Armas nobles. Tiempos incivilizados.

Star Wars - All Media Types Les Misérables - All Media Types
F/F
F/M
M/M
Multi
Other
G
Armas nobles. Tiempos incivilizados.
All Chapters Forward

Buscando la Fuerza.

La pequeña niña frunce la nariz. Su maestro suspira, agachándose para quedar a su altura, con una sonrisa paternal.

-Con tus morisquetas no vas a conseguir nada, pequeña Padawan... Vuelve a probar-

-¡Pero es que no se!- protesta ella, y su maestro ríe con suavidad.

-¿Acaso crees que todos nacemos sabiendo? No, práctica, niña mía, práctica... Haz que tu madre se sienta orgullosa de ti- aquellas palabras infunden en la pequeña el valor suficiente para repetir el ejercicio, aunque fracasa de nuevo. Y lo repite, lo repite, y lo repite. Hasta que al fin, consigue su meta. Tras eso, su maestro la abraza, y determina que es el momento de descansar. La pequeña Cosette vuelve a la habitación que comparte con otras niñas de la academia. Afortunadamente, ninguna de ellas está, y puede llorar con tranquilidad. Su madre era una Jedi conocida, pero murió al inicio de las Guerras Clon, dejándola sola... Bueno, no del todo sola. Nada más enterarse su maestro, fue a buscarla, y la acogió en la Academia Jedi. Aquello la había salvado, y por eso le estaba agradecida. Sin embargo, el entrenamiento es duro, y muchas veces, se ve sobrepasada por todo. Al fin y al cabo, solo tiene siete años. Es tan solo una niña. Y a pesar de eso, es capaz de comprender la situación. Es capaz de comprender que hay una Guerra, y que la Luz está perdiendo. Y por eso tiene miedo. Pero sabe que su maestro, su mentor, su protector, jamás permitirá que algo malo le ocurra.

Entonces, llega el día. Por alguna razón, su maestro sabe que algo va mal. Por ello, la saca a tempranas horas de su cama.

-¿Maestro? ¿Ocurre algo malo?-

-Coge tus cosas- susurra el hombre. -Nos vamos-

Ahora, Cosette duerme en la pequeña nave robada. La niña no cuestiona las decisiones de su maestro, porque no es capaz de comprender las consecuencias de aquello. Por fin se detienen, en un planeta totalmente desconocido para ella.

-Cosette.. bajo ningún concepto diga quien eres ¿Me entiendes?- le dice su mentor, agachándose junto a ella, y hablándole en susurros. -Ya no eres más mi Padawan, no me llames Maestro... Corremos peligro, niña mía- hacia un par de horas que Valjean se había enterado de la noticia. Ha comenzado el exterminio. Nadie está seguro. Necesitan una tapadera, y aquella es la mejor que se le ocurre. -Quiero que me escuches atentamente, y que memorices todo lo que te voy a decir. A partir de ahora, soy tu padre, eres mi hija. Si alguien pregunta, soy comerciante. Tu madre murió al dar a luz... ¿Comprendes?- Cosette asiente, mirando a su maestro, con cierto miedo en la mirada. El hombre le besa la frente, y la estrecha entre sus brazos. -Si estamos juntos, todo saldrá bien- aquella es su promesa, y no piensa faltar a ella.

 

9 AÑOS DESPUÉS 

Cosette corre por su vida, perseguida por varios soldados de asalto. Se suponía que aquella iba a ser una misión sencilla, pero no había sido así.

-BAHOREL ¿DÓNDE DEMONIOS ESTÁS?- grita, porque el grandullón debería estar ya allí, como refuerzo aéreo. Pero no hay rastro de él. La muchacha mira hacia atrás, y desgraciadamente, aquellos bastardos han cogido mucha ventaja. Finalmente, y al ver que Bahorel no aparece, se detiene, hasta las narices de correr y decidida a pelear. Está confiada. Sabe perfectamente que puede contra ellos. La han enseñado bien al fin y al cabo. Coge su sable de luz, heredado de su madre, y sonríe, con cierta temeridad. Cuando los soldados de asalto la alcanzan, no pueden evitar sorprenderse ante la juventud de la persona que se ha colado en su base para robar el dispositivo con las nuevas ordenes. Y por supuesto, la infravaloran. Ya tiene a dos de ellos a sus pies, cuando escucha la música. Suelta una sonora carcajada, y mira a sus adversario. -Ha sido un placer luchar contra vosotros, habéis sido dignos adversarios, pero la caballería ha llegado- dice, entre jadeos, por el esfuerzo de la pelea. Efectivamente, el ruido de los disparos inunda el aire, y los soldados caen abatidos. Cosette mira la pequeña a-wing que se acerca a ella, con la música a todo volumen (Bahorel, siempre tan cauteloso), hasta aterrizar a su lado. -¿Dónde te has metido?- gruñe ella, subiendo junto al grandullón en el interior de la nave. -Te prometo que cómo estuvieras tonteando con Feuilly, te rebano el pescuezo- Bahorel ríe, volviendo a despegar la nave.

-¿Y arriesgarme a que te pasase algo? Tu padre me mata- la muchacha frunce el ceño, acomodándose en su asiento. -¿Has conseguido los papeles?-

-¿Acaso lo dudas?- responde ella, sacando el pequeño dispositivo. -Me ha costado bastante conseguirlo, había una seguridad de narices...-

-Lo importante es que ha salido bien ¿No?- la muchacha chasquea la lengua, mirando aquel objeto, pensando en como algo tan pequeño puede traer tantos problemas. Bahorel le da volumen a la música, y Cosette lo mira de reojo, sonriendo levemente. Bahorel ha pecado siempre de ruidoso, en todos los aspectos de su vida. Ronda la treintena, y lleva pilotando desde que era un crío. Participó en las Guerras Clon, igual que su madre, y se jacta de mil y una medallas que por supuesto no posee, aunque desde luego las merezca. Cientos de cicatrices en su cuerpo confirman que al menos, luchó con fiereza. En la lejanía, Cosette ve como empieza a aproximarse el planeta donde tienen la base rebelde, y tras unos minutos, Bahorel aterriza su  nave en el hangar. Cosette baja de un salto, y Bahorel la sigue. Un muchacho, bajito y muy moreno, que hasta ese momento estaba arreglando la propulsión de un caza robado al Imperio, deja lo que está haciendo para correr hasta ellos, con una amplia sonrisa. Lleva el mono típico de los mecánicos de la flota, aunque nunca ejerció en ella, y que está lleno de manchas de aceite y grasa. Abraza con fuerza a Cosette, bajo la atenta mirada de Bahorel.

-Oye, oye ¿Para mi no hay uno? Yo también he corrido un grave peligro- se queja Bahorel, poniendo morritos. Feuilly suelta una carcajada, abrazándolo a él también.

-¿Ha salido todo bien?- pegunta el joven mecánico, y los tres comienzan a caminar hasta la sala de mandos. Antes de unirse a la Resistencia, Feuilly trabajaba arreglando naves en Tatooine, y desde luego, es el mejor en lo suyo. A Cosette le gusta verle trabajar, y puede estar observándolo durante horas. Además, la conversación del muchacho siempre es interesante. Su padre, al morir su madre, lo vendió a un esclavista, y pasó por muchas manos antes de ser liberado. Cuando al fin lo logró, y al vivir en un sitio como Tatooine, convivió con cientos de culturas diversas. Por ello, siempre tiene anécdotas interesantes que contar, al igual que otras tantas curiosidades sobre aquellas culturas de las que se embebió y de las que aprendió.

-Bueno, más o menos... por culpa del lerdo de tu novio casi me matan, pero bueno-

-¡No ha sido culpa mía! Había interferencias... Fe, cuando tengas un momento me revisas la radio ¿Vale?-

-Oh, claro- responde él, con la nariz levemente fruncida. Cómo parece que Bahorel no va a responder a lo dicho por Cosette, se ve obligado a interceder. -No es mi novio- dice, y Cosette suelta una sonora carcajada. Bahorel sonríe levemente, pasando un brazo sobre los hombros de Feuilly, que gruñe, apartándose de él. -¿Por qué tienes que hacer eso?-

-Anda, anda, os voy a ir dejando, antes de que os pongáis a hacer cosas de mayores- dice la muchacha, entrando en la sala de mandos. Feuilly mira fijamente a Bahorel, con los brazos cruzados.

-Voy a ver que cojones le pasa a tu puta radio- dice, largándose con el ceño fruncido, dejando al piloto totalmente solo, pero con una gran sonrisa en los labios. Su relación consistía en eso: flirtear y discutir, a partes iguales. A veces, cuando alguno de los dos lo necesita, también se acuestan, pero aquello no es algo de dominio público. Bahorel entra en la sala de mandos, tras Cosette, y la ve hablando con Valjean y Enjolras. Ya han comenzado a leer los archivos rescatados por la joven muchacha.

-¿Algo interesante?- pregunta Bahorel, sentándose en una mesa, mirándolos.

-Baja de ahí, bruto- dice Enjolras, frunciendo los labios, y Bahorel ríe sonoramente, aunque obedece. Porque Enjolras es su líder, y se hace valer. Todos obedecen sus órdenes, porque saben que jamás dará una orden inadecuada. Valjean lo tiene en muy alta estima, porque fue su primer Padawan. Es bastante joven, y tiene un aspecto angelical. Pero que parezca un ángel no quiere decir que lo sea. Es uno de los Jedi más poderosos que Cosette ha visto en su corta vida, y probablemente, de aquel grupo, sea el que más motivos tiene para luchar contra el Imperio. Al poco tiempo del inicio de las Guerras, fue detenido, y permaneció más de un año en un calabozo. Sufrió todo tipo de torturas, pero, en lugar de debilitarse, se endurecía día a día. Jamás pasó por su pensamiento siquiera unirse a las fuerzas imperiales, y cuando al fin lo rescataron de su cautiverio, no tardó ni un par de semanas en comenzar a buscar adeptos para organizarse en contra del Imperio. -Hay varios mapas y comandos, hemos leído algo por encima, cuando lleguen Courfeyrac y Jehan los analizaremos con tranquilidad- 

-Habéis hecho un gran trabajo- añade Valjean, con una sonrisa de orgullo. -Os merecéis un descanso, aprovechadlo... Se avecinan tiempos aún peores, según lo que se puede deducir de estos archivos- ambos asienten, y salen de allí, dejando a los dos Jedi solos. Bahorel se despide de Cosette, y se dirige de nuevo al hangar, en busca de Feuilly. La muchacha, en su lugar, se refugia en su pequeña habitación, cuyas paredes están llenas de fotografías de sus amigos. Durante años, ha estado huyendo de un lado a otro, junto a su padre. Finalmente, dos años atrás, habían encontrado aquel pequeño reducto de Resistencia. Era un grupo pequeño de jóvenes, muy variopinto, en el que pronto se habían sentido totalmente integrados. Cosette los considera su familia, a todos y cada uno de ellos. Y es feliz. Es feliz a pesar de saber que pueden ser descubiertos en cualquier momento. A pesar de saber que la Orden 66 sigue vigente, y que por ella pueden ser exterminados. No le importa, le da igual. Porque de momento, siguen vivos, y siguen luchando, dándole pequeñas zancadillas al Imperio. La muchacha se da una ducha, y tras eso, baja al comedor. La mayoría ya está allí, empezando a cenar, y ella se une a ellos. Se sienta junto a Feuilly y Combeferre, que comentan noticias recientes. Por supuesto, pronto siente un nudo en el estómago, porque no son buenas noticias. Así que atiende al otro lado de la mesa, donde Courfeyrac cuenta una anécdota de cuando era jugador profesional de wegsfera. Bahorel y Jehan lo escuchan muy atentos, y cuando termina, estallan en carcajadas, por lo absurdo y surrealista de la historia que ha contado. En ese momento, el muchacho, de rizos oscuros y hoyuelos marcados en las mejillas, la mira, sonriendo, como siempre.

-Me han dicho que te has enfrentado tú solita a un comando entero de soldados de asalto- Cosette sonríe, llevándose un bocado de comida a la boca.

-Exageran... sólo eran seis, y si no hubiese sido por Baho, no sé si lo habría logrado-

-No seas humilde, princesita... lo habrías logrado- la muchacha ríe, con suavidad. Normalmente, no le gusta que usen con ella ese tipo de motes. Pero Courfeyrac es su mejor amigo, siempre ha sido. Bueno, al principio, Cosette estaba un poco prendada de él ¡Pero es algo totalmente normal! Courfeyrac es un chico muy atractivo, y durante unos años, antes de la Guerra, era bastante famoso. Una compañera suya, en el Templo Jedi, tenía un holograma suyo en la mesita de noche. Por alguna de sus largas charlas con él, sabe que gracias a aquel deporte consiguió una beca para estudiar en la Academia de Raithal. Iba a ser diplomático, y lo habría sido, de no ser por el resurgimiento del Imperio. Al ser uno de los mejores de su clase, el Emperador se interesó por él, llegando a ofrecerle un cargo importante en el nuevo Senado. Pero Courfeyrac tenía unos ideales muy marcados, ya por aquel entonces, y lo rechazó. No contento con ello, hizo público un discurso, en el que arremetía sin cortesía alguna contra el Imperio. Aquello, por supuesto, lo convirtió en fugitivo de la ley. Y se jacta de ello, afirmando cuan orgulloso se siente de haber hecho aquello, sobre todo tenía en cuenta que gracias a esa actuación, conoció a Combeferre. Y como Cosette está harta de escuchar, Combeferre es lo mejor que le ha pasado en la vida.


 A la mañana siguiente, reciben una visita. El ruidoso motor de la fragata CC-9600 de Montparnasse y los suyos aterriza en el hangar. Como siempre, la única que baja de la nave es Éponine, seguida del pequeño androide al que todos llaman Gav (por su nombre GV-601). Cosette, que está ayudando a Feuilly con la reparación de un modelo R2, se queda mirándola, unos instantes. La contrabandista camina, a paso ligero, y al verla, sonríe. Cosette se sonroja levemente, y le devuelve la sonrisa. Siempre le ha llamado la atención aquella joven. Había sido esclava, durante bastante tiempo, y tras su liberación, había iniciado sus andares en el contrabando, junto a la Patron. Al parecer, ella se había empeñado en llevarse con ellos el pequeño androide, que había estado a su lado durante todos los años en los que había sido esclava, y a la que alguna vez había oído llamar hermano, aunque a Cosette le parecía una locura... bueno ¿pero quién crea un droide de protocolo con el aspecto de un niño de doce años? ¿Con que finalidad? Las malas lenguas (por la malas lenguas entiéndase Bahorel), dicen que Montparnasse intentó desmontarlo para venderlo por piezas, y Éponine casi lo degolla. Desde entonces, son pareja. Lo cierto es que Cosette puede entender el cariño que siente por el droide, porque verdaderamente, parece un niño de verdad. Es juguetón, y bastante travieso y curioso. Siempre anda haciendo de las suyas, y es un verdadero peligro dejarlo solo. Pero aún más peligroso es dejar que se junte con Bahorel y Courfeyrac.

-Fe, ¿te importa seguir tú solo? Quiero ir a ver que se traen entre manos- Feuilly asiente, y Cosette se dispone a irse, pero antes de ello, le limpia una mancha de grasa de la cara al mecánico. Tras eso, sigue a Éponine y a Gav hasta la sala de mandos. No entra, por supuesto, sino que se queda en la puerta, escuchando, a escondidas.

-Os hemos traído provisiones para otros dos meses, pero os aviso, la cosa se está poniendo difícil y cada vez es más complicado pasar alimentos de contrabando- es Éponine la que habla, con tranquilidad. Enjolras le responde, con el tono frío de siempre.

-¿Y habéis conseguido traer munición?-

-Ajá, de sobra. Los chicos consiguieron una carga entera, hace un par de semanas... He intentado convencer a 'Parnasse de que os lo rebaje, pero no ha habido forma... Lo siento-

-No te preocupes, haces un trabajo genial- ahora, la voz es la de su padre. -Os arriesgáis demasiado por ayudarnos-

-Yo lo hago por ayudaros, la Patron lo hace por el dinero- Cosette casi puede imaginarse la sonrisa de Éponine, y eso la hace sonreír a ella. -Afortunadamente para vosotros, el Imperio ha jodido lo suficiente a Montparnasse como para no querer nada de ellos-

-¿Crees que hay alguna probabilidad de traición?- Eso lo ha dicho Enjolras, por supuesto. Siempre tan paranoico.

-De momento, no... Pero no os puedo asegurar que eso cambie en los próximos meses... Como he dicho antes, las cosas están cada vez más difíciles... Las políticas del Imperio son cada vez más duras, y vuestras incursiones se están empezando a hacer notar... Saben que aún queda Resistencia, y que tiene a la Fuerza de su lado-

-Muchas gracias, Éponine- Cosette escucha unos pasos, y sale corriendo, de vuelta al hangar. Unos minutos después ve a Éponine, seguida de Gav, su padre, Bossuet y Bahorel. Todos suben a la nave, para luego volver a bajar, descargando las cajas con las reservas. Por supuesto, Cosette va hacia ellos, dispuesta a ayudarles. Si, bueno, y porque le apetece ver a Montparnasse, aunque sea de lejos. Sus aires de casanova le hacen mucha gracia. Cuando está todo en la base, Cosette escucha a la fragata despegar, y la observa marchar.

-Cosette, por favor, ¿Me ayudas a llevar estas cosas a la cocina?- pide Bossuet, haciéndola despertar de su ensimismamiento. Ella asiente, comenzando a arrastrar las cajas, con ayuda del bith, aunque este tropieza varias veces en el camino. Bossuet es también piloto, como Bahorel, y tiene casi la misma habilidad en los mandos que él... sin embargo, dicha habilidad se ve mermada por su torpeza. Sin embargo, y a pesar de que su piel está siempre llena de nuevos moratones y heridas, Bossuet siempre sonríe. Además, es el rey de los chistes malos. Habitualmente, le asignan trabajos no muy difíciles, por su seguridad y la de todos, pero cuando es necesario, es capaz de mostrar su valía, que no es poca. Tras dejar todas las cosas en la cocina, Cosette vuelve a ayudar a Feuilly, pero este ya ha terminado con el R2, y ahora observa a Jehan programarlo. Jehan es el mejor amigo de Feuilly y Bahorel. Es muy común verlos a los tres juntos, riendo, bebiendo o jugando al sadaac. Jehan es el más joven del grupo, después de ella misma, y es tan pelirrojo como menudo (lo que quiere decir que es MUY pelirrojo). Además, su piel es ligeramente azul, debido a su sangre mestiza: su padre era un omwati. Pero mucho más importante que su sangre mestiza o su piel azul, es la poderosa Fuerza que reside en él. No pudo terminar su aprendizaje en la academia Jedi, por culpa de la Guerra. Conoció a Enjolras puesto que sus celdas eran continuas. Normalmente, cuando terminaban de torturar al rubio, procedían con el pelirrojo. Y aunque aguantó igual que él, y permaneció fiel a los Jedi, sus fuerzas se vieron mermadas, y se debilitó enormemente. Por ello, a pesar de ser enormemente poderoso, su control de la Fuerza es escaso. Esa es la razón de que haya dedicado el exilio a entrenarse, en diferentes modalidades de lucha. Cosette aún recuerda el día en el que venció a Bahorel con dos movimientos, cuando montaron un cuadrilátero improvisado en el hangar, con la idea de divertirse un rato. 

-¿Te has enterado ya?- le pregunta Feuilly, al ver que la muchacha los está observando. Esta entrecierra los ojos, confusa.

-¿De qué?-

-Como tenemos material e información de sobra, tu padre y Enjolras han decidido hacer una incursión- la cara de Cosette se ilumina.

-¿En serio?- pregunta, entusiasmada.

-Si, gracias a los datos que tú y Baho recogisteis, sabemos que una nave con un cargamento que nos será muy útil va a pasar cerca del cuadrante, y que solo van a llevar un escuadrón de ataque, con no más de veinte soldados- explica Jehan, y la sonrisa de Cosette se amplia en sus labios. -No deberías alegrarte tanto- musita el pelirrojo. -Enjolras ha dicho ya quienes son los que van a participar en la misión, y tú no eres uno de ellos- Por supuesto, aquello acaba con la sonrisa de Cosette. No, no. Imposible. Ella tiene que ir. Por eso, se despide de sus dos amigos y se dirige hacia la sala de mandos. Allí se encuentra con su padre, Enjolras y Combeferre, discutiendo sobre un mapa.

-¡Quiero participar en la misión!- protesta Cosette, con las mejillas totalmente colorada, nada más irrumpir en la sala. Los tres Jedi la miran, levemente sorprendidos.

-Euphrasie, por favor... cálmate- dice su padre, alzando ambas manos hacia ella.

-¡No quiero calmarme! Soy perfectamente capaz de ayudar en la misión, ¡no podéis impedirme ir!-

-Cosette, entiende a tu padre ¿Quieres? Es una misión peligrosa- intercede Combeferre, que como siempre, es la voz de la razón. El muchacho, es la mano derecha de Enjolras. Fue el mismo el que lideró la campaña que resultó con la liberación de Enjolras, Jehan, y varios presos más. Sin embargo, Combeferre no recibió nunca ningún tipo de formación estratégica o en la batalla, puesto que ejercía de Sanador. Y siempre, siempre, SIEMPRE tiene razón. Es una conclusión a la que ha llegado Cosette en esos dos años. Por eso, se tranquiliza, pero solo un poco.

-¿Y? ¡Cómo si no hubiera participado en misiones peligrosas antes!-

-No en una como esta...- responde el sanador. -Por ellos saben que tenemos ciertos datos, y pueden cambiar sus planes... Y esa opción la convierte en una misión especialmente arriesgada, es fácil que las cosas se tuerzan.. Por no hablar de que en la nave habrá al menos dos sith, lo que incrementa la peligrosidad. Somos muchos los disponibles para está misión, y no es necesario que corras peligro en vano- Cosette se cruza de brazos. Si, por supuesto que lo entiende. Sabe que no es difícil que la misión salga mal. Pero aún así, sigue en sus trece, hasta que finalmente, consigue convencerlos de cuan útil puede ser para la misión.


En principio, el grupo de ataque consistía en Enjolras, Bahorel, Bossuet y Jehan. Y por supuesto, ahora también Cosette. Usaran una nave robada al Imperio para colarse en la nave enemiga. Y hasta ahí, todo sale según lo planeado. En aquel momento, se encuentran sumergidos en una batalla sin cuartel. Entonces, todo se complica.

-¡Se supone que solo había veinte soldados!- protesta Bossuet, al ver como, de la nada, comenzaban a aparecer más. La frustración de Enjolras es palpable, y aunque luchan durante bastante rato, no tardan en darse cuenta que no hay nada que hacer.

-¡RETIRADA!- ordena el rubio, y todos obedecen. ¿Todos? No, por supuesto que no.

Enjolras golpea con fuerza una de las paredes de la nave. Habían conseguido, a duras penas, llegar a salvo a la nave, y huir de allí. Con una persona menos.

-¡Lo sabía! ¡Sabíamos que no deberíamos haberla traído!- Jehan acaricia la espalda del rubio, apretando los labios. -¡Fue a enfrentarse al Lord Sith ella sola! ¡Ella sola!-

-Enjolras, ella sigue viva... Lo siento en la Fuerza- dice el pelirrojo, tratando de reconfortar a su líder. -Cuando volvamos a la base, comenzaremos a planear su rescate-

-No sé como voy a decírselo a Valjean...- Enjolras se sienta en el suelo, llevándose las manos a la cabeza. -¡Maldita cabezota arrogante! ¿Acaso pensaba que podría ella sola con un Lord Sith! ¡Si ni tan siquiera ha acabado su entrenamiento!- Durante un rato, son perseguidos, pero Bahorel consigue despistarlos, y no tardan mucho en encontrarse a salvo en el hangar de la base. Joly y Combeferre acuden hacia ellos, nada más salir de la nave. Como el que tiene más heridas es Bossuet, Combeferre deja que sea Joly el que se encargue de él. Joly es un androide clase 1, de finalidad sanitaria. Se lo habían asignado a Bossuet, antes de que estallase la guerra, para así evitar que estuviera yendo cada dos por tres a la enfermería. Y entre ellos dos, bith y androide, se había creado un fuerte lazo. Cuando las fuerzas imperiales irrumpieron en la Academia Militar, por la mente del piloto no paso ni un instante dejar a Joly atrás. Porque no era solo su asistente. Porque no era solo su amigo. Y desde ese momento, hasta ahora, Joly cura todas y cada una de las heridas de Bossuet. Mientras tanto, Enjolras se dirige a Valjean, para comunicarle lo ocurrido. El hombre se toma la noticia con entereza, aunque siente como su alma se parte en mil trozos. Todo lo que ha hecho, lo ha hecho para protegerla... Se lo prometió a su madre, en su lecho de muerte... y ahora, ahora le ha fallado. El hombre aprieta los puños, porque sabe que jamás habría podido evitar que Cosette participara en la misión. Tarde o temprano, Valjean sabía que aquello iba a ocurrir. Y al igual que Jehan, presiente que sigue viva. El siguiente paso es organizar el rescate.


 La joven Jedi está sentada en el suelo, en un calabozo frío. Lleva varias horas allí, pero ha logrado mantener la compostura. Finalmente, la puerta se abre. El sith que la capturó está frente a ella, y la mira. Cosette no se puede creer que esa piltrafa haya sido la que la ha derrotado.

-Levanta, vamos a ver a mi maestro- la muchacha obedece, no por miedo, sino porque sabe que así podrá sacar más que si se rebela. Sigue al sith, a la vez que lo observa. Cosette deduce que tendrá la edad de Enjolras, más o menos. Es pelirrojo, y tiene la piel lechosa, cubierta de pecas. Es tan alto como Feuilly (que es lo mismo que decir que es muy bajito) y está bastante delgado. A pesar de eso, la Fuerza es intensa en él. Tan intensa que hasta ella puede percibirlo. Durante más de tres horas, el Maestro del joven sith la interroga, aprovechándose de la Fuerza para lograr que hable... pero Cosette resiste. No sabe muy bien como, pero lo logra, aunque acaba totalmente exhausta. Finalmente, el hombre se rinde, y la devuelve a su calabozo... Para aquel momento, la muchacha es consciente de que no le quedan muchas horas de vida. No es consciente de cuan equivocada está.

 

Forward
Sign in to leave a review.