Armas nobles. Tiempos incivilizados.

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Armas nobles. Tiempos incivilizados.
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Encontrando la Fuerza.

El joven sith observa las estrellas, perfectamente visibles desde el puente de la nave.

-¿Qué te ocurre?- A esas alturas, debería saber que nada se le escapa a su Maestro. -¿Es por la niña?- Marius desvía la mirada al suelo, con las mejillas ahora algo sonrojadas. Asiente, porque sabe que es absurdo negarlo. Su Maestro suspira, frunciendo los labios.

-Usted lo ha dicho, Maestro, es solo una niña... La ha hecho pasar por demasiado sufrimiento- el hombre mira a su alumno, asintiendo.

-Quizás lleves razón, pero necesitamos que diga lo que sabe... Es poderosa, tú mismo lo has visto- Javert comienza a caminar, con las manos entrelazadas tras su espalda, y gesto imperturbable en el rostro. -Tanta Fuerza... y tanto control de ella... Temo que haya sido entrenada por alguien igual de poderoso...- Marius camina a su lado, atento a sus palabras.

-¿Cree que pueda ser la niña que secuestró el Maestro Valjean?- Marius conocía bien la historia, porque su Maestro la cuenta una y otra y otra vez. Él era el encargado del grupo que debía limpiar la Academia Jedi en la que Valjean era Maestro... y se había escapado, delante de sus narices. 

-¿Secuestró o salvó?- aquella pregunta hace parpadear al joven Sith, con cierta confusión. -Sea lo que fuera, lo convirtió en un fugitivo... Un fugitivo poderoso, muy poderoso... y si es cierto, si ella es la niña, y siendo tan joven, ya tiene tal poder... Debemos hacerla hablar, necesitamos conocer lo que sabe, es necesario para conseguir una victoria total sobre los rebeldes- Marius traga saliva, y asiente. -Usando los métodos que sean necesarios para ello-

-Si, Maestro- responde el pelirrojo, inclinándose levemente en una reverencia, para acto seguido salir del puente, dejando a su Maestro con su soledad. El hombre suspira, acercándose a la ventana para contemplar las estrellas, como instantes antes hacia su discípulo. Ha sentido algo... una perturbación, que le hace temer una traición por su parte. Quizás ha sido algo que ha visto en su mirada, ¿Luz? A fin de cuentas, Marius siempre ha sido especialmente sensible a ella... Recuerda perfectamente el día abandonó la orden Jedi para entrar en su pupilaje. Lo había hecho simplemente por resentimiento hacia su familia materna. Pero a fin de cuentas ¿No era aquel un sentimiento más que apropiado para adentrarse en el Lado Oscuro? Si, apropiado, pero no suficiente... En el fondo, siempre lo ha sabido... La Luz es demasiado fuerte en él. Marius es una persona incapaz de odiar, y sin odio, raramente puede triunfar en ti la Oscuridad. Otro suspiro, que acompaña cambiando de postura, para apoyar las manos en una barandilla. No está seguro de ser capaz de sobrellevar una traición por parte del muchacho... Durante años, ha sido fiel a él, a sus ideales... pero los ideales son frágiles, muy frágiles... sobre todo, cuando no estás seguro de que sean los correctos.


 Cosette siente como la puerta se abre, sigilosamente, y abre un ojo, fingiendo seguir dormida. El sith pelirrojo se acerca a ella, y la zarandea, con mucho cuidado.

-Despierta, por favor- es aquel ''por favor'' y el tono de suplica en él, lo que le hace abrir los ojos. -Voy a sacarte de aquí-

-¿Perdona?- pregunta ella, confusa.

-Voy a... ayudarte a escapar- Cosette se incorpora, con cierta sorpresa y desconfianza.

-¿Por qué?- pregunta ella. Porque estoy locamente enamorado de ti, piensa él, pero por supuesto, no dice eso en voz alta, sino que toma su mano y echa a correr. Por supuesto, ella lo sigue, porque no tiene nada que perder. Se encuentran a varios soldados de asalto en los pasillos, pero el sith los neutraliza a todos, rápidamente. Tardan bastante, pero al fin, llegan al hangar.

-¿Sabes pilotar un caza?- Cosette mira la pequeña nave, y traga saliva.

-Creo que podré- el muchacho asiente, clavando unos grandes ojos verdes en ella. Cosette le devuelve la mirada, y de repente, se encuentra sonriendo, como una idiota.

-Ten cuidado ¿Vale? Tiene combustible de sobra.. Estamos en el cuadrante norte, si sigues hacia el sur encontrarás varios planetas que donde hay focos de la Resistencia... ellos te ayudaran a localizar a tus amigos- Cosette asiente.

-¿Por qué me ayudas?- vuelve a preguntar, pero ahora mirándolo a los ojos.

-Porque no es justo... esto está mal, todo está mal...- claramente, en el muchacho se está produciendo un gran debate interno.

-¿Por qué no vienes entonces conmigo?- el pelirrojo parpadea -Si te quedas, van a descubrir que has sido tú, y te castigaran... No quiero que te castiguen por mi culpa... Ni tan siquiera me has dicho tu nombre-

-Marius, mi nombre es Marius- Cosette sonríe, asintiendo.

-Yo me llamo Cosette- responde ella. -Y quiero que huyas conmigo. La Resistencia está plagada de desertores- Desertores... ¿Eso es lo que es ahora? ¿Un desertor? Su Maestro debe estar totalmente decepcionado con él.

-No puedo...-

-Por favor- ahora es Marius el que traga saliva, mirando a la joven muchacha. Y absurdamente, asiente. Ella entra en el caza, y Marius abre las puertas del hangar, para luego correr junta a ella, al interior de la pequeña nave, y así huir. Huir con una fugitiva. Con un miembro de la Resistencia, contra la que tanto ha luchado. El joven siente como sus ideales se desmoronan, por culpa de aquella muchacha, de cabellos marrones y ojos tan azules como profundos. Y sobre todo, por la forma en la que cree en la lucha, que es lo que ha hecho que Marius se plantee si está en el bando correcto... y por todo ello es que ahora se encuentra en el caza.

En la fragata, no tardan en darse cuenta que la fugitiva ha huido... llevándose con ella al pupilo del General. Este se encuentra ahora en el puente de la nave, con la mirada perdida en las estrellas. Lo sabía. Lo sabía. Sabía que aquello iba a ocurrir. La absurda bondad de Marius lo había llevado a la traición... La ira se apodera de él, y con ello, varios de los soldados que se encuentran en la sala con él caen muertos, en el suelo. Javert aprieta los puños... Le duele, aquella traición le duele... Ha querido a Marius como un hijo, lo ha protegido de todos los males posibles, y lo ha llevado a convertirse en uno de los jóvenes más prometedores de la orden... no, esa traición no quedara impune.


Por supuesto, cuando ven aparecer el caza, todos se preparan para un ataque. Sin embargo cuando ven salir de allí a Cosette, el júbilo se dispara, por lo que salen a recibirla, entre besos y abrazos... hasta que se dan cuenta de que viene acompañada, momento en el que el ambiente se tensa. Ahora, todos están en la sala de mandos, decidiendo que hacer. Marius está en una esquina, esposado a una silla. Algo que era obvio que iba a pasar, pero en lo que no había pensado Cosette, que sigue intercediendo por él.

-¡Él me ayudo a escapar! ¡Me ha ayudado a llegar hasta aquí! ¡Es bueno!-

-¡Es un Sith!- responde Enjolras, serio. -Te ha mentido, sólo quería saber nuestra posición, y por ello te ha usado... ¡Nos has vendido al cometer tal imprudencia!-

-Ella no os ha vendido, sólo quería ayudarme... si me hubiera quedado, me habrían matado- Enjolras fulmina a Marius con la mirada, y el pelirrojo aprieta los labios.

-¿Por qué vamos a creerte? En el que caso que mientas, eres un traidor a la orden Jedi... En el caso que digas la verdad, eres un traidor a los Sith-

-Aunque el traidor se vista de seda- sonríe Grantaire, y aunque algunos ríen, la mayoría lo mira con resignación.

-Claro, y tu de traiciones sabes mucho ¿Verdad, R?- la sonrisa desaparece del rostro del cocinero, que se cruza de brazos, ante la frialdad de Enjolras. Al igual que Enjolras y Jehan habían sido presos del Imperio, Grantaire había pasado mucho tiempo en una prisión de la República, por delitos de traición. Iban a ejecutarlo, pero fue el propio Enjolras el que intercedió por él. Aquello había hecho que, al estallar la Guerra, Grantaire no dudase ni un segundo en aliarse con los Rebeldes, y que, la enterarse de que el rubio era cautivo del Imperio, se uniese a Combeferre en la misión de rescate.

-Quizás... quizás deberíamos darle una oportunidad...- intercede Jehan. -Al fin y al cabo, Feuilly ha examinado la nave, y dice que no hay ningún tipo de localizador... y yo mismo lo he cacheado a él... de arriba a abajo, y no lleva nada con lo que pueda comunicarse con nadie. Que se quede cerca, lo podemos vigilar... Y a lo mejor, hemos conseguido un aliado que nos ayude a joder, con perdón por la palabra, al Imperio-

-Y a lo peor, acabamos todos ejecutados- contrapone Enjolras, con los brazos cruzados. Ahora, el que interviene es Combeferre.

-Estamos en una democracia, así que propongo una votación: los que quieran devolver al joven Sith al sitio del que proviene, que levante la mano- solo Enjolras levanta la mano, y eso le hace enrojecer de ira. Pero no protesta.

-Haced lo que queráis.... pero cuando estemos todos muertos, no digáis que no os avise-

-Estaremos muertos, Enj, no podremos decir nada- murmura Feuilly, y está vez si que ríe la mayoría. Hasta un atisbo de sonrisa asoma en los labios de Enjolras. Y así, en la cena de esa noche, hay uno más en la mesa.


Es la primera vez que Cosette va con los chicos a Nar Shaddaa, también conocida como la Luna de los Contrabandistas, donde todavía no ha llegado el Imperio. Su meta es la cantina Wej Parmaq, donde suelen reunirse todo tipo de basura rebelde, que es como acostumbran a llamarlos en las esferas cercanas al Emperador.. La muchacha queda enormemente sorprendida por la gran cantidad de diversidad que había allí. La música inunda el lugar, y hay risas y charlas por doquier.

-No te alejes mucho de mi ¿Vale?- le pide Feuilly, con tono protector -No todos los contrabandistas son tan buenos como Éponine- Cosette asiente, y sigue a Feuilly hacia la barra. Pide dos vasos de gralish, y le tiende uno a ella, con una gran sonrisa. La chica le da un sorbo, y acto seguido, se pone a toser. Feuilly ríe, con cierto paternalismo, y coge su mano, para dirigirse con ella hacia donde están sentados todos los que han bajado al planeta. Estos colaboran con el barullo, armando un gran escándalo. Justo en ese momento, una mujer nooriana se acerca a la mesa. Bossuet se levanta de golpe, y corre hacia a ella, besándola con intensidad en los labios. Aquel gesto hace parpadear a Cosette, claramente sorprendida por ello. Sin embargo, los demás, que ya conocen la relación entre su piloto y la cantinera, ni siquiera le dedican una mirada.

-Esa es Musi- le dice Courfeyrac, al ver su cara. -Es la prometida de Bossuet... lleva siéndolo desde antes de que empezara la Guerra, y así seguirán hasta que termine-

-Solo la ve cuando bajamos aquí, que es muy de cuando en cuando- añade Bahorel, dándole un trago a su bebida.

-¿Y Joly?-

-Joly es su pareja, y de Musi también- explica Feuilly, con una pequeña sonrisa. 

-Oh- Cosette asiente, e intenta no mirarlos, porque siguen besándose, como si no hubiera mañana. No puede evitar sonreír, y sonrojarse levemente, al imaginarse a ella y a Marius besándose de aquella manera. Hace ya más de dos semanas que está con ellos en la base, y cada vez le dan más libertad. Enjolras sigue sin confiar ni un poco en él, pero se empieza a ganar, poco a poco, un lugar entre las amistades del resto. Siguen charlando y bebiendo, durante un largo rato, hasta que por fin aparece aquel al que esperan. Es un jablogiano, de aspecto arisco. Courfeyrac se levanta, y va hacia él. Caminan hacia un lugar algo apartado, y comienzan a hablar. En cualquier otro lugar, tomarían su conducta como sospechosa. Pero en una cantina de Nar Shaddaa, aquello era el pan de cada día. El resto, por supuesto, sigue a lo suyo, entre sonoras carcajadas. Courfeyrac y el jablogiano están bastante rato hablando, hasta que por fin, vuelve a la mesa.

-¿Novedades?- pregunta Feuilly, y su amigo asiente.

-Hace unos días capturaron a un núcleo rebelde en el anillo exterior... los han ejecutado a todos- sus palabras hace que todos en la mesa callen, y sus expresiones de alegría se tornen en tristeza. Morían rebeldes todos los días, pero aquello no hacía que doliese menos. No es algo a lo que sea fácil acostumbrarse, y además, solamente es un aviso más. La muerte está cerca, es su sombra, siempre al acecho, y eso los obliga a vivir con el temor de ser ellos la próxima novedad.

-¿Algo más?- otra vez es Feuilly el que pregunta, intentando que la tensión desaparezca. -Habéis estado mucho tiempo hablando, no creo que te haya solo dicho eso- Courfeyrac asiente, y apoya los codos en la mesa, para acercarse más a ellos.

-Me ha estado comentando las nuevas Ordenes emitidas por el Emperador... y me ha dado lo que acordamos-

-Tenemos las coordenadas, ¿entonces?- Courfeyrac asiente de nuevo.

-Y las rutas. Éponine nos ayudará a contactar con otro grupo de aliados, y entonces, estaremos listos para el ataque-

-Genial, llevo semanas sin cargarme a ningún soldado del Imperio- sonríe Bahorel, de forma socarrona.

-Ya, no es bueno perder las buenas costumbres ¿Verdad?- inquiere Feuilly, con tono burlón, y para la sorpresa de Cosette (y probablemente de todos en la mesa), el grandullón besa con cuidado los labios de Feuilly. Y, para todavía mayor sorpresa, este no solo no le hace ascos, sino que encima, ¡responde! Cosette deduce que han hecho bastantes avances, en los últimos días. Definitivamente, cuando vuelvan a la base, tiene que preguntarle a Feuilly por aquello... bueno, quizás primero vaya a ver a Marius, porque lo echa de menos. Y por supuesto, todavía no confían lo suficiente en él cómo para dejarlo salir, y por ello, lo han dejado allí, a buen recaudo. Y Courfeyrac parece que lee el hilo de sus pensamientos, porque en ese momento, continua hablando, y precisamente, el tema de conversación es Marius.

-También tengo noticias sobre nuestro nuevo amigo, Marius... Al parecer, oficialmente es un fugitivo, y no solo él, sino que también su Maestro. En el momento en el que le pusieron precio a la cabeza de Marius, renunció a su puesto de General y salió por patas... Las malas lenguas le tenía bastante aprecio, y era incapaz de contemplar siquiera la idea de ser él el que ejecutase la orden de ejecutarlo- Cosette no puede evitar sonreír, con las mejillas algo sonrojadas. Espera que aquello sirva para que por fin confíen en el pelirrojo, y le den total libertad para ir y venir.

-Vaya...- musita Feuilly, parpadeando. -¿Se sabe que ha sido de él?- Courfeyrac niega.

-Al parecer, anda buscando a Marius, pero no creo que debamos preocuparnos por eso ahora, nadie conoce nuestra posición-

-A lo mejor podría ayudarnos- musita Cosette, y todos la miran.

-Cosette, tienes que dejar de confiar así en la gente... quizás hayas acertado con Marius, pero no siempre va a ser así... lo más probable es que lo esté buscando por venganza-

-Qué tu discípulo te traicione no es algo que siente demasiado bien- añade Courf, y la muchacha frunce los labios, porque no le gusta que la traten con tanta condescendencia. Se levanta, y se dirige a la barra, como queriendo demostrar con aquel gesto que ya es mayorcita para valerse por si misma. Cuando regresa, se los encuentra riendo, y por supuesto, ella se une a las risas. Beben durante largo rato, disfrutando de aquel remanso de paz... sin ser conscientes de que están siendo observados.

Llegan de vuelta a la base bastante tarde. La mayoría del grupo va bastante borracho, y Cosette puede ver a Feuilly arrastrar a Bahorel hacia una de las naves. No puede evitar sonreír. Si, definitivamente, ambos han avanzado mucho en su relación. Por su parte, Cosette se dirige a la habitación de Marius... pero éste no está allí. Comienza a buscarlo por toda la base, hasta que al final lo encuentra. El pelirrojo está en la sala que usan de biblioteca, cuyo techo es una cristalera, gracias a la cual se puede ver el cielo estrellado. El muchacho está tumbado en una mesa, y desde ella, observa las estrellas.

-Hola- musita Cosette, y Marius se sobresalta notablemente. Por supuesto, empieza a tartamudear, como siempre que ella anda cerca. -¿Puedo verlas contigo?-

-C-claro- responde Marius, y Cosette se acerca a la mesa donde está él, para tumbarse a su lado, apoyando la cabeza en su pecho. Las mejillas de ambos se colorean de un rojo intenso, y es entonces cuando Marius comienza a hablar. Porque cuando está muy nervioso, comienza a hablar sin parar. -¿Conoces los sistemas? Mi abuelo se empeño en que los estudiara todos, así que puedo identificarlos... Bueno, mi abuelo se empeño en que aprendiera muchas cosas... Conozco la mayoría de los idiomas que se hablan en esos sistemas ¿sabes?- Cosette sonríe, dejando de mirar las estrellas para mirarlo a él.

-¿Cuántos idiomas hablas?-

-Veintiocho... bueno, veintinueve, además de varios dialectos- la sonrisa de Cosette se amplia en sus labios, y se incorpora un poco. - Al principio, quería ser intérprete, pero ese trabajo lo hacen los androides, y es muy raro ver a un humano hacer de intérprete... luego quise ser piloto, pero no se me daba bien... al final, por mi abuelo, ingresé en la Academia Jedi... Se sentía orgulloso de mí, decía que iba a hacer mucho bien en el mundo, que tenía la Fuerza, más que nadie en la familia...-

-¿Por qué... por qué te pasaste al Lado Oscuro?- Marius frunce los labios, en un mohin.

-Por mi padre... Mi padre sirvió al Emperador hasta el día de su muerte... Sentía que debía honrar su memoria... Pero entonces me di cuenta de que no era lo correcto... Tú me hiciste ver que no era lo correcto- Cosette ríe con suavidad, y es entonces cuando se decide a hacerlo. La muchacha posa con cuidado sus labios sobre los de Marius, de la misma forma que ha visto mil veces hacer a Courfeyrac. Al principio, el muchacho se sorprende, y abre mucho los ojos. Finalmente, responde, llevando sus manos a las mejillas de Cosette, para acariciarlas con suavidad. Sus labios se separan, tras unos instantes, y se quedan mirándose a los ojos. Tras eso, Cosette vuelve a tumbarse, mirando de nuevo al cielo.

-¿Y puedes decirme el nombre de todos los sistemas?-

-Con sus respectivos planetas, soles y lunas- la muchacha sonríe, de forma amplia, tomando una de sus manos.

-Estaré encantada de oírlo-


El carguero de la Patron aterrizó un par de horas antes en su hangar, y ahora, Éponine está reunida con Enjolras, Valjean y Combeferre. Cosette tenía la tentación de ir a cotillear lo que tenía que decir, pero ha preferido quedarse en el hangar, para observar el espectáculo. Bahorel, Grantaire, Feuilly, Montparnasse y uno de sus secuaces, Babet, juegan a las cartas, y a Cosette le recuerda mucho a lo visto en Nar Shaddaa, una semana antes. Ella está sentada junto a Marius, que le está haciendo trenzas en el pelo.

-¡Pero que hijo de puta!- ríe Grantaire, y Bahorel le lanza un beso, recogiendo sus ganancias, porque ha vuelto a ganar. Comienzan otra partida, entre insultos varios, de todos a todos. Verdaderamente, parece que están en una cantina, y no en una base de la Resistencia.

-Oooh- una sonrisa aparece en los labios de Feuilly, y suelta una risotada. -Esta no la ganas, Baho, te voy a joder vivo-

-¿Pero no lo haces ya todas las noches?- el único que no se ríe ante aquello es Marius, que hace un mohin.

-Pero mira que son brutos...- dice, lo suficientemente bajo como para que solo la oiga Cosette. Bueno, aunque lo hubiera dicho en alto, el resto está demasiado ocupado con las jugadas como para prestarle atención. La muchacha sonríe levemente, encogiéndose de hombros.

-A mi me gusta- Marius bufa, y Cosette ríe con suavidad. -Tiene su encanto, aunque no puedo negar que te prefiero mil veces a ti-

-¡QUÉ TE JODAN!- exclama Feuilly, en ese momento, con una amplia sonrisa.

-¿Has pasado de querer joderme a querer que me jodan?- inquiere Bahorel, de forma bravucona, a la vez que vuelve a recoger sus ganancias.

-Estás haciendo trampas, ¿verdad, so bastardo?-

-No sé de que me estás hablando- pero como sus ganancias son vales por bebidas gratis en la cantina que regenta Musi, tampoco se preocupan demasiado por las supuestas trampas de Bahorel, que no son tan supuestas, y siguen jugando, hasta que Éponine vuelve a entrar en escena, seguida, como siempre, por Gav. El pequeño droide va hasta la mesa, y observa a los jugadores, con claro interés. Cosette lo observa a él, imaginándose todas las posibles jugadas que están pasando por su cabeza en ese instante. A veces le gustaría tener el cerebro de un droide, pero se le pasa pronto... tiene que ser duro ser un droide. En ese momento se da cuenta de que alguien mira en su dirección. Efectivamente, al girar la cabeza, ve a Éponine observarlos, fijamente... más concretamente, observando a Marius. Al notar que Cosette la ha pillado, sonríe con cierto azoramiento, y echa a andar hacia la nave, a paso ligero. Cuando la partida acaba, el resto la sigue. Los tres que siguen en la mesa siguen jugando un rato más, hasta que finalmente, Feuilly descubre las trampas de Bahorel y le lanza el contenido de su botella de agua a la cara, entre risas.

Durante las dos semanas siguientes, las visitas de Éponine y los suyos se incrementan, enormemente. La razón oficial es que el ataque está próximo, y como los contrabandistas son la única vía de comunicación entre ellos y las otras bases, es lógico que vayan tanto por allí... pero para Cosette no pasa inadvertido que siempre que tiene la oportunidad, la Twi' lek observa a Marius. Por supuesto, no se siente celosa por ello. Marius es guapo, eso es obvio, y ella no es nadie para impedir que lo miren. Finalmente, un día da con la verdadera razón de aquello, pero no gracias a Éponine y Marius, sino a Grantaire. Aquel día, a la vez que Éponine observaba a Marius, ella observaba a Éponine... sin ser consciente de que a su vez, era observada por Grantaire. A la hora de la cena, el hombre se acerca a ella.

-Éponine era una de las esclavas de su abuelo, Marius ayudó en su liberación, y de las otras esclavas, es por eso que lo mira tanto- Cosette parpadea, y mira a Grantaire, fingiendo que no sabe de que está hablando, cosa que le hace sonreír. -Sé que te has dado cuenta-

-Si, bueno, me he fijado... pero no le he dado importancia... ¿Conocías a Marius?-

-Que va, me lo ha contado Éponine- oh, claro, Cosette sabe que Grantaire y Éponine son buenos amigos, desde hace bastante. De hecho, fue Grantaire (que ejerce de cocinero, puesto que el resto de trabajos le parecen tediosos), el que intervino para formar la alianza entre los contrabandistas y los rebeldes. -Desde que lo vio la primera vez, quiere darle las gracias, pero no se atreve-

-¿Por qué?-

-Porque cree que no se acordará de ella... a fin de cuentas, eran muchas las esclavas, y por mucho que ella intenta que advierta su presencia, Marius ni tan siquiera la mira- Cosette frunce los labios. -Es un tío raro, ese Marius... quiero decir ¿Primero lucha contra la esclavitud y luego se pasa al Lado Oscuro? Es perfectamente normal tener alguna que otra crisis de identidad... Yo las he tenido ¿Sabes? ¿Pero lo de tu novio? Lo de tu novio roza la bipolaridad-

-No es mi novio- Grantaire ríe, dándole unas palmaditas en tu espalda.

-Se nota que eres amiga de Feuilly ¿Eh? El muy cabrón sigue negando que él y Bahorel están juntos, cuando media base los ha oído follar, y la otra mitad los ha visto dándose el lote- Cosette sonríe ligeramente, y dirige su mirada hacia donde está Marius, hablando con Courfeyrac. -Pues vosotros igual, todos os hemos visto tontear, y dándoos piquitos como si fuerais adolescentes... ¡Qué cojones! ¡Si es que todavía sois adolescentes! Al menos tú lo eres... Él, bueno... quizás no en edad, pero en mentalidad claramente- la sonrisa en los labios de Cosette crece.

-En eso estoy totalmente de acuerdo contigo-


 

Es bastante tarde cuando Cosette sale de su cama y se dirige a la de Marius, como lleva haciendo desde hace más de una semana. El pelirrojo deja un hueco a su lado, nada más oír como se abre su puerta, y Cosette se acurruca a su lado, bajo las mantas. Marius besa su frente, y ella sonríe.

-Te quiero- susurra, tras unos instantes, a la vez que se incorpora para darle un suave beso en los labios.

-Yo a ti también te quiero- responde él, ¡sin tartamudear!, respondiendo al beso, con cuidado. Luego, Cosette entierra la cabeza en su pecho, y ninguno de los dos tarda en quedarse dormido.

 

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