Peter claro. Y el director vuelve a repetir las mismas preguntas, y James no puede seguir mintiendose a sí mismo.
James no puede hablar bien, la enfermera le da una poción calmante y todos los ojos permanecen fijos en él, estudiandolo, se siente como un criminal más que el capitán de quidditch, el soltero más codiciado de Gryffindor y probablemente Hogwarts. Y es entonces cuando se rompe, lo confiesa todo.
Menciona que habían estado planeando hacer una gran broma contra Snape, últimamente todo había estado aburrido y las pequeñas bromas habituales, como mojarle el cabello en los pasillos, hechizar sus libros roñosos para destrozarlos un poco más, las caídas en el pasillo… ese tipo de cosas ya no estaban surgiendo el mismo efecto, necesitaban volver a poner en apuros a Snape, hacer algo que no se esperaba.
Así que idearon un par de bromas, James había arruinado toda sus pertenencias, Remus no quiso participar, pero como siempre hizo la vista gorda y dejó a sus amigos salirse con la suya, aun siendo prefecto, Peter ayudo a realizar las bromas y hacer el anzuelo para atraer a Snape a donde quería que fuera… Sirius dijo que tenía una gran idea, pero que debían esperar para hacerla, no le dio los detalles a James, dijo que hacerlo arruinaría la sensación de victoria.
James no se percato del verdadero significado de esas risas compartidas con Sirius hasta que llego la luna llena y Sirius comentó su plan, primero pensó que solo lo asustaría y aparecería en su forma animaga como el gran perro negro antes de que ingresara al túnel, cuando supo que realmente lo llevo hasta la forma licantropa de Lupin corrio lo más rápido que pudo para rescatarlo, uso su forma animaga para rescatarlo rápidamente.
James no lo dijo en voz alta, pero todos lo entendieron, no había hecho eso por una verdadera preocupación por la vida de Snape, no lo hizo ni siquiera para ser un héroe y respetar los valores de su casa. No, lo hizo para salvarse el pellejo, para evitar una represalia mayor para el, Sirius y Remus, lo hizo por el egoísmo puro de no responder ante un castigo que seguramente los perseguiría por mucho tiempo. El director estaba asombrado por sus habilidades para convertirse en animagos a tan temprana edad, pero no muy feliz de que lo haya hecho de manera ilegal y utilizarán esa capacidad para liberar a un hombre lobo que debería haber estado bajo las medidas de Pomfrey y el personal, lejos del exterior, de modo seguro para que no lastimar a nadie.
Dumbledore le dice que están en serios problemas, no pasará este asunto a la junta escolar ni a algo mayor solamente porque la seguridad de Remus está en peligro al revelar su naturaleza de hombre lobo, pero los ojos del director están opacos cuando lo mira. James piensa que estar sin quidditch por el resto del año, que no es mucho, y detenciones con Filch el resto del semestre no es un castigo adecuado para lo que hicieron, pero evita hacer algún comentario, es demasiado vanidoso y cobarde como para pensar en lo que realmente debería implicar su participación en esta situación.
La enfermera se muerde la lengua con un chasquido, no parece satisfecha con la represalia que le dieron a él y a sus amigos, pero no dice nada, solo le da un vistazo frustrado al director y se va de la sala. James permanece con la mirada perdida el resto de la conversación, salió ganando una vez más, las cosas no salieron muy mal para ellos, pero de algún modo por primera vez eso le dejó un sabor amargo, el sabor a la incomodidad.
—Descansa un poco— le dice Dumbledore antes de irse y deja solo a James con sus pensamientos y una cama a unos metros de distancia, una cama con un joven moribundo.
El descanso se le escapa, la enfermera dijo que no tenía ninguna herida que no hubiese sido curada, así que debía dejar la enfermería para permitir el descanso de los enfermos. El único enfermo es Severus y está aquí por mi culpa quiere replicar el Gryffindor, pero no le salen las palabras más allá de un asentimiento.
CUnado esta fuera de la enfermería se permite pensar en Sirius, James esta enojado, no, furioso, porque no pensó en lo que esto podía significar para Remus si las cosas salian mal, pero por otro lado piensa en el entorno en que fue criado y no puede culparlo demasiado... Una pequeña voz en su cabeza le recuerda que Snape lo paso peor y que tiene un entorno mucho mas complejo en Hogwarts de lo que el comprende, una pequeña voz se pregunta porque el trato debe ser tan diferente, tan bueno con Sirius y tan malo con Snape. Pero tan pronto como esa voz se apodero de su mente volvio al silencio. Sirius es su amigo, es un Gryffindor, es divertido y no amargado, Sirius es, bueno, Sirius y Snape es Snape, todo lo malo que hace es Snape es existir y eso debería bastar.
Los recuerdos del cuerpo inerte y ensangrentado de Severus vuelven a su cabeza, recuerda a Remus luciendo como una bestia ansiosa por destrozar el cuerpo de Snape, la respiración cada vez mas leve del Slytherin mientras las enormes heridas de su cuerpo lo hacian desangrarse en el sucio piso de la casa de los gritos y luego en las baldosas blancas de la enfermería.
Se va por los pasillos con la respiración agitada, no sabe si puede actuar con normalidad cuando no puede pensar más allá de la culpa en su cabeza, el terror en su garganta y la sangre en sus manos. Sus compañeros le preguntan si está bien, Lily la mira con más preocupación de la que demostró en todos sus años como compañera. Le pregunta si se siente bien y él asiente con la cabeza sin mirarla a los ojos esos ojos verdes hermosos que le quitan las palabras de la boca, antes de irse a su cuarto vacío, ningún merodeador a la vista,
Ella no sabe. Ella no sabe. Ella no sabe, se repite en su cabeza cuando imagina la expresión de absoluto horror cuando Lily se entere de lo que pasó esta noche, ella no puede enterarse, no importa como, pero no debe saber qué pasó realmente. Si se entera no lo volverá a mirar a los ojos, incapaz de escuchar su dulce voz ni tener una de esas sonrisas que ahora logra robarle con cada vez más frecuencia…no puede arruinar lo que están comenzando a tener, lo que él cree que tienen ahora, no puede… incluso si debe cambiar algunas cosas en el relato. Severus siempre está metiendo las narices en sus asuntos, esta vez el relato no tiene porque ser diferente. Tal vez incluso logra asombrar a Lily, si, eso funcionara muy bien.
Recordó lo que dijo Dumbledore, esto será considerado como un trágico accidente, un trágico accidente donde Severus fue al bosque prohibido para conseguir ingredientes de pociones. Algo racional considerando su notable pobreza.
Fue un trágico accidente, había dicho el director. Quizás eso fuera todo, quizás sería lo mejor para todos, definitivamente es lo mejor para él y sus amigos y quien sabe, si salvar a Severus de alguna bestia en el bosque prohibido no le valga alguna expresión de asombro por parte de Lily. Ahora solo le queda hablar con Sirius y arreglar las cosas con Remus, ya no tendrían que preocuparse de lo que diga Snape, si el toma las riendas del relato todos les creerán a ellos y lo que diga Snape no sera más que un montón de patéticas mentiras que invento para hacerlos quedar mal, y para sentirse mejor consigo mismo.