Life is better with you.

Carmilla (Web Series) Carmilla - All Media Types
F/F
G
Life is better with you.
Summary
One shots dentro del mismo universo de One Fine Life. La vida en familia de las Hollstein y sus hijas.
Note
¡Lo sé, lo sé! ¿No es genial tenerlas de regreso? Fue como un minuto de despedida. Jajaja. :) Este fic es una serie de One shots en el universo de OFL. Estará lleno de pequeñas historias de las niñas y sus madres. No tienen un orden cronológico y tampoco un día específico de posteo pero ojalá les guste ;)
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Growing up before my eyes

 

 

“Podrías recordarme una vez más ¿Por qué tengo que sacrificar mi único día de descanso aquí?” Refunfuña Carmilla a su esposa mientras mira con desdén a su alrededor.

 

Laura gira los ojos de nuevo, es la décima ocasión en que la pelinegra se queja de su presencia en el pequeño campo deportivo.

 

Hace algunos meses Hayley ha decidido unirse a un equipo de futbol americano, y aunque ha sido realmente extraño para toda la familia, la rubia no pudo hacer otra cosa que apoyar a su hija en su decisión y asistir con ella a todos sus partidos, arrastrando a Sloan que silenciosamente se sienta a su lado para ver a su hermana recibir el balón y correr ‘inutilmente’, como tantas veces lo ha expresado.

 

Y si bien, para la pelinegra mayor siempre ha sido importante darle toda su atención a su hija, hay un límite para sacrificar sus gloriosas mañanas de domingo que bajo ninguna circunstancia desperdiciará despertando a temprana hora de la mañana para acompañar a la familia y ver a su hija en tal actividad como el ‘juego de barbarie’ al que la pequeña rubia se unió.

 

Pero tras la semana de castigo sin sexo y las dos últimas noches durmiendo en el sofá de la sala en lugar de en su propia cama junto a su esposa, Carmilla ha tenido el tiempo suficiente para pensarlo bien; eso y obviamente la falta de actividad sexual ha tenido el efecto que la rubia ha esperado. Sobre todo cuando Laura ha vestido toda la semana prendas entalladas que dejan ver el firme cuerpo que aún mantiene. Ni pensar en el día anterior; cuando la pelinegra ,que había regresado a casa de su brunch con Lilita, ha encontrado a la rubia en plena sala de su casa haciendo una pose de yoga que debería considerarse una ofensa moral legalmente.

 

Así que, es de esa manera que Carmilla por su propia voluntad, no que vaya a aceptar su derrota ante su esposa nunca, ha decido que le dará una oportunidad a este circo deportivo y se encuentra en una de las gradas junto a una entusiasta Laura que viste un ridículo jersey deportivo del equipo de su hija; el mismo que la pelinegra sospecha que es uno que incluso le pertenece a la pequeña rubia por la manera en que se adhiere al delicioso escote de su esposa. ¡Maldita semana de abstención! ¡Y estúpido y sexy cupcake!

 

“Uh, yo me he preguntado lo mismo desde hace semanas” Masculla Sloan detrás de su más reciente libro comprado.

 

Si bien el gruñón humor de la pelinegra se ha, de alguna manera, extendido hasta la menor; Laura sabe muy bien que Sloan trata solo de impresionar a su otra madre. Más de una vez la rubia, la ha visto dejar el libro a un lado y mirar a su hermana correr hasta la zona de anotación, dejando salir un ‘¡Bien, Hayley!’ antes de regresar rápidamente tomar su libro y hacer de cuenta que nada ha pasado. Así que su madre está convencida que no le molesta para nada asistir a los partidos para demostrarle su apoyo.

 

“Cállense las dos. Estamos aquí por Hay y vamos a pasar una buena mañana en familia. Así que, borren esos ceños fruncidos de sus caras y sonrían al frente que Hayley está mirando para acá.” Dice Laura sonriendo, aunque Carmilla sabe que es un falso gesto para ocultar su molestia con las dos pelinegras.

 

Carmilla y Sloan dan un gran suspiro y ambas giran sus miradas a la pequeña rubia que está ataviada en un enorme jersey y un casco que parece llegar hasta sus hombros; pero nada de ello le quita el entusiasmo de saludar con ambas manos de manera frenética y pegar saltos de alegría al ver a su familia completa en las gradas.

 

Y sí, Hayley está acostumbrada a ver a su rubia madre y a su hermana, algunas veces Will se ha unido a ellas junto con S.J. para vitorear las anotaciones de la niña. Inclusive Mattie ha aparecido al final de uno de los partidos, de una manera inesperada para todos, para abrazar y felicitar a su sobrina. Lilita ha regalado a su nieta uno de los mejores equipos deportivos para su protección y unos spikes de color amarillo mandados a hacer especialmente para Hayley. Papa Hollis pasa algunas tardes de la semana entrenando las recepciones con ella. Pero ninguno de esos días ha sido tan único como este día en el que Carmilla ha decidido aparecerse ahí.

 

Por eso, cuando la pelinegra ve la cara de su hija iluminarse con esa sonrisa, no puede hacer otra cosa que sonreír en respuesta y levantar la mano para saludarla.

 

Cuando Carmilla regresa su mirada a su esposa, ésta se encuentra con una ceja levantada y con ese gesto en su rostro que parece gritar un satisfactorio ‘¡Te lo dije!’ a lo que la pelinegra gira los ojos con exageración.

 

“¿Por qué Hayley no está en el campo?” Pregunta Carmilla para desviar la atención.

 

“Porque ella es receptora” Responde Laura como si el enunciado fuese suficientemente compresible para todos.

 

Y no, obviamente la rubia no va a mencionar la semana que se ha escabullido del trabajo temprano para visitar a Danny y a Kirsch en su casa, tan solo unos días después de que su hija ha avisado su deseo por unirse al equipo deportivo. Ambos la recibieron con una especie de pizarra con ‘X’s y ‘O’s y flechas por todos lados, que solo le habían confundido más. Fue hasta que Caden decidió entrometerse en todo el lío, viendo la frustración de sus padres, que con toda la paciencia del mundo le explicó a Laura cada una de las posiciones y movimientos de los equipos y la rubia entendió por fin el juego. La periodista está convencida que la niña es la hija perfecta de esos dos, con el conocimiento perfecto en deportes de su padre y la pasión por la enseñanza de su madre.

 

Después de unos minutos de intentar, palabra clave, enseñar a Carmilla los conocimientos más generales del juego, una molesta Laura se da por vencida diciendo que se limite a ver lo que pasa y pronto aprenderá el objetivo. La pelinegra encoge los hombros y mira nuevamente al enorme niño-adolescente que toma el balón entre sus piernas, no pudiendo evitar mentalmente nombrarlo como el ‘Orco 85’ por su tamaño.

 

El primer cuarto pasa tan lento para Carmilla como si el tiempo mismo le estuviera torturando, el equipo de Hayley no ha podido hacer una sola jugada a la ofensiva; y la pelinegra piensa que los ‘idiotas sin talento’ que rodean a su hija deberían dedicarse a otra cosa que no tenga nada que ver con el deporte.

 

Para el segundo cuarto, Carmilla ha dejado de poner toda su atención en la cancha y se centra en lo que de verdad importa; como la manera en la que el redondo y firme trasero de su esposa entallado en los shorts caquis que viste se revela cada vez que se para en alguna jugada; o la forma en la que su amplio pecho se mueve rítmicamente cuando salta en exaltación ante la decisión de alguno de los referees. Y principalmente, en la forma en la que el Cupcake se muerde los labios de nervios cuando el otro equipo parece avanzar más de lo que quisiera. Esos labios que han sido negados por un buen tiempo a la pelinegra en favor de no alejar la atención de su esposa del partido, una razón más por la que odiar este estúpido deporte sin sentido.

 

El medio tiempo llega un poco más pronto de lo esperado, ahora que Carmilla tiene en qué entretenerse, el tiempo es karmático y por supuesto que se va más rápido de lo deseado por la pelinegra.

 

Laura se sienta en su lugar e intercambia algunas de sus impresiones con otras madres y padres del equipo y Carmilla no tiene la menor idea de los conceptos que la gente a su alrededor menciona; así que aprovecha el tiempo para revisar los intensos correos de Elsie sobre trabajo.

 

Entre la acción, la peliengra ve un grupo de jovencitas al centro del campo, pompones de un rojo profundo en mano y cortas, muy cortas, faldas de por medio. La publicista se pregunta si se sentiría más contenta con su hija si en lugar de entrar al equipo de americano, se hubiera unido al escuadrón de porristas, pero es  cuando dos de ellas son levantadas por los chicos porristas haciendo un split en el aire que da gracias que no sea así.

 

Aunque en su mente bien puede imaginarse a su esposa vistiendo aquellas pequeñas prendas y piensa que entonces no habría ninguna objeción al respecto.

 

“Ni te atrevas a sugerirlo” Susurra la rubia a su oído cuando ve la concentración de su esposa en el escuadrón.

 

Y Carmilla odia, no en realidad, que el Cupcake pueda leer su mente tan fácilmente.

 

“No he dicho nada” Responde la pelinegra intentando esconder sus sonrojadas mejillas desviando su mirada a su celular.

 

“Mmm-hmmm. Si guardas el celular y pones atención al resto del partido podría considerar hacer un poco de yoga esta noche antes de dormir” La rubia acerca sus labios apenas rozando la oreja de su esposa mientras juega con el cabello detrás de su nuca, siendo recompensada con una temblor de su parte.

 

“¡Ugh! ¡Estoy aquí! ¿Saben?” Exclama de inmediato Sloan con irritación en su tono.

 

Laura suelta una risita y Carmilla deja salir la bocanada de aire que se había detenido en su garganta ante la proximidad de su cupcake. Mucho para todo el tiempo que ha desperdiciado no pudiendo tocar a su esposa.

 

El juego comienza nuevamente y es el equipo de Hayley el que tiene el balón, haciendo que Laura no se siente ni un solo segundo.

 

Carmilla ve incluso a Sloan dejar el libro abierto en su regazo para hacer algunas anotaciones a su madre sobre la ‘pobre bolsa de protección’ que tiene el quarterback del equipo de su hermana y cómo es tan predecible la formación escopeta del mismo, impidiendo hacer una jugada sorpresiva.

 

A lo que obviamente la pelinegra no entiende ni media palabra, pero mira asombrada a su hija y hace una anotación mental de no dejar pasar sus comentarios para burlarse de ella en futuras ocasiones que se queje de ir a los partidos de su hermana.

 

Es cerca del final del tercer cuarto cuando la atención de Carmilla es distraída del amplio escote de su esposa; Hayley recibe el balón en un excelente pase por la izquierda quitándose el bloqueo de un contrario y se dirige con soltura corriendo con todas sus fuerzas.

 

“¡Carm, va a anotar!” Laura de pie pone una de sus manos sobre el hombro de su esposa y lo aprieta fuertemente por la emoción, dando pequeños brinquitos.

 

La pelinegra ni siquiera siente el dolor del gesto porque en un segundo se encuentra en la misma posición que su esposa y mueve sus manos apasionadamente como si con ello pudiera empujar a su hija hacia adelante.

 

Carmilla no tiene la menor idea de a dónde se tiene que dirigir Hayley o por qué razón, pero grita un ‘¡Vamos, Cupcake!’ que la pequeña rubia parece registrar por encima de todos los gritos de los padres en la cancha y redobla su esfuerzo.

 

Laura suelta un ‘¡Oh, por dios!’ y el mundo de la peligra se detiene cuando uno de los tackles, que nadie había visto cazar a Hayley por el centro del campo, se avienta sobre de ella y la tira al piso cayendo encima de ella.

La rubia queda tendida en el suelo por segundos que parecen eternos y su rubia madre se encuentra literalmente comiéndose las uñas del terror de ver a su pequeña hija lastimada.

 

Laura ni siquiera registra lo siguiente que pasa, es hasta que la periodista ve una figura que reconoce bastante bien saltando la pequeña barrera de las gradas y caminando cuál flecha con determinación por en medio del campo que abre los ojos tanto como puede cuando se da cuenta de que es su esposa la que se dirige llena de furia contra el pre-adolescente que ha derribado a Hayley.

 

“¡Hey, tú! ¡Estúpido ogro! ¡Cómo te atreves a caer encima de una pequeña niña de esa manera! ¡Si tus padres no te han enseñado modales, hoy te los voy a enseñar yo!” Grita una furiosa Carmilla señalando al aterrado muchacho que no hace más que caminar hacia atrás y levantar las manos en defensa.

 

El entrenador de Hayley que se encuentra ocupado viendo la recuperación de su jugadora se retira en cuanto la pequeña niña se sienta en su lugar no demostrando alguna lesión de gravedad y detiene a la pelinegra a un centímetro de que tome del jersey al chico.

 

“¡Mrs. Karnstein! No puede amenazar a los jugadores”

 

“¿Amenazar? No. Voy a acabar con esta bola de carne” Carmilla trata de pasar por encima de musculoso hombre.

 

Laura a la distancia intenta controlar sus emociones entre la preocupación por su hija, por su esposa e intentar no reírse de la cómica escena de ver a una delicada pelinegra enfurecida cual pantera intentar saltar encima del enorme entrenador para defender a su hija. Quizás si la pequeña rubia no estuviera sentada en el campo, la periodista no se sintiera tan apenada por sentirse algo excitada ante la depredadora actitud de su esposa.

 

“¡Mrs. Karnstein, retírese por favor! Nos pueden expulsar de la liga por su culpa ¡Usted ni siquiera debería estar aquí!” Trata de razonar el entrenador con urgencia cuando ve a los referees entablando una agitada conversación con el entrenador del otro equipo.

 

“¡Al diablo con la liga, el juego o su terrible equipo! ¡Ese orangután lastimó a mi hija!” Grita Carmilla aún señalando al jugador con el dedo índice.

 

“¡Mamá estoy bien!” Responde Hayley acercándose al lugar con ayuda del equipo.

 

La peliengra se gira inmediatamente para caminar hacia su hija.

 

“¡Hayley! ¿Estás bien? ¿Te lastimó ese cavernícola? ¿Puedes caminar? ¿Cuántos dedos ves?” Dice la preocupada madre intentando descifrar qué tipo de lesiones puede ver en su hija. Al menos no hay sangre de por medio piensa la pelinegra.

 

La pequeña rubia suelta una risita y el alivio llena por completo a Carmilla.

 

“Estoy bien, solo una pequeña sacudida. Tenemos que salir del campo” Ofrece la niña y una apenada pelinegra abandona el campo a regañadientes no sin antes enviar una mirada de muerte al chico y murmurar ‘Los accidentes también pueden pasar fuera del campo’.

 

El juego continua sin Hayley que se sienta por unos minutos en la banca para que el equipo médico realice las revisiones correspondientes. Carmilla espera al pie de la niña hasta que todos acuerdan en que la rubia se encuentra bien y la peliengra lanza unos pulgares arriba a Laura y a Sloan que toman asiento de inmediato abrazándose para recuperarse de la preocupación.

 

“Uh, yo…” Dice Carmilla que se detiene cuando ve la severa mirada de su hija.

 

“No tenías que entrar aquí de esa manera” Dice Hayley reprendiendo a su madre.

 

“Lo sé, lo sé” La pelinegra lanza un enorme suspiro antes de continuar “Hayley, los siento, sabes que tú, tu madre y tu hermana son lo más importante para mí; y cuando vi que podías haberte lastimado no pensé más que en lastimar a quien se atrevió a ponerte una mano encima” Responde Carmilla mirando al suelo y pateando el pasto como si fuese una pequeña niña esperando su castigo.

 

“Entiendo, mamá” Explica Hayley tomando una de las manos de su madre “Pero estoy bien, soy fuerte y si no quisiera estar aquí no lo estaría. No es que necesite demostrar nada a ninguna de ustedes o siquiera al tío Will que es el único que entiende de deportes en nuestra familia; me divierte jugar con el equipo y es por eso que quiero intentarlo”

 

Y la publicista sonríe enormemente, ver lo mucho que sus hijas han madurado es como un sueño hecho realidad. Hayley siempre sonriente, siempre buscando ser feliz sin preocupaciones o seriedad de por medio; se ha convertido ante sus propios ojos en esta pre-adolescente con un enorme grado de sensatez y sabiduría, aún por encima de la infantil reacción de su madre.

 

Carmilla abraza a su hija con todo el amor y admiración que le tiene y la rubia se aferra a ella de la misma manera.

 

“Bien. Yo voy…” Dice la pelinegra señalando a las gradas donde ve a sus otros dos amores abrazadas en espera de ella. Hayley asiente y empuja a su madre para que tome su camino.

 

Cuando Carmilla llega junto a su esposa y su hija, Laura la toma del rostro para darle uno de los más apasionados besos que la pelinegra ha recibido en mucho tiempo, ignorando que se encuentren en pleno partido de su hija.

 

Es un ‘¡Oh, por el amor de dios, paren!’ en queja por parte de Sloan que ambas se detienen sin separarse más que lo necesario para compartir otro par de pequeños besos a los que la pequeña peliengra deja soltar un gruñido en molestia.

 

“Para ti también hay amor, kiddo” Dice Carmilla antes de besar la frente de su hija y revolotear su cabello como es costumbre.

 

Sloan masculla un ‘cursi’ pero no puede evitar la sonrisa que adorna su rostro y gritando un ‘¡Vamos, Hayley!’ aplaudiendo dirige su atención a su hermana que está entrando nuevamente al campo.

 

“Siento haber reaccionado así” Carmilla acepta no quitando su mirada de su hija que corre con el balón algunos metros antes de ser derribada nuevamente pero se levanta en un instante volteando a las gradas levantando el pulgar arriba para reconfortar a su familia.

 

“Esta bien” Responde Laura chocando su hombro contra el de su esposa y regalándole una de esas enormes y bellas sonrisas que su esposa tanto ama “Reconozco que yo también me preocupé la primera vez que la vi caer así y no ha disminuido nada el sentimiento cada vez que pasa de nuevo; pero ya lo aprenderás con el tiempo” Termina la rubia con una sonrisa complacida.

 

“Así que estos serán nuestros domingos” La peligra suspira en derrota y es más una afirmación que una pregunta.

 

Laura se ríe abiertamente aplaudiendo y animando nuevamente a su rubia hija sin perder de vista la sonrisa de su esposa. Lo ha hecho de nuevo. Carmilla no les puede decir que no.

 

“Además,” la rubia inicia la conversación nuevamente después de unos minutos “Debo aceptar que fue bastante hot verte allá toda agresiva y territorial cuidando de nuestras cachorritas” susurra Laura intentando solo atraer la atención de su esposa.

 

“¿Lo fue?” Carmilla levanta una de sus perfiladas cejas mirando a su cupcake con ojos seductores.

 

“Mmm-hmm. Puede que haya un atuendo de porrista involucrado en el próximo Halloween” Dice la periodista mirando al frente como si su insinuación no fuera suficiente para hacer arder a Carmilla en su asiento.

 

“¡Oh, dios, sí!” Responde Carmilla no pudiendo evitar el entusiasmo en su tono pero soltando de inmediato un pequeño gimoteo.

 

“¿Qué?” Pregunta Laura volteando a ver a su esposa.

 

“¡Falta mucho para Halloween!” Contesta Carmilla exagerando el gesto con las manos.

 

Laura se carcajea ante la infantil reacción de la pelinegra, besándola para reconfortarla. Entre risas y besos suelta un ‘Tú, yo, yoga, esta noche’ a lo que Carmilla sonríe complacida y deja salir un pequeño gruñido de expectación desde su garganta.

 

“¡Corre, Hayley!” Grita Sloan que afortunadamente no ha puesto la menor atención a sus madres que en un segundo se unen a las porras de la pequeña pelinegra y ven a su hija llegar hasta la zona de anotación y hacer un torpe y extraño baile en celebración.

 

Carmilla está segura que sus dotes dancísticos, o la falta de ellos, han sido culpa de Laura. De cualquier manera no importa, la peliengra se encuentra gritando y celebrando con orgullo del éxito de su hija y es otro de esos momentos en que no puede sentirse más agradecida con la vida por tener su familia y ser tan feliz.

 

Hayley abandona el equipo al final de la temporada cuando pierden el campeonato de la liga y su atención comienza a ser atraída más por sus clases de arte en la escuela.

 

No es que la presencia de su pelinegra madre ataviada con su jersey, pompones y carteles todos los domingos que le siguieron a ese, la hayan hecho sentir tan apenada como que hayan influido en su decisión. No, definitivamente no.

 

Ni siquiera fue por las constantes suplicas de su hermana porque sus madres dejaran de hacer de los domingos por las noches una tradición de sus sesiones de yoga. Claro que no.

 

Tampoco influyó que su rubia madre se haya presentado ese mismo Halloween vistiendo una réplica exacta del uniforme de las porristas de su equipo mientras que Carmilla usó el uniforme completo de jugador proclamando que era el mariscal de campo más sexy que el futbol americano ha visto en su vida y uno que otro ‘Ese niño bonito Brady puede besar mi trasero’. Comportándose toda la celebración como un par de adolescentes hormonales diciendo que los disfraces lo ameritaban. Por supuesto que no.

 

 

 

 

 

 

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