
Love is something that finds you.
Hayley ama a sus madres; las ama tanto que hay veces que no logra recordar cómo era su vida antes de que Laura y Sloan se unieran a su familia.
Si bien había compartido muchos momentos de felicidad viviendo sola con Carmilla, que se desvivía por ella, siempre acompañada por William y SJ; tener una segunda madre y una hermana le hacían sentir que eso simplemente estaba destinado a ser.
Desde la primera vez que aquél rechoncho niño había molestado a Sloan, algo dentro de ella le indicó que debía proteger a la niña; y que esa pequeña amistad duraría por el resto de sus días.
Cuando la pequeña rubia conoció a Laura, esa misma vocecita le dijo que era la persona que su madre necesitaba a su lado; que, quizás Carmilla no podía verlo al inicio pero que, era su misión lograr que el par se quedara en sus vidas para siempre.
Por eso cuando sus madres se casaron no hubo día más feliz para Hayley, era como si el final de todos los cuentos, que a su corta edad había leído, se hubiera hecho realidad.
Hayley ama a sus madres, las ama incondicionalmente y de manera extraña, aunque Carmilla siempre ha estado a su lado desde bebé; es con Laura con la que comparte aún más características parecidas.
Desde su amor por Harry Potter, su rara fijación con Dr. Who, su deseo por los postres y la comida con la mayor cantidad de azúcar en ellas; hasta los pequeños gestos físicos como la manera en la que sus bocas se tuercen cuando están pensando en algo o la forma en la que sus manos gesticulan en el aire con cada palabra que sale de sus labios.
Hayley ama a sus madres; sobre todo cuando, con pequeñas acciones, le recuerdan por qué son la una para la otra.
La rubia disfruta la manera en la que Carmilla mira con adoración a Laura cuando ésta habla sin parar sobre su día en el trabajo. Hayley está segura que pocas veces la pelinegra pone tanta atención en lo que la rubia dice, como en la manera en la que las ondas de su dorado cabello bailan al compás de su paseo alrededor de la sala.
Su madre deja que Laura se desahogue tanto como quiera antes de levantarse de su lugar para detener a la rubia rodeando su cintura con sus brazos y calmarla como nadie es capaz de hacerlo; con un solo roce de los labios de la pelinegra en su frente. Laura hunde su cabeza en el pecho de Carmilla que la sigue tranquilizando con dulces palabras al oído.
Hayley ama a sus madres; las ama cuando hacen todo lo posible para que Sloan y ella se sientan amadas de vuelta.
Apenas unos meses después de que Laura y Carmilla iniciaron su relación de manera oficial el miedo de Sloan por perder a Hayley comenzó a hacerse más intenso y presente.
Recurrentemente la pelinegra soñaba con que la pareja peleaba y Carmilla terminaba llevándose a la rubia de su lado para vivir en otro país. Una noche, incluso soñó con que ambas subían a un cohete con destino a un planeta completamente diferente para jamás volver.
Esas noches, Sloan despertaba completamente empapada en sudor; pero siempre envuelta en los brazos de Carmilla que con su calmada voz le recordaba que su hija y ella aún estaban presentes a su lado y no la dejarían. Por supuesto, después del revuelo, Carmilla guiaba a las niñas hasta la recámara principal dónde una soñolienta Laura apartaba las sábanas para que ambas subieran a la cama antes de que la pelinegra mayor hiciera lo propio y las cuatro pudieran conciliar el sueño nuevamente.
Hayle ama a sus madres; también cuando son sólo ellas y su mundo.
A pesar de los años que lleva la pequeña rubia viviendo en la casa que alguna vez perteneció solamente a Laura y a Sloan; y que se ha convertido en el verdadero hogar que arropa a sus cuatro habitantes; aún hay noches que la quietud de los suburbios le aterra a Hayley.
Sus pies descalzos caminan por el pasillo para llegar al cuarto de sus madres, antes de entrar la rubia escucha las voces de las mujeres en pequeños murmuros y prefiere detenerse a un lado de la puerta; que como Laura alguna vez prometió a su hermana, siempre se encontraba abierta para ellas.
Carmilla está sentada en la cama con su lectura nocturna, su esposa está frente al tocador retirando las últimas notas de maquillaje de su rostro, su rubio cabello trenzado de manera desorganizada.
La peliengra cierra el libro y lo pone junto a la mesita de noche para después hacer lo mismo con los lentes de pasta negra que adornan ahora su cara. Carmilla mira a Laura como si cada pequeño movimiento de la rubia expidiera un encanto que la hipnotiza.
Cuando Laura nota la profunda mirada de su esposa posada en ella a través del espejo, su primera reacción es sonreírle igualando la adoración en sus ojos.
“¿Qué?”
“Eres… verdaderamente hermosa ¿Lo sabías?”
Aún con la poca luz en el cuarto Hayley puede ver el pequeño rostro de su mami iluminarse de rojo antes de bajar la mirada y soltar unas risitas.
Laura termina su labor y arrastrando sus pasos se dirige a la cama para subirse a ella de lado contrario al que está su esposa esperándola con loa brazos abiertos. La rubia acomoda su cabeza en el pecho de Carmilla y la mira antes de besarla tiernamente, acariciando la negra cabellera de su esposa que apenas comienza a dejar ver algunas blancas canas en ella.
“¿A pesar de que cada vez encuentro más arrugas en mi rostro cuando me veo al espejo?”
“Uhm. Creo que no soy la única que necesita lentes; porque yo no veo nada de lo que dices. Y aunque así fuera, no hay forma en que no ame cada una de ellas porque te hacen ver aún más hermosa que la primera vez que te vi.” Contesta Carmilla devolviendo el beso a una sonriente Laura.
“Tú también lo eres ¿Lo sabías? Creo que cada día que pasa me enamoro más de ti.” Dice Laura acariciando el rostro de la pelinegra.
“Lo sé.” Responde una engreída Carmilla con su tradicional ceja levantada.
Hayley ve su rubia madre darle un juguetón golpe en el estomago en respuesta.
“Siempre tan vanidosa, Carm.” Exclama Laura sobre los labios de su esposa para luego morderlos en un beso.
La pelinegra suspira con el corazón pleno y se acomoda en la cama completamente recostada en ella. Laura gira para darle la espalda y que Carmilla la abrace para dormir.
La pequeña rubia siente un poco de pena y no quiere interrumpir el descanso de sus madres, así que lentamente se separa del marco de la puerta para regresar a su cuarto para dormir, sabiendo que después de todo el silencio no es tan aterrador cuando sus madres se aman de tal manera.
Hayley ama a sus madres; con todo y sus peleas y desacuerdos.
Sloan y ella se encuentran en la sala viendo una de las series de investigación criminal favoritas de su hermana, cuando Carmilla llega a casa.
Su madre entra a la habitación para besar la frente de sus dos hijas y encaminarse a la cocina dónde se encuentra una furiosa Laura limpiando los restos de la cena.
“Hey.”
La periodista no contesta, sus labios hacen una línea recta que imposibilita decir lo que pasa por su mente, sin siquiera voltear a mirar a su esposa.
Carmilla se acerca a ella con cautela intentando abrazarla por la cintura; gesto del que Laura se escapa de inmediato. La pelinegra se toma el puente de la nariz intentando calmar su propio enojo por la actitud de la rubia.
“Laura, lo siento ¿Sí? Lamento haberme perdido la cena nuevamente.”
Nada.
“Nos llevó más tiempo de lo que pensábamos y vine tan pronto terminamos; pero sabes que esta campaña es realmente importante para mí.”
Laura gira para enfrentar a su esposa con una mirada de incredulidad.
“Supongo que es más importante que tu familia. Carmilla, tiene más semanas que no te vemos.”
Hayley ha aprendido con los años que el uso completo del nombre de su pelinegra madre no es nunca una buena señal. No lo es.
“Vamos, Cupcake, no seas exagerada; y no lo digas como si yo no quisiera llegar temprano para verlas. Es mi trabajo, Laura. Con las últimas elecciones tampoco te vimos en semanas y no hice ninguna escena al respecto.”
Oh, no.
“¿Escena? No estoy intentando poner un teatro para hacerte sentir mal, Carmilla. Las niñas estaban realmente ilusionadas por nuestra noche en familia. ¡Se los prometiste!”
Sloan mira a su hermana y con la cabeza señala que suban a sus cuartos, levantándose de su asiento después de apagar la televisión. Hayley le sigue pero se detiene a media escalera para sentarse y escuchar a sus madres. Su hermana mueve la cabeza en desaprobación pero se queda en el último escalón para estar a su lado y hacerle compañía, como siempre.
“Eso no fue lo que quise decir; es solamente que sabes lo importante que esta cuenta para la agencia, ya no soy simplemente una empleada, soy la socia principal.” Dice Carmilla pinchando el puente de su nariz nuevamente, tratando de medir sus palabras para no hacer enojar más a su esposa.
“Carm, lo sé y lo entiendo, créeme que no quiero hacerte sentir mal por tomar tu trabajo tan en serio, no esperaba menos de ti; es sólo que las niñas estaban realmente emocionadas por tenerte esta noche con nosotras. El trabajo de Hayley será expuesto al final del año en su clase de arte y Sloan ha sido seleccionada para una banda con sus amigos. ¡Amigos, Carm! S por fin está haciendo amigos además de Hay; y ambas querían celebrarlo no nada más conmigo, por más que Sloan no quiera nombrarlo eres su madre tanto como yo.”
La rubia limpia sus manos con la toalla cerca del fregadero acercándose a la pelinegra que la recibe con los brazos abiertos para rodearla por la cintura mientras Laura descansa sus manos sobre su pecho.
“Lo sé, y tú sabes que no preferiría nada más que tener el tiempo para estar con ustedes. Cupcake, tú y nuestras hijas son mi vida.” Declara Carmilla escondiendo su rostro en el cuello de su esposa dando pequeños besos en él.
“Intenta no romper tus promesas ¿Sí? Yo puedo entender tu compromiso con tu trabajo; pero ellas aún son unas niñas y por más que traten de comprender por qué no estás aquí, tu ausencia las afecta.”
“Entiendo, Cupcake, y prometido. ¿Qué te parece si después de que todo esto termine me tomo unos días de descanso? ¿Crees poder pedir unos días tú también? Podríamos hacer un pequeño viaje.” Dice la pelinegra levantando su cabeza para mirar a los ojos a la rubia que sonríe ante la propuesta.
Hayley no puede evitar la emoción al recordar los días que pasaron juntas en la luna de miel de sus madres; unas de las mejores experiencias en familia que ha vivido y que por supuesto está dispuesta a repetir tantas veces como sean posibles. Su alegría es tanta que la pequeña rubia suelta un corto sonido de exaltación que trata de silenciar con sus manitas sobre su boca.
Carmilla le da a Laura una mirada de complicidad; pero ninguna de ellas muestra intención de evidenciar la oculta presencia de su hija.
“Uhm… Un viaje suena más que tentador.” Dice la rubia con un tono más alto del normal, para que la pequeña rubia lo escuche más claramente.
“Podríamos ir a México, Mattie, fue hace unos años y dice que la riviera maya es hermosa.” Aclara la pelinegra con el mismo objetivo.
“¡Oh, pasar todo el día en la playa! Esto cada vez suena mejor.”
La niña patalea sobre los escalones, no tal sutilmente como quisiera para dejar salir algo del entusiasmo que siente al escuchar los planes de sus madres.
“Incluso sé que podemos nadar con delfines. ¿Qué dices?” Pregunta Carmilla poniendo un dedo sobre sus labios para indicarle a su esposa que la imite y comienza a caminar en puntillas hacia la escalera lentamente para no levantar sospecha en su hija.
“¡Estoy dentro! Pero las niñas tienen escuela, Carm.” Laura intenta contener la risa.
“Podríamos viajar solas; como una segunda luna de miel ¿Qué te parece? Un paraíso, comida deliciosa, tú y yo asoleándonos en la playa; nadar con delfines juntas sin tener que esperar turnos para cuidar a las niñas; sólo tú y yo, porque no tendríamos a las dos munchkins interrumpiéndonos todo el tiempo.” Dice Carmilla antes de llegar al pie de las escaleras con Laura tras de ella, sin revelar sus presencias.
“¡Eso no es justo! ¡Yo también quiero nadar con delfines! ¡Oufff!” Grita Hayley descendiendo en apuro las escaleras, antes de topar con sus madres que tienen las manos en la cintura mirándola de manera incriminatoria.
Sloan baja detrás de ella cuando escucha la queja de su hermana, preocupada por ver qué le ha pasado a la rubia; y es recibida colisionando con la espalda de su hermana que vuelve a chocar con sus madres.
A la pequeña pelinegra se le incendian las mejillas de inmediato al verse atrapada; a diferencia de su rubia hermana que mira a sus madres ofendida todavía por la oferta de dejarlas en casa mientras ellas viajan a divertirse sin ellas.
“¿Qué hemos hablado de escuchar conversaciones entre tu madre y yo, Hay?” Cuestiona Carmilla con sus manos todavía en la cintura.
La niña abre los ojos en entendimiento, es el momento en que se da cuenta de que sus madres abiertamente le tendieron una trampa.
“S, pensé que te habías llevado a tu hermana a sus cuartos.” Laura mira intensamente a su hija que baja la mirada murmurando un leve ‘Lo siento’ que es necesario para derretir el corazón de sus madres.
Hayley sabe que Sloan es siempre la primera en quebrarse ante el enojo de sus madres.
“No fue culpa de S, mami; ella ni siquiera estaba en las escaleras conmigo.” Trata de encubrir una determinada rubia.
“Así, que es todo tu culpa.” Declara Carmilla mirando acusatoriamente a su hija.
“Lo siento, yo también. No quería escuchar pero no me gusta cuando pelean. Vi a los papás de Norman pelear en la escuela porque su papá no llegó a tiempo a la junta de padres; Norman dice que sus papás van a divorciarse ahora y él tendrá que mudarse lejos con su mamá porque su papá ya no lo quiere. No quiero que ustedes se divorcien, no quiero dejar a Sloan y a mi mami; no quiero irme a vivir lejos con mi mamá; no quiero que nos dejen de querer. Quiero que todas vivamos juntas para siempre, siempre.” Es el turno de Hayley de mirar al suelo por un momento aceptando su desliz; para luego comenzar a divagar y trastabillar entre palabras entremezcladas con sus sentimientos.
Laura camina frente a la pequeña niña para levantar su rostro y mirarla a los ojos.
“No estábamos peleando, Hay. Entre tu mamá y yo a veces tenemos desacuerdos o no nos comunicamos como quisiéramos; pero eso no significa que peleemos o que nos vayamos a separar; mucho menos que dejemos de quererlas. Estoy segura que el papá de Norman no ha dejado de quererlo, a veces las familias tienen que separarse un tiempo pero el amor que hay entre ellas no cambia. Y por más diferencias que haya entre tu madre y yo, mi amor por S y por ti jamás cambiará.” Dice Laura limpiando las pequeñas lágrimas de las mejillas de la niña que de inmediato se avienta a sus brazos.
“¿Tampoco dejarás de amar a mamá?” Hayley muerde las palabras entre suspiros.
“Jamás.” Responde Laura mirando a Carmilla.
La rubia niña observa la sonrisa en el rostro de su madre, que se ha acercado ya a Sloan para poner sus manos sobre sus hombros para darle un leve masaje reconfortante. Hayley encuentra chistosa la manera en la que las dos pelinegras se comunican sin tener que decir todas las palabras que ella y su mami necesitan para entenderse. El leve contacto de Carmilla hace que Sloan se vea más relajada, incluso con una pequeña sonrisa en el rostro que le hace saber que todo está bien de nuevo.
Laura la abraza con un solo brazo mientras con el otro jala a S para unirla también; ganándose un giro de ojos que su pelinegra madre imita cuando su esposa la invita a incorporarse al abrazo.
“¿Aún iremos a nadar con los delfines, verdad?” Pregunta Hayley entre el calor de su familia que explota en carcajadas ante su inocente cuestionamiento.
Hayley ama a sus madres; aún cuando el amor de la una por la otra se vuelve algo inconveniente.
La rubia toca la puerta antes de entrar, aún con duda en ella; no está segura si el sonido de sus nudillos sobre la madera ha sido suficiente para alertar a su hermana. La música punk está sonando a un alto nivel, no el suficiente para despertar a los vecinos, pero el conveniente para que Sloan está en su burbuja de ‘adolescente irreverente’. O al menos es lo que Carmilla siempre dice cuando su ella y su hermana tienen un desacuerdo.
“¡Hey!” Hayley exclama para llamar la atención de su hermana que se encuentra leyendo recostada sobre su cama con Bagheera acurrucado en su estomago mientras la peligra juega con su cola.
La rubia tiene que subir la voz un par de veces antes de que su hermana note su presencia en la habitación.
“Uh. ¡Hey! Lo siento. ¿Otra vez no puedes dormir?” Pregunta S haciendo un libro a un lado y Bagheera de inmediato corre; si eso se puede decir del pesado movimiento que hacen sus viejas piernas cuando deja el lado de Sloan, para restregarse ronroneando contra las piernas de la rubia que se agacha para rascar detrás de su orejas.
Algunos días Hay siente envidia de lo mucho que su gato parece preferir la compañía de su hermana por sobre la de ella; pero esa breve molestia se diluye cuando ve a su hermana sonreír cuando cada vez que el felino la escucha llegar a la casa. No es que Sloan vaya alguna vez a aceptar lo muy encariñada que está con él. Sabe que Bagheera no es sólo suyo y compartir es algo que nunca le ha costado a la rubia.
Hayley asiente levemente sentándose en la orilla de la cama de su hermana.
“Puedo bajar el volumen si quieres.” Dice la pelinegra intentando alcanzar su teléfono que se encuentra en la cómoda junto a su cama.
“¡No! No te recomendaría que quitaras la música.” Exclama Hayley en advertencia haciendo una mueca de desagrado.
“¡Oh, por dios! ¿Otra vez?” Masculla su hermana en molestia.
La rubia suelta un ‘Mmm-hmm” con una apenada risita encogiendo los hombros.
“Uno pensaría que se habrían cansando después de los primeros años.”
“Mmmm. Por los ruidos y gritos de mami creo que al parecer sólo se ha incrementado con los años.”
“¡Ugh, Hay! No quiero saber los detalles de la vida sexual de nuestras madres.”
Hayley se acomoda mejor en la cama recargando su espalda en la pared a la que el mueble está pegado.
“Parecen dos adolescentes que no pueden controlar sus hormonas. Son peor que conejos, lo juro.” Continúa Sloan con fastidio.
La rubia suelta una carcajada que su hermana imita.
Hayley recuerda que en tan sólo unos meses su hermana y ella tomarán caminos diferentes. Sloan ha sido aceptada en la facultad de música de Cambridge dónde vivirá por los próximos años bajo la constante vigilancia de Mattie que sigue viviendo en Londres y se lo ha prometido a sus madres.
Mientras que ella ha decidido quedarse en Austria, estudiando Artes en teatro, cine y medios. Por supuesto, la distancia es un vuelo de dos horas; pero a Hayley le preocupa no la distancia física, sino que su hermana esté tan ocupada en su propia vida que ya no tenga tiempo para ella.
La relación entre S y ella no ha sido la misma desde que la pelinegra comenzó a salir oficialmente con Caden. No es que su propia relación son Jean no haya afectado el poco tiempo que comparten ahora, pero la rubia tiene miedo de que sus caminos las alejen tanto que llegue un día en que no tengan nada en común.
“¿Quieres dormir esta noche aquí? Podemos poner una película; una con muchas escenas de acción para que el ruido mitigue nuestra tortura.” S saca a su hermana de sus pensamientos poniendo el libro sobre la mesa y moviendo las sábanas en una sincera invitación.
Hayley se mueve rápidamente al lado de su hermana que se levanta apagando la música y tomando su laptop para buscar la película más eficaz para su cometido.
Sloan pasa uno de sus brazos por encima del hombro de su hermana que se recarga en ella.
“Voy a extrañar estos momentos.” Dice Hayley con una pequeña voz a la mitad de la película.
“¿Escuchar los ruidos sexuales de nuestras madres?” Pregunta intrigada Sloan.
“¡Ugh! ¡S! No. Hablaba de nuestras pijamadas dentro de fuertes de sábanas y almohadas, las noches de maratones de películas, las largas pláticas hasta la madrugada cuando alguna de las dos tiene un problema o simplemente verte leyendo en tu cama cuando paso frente a tu habitación.” Explica la rubia con la voz entrecortada.
“H, sabes que puedes llamarme cuando quieras; podemos vernos por videollamada todas las noches y seguramente regresaré para las festividades. Incluso estoy segura que tía Mattie amará tenerte allá todos los fines de semana que quieras ir a visitarme.”
“Pero no será lo mismo. Además, supongo que no tendrás tiempo, entre la universidad y estar lejos de Caden, sé que preferirás llamarla a ella que a mí.” Hayley suspira fuertemente con un poco de resignación en sus palabras.
“Pequeño cupcake, mírame. Jamás habrá nada ni nadie que me quite las ganas de hablar contigo. Lamento que en los últimos meses no hayamos pasado tanto tiempo juntas pero te quiero y H, eres mi hermana y eso, eso jamás cambiará.”
Hayley se abraza fuertemente a la pelinegra y comienza a llorar sobre su pecho. S mitiga su aflicción acariciando sus dorados rizos.
“Además, debo estar al pendiente de Bagheera que ahora será tu responsabilidad.”
“¡Oh, claro! No es que quieras hablar conmigo, es que querrás saber todo lo que te extrañará nuestro gato.” Masculla Hayley entre risitas.
“Así es.” Ríe Sloan en respuesta.
“¡Imbécil!” Vocifera la rubia pateando juguetonamente a su hermana que finge estar lastimada de verdad.
“¡Hey! Pensé que siempre ibas a protegerme ¿Y ahora eres tú la que me ataca?”
“Te lo mereces.” Resopla Hayley.
“Yo también te quiero, S.” Concluye la rubia apretando su abrazo alrededor de su hermana.
El par se queda abrazado mirando a la pantalla en el regazo de Sloan, que ahora muestra los créditos de una película que ni siquiera pusieron atención. Ambas están inmersa en sus propios pensamientos; hasta que un gemido a lo lejos se escucha por sobre la música final del filme.
“¡Oh, dios! ¿Crees que algún día esto va a parar?” La irritación de Sloan es evidente.
“No lo creo. Estoy segura que cuando estemos casadas y con hijos, ellos continuarán sufriendo los estragos de la tan activa vida sexual de nuestras madres.”
“¡Ugh!. Por favor, mátame ahora.” Replica la pelinegra apagando su laptop y volviendo a prender su música para dormir junto a su hermana.
Hayley se asoma al lado de la cama dónde se encuentra un medio dormido Bagheera para tomarlo entre sus manos y ponerlo en la cama junto a ella antes de que su hermana regrese a su lugar y ponga el cobertor encima de ellas.
Hayley ama a sus madres; las ama con todo lo que su unión implica; las ama con sus días buenos y sus días malos; las ama sin condición. Hayley ama a sus madres un poco más esa noche, porque estar junto a Sloan le recuerda que cuando decidieron tener el valor de estar juntas, le regalaron no sólo dos figuras maternales sino una hermana con la que sabe que contará toda su vida.